Revista de Historia
N.º 80 • ISSN: 1012-9790 • e-ISSN: 2215-4744
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rh.80.3
Julio - Diciembre 2019
Fecha de recepción: 28/05/2019 - Fecha de aceptación: 12/07/2019

¡NO QUEREMOS QUE NOS VENDAN AL ECUADOR! UN INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN LA COSTA RICA DEL SIGLO XIX

WE DON’T WANT TO BE SOLD TO ECUADOR! A COUP D’ÉTAT IN COSTA RICA IN THE 19TH CENTURY

Esteban Corella Ovares *

Resumen: El artículo analiza el intento de golpe de Estado realizado por el general Manuel Quirós contra Juan Rafael Mora. Este alzamiento fracasó porque el general no fue capaz de movilizar a suficientes hombres como para tomar el cuartel de San José, a pesar de que intentó convencer a los milicianos mediante el rumor de que el gobierno de Mora los obligaría a luchar por Juan José Flores, expresidente de Ecuador que se encontraba en el país en ese momento. El episodio sirve de excusa para examinar los medios utilizados por los miembros de la élite para movilizar a los milicianos que formaban la mayor parte de las fuerzas armadas de Costa Rica a mediados del siglo XIX.

Palabras claves: fuerzas armadas; golpe de Estado; soldados; Costa Rica; historia.

Abstract: The article analyzes the attempted coup d’état carried out by General Manuel Quirós against Juan Rafael Mora, the uprising failed because the general was not able to mobilize enough men to take the San Jose barracks, despite trying to convince the militiamen through the rumor that Mora’s government would force them to fight for Juan José Flores, former president of Ecuador who was in the country at that time. The episode serves as an excuse to examine the means used by members of the elite to mobilize the militiamen who formed most of the armed forces of Costa Rica in the mid-nineteenth century.

Keywords: Armed Forces; Coup d’état; Soldiers; Costa Rica; History.

Introducción

El presente artículo examina un intento de golpe de Estado ocurrido en Costa Rica a mediados del siglo XIX, uno de los casi 50 movimientos de este tipo que sucedieron durante los 60 años posteriores a la independencia. El acontecimiento merece particular atención, porque los soldados participantes de este argumentaron que los instigadores del golpe habían hecho circular el rumor de que el gobierno costarricense pretendía permitir que el general Juan José Flores –expresidente del Ecuador y por ese entonces residente en Costa Rica– reclutara hombres para una expedición militar que preparaba, con la intención de recuperar el poder en su país.

Como todos los nuevos Estados latinoamericanos, una de las principales preocupaciones de las autoridades costarricenses fue la construcción de fuerzas militares que permitieran alcanzar el monopolio sobre el uso legítimo de la violencia. En pocas décadas, las milicias coloniales se transformaron en fuerzas militares dependientes del Estado central, lo que facilitó el proceso de centralización política y, con ello, la consolidación de un Estado nacional. Para lograrlo, se invirtieron cantidades importantes de recursos en las milicias, se reclutó a buena parte de la población adulta masculina y se hicieron esfuerzos por incorporar a militares extranjeros para que se encargaran del entrenamiento de las tropas.1

Esto convirtió al Ejército en una de las principales instituciones del Estado y a sus comandantes en actores importantes de la política; pero la misma organización de las fuerzas, así como las características propias del desarrollo estatal y de la sociedad costarricense, limitaron las posibilidades de que los militares se hicieran con el poder.

En este trabajo analizaremos, brevemente, esa organización, con el propósito de comprender las razones por las que los golpistas utilizaron la presencia de Flores en el país para movilizar parte de las tropas, dado que la estructura miliciana de las fuerzas hacía necesario que los grupos que se disputaban el poder desarrollaran formas para convencer a los milicianos de participar en esas contiendas. Ello nos permitirá acercarnos a las motivaciones que llevaban a los sectores populares a participar en los eventos políticos durante el proceso de consolidación estatal.

La formación del Estado en Costa Rica y las luchas de poder a principios de la década de 1850

La última parte de la década de 1840 se caracterizó por los constantes conflictos políticos, causados en parte por la redistribución del poder ocurrido luego de la caída de Morazán.2 Este período coincide con la consolidación del cultivo del café como principal producto de exportación del país y con el afianzamiento del poder del Estado central sobre los poderes locales3. Los militares y el crecimiento de la institución castrense fueron parte vital en ese proceso de consolidación de un Estado central; lo cual es evidente al analizar la participación militar en los sucesos políticos durante el último lustro de 1840.

Desde finales de la década de 1830, la sociedad, política y economía costarricenses se vieron afectadas por el desarrollo de la actividad cafetalera, la cual había permitido el desarrollo de redes comerciales que vincularon la economía del pequeño territorio centroamericano con la economía mundial4. Un grupo de familias de importancia se aprovechó de este comercio para enriquecerse y tomar el control de los procesos políticos que llevaron a la consolidación del Estado costarricense.

Como lo explica Pablo Rodríguez, el desarrollo de una comunidad de intereses potenciada por la exportación cafetalera fue una de las particularidades que permiten explicar la rapidez con la que se consolidó un poder central en Costa Rica.5 Además de potenciar el proceso político, el cultivo del café fomentó la colonización de zonas del territorio6 y brindó una fuente de ingresos que facilitó la construcción de la hacienda pública.7

Así, para la década de 1840, la sociedad costarricense experimentó una serie de cambios importantes, que llevaron a un aumento en el número de conflictos en comparación con las primeras dos décadas anteriores. Los sucesivos derrocamientos de Carrillo y Morazán condujeron a un período de inestabilidad política durante el cual el control de las instituciones en Costa Rica dependía de la negociación entre los grupos que habían derrocado a Morazán;8 por eso, como se muestra en el cuadro 1, el número de conflictos es significativamente superior durante la década de 1840.

Los 21 conflictos registrados por Obregón no son solo diferencias entre élites que se disputan el poder. En esos movimientos participan diversos grupos que encuentran sus propias motivaciones para hacer uso de la fuerza como forma de reclamo por cuestiones como el acceso a la tierra, amenazado por el crecimiento de la privatización de tierras dedicadas al cultivo de café9 o por los procesos de centralización del poder estatal que generaron conflictos, no del todo resueltos para la década de 1840, entre los poderes locales y el naciente poder estatal sobre la forma que tomaría el Estado nacional.10

Por ello, no se puede pensar que, en estos movimientos armados de la década de 1840, los milicianos o las personas provenientes de los sectores populares participaban como títeres de los intereses de las élites. Es necesario considerar que estas personas tenían sus propias ideas sobre los asuntos que se dirimían por medio de las armas y que, probablemente, los elementos privilegiados de la sociedad intentaban hacer uso de estos intereses para conseguir apoyo en medio de las disputas. Esto era particularmente importante para conseguir la movilización de las milicias, que como se mostrará, estaban conformabas, en su mayor parte, por campesinado que debía ser movilizado en caso de conflicto.

Cuadro 1

Conflictos militares en Costa Rica (1821-1870)

Tipo de conflicto

1820-1829

1830-1839

1840-1849

1850-1859

1860-1870

Guerra civil

0

1

0

0

0

Levantamiento militar

1

2

6

2

1

Conspiración

0

2

9

3

3

Invasión

0

1

1

0

1

Amenaza de guerra

0

1

2

0

1

Guerra exterior

0

0

0

1

0

Conflicto localista

1

0

0

0

0

Cuartelazos/golpe

0

2

2

2

2

Intento de rebelión

0

0

0

0

2

Lucha entre oficiales

0

0

1

0

0

Total de conflictos

2

8

21

8

10


Fuente: Elaboración propia con base en fuentes primarias11 y Rafael Obregón, Hechos militares y políticos, 2da edición (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 1981).

El aumento en los conflictos coincide con el crecimiento de las fuerzas armadas costarricenses, que para la década de 1840 habían pasado de ser unas milicias compuestas por unos cuantos cientos de hombres, a ser una de las instituciones más grandes del nuevo Estado costarricense. Para 1821 –año de la independencia– las fuerzas militares de la provincia de Costa Rica eran de apenas 1.000 hombres;11 para la década de 1840 las milicias costarricenses habían triplicado su tamaño superando los 4.000 hombres.12

Hay que señalar que para 1845 se estima que la población total de Costa Rica era de 95.000 personas, de las cuales unas 21.000 eran hombres en edad de servicio, lo que significa que cerca del 20% de la población adulta masculina formaba parte de las milicias.13 El análisis de hojas de filiación pertenecientes a esas tropas permite estimar que para 1850, más del 60% de los miembros de esas milicias eran jornaleros o labradores, es decir, eran fuerzas constituidas, en su mayoría, por personas provenientes de los sectores populares.14

Los gastos militares crecieron junto con el aumento en el número de efectivos. Para el período en estudio, los gastos militares de Costa Rica representaban entre el 20 y 45% de los gastos totales.15 El crecimiento de la institución en Costa Rica es algo interesante, pues no ocurre al calor de conflictos de larga duración o debido a un proceso de conquista de territorios. Si bien en el cuadro 1 se muestra gran cantidad de conflictos militares, la mayoría de ellos se caracteriza por ser de corta duración, resueltos en una sola contienda e incluso –como es el caso del evento que nos ocupa en este trabajo– sin que las tropas movilizadas llegaran a enfrentarse en el campo de batalla.

Si bien esto había evitado la consolidación de un grupo de militares con suficiente poder para convertirse en actores principales dentro de los eventos políticos, sí había permitido que los militares que formaban el alto mando –todos ellos miembros de la élite– se convirtieran en un grupo de importancia dentro de las disputas. Junto al crecimiento en el tamaño de las fuerzas y el incremento de los gastos –que financiaron la compra de armas y otros pertrechos– las fuerzas militares costarricenses fueron poco a poco organizadas en un sistema altamente centralizado que permitió, a las autoridades centrales, contar con el control de las milicias.

En 1850 esta característica se estaba consolidando en el país; pues, a lo largo de la década anterior, los movimientos armados que intentaban derrocar a un gobernante solo fueron exitosos cuando contaban con el apoyo de los comandantes de las fuerzas militares. Por lo general, la participación de los jefes militares era solo una parte de los acuerdos que permitían que ocurriera un golpe de Estado. La norma era que los grupos dominantes llegaran a un acuerdo para cambiar al gobernante, por ello, en la mayoría de las ocasiones, el golpe de Estado exitoso implicaba poca violencia, pues básicamente se obligaba al gobernante a renunciar, al demostrarle que había perdido el apoyo de la élite, del pueblo y de los militares.

El sufrido por Castro Madriz16 es evidencia de ese tipo de golpes de Estado y demuestra la capacidad de los militares para intervenir en la política. En este caso fue el general José Manuel Quirós,17 quien desconoció al gobernante y, con ello, puso fin a una administración que se vio afectada por problemas económicos derivados de los bajos precios del café y de las reformas políticas que otorgaron más poder al ejecutivo.

Todos estos elementos se encuentran en la carta de renuncia redactada por el presidente Castro Madriz, quien, en noviembre de 1849, explicó así los motivos por los que se vio obligado a dejar el poder:

“…Mas, a pesar de tantos esfuerzos, empleados en el más puro amor al país, no me ha sido dable evitar la crisis agrícola i comercial en que nos hallamos; porque males de este género están fuera del dominio de la política de los gobiernos, i porque son conformes con la naturaleza de las cosas, ni tampoco me ha sido posible obrar el milagro de contentar a todos, satisfaciendo sus deseos…”.18

Al renunciar Castro Madriz, el poder pasó de forma interina a Miguel Mora, quien gobernó apenas 10 días, período que tardó el Congreso en elegir a Juan Rafael Mora Porras para asumir la presidencia del país. Con esa elección, inició el largo gobierno de Mora Porras, quien se mantuvo en el poder por diez años, durante los que se redujeron significativamente los conflictos militares en comparación con la década anterior –ver cuadro 1–.

Los periódicos de la época dejan clara la importancia que tenía el apoyo de los militares y el pueblo; por ejemplo, en el relato de las elecciones de diciembre de 1849 se indica que Mora era: “…El hombre de la situación, a quién el aura popular sonríe i el ejército sostiene con decidida voluntad…”.19 Gracias a ese apoyo, la administración de Mora se sostuvo, a pesar de que a lo largo de la década de 1850 fue distanciándose de la élite comercial que controlaba el negocio cafetalero, y que formaba la élite política y económica del país.20

La calma se mantuvo a pesar de que la guerra en Nicaragua provocó gran cantidad de muertos y el aumento de la deuda pública, y no se rompió sino hasta 1859, cuando los grupos opuestos a Mora lograron convencer a otros actores, entre ellos a sectores populares y a militares de carrera, para derrocar a Mora.

Esto demuestra que Mora comprendió, desde el inicio, que era necesario asegurarse la lealtad de los oficiales del Ejército para mantenerse en el poder. En esto coinciden la mayoría de las investigaciones sobre su administración, al señalar que una de las labores más importantes de las administraciones de Mora fueron el fortalecimiento del Ejército y su capacidad para controlar a los militares y usarlos como sostén de su gobierno.21

Sin bien es claro que Mora hizo uso de los militares para asegurar su posición como gobernante, no parece tan clara la noción compartida por varios estudios, de que no fue sino hasta la llegada de Mora cuando se organizó una fuerza armada en el país. Desde la década de 1830, las milicias experimentaron un proceso de crecimiento importante; esto les permitió a los militares de alto rango figurar en todos los eventos políticos del país.22

Al considerar el hecho de que las milicias ya eran importantes cuando Mora tomó el poder, y que la disputa política iniciada con la caída del gobierno de Gallegos había creado condiciones en las cuales los militares encontraban un espacio para hacer uso de la violencia como medio de acceso a este, se pueden comprender, con facilidad, las razones que llevaron a la administración Mora a fortalecer el control del Ejecutivo sobre la institución.

Entre las primeras medidas de Juan Rafael Mora destacaron la reorganización de las Fuerzas Armadas mediante un nuevo reglamento de organización militar, la creación de un nuevo cuartel en la ciudad de San José y el nombramiento de su hermano Joaquín como comandante de las fuerzas.23 La creación de un nuevo cuartel en la capital tenía como objetivo limitar el poder del comandante de la plaza de San José, quien, desde la década de 1830, con el simple acto de desconocer al gobernante y movilizar a las milicias, tenía la capacidad de acabar con una administración. Estas dos medidas son claros intentos por consolidar el control del Ejecutivo sobre la institución militar; que fueron complementadas con el nombramiento de un hombre de confianza como comandante de las fuerzas armadas.24

El intento por restringir el espacio de acción política de las fuerzas militares causó molestia entre los oficiales de alto rango, que habían conseguido cierta capacidad de intervenir en la política a finales de la década de 1840, lo cual podría explicar las razones por las que en junio de 1850 el general Quirós se rebeló contra Mora.

El general Quirós, un intento de golpe de Estado y la venta de soldados al Ecuador

El 4 junio de 1850, el comandante general Manuel Quirós intentó derrocar al gobierno de Juan Rafael Mora, quien apenas seis meses antes había asumido el puesto. Según se desprende de la sumaria levantada por las autoridades del gobierno, esa noche de junio, el general Quirós junto con un grupo de oficiales del ejército –entre los que se encontraban varios familiares y Máximo Blanco– intentaron reunir a las tropas de las poblaciones de San Vicente, Tibás y Zapote para marchar sobre San José.

Según la confesión del propio General, el objetivo era: “...tomar un cuartel para manifestarle al gobierno que sus ideas eran de que el Señor Flores y Castro debían salir de la República...”.25 Sin embargo, la confesión de Máximo Blanco revela que la conjura tenía objetivos más complejos, pues el entonces ayudante reveló la idea del movimiento:

“…era tomar los dos cuarteles, despojar del mando al actual presidente, desconocer la constitución y hacer salir del país a los señores Flores y Castro: que enseguida de esto convocar elecciones y que el pueblo eligiese el que debía mandar…”.26

Los testimonios reunidos dan cuenta de cómo fracasó el intento de golpe de Estado, debido a que los oficiales no contaron con la capacidad de reunir el apoyo suficiente para marchar sobre las tropas que se mantuvieron fieles al Gobierno.27 Esto, a pesar de que los miembros de la conjura intentaron obtener el apoyo popular haciendo correr el rumor de que el Gobierno tenía planes de enviarlos al Ecuador a pelear a favor de la causa del exiliado expresidente ecuatoriano Juan José Flores.

Para entender cómo el nombre de un veterano de las guerras por la independencia de Sudamérica se vio envuelto en un fallido golpe de Estado en Costa Rica, es necesario describir brevemente la forma en que el general Flores estableció, con premura, su residencia en la capital de un país centroamericano.

En 1849 llegó a Costa Rica el general Juan José Flores. Esta sería una escala más en un viaje que había llevado al expresidente de Ecuador por varios países europeos y americanos en su búsqueda por obtener el apoyo necesario para retomar el poder en su país. Su presencia no pasó inadvertida por parte de las autoridades del Gobierno de Costa Rica, quienes recibieron al ilustre personaje en la capital. Es probable que se intentaran aprovechar los conocimientos de Flores e incluirlo en un puesto gubernamental, posiblemente dentro del Ejército.

No habría sido la primera ocasión en la que se incorporaba a un militar extranjero dentro de las fuerzas militares costarricenses. Durante la primera mitad del siglo XIX era una práctica común nombrar a militares de experiencia como oficiales del ejército, por ejemplo, el principal jefe militar de las fuerzas costarricenses durante las décadas de 1820, 1830 y principios de 1840 fue Antonio Pinto, militar de origen portugués que se casó con la hija de una familia principal y ocupó el puesto de comandante general.28 Eso permitía a los miembros del ejército subsanar la ausencia de formación militar formal, que no se establecería sino hasta décadas después.

La documentación de la época indica que el general Flores fue bien recibido por el gobierno de Castro Madriz, al punto de que se llegó a declararlo “Ciudadano esclarecido de la República” el 17 de julio de 1849, en reconocimiento a los “importantes servicios que ha hecho a la República”.29 Claramente el título conferido por el gobierno de Madriz demuestra que el general Flores encontró en el país un buen recibimiento, y aunque el propio Flores rechazó la designación,30 es posible inferir que su relación con políticos importantes del país era bastante buena, aun después de la caída de Castro Madriz.

Quizás esa cercanía con las autoridades del gobierno, junto con posibles rumores de que el general Flores buscaba recursos para retomar el poder en su país,31 hacían de la acusación de que el Gobierno iba a vender a soldados costarricenses para una aventura militar en Ecuador algo creíble.32 Por esa razón, el nombre del expresidente ecuatoriano aparece en repetidas ocasiones en el documento en el cual las autoridades militares costarricenses registraron los testimonios –la sumaria– de los involucrados, con el objetivo de sentar las responsabilidades legales por el intento de golpe de Estados.

La sumaria es el recuento escrito de los testimonios recolectados gracias a los interrogatorios a los que fueron sometidos los involucrados en los eventos de esa noche de junio de 1850. Esta sigue el procedimiento descrito con detalles en las ordenanzas militares vigentes en la época,33 y era parte de las formalidades necesarias para la formación de un consejo de guerra que contaba con la jurisdicción para castigar a los participantes en el movimiento, según la gravedad de su delito y su rango dentro del ejército. El encargado de llevar a cabo el interrogatorio era el sargento mayor del batallón, quien tenía la obligación de citar a todos los involucrados, hacerlos jurar y luego proceder:

“...al paso que fuere haciendo estas, y otras preguntas, que para la mayor comprobación del suceso le parecieren necesarias, las hará escribir; y a continuación de ellas las respuestas del declarante: y concluida su deposición, se hará leer, para que se haga capaz de lo que ha dicho, y vea sise ha puesto de mas, o menos; y ratificándose de ello, le preguntará su edad, y dirá que lo firme el que supiere….”.34

En el documento se encuentran los testimonios de los 15 acusados por organizar conspiración, los relatos de los soldados que participaron en esta misma y, también, los recuentos de algunos hombres que fueron testigos de los hechos; todos obligados a decir la verdad ante el tribunal militar que contaba con la capacidad legal de condenarlos a muerte por tomar la armas contra el gobierno.35

Por ello, los involucrados tuvieron que justificar su participación en los eventos. Eso nos permite adentrarnos en un tema poco explorado: los medios para movilizar a las fuerzas milicianas durante el siglo XIX.36 Como se desprende de las declaraciones, los oficiales que organizaron la intentona contra Mora hicieron correr un rumor diseñado para asustar a los jornaleros del Valle Central que formaban el núcleo de las fuerzas armadas costarricenses: los iban a enviar a luchar a un país extranjero. Así lo declaró el soldado José Mora, quien aseguró:

“…. de regreso de casa de Francisco Jesus Jimenez se encontró con el sargento Florencio Quirós y otra persona que no conoció hasta allí...lo llamo dicho sargento y le pregunto si era militar y como se llamaba y habiendole contestado que si lo era lo primero y dándole su nombre le produjo el sargento que si lo conocía que si los muchachos estaban disgustados por su salida del servicio...”.37

Como vemos, el testimonio del soldado inicia con un sargento que se interesa por saber su opinión sobre un asunto que, en principio, parece intrascendente: su salida del servicio. Sin embargo, la pregunta pretende conocer el estado de ánimo de los miembros de la tropa y, al enterarse de que se encontraban disgustados, el acompañante del sargento toma la palabra, lo que permitió que el soldado Mora lo identificara como el general Quirós, quien de inmediato le expuso al soldado lo siguiente:

“…el gobierno había tratado con el general Flores benderlos para que se los llevan al Ecuador y que era preciso hacer un esfuerzo esa noche para libranos del caminar para abajo: que si le era fiel hoy tendría diez pesos en plata y un novillo...”.38

En principio, la supuesta venta de soldados costarricenses al Ecuador parece no tener sentido: ¿Por qué iría el gobierno de Mora a vender soldados al general Flores? ¿Por qué un grupo de conspiradores usarían tal argumento para reunir a las tropas y lanzar un golpe de Estado? A pesar de que la declaración del soldado parece exagerada, otros testimonios coinciden en afirmar que este fue el rumor que hicieron correr los sublevados para reunir a las tropas, así lo confirma el testimonio del cabo 1º Francisco Montero; quien describe la forma en la cual fue invitado a la casa de uno de los familiares del general, quien ostentaba el rango de capitán, el cual le comunicó que esperaban contar con él para movilizar a los milicianos porque: “...el Gobierno quería quitar de General a Don José Manuel para colocar en su lugar al General Flores y de Presidente al General Doctor Don José María Castro...”.39 Según el cabo 1° Montero, los conspiradores le explicaron que el general Quirós tenía como objetivo quitar a Flores para “evitar lo que les sucedió con Morazán”.40

Es fácil entender que esta referencia a Morazán contaba los eventos que llevaron al derrocamiento y fusilamiento del general hondureño, que en 1842 enfrentó un levantamiento popular, motivado por las quejas por el comportamiento de las tropas que lo acompañaban y por sus planes de unificar por la fuerza a Centroamérica. La molestia causada por estos eventos fue usada para movilizar a la población en contra del general hondureño y desembocó en un movimiento encabezado por los vecinos de San José y Alajuela, que se saldó con gastos por varios miles de pesos y meses de inseguridad –aunque al parecer pocas vidas–,41 ya que una parte de las fuerzas leales a Morazán habían empezado la movilización hacia el norte y, por tanto, no se encontraban en el Valle Central del país, centro de la sublevación que derrocó a Morazán.42

Incluso uno de los acusados admite que el miedo a ser enviados a Ecuador, como parte de una hipotética intentona de Flores por retomar el poder, se utilizó como medio para reunir a los hombres necesarios para atacar San José esa noche de junio de 1850. El sargento 2º Juan Zúñiga declaró que participó en la conspiración:

“...contra el Presidente por que el mismo general Quirós le dijo que el Presidente tratava de elevar a comandante general de la Republica al Sr. General Flores y bolber a dar el mando de Presidente al Dr. Castro, para que este diese al General Flores todos los soldados que le pidiese para hirse a coronar a su tierra y que como siempre desde que lo filiaron en la milicia los ha reconocido sus Gefes creía cometer un crimen con no obedecerles...”.43

La rebelión del general Quirós, que pretendía derrocar a Mora y con eso salvar a los soldados costarricenses de ser la carne de cañón en una aventura en el Ecuador, terminó la misma noche en la que inició, gracias en parte a que oficiales como Lorenzo Salazar –en ese momento comandante del cuartel de San José– se mantuvieron fieles al gobierno, y a que las milicias de los pueblos situados en los alrededores de San José no pudieron ser movilizadas por un oficial que tenía casi 15 años de carrera militar,44 cerca de 8 años de ser comandante del batallón josefino45 y varios familiares dentro de la estructura militar dispuestos a seguirlo en su conspiración.46

Con ello se cumplía lo que era casi una tradición en la política costarricense de la primera mitad del siglo: la necesidad de alcanzar amplios acuerdos antes de lanzar el movimiento armado que derrocaría al gobierno. A pesar del fracaso del general Quirós, el uso de un argumento, como la posibilidad de ser obligados a pelear en una guerra en el exterior, pudo haber sido bastante convincente como medio para movilizar a las milicias contra el gobernante de turno. Especialmente, si se considera que hasta ese momento las milicias que componían las Fuerzas Armadas costarricenses no habían enfrentado un conflicto bélico de larga duración que les obligara a abandonar sus actividades habituales por períodos prolongados.

La información obtenida por la revista de comisario y por las hojas de servicio demuestra que el general Quirós había ostentado puestos importantes en la estructura de las milicias, en particular después de la caída de Morazán. Este ascenso dentro de la jerarquía militar le había permitido colocarse como uno de los hombres más poderosos del país, pues su puesto como general y comandante de la plaza de San José lo convertía en pieza clave de cualquier proyecto político. En especial, a partir de la caída de Gallegos en 1846, cuando se abrió un período de conflictos por el acceso al poder.

Esa capacidad quedó demostrada en el 1849, cuando la actuación de Quirós marcó el final del gobierno de Castro Madriz47 y el ascenso de Mora al poder; lo cual no podía ser ignorado por ninguno de los políticos del momento. Por eso las medidas tomadas por Mora en 1850 para fortalecer su control sobre el Ejército fueron reconocidas por Quirós como una amenaza a su posición.48 De hecho, uno de los interrogados, el cabo 2° Francisco Araya, lo expreso con claridad, al dejarlo sentado en su testimonio:

“...Los señores Quiroses querían hacer alguna cosa por ciertas hablillas de la misma familia, pues el cuñado de Leandro Quirós el domingo pasado le dijo que palomillas tan sinverguenzas ellos le ofrecieron a los Quiroces sostenerlos y los han visto botar y nada se les da, pero no necesitan de ellos porque con solo los de la familia tienen bastante para pararse y sostenerse, aunque fuera en la orilla del Virilla...”.49

Así se puede entender el intento de golpe de Estado del mes de junio de 1850, en el cual el general Quirós, junto con un grupo de oficiales miembros de su familia, intentaron derrocar al presidente Mora. El movimiento estaba motivado por el deseo de una parte de los oficiales de proteger su posición en las milicias, y la capacidad que habían logrado conseguir de usar la fuerza de las milicias para intervenir en los procesos políticos de las reformas que estaba efectuando la administración Mora Porras.

La anterior es una causa más creíble para el movimiento armado, y no el extraño rumor de una “venta de soldados” al general Flores, que fue usada como medio para intentar movilizar a los miembros de las milicias de comunidades como San Vicente, Guadalupe o Tibás. El general Quirós intentó proteger su puesto como comandante de las armas y la capacidad deliberativa que estas habían obtenido en los años previos; por eso trató, sin éxito, de acabar con el gobierno que cerca de seis meses antes había ayudado a instaurar en el país. Y para hacerlo, intentó, aparentemente con poco éxito, convencer a los miembros de las milicias, quienes formaban parte de la población general, de que la causa por la cual se alzaban un grupo de militares de alto rango no era solo una disputa por el poder político entre miembros de la élite, sino una forma de defender los intereses de los sectores populares que conformaban las milicias.

Un aspecto de esta conspiración, el cual le da fuerza a la idea expresada, es el carácter “militar” del movimiento, pues por lo que se desprende de la información levantada contra los sublevados, este no contaba con el apoyo de grupos civiles. Todos los acusados en la sumaria levantada pocos días después del hecho eran oficiales de alto rango del Ejército; la única excepción era el sargento 2º Juan Zúñiga.50

Esta ausencia de elementos civiles dentro del movimiento puede explicar su fracaso, pues si bien los militares habían sido capaces de jugar un papel importante en los procesos políticos de los años inmediatamente previos, su capacidad no les permitía hacerse con el poder por sí mismos, requerían contar con el acuerdo de amplios sectores de la población. De hecho, todos los movimientos armados exitosos del país contaron con la participación de elementos civiles y militares, lo que se convirtió en una especie de freno contra posibles desordenes derivados de un cambio violento del gobierno, y demuestra que los militares no lograron consolidar un espacio de poder autónomo frente al poder civil.

Grupos civiles como los comerciantes que se habían volcado al comercio cafetalero durante la década pasada eran vitales para asegurar que un movimiento armado pudiera tener alguna oportunidad de éxito en el país.51 También era de vital importancia contar con el apoyo de las comunidades, que reunidas alrededor de los ayuntamientos eran todavía fuerzas capaces de provocar cambios en los regímenes políticos durante la década de 1840.52

El movimiento de ese 4 de junio de 1850 parece haber sido el primero en el que un grupo de militares rompe con el papel de mediadores en las disputas y trata de hacerse con el poder por ellos mismos. Las fuentes parecen coincidir en que, para junio de 1850, la labor de Mora cuenta con el apoyo de buena parte de la población y, más importante aún, con el apoyo de los cafetaleros que controlaban las instituciones estatales.

Un par de meses antes del movimiento armado de Quirós, el diario oficial publicó un interesante artículo en el cual señalaba la tranquilidad y bienestar que se vivía en el país desde la llegada de Mora al poder. Luego de hacer un recuento de la situación general del país, resaltando la situación económica, la tranquilidad pública y los avances de la política exterior, el artículo plantea si existía un individuo que “…poseído de una mezquina ambición, de una miserable envidia o de una turbulenta inquietud quisiese volver a poner en cuestión lo que han decidido el sufragio popular i la experiencia de cinco meses…”.53

Conociendo los acontecimientos de la noche del 4 de junio de 1850, hay que concluir que la descripción presentada en el Diario Oficial era correcta. El general Quirós y el grupo de oficiales que lo secundaban no pudieron movilizar a las tropas; es decir, a los habitantes de los pueblos que formaban las milicias y, según el recuento de testigos, el movimiento fracasó cuando las tropas leales al gobierno giraron órdenes para movilizar a las milicias. De hecho, gracias al testimonio de algunos sujetos involucrados, se puede determinar que el movimiento era conocido por muchos dentro del Ejército, lo que explica la facilidad con la cual este fue contenido.54

La fracasada conspiración pudo fortalecer el control de Mora sobre la institución militar y quizás consolidar su gobierno; la rebelión de Quirós le dio la oportunidad de modificar el alto mando militar, colocando a miembros de su círculo de confianza en puestos claves de la institución. Además, la rápida derrota del levantamiento permitió a la administración Mora presentarse como un gobierno surgido de la voluntad popular, respetuoso de la ley y capaz de mantener la tranquilidad pública.55

Prueba de esto es el artículo publicado pocos días después del fracasado golpe de Estado, en el cual se elogió la actitud del gobierno ante la conspiración, su capacidad de mantener el orden y controlar al elemento militar:

“…no podemos menos de felicitar al pueblo costarricense por la verdadera revolución de opinión pública que sin las acostumbradas consecuencias de las revoluciones, ha restablecido aquí el equilibrio administrativo, reduciendo el militarismo a los límites de la obediencia pasiva…”.56

La reducción de los militares a la obediencia pasiva fue parte fundamental del gobierno de Mora, esto le permitió disolver el Congreso en 1852, y no tener que preocuparse por una posible reacción en contra de tal acción. Esta facultad de reducir a los militares a la obediencia se debía a que para ese momento la administración de Mora contaba con el apoyo de la élite, lo que hizo que las condiciones que habían permitido a los militares tener una posición beligerante a finales de la década de 1840, desaparecieran.

Conclusiones

Para junio de 1850 el proceso de formación estatal iniciado en 1821 había avanzado mucho. La existencia y consolidación de una comunidad de intereses entre habitantes del territorio –en particular la élite del Valle Central– permitió la concentración del poder político, el desarrollo de instituciones, la construcción de una hacienda pública y la conformación de un sistema que facilitaba dirimir los conflictos políticos por medios que no desembocaron en guerras internas de larga duración.

Junto a eso, la falta de guerras para conquistar o controlar territorios provocó que las fuerzas militares costarricenses tuvieran un desarrollo particular –casi excepcional en el caso centroamericano–, lo que no significa que la institución castrense, como tal, no experimentara un importante proceso de crecimiento. En los 30 años posteriores a la independencia, las fuerzas militares triplicaron su tamaño, los gastos militares se convirtieron en uno de los principales rubros de la hacienda y los jefes militares se convirtieron en piezas fundamentales dentro de las disputas por el poder político.

Los eventos políticos de la década de 1840 demuestran esta característica de la política costarricense de la primera mitad del siglo XIX; para ese momento se estaban configurando una serie de prácticas para dirimir los conflictos políticos en los que los comandantes militares jugaban un papel relevante. Como se ve en el ejemplo analizado, en Costa Rica un golpe de Estado solo podía alcanzar el éxito, si hubiera existido un amplio consenso entre los miembros de la élite. Por ello, el golpe de Estado intentado aquel 4 de junio de 1850 por el general Quirós estaba prácticamente condenado al fracaso antes de comenzar, pues no contaba ni con el apoyo de los grupos cafetaleros que, pocos meses antes, habían entronizado a Mora Porras, ni con la colaboración de todos los miembros de las fuerzas armadas. Esa falta de apoyo hizo que Quirós y sus cómplices hicieran correr el rumor de que el gobierno costarricense pretendía ayudar con soldados a Flores, en su intento de retomar por las armas el poder en su país.

Claramente se pretendía con esto obtener el apoyo de las compañías de milicias que formaban la mayor parte de las fuerzas militares costarricenses. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, no existe evidencia de que el gobierno estuviera considerando apoyar militarmente a Flores o que hubiera existido una solicitud de ayuda por parte del expresidente del Ecuador. En el mejor de los casos, el gobierno de Costa Rica intentó ofrecerle un puesto dentro de la estructura del ejército a Flores, pero esta era una práctica común en el país, que formaba parte del proceso de profesionalización de las fuerzas militares.

En todo caso, Flores no estaba interesado en quedarse en el país, evidencia de ello es el rechazo público que hizo de parte de los honores que el gobierno costarricense le otorgó. Si bien Flores no parece haber tenido participación en el intento de golpe de Estado, los miembros de la conspiración que intentaron derrocar a Mora aquel 4 de junio pretendieron utilizarlo como una amenaza para conseguir el apoyo de los campesinos que formaban parte de las milicias, personas que desde 1842 habían tenido una participación en los movimientos que se desarrollaron en Costa Rica durante esa década.


* Costarricense. Máster en Historia por la Universidad de Costa Rica (UCR), Costa Rica. Profesor adjunto en la Escuela de Estudios Generales de la UCR, Costa Rica. Correo electrónico: ecorella12@gmail.com

1 Al respecto: Carmen Fallas Santana, Élite, política y negocios en Costa Rica (1849-1859) (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Juan Santamaría, 2004).

2 Rafael Obregón Loría, Hechos militares y políticos, 2da edición (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 1981).

3 Al respecto: Víctor Hugo Acuña Ortega e Iván Molina Jiménez, Historia económica y social e Costa Rica: de la colonia a la guerra civil de 1948 (San José, Costa Rica: Porvenir, 1991).

4 Ana Cecilia Román, El comercio exterior de Costa Rica (1883-1930) (Tesis de Licenciatura, Universidad de Costa Rica, 1978). Jorge León Sáenz, Evolución del comercio exterior y del transporte marítimo de Costa Rica (1821-1900), Colección Historia de Costa Rica (San José, Costa Rica: EUCR, 1997).

5 Pablo Augusto Rodríguez Solano, Cambio y continuidad: La hacienda pública como factor de construcción estatal, Costa Rica (1812-1859) (Tesis de Doctorado en Historia, Universidad Pompeu Fabra, 2013).

6 Carolyn Hall, El café y el desarrollo histórico-geográfico de Costa Rica (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1976). Héctor Pérez Brignoli, “Economía política del café en Costa Rica (1850-1950)”, en: Tierra, café y sociedad, (comps.) Mario Samper y Héctor Pérez Brignoli (San José, Costa Rica: FLACSO, 1994), 83-116.

7 Respecto de la hacienda pública: Pablo Augusto Rodríguez Solano, La cuestión fiscal y la formación de Estado de Costa Rica (1821-1859) (San José, Costa Rica: EUCR, 2017).

8 El general Morazán fue convencido de venir a Costa Rica en 1842 para derrocar a Carrillo, pero cuando se hizo claro que las intenciones de Francisco Morazán eran reconstruir, por la fuerza, la Federación Centroamericana, las mismas personas que lo habían traído lo traicionaron, al respecto: “Exposición de la Sociedad de Geografía e Historia de Costa Rica sobre las verdaderas causas de la caída y muerte del General Don Francisco Morazán”, Revista de Archivo Nacional de Costa Rica (RAN), año VI, n. 1-2, (1942): 7-12.

9 Al respecto: Silvia Castro Sánchez, Conflictos agrarios en una época en transición. La Meseta Central (1850-1900) (Tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica, 1988). Lowell Gudmundson, “Sobre las vías no elegidas: capital comercial y producción cafetalera en el Valle Central de Costa Rica”, Revista de Historia (Costa Rica) 46 (julio-diciembre, 2002), 149-184, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/10225

10 Al respecto: Vicente Gómez Murillo, El futuro del Estado y los Estados futuros: conceptos de Estado e imaginación del futuro en Costa Rica (1821-1848) (Tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica, 2018).

11 Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), Estado de la fuerza, 1825. Fondo: Congreso. Signatura: 238.

12 ANCR, Estado de la fuerza, 1845. Fondo: Congreso. Signatura: 6767.

13 Sobre la población costarricense véase: Héctor Pérez Brignoli, La población de Costa Rica (1750-2000). Una historia experimental, Colección Historia de Costa Rica (San José, Costa Rica: EUCR, 2010).

14 Para un análisis de la composición de las milicias, véase: Esteban Corella Ovares, Las fuerzas armadas y la formación del Estado costarricense (1821-1871) (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2018), 101-113.

15 Esteban Corella Ovares, El Ejército en Costa Rica: Organización de las Fuerzas Armadas, sistema de reclutamiento y la construcción del Estado (1912-1870) (Tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica, 2013).

16 Para una descripción: Obregón Loría, 28.

17 Hay que señalar que este es el mismo hombre que en 1838, siendo capitán, había desconocido al gobierno de Aguilar, lo cual permitió la llegada al poder de Carrillo.

18 El Costarricense. Semanario Oficial, “Carta de renuncia del presidente de la Republica”, n. 51, 17 de noviembre de 1849, disponible en: http://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/periodicos/el%20costarricense/el%20costarricense%201849/kc-El%20Costarricense_Ano3_17%20nov_1849.PDF Castro Madriz admite que se vio en la disyuntiva de renunciar o usar las armas y prefirió la renuncia; esta decisión prueba que, de hecho, sabía que no podía luchar contra los militares que lo habían desconocido.

19 El Costarricense. Semanario Oficial, “El costarricense. Elecciones”, n. 54, 8 de diciembre de 1849, disponible en: http://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/periodicos/el%20costarricense/el%20costarricense%201849/la-El%20Costarricense_Ano3_8%20dic_1849.PDF

20 Este distanciamiento fue especialmente notable a partir de la segunda mitad de la década de 1850, cuando los negocios de Mora empezaron a ir mal y el presidente, aparentemente, hizo uso de su posición como Jefe de Estado para mejorar su situación económica; eso lo llevó a tomar medidas para perjudicar judicial y económicamente a antiguos socios y a promulgar legislación que beneficiaba sus intereses. Fallas Santana, 99-116.

21 Sobre el gobierno de Mora y los militares se ha escrito mucho especialmente debido a la polémica surgida entre algunos investigadores acerca de la figura de Mora, al respecto: Armando Rodríguez Porras, Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los filibusteros, 3era edición (San José, Costa Rica: Eduvisión, 2012). Armando Vargas Araya, El lado oculto del presidente Mora (San José, Costa Rica: Juricentro, 2007).

22 Corella Ovares, Las fuerzas armadas…, 43-44.

23 Ibíd.

24 Joaquín Mora Porras tenía una carrera militar que podía justificar su nombramiento, pues desde la década anterior aparece en las listas de oficiales, por ejemplo, aparece como alférez y subteniente en las altas del ejercito de Morazán el 21 de mayo de 1842. ANCR, Oficiales dados de alta por Morazán, 1842. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 9304.

25 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina, Signatura: 5272. Folio: 39v.

26 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 37v.

27 De hecho, en el interrogatorio a Juan Quirós, este admite que solo consiguió que llegaran unos 20 hombres a la casa de San Juan del Murciélago -Tibás- que los conspiradores usaron como base de operaciones. Al respecto: ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folios: 35-36.

28 ANCR, Libro de hojas de servicio de jefes y oficiales, 1834. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 8680.

29 El Costarricense. Semanario Oficial, “Decreto 14 de 17 de julio de 1849”, n. 35, 28 de julio de 1849, disponible en: http://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/periodicos/el%20costarricense/el%20costarricense%201849/gd-El%20Costarricense_Ano3_28%20jul_1849.PDF

30 El Costarricense. Semanario Oficial, “Contestación del general Flores al ministro de Estado en el despacho de gobernación”, n. 36, 4 de agosto de 1849, disponible en: http://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/periodicos/el%20costarricense/el%20costarricense%201849/ha-El%20Costarricense_Ano3_4%20ago_1849.PDF

31 Después de todo existían precedentes que podrían justificar esta acusación, pues las autoridades británicas –a instancias del gobierno ecuatoriano– habían confiscado los barcos con los que supuestamente Flores transportaría la fuerza que implantaría una monarquía en el Ecuador, véase: Rodolfo Aguado Cantero y Jorge Álvarez Fernández, Juan José Flores, el fundador del Ecuador, 1ª edición (Madrid, España: Ediciones Anaya, S. A., 1988).

32 No existe mención a nada similar a la venta de soldados por parte del Estado costarricense, lo que sí es cierto es que el general Flores organizó, poco menos de un año después, una expedición militar al Ecuador formada por soldados provenientes de varios países del continente americano, incluidos algunos filibusteros reclutados en California, al respecto: Charles Brown, Agents of Manifiest Destiny, The Lives and Times of the Filibuster (Chapel Hill, EE. UU.: University of North Carolina Press, 1980), 164-167.

33 En este caso, las ordenanzas militares españolas, que continuaban vigentes en el país para ese momento, al respecto: Fernando De Salas López, Ordenanzas militares en España e Hispanoamérica (Madrid, España: MAPFRE, 1992). La descripción completa del procedimiento se puede ver en: Ordenanzas de S. M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Exercitos. Tomo III, Titulo VIII (Madrid, 1768), disponible en: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015062801207&view=1up&seq=13

34 Ordenanzas de S. M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Exercitos. Tomo III, Titulo VIII (Madrid, 1768), 249-250, disponible en: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015062801207&view=1up&seq=13

35 Según las ordenanzas, cualquiera que tomara las armas conspirara para hacerlo o no avisara de una conspiración contra las autoridades era culpable de este delito, cuyo castigo era ser ahorcado. Ordenanzas de S. M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Exercitos. Tomo III, Titulo VIII (Madrid, 1768), 315-316, disponible en: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015062801207&view=1up&seq=13

36 Las dificultades para movilizar a las tropas milicianas han sido estudiadas por José Antonio Fernández Molina, “Los ejércitos expedicionarios costarricenses en la Campaña Nacional: campesinos-milicianos ante la disyuntiva entre la obediencia y el grano de oro”, Mesoamérica, 32, n. 53 (enero-diciembre, 2011): 74-105, en: http://www.mesoamericarevista.org/publicacion53.htm#Fernandez

37 ANCR, Sumaria levantada contra el general Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 8.

38 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 8v-9.

39 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 15.

40 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 15v.

41 No se conoce el número exacto de heridos y muertos ocurridos durante la sublevación que acabó con Morazán, pero un documento publicado por la Revista del Archivo Nacional da una lista provisional de heridos y muertos de ambos bandos con los siguientes datos: 44 muertos y 54 heridos entre los sublevados. Entre las fuerzas traídas por Morazán, murieron 11 personas y resultaron heridos 10; junto a estas personas resultaron 4 cartagineses muertos y 26 heridos -entre ellos dos mujeres-. “Lista que manifiesta el número de muertos y heridos en la campaña del 11, 12 y 13 del corriente, sus nombres, apelativos y estado”, RAN, n. 5-6 (mayo-octubre, 1946): 262-264.

42 “Documentos relativos a las negociaciones entre el Gobierno de Costa Rica y el General Isidro Saget”, RAN, año 1, n. 5-6 (marzo-abril, 1937): 261-291.

43 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 12.

44 ANCR, Libro de hojas de servicio de jefes y oficiales. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 2242. Folio: 6.

45 ANCR, Revista de Comisario de San José, 1842. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 9321.

46 De los quince acusados en el documento, nueve eran familiares del general Quirós, todos con puestos de oficiales dentro de las fuerzas armadas del Estado.

47 Hasta ese momento la lealtad de Quirós le había permitido a Castro Madriz sofocar varios movimientos en contra de su mandato, entre ellos los levantamientos de los Alfaro en Alajuela.

48 En esto concuerdan varios trabajos, véase: Rodríguez Porras, Juan Rafael Mora Porras..., 76-77.

49 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 19.

50 ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272.

51 Fallas Santana.

52 La caída de Morazán es un buen ejemplo de esta capacidad, al respecto: ANCR, Pronunciamiento contra Morazán en Alajuela, 11 de setiembre de 1842. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 9385.

54 Los testimonios del soldado Esteban Barrientos y el cabo 1º Francisco Montero coinciden en que tuvieron conocimiento de la conspiración días antes de que ocurriese, eso permite suponer que más miembros de las milicias tuvieron acceso a esa información y, por tanto, es probable que el gobierno conociera del plan. Al respecto: ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. También hay que destacar que compañías de milicias de San Vicente, Mojón, Desamparados, Pavas y Guadalupe se movilizaron rápidamente y aseguraron el orden en la capital, al respecto: ANCR, Pago a compañías movilizadas para repeler el intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 10.591.

55 Incluso permitiendo que el presidente Mora se mostrará magnánimo y conmutará la pena de 10 años de presidio a la que fueron condenados los acusados por el destierro fuera el país por 5 años para los principales cabecillas, 3 años para otros y el confinamiento por un año en Puntarenas a otros. Al respecto: ANCR, Sumaria levantada contra el General Quirós por intento de golpe de Estado, 1850. Fondo: Guerra y Marina. Signatura: 5272. Folio: 56.


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