Bibliotecas. Vol 34, N° 2, julio-diciembre, 2016, pp. 59-93. ISSN: 1409-3049 EISSN: 1659-3286

URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index

DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rb.34-2.3

Licencia: Creative Commons (BY-NC-ND) 4.0 Internacional

Libros de la Universidad de Santo Tomás preservados en la Biblioteca Nacional

Books from the University of Saint Thomas preserved in the National Library

Ruth González-Arrieta*

Posgrado en Bibliotecología y Estudios de la Información,

Universidad de Costa Rica

Xinia Moya-López**

Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano,

Costa Rica

Recibido: 20 de mayo 2016 Aceptado: 04 de agosto 2016

Corregido: 24 de agosto 2016 Publicado: 30 de noviembre 2016

Resumen

La Universidad de Santo Tomás fue la primera institución de Educación Superior costarricense, creada en 1843 por el Dr. José María Castro Madriz, por lo que se constituyó como universidad pionera del país. Inició labores universitarias en 1844, año en que ingresó para la Biblioteca, el primer embarque de libros provenientes de Europa. Con el transcurso del tiempo, la adquisición de textos afines a las materias de estudio como leyes, filosofía, literatura, gramática, teología e historia, entre otras, se acrecentó y, por ende, la colección bibliográfica aumentó. A pesar de la floreciente universidad, decisiones políticas incidieron en el cierre de la institución en 1888.

Con la clausura de la universidad, el educador Miguel Obregón Lizano impulsó que las colecciones de libros de la Biblioteca Universitaria se trasladaran a otra unidad de información, dando origen a la Biblioteca Nacional de Costa Rica, que ostenta su nombre y desde entonces resguarda los libros de la Universidad de Santo Tomás.

Palabras clave: Biblioteca Nacional, Biblioteca Universitaria, colecciones especiales, patrimonio, Historia.

Abstract

The University of Saint Thomas was the first institution of Costa Rican Higher Education, created in 1843 by Dr. José María Castro Madriz, which was established as a pioneering university in the country. Starting academic work in 1844, when entered for the Library, the first shipment of books from Europe. Over time, the acquisition of related to the subjects of study such as law, philosophy, literature, grammar, theology and history, among others, books grew and therefore the bibliographic collection increased. Despite the flourishing university, political decisions influenced the closure of the institution in 1888.

With the closure of the university, educator Miguel Obregon Lizano urged that the book collections of the University Library was transferred to another unit of information, giving rise to the National Library of Costa Rica, which bears his name and since then protects the books University of Saint Thomas.

Keywords: National Library, University Library, Special Collections, Patrimony, History.

I. Introducción

Las universidades como instituciones de Educación Superior constituyen centros de pensamiento diverso en la enseñanza y el conocimiento en todas las ramas del saber humano y la investigación científica. Por consiguiente, las bibliotecas universitarias forman un eje colateral, ya que mediante los servicios y recursos bibliográficos, se apoya en los requerimientos de información, a la población usuaria conformada por estudiantes, profesores e investigadores.

La presente investigación refleja la colección de libros del acervo bibliográfico de la Universidad de Santo Tomás, primera institución universitaria de Costa Rica. Sin embargo, a escasos cuatro décadas de la apertura, Mauro Fernández quien fungía como Ministro de Instrucción Pública -en la actualidad se denomina Ministro de Educación- tomó la decisión de cerrar la universidad en 1888, dejando al país a la deriva sin ninguna institución de índole universitaria. Desde entonces, este hecho ha sido criticado por los intelectuales de la sociedad costarricense. Sin embargo, Fernández justificó su decisión aduciendo que el gobierno reformaría la universidad, pero primero debía de reorganizar la educación primaria y secundaria, bases de la educación superior.

Cuando se clausuró la Universidad de Santo Tomás, los recursos bibliográficos como los libros que eran compuestos generalmente por libros extranjeros, fueron trasladados por iniciativa de Miguel Obregón Lizano para la creación de la Biblioteca Nacional.

Entre los motivos de que la mayoría de libros provinieran del extranjero, destaca que el principal ente de la universidad denominada Dirección de Estudios, encargaba la adquisición de textos a comerciantes que viajaban a Europa, aunque desde el año de 1830 Miguel Carranza había creado en Costa Rica la primera imprenta La Paz donde el Bachiller Rafael Francisco Osejo publicó el primer libro llamado Breves lecciones de Aritmética para el uso de los Alumnos de la Casa de Santo Tomás, institución educativa predecesora de la Universidad de Santo Tomás.

II. Antecedentes

En la época colonial Costa Rica dependía de España y durante ese periodo, en 1814, se creó la Casa de Enseñanza que se ubicó en San José, aunque la capital se situaba en Cartago. Una de las razones de ese hecho fue la influencia ilustrada y el crecimiento económico que experimentaba San José. Para esta época el mayor desarrollo de San José se debía al monopolio del tabaco y los negocios mercantiles facilitados por el aquel, por lo cual el Ayuntamiento de San José supervisaba el centro de estudios. Para ocupar el puesto de rector, se nombró al Bachiller Francisco Osejo, quien, entre sus funciones, se encargó de la cátedra de Filosofía, materia, que se impartía conjuntamente con Gramática, Sagrados Cánones y Teología Moral.

De acuerdo con González Villalobos (1989) a un año de fundada, intervino el Obispo García Pérez, quien estaba de visita en Costa Rica, y planteó una reorganización como la modificación del nombre por Casa de Enseñanza de Santo Tomás en la que el Rector se encargaría de la formación moral, política y religiosa; se nombraba un Vicerrector para coordinar lo relativo a planes de estudio y para otros fines, la supervisaba la Universidad de León.

Con el paso de los años, cuando Costa Rica se había independizado en 1821 de España, la Casa de Enseñanza de Santo Tomás tuvo diversas reorganizaciones de índole académica, jerárquica y administrativa.

a. Universidad de Santo Tomás

Transcurría la década del cuarenta del siglo XIX y reinaba la desestabilización en los estados circundantes, pues formaban parte de la federación, que era la República; factor que incidió entre nuestros gobernantes, quienes se preocuparon por los jóvenes que no pudieran continuar sus estudios superiores en el área, razón por la que optaron por brindar esa oportunidad en Costa Rica. Fue así como durante la administración de José María Alfaro y siendo Ministro General el Dr. José María Castro Madriz, hombre culto, liberal y visionario, con un doctorado en Derecho Civil y Maestro de Artes, se dispuso e influyó para crear una institución de educación superior. Al respecto, señala González-Villalobos (1989)

el 3 de mayo de 1843, firmaron ambos políticos el decreto mediante el cual se convirtió en Universidad la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, destinándose para tales efectos el edificio de la enunciada Casa de Estudios, así como sus rentas, más otras nuevas consistentes en la tercera parte de las tercenas de tabaco del Estado. (p. 47)

Con la apertura de la universidad se enarbolaba una nueva era educativa para Costa Rica, como lo expresa González-García (2006, p. 151) “Cuando, en 1844, el Dr. José María Castro Madriz inaugura la Universidad de Santo Tomás, lo hace con una perspectiva muy clara sobre la función que la enseñanza debe cumplir en la sociedad”.

En alusión a la inauguración de la Universidad de Santo Tomás, Láscaris, 1964 citado por Pérez (2012) acota “el 22 de abril de 1844, se inaugura la Universidad con el siguiente cuadro de estudios: Filosofía, Br. Nicolás Gallegos; Gramática, Br. Vicente Herrera; Jurisprudencia, Dr. José María Castro; Teología, Br. Francisco Calvo”. (p.194)

Pérez (2012) señala que los Estatutos de 1843 establecían una estructura jerárquica para dirigir la universidad, cuyos integrantes se nombraban anualmente para integrar una junta que operaba como ente autónomo del Estado, en cuya cúpula estaba la Dirección de Estudios, conformada por el rector y cuatro directores; fungiendo el Dr. José María Castro Madriz como primer rector; cada director tenía sus propias responsabilidades, con el fin de velar por la biblioteca, la docencia, la tesorería y la secretaría, aunque como miembros de la dirección, coordinaban funciones entre sí.

b. Biblioteca Universitaria

Como toda biblioteca universitaria, cuyo eje transversal es coadyuvar en los quehaceres académicos de una comunidad universitaria, en la Universidad de Santo Tomás el primer director, José María Zeledón, miembro de la Dirección de Estudios, se encargaba de administrar la biblioteca y en forma grupal la dirección autorizaba la adquisición de libros.

Además, en los estatutos de la Universidad de Santo Tomás de 1843, se estipulaba que cada cátedra asignara los libros de textos. En correlación a esta norma, explica Pérez (2012) que para la cátedra de lengua castellana y latina optaban por los libros de Salvá y Nebrija; en Matemática y Geografía, los textos de Aritmética de Bezont, La Geometría de La-Croix y la Geografía de Antillón y para la cátedra de Teología seleccionaban la Doctrina Cristiana de Ponget o Jlenry y Teología Moral del Padre Larraga u otro autor.

Así, en 1844 la dirección encargó al alemán Edward Wallerstein, quien exportaba café a Europa, adquirir libros para la Biblioteca Universitaria; el hecho fructificó en diciembre de 1844 como lo manifiesta: “El catálogo de las obras compradas, se publicó en febrero de 1845, en el Mentor Costarricense” (p.78).

Aunado a lo descrito, Molina-Jiménez (1995) recalca la compra de otras obras, que correspondían a: Derecho, Filosofía, Historia, Otras Lenguas, Ciencia, Política, Literatura, Castellano, Economía, Religión y otras fuentes de información y a su vez transcribe algunas peculiaridades

pocos títulos, un peso ya significativo de las obras en francés, decenas de ejemplares de ciertos textos y varias colecciones compuestas por más de diez tomos; en las últimas, destaca el Dictionnariae de la conversation, en 52 volúmenes. El conjunto de libros adquirido, en esencia profano, prescindía casi de los escritos devotos, en contraste, el grueso de la compra se concentraba en los trabajos de leyes. (p. 80)

No obstante, a pesar de los propósitos de la Dirección de Estudios de brindar oportunidades a los jóvenes costarricenses, la Universidad de Santo Tomás tuvo diversos problemas. González-Villalobos (1989) expresa que había falta de profesores calificados y los estudiantes ingresaban con una escaza formación académica que afectaba el rendimiento de sus estudios. Por ende, para contrarrestar los problemas, la dirección solicitó en 1845 la intervención del Estado, para mejorar la formación preuniversitaria. Fue así como se ordenó crear instituciones secundarias como la Escuela Normal para hombres en 1846 y el Liceo de niñas para las mujeres en 1849, cuyos graduados, se esperaba tuvieran alguna incidencia en la preparación de la niñez en lo que a educación de primaria se refiere.

Además, por presión de la Universidad ante el Congreso para que se diera un vínculo entre todo el sistema educativo, se decretó una reforma en los estatutos universitarios, así como la promulgación del Reglamento orgánico de instrucción pública el 14 de octubre de 1849. Esta reforma legal sustituía la Dirección de Estudios que antes era potestad de la Universidad por un Consejo de Instrucción Pública, cuyos integrantes eran nombrados por el Poder Ejecutivo, lo cual le restó autonomía al ente universitario.

Entre las funciones de este Consejo estaba la de asignar los libros de texto para la universidad y la primaria elemental; inclusive en el Reglamento, capítulo 5 de los artículos 29 a 36 se transcriben las primeras normas que se estipulaban para la biblioteca y el aumento de funciones para el bibliotecario:

Art. 29. Habrá una biblioteca compuesta de los libros que actualmente existen y de los que en adelante adquiera la Universidad.

Art. 30. El bibliotecario será elegido por el Consejo de instrucción pública y se recibirá de la biblioteca un prolijo inventario.

Art. 31. La biblioteca estará abierta diariamente, tres horas por la mañana y dos por la tarde.

Art. 32. Podrán concurrir a ella todos los que quieran visitarla; mas solo podrán sacar libros, con permiso del Rector, y previo un recibo firmado, los individuos de la Universidad.

Art. 33. El que perdiere un libro deberá reponerle dentro del término que le señale el Rector, y si no le repusiere pagará el duplo del valor de la obra a que perteneciere y no podrá en lo sucesivo usar de la biblioteca.

Art. 34. El bibliotecario se dedicará a la conservación de los libros, manteniéndolos limpios y aseados, arreglados por orden de materias y colocados de una manera vistosa.

Art. 35. El Consejo de instrucción podrá ordenar la venta de aquellos libros duplicados; mas su importe se invertirá en la compra de aquellos que falten a la biblioteca y señaladamente de los que se necesiten como texto para enseñar en las cátedras que deben establecerse.

Art. 36. Todos los que recibieron grados de la Universidad, empleos, cátedras o alguna gracia, obsequiarán una obra cualquiera a la biblioteca (Pérez, 2012, p. 200).

En 1850, similar con la gestión del alemán transportista y comerciante, la Universidad coordinó con Vicente Aguilar, otro comerciante, para que viajara a Europa con Nazario Toledo, profesor de filosofía, con el fin de comprar libros para la biblioteca. Como lo describe Molina-Jiménez (1995)

El paquete de obras comprado por Aguilar y Toledo se componía de 71 títulos en 1278 volúmenes…el énfasis temático sí varió, el libro piadoso se descartó, se abrió un espacio para los textos prácticos y se amplió la bibliografía para las áreas de Literatura, Ciencias e Historia. (p.81)

A la altura de 1853, la Universidad manifestaba una serie de contrariedades políticas y financieras, situación que coincidió con la firma del Concordato con el Papa Pio IX, el que, entre otras cosas, incluyó la declaración de la Universidad como Pontificia (Mora-Parra, 2015). Por ello, se cambiaba la estructura de la institución, delegando en el Obispo Anselmo Llorente el nombramiento de los profesores de los cursos religiosos y teología; así como vigilar que otras cátedras enseñaran conforme los principios cristianos. Sin embargo, por influencia de los liberales, estas resoluciones no prosperaron.

Molina-Jiménez (1995) alude al inventario de 1855 realizado por Vicente Herrera que comprendía 188 títulos, 2802 volúmenes; además en menos de un lustro, en 1859 el inventario registraba 139 volúmenes más que el anterior y casi la mitad de los volúmenes eran en idioma francés, ya que desde 1846 la Universidad de Santo Tomás impartía la cátedra de francés, por lo cual no prescindían de traducciones e inclusive la biblioteca estaba abierta al público.

No obstante, las dificultades de diversa índole de la Universidad de Santo Tomás, destaca Pérez (2012) en 1857 se crearon la Escuela de Farmacia y la Escuela de Medicina, esenciales para la salud de Costa Rica, ya que para esa época solo habían “24 médicos y 8 boticas” o farmacias como se denominan en la actualidad.

En concordancia con lo anterior, Molina-Jiménez (1995) explica que la Biblioteca se benefició con la donación de libros del Dr. Karl Hoffmann que abarcaba una colección de 92 títulos en 148 volúmenes, la mayoría de medicina y ciencias naturales. Asimismo, en 1858 hubo reformas en los Estatutos de la universidad y se destinó un apartado para la biblioteca; como lo transcribe Pérez (2012) “el Bibliotecario siempre tendrá en regla el índice de todas las obras contenidas en la Biblioteca, para que fácilmente pueda ser registrada la que se busque, a cuyo efecto observará en su colocación el orden más fácil y cómodo” (p.211). Vinculado a las normas estatutarias para la Biblioteca Universitaria, el ciudadano costarricense Manuel Arguello, en 1859, emitió una misiva al Ministro de Instrucción Pública, ofreciendo ejercer el puesto de bibliotecario, lo cual le fue aceptado.

En alusión a Manuel Arguello Mora, primer bibliotecario de la biblioteca de la Universidad de Santo Tomás, Pérez (2012) relata

Estudió en la Universidad de Santo Tomás y en la Universidad de San Carlos en Guatemala. Es además sobrino del Presidente del país. A la edad de veinte años se interesa por abrir la Biblioteca nuevamente, y según está registrado, acepta el puesto de Bibliotecario ad honorem. (p. 214)

No obstante, la dedicación como bibliotecario de Manuel Arguello, en setiembre de 1859 su tío el Presidente Juan Rafael Mora Porras sufrió un Golpe de Estado, por lo cual ambos abandonaron el país y en consecuencia, la Universidad se quedó sin bibliotecario y se cerró la biblioteca, cuyo resultado fue el deterioro y pérdida de libros.

En 1860 de nuevo el Dr. José María Castro Madriz asume como rector de la Universidad de Santo Tomás y se restablecen los Estatutos de 1843 con la instauración de la Dirección de Estudios. Como medida para reabrir la Biblioteca Universitaria, se nombra al catedrático Francisco Gallardo con recargo de funciones, quien durante su gestión efectuó el inventario, mencionado anteriormente.

Durante el periodo que prosiguió varias personas ejercieron como bibliotecarias, pero sin la formación pertinente. No obstante, la Universidad continuaba en sus funciones académicas. Como parte de ello los abogados Ricardo Jiménez y Pérez Zeledón elaboraron en 1884 una selección de 250 títulos de libros con énfasis en Derecho, Historia, Filosofía, Política, Economía y Literatura.

A su vez el país experimentaba un auge en la creación de instituciones educativas: el Colegio San Luis Gonzaga fundado en 1869 como primera institución de segunda enseñanza del país; el Liceo de Costa Rica, en 1887; el Instituto de Alajuela, en 1887; el Colegio de Señoritas en 1888 y el Colegio Seminario en 1894.

Paralelamente, se abrían espacios de lectura. Al respecto Pérez (2012) manifiesta que el “4 de julio de 1879 se funda la Biblioteca de San Ramón, por iniciativa del Lic. Julián Volio Llorente” (p.232); además, “en ese mismo año…el doctor Valeriano Fernández Férraz (1831-1925) establece una Academia de Lectura en la capital” (p.236) y “Miguel Obregón, con 19 años de edad, junto con otros jóvenes y vecinos de la ciudad organiza el 11 de julio de 1880, en Alajuela la Sociedad de la Biblioteca” (p. 237).

A su vez, además de la imprenta La Paz fundada en 1830 se abrieron otros talleres de impresores como el de los Sibaja en Alajuela. En alusión a ello, expone Molina-Jiménez (2002) “La publicación de obras…se elevó de 51 títulos en la década de 1850, a 71 en la de 1860, a 97 en la de 1870, a 169 en la de 1880 y a 303 en la de 1890…de los cuales el 25 por ciento procedía de talleres privados y el 75 por ciento de la Imprenta Nacional” (p.36), con relación a esta, publicaba lo concerniente al Estado costarricense.

Si bien la Universidad continuaba su curso, expresa Molina-Jiménez (1995)

El último episodio en las vicisitudes de las obras de Santo Tomás data de 1888, cuando el Gobierno de Bernardo Soto clausuró tal institución; en esa fecha, la colección se componía de unos 1585 títulos en aproximadamente 3.653 volúmenes. (p. 97)

c. Biblioteca Nacional de Costa Rica

Como corolario de la clausura de la Universidad de Santo Tomás, la Biblioteca Universitaria quedaba a la deriva; no obstante, manifiesta Solano-Navarro (2014) “mediante acuerdo número 231 del 13 de octubre de 1888 por iniciativa de Miguel Obregón Lizano, bajo la presidencia de don Bernardo Soto” (p. 15) fructificaron las gestiones ante las autoridades competentes, para que los libros de la Biblioteca Universitaria se refundieran con el material documental del Archivo de Rezagos creado en 1882 y la Oficina de Depósito y Canje de Publicaciones fundada en 1887 y así conformar el acervo de la Biblioteca Nacional de Costa Rica.

Con respecto a los recursos bibliográficos que originaron la Biblioteca Nacional, Zeledón, 1969, citado por la autora (2014) “inició su funcionamiento con cerca 4.000 volúmenes entre libros, periódicos, revistas, audiovisuales, obras de referencia, folletos, fotografías y mapas publicados en Costa Rica y en el extranjero” (p.15). Asimismo, Solano y Zamora (2010) expresan: “Su bibliotecario fue don Bernardo Quirós. El 16 de octubre de 1961 por Decreto No. 18 fue bautizada con el nombre del educador Miguel Obregón Lizano” (p. 26) como un reconocimiento a su loable labor en las bibliotecas costarricenses.

Aunado a lo anterior, Moya-López (2015, p.37) explica que la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano es depositaria del Patrimonio Bibliográfico Nacional, ya que mediante la Ley de Derecho de Autor y Derechos Conexos, artículo No. 106 se “establece la obligatoriedad que tiene toda persona jurídica o pública de entregar un ejemplar de toda producción impresa o en cualquier otro soporte a la Biblioteca Nacional… y la Ley de Imprenta, artículo No. 6 estipula la obligatoriedad que tiene todo editor de entregar a la Biblioteca Nacional dos ejemplares de toda obra que publique” por lo cual han coadyuvado a enriquecer las colecciones de la institución.

La estructura de la Biblioteca Nacional establece varias unidades para brindar los servicios a los usuarios como el Departamento de Investigación y Bibliografía, el Departamento de Referencia y el Departamento de Circulación y Préstamo que velan por los diferentes tipos de colecciones.

Como parte de las directrices de la Biblioteca Nacional, para la conservación del acervo bibliográfico, se creó la Sala de Colecciones Especiales Adolfo Blen, al respecto expresa Solano-Navarro (2014)

la Sala de Colecciones Especiales Adolfo Blen se inauguró con cerca de 35.000 documentos pertenecientes a las colecciones de libros extranjeros publicados durante los siglos XVII, XVIII, XIX, la colección de libros extranjeros denominada Colección de Santo Tomás, donada a la Biblioteca Nacional al cierre de la Universidad de Santo Tomás en 1888. (p. 36)

Aunado a la Sala, Moya-López (2015) menciona diversos tipos de fuentes de información y algunas características

libros nacionales y extranjeros, revistas nacionales, obras de referencia…con características especiales, por su fecha de publicación, formato, características topográficas y al carácter que ostentaban como ediciones publicadas en Costa Rica, de carácter único en la Biblioteca y en algunos casos en el país. (p. 52)

III. Metodología

La investigación bibliográfica se realizó entre los años 2014 y 2015 y comprendió el análisis de publicaciones sobre la Universidad de Santo Tomás para determinar el desarrollo histórico de la primera institución de Educación Superior de Costa Rica; al mismo tiempo, se estudiaron fuentes de información de la historia y origen de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano como artículos de libros, revistas, periódicos y tesis.

Asimismo, en la Sala de Colecciones Especiales Adolfo Blen de la Biblioteca Nacional, se investigaron los libros extranjeros que conserva la Colección de Santo Tomás, por ende, se utilizaron guantes de látex, para evitar un daño por la fragilidad y antigüedad de los libros. Se determinó que la mayoría de los libros de la Colección de Santo Tomás están en buen estado, solamente, se identificaron tres con problemas de comején, uno con serios problemas y a otro le falta la portada.

Derivados del estudio, se identificaron los libros extranjeros de la Colección de Santo Tomás, compilados por la investigadora Moya-López (2015) quien determinó que comprenden 1335 documentos en cuatro idiomas: 673 en español, 643 en francés, 17 en inglés, 1 en italiano y 1 en latín.

Para recopilar los elementos básicos de la descripción bibliográfica, se llevó a cabo la transcripción del texto original, como lo reflejan los Cuadros 1 y 2.

Cuadro 1

Libros de la Universidad de Santo Tomás conservados en la Biblioteca Nacional

Fuente: Moya-López, 2015.

Cuadro 2

Libros sin Autor de la Colección de Santo Tomás en la Biblioteca Nacional

Fuente: Moya-López, 2015

IV. Resultados

La investigación es pionera ya que por primera vez se identificaron los libros extranjeros de la Colección de Santo Tomás preservados en la Sala de Colecciones Especiales Adolfo Blen de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano. El estudio reveló que la Colección de Santo Tomás conservados en la Biblioteca Nacional, comprende 1335 libros extranjeros distribuidos en 535 títulos y 366 autores, afines a las disciplinas o materias que se impartían.

La Colección registra 34 libros impresos del Siglo XVIII. Los textos más antiguos datan de ١٧٢٥, como la obra Négociations secrètes touchant la paix de Munster et d’Osnabrug; ou recueil général del autor Jean Le Clerc, consta de 1060 páginas, formada por una colección de tomos con las negociones secretas de paz de 1641 a 1648 entre las regiones francesas de Munster y Osnabrug.

Otro texto del fondo antiguo de 1725 corresponde al título de Histoire des traitez de paix et autres négociations, Tomo No. 2 con 843 páginas, cuyo contenido presenta las negociaciones de paz que originaron las reclamaciones modernas y antiguas de todas las potencias de Europa.

Asimismo, en el estudio se cotejó que la mayor cantidad de documentos se imprimieron en 1878 y el último se editó en 1888; empero hay siete documentos de los que se desconoce la fecha exacta de edición o carecen totalmente de una. El libro impreso en 1888, año de la clausura de la Universidad de Santo Tomás, concierne a The Works de Hubert Howe Bancroft, cuyo Tomo No. 14 contiene la Historia de México de 1861-1887 y consta de 528 páginas.

Si bien se muestra que la cantidad de libros en español y francés es muy similar, en parte se debía que durante esa época, el francés constituía el idioma oficial entre la diplomacia; además, la Universidad de Santo Tomás ofrecía la cátedra de francés.

Vinculante a los criterios de citación bibliográfica, el Cuadro 2 refleja los libros de la Colección de Santo Tomás que no tienen un autor específico, por lo cual se transcribe el título con el año de publicación de la obra.

V. Conclusiones

La investigación llevó a cabo su cometido al realizar un rescate documental para la sociedad, que abarcó la recopilación y compilación de títulos de las obras de la Colección de Santo Tomás, legado de la Universidad de Santo Tomás, que se conserva en la Sala de Colecciones Especiales Adolfo Blen de la Biblioteca Nacional, la cual constituye un tesoro de riqueza documental y cultural para la historia de Costa Rica.

La Colección de Santo Tomás se conserva en perfectas condiciones y con el fin de publicar el acervo bibliográfico, se elaboró un repertorio referencial digital cuyo objetivo es brindar el conocimiento a todo investigador de bibliotecología y otras áreas del saber humano y, a su vez, para que se divulgue en el portal del Sistema Nacional de Bibliotecas, ente al que está adscrita la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano.

La investigación evidenció que a pesar de que hombres emprendedores y visionarios fundaron la Universidad de Santo Tomás como primer centro académico superior del país, se enfrentó a una época de turbulencia política, que influyó en el cierre de la pionera institución universitaria de Costa Rica, dejando al país por más de medio siglo sin una entidad de Educación Superior hasta el año de 1940 que se creó la Universidad de Costa Rica.

VI. Referencias

González-García, Y. (2006). Educación y Universidad. San José: Editorial UCR.

González-Villalobos, P. (1989). La Universidad de Santo Tomás. San José: Editorial UCR.

Molina-Jiménez, I. (1995). El que quiera divertirse. Libros y sociedad en Costa Rica (1750-1914) (Colección Nueva Historia). San José: Editorial UCR.

Molina-Jiménez, I. (2002). Una imprenta de Provincia. El Taller de los Sibaja en Alajuela, Costa Rica (1867-1969). San José: Imprenta Nacional.

Mora-Pana, G. (2015, 20 de setiembre). UCR: heredera de la Pontificia Universidad de Santo Tomás. Eco Católico, Actualidad, p. 4.

Moya-López, X. (2015). Legado de la colección de Libros extranjeros de la Universidad de Santo Tomás a la Biblioteca Nacional de Costa Rica Miguel Obregón Lizano”: Repertorio referencial. (Tesis de Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información). Universidad de Costa Rica, Sede Rodrigo Facio.

Solano-Brenes, C. y Zamora-Murillo, O. (2010). Acervo digital en texto completo de la obra de Anastasio Alfaro y Henry Pittier en publicaciones periódicas costarricenses: 1887-1949. (Tesis de Licenciatura en Bibliotecología y Ciencias de la Información). Universidad de Costa Rica, Sede Rodrigo Facio.

Solano-Navarro, Y. (2014). Repertorio de las Revistas publicadas en Costa Rica en el periodo de 1850 a 1899 y durante la primera mitad del Siglo XX perteneciente a la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano”. (Tesis de Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información). Universidad de Costa Rica, Sede Rodrigo Facio.

VII. Notas sobre las Autoras

* Mag. Ruth González-Arrieta. Profesora del Posgrado y de la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica. Correo electrónico ruth.gonzalez@ucr.ac.cr

** Mag. Xinia Moya-López. Bibliotecóloga de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano de Costa Rica. Correo electrónico xmoya@sinabi.go.cr