Revista Universidad en Diálogo • Vol. 12, N.° 2, Julio-Diciembre, 2022 • 173-198

ISSN 2215-2849 • EISSN: 2215-4752

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Correo electrónico: universidadendialogo@una.cr

DOI: http://doi.org/10.15359/udre.12-2.8

La contribución de la Universidad Nacional a la visibilización del trabajo no remunerado a través de los estudios de uso del tiempo

The Contribution of the National University of Costa Rica to the Visibility of Unpaid Work Through Time Use Studies

Irma Sandoval Carvajal

Heredia, Costa Rica

Universidad Nacional

isandova@una.ac.cr

https://orcid.org/0000-0001-7068-1671

Recibido: 01/12/2021 • Aceptado: 29/03/2022

Resumen. El siguiente artículo tiene como objetivo evidenciar los aportes que la Universidad Nacional ha realizado en la visibilización del trabajo no remunerado, que incluye el doméstico, el voluntario y la producción para el autoconsumo, medido a través de las encuestas de uso del tiempo. Se presentan los principales aportes desde lo conceptual y lo metodológico que hicieron posible las mediciones del 2004, 2011 y 2017. Además, se destaca el aporte de la UNA en la primera valoración económica del trabajo no remunerado y se presentan algunas de las brechas de género en el uso y la distribución del tiempo, haciendo énfasis en el trabajo doméstico no remunerado, a partir de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2017. Algunos de los resultados se presentan por zona de residencia, además de indicar si el trabajo se realizó entre semana o fines de semana.

Palabras clave: género, trabajo no remunerado, uso del tiempo, Universidad Nacional

Abstract. The following article aims to evidence the contributions that the National University of Costa Rica (UNA) has made to the visibilization of unpaid work, which includes domestic and voluntary work and the production for self-consumption, measured through time-use surveys. The main contributions from the conceptual and methodological point of view that made 2004, 2011, and 2017 measurements possible are described. In addition, the contribution of the UNA in the first economic valuation of unpaid work is highlighted, and some of the gender gaps in the use and distribution of time are presented, with emphasis on unpaid domestic work, based on the 2017 National Time Use Survey. Some of the results are presented by the area of residence, in addition to indicating whether the work was performed on weekdays or weekends.

Keywords: gender, unpaid work, time use, National University

Introducción

A nivel internacional, los movimientos de mujeres, desde los años sesenta del siglo pasado, empezaron a hacer presión para que se visibilizara el trabajo doméstico no remunerado y se midiera su impacto y aportes al desarrollo de las sociedades.

Por su parte, las conferencias mundiales sobre la situación de las mujeres de la década de los setenta, auspiciadas por las Naciones Unidas, impulsaron la inclusión de la investigación del trabajo de las mujeres y su internacionalización.

Informes como el de las Naciones Unidas sobre la Década de la Mujer (1985), la Conferencia Internacional sobre la Medición y Valoración del Trabajo no Pagado (Canadá, 1994) y la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social (Copenhague, 1995) son algunos ejemplos de los esfuerzos que se realizaron para poder visibilizar el trabajo doméstico no remunerado y la contribución de las mujeres al bienestar y al desarrollo.

La plataforma de acción, adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing en 1995, estableció que las instituciones nacionales y regionales de producción de estadísticas y los organismos de Naciones Unidas debían realizar mediciones sobre uso del tiempo, que permitieran la medición cuantitativa del trabajo doméstico no remunerado, así como la elaboración de indicadores estadísticos que dieran cuenta de las brechas de género para redirigir las políticas nacionales (objetivo estratégico H.3.g.i.ii).

Las Naciones Unidas fijaron como una de sus prioridades la investigación y medición del uso del tiempo; en el año 2000, el Consejo Económico y Social, en su 31° período de sesiones, así lo estableció.

También los países europeos retomaron el tema en la década de los noventa y actualmente la encuesta de uso del tiempo se encuentra contenida en el programa de encuestas de la Oficina de Estadística Europea (EUROSTAT).

En América Latina, se ha incluido en los planes de trabajo de ONU Mujeres, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y sus diferentes instancias, como la Conferencia Estadística de las Américas.

Por su parte, la Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe, que se celebra desde 1977, ha promovido la instauración de las investigaciones de uso del tiempo en los diferentes países de la región. Por ejemplo, en la X, XII y XIII, se acuerda la promoción de encuestas de uso del tiempo para visibilizar y contabilizar el trabajo doméstico no remunerado.

La última conferencia realizada en enero del 2020 (la XIV) acordó “impulsar políticas públicas para la distribución equitativa de las responsabilidades del trabajo doméstico y de cuidados entre hombres y mujeres” (CEPAL, 2020, p. 6).

A partir de las Conferencias Regionales sobre la Mujer, se elaboró la Agenda Regional de Género, que incluye los acuerdos tomados por los Gobiernos de América Latina y el Caribe para poder alcanzar la igualdad de género.

De la agenda, se elaboró la Estrategia de Montevideo en 2016, que tiene como objetivo operacionalizar estos acuerdos y convertirlos en acciones concretas (CEPAL, 2017).

En el caso de Costa Rica, entre los años 1999 y 2000, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) convoca a una serie de instituciones con el propósito de iniciar el estudio del trabajo de las mujeres y conformar la Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino (CTICTF), que funciona ininterrumpidamente desde el año 2003 (Inamu, 2006).

La discusión de la Comisión, en sus inicios, se centró en el estudio de la participación de las mujeres en el mercado laboral, específicamente sobre las formas de inserción no incluidas en las mediciones oficiales. Los instrumentos para la medición invisibilizaban la participación de las mujeres en el mercado laboral, porque no se incluía dentro de la “población económicamente activa” a las personas que realizaban actividades marginales y actividades de autoconsumo.

Si estas actividades se hubieran incluido, la tasa de participación en 1987, por ejemplo, para las mujeres sería de 40,7% y no de 29,7%; mientras que para los hombres la tasa sería del 80,9% y no del 78,8%, evidenciando las formas diferentes de inserción de las mujeres al mercado laboral, debido a que son ellas las encargadas del trabajo doméstico dentro de los hogares y, por lo tanto, su inserción al mercado laboral tiene características muy distintas a las de los hombres.

Por lo anterior, la Comisión en el 2003 decide centrar sus esfuerzos en el estudio del uso del tiempo con perspectiva de género, con el objetivo de medir el trabajo doméstico no remunerado (Inamu, 2006).

La primera medición se realizó en el año 2004, en la que se incluyó un módulo en la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (MUT, 2004), la segunda en el año 2011, como encuesta independiente a nivel del Gran Área Metropolitana (EUT-GAM, 2011) y la tercera en el 2017 (ENUT, 2017), como encuesta independiente a nivel nacional1.

La Universidad Nacional, a través del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo), ha tenido un papel protagónico en estas mediciones. En el módulo del 2004, participó en todas sus etapas, incluyendo el procesamiento, el análisis y la elaboración del informe.

La encuesta del 2011 estuvo a cargo del Idespo, en todas las etapas, y en la del 2017 participó activamente en la mayoría: aportó los instrumentos de recolección de datos, participó en la capacitación del personal entrevistador, en el plan de tabulaciones y los programas de procesamiento en SPSS, en el análisis de las inconsistencias de la base de datos, entre otras labores.

Estas mediciones son producto de un esfuerzo interinstitucional entre el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el Ministerio de Planificación y Política Económica (Mideplan), el Instituto de Estudios de Género de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), el Centro de Investigaciones en Estudios de la Mujer (CIEM) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional. Todas estas instituciones forman parte desde el año 2000 de la Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino, mencionada anteriormente.

Otras mediciones sobre uso del tiempo se realizaron en los años 2009 y 2012, entre estudiantes de la Universidad Nacional, en un esfuerzo conjunto entre el Idespo y la Vicerrectoría de Vida Estudiantil.

Es importante, además, el apoyo que dio la Comisión, y en particular el Idespo, para promover la aprobación del proyecto de ley 18.073, hoy ley 9325 Contabilización del Aporte del Trabajo Doméstico no Remunerado en Costa Rica, que tiene como propósito el cálculo de la cuenta satélite del trabajo doméstico no remunerado a la economía. La ley designa al Instituto Nacional de Estadística y Censos responsable de levantar la encuesta de uso del tiempo y al Banco Central de calcular la cuenta satélite.

La Universidad Nacional, como una universidad pública, tiene la responsabilidad de aportar su conocimiento y generar acciones que contribuyan a la igualdad entre mujeres y hombres, con el fin de contribuir al desarrollo y bienestar de la sociedad. Por esta razón, a través del Idespo, ha integrado por más de veinte años la Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino.

Marco conceptual de los estudios del uso del tiempo

Los conceptos de género, trabajo y división sexual del trabajo son el núcleo conceptual de las mediciones de uso del tiempo. El concepto de género parte de que la cultura impone esquemas mentales y formas de comportamiento a partir de la simbolización, de lo que es “propio” de las mujeres y lo que es “propio” de los hombres:

Nacemos dentro de un tejido cultural donde ya están insertas las valoraciones y creencias sobre “lo propio” de los hombres y “lo propio” de las mujeres. En la forma de pensarnos, en la construcción de nuestra propia imagen, utilizamos los elementos y las categorías de género que hay en nuestra cultura. Nuestra percepción está condicionada, “filtrada”, por la cultura que habitamos, por las creencias que nos han transmitido en nuestro círculo familiar y social sobre lo que les toca a las mujeres y lo que les toca a los hombres. Nuestra conciencia ya está habitada por el discurso social. (Lamas, 2007, p. 2)

La socialización es lo que permite a los seres humanos internalizar los conocimientos, las normas y las reglas que organizan la vida en una sociedad, esto con el objetivo de que las personas puedan pertenecer a esa sociedad (Clacso, 2010).

La socialización primaria ocurre desde el nacimiento hasta la adolescencia, durante esta etapa las personas construyen su identidad (la cual integra la sexual y la de género). Posteriormente, en la socialización secundaria, se aprenden roles y posiciones de género, normas morales que se imponen para que la persona sea aceptada e incluida (Clacso, 2010).

Según Tarrés, la definición que hace Joan Scott de género hace un aporte significativo, ya que sitúa al género desde lo simbólico-cultural, lo que permite

definirla desde allí a partir de las relaciones de poder, cuyo cambio o reproducción está sujeto a factores vinculados con la historicidad de las instituciones y la organización social de los espacios donde se desarrolla la experiencia de los individuos (…), se pregunta cómo funciona la lógica de las relaciones de género y la consecuente subordinación de la mujer. (2013, p. 8)

Las construcciones sociales a partir de la diferenciación sexual se convierten en mandatos sociales que imponen a mujeres y a hombres sus roles, funciones y tareas; en el sistema patriarcal, “la estructura social está determinada por la división sexual del trabajo (…) las dos instituciones que configuran esta estructura social son la familia y el mercado de trabajo, dos caras de la misma moneda” (Pazos, 2018, p. 44).

En la división sexual del trabajo, las mujeres se ubican en el ámbito privado con funciones reproductivas, y se les ha asignado el trabajo doméstico como algo natural asociado a su función biológica.

Por su parte, a los hombres se les ha asignado el ámbito público y sus funciones están asociadas a provisión y mantenimiento económico. Lo que ha sucedido es que

en los trabajos asociados a la masculinidad hay una correlación directa entre réditos materiales (en términos monetarios y de derechos) y prestigio social. En los feminizados esa correlación es inversa: mayor es el reconocimiento social cuanto más lo hagas gratis (…) porque los auténticos trabajos de las buenas mujeres han de hacerse por amor. (Pérez, 2017, p. 51)

La división sexual del trabajo no es una condición estática en las sociedades, sino una situación que es cambiante, por la evolución tanto social como económica de las sociedades (Conway, Bourque y Scott, 2013).

Un ejemplo de esto es el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral en Costa Rica, que ha pasado del 20% en los años setenta (Román y Morales, 2009) al 47% en el 2020. Sin embargo, los hombres dedican muy poco tiempo al trabajo doméstico no remunerado. Según la ENUT 2017, dedican 15 horas semanales, en comparación con 37 horas de las mujeres (INEC, 2018)2.

Es evidente que la imposición del trabajo doméstico no remunerado a las mujeres limita su participación en todos los ámbitos de la vida, desde su posibilidad de tener autonomía económica y participación política hasta el disfrute de espacios de ocio y esparcimiento.

La manera en que una sociedad encara la provisión de cuidados tiene implicancias significativas para el logro de la igualdad de género, al ampliar las capacidades y opciones de hombres y mujeres o al confinar a las mujeres a los roles tradicionales asociados con la feminidad y la maternidad. (Esquivel, 2012, p. 11)

La división sexual del trabajo, como lo señala la Estrategia de Montevideo, es uno de los nudos estructurales que se deben superar para alcanzar la igualdad de género al 2030 (CEPAL, 2017).

El otro concepto en el cual se apoyan las mediciones del uso del tiempo, en Costa Rica, es el de trabajo. En el sistema patriarcal, se ha llamado tradicionalmente trabajo a las actividades económicas vinculadas con el mercado. Tanto es así que a las personas (principalmente mujeres) que han desarrollado exclusivamente “quehaceres del hogar” se les ubicó hasta el 2009 dentro de la “población económicamente inactiva”, junto con las personas estudiantes, pensionadas, rentistas y otras.

Con el rediseño de la Encuesta de Hogares, a partir del 2010, el término varió y actualmente se les llama “fuera de la fuerza de trabajo” y no se hace ninguna subdivisión dentro de ella, pero, de manera implícita, al definir el INEC como fuerza de trabajo a las personas de quince años y más que están ocupadas o desempleadas, se continúa considerando que trabajo está relacionado con la producción de bienes y servicios que se transan en el mercado.

En las encuestas de uso del tiempo, el concepto de trabajo se cambia y se amplía, incluyendo el trabajo fuera del mercado, lo que significa que ya no importaría si el trabajo se hace para el mercado, de manera voluntaria o dentro del hogar. Por lo tanto, todos los quehaceres domésticos, desde cocinar hasta cuidar a las personas dentro de los hogares, son trabajo, ya que todos ellos pueden ser delegados a una tercera persona.

Por el contrario, actividades relacionadas con el ocio y esparcimiento, actividades educativas y actividades de autocuidado (comer, necesidades fisiológicas, dormir, etc.) no son trabajo, ya que no se pueden delegar a otras personas.

Esta definición de trabajo no es nueva, la economista Margaret Reid, en 1934, había desarrollado este concepto, señalando que los hogares no eran unidades de consumo, sino de producción, según lo desarrolla Carrasco (2016), al referirse a la contribución de Reid. Otras autoras han seguido esta línea de pensamiento:

Los bienes que se compran, en general, no están en la forma final en que van a ser consumidos; ellos deben ser transformados mediante trabajo doméstico, por lo que es una actividad de producción y se agrega valor al transformar la materia. (Pedrero, 2018, p. 614)

En este sentido, ambas actividades son trabajo, solo que se rigen por reglas diferentes, el del mercado por relaciones capitalistas, mientras que el otro no. El trabajo doméstico no remunerado es el trabajo que cumple con la función de la reproducción de la vida humana, porque no solamente incluye el mantenimiento de bienes y espacios de los hogares, sino también el cuidado de sus integrantes, de su educación y formación, de sus relaciones sociales y del apoyo psicológico (Delfino, Herzfeld y Arrillaga, 2018).

Sin embargo, a pesar de tener este rol fundamental para el bienestar y desarrollo de las sociedades, ha sido invisibilizado por los sistemas económicos, centrados en la generación de ganancias, dentro del sistema capitalista y patriarcal.

Por eso decimos que esta Cosa escandalosa tiene la forma de un iceberg: en la parte visible, en el epicentro, están los mercados capitalistas, regidos por una lógica de acumulación y asociados a la masculinidad blanca. En la parte oculta (que debe seguir estando bajo el agua) están los procesos que sostienen la vida. (Pérez, 2017 p. 31)

Las encuestas sobre uso del tiempo proporcionan información para medir todas las formas de trabajo: dentro y fuera del mercado, remuneradas o no, así como las otras actividades que no lo son, como las actividades de tiempo libre, los cuidados personales, las actividades educativas, etc.

Es indudable que estudiar la distribución del uso del tiempo es clave para entender el impacto de los roles diferenciales en las desigualdades económicas y sociales, entre mujeres y hombres.

La información sobre uso del tiempo permite hacer visible el impacto en los niveles de desigualdad que provienen de la división sexual del trabajo en la vida cotidiana de las personas, por lo que contribuye a diseñar y evaluar políticas de igualdad en particular para la autonomía de las mujeres.

Mediciones del uso del tiempo en Costa Rica

La primera medición se realizó a nivel nacional y consistió en un módulo de diecisiete preguntas (MUT-2004) que se incluyó en la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de ese año. Esto se logró mediante un convenio de cooperación entre el INEC y el Inamu.

La Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino (CTICTF) estableció el marco conceptual y metodológico; el INEC recolectó, digitó y realizó la primera revisión de inconsistencias de la información. Posteriormente, el Idespo-UNA lideró la etapa final de limpieza de la base de datos, planes de tabulación, procesamiento, análisis y elaboración del informe de resultados (INEC, 2008).

Se estableció como período de referencia de la información el día anterior a la entrevista, la cual sería respondida por una persona informante clave, que, en este caso, correspondía a una persona del hogar que tuviera quince años o más, con conocimiento de su dinámica (INEC, 2008).

La segunda medición fue la Encuesta de Uso del Tiempo en la Gran Área Metropolitana 2011 (EUT-GAM, 2011). Esta es la primera encuesta independiente sobre uso del tiempo que se realizó en Costa Rica.

Su cobertura geográfica fue a nivel de la Gran Área Metropolitana, que, según el Censo de Población del 2011, aglomeró el 50% de la población total (Inamu, 2012). El Idespo-UNA firmó un convenio de cooperación con el Inamu para su ejecución y lideró todas las etapas de la encuesta, con el apoyo activo de la CTICTF.

Se estudiaron un total de 159 actividades realizadas en la vida cotidiana (Inamu, 2012). Para esta encuesta, se cambió el período de referencia a la “semana anterior” y cada integrante del hogar de doce años o más proporcionó su información sobre el uso del tiempo (autoinformante).

La EUT-GAM utilizó tres cuestionarios: el primero tenía como objetivo la caracterización de los hogares y de sus integrantes, además de la recolección de alguna información de la vivienda.

El segundo tenía el objetivo de cuantificar la contribución en trabajo doméstico que otras personas no integrantes del hogar aportaban, este tiempo podría ser remunerado o voluntario.

El tercer cuestionario recolectaba la información sobre el uso del tiempo de cada persona de doce años o más del hogar. Se estudiaron trece temas: producción para el autoconsumo, preparación de alimentos, mantenimiento y limpieza de la casa, reparaciones menores de la vivienda, limpieza y cuidado de la ropa, compras, gerencia y administración del hogar, cuidados de la niñez menor de doce años del hogar, cuidado de personas de doce años o más del hogar, cuidado de personas totalmente dependientes del hogar, apoyo en trabajo doméstico a otros hogares, trabajo voluntario y trabajo remunerado.

La elaboración del tercer cuestionario se basó en el instrumento utilizado en la UNA para el estudio sobre uso del tiempo en la población estudiantil, en 2009. La tercera medición fue la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo 2017 (ENUT 2017) y es la segunda encuesta independiente, la primera a nivel nacional. Se llevó a cabo dentro de un convenio de cooperación entre la Universidad Nacional, el Inamu y el INEC.

El Idespo-UNA aportó los tres cuestionarios utilizados, que fueron básicamente los que se utilizaron en el 2011, con algunas mejoras realizadas a la luz de la experiencia de la EUT-GAM.

El Idespo también brindó su apoyo metodológico en las capacitaciones, el plan de tabulados, los indicadores, el análisis de inconsistencias, los tratamientos de tiempos altos y bajos y proporcionó los programas en SPSS de la encuesta EUT-GAM que se adaptaron para la ENUT. Además, asesoró en los análisis y resultados de la ENUT.

En la Tabla 1 se presentan los temas y el número de ítems estudiados en cada una de las tres mediciones. Como módulo, la medición del 2004 resumió los principales componentes de las diferentes actividades, mientras que las otras dos mediciones, como encuestas independientes, lograron una medición más precisa.

Otras mediciones de uso del tiempo

Como se mencionó anteriormente, la Universidad Nacional, a través del Idespo, ha realizado una contribución importante a los estudios de uso del tiempo en Costa Rica. Además de la participación en las mediciones antes señaladas, en los años 2009 y 2012, se aplicaron estudios del tiempo en estudiantes de la Universidad Nacional.

La medición del 2009 se aplicó a una muestra de estudiantes universitarios/as. Se elaboró un cuestionario que contenía 125 actividades sobre uso del tiempo en actividades personales, tiempo libre, actividades educativas, trabajo remunerado, trabajo voluntario y de apoyo a otros hogares y trabajo doméstico no remunerado (cocinar, limpieza de la vivienda, mantenimiento de ropa, compras, construcciones menores de la vivienda y cuidado directo de personas del hogar). Este cuestionario fue la base para el cuestionario de la EUT-GAM, ya que a partir de los resultados se elaboraron los instrumentos para esta encuesta.

En 2012, se aplicó otra encuesta sobre uso del tiempo en estudiantes becados de la Universidad Nacional; se tomó como base el cuestionario del 2009 y la experiencia de la EUT-GAM 2011.

Uso y distribución del tiempo en la población costarricense

Se presentan a continuación algunos resultados3 para la ENUT 2017, la más reciente encuesta con cobertura a nivel nacional. Como se mencionó anteriormente, el cuestionario sobre uso del tiempo lo elaboró la UNA, dentro del convenio de cooperación con el INEC y el Inamu.

El cuestionario indagó sobre el tiempo invertido la semana anterior a la entrevista en actividades de trabajo y no trabajo, el o la informante fue cada persona integrante del hogar de doce años o más (autoinformante). La muestra final para el módulo de uso del tiempo fue de 7331 personas y es representativa a nivel nacional, urbano y rural.

La tasa de participación en las diferentes actividades es variable, prácticamente el 100% de las personas dedican tiempo a su autocuidado (dormir, comer, necesidades fisiológicas, cuidado de la salud, etc.), así como a actividades de tiempo libre.

También las tasas de participación en trabajo doméstico no remunerado son altas, 99,4% las mujeres y 98,2% para los hombres4.

Por su parte, el trabajo para el mercado lo realizan el 73% de los hombres y el 45% de las mujeres y alrededor de una cuarta parte realizan actividades para el autoconsumo, actividades educativas y trabajo no remunerado de apoyo a otros hogares y a la comunidad.

Con respecto al tiempo que se invierte, en la Figura 1 se muestra la distribución del tiempo efectivo5 para cada una de las actividades. Siguiendo las consideraciones conceptuales anotadas anteriormente, estas actividades se pueden clasificar en dos grandes categorías: las actividades que son trabajo, que según el criterio de la tercera persona sería el trabajo para el mercado y el trabajo no remunerado, y las actividades que no son trabajo, como el tiempo libre, las necesidades personales y las actividades educativas.

Se observan grandes diferencias: las mujeres invierten más tiempo en necesidades personales que los hombres, unas tres horas más a la semana. Por otra parte, los hombres dedican unas cuatro horas más que las mujeres a actividades de esparcimiento y recreación; en trabajo para el mercado, las mujeres dedican unas catorce horas menos que los hombres. Pero la mayor brecha se presenta en el trabajo doméstico no remunerado, las mujeres dedican veintidós horas más a la semana que los hombres.

Por zona de residencia (Tabla 2), hay ciertas similitudes y diferencias, los hombres, por ejemplo, no tienen ninguna diferencia en los tiempos de dedicación a trabajo doméstico ni a trabajo remunerado; mientras que en tiempo libre los hombres de zonas urbanas dedican tres horas semanales más que los hombres de zonas rurales.

En el caso de las mujeres rurales, estas dedican cinco horas más a la semana a trabajo doméstico que las mujeres urbanas y veintiséis horas más que los hombres. Con respecto al tiempo libre, son también las mujeres de las zonas rurales las que dedican menos tiempo, treinta y dos horas semanales, en comparación con las mujeres urbanas que le dedican tres horas más, o los hombres urbanos que dedican siete horas más.

Al considerar el tiempo invertido, separando el dedicado entre semana y fines de semana, se observa en la Tabla 3 que las mujeres dedican diecisiete horas más entre semana, y más de cinco horas los fines de semana, al trabajo doméstico que los hombres.

Entre semana, las mujeres dedican alrededor de dos horas más al trabajo voluntario y al apoyo a otros hogares que los hombres; en contraste, las mujeres dedican, tanto entre semana como fines de semana, dos horas menos que los hombres a actividades de tiempo libre.

El trabajo doméstico no remunerado

La participación en trabajo doméstico no remunerado es alta. El 99,4% de las mujeres reportaron realizar alguna tarea doméstica, mientras que los hombres reportaron un 98,2%. Con estos resultados, se podría concluir que existe un involucramiento de los hombres prácticamente igualitario con las mujeres, sin embargo, la brecha se evidencia cuando se calculan las tasas de participación tomando en cuenta el tiempo que se invierte. La tasa de participación de los hombres disminuye a un 42% y la de las mujeres a un 74%.

En la Tabla 4 se presentan las tasas ponderadas y sin ponderar por grupos de edad. Entre adolescentes, mujeres y hombres de 12 a 14 años la diferencia es de 3 puntos porcentuales; las mujeres participan más. La diferencia va aumentando conforme se incrementa la edad, hasta llegar al grupo de 55 a 59 años, en donde la diferencia es de 45 puntos porcentuales. En general, a partir de los 20 años hasta los 69 años las tasas de las mujeres prácticamente son el doble que para los hombres.

La no participación de los hombres en el trabajo doméstico, según Constanza Tobío (2012), podría estar relacionada con tres aspectos: el saber, el poder y el querer. El primero se asocia a la forma en que se socializa a los hombres. A ellos, a diferencia de las mujeres, no se les entrena en la realización de los quehaceres domésticos. En segundo lugar, la baja participación podría asociarse a largas jornadas laborales en el mercado laboral y a los traslados ida y vuelta a los lugares de trabajo6; y la tercera es que los hombres no quieren asumirlo, aduciendo que no saben hacerlo y mostrando resistencia para aprender.

Así, los tiempos de dedicación al trabajo doméstico no remunerado es más del doble entre las mujeres, quienes dedican 37 horas a la semana, mientras que los hombres 14.

Dentro del trabajo doméstico, la participación en las diferentes actividades es variable. Las actividades que consumen más tiempo son: la preparación de alimentos, las mujeres dedican 14 horas y los hombres 4; la limpieza de la vivienda, las mujeres dedican 9 horas en comparación con 3:30 horas de los hombres; en cuidado de personas menores de 12 años las mujeres dedican 5:24 horas, mientras que los hombres 2 horas; en el lavado y mantenimiento de la ropa las mujeres consumen 4 horas y los hombres menos de una hora.

En la Figura 2 se muestra la distribución porcentual del tiempo de cada una de las actividades de trabajo doméstico no remunerado por sexo. Si se calcula la razón entre el tiempo de las mujeres y el de los hombres para cada una de las diferentes actividades, se evidencian las brechas existentes. Si hombres y mujeres dedicaran el mismo tiempo la razón sería igual a 1; si fuera mayor, indicaría mayor dedicación de las mujeres; y un número menor que 1, una dedicación mayor de los hombres a esa actividad.

El cuidado de la ropa presenta la mayor desigualdad, ya que por cada hora que dedican los hombres a esta actividad, las mujeres dedican 3,2 horas. En una encuesta de opinión, realizada en el Idespo, en el 2017, a una muestra de 380 mujeres amas de casa se les preguntó sobre la tarea doméstica que menos les gustaba realizar y fue el lavado de la ropa la que presentó el mayor porcentaje. La preparación de comidas y bebidas es la segunda actividad en donde hay mayor brecha, la razón resultó de 2,7 horas.

Por su parte, la realización de compras es muy igualitaria, y en el mantenimiento y las reparaciones menores de la vivienda y el vehículo, los hombres son los que dedican más tiempo que las mujeres; evidenciando la división sexual del trabajo dentro del trabajo doméstico no remunerado.

El trabajo doméstico no remunerado es un trabajo que está enfocado en la producción de bienes y servicios, que tiene como objetivo la satisfacción de las necesidades de las personas; por ende, es un trabajo de cuidados, porque todas las personas requieren de cuidados durante toda su vida, en algunas etapas más que en otras, como en la infancia, en la vejez, durante enfermedades, o por discapacidades temporales o permanentes.

A veces requerimos más cuidados biológicos, a veces más afectivos o en ocasiones, cuidados de sostén emocional. Ello no es más que el significado de nuestra vulnerabilidad. Y de aquí que, si el cuidado es cosa de todos y todas, debiera ser un tema de responsabilidad social y política. (Carrasco, 2014, p. 36)

El trabajo doméstico incluye no solamente la satisfacción de necesidades materiales de las personas, como la alimentación, el vestido, el descanso, un lugar ordenado y limpio, etc., sino también la satisfacción de necesidades emocionales, afectivas y de reconocimiento que son fundamentales para el bienestar en la vida.

Las encuestas de uso del tiempo básicamente miden las primeras y se puede hacer un proxy a las segundas, agrupando las actividades relacionadas con el cuido directo de personas, como dar de comer a otras personas, asearlas, dar apoyo en tareas escolares, atenderlas durante enfermedad o cuidar de su salud, trasladarlas a diferentes lugares, entretenerlas, jugar, etc.

Las actividades anteriores se abordaron en la encuesta de dos formas: como actividades que se realizaron de manera exclusiva sin realizar ninguna otra actividad, y actividades de cuido directo que se realizaron mientras se hacían otras actividades (simultáneas), como por ejemplo estar pendiente de tareas escolares, de la recuperación de algún padecimiento (durante el día o la noche), o en general mientras se hacían otras actividades.

En la Tabla 5 se presenta el tiempo efectivo promedio dedicado al trabajo doméstico no remunerado, clasificado según si se trata de quehaceres domésticos, cuido exclusivo o tiempo de estar pendiente (simultaneidad).

En Costa Rica, por cada hora que invierten los hombres en oficios domésticos, las mujeres invierten alrededor de dos horas y media; en cuidado exclusivo de personas, las mujeres invierten el doble; y en actividades simultáneas ellas invierten 3,5 horas por cada hora que lo hacen los hombres.

Por su parte, las mujeres de las zonas rurales presentan mayores brechas. Obsérvese el tiempo de estar pendiente. Por cada hora de los hombres, las mujeres dedican 4,4 horas.

También las mujeres de zonas rurales dedican más del triple de tiempo a los oficios domésticos y al cuidado de personas que los hombres de estas zonas, y con respecto al tiempo de estar pendiente, dedican 4 veces más. Estos resultados reafirman que

a pesar de la diversidad de ámbitos y modalidades de recompensa, existe un patrón social claro, basado en la división sexual del trabajo: sea en el hogar o fuera de él, sea sin remuneración o con ella, se espera que sean las mujeres las que se dediquen y se responsabilicen por las tareas del cuidado. (Esquivel, 2012, p. 20)

¿Cuánto cuesta el trabajo doméstico?

Otra forma de visibilizar la contribución del trabajo doméstico es cuantificarlo en términos monetarios y compararlo con el Producto Interno Bruto y los sectores de la economía. En Costa Rica, la primera estimación la realizó la UNA a partir de los datos de la EUT-GAM7 (Sandoval y González, 2015). Ver resultados en Tabla 6.

El valor total del trabajo no remunerado (suma del autoconsumo, doméstico y el voluntario) representa el 20,73% del PIB; las mujeres aportan el 72% de este valor. El trabajo doméstico representa el 93% del valor total del trabajo no remunerado y las mujeres aportan el 74% del valor de este.

La estimación está muy por encima de lo que aportan otros sectores, como la industria o el comercio juntos (para el 2011 cada uno aportaba al PIB alrededor del 15%). El sector que pesa más dentro del PIB es el de “servicios comunales, sociales y personales”, con un 22%. De esta manera, queda evidenciado el gran aporte que hace el trabajo de cuidados al desarrollo del país (Sandoval y González, 2015).

En el 2015, se aprobó la ley 9325, en la cual se establece que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) debe calcular la cuenta satélite del trabajo doméstico no remunerado a partir de las encuestas de uso del tiempo que el Instituto Nacional de Estadística y Censos recolecte.

Con la ENUT-2017, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) publicó en el 2019 la cuenta satélite con la población de quince años o más y estimó que el trabajo doméstico equivalía a un 25٪ del PIB (BCCR, 2019). También hay una estimación independiente (Sandoval, 2021), que arrojó una estimación del valor económico del trabajo doméstico del 31%.

La carga global de trabajo

La creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral ha cambiado las fronteras de la división sexual del trabajo. Hace unos cincuenta años, la tasa de participación de las mujeres costarricenses en el mercado no sobrepasaba el 20% (Román y Morales, 2009); en el 2020, la tasa fue del 47%.

Es un hecho comprobado que la incorporación de las mujeres al mercado laboral ha sido a través de una mayor tasa de desempleo, salarios menores que los hombres y ubicación en ocupaciones peor pagadas (Inamu, 2019), además, como se ha evidenciado, la carga del trabajo de cuidados les impide su plena incorporación.

Los hombres no han asumido su participación en el trabajo doméstico, como lo evidenciaron los resultados de la ENUT 2017. Esto ha ocasionado que las mujeres tengan dobles y triples jornadas de trabajo, al tener que asumir, además de su trabajo para el mercado, el trabajo de cuidados.

Para medir esta sobrecarga de trabajo, el indicador utilizado es la carga global de trabajo, acuñado por Cristina García Sainz (1999), que consiste en sumar el tiempo dedicado al trabajo para el mercado y el trabajo doméstico.

Para Costa Rica, la carga global es de 70 horas semanales para las mujeres, mientras que los hombres 63, evidenciando la sobrecarga que tienen las mujeres. Incluso la brecha persiste tanto en ocupaciones de alta calificación como en las ocupaciones elementales.

Por ejemplo, la carga global de trabajo para personas en ocupaciones de alta calificación, como en puestos directivos y gerenciales, es 7 horas mayor en las mujeres, y entre las personas profesionales de 5,4 horas más.

Entre las ocupaciones de menor calificación, como por ejemplo las agrícolas, la carga global es 13 horas más para las mujeres y en ocupaciones elementales de 10 horas más.

Por zona de residencia, las mujeres rurales tienen una carga global de trabajo de 9 horas más que los hombres de estas zonas (71 vs 62); los hombres residiendo en zonas urbanas superan en 1 hora a los de las zonas rurales.

En cuanto a las mujeres urbanas, tienen una carga global de 2 horas menos que las mujeres de la zona rural (Figura 3).

Reflexiones finales

El pensamiento crítico, la identidad y el compromiso social, fines y valores de la Universidad Nacional, hacen que sus programas de investigación y extensión universitaria se orienten a buscar el bienestar y desarrollo de la sociedad costarricense, así lo declara el preámbulo de su Estatuto Orgánico.

Por eso es que, desde hace más de dos décadas, ha unido esfuerzos con diferentes instituciones del Estado para contribuir al logro de la igualdad entre mujeres y hombres, en ámbitos diversos, uno de ellos ha sido su participación en la Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino.

Alcanzar la igualdad de género es fundamental para avanzar hacia sociedades pacíficas y sostenibles. La importancia de contar con información estadística que dé cuenta de las brechas de género cobra gran relevancia para el planteamiento, seguimiento y evaluación de políticas públicas, ya que muestran los avances o retrocesos hacia la igualdad entre mujeres y hombres.

Pero no es suficiente la desagregación por sexo de las estadísticas, hay que incluir la perspectiva de género en todas las etapas de los procesos investigativos, desde su conceptualización, estrategia metodológica, en la definición de indicadores, operacionalización, elaboración de instrumentos, procesamiento y análisis.

Lo anterior implica la consideración de las condiciones de género, de la división sexual del trabajo y sus consecuencias en la vida de mujeres y de hombres. El aporte teórico y metodológico que la UNA ha brindado a las mediciones del trabajo doméstico no remunerado en Costa Rica contribuyó a un avance más rápido hacia la instauración de la encuesta de uso del tiempo en las estadísticas oficiales.

La ENUT 2017 no se hubiera podido ejecutar sin todo el aporte conceptual y metodológico, incluyendo los cuestionarios y la experiencia de la EUT-GAM 2011, que el Idespo-UNA trasladó al INEC.

Por otra parte, la primera valoración económica del trabajo no remunerado fue elaborado en la UNA. Incluso existe un documento detallado de la metodología seguida para su cálculo. Esta evidencia el gran aporte a la sociedad del trabajo invisible realizado principalmente por las mujeres y que sin él las economías no funcionarían.

Actualmente, el INEC ha incluido la ENUT en sus estadísticas oficiales y ha planificado realizar la segunda encuesta a nivel nacional en el año 2022, con lo cual se podrá hacer un análisis de tendencias de los avances o retrocesos en las brechas de género.

Referencias

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1 Hay que mencionar que la Encuesta Nacional de Hogares, a partir del 2010, incluye algunas preguntas sobre uso del tiempo, pero no tienen un marco conceptual explícito.

2 Esta situación es similar en países de América Latina y el Caribe, según datos de la CEPAL.

3 A los resultados se les calcularon los coeficientes de variación y se verificó que fueran menores al 20% para garantizar su representatividad.

4 Más adelante se calculan las tasas ponderadas y como se verá la tasa de los hombres disminuye drásticamente.

5 El tiempo efectivo se refiere al número de horas semanales que las personas dedican a una determina actividad. Se calcula como la razón entre las horas totales reportadas a una determinada actividad entre el número de personas que reportaron realizar esa actividad.

6 Aunque las mujeres en iguales situaciones lo tienen que asumir.

7 Como la EUT-GAM se levantó a nivel de la Gran Área Metropolitana, se realizó una aproximación metodológica tomando información del MUT-2004.

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