Revista de Historia
N.º 78 • ISSN: 1012-9790
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rh.78.10
Julio - Diciembre 2018
Fecha de recepción: 19/08/2018-Fecha de aceptación: 28/09/2018

RESEÑA DEL LIBRO MASONES Y MASONERÍA EN LA COSTA RICA DE LOS ALBORES DE LA MODERNIDAD (1865-1899), DE RICARDO MARTÍNEZ ESQUIVEL

BOOK REVIEW: MASONS AND FREEMASONRY IN THE COSTA RICA OF THE DAWN OF MODERNITY (1865-1899), BY RICARDO MARTÍNEZ ESQUIVEL

José Aurelio Sandí Morales*

Palabras claves: reseña bibliográfica; masonería; Iglesia católica; liberalismo; historia; Costa Rica; Ricardo Martínez Esquivel.

Keywords: Book Reviews; Freemasonry; Catholic Church; Liberalism; History; Costa Rica; Ricardo Martínez Esquivel.

Este valioso texto titulado Masones y masonería en la Costa Rica de los albores de la modernidad (1865-1899)1 se encuentra dividido en 5 capítulos. El primero titulado, “La construcción ideológica de la masonería hasta su organización en Costa Rica”, introduce a la masonería. Este apartado hace un recorrido desde el origen de la agrupación, pasando por los gremios de albañiles en el medievo, los procesos que se dieron a lo interno de la masonería durante el Renacimiento, la Reforma y Contrarreforma, la Revolución Industrial, la Ilustración y cierra con la visión moderna construida en el siglo XVIII. La importancia de este capítulo radica en contextualizar al lector sobre qué era y de qué se trataba la masonería, lo cual se logra por medio de explicaciones que van desde el mismo nombre de la asociación, pasando por sus símbolos, principios básicos, creencia de los masones en Costa Rica, su organización, hasta las causas de los roces con el credo católico.

Sin embargo, en este primer apartado cuando Martínez Esquivel explica los conflictos entre la masonería y el catolicismo le faltó ahondar en los verdaderos motivos de las disputas. Problema cuyo inicio se da porque la masonería encontró en la Ilustración los principios fundamentales para tomar mayor fuerza y expandirse. En especial, bajo la idea de libertad que tanto la Ilustración como la masonería defendían y pregonaban.

Por su parte, el catolicismo veía problemas serios en dichas libertades; en particular porque quebraba el ideal y principio corporativo de su visión milenaria. El pueblo cristiano, según la doctrina, debía ser uno solo en visión, pensamiento, comportamiento y guiado por una jerarquía designada por Dios, que le ayudara a encontrar la salvación mediante la administración de los sacramentos y la interpretación correcta de la palabra revelada. Por ello, propuestas como la libre expresión, la libertad de pensamiento y la tolerancia religiosa que la masonería defendió en su momento, eran vistas como ataques directos al catolicismo.2 Al otorgarle libertades a cada ser humano, tales como la libertad de pensamiento y de expresión, propiciaría, según la lectura realizada desde Roma, el alejamiento de la visión corporativa defendida por el credo católico.

En el segundo capítulo titulado “La modernidad y la masonería en Costa Rica (siglo XIX)”, presenta la realidad política, económica y cultural de Costa Rica, entre 1821 y 1865. Esto permite al lector tener claro cómo estos elementos prepararon el camino para la constitución del Estado y la posterior República de Costa Rica. Con esta información el autor plantea cómo a partir de estos temas se explica el surgimiento de la masonería en el país hasta 1865, por parte de un sacerdote católico, así como la gran participación de extranjeros en ella.

En este apartado el autor afirma por medio de citas de diversos autores3 que, desde los primeros años de la independencia, en Costa Rica hubo una idea institucionalizada de progreso. Idea que se hallaba asociada al avance organizacional del Estado el cual permitió que el país transitara por una vía de paz. Esta afirmación es un tanto arriesgada, pues refuerza el mito de la excepcionalidad costarricense, cuando en realidad el país no vivió una paz constante y tampoco la idea de progreso era tan clara en aquel periodo. En realidad, durante el siglo XIX el país transitó una larga historia de luchas políticas, golpes de estado, expulsión de miembros de la clase gobernante, fraudes electorales y hasta asesinato de mandatarios. Además, hablar de progreso, sin contextualizar qué se entendía por ello es un tanto aventurado. Aún para 1890, más de la mitad de la población del país era analfabeta, pobre, tenía pésimas condiciones de salud y nutrición y en tal sentido, la afirmación de Martínez requiere un poco más de análisis.

Un punto alto en el trabajo de Martínez Esquivel y que analiza en este capítulo es el dejar claro cuál fue el camino transitado por el país en su tentativa de consolidación de un mercado exterior. En especial, el papel desarrollado por los extranjeros en dicho proceso. Esto, sin duda alguna, logra explicar, en cierta medida, el o los motivos del porqué el 61% de la totalidad de masones que hubo en el país durante el periodo de estudio fueron extranjeros. Ejemplo de ello fue la conformación de la primera logia masónica en el país, Caridad, fundada en 1865, la cual estuvo compuesta por doce personas, de ellas 9 eran extranjeras.

En este mismo apartado, el autor presentó una división cronológica para comprender el desarrollo de la masonería en el país. Para ello subdividió el lapso de estudio en tres momentos, el primero entre los años 1865-1876; el segundo entre 1880-1885 y el tercero entre 1886-1899. En la primera sección el autor explicó los conflictos que hubo entre los masones y la jerarquía católica, representada por mons. Llorente desde 1865 hasta 1871 y desde ese año hasta 1876 por el presbítero Domingo Rivas. En su explicación Martínez Esquivel indicó que durante esos años el gobierno caminaba por la vía de una identificación laica del Estado y la secularización de la sociedad costarricense. Dicha aseveración, sin embargo, no es correcta, pues si bien es cierto en Costa Rica existieron políticos que anhelaron establecer un Estado aconfesional y “secularizar” la sociedad, ninguna de estas ideas cuajó en la realidad. Estas dos posturas nunca se dieron en el país, ni siquiera fueron puntos de primer orden en los “planes” de gobierno del periodo. El Estado jamás fue “laico” -aconfesional- y la sociedad tampoco se secularizó. Tanto es así, que la mayoría de las personas que detentaron el poder en Costa Rica en el periodo 1865-1899, no propiciaron la aconfesionalidad del Estado, y la sociedad no se secularizó y muestra de ello es la confesionalidad del Estado de Costa Rica en todas sus constituciones, desde 1871 hasta la actualidad, así como el hecho que la sociedad civil siguió viendo en lo religioso un referente político, social y hasta cultural.

En otro orden de cosas, es de rescatar la propuesta de Martínez sobre las disputas de los masones por poder “moverse”, vivir y actuar con tranquilidad. Por ejemplo, ellos procuraban estar en la sociedad sin ser señalados ni juzgados por su afiliación masónica. El mismo Lorenzo Montúfar le recalcó al obispo Llorente y al vicario Rivas que los masones en Costa Rica eran creyentes en Dios, y lo que procuraban era la libertad de sus miembros, sin obligar a nadie a pertenecer a esta o hacerlos pensar a todos igual.

En este mismo apartado, el autor demostró que la desaparición de logias masónicas del país, en ciertos periodos, no fue por la persecución eclesial o estatal, sino por las disputas políticas de sus propios miembros. Lo que significa que primaron los intereses de cada miembro sobre el proyecto masónico en general. Sin embargo, no se puede obviar que el discurso antimasónico propuesto desde la jerarquía católica -fuese desde Roma o desde San José- en el periodo de estudio propició un rechazo contra dicha agrupación por parte de la mayoría de los costarricenses.

El tercer capítulo está titulado, “Rasgos sociales de los masones en Costa Rica (1865-1899)”. En este Ricardo Martínez estudió a 649 hombres, quienes fueron miembros de la masonería durante su periodo de estudio. La masonería fue para sus miembros un lugar de asociación, inserción social e identidad. De igual manera, analizó su lugar de residencia en Costa Rica y su país de origen, ya que la mayoría de los miembros no eran costarricenses. Del mismo modo, estudió la conformación de las diferentes logias existentes. Mediante este estudio se determinó que la masonería, en el siglo XIX, fue un fenómeno citadino y urbano, con cualidades de sociabilidad, pero “de ingreso restringido y exclusivista por definición”.4 Por su parte, las logias ubicadas en los puertos tuvieron un carácter cosmopolita por la mayoría de los extranjeros presentes en ellas, quienes encontraron en esta agrupación “un espacio de inserción social, sociabilidad e identidad en la comunidad masónica”.5

El análisis de las relaciones reticulares entre masones y gobernantes se pudo llevar a cabo gracias a la prosopografía, con la cual se llegó a determinar las relaciones de parentesco entre sus miembros con otras esferas de poder en el país. Gracias a este método, el autor encontró que existieron de manera constante y mayoritaria relaciones y vínculos familiares entre sus miembros. Se observaron relaciones padre-hijo, hermanos, tío-sobrino, primos, suegro-yerno y cuñados, en más del 50% de los miembros. Estas relaciones familiares fueron fundamentales para comprender la cercanía entre sus miembros, el comportamiento del movimiento masónico en Costa Rica, así como sus estructuras de poder y un ejemplo de ello es el caso de parentela y unión de pensamiento entre Francisco Calvo y José María Castro Madriz.

Otro aspecto fundamental analizado por Martínez Esquivel fue la condición de los miembros. La principal conclusión a la que se llegó fue que las ocupaciones fueron diversas. Encontró un total de 38 ocupaciones, de las cuales la mayoría guardaba relación con el modelo económico y el proceso de modernización del Estado costarricense. Predominaron labores tales como comercio, agricultura, profesiones liberales, administrativos, burócratas, militares, ministros ordenados, artesanos y obreros. Así de diversas fueron también sus nacionalidades, por ejemplo, entre sus miembros existieron además de costarricenses, guatemaltecos, nicaragüenses, españoles, estadounidenses, cubanos, italianos, alemanes y suizos, entre otras. El autor llegó a la conclusión de que la masonería tenía un fuerte carácter excluyente, exclusivista y de ingreso restringido, lo que la convertía en un grupo relativamente cerrado que solo permitía el ingreso a personas con cierto capital o posición social y predominantemente urbanas.

El cuarto capítulo titulado, “Vida pública y asociativa de los masones: religiosidad, beneficencia, educación y libertad de expresión”, discurre sobre la vida pública y asociativa de los masones. En particular su religiosidad, actividades de beneficencia, educación y libre expresión. En primera instancia, Martínez documentó que la mayoría de los masones eran creyentes y desmitificó la idea que durante gran parte del siglo XIX los masones habían dominado la educación y la prensa, demostrando que su influencia en estos campos fue relativamente similar a la que pudieron tener otros grupos.

Con su estudio Ricardo Martínez dejó claro que el discurso de la jerarquía católica, en torno a la masonería, fue más un mito o una tergiversación que una visión o interpretación con sustento de la realidad. Las acusaciones de propiciar el ateísmo, el anticlericalismo o los sentimientos antirreligiosos, se demostró que no eran del todo ciertas. Es innegable que hubo miembros ateos, anticlericales y antirreligiosos, pero esas ideas nunca fueron las premisas de acción de las logias como grupo y muestra de ello, es que en las logias hubo sacerdotes, personas creyentes, católicos y “protestantes”, y nunca se les excluyó de las reuniones o actividades por su afinidad religiosa. Incluso, el hecho de que el organizador y líder de la masonería en América Central fuera un sacerdote católico, es un punto fundamental para comprender el rol desempeñado por los creyentes en la masonería en Costa Rica.

Las acciones de carácter filantrópico en el caso de la masonería siempre fueron destacadas como su carta de presentación, ya que la agrupación se exhibía como una organización filantrópica, en la cual se debía atender al más necesitado. La realidad de los hechos para el caso costarricense, según lo demostrado por Martínez, sin embrago, distó mucho entre el “ideario” filantrópico del masón y lo sucedido en el país, ya que dicha asociación no desarrolló proyectos sociales y menos de beneficencia, a pesar de que parte de sus miembros tenían una posición social prominente.

En el campo de la educación, la influencia de la masonería no significó como en ciertos momentos se indicó, que eran ellos quienes la controlaban. Si bien es cierto, hubo profesores, rectores de la Universidad de Santo Tomás y directores masones, las propuestas masónicas no fueron las seguidas por la Secretaría de Instrucción y otros entes públicos durante la segunda parte del siglo XIX.

En este apartado hay un argumento en particular con el cual se discrepa del autor. Martínez argumentó que, si bien los masones no ejercieron siempre su influencia sobre la educación, esta se desarrolló en medio de un proceso de secularización. Esto no fue exactamente así, es cierto que hubo un intento de secularizar la educación, especialmente en el periodo 1884-1890, pero en Costa Rica, la educación no se secularizó del todo. Luego de 1890 y en especial en 1892, la educación religiosa volvió a las escuelas costarricenses, al punto en que los mismos Colegio de Señoritas y Liceo de Costa Rica tuvieron sus respectivos profesores de religión. También es cierto que luego de 1890-1892 el gobierno no volvió a obligar a ningún padre de familia a enviar a sus hijos a lecciones de religión, pero el obispo Thiel y sus sucesores sí presionaron a la feligresía para que sus vástagos o niños dados en custodia recibieran tal formación. Además, en el devenir histórico de la educación costarricense, la misma jerarquía católica -con todo su aparato- fue una de las instituciones que más colaboró con el Estado costarricense para crear, reproducir y difundir un modelo de ciudadanía propicio para ambos entes.

De igual manera, como sucedió en el caso del sistema educativo, la participación de los masones en la prensa del país fue relativamente normal, como ya se ha indicado. Sus miembros fueron propietarios de periódicos y publicaron en ellos, pero sus escritos no eran, como se podría suponer, textos que mostraran de manera constante las visiones y modelos masónicos como ejemplo por seguir. Este comportamiento respondía al hecho de que en última instancia estaban más preocupados por sus propios intereses personales que por los de su agrupación. Sus propuestas de civismo, ilustración y libertad respondían más a sus necesidades, deseos y objetivos como individuos. Esto no descarta que fue un grupo con cierto grado de influencia en la sociedad costarricense, no por ser los “contralores” del Estado, la educación y el periodismo en el país, pero sí por sus actividades, amistades, contactos y prestigio social.

Por último, en el quinto capítulo titulado, “Política, políticos, masonería y masones en Costa Rica”, el autor se refiere a la participación de los masones en la política. Sobre esta temática se debe aclarar que, desde antes de 1865, y hasta bien entrado el siglo XX, cierta parte del clero tanto local como internacional, indicaba a la Curia romana que el poder en Costa Rica estaba tomado por la masonería. El panorama presentado mostraba un dominio de los hilos de poder en Costa Rica casi total por parte de los masones, pero la investigación de Martínez presentó otra realidad. En esta materia, demostró que fueron pocos los masones que detentaron el poder en el periodo 1865-1899, y que sus ideas principales y proyectos eran seguidos también por otras personas, quienes no necesariamente eran miembros del grupo. Por ende, la visión de modernidad y civilización que se quiso imponer en Costa Rica durante el periodo 1865-1899 no fue un proyecto exclusivo de los masones, sino de un grupo más extendido que comprendía otras personas ajenas al grupo.

El trabajo de Martínez demostró que la masonería tuvo un significativo papel en la política costarricense, y en ocasiones pudo ser más influyente que en otros momentos. Muestra de ello es el cuadro 21 del trabajo, donde se puede observar que, en el año 1868, el 42% de los diputados eran miembros de la masonería, pero hubo periodos como 1864-1868, 1872-1874 o 1894-1898, en los que su representación no llegó ni al 20%. Además, el gráfico 7, en el cual se observa a los masones que fueron ministros en los primeros 6 años del gobierno de Tomás Guardia, evidencia que entre 1870-1872 fueron la mayoría, pero para el periodo 1873-1876 disminuyeron drásticamente, lo cual se explica no porque Guardia fuera masón o antimasón, sino porque los miembros de la masonería tenían afinidad con las ideas políticas del General-Presidente. De igual manera sucedió en otros momentos de la historia y no necesariamente fue así porque quien gobernaba fuese masón o afín a sus ideas.

Como conclusión, el texto elaborado por Martínez Esquivel es un libro fundamental para comprender el papel jugado por la masonería en Costa Rica entre los años 1865 y 1899. Su principal aporte radica en ser un estudio libre de prejuicios, exageraciones y sesgos sobre la masonería. En sí, esta investigación permite superar los estereotipos, malas interpretaciones y tergiversaciones sobre dicha agrupación que por años se han presentado cuando se habla de ellas.

El texto es muestra de seriedad, profesionalismo y rigurosidad académica. El libro no es una oda a la masonería, tampoco un ataque “satanizador” de esta. Su principal característica es el estudiar la masonería y a sus miembros como un grupo social, con características particulares, conflictos y luchas internas.

El libro no plantea argumentos que presenten la masonería como la “redentora” de la historia patria, ni se deja llevar por las apreciaciones del otro extremo, que la mostraban como la hija de Satanás o propulsora de una conspiración contra la Iglesia católica, su fe y sus dogmas. El texto está libre de posturas radicales. El autor logró llegar a esta postura neutral o equilibrada gracias a una consulta asidua de diversas fuentes, ya que la visita a archivos, bibliotecas y demás acervos le permitió tener acceso a datos esenciales sobre esta temática, no utilizados anteriormente. Por tal motivo el trabajo elaborado por Martínez Esquivel es fundamental para derribar mitos y dejar de reproducir visiones completamente ajenas a la realidad de los hechos relacionados con la masonería y los masones en el país.

Desde el punto de vista metodológico, el trabajo está muy bien planteado. La redacción, junto al orden expositivo, permite una lectura fluida; tanto así que el autor utiliza otros elementos tales como cuadros, gráficos, un mapa e imágenes, los cuales, se amalgaman y refuerzan el discurso, agregando anexos que ayudan a la comprensión de este fragmento tan importante de la historia de Costa Rica. Además, es evidente que el autor desarrolló un trabajo exhaustivo en cuanto al Estado de la Cuestión sobre la masonería, tanto en el nivel local, como internacional y esto le permitió tener un panorama mucho más amplio de la realidad sobre esta asociación y sus miembros en diferentes escenarios geográficos y contextos políticos.

Por último, la utilización de la prosopografía como estrategia metodológica le permitió a Martínez ver las uniones, convergencias y puntos de distanciamiento entre los masones y los gobernantes de Costa Rica. En síntesis, hasta la fecha en Costa Rica no existe ningún trabajo que estudie la masonería con el manejo de fuentes, teorías y métodos, como el llevado a cabo por Martínez Esquivel.

Por todo lo anterior se invita a leer el libro de Ricardo Martínez Esquivel. Es un texto claro, bien argumentado, sin propuestas apologéticas ni “condenatorias” de la masonería. Además, para las nuevas generaciones de historiadores es un ejemplo de trabajo, dedicación, consulta sistemática de fuentes, así como asistencia constante y continua a diversos acervos documentales.


* Costarricense. Doctor en Historia por la Scuola Normale Superiore, Pisa, Italia. Académico de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional (UNA). Miembro del Instituto de Investigaciones Históricas “Mons. Bernardo Augusto Thiel Hoffman”. Correo electrónico: jose.sandi.morales@una.ac.cr.

1 Ricardo Martínez Esquivel, Masones y masonería en la Costa Rica de los albores de la modernidad (1865-1899) (San José, Costa Rica: EUCR, 2017).

2 Pio IX, Syllabus Errorum, en: Ernesto Rossi, Il Sillabos (Florencia, Italia: Parenti,1957).

3 Martínez Esquivel, 49.

4 Ibid, 108.

5 Ibid.


Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.