N.º 82 • Julio - Diciembre 2020
ISSN: 1012-9790 • e-ISSN: 2215-4744
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rh.82.8
Fecha de recepción: 30/01/2020

Entrevista al Dr. Juan José Marín.
Experiencias en el estudio histórico de la prostitución en Costa Rica

Interview with Dr. Juan José Marín.
Experiences in the Historical Study of the Prostitution in Costa Rica

Luis Pablo Orozco Varela*

Resumen: Esta entrevista constituye un material inédito que remite al trabajo del historiador Juan José Marín Hernández (Q.E.D.P), a propósito de su trayectoria en la investigación sobre la historia de la prostitución en Costa Rica. La entrevista fue realizada en febrero del año 2015 y constituyó también una mirada de Marín en torno a la historia reciente de Costa Rica, a través de la cual él analizó problemáticas como el neoliberalismo, el auge del turismo, la exclusión, las desigualdades, la moral pública, entre otras. Su trabajo se vincula con fuentes y autores, algunos de los cuales fueron retomados en el contenido de este diálogo.

Palabras claves: entrevista; Juan José Marín; historia; mentalidades; Prostitución; masculinidades; Costa Rica.

Abstract: This interview constitutes an unpublished material that refers to the work of the historian Juan José Marín Hernández (Q.E.D.P), regarding his career in the investigation of prostitution history in Costa Rica. The interview was conducted in February 2015 and was also a look of Marin around the recent history of Costa Rica, through which he analyzed issues such as neoliberalism, the rise of tourism, exclusion, inequalities, the Public morals, among others. His work is linked to sources and authors, some of whom were retaken in the content of this dialogue.

Keywords: interview; Juan José Marín; History; mentalities; prostitution, masculinities; Costa Rica.

Presentación

Juan José Marín Hernández fue catedrático de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica (UCR), de nacionalidad costarricense, historiador, doctorado por la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Además, fue profesor de la Escuela de Historia y el Posgrado Centroamericano de Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central: Creador de las plataformas virtuales de cursos del CIHAC-EHUCR-PCH; exdirector de Diálogos. Revista Electrónica de Historia. Caben mencionar que fue autor de diversos artículos sobre historia social de la prostitución, el delito y la marginalidad, así como de las nuevas tecnologías y la enseñanza de la historia.

RH: ¿Cómo surge su interés por la historia de la prostitución como tema de investigación académica para el caso de Costa Rica?

JJMH:: La tesis mía surgió de las aulas, de los corredores de la Universidad Nacional, cuando José Daniel Gil,1 después de llegar del doctorado, comenzó a armar diferentes grupos de investigación, unos empezaron a trabajar la policía, otros los delitos contra las mujeres, los delitos contra el honor y así sucesivamente, algunos decidieron investigar el abigeo por provincias u otros temas generales. Él nos facilitaba las lecturas y de ahí surgió mi interés por el tema de la prostitución, pues nadie tomaba el tema que era fundamental para comprender los mecanismos, los castigos y de cómo se podría comprender la sociedad a partir de los expedientes judiciales y policiales, como era el caso de la prostitución.

Yo le dije a José Daniel Gil que si el me facilitaba más libros, yo con gusto me adentraba, porque sabía que había una estigmatización a todos los que íbamos a trabajar el tema, pero que de las discusiones que estábamos dando se podían ver mecanismos importantes que en aquel momento no eran tan visibles en la historia del género, como lo era la historia de cómo se construía la masculinidad y la feminidad, porque en este caso la prostitución reunía tres características muy importantes: era una falta a la moral o un delito, si se quiere llamar así, tolerado y regulado por el Estado; segundo, era una manifestación que podía ser marginal, pero que también podía englobar a las personas de la clase dominante, y tercero, formaba un patrón de sexualidad que iba dirigido no solo a las «mujeres buenas» y «las mujeres malas», sino que también iba dirigido a los hombres, era un campo de trabajo muy interesante. En el trasfondo de la tesis se percibe cómo se produce, a través de los mecanismos formales e informales, la construcción social de la prostitución. En ese sentido, ese fue el inicio del trabajo que hicimos, de esto salieron varios productos, algunos relacionados con música popular, otro que tenía que ver con el análisis de la ciencia, y lo relacionado con la prostitución propiamente; «biblia sanitaria», «breve historia de la prostitución, 1821-2010» y la tesis que se concentró de 1894-1948.

RH: ¿Cuáles fueron las grandes tendencias que usted logró identificar en el estudio del tema para el período 1894-1948?

JJMH: Hay cinco grandes tendencias en este último periodo 1894-1948: 1) la prostitución creaba figuras de la mujer buena y la mujer mala, y cómo el hombre tenía que comportarse con ellas. Es interesante, pues se trata de métodos que se iban adoptando tanto por los sectores populares como por los dominantes. Hay testimonios muy interesantes, donde una mujer dejaba a su esposo por agresión y al final él la acusaba en la dirección de profilaxis, por ser una mujer prostituta, y ella aceptaba volver al hogar y no tener este estigma, entonces aceptaba volver a los golpes, el maltrato verbal, etc.

Desde la clase dominante se luchaba por tener tres tipos de mujeres: la prostituta regulada, reglamentada —la de profilaxis—, la prostituta clandestina y la tercera, la concubina, quien sin ser prostituta formalmente, fue castigada. Por ejemplo, al revisar los expedientes, casi un 30 % son de concubinas. El Estado pretendía formar el concepto de hogar, donde el hombre las dominara, que ellas no tuvieran muchas parejas, que solo una y que constituyeran hogares.

De hecho, dentro de esta tendencia había disposiciones judiciales referentes a si una persona estaba cumpliendo una condena en la cárcel y honraba a una prostituta se condonaba la pena; entonces, esto era un primer elemento fundamental de cómo se imbricaba el concepto de formación de la masculinidad y la sexualidad. Un segundo elemento fue el control de las prostitutas asociado al miedo por las enfermedades venéreas, las cuales se consideraban como un flagelo para toda la sociedad. De hecho, la comunidad científica costarricense, manifiesta en la Revista Ciencia, Farmacia, la Gaceta Médica, la Revista Viva, revistas del período, destaca la experimentación para ir creando mejores inyecciones, a partir de casos que se daban a nivel internacional para ir curando estas enfermedades, que tenían su contraparte en el gran sufrimiento de estas mujeres, por ejemplo, en Costa Rica se practicó «el termo cauterio», lo cual, en el caso de las llagas de gonorrea se pensaba que al quemarlas con hierro candente en la vagina de la mujer se terminaba la enfermedad, cosa que no era cierta.

Por eso los tratamientos tienen todo un carácter de estigmatización social muy alto, de dolor terrible y, tercero, no eran practicados a los hombres. Se creía que el foco de la enfermedad era la mujer y no el hombre, ya con eso creaban un miedo hacia las enfermedades venéreas equivalente a lo que ocurrió en los años ochenta con el SIDA. Un tercer elemento ya global dentro de esta estructura era que las mujeres no provenían del campo como decía la literatura, del San José rural, sino que eran de las zonas urbanas la mayoría y eran muy jóvenes; que tenían como única solución esta salida ante lo que ofrecía la sociedad a través de los periódicos, para salir de los niveles de vida que tenían, la prostitución era una forma; en otros casos muy trágicos era la única oportunidad que tenían las mujeres para sobrevivir en la sociedad, ante la falta de un aparato de seguridad que permitiese a las madres solteras cuidar de sus hijos en mejores condiciones.

Un cuarto elemento que analizamos fue la relación entre las prostitutas y sus comunidades, sus espacios cercanos. Por ejemplo, en la cárcel que era un espacio brutal de las leyes de policía, donde ellas eran siempre culpables, no tenían oportunidades de descargo y aunque no fueran prostitutas o concubinas siempre paraban en la cárcel por lo menos por noventa días. Entonces, en esas condiciones, había aparato legislativo-judicial, represivo totalmente. En este sentido es triste ver que, a muchas de estas mujeres, la sociedad les dejaba como única salida la prostitución para sobrevivir, que además de esa salida, les impregnaba el estigma social y los encarcelamientos injustos, etc.

Y finalmente, hay una preocupación por rearticular la idea de familia, la familia nuclear que se asociaba a lo que Mario Samper2 llamaba las unidades de producción familiar, donde los padres guiaran, y la mujer y los hijos trabajaran en las propiedades. Esto, con el fin de crear un sistema de unidades de producción más eficaz que el que existía antes de 1894, que eran las comunidades, como las comunidades indígenas que tenían sus áreas, sus «tierras comunes», que a partir del 1870 hasta 1900 fueron prácticamente destruidas en el valle central. Ese tipo de propiedad y sustituidas por la idea del matrimonio normal y nuclear. Esas cinco tendencias marcan mucho lo que es un ideal de sociedad y que creaban una serie de contradicciones a sí mismas.

RH: ¿Cuáles tendencia, continuidades y transformaciones destaca usted en el estudio de la temática en el período 1948-2010? ¿Cuáles son los aportes de trabajos como «La breve historia de la prostitución»?

JJMH: La breve historia de la prostitución (1948-2010) fue un libro pensado para un público mayor, originalmente iba a ser para cátedra de las instituciones, que tiene el curso de «Historia de las Instituciones de Costa Rica», en este caso de salud, la política, las instituciones en general. El libro, más que por motivos extraacadémicos, sino por prejuicios, fue sacado de ese proyecto. Siempre lo publicó Alma Mater, a través del profesor Guillermo Carvajal3 y fue un libro que tuvo mucho éxito en las zonas rurales y las sedes, principalmente Guanacaste, Puntarenas y Limón, ahí fue donde se vendió mucho el libro y tuvo esas situaciones. Las ganancias de ese libro le quedaron a un proyecto que se llamaba «La Sala», que era dirigido en ese momento por Jacqueline García4 y que tenía como trabajo comunal universitario devolverle el amor propio a las personas y lo habían perdido en esta situación, eso estaba en el mercado Borbón, en las cercanías. Este proyecto nos permitió a nosotros introducir a los estudiantes en estos espacios marginales; trabajadores sociales, historiadores, entre otros, para tratar de subir ese espíritu de amor personal y cambio cuando ya se había perdido todo.

El libro, a partir de sus propósitos, tenia dos líneas argumentales: 1) hablar de la mujer prostituida en diferentes períodos, por lo cual lo que se trataba de decir era que no existe la mujer prostituta sino la mujer prostituida por la sociedad que le deja las únicas alternativas ahí, 2) ver cómo iba cambiando esa mujer prostituida en los diferentes periodos, desde la época colonial hasta el año 2000. En ese momento, había tres proyectos de ley, uno de Juan José Vargas,5 otro del Movimiento Libertario y otro dirigido por el Partido Unidad Social Cristiana, creo que era don Rafael Ortiz6 quien lo estaba dirigiendo. Los tres tenían como denominador común penalizar aún más a la prostituta y, eventualmente, medio castigar, reprender un poco, al usuario, al cliente. Bueno, esa una línea argumental que se tenía ahí. La segunda línea argumental se relacionaba con que la sociedad tiene elementos estructurales de injusticia, desigualdad, de pobreza, de estigmatización hacia la mujer, que algunas tenían que llegar ahí, y entonces teníamos que juzgar no solo a la mujer prostituida que tenía esa única opción, sino también a la sociedad que no le permitía tener una equidad. Todavía muchas mujeres que se dedican a la prostitución no tienen ni siquiera acceso a la salud, a las clínicas de este tipo, lo que ha sido una reivindicación que se ha generado a través del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM), del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) y otras organizaciones sociales muy importantes. 

La tercera línea era analizar las consecuencias que tenía la prostitución en las diversas personas, tanto el cliente como en las mujeres, las instituciones y la sociedad misma, repercusiones que iban variando de acuerdo con las particularidades de cada período. Solo por citar un ejemplo, entre 1894-1940, había énfasis en el peligro relacionado con la sífilis, la gonorrea; luego en otro período cuando llegó el problema del SIDA y así, sucesivamente, estudiamos cómo la sociedad puede llevar a la persona a vivir episodios de tragedia como los que hemos mencionado.

RH: ¿Cómo evalúa usted el estudio histórico de la prostitución masculina en diálogo con la femenina Costa Rica, en qué período usted situaría la emersión de ese fenómeno?

JJMH: En cuanto a la prostitución contemporánea, casi siempre hay ciertos paralelos, hacer la historia de la prostitución en términos históricos es muy difícil. Recuerdo los trabajos de Jacobo Schifter,7 él tiene una novela muy interesante que se llama Pagos de polaco, que narra cómo en Alajuela surge; por ejemplo, hay un bar, donde llegan los hombres jóvenes y entonces los chiquillos que pasaban ahí decían que a los hombres les salían pechos, entonces lo que quiero rescatar es que era una prostitución casera, interna, no visible a la sociedad, etc. Además, está la prostitución de los marineros que siempre ha existido y que hay toda una serie de anécdotas en torno a esto, y que Jean-Louis Guereña8 ha trabajado muy bien para el caso europeo y principalmente español, y esa tendencia se mantuvo hasta 1970.

De modo similar sucedió con la prostitución femenina, hay contexto insoslayable con el default económico que no comenzó en 1978, sino ya a inicio de la década de 1980, por ejemplo, el desorden de las regiones, las migraciones masivas, la creación de tugurios, la apuesta a un turismo cada vez más extranjero, que convirtió a Costa Rica en la década de los ochenta y noventa, en un Estado que afrontó a nivel internacional medidas cautelares contra el país, porque estaba promoviendo la prostitución y el turismo sexual, tanto para hombres como para mujeres. Es notable que después de la década del setenta se trata de una prostitución que se fue diversificando, ya no solo eran prostitutas de night club», prostitutas del jet-set como le llamaban en algún momento que eran para diputados, ministros, presidentes y cosas de este tipo, también había la prostituta callejera, la prostituta de burdel, lo que llamaban en aquella época vulgarmente los comederos o los chisperos.

A partir de los setenta, comienzan a surgir hombres, que en otra época se llamaban gigolo pero ya son profesionales, para ofrecerles servicios sexuales a las mujeres de clases medias y altas. Asimismo, se produce el comercio sexual de mujeres para atender a otras mujeres, las masajistas, la prostitución de menores ya muy alta, y aquí viene ya también el caso de la prostitución que se va definiendo por prácticas sexuales de las que hacían masajes como el tailandés y otros. Cabe mencionar a las prostitutas que aceptaban sexo anal y cosas de ese tipo. Y en el caso de la prostitución masculina, comenzó a surgir esto, toda una diversificación, surgieron travestis, que es muy curioso pues en Europa hay travestis para mujeres no solo para hombre. En Europa, por ejemplo, recuerdo en España hablando con un antropólogo, cuando estábamos haciendo esta tesis, me señalaba que había muchos hombres que aceptaban sexo de este, porque no se aceptaban como homosexuales y estaban siendo penetrados por una mujer, o estaban penetrando a un hombre, pero imaginando que penetraban a una mujer y ese tipo de situaciones.

Aquí yo creo que la riqueza de los trabajos y esa diversificación nos la da Jacobo Schifter en todos sus estudios: el cachero, el camionero, la mujer, el hombre prostituido, entre toda esa situación, mucho niño en la calle que también tiene esa particularidad. El parque La Sabana fue reconocido como un lugar, por mucho tiempo, donde llegaban hombres que por unas tenis prostituían niños, cosas de ese tipo. La drogadicción tiene un papel fundamental en toda esta transformación, y poco a poco, centros nocturnos como La Avispa que es uno de los más viejos, después se diversifican hasta llegar a Puchos. Entonces es posible ver que, en los periódicos nacionales, Diario Extra y La Nación ya se habla de sexo de hombres con hombres, de masajes para hombres. Inclusive La Nación fue la primera en colocar anuncios de sexo, lo cual consituye una doble moral también, ya que se escandalizan con la prostitución masculina y femenina, pero en sus páginas de anuncios están plagados de anuncios explícitos de sexo, lo cual no contribuye a hacer legítimos sus reclamos. Entonces, lo que quiero señalar es que antes del 1970 era muy casera la prostitución de hombres, y después del setenta, con este modelo importante de diversificación del turismo, en medio de un default económico total, nuestro país estaba destruido económicamente, y nuestras clases dominantes optaron por el turismo sexual antes que otro tipo de turismo, hasta ser llamada la Tailandia de Centroamérica o de América Latina.

RH: A partir de sus trabajos, ¿qué ha sido posible identificar en torno al estudio histórico de las clientelas de la prostitución?

JJMH: El estudio del cliente se complejiza en las fuentes judiciales, tiene un alto grado de opacidad. Uno puede detectar siempre cómo cambia el mercado de la prostitución, es la única manera de poder entender a dónde va el asunto y ver qué tipos de sujetos prostituidos hay; mujeres, hombres, sujetos prostituidos, en el sentido de que no son responsables, sino que esta situación es producto de la sociedad. Es muy difícil detectar al cliente, se lleva a cabo esta identificación por medio de las prácticas que hay y el tipo de prostituta que existe, por ejemplo, es muy diferente la gente que va a La Avispa de la gente que va a Puchos o gente de estas salas de masajes de hombres.

¿De dónde derivan las diferencias? Es importante conocer cuáles son los servicios, cuáles se están ofertando, qué es lo que piden, pues ellos se adaptan —los hombres en prostitución— a la clientela. Eso es un elemento fundamental, pero siempre hay una opacidad marcada a la hora de estudiar clientes. Si lo vemos desde un estudio del presente, la única manera de hacerlo es sentarse en un bar o en un night club, a la par de un muchacho que asista a estos lugares y comenzar a establecer una relación con él, a hablar de sus problemas y que establezcas esa situación. Se ha detectado mucho en esos lugares, hay una cultura de muy «hombre», muy masculina en un night club donde la gente conversa, y es posible ver la lógica que está surgiendo detrás, es un trabajo casi etnológico que hay que hacer, pero que es muy difícil de hacer retrospectivamente desde el campo de la historia, pues no vas a encontrar cartas de amor ni grabaciones ni ninguna declaración judicial del porqué estabas ahí, ser cliente es un asunto de opacidad.

RH: Jacobo Schifter trata, en sus últimos estudios, sobre una doble moral histórica que data incluso de tiempos coloniales, ¿cómo analiza usted ese fenómeno, ha podido identificarlo en sus estudios históricos?

JJMH: Es muy difícil ver históricamente cómo se forma esa doble moral, porque entra en juego la mercantilización y fetichización de las personas como objeto importante. Yo tengo un trabajo muy interesante sobre la década de los cuarenta, cuando se censuraba la música popular, a Daniel Santos, a Agustín Lara, entre otros; hay otra parte de la burguesía que más bien ponía anuncios de jabón y fomentaba esa música popular por criterios mercantilistas. Ese es un ejemplo que podemos ver de doble moral que cae sobre el resto de la población: fetichizar a las personas, quitarles la esencia y el objeto que se tiene. Poca gente va a un night club y se sienta a hablar con una prostituta para ver cuál es su vida, sus convicciones, cómo se siente ahí, porque salen historias muy bonitas, historias geniales, y entonces a mucha gente le ha pasado que se comunica con ellas y hay una cierta familiaridad, la persona deja de ser un objeto sexual y reconoce su dimensión humana. Se comienza a tratar con personas, y eso es una cuestión que nos falta como sociedad.

El concepto de travesti apareció para fetichizar y cumplir sueños a una clientela muy específica, produciéndose una fetichizacion de estos grupos. Entonces la doble moral es espectacular en este caso, mientras una prostituta no se mete con mi hijo, decían los zapateros y artesanos, no hay ningún problema; pero cuando se metía con algún miembro de la familia, ahí sí se estigmatizaba y toda la carga moral que eso involucraba, aunque ellos, los trabajadores, también habían sido usuarios. Ahí cambian las cosas, a mí me tocó ver expedientes de un artesano que defendía a una prostituta en el barrio, pero cuando se metió con uno de sus hijos, él mismo corrió a denunciarla, entonces ahí vemos esa doble moral.

RH: Finalmente, ¿cuál considera ha sido la contribución que desde la historia se ha llevado a cabo para el estudio de las masculinidades?

JJMH: Cabe mencionar que el Estado, desde sus orígenes, pretendía formar un concepto de hogar, en donde el hombre las dominara, que ellas no tuvieran muchas parejas, que solo una y que constituyeran hogares. De hecho, dentro de esta tendencia había unas disposiciones judiciales, por ejemplo, que si una persona estaba cumpliendo una condena en la cárcel y honraba a una prostituta se condonaba la pena, entonces esto era un primer elemento fundamental de cómo se imbricaba el concepto de formación de la masculinidad y la sexualidad.

A modo anecdótico, recuerdo un caso que me impactó mucho hace unos años: uno de los guardas de Puchos, que era muy popular ahí en una región periférica de Cartago, de un barrio marginal, llegó y de guarda terminó siendo oferente de servicios sexuales. Entonces le preguntó un médico —yo iba con él, los médicos hacen este tipo de investigaciones para comprender prácticas sexuales y todo—, cuál era la razón de ejercer el servicio sexual. Él decía que se había hecho hombre prostituido para que su mujer no se prostituyera, y que él prefería prostituirse en lugar de su mujer y sus hijos. Entonces se trata de elementos muy duros para la sociedad y que están presentes a la hora estudiar la prostitución y la formación de masculinidades.

Alguien que ha trabajado temas de masculinidad en Costa Rica es Mauricio Menjívar,9 se trata de uno de los primeros investigadores que rompen el mito y entran en la cultura de la construcción de la masculinidad que es un elemento fundamental para comprender la prostitución masculina. Son casi matemáticas las relaciones entre la formación de masculinidades, la producción de deseos y la prostitución, sus cambios inciden recíprocamente, en cuestión del tipo de prostitución. Voy a ponerte un ejemplo, de todo lo que ha trabajado Jacobo Schifter con la figura del cachero, que como lo describe él es un macho masculino, no es el homosexual. El homosexual es el que se deja penetrar, entonces es posible percibir, con este ejemplo, cómo se entiende la masculinidad y cómo se transfiere a la prostitución. Entonces este cachero llega y penetra, y cómo él no es penetrado, por lo tanto, no es homosexual, es un hombre de pelo en pecho, como decían en los años cuarenta, pero que no se autoidentifica como homosexual. Digamos que ahora que hay una sexualidad más libre puede haber bisexuales que tienen su esposa y que, por tener sexo con un hombre o pagar por sexo con un travesti, por ponerte otro caso, no está perdiendo su masculinidad. Eso es toda una línea de investigación muy interesante, que atraviesa al cliente y al hombre prostituido.

San Pedro, San José, febrero de 2015


* Costarricense. Máster por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), Brasil. Académico de la Escuela de Historia, Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Correo electrónico: luis.orozco.varela@una.cr..

1 José Daniel Gil Zuñiga. Catedrático, Escuela de Historia, Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Experto en temas de historia de las mentalidades.

2 Mario Samper Kutschbach, catedrático de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Doctorado en Historia por la Universidad de California en Berkeley.

3 Guillermo Carvajal Alvarado es un geógrafo, profesor e historiador costarricense.

4 Jacqueline García Fallas es catedrática de la Universidad de Costa Rica, doctora en Educación por la misma universidad.

5 Juan José Vargas Calvo es un político, presentador de televisión y motivador profesional de Costa Rica. Vargas fue diputado por la provincia de San José para el período 2002-2006.

6 Rafael Ángel Ortiz Fábrega es un político y abogado costarricense. Diputado por la provincia de Alajuela para el período 2014-2018 y presidente de la Asamblea Legislativa en el período 2015-2016.

7 Jacobo Schifter Sikora Historiador, Doctor en Historia por la Universidad de Columbia, experto en temas de sexualidad.

8 Jean-Louis Guereña. Historiador e hispanista francés. Catedrático de la Universidad François Rebelais de Tours.

9 Mauricio Menjívar Ochoa. Doctor en Historia, Magister en Ciencia Política y Bachiller en Sociología por la Universidad de Costa Rica (UCR). Catedrático de esta universidad.


Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

EUNA UNA

Escuela de Historia, Universidad Nacional, Campus Omar Dengo
Apartado postal: 86-3000. Heredia, Costa Rica
Teléfono: (506) 2562-4125
Correo electrónico revistadehistoria@una.cr