Revista Universidad en Diálogo • Vol. 12, N.° 2, Julio-Diciembre, 2022, 153-171 • ISSN 2215-2849 • EISSN: 2215-4752

Url: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/dialogo/index

Correo electrónico: universidadendialogo@una.cr

DOI: http://dx.doi.org/10.15359/udre.12-2.7

Aportes para despatriarcalizar la educación: experiencias de formación feminista en pandemia

Contributions to Depatriarchalize Education: Feminist Training Experiences in Pandemics

Paola Bonavitta

Univiversidad Nacional de Córdoba

Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CONICET)

Argentina

paola.bonavitta@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-4758-4202

Valeria Gili Diez

Universidad Nacional de San Juan

Facultad de Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Argentina

valeriagili@unsj-cuim.edu.ar

https://orcid.org/0000-0003-1662-9957

Daniela Coseani

Univiversidad Nacional de Córdoba

Argentina

Facultad de Ciencias Sociales

daniela.coseani@unc.edu.ar

https://orcid.org/0000-0002-6679-6828

Recibido: 27/10/20211 • Aceptado: 23/02/2022

Resumen. Este trabajo es el resultado del curso Saberes y Prácticas Feministas en Experiencias de Integración Curricular, que fue dictado entre dos equipos de trabajo: GAGES (Grupo de Articulación en Género y Educación Superior), perteneciente a la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), y El Telar, radicado en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), ambas casas de estudio de Argentina. Este curso se desarrolló en línea, a través de la plataforma Moodle por medio del Sistema de Educación a Distancia (SIED) de la UNSJ durante mayo de 2021 y estuvo dirigido a docentes, extensionistas y personas investigadoras de ambas instituciones, contando con encuentros sincrónicos y asincrónicos distribuidos en cinco módulos.

Partimos de considerar a la universidad-territorio como un espacio de disputas, prácticas y sentidos. En este artículo buscamos reconocer, desde las prácticas docentes, extensionistas e investigativas, las apuestas por los feminismos como un camino para descolonizar las instituciones de educación superior.

En este sentido, las preguntas que guían el texto son: ¿Es posible despatriarcalizar y descolonizar las universidades? ¿Qué rol tenemos las personas docentes, extensionistas e investigadoras universitarias desde los espacios que habitamos/transitamos? ¿Cómo aportamos a dejar de reproducir violencias/desigualdades?

Para responderlas abordamos las reflexiones que se han recolectado en el curso-taller por parte de las 51 personas que participaron del encuentro, las recuperamos y reflexionamos en torno a los comentarios y las propuestas que surgieron por parte del estudiantado.

Palabras clave: educación, feminismos, pedagogías feministas, interseccionalidad, descolonización

Abstract. This work derived from the course “Feminist Knowledge and Practices in experiences of curricular integration” taught by two work teams located in Argentina: GAGES, belonging to the National University of San Juan (UNSJ), and El Telar, from the National University of Cordoba (UNC). This course was taught online through the Moodle platform via the Distance Education System (SIED) of the UNSJ, during May 2021, and was aimed at teachers and researchers of both institutions, with synchronous and asynchronous meetings distributed in five modules.

The study started considering the university and its territory as a space for disputes, practices, and meanings. This article seeks to recognize, from teaching, extension, and research practices, the commitment to feminism as a way to decolonize higher education institutions.

The questions guiding the paper are: Is it possible to depatriarchalize and decolonize universities? What role do university teachers and researchers play in the spaces we inhabit/transit? How do we contribute to stopping reproducing violence/inequality?

The answers to these questions supposed to address the reflections collected in the course-workshop by the 51 people who attended the meeting. Then, students’ comments and proposals were analyzed.

Keywords: education, feminisms, feminist pedagogies, intersectionality, decolonization

Introducción: territorio-universidad y estudios feministas

Este artículo nace como resultado del curso Saberes y Prácticas Feministas en Experiencias de Integración Curricular, dictado entre dos equipos de trabajo: GAGES (Grupo de Articulación en Género y Educación Superior), perteneciente a la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), y El Telar, radicado en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), ambas casas de estudio de Argentina.

Este curso se desarrolló en línea por medio de la plataforma Moodle, a través del Sistema de Educación a Distancia (SIED) de la UNSJ, y estuvo dirigido a docentes y personas investigadoras de ambas instituciones, contando con encuentros sincrónicos y asincrónicos distribuidos en cinco módulos.

En el marco de la pandemia por la COVID-19, la virtualidad se convirtió en el territorio adoptado mayoritariamente para transitar las experiencias educativas, por tanto, nos hemos valido de ella para poder habilitar un espacio que nucleara a trabajadores y trabajadoras de ambas instituciones.

Además, al encuadrarse en un curso de extensión1, se consolidó nuestra apuesta por una universidad territorial, que abra sus puertas a las preocupaciones ciudadanas, políticas y sociales.

En este contexto, la pregunta por la vinculación entre los feminismos y la educación se hizo presente con fuerza. Si bien allí hemos abordado diferentes cuestiones en torno a los feminismos, que por cuestiones de recorte metodológico y conceptual no abordaremos aquí, no obstante, sí nos hemos propuesto indagar en torno a tres preguntas centrales: ¿Es posible despatriarcalizar y descolonizar las universidades? ¿Qué rol tenemos las personas docentes y los/as investigadores/as universitarios/as desde los espacios que habitamos/transitamos? ¿Cómo aportamos a dejar de reproducir violencias/desigualdades?

Para ello partimos de considerar a la universidad como un territorio de prácticas y de disputas posibles. Y, como tal, en este artículo se recuperarán las miradas de docentes sobre las apuestas por los feminismos en las prácticas cotidianas.

Como ámbito legitimado de producción de conocimiento y circulación de poder, las universidades no dejan de estar atravesadas por relaciones jerárquicas de dominación y por la producción y reproducción de discursos y prácticas hetero-cis-patriarcales, coloniales y capitalistas.

Aquí apostamos a pensar al territorio universitario como espacio que habitamos desde nuestros cuerpos, sentires, pensares y saberes, como espacio de lucha social en la construcción de realidades más justas y equitativas.

En el territorio-universidad, los feminismos se hacen presentes aún de manera marginal. Tal como señala Eli Bartra (2019), las feministas escribimos para otras feministas. “Los ‛enfoques de género’ en la academia no representan un peligro real para los quehaceres tradicionales androcéntricos de las disciplinas, ya que no se cuestiona realmente la manera en que se han desarrollado” (p. 3).

Según la autora, la presencia de los feminismos y la perspectiva de género continúa siendo marginal en las casas de estudio, a pesar de que resuenan con más frecuencia y fuerza.

No obstante, no todos los feminismos tienen la misma presencia ni legitimidad dentro de la academia, sino que la matriz colonial del poder ha recuperado las voces de aquellos feminismos eurocentrados y blanquizados.

Nos interesa aquí —y en el curso— dialogar con los feminismos del Sur, nuestroamericanos, decoloniales:

Desde la perspectiva Nuestroamericana del “sur global” o los diálogos “sur-sur” (frente al imperio de la mirada de Occidente sobre Oriente; y del Norte sobre el Sur del mundo), los feminismos del sur indagan las pedagogías decoloniales, las pedagogías feministas y las prácticas culturales contrahegemónicas (o antagónicas a los modelos o estructuras y sistemas de saber centrales), interrumpiendo las lógicas de los poderes dominantes. Así, piensan procesos históricos y geopolíticos de racialización, patriarcado, mercantilización, normalización, heteronormatividad, diásporas y exilios, migraciones, violencias sociales, violencias de género, y toda forma de opresión social y subjetiva (racial, étnica, económica, cultural, simbólica, estatal, social, patriarcal, sexual, lingüística, corporal); procesos que explican históricamente el triunfo de la civilización, el pensamiento ilustrado, el cosmopolitismo, el capitalismo, la razón occidental, el eurocentrismo, el machismo, las lenguas del imperio, los cuerpos blancos y la heterosexualidad. (Enrico, 2018, p. 15)

Estos feminismos del Sur han apostado por pedagogías críticas que vienen haciendo un trabajo desde los territorios, abriendo todo un espectro de alternativas epistemológicas, epistémicas y pedagógicas que apuntan a despatriarcalizar y descolonizar una academia que aún resguarda su lógica euro y norcentrista. En las universidades,

la meritocracia y el patriarcado se combinan en un esquema de poderes que actúa como una matriz anquilosada, pero, efectiva en los espacios públicos, cuyos efectos ideológicos son básicamente la naturalización de las prácticas desiguales y la cosificación de las personas que las gozan y, también, de aquellas que las padecen. (Rovetto y Figueroa, 2017, p. 6)

Apostar por transversalizar los feminismos es abordar un proceso de transformación institucional de los espacios desde donde es producido, difundido y legitimado el conocimiento académico-científico (Cerva, 2017).

Los estudios feministas en la academia se encuentran atravesados por tensiones que cruzan las relaciones entre activismo y academia, los procesos de institucionalización de los estudios de mujeres, género, feminismos en la academia, la dispersión teórica y política de los feminismos y sus relaciones con los estudios de mujeres y género (Ciriza, 2017).

En nuestras casas de estudio sucede que las mismas resistencias a la incorporación de los saberes feministas y los procesos de deslegitimación terminan produciendo prácticas de “generización” y “binarización” dentro de la institución educativa (Ríos, Mandiola y Varas, 2017), sobre todo teniendo en cuenta que la ciencia y el espacio donde esta se produce es un proceso y producto marcado por el sexismo (Cerva, 2017; Maffía, 2007).

Frente a ello, la práctica feminista y los saberes diversos, interseccionales, no sexistas, ni binarios, ni heteronormados, que se producen desde los feminismos, contribuyen a construir una educación no solo despatriarcalizadora, sino también descolonizadora.

En este trabajo abordaremos las propuestas de docentes y personas investigadoras que participaron del curso-taller extensionista en el marco de la pandemia. Recuperamos sus participaciones y reflexiones que contribuyen a pensar de manera colectiva en espacios educativos feministas y equitativos.

Abordaje metodológico: participación-acción feminista en la virtualidad

Como señalamos, partimos de comprender a la universidad pública como un territorio de disputa y de intervención en donde circulan saberes social y académicamente legitimados y relaciones de producción, dominación y reproducción de prácticas hetero-cis-patriarcales, coloniales y capitalistas.

Siguiendo a Harding (1987), el abordaje del estudio se inscribe en la necesidad explícita de las metodologías feministas de problematizar para renovar las técnicas convencionales de investigación, sin reducir los problemas metodológicos a las cuestiones del método.

Asimismo, consideramos de vital importancia el entrecruce entre las aportaciones de las metodologías participativas y feministas, tomando como puntos de encuentro: i) La comprensión del territorio universitario como espacio que habitamos desde nuestros cuerpos, sentires, pensares y saberes. El territorio-universidad deviene en tanto espacio de lucha social en la construcción de realidades más justas y equitativas; ii) el reconocimiento de la indisociabilidad entre la teoría y la práctica para generar espacios curriculares que integren diversidades de voces, prácticas, experiencias y disidencias; iii) la visibilidad de una pluralidad de experiencias y saberes con el propósito de generar transformaciones en la vinculación universidad-sociedad.

Las preguntas que presentamos en la introducción objetivan el interés por reconocer continuidades y rupturas que se sostienen en la estructura y en sus márgenes, identificando estrategias institucionales, personales y colectivas en torno a las disputas feministas y de género.

El curso-taller Saberes y Prácticas Feministas en Experiencias de Integración Curricular, en tanto experiencia pedagógica, se fundamenta en diagnósticos previamente realizados por el GAGES y El Telar, que visibilizaron diversas problemáticas e intereses relativos a la transversalización de la perspectiva feminista y las desigualdades de género vigentes en las instituciones universitarias antes señaladas.

El curso-taller se desarrolló entre el 3 y el 31 de mayo de 2021, con una duración total de 30 horas reloj y contó con un cupo de 41 participantes de ambas universidades.

En el marco del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), como consecuencia de la crisis sanitaria mundial ocasionada por la pandemia de COVID-19, tuvo un despliegue en modalidad e-learning MOOC (cursos online masivos y abiertos), a partir del aprendizaje a distancia asincrónico y encuentros en modalidad sincrónica.

Esta estrategia combinada posibilitó el acercamiento a los diversos materiales provistos, a saber: textos, videos, recursos interactivos y contenidos de diversa índole a través de la plataforma online.

Los/as destinatarios/as fueron docentes, extensionistas e investigadores/as de la UNSJ y la UNC con interés de construir conocimiento en torno a la implementación de prácticas educativas universitarias con perspectiva de género, feminismos y diversidades.

El contexto de virtualidad fue favorable al facilitar el intercambio entre integrantes de ambas casas de estudio, enriqueciendo el debate, las reflexiones y los aprendizajes.

Las personas participantes se desenvuelven en diversos campos disciplinares, lo que favoreció las reflexiones profundas en torno a la dimensión epistemológica, teórica y metodológica en los estudios de género y los feminismos.

El curso-taller se desarrolló en cinco espacios de intercambio, organizados de la siguiente manera:

Sesión 1: Universidad-territorio: intervenciones, disputas y resistencias

Sesión 2: Economía del cuidado en clave situada

Sesión 3: Metodologías, saberes y prácticas pedagógicas

Sesión 4: Equidad de género e indicadores de educación: acceso y representación

Sesión 5: Territorios de disputas y disidencias. Hacer frente a las violencias: prácticas disruptivas y disidentes

En este artículo nos abocaremos a los saberes, las prácticas y los intercambios que tuvieron lugar en la sesión 1, la cual quedó a cargo de las autoras de este trabajo y que tenía como principales contenidos: la universidad como territorio de intervención-disputa; el compromiso social universitario y la extensión crítica; las metodologías de abordaje de enfoque de género en las aulas; y las disputas, estrategias y resistencias institucionales en torno a temáticas de género y feminismos.

El abordaje metodológico del presente artículo se nutre de la lectura atenta y comprometida de las expresiones de sentido vertidas por las personas participantes de la sesión 1 en el aula virtual del SIED-UNSJ, así como también las inquietudes expresadas en el encuentro sincrónico de dicha sesión.

En virtud de ello, las estrategias de construcción de los datos se cimentan en la pluralidad de voces y reciprocidades que tuvieron lugar a través de un foro de intercambio que proponía trabajar desde las imaginaciones feministas presentes y de un formulario de Google en el que se solicitó a las personas participantes evaluar el curso-taller en diversos aspectos.

El formulario cuenta con preguntas estructuradas, semiestructuradas y abiertas que permiten indagar en la experiencia personal, haciendo énfasis en el carácter situado de toda práctica de enseñanza-aprendizaje.

El abordaje crítico en el marco de pedagogías descoloniales feministas y disidentes invitó a participar en la propuesta del curso-taller de manera situada, recuperando no solo los aportes conceptuales de estas pedagogías, sino anclando en las prácticas por ellas propuestas, es decir, encarnadas y afectivas (Troncoso, Follegati, Stutzin, 2019), para, a partir de allí, reconocer colectivamente horizontes de acción tendientes a despatriarcalizar y descolonizar las universidades, revisando las propias posiciones al interior de la institución universitaria.

Pedagogías situadas, prácticas y saberes feministas

Los giros feministas y decoloniales en la educación y las prácticas pedagógicas nos hablan de volver a mirar las emociones, los sentimientos, enlazados a los pensamientos, a las maneras en las que racionalizamos y construimos conocimientos, siempre partiendo de lo sabido, lo cotidiano, lo transitado personalmente.

“Lo personal es teórico” dice Sara Ahmed en su libro Vivir una vida feminista, en una vuelta al clásico lema “lo personal es político” de Kate Millet, y además cuenta que lo teórico se vuelve más potente cuanto más se acerca a la piel. ¿Qué significa esto para nosotras? Que aprender a despatriarcalizar y descolonizar nuestras propias prácticas implica desaprender hábitos, cuestionar modos naturalizados y revisarnos a nosotras mismas; esto conlleva una actitud pedagógica con nuestros propios cuerpos, nuestros posicionamientos y nuestras prácticas cotidianas, para así poder pensar nuestras prácticas con otras/os, en las aulas, en las universidades.

Es por todo esto que partimos de las experiencias particulares de enseñanzas, de los programas dados, de las situaciones vividas en nuestros espacios de trabajo académicos.

A continuación, expondremos el carácter situado y los posicionamientos de quienes hicieron el curso propuesto; y algunos análisis derivados de los aprendizajes compartidos y producidos en espacios de diálogo.

Despatriarcalizar la mirada

En un primer momento, realizamos un formulario que fue completado por las y los participantes al momento de iniciar el curso. La intención era saber de antemano algunas informaciones específicas, un panorama inicial, de quiénes participarían del encuentro.

Cabe resaltar que el curso-taller fue promocionado solo durante una semana, por lo que el nivel de participación superó las expectativas y da cuenta, a su vez, de la alta demanda que existe de espacios de formación docente con perspectiva de género.

Del espacio participaron 51 personas, casi el 73 % tenía entre 25 y 44 años. El 47 % contaba con estudios universitarios completos y casi el 30 % con un posgrado incompleto/en curso. El 57 % se dedica exclusivamente a la docencia. El 25,5 % proviene de las Ciencias Sociales, el 21,7 % de Filosofía y Humanidades y el 13, 6 % de Arquitectura, Urbanismo y Diseño.

Además, el 80 % afirmó previamente al inicio del curso que ya contaba con alguna experiencia vinculada al feminismo. A su vez, el mayor punto de interés de las personas cursantes (82,3 %) fue adquirir herramientas pedagógicas con perspectiva feminista para aplicar en el aula.

Desde el primer encuentro sincrónico del curso-taller aparecieron las preguntas ya señaladas y que guiaron las reflexiones colectivas: ¿Es posible despatriarcalizar y descolonizar las universidades? ¿Qué rol tenemos desde los espacios que habitamos/hacemos? ¿Cómo aportamos a dejar de reproducir violencias/desigualdades?

Entre las cuestiones que surgen por parte de las mismas personas que dan vida a las universidades, aparece la crítica como resistencia permanente y la necesidad de contacto con la comunidad, con la vinculación territorial y social:

Estoy convencida de que es posible la despatriarcalización y descolonización en el ámbito universitario. No viene siendo un objetivo sencillo, por el contrario cada vez que se propone desde el colectivo feminista una acción surgen múltiples en contra o que frenan las mismas. Me imagino una universidad feminista siendo una que está en constante crítica y en contacto permanente con la comunidad. (Estudiante 1- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Los debates pedagógicos feministas se han desarrollado en diálogo con las pedagogías críticas, coincidiendo ambas en pensarse como pedagogías liberadoras y revolucionarias (Troncoso, Follegati y Stutzin, 2019).

Y sostenemos, además, que las pedagogías feministas deben transversalizar no solo los contenidos, sino también las prácticas pedagógicas entendidas en sentido amplio (el diseño curricular, la actividad en clase, la organización de la misma, la distribución áulica, etcétera).

Así mismo, el campo de las pedagogías feministas da cuenta de un conjunto de discusiones en torno a las prácticas de producción y legitimación del conocimiento, además de abordajes particulares de contenidos, objetivos y estrategias de enseñanza y aprendizaje cuya finalidad está siempre enfocada en el cambio y la justicia social (Crabtree et al., 2009).

Lo que se pone en tensión al indagar sobre las universidades desde una perspectiva feminista es nuestra praxis política como profesoras, profesores y estudiantes comprometidas/os con un proyecto feminista de transformación social, que trascienda las miradas unilaterales de los procesos de emancipación (Cumes, 2012).

Ello implica deshacernos de límites fijos y estructuras patriarcales-coloniales caducas. Esto se visualiza claramente en las intervenciones, al mismo tiempo que aparece la necesidad de vincular con lo diverso, la apuesta por la interseccionalidad como una manera absolutamente necesaria de comprender el mundo:

Creo que es importante poder dar visibilidad a la diversidad en toda su expresión, priorizando las voces que históricamente han sido más acalladas. Esto haría parte de una transversalización de la perspectiva de género en el aula desde una mirada interseccional. (Estudiante 2- UNC, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Creo que hay que ponerle contenido a la rebeldía, para no quedar en la crítica, el enojo, la victimización, pero sobre todo para avanzar en estrategias que desde distintos ángulos puedan abordar esta problemática, reconociendo e integrando saberes que no provienen de la academia. (Estudiante 6- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Si hay tantos feminismos como cuerpos de lucha, tal vez arrancar por conocernos y construir desde ahí, permitiría pensar en la universidad como un espacio comunitario. Al mismo tiempo y pensando que cada cuerpo está atravesado (y es territorio) por los territorios y contextos que habitamos, de esta manera también podríamos pensar en un primer pasito para descolonizar las universidades. (Estudiante 3- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Esta demanda se vuelve una constante en las reflexiones docentes. Acudir a la interseccionalidad se convierte en una urgencia, pues no podemos seguir apelando a las construcciones de universales de ningún tipo en los imaginarios educativos ni en las prácticas pedagógicas concretas.

La noción de interseccionalidad fue acuñada por la abogada feminista y antirracista Kimberlé Crenshaw (1989), como herramienta para nombrar y analizar las experiencias de simultaneidad de opresiones, discriminación e invisibilización que experimentan las mujeres afroamericanas en Estados Unidos.

Posteriormente, el concepto se fue nutriendo de los aportes de los feminismos negros, chicanos, latinoamericanos y “de color”, los que se han preguntado por la relación entre distintos sistemas/ejes de opresión y diferenciación, y han problematizado el sujeto político unitario del feminismo blanco —la Mujer, con mayúsculas—, desde críticas antirracistas, poscoloniales, decoloniales, lésbicas y socialistas, entre otras (Troncoso, Follegati y Stutzin, 2019).

En tanto propuesta teórica, epistemológica, metodológica y política (Viveros, 2016), una mirada interseccional busca construir un enfoque multidimensional y transdisciplinario para aprehender la complejidad de las relaciones de poder, las desigualdades y diferenciaciones sociales de manera integral (Troncoso, Follegati y Stutzin, 2019), así como la posibilidad de profundizar una crítica a los modos de normalización de poderes coloniales-patriarcales.

¿Qué sucede cuando la educación no es interseccional? Se contribuye a la construcción de sujetos universales inexistentes y se promueve una meritocracia vacía y frustrante.

Para mí la universidad es un territorio, pero que no es representativo. Incluso se invisibilizan muchas realidades. (Estudiante anónimo/a, actividad sincrónica en pizarra, mayo 2021)

Me gustaría sentir realmente la Universidad como un Territorio. No siempre para todas y todos la universidad es un territorio donde se puede caminar libremente. (Estudiante anónimo/a, actividad sincrónica en pizarra, mayo 2021)

(La Universidad) es un territorio de disputas, invisibilizadas. (Estudiante anónimo/a, actividad sincrónica en pizarra, mayo 2021)

Como territorio político, la universidad debe ser capaz de reconocer las intersecciones, pero también de actuar de acuerdo a ellas, para contribuir efectivamente a la eliminación de las violencias machistas y las desigualdades de género. Aparece en los testimonios la idea de invisibilidad o de inseguridad para el libre tránsito.

Sucede también que muchas veces la institución expulsa a quienes no cumplen con las normas hetero-cis-binarias, e incluso manifiesta el clasismo y el sexismo en sus estructuras más sólidas. Aquí proponemos recuperar la ética del cuidado en la práctica educativa (Tronto, 2013), que incorpora una importante crítica al neoliberalismo, al desplazar al sujeto productivo y poner en el centro el cuidado y la interdependencia como ética de relaciones humanas.

El cuerpo en el centro de la escena

Feminismos en el aula implica cuerpo, praxis, encuentro, metodologías activas y epistemologías de la emoción. Bell Hooks (2017) considera los feminismos como políticas apasionadas, insistiendo en la centralidad del cuerpo, la experiencia encarnada y afectiva en la praxis feminista, donde la distinción entre teoría y práctica carece de sentido.

Una manera de transversalizar la perspectiva de género en el aula es simplemente hablando de la temática, visibilizando, en la guarda de recolectar experiencias y compartirlas, practicando. Reconociendo en mi caso, por una cuestión disciplinar, que no es sencillo abordarlo en forma permanente y que resulta más fácil en el ámbito de las clases presenciales, donde el compartir viéndonos las caras sensibiliza. (Estudiante 3- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Transversalizar la perspectiva de género en el aula se puede lograr siendo conscientes primero de nuestro cuerpo, nuestro espacio, hoy en los tiempos de pandemia vemos que hasta nos cuesta por ejemplo a nosotros mismos mantener la “distancia social” unos a otros queremos siempre invadir el espacio físico y personal del otro. Creo que antes de transversalizar tenemos que escucharnos, entendernos y aceptarnos con nuestras diferencias y elaborar propuestas de trabajo en conjunto, de nada sirven las imposiciones. (Estudiante 9- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

En este punto, la pandemia ha impedido el contacto, la presencia corpórea, la mirada atenta. Si bien algunas modalidades taller han podido continuar en plena virtualidad, se pierde el encuentro necesario; además de que las brechas digitales también han dejado afuera a muchas personas.

¿Cómo ubicamos nuestros cuerpos en la virtualidad? ¿Desaparecen los contactos y las interpelaciones propias de los procesos de aprendizaje? Está claro que la experiencia de las plataformas digitales y las múltiples desigualdades en su utilización cambian las configuraciones de la educación.

La corporalidad —o la conciencia de ella— se diluye en cierta forma, vemos figuras parlantes, en el mejor de los casos, o cuando la conectividad y las distancias permiten abrir micrófonos; la mente se desdobla, podemos ahora estar en dos clases a la vez solo abriendo y cerrando ventanas, o escuchando una clase y haciendo tareas domésticas.

También nos preguntamos, si las opresiones se materializan en cuerpos y vivencias ¿desaparecen en la virtualidad del aprendizaje? Es una clara respuesta negativa; entonces podemos pensar de qué maneras se reconfiguran también las prácticas de resistencia, los contactos y los encuentros cercanos aun mediando pantallas.

Val Flores (2016) habla de las múltiples maneras en que los cuerpos están presentes en lo educativo: materiales gráficos, audiovisuales, contextualizando y visibilizando autores y autoras de textos, en nuestras propias historias y memorias: “Siempre hay algo relacionado a la corporalidad que está presente”.

Descolonizar la Universidad está intrínsecamente ligado con descolonizar el feminismo, es decir con correr del eje la visión eurocéntrica hija de la ilustración. Descolonizar el feminismo es construirlo desde nuestros cuerpos y desde nuestras realidades, nuestro territorio y nuestra comunidad. Vamos a tener mucha resistencia puesto que esto se opone claramente al mundo capitalista asentado en un sistema liberal o neo liberal, que toca incluso la forma de mirarnos y explicarnos. Es una batalla grande que creo que debemos dar. (Estudiante 7- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Asumir que las universidades son estructuralmente patriarcales y coloniales resulta necesario para identificar, comprender y erradicar las violencias que en ellas se producen y reproducen. (Estudiante 22- UNC, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Las relaciones áulicas y el diseño curricular

Para efectivamente despatriarcalizar y descolonizar la educación debemos pensar en otras posibilidades de apropiarnos del aula, en las propuestas pedagógicas y en el diseño curricular. No se trata solamente de brindar contenidos feministas y de género, sino también de hacerlo de forma feminista y con perspectiva de género.

Esto implica democratizar los espacios áulicos (cortar, por ejemplo, con una distribución áulica verticalista y jerárquica), pero también los contenidos teóricos y los formatos en los que esos contenidos se acercan al estudiantado.

Dentro del academicismo ortodoxo, heredero de una tradición positivista del saber, el material de estudio válido es el libro, el formato papel. No obstante, muchas producciones feministas y transfeministas circulan en otros formatos y ello no resta valor al contenido que allí se manifiesta.

Sin duda que es posible lograr el cambio en las Universidades, pero sólo es posible si la batalla deja de ser una cuestión estructural de formas y entra a cuestionar también el conocimiento que vamos replicando en los espacios áulicos. Desde la docencia, desde la currícula académica, desde los exponentes teóricos a los que convocamos en el proceso de enseñanza aprendizaje deben ser desde una conciencia plena en la diversidad y pluralidad de voces. (Estudiante 11- UNC, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Desde mi lugar (el teatro) al dialogar con el plan de la misma cátedra me pregunto: ¿Cuántas mujeres hay? ¿Cuántas obras son escritas por hombres, mujeres o pertenecientes a la diversidad? ¿Cuál es la temática de dichas obras? Preguntas que me sirven a mí para abrir el debate en clase e ir construyendo de a poco un espacio más sano de enseñanza. (Estudiante 12- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Recuperar las voces de las mujeres y las disidencias en las aulas es un punto fundamental si queremos ampliar la mirada y derrotar el androcentrismo academicista.

Resulta valioso indagar en nuestras disciplinas específicas los recorridos que han hecho mujeres y disidencias que están invisibilizadas en medio de una educación sexista. Entre el estudiantado también surgió como necesidad denunciar las situaciones desiguales y violentas que se vivencian intercátedras:

Pienso que el rol que tenemos es el de involucramiento y nombramiento (poner en palabras) las situaciones de desigualdad y explotación en la Universidad que de por sí son manifestaciones violentas. Ejemplo las ayudantías o adscripciones no reguladas donde se termina haciendo trabajo docente, o actividades serviles hacia la/el docente de mayor jerarquía. (Estudiante 17- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Manicom (1992) afirma que una pedagogía feminista debe apuntar a usar su autoridad para problematizar e interrumpir las relaciones de poder que operan entre los diversos actores universitarios.

La democratización de los espacios de aprendizaje formales implica atravesar ciertas incomodidades, puesto que problematiza los tradicionales roles de autoridad del saber docente y promueve diálogos críticos sobre las maneras en las que se crean y circulan los saberes.

Con respecto a la violencia y desigualdad, charlo con mis alumnos el mayor tiempo posible que se sientan en confianza de expresar lo que les pasa que lo puedan comunicar. Creo que es la clave para poder ponerle un freno a la desigualdad y violencia, enseñarles que lo pueden hablar, decir y contar ya es un gran paso. (Estudiante 8- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Recuperando la categoría de interseccionalidad, también es importante traerla al aula: tener presente que los privilegios de género, clase, etnicidad y sexualidad van a facilitar que ciertos estudiantes hablen más en clase, participen activamente en comunidades de aprendizaje y puedan tomar la voz. Es por ello que, desde un rol docente, estar alerta permitirá subvertir y visibilizar las relaciones de poder y saberes que reproducen las relaciones de dominación.

De mi parte me encuentro en lugares de mucha responsabilidad, que me implican la formación y diálogo permanente con otrxs, para pensar y accionar en propuestas situadas, donde las distintas voces y la heterogeneidad de miradas y posicionamientos de mujeres y disidencias tengan cabida. (Estudiante 22- UNC, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

Pensar otra Universidad es comprometerse desde el lugar de acción por ejemplo desde nuestra docencia, cambiar las prácticas para poder transferirlas a les estudiantes y colegas. Fomentar la participación es muy importante, porque esto debe ser un cambio a largo plazo y eso se logra desde lo colectivo, desde lo cultural y desde la raíz. (Estudiante 10- UNSJ, mayo 2021, territorio virtual UNSJ)

En las reflexiones aparece como central la idea de comunidad, de hacer colectivo y de construir a partir del encuentro con las demás personas. En este sentido, el curso-taller que hemos propuesto ha actuado como un espacio no solamente de aprendizaje y reflexión, sino como facilitador de diálogo entre pares que están analizando las maneras posibles para construir territorios universitarios amplios, no patriarcales ni coloniales.

Reflexiones finales

Trabajar en pos de pedagogías feministas, despatriarcalizadoras y descolonizadoras, apuntando a fomentar la mirada crítica e interseccional, es, a fin de cuentas, promover procesos liberadores que apunten a visibilizar, problematizar y transformar las desigualdades sociales, de género, de clase, de racialidad y de sexualidad. Para ello, debemos tener presentes las dimensiones estructurales de estas intersecciones, así como las maneras en las que finalmente se materializan en experiencias concretas y situadas de privilegios y opresiones que se reproducen en las aulas universitarias.

Sabemos que las universidades, como instituciones coloniales y patriarcales, reproducen y validan ciertos saberes y determinados modos de transmitirlos. Reconocemos en las universidades políticas institucionales que atienden a estas desigualdades, sin embargo, entendemos que es acuciante la generación de políticas educativas referidas a la transversalización de la perspectiva de género en las aulas.

La realización del curso-taller intenta aportar en esta dirección, apostando a que las pedagogías feministas, como pedagogías de la resistencia, revolucionen las miradas y construyan otros mundos posibles y otras formas de habitar el territorio universitario.

Es por ello que apuntamos a la formación docente, pues confiamos en que brinda la posibilidad de continuar una todavía necesaria crítica a los modos de normalización de poderes coloniales-patriarcales.

Una educación feminista siempre tendrá el mismo norte: liberar a las oprimidas y los oprimidos y mejorar la existencia de las personas que estén en situaciones de desigualdad, exclusión y opresión, erradicar las desigualdades y abusos de poder en los diferentes ámbitos y ampliar los mundos posibles.

En el marco del compromiso social universitario y desde la extensión, apostamos a crear comunidad feminista: entre docentes, entre universidades, entre estudiantes.

Al decir de Silvia Rivera Cusicanqui, no se trata de hablar a otras personas, sino hablar con otros/as. “Hablar después de escuchar, porque escuchar es también un modo de mirar, y un dispositivo para crear la comprensión como empatía, capaz de volverse elemento de intersubjetividad. La epistemología deviene así una ética” (Verónica Gago, entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui, 2015).

Las microacciones, como políticas de resistencia y de creación, ponen en marcha las imaginaciones feministas en el marco de la educación.

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1 La extensión universitaria es una de las tres funciones sustantivas de la Universidad (junto a la investigación y la docencia) y tiene como objetivo promover el desarrollo cultural, y la transferencia del conocimiento y la cultura entre los distintos sectores sociales de la comunidad. En el año 2005 el Consejo Asesor de Extensión Universitaria de la UNC convino la siguiente definición de extensión universitaria: “Un espacio de construcción conjunta, solidaria y comprometida con los sectores sociales con los que co-construimos la sociedad argentina. Desde este enfoque, la extensión no sólo es un proceso de formación integral a través del cual se co-resuelven problemáticas sociales definidas, con el aporte del conocimiento producido por la investigación, la reflexión y la crítica, sino que constituye un aporte fundamental a la planificación de la enseñanza formal universitaria y para la orientación y tematización de la investigación científica. Es, por lo tanto, la función que sirve de guía política a la institución y que garantiza la pertinencia social del trabajo de la universidad”

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