Bibliotecas. Vol 40, N°2, julio - diciembre 2022. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rb.40.2.1
Licencia: Creative Commons (BY-NC-ND) 4.0 Internacional

Asociaciones de bibliotecarios en Cuba: análisis histórico de su surgimiento en 1936

Librarian Associations in Cuba: Historical Analysis of its Appearance in 1936

Luis Ernesto Paz Enrique
Universidad Nacional Autónoma de México, México
ORCID:http://orcid.org/0000-0001-9214-3057

/

Maylín Frías Guzmán
Medical Records Cordinator, Estados Unidos de América
ORCID:https://orcid.org/0000-0002-2894-2900

Recibido: 21 de noviembre de 2021
Aceptado: 14 de febrero de 2022
Publicado: 18 de julio de 2022

Resumen

La proliferación de las asociaciones de profesionales de bibliotecarios en Cuba tiene lugar en la década de 1930 como parte de la incorporación de la nación al movimiento mundial. A partir de una revisión de la literatura científica publicada se pudo identificar la ausencia de fuentes dedicadas al análisis de asociaciones de profesionales de bibliotecas en Cuba. Se planteó como objetivo del estudio examinar las principales asociaciones de bibliotecarios en Cuba desde la década de 1930 hasta la actualidad. El método que se sigue es el estudio descriptivo. Para la obtención de resultados se aplicaron métodos en los niveles teórico y empírico, fundamentalmente el análisis documental. Destacó la técnica del análisis de redes sociales para la visualización de resultados.

Como principales resultados se describieron las asociaciones de profesionales de bibliotecas en Cuba desde 1936 hasta la actualidad. A partir de lo anterior se establecieron los principios de la Asociación Cubana de Bibliotecarios, una organización que actualmente aglutina a los profesionales del sector. Como parte de las conclusiones se señala que las asociaciones de profesionales de bibliotecarios surgidas en Cuba desde 1930 hasta 1959 contaron con poco respaldo jurídico y gubernamental. En 1986 se funda la Asociación Cubana de Bibliotecarios bajo las siglas ASCUBI y es la organización que actualmente aglutina a los profesionales de la información en Cuba. Dentro de las directivas de las asociaciones destacaron personalidades como María Teresa Freyre de Andrade y Emilio Setién Quesada.

Palabras clave:

Asociación profesional, asociación bibliotecaria; profesional de biblioteca; Asociación Cubana de Bibliotecarios.

Abstract

The proliferation of professional library associations in Cuba takes place in the 1930s as part of the nation's incorporation into the global movement. From a review of the published scientific literature, it was possible to identify the absence of sources dedicated to the analysis of associations of library professionals in Cuba. Objectives: to examine the main library associations in Cuba from the 1930s to the present. Methods: the study presented here is classified as descriptive. To obtain results, methods were applied at the theoretical and empirical levels, fundamentally the documentary analysis. He highlighted the technique of social network analysis for the visualization of results.

As main results, the associations of library professionals in Cuba from 1936 to te presenten were described. The principles of the Cuban Association of Librarians were established, an organization that currently brings together professionals in the sector. Conclusions: the professional librarian associations that emerged in Cuba from 1930 to 1959 had little legal and governmental support. In 1986 the Cuban Association of Librarians was founded under the acronym ASCUBI and it is the organization that currently brings together information professionals in Cuba. Among the directives of the associations, personalities such as María Teresa Freyre de Andrade and Emilio Setién Quesada stood out.

Keywords:

Professional association, Library Association; library professional; Cuban Library Association.

I. Introducción

Las asociaciones de profesionales resultaron de la intención o necesidad de aunar los esfuerzos de grupos de personas con fines no lucrativos para llevar a cabo actividades relacionadas con una profesión determinada. Su origen se remonta a la antigüedad, ya que las primeras manifestaciones en la forma de gremios aparecieron en la civilización romana, consolidándose en la Edad Media y siglos posteriores. Con la Revolución Burguesa se estipuló su eliminación, pero paulatinamente empezaron a resurgir vinculadas con el Estado, los ciudadanos y los oficios o profesiones.

Las asociaciones, colegios y federaciones de bibliotecarios en el mundo fueron de las primeras agrupaciones constituidas en torno a una profesión. Su aparición estuvo vinculada al reconocimiento social de las labores bibliotecarias y al surgimiento de la bibliotecología como disciplina científica en el marco de la Segunda Revolución Industrial y la Revolución de las Ciencias Sociales. El contexto en el que nacen las asociaciones de bibliotecarios no fue similar en todos los casos.

En los países industrializados, existía un reconocimiento de la profesión mientras que en el resto la pérdida de la imagen cultural e intelectual del bibliotecario restaba a su presencia social (Williams-McWorter y Alkalimat, 2019). Su misión originaria estuvo encaminada a congregar, representar, promover y formar a nivel nacional e internacional a los profesionales del ramo. Sin embargo, elevar el prestigio y motivar el excelente desempeño del gremio fue una constante que trascendió hasta los días de hoy.

La demanda de bibliotecarios en los diferentes países desarrollados y también los menos desarrollados hizo innegable la proliferación de asociaciones. Este movimiento tomó conciencia de la importancia de crear un modelo de organización, basado en una administración que generara una buena gestión. Se concibió, de manera general, un órgano directivo encargado del respeto y protección de la misión y la independencia de acción.

Se estructuraron equipos de trabajo para desarrollar actividades, generar recursos y prestar servicios, sin dejar de lado, la representación de los intereses profesionales ante el gobierno, la sociedad y las instituciones del país y del exterior. A lo interior se sumó la defensa de los derechos laborales y el establecimiento de las normas o leyes que regulan la profesión y la educación continua (Saraiva et al., 2019) .

Fue en los Estados Unidos donde se gestó la idea inicial, The American Library Association (ALA) creada en 1876 por Melvin Dewey, la cual ostenta el mérito de ser la primera de su tipo en el mundo. En los años fundacionales fue meritorio su accionar en materia de cooperación, normalización y formación profesional, pues constituyó un modelo a seguir por el resto de la comunidad bibliotecaria en otras latitudes y especialmente en América Latina y el Caribe.

Un año más tarde surgió la Library Association (LA), homóloga británica que asumió la formación del profesional bibliotecario en este país. Se encargó de estrechar lazos de colaboración y establecer los principios morales, acorde con el contexto social. Edward Nicholson estuvo a cargo de dar el impulso necesario para que el Reino Unido contase con una asociación del ramo.

El auge paulatino de asociaciones de bibliotecarios coadyuvó a la creación de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas y Bibliotecarios (IFLA) en 1927. Su trabajo se canaliza fundamentalmente a través de secciones y divisiones, cuyos miembros en grupos de estudio, mesas redondas y conferencias anuales estudian los problemas específicos de las bibliotecas (Montano, 2017).

En sus inicios se centró en la cooperación para el canje, el préstamo internacional, la normalización bibliográfica y la formación profesional; actualmente, su radio de acción se amplió producto de la heterogeneidad e interdisciplinariedad de los fenómenos informativos y de la aparición de nuevas agrupaciones.

A partir de 1876 y hasta la actualidad, el desarrollo de las asociaciones de bibliotecarios en el mundo ha tenido un comportamiento irregular en las diferentes regiones y países. La ubicación regional, la tipología institucional, la rama económica, científica y cultural son los criterios que priman para la agrupación del gremio.

En América del Norte, los Estados Unidos y Canadá ostentan una representación significativa en el contexto internacional. En Europa, sobresalen el Reino Unido y España, dentro de los países de la región, aunque Francia, Italia, Noruega y Dinamarca poseen una tradición al respecto. Se constata la existencia en Asia y Oceanía de asociaciones; en África figuran agrupaciones en Zambia, Uganda, Namibia y Suráfrica. Israel constituye una muestra que no excluye al Medio Oriente del asunto.

La situación en América Latina y el Caribe se tornó fructífera a mediados del siglo XX, percibiéndose una tendencia por la preocupación y búsqueda de soluciones sobre los problemas de la profesión. Los países de esta región comenzaron a crear asociaciones nacionales y de índole internacional como expresión de su integración al movimiento que se había iniciado.

México fue pionero con la creación de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios y la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos en 1924. La incorporación de Brasil se efectuó con la aparición de la Asociación Paulista de Bibliotecarios en 1938, ambos países influyeron en la proliferación de sus similares en el marco suramericano y caribeño.

El Gráfico 1 muestra el proceso paulatino de surgimiento de las asociaciones a partir de la década del 40. Se aprecia una fase de gestación en la primera mitad del siglo XX, la cual incidió en un aumento significativo en los años 60 que vuelve a reproducirse en los 90. La aparición de asociaciones en pleno siglo XXI está condicionada por el reconocimiento de la actividad informativa en países de incipiente y atrasado desarrollo de la profesión o la fusión de varios gremios o asociaciones nacionales en una entidad.

Gráfico 1: Distribución de las asociaciones bibliotecarias en América Latina y el Caribe (ALC) por décadas

En el Directorio de Asociaciones de Bibliotecarios y Profesionales afines de América Latina y el Caribe de la IFLA del año 2006 se constata la existencia de 94 asociaciones en la región de los cuales el 63% está localizado en Argentina, Brasil y México (Campos y Rúas, 2016). No existe una proliferación de asociaciones de alcance internacional. Solo en Costa Rica, El Salvador, Jamaica, Puerto Rico y Venezuela existen algunas con intenciones más allá de las fronteras nacionales como intento de la región de crear iniciativas para posicionarse en el ámbito internacional (Cuadro 1).

Cuadro 1: Asociaciones bibliotecarias en ALC con alcance regional e internacional

En los resultados destacó Costa Rica como la nación que primero se incorporó al movimiento mundial de asociaciones bibliotecarias de carácter regional e internacional, siendo el primer país en ALC que realizó una iniciativa en este sentido. El resto de las asociaciones por países en la región se muestran en el Gráfico 2.

Gráfico 2: Asociaciones bibliotecarias en América Latina y el Caribe.

Cuba está representada por dos asociaciones: 1) la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI) y 2) la Sociedad Cubana de Ciencias de la Información (SOCIT), ambas surgieron en la década del 80 del siglo XX, pero sus antecedentes se remontan a la década del 40 como expresión de su incorporación al movimiento mundial. Cuba en su devenir histórico ha contado con innumerables asociaciones de profesionales de bibliotecarios, la proliferación de estas tiene lugar en la década de 1930.

A partir de una revisión a la literatura científica publicada se pudo identificar la ausencia de estudios dedicados al estudio de las asociaciones de profesionales de bibliotecas en Cuba. Se planteó como objetivo del estudio examinar las principales asociaciones de bibliotecarios en Cuba desde la década de 1930 hasta la actualidad.

II. Materiales y métodos

El estudio que se presenta clasifica como descriptivo, centrándose en enunciar las características de las principales asociaciones de bibliotecarios en Cuba. De igual forma se presenta la asociación que actualmente aglutina al gremio bibliotecario en el país.

Como métodos teóricos se utilizaron el analítico – sintético, sistémico – estructural, histórico – lógico e inductivo – deductivo. Se empleó como método empírico el análisis documental clásico. Las técnicas para la recogida de información fueron la revisión bibliográfica y el análisis de redes sociales, esta última para mostrar las relaciones entre asociaciones profesionales y directivos de estas.

III. Resultados y discusión

Asociaciones de profesionales de bibliotecas en Cuba desde 1936 - 1980

Las primeras asociaciones de bibliotecarios en Cuba aparecieron en la década del 30 del siglo XX. Aunque el hecho se produjo seis décadas después de los países punteros en el asunto, su proliferación estuvo en correspondencia con la manifestación del fenómeno a nivel mundial, en relación con el final de la etapa fundacional del campo bibliotecológico nacional y el comienzo de la etapa de su autonomía (Bellas, 2017).

En el panorama nacional su desarrollo se debatió entre la escasez y deterioro de políticas y planes gubernamentales para el desarrollo de la educación y la cultura, influyó la existencia de una economía incapaz de sustentar proyectos socioculturales y el auge de iniciativas para impulsar la profesión bibliotecaria.

Su creación no fue prioridad del gobierno, sino el ánimo privado de distinguidas personalidades que deseaban elevar socialmente la profesión. No contaron con el respaldo legislativo, económico, político ni social que merecían y estuvieron sujetas a continuas arbitrariedades que pusieron en actitud de defensa y enérgica protesta a varios de sus promotores (Hernández, 2002). En este escenario incidieron de manera favorable:

• La existencia de un grupo de intelectuales de la pequeña y mediana burguesía,formados en el extranjero, con pretensiones de elevar el prestigio de la profesión.

• La pronunciación de la Asamblea Nacional Pro – Bibliotecas en 1938 y la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas en 1947 sobre la necesidad de crear asociaciones de bibliotecarios.

• La organización progresiva de conferencias, reuniones, cursos y debates teórico – prácticos de las problemáticas bibliotecológicas nacionales e internacionales.

• El reconocimiento y celebración de homenajes a personalidades nacionales y extranjeras del sector.

• La realización de cursos de superación y instauración de la enseñanza bibliotecológica a nivel universitario con la creación de la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana.

Fue significativo el número de asociaciones que surgieron en tan solo tres décadas (ver Cuadro 1). Se desconoce en algunos casos la fecha de disolución de estas y su accionar comprendió cortos períodos de tiempo que oscilan entre los dos y cuatro años. La poca estabilidad en su funcionamiento estuvo dada por el escaso apoyo oficial, problemas financieros, de organización interna, de apatía de algunos de sus integrantes y de pugnas profesionales (Hernández, 2002).

En el país existió un grupo de asociaciones y federaciones también dirigidas al fortalecimiento de la cultura y el amor por los libros, la lectura y las bibliotecas, entre ellas estaban la Federación Nacional de Bibliotecas Públicas (FNBP), fundada en 1938 y la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional, organizada por Emilio Roig en el año 1936 (Bellas, 2017).

Sus apelativos fueron múltiples, pero tuvieron como denominador común una proyección de alcance nacional liderada desde la capital de la isla como lugar geográfico de origen. Manifestaron la intención de representar a todos los profesionales de las diferentes instituciones de información, aunque algunas señalaron propósitos específicos en el área de las bibliotecas públicas, universitarias y los archivos.

Durante el Periodo Republicano (1902-1959) las organizaciones y asociaciones del gremio bibliotecario se estructuran, especialmente después de 1930. Se crea la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ACB) por iniciativa de María Teresa Freyre de Andrade para homenajear Marieta Daniels, de la Biblioteca del Congreso de Washington. La ACB en la década de 1950 estuvo dirigida por Berta Becerra de León, quien fue además la directora de la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País institución que fue la sede de la ACB.

En 1952 se crea la Asociación Nacional de Profesionales de Biblioteca (ANPB) encabezada por María Teresa Freyre y con sede en el Lyceum Lawn Tennis Club, convergiendo con la ACB mencionada con anterioridad. Un decreto presidencial de Fulgencio Batista establece en 1952 que la ACB sería la organización oficial que representará a los bibliotecarios al establecer que se considerará representante oficial de todos los bibliotecarios cubanos a la Asociación Cubana de Bibliotecarios, constituida en la Habana e inscrita en el registro de Asociaciones de Gobierno Provincial (Batista, 1952).

Cabe resaltar que la ACB fue miembro de la Internacional Federation of Library Association (IFLA) y de la American Library Association (ALA).

La asociación contó con un órgano divulgador de sus actividades que respondía al nombre de Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios y se encargaba de publicar trabajos sobre las bibliotecas, historia del libro, actividades de la asociación, conservación de documentos, eventos internacionales, etc. Tuvo una frecuencia trimestral y a partir de 1957 se emitía para el extranjero, gozando de prestigio en la comunidad bibliotecaria internacional. Tenía, además, corresponsales en Argentina, Colombia, España y Chile. El último número publicado por la revista correspondió al primer trimestre de 1960 (Rojas y Rivas, 2016).

El principal propósito social de estas asociaciones gravitó hacia la integración de todos los esfuerzos posibles en la tarea de elevar la cultura a través del amor por el libro, la lectura y las bibliotecas. A grandes rasgos, a criterio de Bellas y Santovenia (2021) , sus objetivos específicos se pueden resumir del modo que sigue:

• Organizar y estimular las iniciativas estatales y privadas a favor de la creación y perfeccionamiento de las bibliotecas y el libro.

• Proteger y defender los derechos e intereses profesionales de los bibliotecarios.

• Colaborar con elevar la calidad de los servicios bibliotecarios.

• Contribuir a la promoción del libro y la lectura.

• Favorecer y crear propuestas de superación y difusión de los conocimientos bibliotecológicos.

• Establecer lazos de colaboración con instituciones, asociaciones y bibliotecarios extranjeros.

• Promover conductas adecuadas de acuerdo con los códigos éticos de la profesión.

En correspondencia con estos objetivos se distinguió una proyección acorde con las tendencias internacionales, dado su empeño en la creación de bibliotecas públicas, ambulantes y populares. Se logró la creación de cursos y escuelas de bibliotecarios que se posicionaron paulatinamente en la Universidad de La Habana, asimismo, se promovió y organizó asambleas y jornadas que mostraron las experiencias y la evolución científica del sector, así como el intercambio con personalidades significativas del ámbito extranjero. Se generó reglamentos y códigos de ética para la organización del trabajo y el cumplimiento de sus objetivos como asociaciones no gubernamentales, sin obviar las particularidades del contexto nacional. Se idearon premios como incentivo a la labor relevante relacionada con la cultura y el ámbito bibliotecario.

Estas asociaciones crearon órganos de propaganda que divulgaron su quehacer científico y cultural y ofrecieron espacios de discusión sobre las temáticas vigentes. Entre las principales publicaciones seriadas que aparecieron se encuentra el Boletín Bibliotécnico, la Revista Cuba Bibliotecológica de la ANPB y el Boletín de la ACB.

Cuadro 2: Asociaciones profesionales de bibliotecarios en Cuba

Existió una relación entre estas asociaciones y la coincidencia de sus afiliados (Ver Gráfico 3). El hecho ilustra la búsqueda constante de una representación profesional en el sector y una avidez desmedida por suplir carencias existentes en el contexto informativo de entonces.

Gráfico 3: Relación entre las asociaciones bibliotecarias cubanas.

En la figura se destaca la estrecha correlación entre dos organizaciones: 1) Asociación Bibliográfica Cultural Cubana (ABCC y 2) la Subcomisión de Bibliotecas, Archivos y Bibliografía de la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual (SBABCNCC), teniendo en ambas a varios miembros en común dentro de la estructura directiva. Aunque la segunda tuvo una existencia fugaz, se desempeñó como Órgano Consultivo del Gobierno en materias correspondientes a la labor intelectual y de desarrollo cultural, constituyendo una vía para canalizar mucho de los objetivos que se perseguían con la primera.

Las últimas noticias referentes a la SBABCNCC estuvieron referidas a su incorporación en la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas que se celebró en 1938. En esta cita surgió la iniciativa de crear la ABC y los miembros de su Comité Permanente fueron sus principales afiliados (Bellas, 2017). Del hecho resultó una reciprocidad estrecha entre ambas asociaciones.

La ACB fue junto con la ANPB las organizaciones punteras del ámbito bibliotecario en el país, tuvieron miembros en común y llevaron a cabo acciones importantes en conjunto que favorecieron el desarrollo bibliotecario cubano en la etapa republicana. La ANPB aparece destacada con un nodo de mayor tamaño teniendo en cuenta que aglutinó una masa representativa de profesionales. Para 1952, año en que surgió, habían transcurrido dos años de la creación de la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana. La experiencia de sus miembros permitió una organización y proyección coherente. Con su disolución en 1955 sus asociados pasaron a engrosar el Colegio Nacional de Bibliotecarios Universitarios (CNBU).

Se coloreó en azul la Organización Nacional de Bibliotecas Ambulantes y Populares (ONBAP) como resultado del inexistente vínculo con otras asociaciones por el rotundo divorcio con las concepciones del grupo de profesionales de avanzada. Su creación estuvo marcada por fines políticos en la presidencia de Fulgencio Batista. Aunque incidió en la creación de algunas bibliotecas públicas en el interior del país, no logró cumplir con sus propósitos originales ante la incertidumbre generada por el conflicto armado que tuvo lugar en el país a finales de la década de 1950.

En la creación, organización y desarrollo de estas asociaciones se destacaron un conjunto de prestigiosas personalidades que constituyeron la representación intelectual del mundo bibliotecario cubano. Su labor a través de la afiliación permitió la correspondencia en múltiples acciones que formaron los cimientos de la profesión, estando sus nombres vinculados a la fundación de servicios y bibliotecas, formación y superación profesional, así como edición y publicación de boletines, revistas y materiales científicos e informativos sobre la actividad bibliotecológica.

En el centro de la red (ver Gráfico 4) se ubican María Teresa Freyre de Andrade y Jorge Aguayo. La mención y el reconocimiento especial a la labor desplegada por María Teresa Freyre y Jorge Aguayo, en el acto de creación de la ACB en 1948, dieron fe de la labor desplegada y el prestigio profesional que ostentaron estas personalidades (Montes de Oca, 2005). Sus nombres son una constante en la historia de la bibliotecología cubana en la etapa republicana y símbolo de integración de esfuerzos para el desarrollo de esta esfera.

María Teresa está representada con un nodo de mayor tamaño a partir de su relación con una mayor cantidad de personas producto de su afiliación a cinco asociaciones de las ocho representadas, siendo una parte activa en las asociaciones bibliotecarias de la época como fundadora y hasta gestora de algunas.

Gráfico 4: Relación de personalidades cubanas asociadas.

Se destaca la figura de Antonio Alemán Ruiz, principal promotor de la creación de las tres primeras asociaciones que aparecieron en la década del 30; su empeño y papel en la celebración de la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas constituyó un hecho de vital importancia que aceleró el movimiento asociativo cubano.

El nodo que representa a María Teresa Freyre sirve como referente para dividir el gráfico en dos partes: superior e inferior. En la parte superior se agrupan un conjunto de personalidades que se destacan en el ámbito intelectual y cultural de Cuba y estuvieron vinculadas a las primeras asociaciones que surgieron. En la parte inferior se encuentra una muestra de los profesionales con una formación bibliotecológica adquirida en el país o en el extranjero que estuvieron a cargo de las asociaciones de finales de la década del 40 y en los 50.

La representación de la ONBAP está a cargo de Arístides de Sosa Quesada, en las fuentes consultadas solo su nombre figura completamente ajeno al resto de las personalidades que integraron las asociaciones de bibliotecarios existentes. Dentro de su trayectoria destaca su nombramiento como alcalde de La Habana (1936) y ministro de Defensa Nacional (1942-1944). En el mes de diciembre de 1955 se funda la revista Isla como órgano divulgativo de la ONBAP con una periodicidad mensual.

Una de las instituciones que trabajó más arduamente para la formación de profesionales de bibliotecas y de asociaciones bibliotecarias fue el Lyceum Lawn Tennis Club1. En 1936 el Lyceum coordinó lo que denominó Cursos de Iniciación Biblioteconómica, dando lugar al inicio de los estudios bibliotecológicos en Cuba. A criterio de Rivera (2005) el Lyceum organizó el Curso de Biblioteconomía, cuya impartición fue encargada a María Villar Buceta2 . Lo anterior se realizó en el contexto de la insistencia de los sectores culturales progresistas por la creación de bibliotecas públicas y de escuelas de biblioteconomía que formaban a personal capacitado.

En 1938 se realizó en la Universidad de La Habana la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas, en el acto se debatió el imperativo de formar profesionales de bibliotecas. Al respecto María Teresa Freyre de Andrade consideraba que la Asamblea “tuvo la virtud de centrar durante unos días la atención pública sobre el problema bibliotecario y de reunir a los que, a través de la isla, compartían esas preocupaciones” (Freyre, 1953, p. 11). Como resultado se creó la Asociación Bibliotecaria Cubana (ABC) con el propósito de promover la enseñanza de la bibliotecología en Cuba a través de la Escuela de Servicio de Biblioteca (Villar, 1949).

La Escuela de Servicio de Biblioteca fue coordinada por el Lyceum Lawn Tennis Club y por la ABC. Los procesos formativos llevados a cabo por la escuela contaron con el apoyo de otras instituciones y asociaciones cubanas surgidas en el período como:

• Asociación Bibliográfica Cultural de Cuba (ABCC).

• Asociación de Amigos de la Biblioteca Nacional.

• Oficina del Historiador de la Ciudad.

• Sociedad Económica de Amigos del País.

• Sociedad Pro-Arte Musical.

• Instituto del Libro.

• Institución Hispanocubana de Cultura.

• Sociedad de Folklore Cubano.

Las asociaciones bibliotecarias en la etapa republicana fueron exponentes de las preocupaciones del gremio, intentando aglutinar los esfuerzos, las iniciativas, los conocimientos y las experiencias para contribuir al desarrollo de la bibliotecología en el país. A partir de 1959 hubo una total desintegración de estas porque muchos de sus miembros abandonaron el país; el Lyceum Lawn Tennis Club también influyó en la creación de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ACB: 1948 – 1959). Los últimos Programas de Estudio de Bibliotecología del Lyceum se registran en los años 1965, 1966, 1967 y 1968 antes de su clausura definitiva causada por el gobierno que la consideraba como una institución burguesa.

La Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI)

En la década de 1980 surgió la necesidad de creación de una asociación para los profesionales de bibliotecas en Cuba, siendo años significativos para el desarrollo bibliotecológico nacional, con acontecimientos que influyeron en la necesidad de la organización de una asociación que agrupara a todos los bibliotecarios del país (Llano et al., 2018). Favorecieron en este sentido:

• La creación de instituciones educativas y culturales en función de elevar la cultura del pueblo en las que sobresalen las asociadas al libro, la lectura y la actividad científicotécnica.

• La organización sistémica de la estructura institucional a través de la instauración de las redes de bibliotecas públicas, escolares, médicas, especializadas y centros de información y documentación.

• El surgimiento de la formación técnica – profesional de bibliotecarios con la Escuela de Capacitación Bibliotecaria (Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas).

• El perfeccionamiento de la formación universitaria mediante un currículo de amplio perfil para la entonces Licenciatura en Información Científico Técnica y Bibliotecología (ICTB).

• El intercambio de profesionales cubanos con otros países a través de cursos, adiestramientos, eventos y estudios superiores.

• La organización de encuentros científicos – bibliotecológicos a lo largo del país.

• La participación de Cuba en los Congresos de IFLA a partir de la década del 80.

Correspondió a la década, anteriormente mencionada, la revitalización del movimiento asociativo en el ámbito bibliotecológico – informativo, siendo Marta Terry, la personalidad que a partir de su presencia en la IFLA propulsó la creación de una asociación gremial para bibliotecarios en Cuba. En 1984 se creó una “Comisión Gestora” encargada de confeccionar toda la documentación necesaria para la fundamentación y aprobación de una asociación nacional del sector.

El 31 de marzo de 1986, "Día del Libro Cubano", se dio a conocer públicamente la creación de la Asociación Cubana de Bibliotecarios con sus siglas ASCUBI, sin embargo, en el certificado de constitución oficial se inscribió el 18 de abril del 1986 (Frías, Paz, Alomá, Tamayo y Hernández, 2019). Sus sedes se ubicaron en diferentes puntos de la Ciudad de La Habana. La primera en la Dirección Nacional de Bibliotecas en el Vedado.

La segunda en la Escuela Nacional de Bibliotecas en Playa. La Habana Vieja la acogió: primero en la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena y después en la Biblioteca Pública Máximo Gómez, lugar donde se encuentra actualmente. Su órgano de relación es la Biblioteca Nacional "José Martí" (BNJM).

La ASCUBI se rige por sus Estatutos, Normas de Relación y el Código de Ética de la Asociación. A criterio de Setién (2010) y dentro de sus objetivos destacan:

• Reconocer y promover el desarrollo profesional de sus asociados y el de los servicios a ellos encomendados.

• Trabajar por alcanzar el máximo desarrollo de la bibliotecología, propiciando el avance del saber científico y tecnológico de sus asociados, a través de la docencia y la investigación.

• Contribuir a elevar la preparación ideológica política y profesional de sus integrantes en correspondencia con su estatus laboral y los requerimientos de la nación.

• Organizar y auspiciar eventos nacionales e internacionales tales como conferencias, jornadas técnicas, simposios, encuentros, talleres y otras actividades con el objetivo de propiciar el intercambio de experiencias personales e institucionales que posibiliten el desarrollo profesional de todos sus miembros.

• Velar porque sus miembros conozcan lo establecido en la legislación vigente referida a la actividad bibliotecaria, la Declaración de Principios de la Asociación y su Código de Ética.

• Proporcionar el reconocimiento social del bibliotecario.

• Crear una clara conciencia sobre la protección de los valores bibliológico y culturales de nuestro patrimonio bibliográfico nacional, independientemente del soporte o portador en que aparezca y que estén considerados por la Ley de Patrimonio.

• Nombrar, a través de su Buró Ejecutivo Nacional, a los asociados que representarán a la ASCUBI en eventos, reuniones y encuentros de carácter nacional e internacional de la profesión.

• Estimular y promover el conocimiento de las experiencias y logros de las investigaciones y acciones en la esfera bibliotecológica, así como la redacción y publicación de artículos, ensayos, monografías, ponencias y otros trabajos escritos sobre la actividad profesional de sus afiliados.

• Favorecer las relaciones de colaboración y solidaridad con organizaciones similares, bibliotecarios y especialistas de ramas afines de nuestro país y otros países del mundo, en especial con los de América Latina, el Caribe y otros países en vías de desarrollo.

• Crear comisiones o grupos de trabajo, temporales o permanentes, de acuerdo con las necesidades de la actividad o los compromisos nacionales e internacionales de la asociación.

• Coordinar con los organismos competentes la representación de ASCUBI ante las asociaciones internacionales u homólogas de otros países.

Como organización no gubernamental de índole sociocultural, aglutina de manera voluntaria a profesionales de las ciencias de la información, activos o jubilados, así como a estudiantes del sector, clasificando además a sus miembros en ordinarios y honorarios, estos últimos aprobados por el Consejo Nacional a propuesta del Buró Ejecutivo Nacional.

En el intento de tomar decisiones el Buró Ejecutivo se reúne con una frecuencia mensual, el Consejo Nacional lo hace a partir de 1999 una vez en el año. Aunque se estipula que los Congresos deben realizarse cada cuatro años, la asociación no ha contado con el financiamiento suficiente para la celebración de estos eventos (Pérez, Mugarra, Tarajano, Arvajal y Pérez, 2016). Hasta la fecha se han efectuado tres: en 1996, 2003 y 2005.

La directiva de la ASCUBI ha estado compuesta por profesionales destacados en el ámbito de la bibliotecología y las ciencias de la información. A Olinta Ariosa Morales, Marta Terry, Miriam Martínez y Miriam Bendamio se debió el nuevo impulso para reiniciar una nueva etapa de integración gremial. En la Gráfico 5 se muestra la relación de personas que han integrado los cuatro Buró Ejecutivo desde 1986 hasta el 2010, destacando la presencia de Emilio Setién en cada uno de ellos, seguido de Marta Terry, Miriam Martínez y Blanca María Mesa en tres directivas.

Gráfico 5: Participación de asociados en los Consejos Nacionales de ASCUBI (1986-2010)

Olinta Ariosa fue su primera presidenta, Marta Terry fue elegida en 1988 y ratificada en 1996 y en 2003 se inició Margarita Bellas hasta la actualidad. La participación en los cuatro Buró Ejecutivo de la ASCUBI convirtió a Emilio Setién en el máximo heredero de las tradiciones y vicisitudes de la Asociación. El bibliotecario, investigador y profesor de la Biblioteca Nacional constituyó un ente esencial en el proceso de transmisión y delegación de funciones de una generación a otra. El gráfico 6 resalta su presencia en el entramado de relaciones que se establecen entre sus miembros directivos.

Gráfico 6: Relación entre los miembros del Buró Ejecutivo Nacional ASCUBI (1986-2010)

La intensidad de las líneas destaca la concordancia entre las personalidades nombradas a partir de su presencia o no en las diferentes directivas, esto evidencia la estabilidad en la estructura de los dos primeros ejecutivos que se representan a la derecha del gráfico.

En el sector superior al nodo de Setién se visualizan los integrantes del tercer Buró Ejecutivo en el que Marta Terry, Blanca Mercedes Mesa, Emilio Setién y Miriam Martínez aparecen como puntos de enlace de este con los dos anteriores. La conexión entre el tercero y el cuarto solo corre a cargo de Sara Moreno y Setién. Este último Buró Ejecutivo está representado en el sector izquierdo inferior.

Desde 1989 inició la publicación del Boletín ASCUBI INFORMA con una frecuencia trimestral y adquiriendo el carácter de publicación digital en 2003. Otra fuente de información y divulgación de su accionar es la página Web a la que se tiene acceso a través del sitio de la Biblioteca Nacional. El respeto y amor a la profesión es retribuido mediante la concesión de premios y distinciones que estimulación los miembros, esto es muestra de una tradición e identidad que caracteriza la profesión, entre los premios se encuentran:

• Sello Conmemorativo Antonio Bachiller y Morales

• Premio María Teresa Freyre de Andrade

• Premio Carlos Manuel Trelles

• Premio Domingo Figarola Caneda

• Premio Olinta Ariosa Morales

• Premio María Villar Buceta

• Premio José Antonio Ramos

• Premio Gilberto Sotolongo

• Premio Bibliotecario Joven: Olga Hernández Guevara

• Premio Dolores Vizcaya

• Emilio Setién Quesada

Para la socialización de las investigaciones y experiencias del ámbito bibliotecológico, la ASCUBI promovió la realización de dos importantes eventos: 1) el Evento Nacional Científico Bibliotecológico y 2) el Encuentro Nacional de Promoción de la Lectura. Desde el II Congreso de la Asociación, celebrado en el año 2003, se sistematizó, dentro de las Ferias Internacionales del Libro de La Habana, un espacio para los bibliotecarios y las actividades que se realizan en las bibliotecas (Bellas, 2017).

Cada dos años se intercambian trabajos relativos a las prácticas de lectura desde el 2004, el protagonismo de las filiales escogidas como sedes constituye un incentivo para el desarrollo del evento. Ciudad de Bayamo fue recurrente en asumir la organización de este evento que además es patrocinado por el Programa Nacional de la Lectura. En sus ediciones las principales temáticas abordadas fueron la lectura y comunidad, promoción de la lectura y uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, enfoques de la lectura como consumo cultural y buenas prácticas para promover la lectura.

Con el objetivo de aglutinar a todos los profesionales de la información cubanos y responder a sus intereses la Asociación se extendió a lo largo del país mediante la constitución de filiales provinciales. Su orden cronológico se lista a continuación:

• La Habana, el 7 de junio de 1985

• Pinar del Río, el 20 de noviembre de 1986

• Cienfuegos, el 13 de diciembre de 1986

• Villa Clara, el 24 de febrero de 1987

• Matanzas, el 28 de junio de 1988

• Sancti Spíritus, el 2 de febrero de 1989

• Ciudad de La Habana, el 18 de mayo de 1989

• Santiago de Cuba, en diciembre de 1989

• Camagüey, el 17 de julio de 1990

• Isla de la Juventud, anexa a la Ciudad de La Habana, en el año 2000

• Ciego de Ávila, el 16 de julio de 2003

• Las Tunas y Holguín, el 20 de marzo de 2007

• Granma, el 12 de octubre de 2005

IV. Conclusiones

En Cuba han existido numerosas asociaciones orientadas a los profesionales de bibliotecas, archivos y documentación, pero por su alcance y relevancia han destacado dos: la ACB (1948 – 1959) y la ASCUBI (1986 – actualidad); ambas respondieron al nombre de Asociación Cubana de Bibliotecarios, pero con identificadores diferentes. La disolución de la ACB se correspondió con los cambios políticos sucedidos en Cuba a finales de 1959, cuando la sociedad civil se desarticula y desaparecen numerosas organizaciones y asociaciones gremiales.

En las asociaciones bibliotecarias republicanas (1902 - 1959), por lo general, prevaleció la cooperación entre ellas. Ejemplo de lo anterior ocurre entre dos de ellas: 1) la Subcomisión de Bibliotecas, Archivos y Bibliografía de la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual y 2) la ACB. La primera se incorporó a la iniciativa de la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas (1938) que trajo como resultado la creación de la segunda y que sus miembros estuvieron afiliados en ambas asociaciones.

La ACB y la Asociación Nacional de Profesionales de Bibliotecas fueron las organizaciones que mayor trabajo realizaron por el desarrollo de la bibliotecología cubana republicana. Frecuentemente ambas colaboraron entre ellas, fundamentalmente luego de 1952 con la creación de la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana. Estas asociaciones contaron con mayor cantidad de miembros de entre las restantes. Con la disolución de la Asociación Nacional de Profesionales de Bibliotecas (1955), sus miembros se unen a la Asociación Bibliotecaria Cubana orientada a la enseñanza de la bibliotecología a través de María Villar Buceta.

En relación con las asociaciones gremiales de profesionales de la información en Cuba se encuentran indiscutibles personalidades de la bibliotecología. Emilio Roig, notable historiador de la Ciudad de La Habana, estuvo vinculado con la Federación Nacional de Bibliotecas Públicas y la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional. La ACB y la Asociación Nacional de Profesionales de Biblioteca estuvieron relacionados con la personalidad de María Teresa Freyre de Andrade, aunque también tuvo presencia en otras agrupaciones y organizaciones bibliotecarias.

La Organización Nacional de Bibliotecas Ambulantes y Populares a cargo de Arístides de Sosa Quesada, no constituye un ejemplo vehemente en cuanto al desarrollo de la profesión y las instituciones bibliotecarias. Sosa Quesada no era un profesional del gremio, estuvo vinculado con la presidencia de Fulgencio Batista y entre sus cargos se encontró el de ministro de Defensa Nacional. La labor de esta organización se orientó a la creación de instituciones bibliotecarias, pero el presupuesto destinado para este fin se malversó en reiteradas ocasiones

Luego de 1959 los profesionales de las bibliotecas en Cuba carecen de una asociación gremial durante 27 años. Ciertamente la ASCUBI representa un rescate de la ACB, aunque indiscutiblemente en otro contexto histórico concreto. Dentro de la ASCUBI destacaron los profesionales Alinta Ariosa, Marta Terry y Emilio Setién, este último estuvo vinculado con la mayor parte de las directivas y del desarrollo de la asociación.

V. Referencias



Batista, F. (1952). Ley Decreto del 18 de noviembre de 1952 sobre la asociación oficial de bibliotecarios. Gaceta Oficial de la República de Cuba, 18(1952), 20-21.

Bellas, M.A. (2017). 30 años de la creación de la Asociación Cubana de Bibliotecarios. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 2(2017), 211-215

Bellas, M.A. y Santovenia, J.R. (2021). La ASCUBI en su 35 aniversario: desarrollo de la Bibliotecología. Bibliotecas. Anales de Investigación, 17(1), 1-2.

Campos, F.R. y Rúas J. (2016). Uso de las redes sociales digitales profesionales y científicas: el caso de las 3 universidades gallegas. El profesional de la información, 25(3), 431-440.

Freyre, M.T. (1953). El trabajo bibliotecario en Cuba republicana. Cuba Bibliotecológica 1(1953), 1-7.

Frías, M., Paz, L.E., Alomá, C., Tamayo, D. y Hernández EA. (2019). El boletín ASCUBI Villa Clara, reflejo del acontecer informativo en el centro de Cuba. Bibliotecas: Revista de la Escuela de Bibliotecología, Documentación e Información, 37(1), 1-23.

Hernández, Y. (2002). Las asociaciones bibliotecarias cubanas: (1938-1959). La Habana: Facultad de Comunicación.

Llano, G., Sánchez, S., Pérez, F. y Maro, G. (2018). Actividad de la Asociación Cubana de Bibliotecarios en la red de bibliotecas médicas de Sancti Spíritus. Revista Cubana de Información en Ciencias de la Salud, 29(2), 1-18.

Montano, B.J. (2017). Las asociaciones profesionales de bibliotecas y documentación como comunidades de valor. Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios, 32(114), 195- 203.

Montes de Oca, D. (2005). María Teresa Freyre de Andrade, precursora de la Bibliotecología moderna. La Habana: Universidad de La Habana.

Pérez, K., Mugarra, C.G., Tarajano, A.O., Arvajal, B.M. y Pérez HO. (2016). Presupuestos teóricos conceptuales sobre la ética y el desempeño profesional en las bibliotecas. Bibliotecas. Anales de Investigación, 12(2), 153-164.

Rexach, R. (1989). El Lyceum de la Habana como institución cultural. Rosario: Cervantes.

Rivera, Z. (2005). Lyceum Lawn Tennis Club: El inicio de la formación de los bibliotecarios en Cuba. Bibliotecas. Anales de investigación, 1(2005), 80-95.

Rojas, J.L. y Rivas, S. (2016). El boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios; valoraciones y expectativas de sus usuarios. Bibliotecas. Anales de Investigación, 12(1), 104-113.

Saraiva, R., Alonso, J., López, C.A. (2019). La biblioteca de hospital en Portugal: la visión de los bibliotecarios. Revista Cubana de Información en Ciencias de la Salud, 30(4), 1-16.

Setién, E. (2010). El Código de Ética de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI) en el contexto internacional. Ibersid: Revista de Sistemas de información y Documentación, 4(2), 141–144.


Villar, M. (1949). La enseñanza biblioteconómica en Cuba. Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios, 3-4(1949), 93-106

Williams-McWorter K, Alkalimat, A. (2019). Cuba y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones de Bibliotecarios y Bibliotecas. Library Trends, 67(4), 789-805.

VII. Notas de la persona autora

Luis Ernesto Paz Enrique. Licenciado en Ciencias de la Información.
Estudiante de la Maestría en Docencia para la Educación Media Superior, especialidad de Filosofía.
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Correo electrónico: luisernestopazenrique@gmail.com ORCID:https://orcid.org/0000-0001-9214-3057

Maylín Frías Guzmán. Doctora en Documentación e Información Científica por la Comunidad Europea.
Medical Records Cordinator. Best Medical Center, Miami, Estados Unidos de América.
Correo electrónico: maylinfguz@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2894-2900