N.º 87 • Enero - Junio 2023
ISSN: 1012-9790 • e-ISSN: 2215-4744
DOI: https://dx.doi.org/10.15359/rh.87.13
Licencia: CC BY NC SA 4.0

sección América LatinA

Estudio de la morfología urbana: Un acercamiento al pensamiento europeo en la construcción de la Ciudad de México

Study of Urban Morphology: An Approach to the European Thinking in the Construction of the First Mexico City

Estudo da morfologia urbana: uma aproximação ao pensamento europeu na construção da Cidade do México

Rodrigo Octavio Tirado de Salazar*

Resumen: La visión tradicional que tenemos en México sobre la conquista y la instauración de la Nueva España resulta reduccionista y grandilocuente. Las investigaciones desarrolladas en las últimas dos décadas han permitido un conocimiento del pasado mucho más detallado que, de la mano de la transdisciplinariedad, ha provisto a la investigación de un enorme acervo de herramientas para el conocimiento del pasado. El presente artículo pretende abordar el tema de la creación de la primera Ciudad de México mediante la adaptación de la ciudad prehispánica que la precedió para acercarnos a la mentalidad de los conquistadores castellanos y al mismo Hernán Cortés por medio del análisis de fuentes, de los análisis urbanos y del trabajo historiográfico para esbozar la imagen de unos conquistadores que fueron pragmáticos y que modificaron y construyeron la Ciudad de México paleohispánica como pudieron, para defenderse de unos enemigos, imaginarios o reales, que podían ser mexicas, pero también europeos.

Palabras claves: Ciudad de México; conquista; urbanismo antiguo; Hernán Cortés; historia; México Virreinal.

Abstract: The traditional vision that we have in Mexico about the conquest and establishment of New Spain is reductionist and grandiloquent. The research carried out in the last two decades has allowed a much more detailed knowledge of the past which, hand in hand with transdisciplinarity, has provided research with an enormous wealth of tools for understanding the past. This article aims to address the issue of the creation of the first Mexico City by adapting the pre-Hispanic city that preceded it to approach the mentality of the Castilian conquerors and Hernán Cortés himself through the analysis of sources, analysis urban and historiographic work to outline the image of conquerors who were pragmatic and who modified and built paleohispanic Mexico City as best they could to defend themselves against enemies, imaginary or real, who could be Mexica, but also European.

Keywords: history; Viceregal Mexico; Mexico City; Hernán Cortés; America’s conquest; Urbanism.

Resumo: A visão tradicional que temos no México da conquista e estabelecimento da Nova Espanha é reducionista e bombástica. As investigações desenvolvidas nas últimas duas décadas permitiram um conhecimento muito mais detalhado do passado que, a par da transdisciplinaridade, dotou a investigação de um enorme acervo de ferramentas para o conhecimento do passado. Este artigo pretende abordar a questão da criação da primeira Cidade do México adaptando a cidade pré-hispânica que a precedeu para se aproximar da mentalidade dos conquistadores castelhanos e do próprio Hernán Cortés através da análise de fontes, análise urbana e obra historiográfica traçar a imagem de alguns conquistadores que foram pragmáticos e que modificaram e construíram como puderam a paleo-hispânica Cidade do México, para se defenderem de inimigos, imaginários ou reais, que podiam ser mexicanos, mas também europeus.

Palavras chaves: Cidade do México; conquista; urbanismo antigo; Hernán Cortes; história; Vice-rei México.

Introducción1

El presente trabajo trata de hacer una lectura de la primera ciudad de México tras la caída de la cabecera imperial mexica y antes de la llegada del primer virrey, Antonio de Mendoza, quien fue un aficionado al urbanismo renacentista y, por este motivo, hizo, en la capital novohispana, una reforma urbana para adaptarla a los preceptos del renacimiento.

Es decir, el trabajo que se irá desarrollando a continuación trata de leer de forma transdisciplinar la morfología urbana2 para, de esta manera, acercarnos al pensamiento de los conquistadores de México-Tenochtitlan, quienes representaron la autoridad de facto entre los años de 1524 y 1535.

Si consideramos que el análisis de la trama urbana por medio de la metodología arqueológica en principio no está sujeta al discurso, también deberíamos considerar que el discurso, tanto de poder como político, económico y social, existe en ella y, por lo tanto, la trama urbana es legible y nosotros podemos aproximarnos a esta lectura.

A la vez, existe un problema que se encuentra abierto hasta el día de hoy y que podemos rastrear hasta principios del siglo XX. Ese problema es el de definir los límites y las características de la ciudad castellana que se construyó como núcleo urbano europeo en el islote donde se encontraba la ciudad de México-Tenochtitlan.3 Debo puntualizar que la intención de este trabajo no es la de cerrar el tema, ya que ninguna de las teorías están comprobadas al cien por ciento, sino que, por el contrario, la intención es dar una aproximación más al problema para, así, complementar el conocimiento con el que contamos hoy en día, quinientos años después del contacto entre la cultura castellana y la mexica, sobre la fundación de la ciudad de México en su vertiente castellana y la forma en que pensaban los conquistadores de México-Tenochtitlan, en especial Hernán Cortés.4

Para comenzar a hablar del tema, resulta fundamental considerar que la primera ciudad de México, aquella que comienza tras la caída de la ciudad mexica y que finaliza con la llegada del virrey Mendoza, tuvo, desde un principio, una gran cantidad de población. Esto no debería suponer una sorpresa para quien lee, porque sabemos que la ciudad prehispánica albergó unos 100 000 habitantes como nos confirma Kubler.5

En este sentido, «La ciudad de México no es, entonces, una aglomeración cualquiera; es cuantitativamente la primera ciudad europea de América y, vista desde el Viejo Mundo, esta era una ciudad más poblada que Sevilla, Lisboa o Roma».6

Es así como hablar de la historia de esa primera ciudad de México resulta complejo porque es necesario concebirla como una megalópolis desde tiempos prehispánicos y, además, se requiere comprender que fue un periodo temporal marcado por el contacto y la transformación constante de la ciudad; sumado a esto, se debe poner atención a los planes y a los procesos constructivos que la modificaron urbanísticamente.

En su gran mayoría, la academia pensaba, antes de la década de 1930, que la ciudad había sido arrasada tras la conquista castellana como podemos constatar en las siguientes citas de Galindo y Villa, «Con más exactitud podemos aplicar la terrible sentencia a Tenochtitlán, que esa sí fué totalmente arrasada, no pudiendo de ella conservarse en pie ni un muro, ni una construcción, ni un resto que acusara su pasada grandeza».7

Es verdad que la ciudad castellana se impuso sobre de Tenochtitlan. Sin embargo, hoy en día, resulta idealista afirmar que la ciudad prehispánica fue destruida al cien por ciento para dejar llano el espacio central del islote y, de esa manera, poder comenzar la construcción de la ciudad castellana la cual no tendría ningún elemento común con la ciudad prehispánica. Al respecto Cortés Rocha nos dice: «[…] inicialmente se respetó la existencia de algunos templos indígenas que quedaron según Cortés para memoria de lo que había sido la ciudad conquistada estos fueron demolidos a instancias del Virrey Mendoza […]».8

En otras palabras, la primera ciudad de México convivió con algunos elementos de la ciudad previa a ella. Esto sucedió durante el primer periodo que está caracterizado por ser la ciudad planeada y gobernada por los conquistadores. El segundo periodo fue el virreinal y en él, Mendoza, parece haber decidido borrar el recuerdo de la ciudad antigua sobre la que la nueva estaba asentada.

Es decir, la ciudad de México, en sus primeros momentos, seguía manteniendo los templos prehispánicos por orden de Cortés. Guillermo Tovar de Teresa nos ayuda a confirmarlo:

Cortés quiso conservar el asiento de la ciudad y algunos cúes «para memoria». «Reedificó» lo que «deshizo». Destruyó ídolos, pero no arrasó templos. En esa ciudad de transición coexistían las casas de los caciques, los teocalis semiarruinados, y su inmensa casa-fortaleza al lado de una modesta catedral y unas cuantas casas de españoles.9

La cita anterior nos da una idea de cómo fue esa ciudad paleohispánica en la que la «Traza» que era la ciudad castellana que estaba salpicada de estructuras mexicas. Es decir, por el contrario de lo que se ha creído, hasta la primera mitad del siglo XX, la ciudad europea tuvo una gran cantidad de elementos indígenas que determinaron parte de su trazado, dimensiones y demás características. Mier y Terán nos dice: «Aprovechando las construcciones que habían quedado en pie, probablemente las pirámides de los templos indígenas, los palacios de los señores principales y las paredes y muros de edificios comunales, la ciudad de México-Tenochtitlán va adoptando su nueva personalidad».10

El primer lugar donde se asentó Cortés cuando fue consumada la conquista de México-Tenochtitlan fue Coyoacán. Esta población se encontraba en tierra firme y suponía la posibilidad de no habitar dentro del islote que había sido asediado por los conquistadores, los cuales no querían ponerse en la misma situación en que estuvieron sus adversarios durante la guerra. Galindo y Villa nos dice al respecto:

En consecuencia, no pudieron los conquistadores instalarse luego en la vieja Capital, resolviéndose Cortés a retirarse a la cercana Villa de Coyohuácan [Coyoacán]; empero, como lo hizo al fundar Villa-Rica, también lo repitió en este caso: nombró Ayuntamiento que legalizara los actos de su gobierno; quedaron designadas las primeras autoridades, y después existió la Ciudad.11

Carlos Pereyra también confirma esta información:

Lo primero que hizo Cortés fue ordenar la reparación del acueducto. Retirándose de aquellos lugares, pasó unos días en el real, y a los trés o cuatro eligió para su residencia la más hermosa de las poblaciones a la orilla del lago. Coyohuacan, convertida en Coyoacán por Cortés y llamada definitivamente Coyoacán, fue el sitio donde residió el primer gobierno de la Nueva España.12

Las primeras acciones emprendidas por Cortés fueron, como dice Galindo y Villa, una réplica de la fundación de la Veracruz al haber nombrado un cabildo que fuera legalizando todas y cada una de las nuevas acciones emprendidas por el conquistador. Lamentablemente, las primeras actas de cabildo de la ciudad de México se perdieron durante un incendio. Por este motivo, contamos con las actas a partir del 8 de marzo de 1524 cuando los castellanos ya estaban establecidos en la ciudad de México.

El lugar de asentamiento donde Cortés decidió establecer su nueva ciudad es un tema que requiere especial análisis porque, como Manuel Toussaint nos dice:

[…] questando un día en dicha cibdad al tiempo que la conquistaba el dicho D. Fernando Cortés, le oyó decir que habían de despoblar esta cibdad e hazalla fuera, e que si en ella se viniesen a vivir algunos indios, que había de mandar a hacer una horca en medio de la Cibdad para ahorcar en ella a cualquier indio que en ella viniese a vivir.13

Estas fueron las declaraciones de Cortés al referirse, en un primer momento, a la posibilidad de asentar población en la ciudad recién conquistada. Es decir, la primera reacción del conquistador fue negar todo tipo de ocupación en Tenochtitlan tanto para la población indígena que, lógicamente, no convenía que se hiciese del islote una vez más, como para la población peninsular.

Es un hecho que en el ambiente entre los conquistadores se podía apreciar el descontento por establecerse en la capital mexica. Especialmente puedo inferir dos factores que llevaban a los castellanos, en general, a oponerse a la ocupación del islote. La primera de ellas era el del asedio sufrido por la población tenochca y, la segunda era la falta de agua dulce que llevó a los mexicas a la derrota que los castellanos no querían vivir en carne propia.

La tendencia general de los conquistadores era la negativa al establecimiento de la capital en el mismo lugar donde estaba la ciudad prehispánica de Tenochtitlan. Esto incluía a Hernán Cortés y a sus hombres más cercanos. Sin embargo, en algún momento hubo un cambio radical de dirección en el pensamiento cortesiano. Si en un principio se expresaba como quien se niega rotundamente a establecerse en el islote, poco tiempo después decide establecer la capital en el mismo lugar donde estuvo Tenochtitlan.

Sobre el cambio de rumbo de Cortés no contamos con ningún documento que nos aclare esta reacción más allá de sus propias declaraciones. Al respecto Pereyra dice «En octubre de 1524 ya Cortés hablaba, no sólo como quién por fuerza se decide a tomar un partido, sino como un entusiasta, pues decía que siempre deseó reedificar la ciudad [por la grandeza y maravilloso asiento della]».14

La mayor parte de las razones que tenían los castellanos para no repoblar el islote eran del tipo urbanísticas, sin embargo, como nos dice Valero de García: «[…] las razones urbanísticas pasan a un segundo plano por causa de orden político-militar; es decir, para evitar un posible renacimiento de Tenochtitlán, en caso de dejarla libre, Cortés decide fundar la nueva capital de México, sobre la isla destruida».15

Ciertamente, una parte de los factores de asentamiento eran políticos e ideológicos. Sin embargo, existen varias razones por las cuales Cortés pudo haber tomado la decisión de establecer la nueva ciudad en el mismo lugar que fue ocupado por México-Tenochtitlan.

De esta manera Kubler nos habla de tres tipos de consideraciones que, según su opinión, deberíamos tener en cuenta a la hora de analizar las razones del lugar de establecimiento de la ciudad; «Tres series de consideraciones interrelacionadas intervinieron en esa decisión: la capacidad económica del lugar, su valor estratégico y su prestigio tradicional [Renombre e importancia]».16

Ciertamente, considero que parecen bastante acertados los factores estratégicos y de prestigio tradicional, sin embargo, la capacidad económica de la isla no es un verdadero factor de peso a la hora de decidir el lugar de emplazamiento. Por lo menos, no puede ser tomado como una ventaja sino, más bien, como una desventaja que acentúa los demás factores. Hay que recordar que la decisión de dónde asentar la ciudad variaba básicamente entre la tierra firme y el islote por lo que, lógicamente, considero que la tierra firme tendría mucho mayor potencial económico en el siglo XVI que el islote rodeado de agua salada.

El factor psicológico e ideológico fue, sin duda, uno de los elementos que impulsó la decisión de establecer la ciudad en el islote «ya que una nueva ciudad sobre las ruinas de Tenochtitlan sería con el tiempo lo más conveniente, ante todo desde un punto de vista psicológico».17

Por el lado religioso, Eduardo Matos Moctezuma nos dice:

El Templo Mayor es el lugar por donde lo mismo se sube a los niveles celestes que se puede bajar al inframundo; de él parten los cuatro rumbos universales. Por lo tanto, se considera el centro de centros o, como lo hemos llamado también, el centro fundamental […] así como el Templo Mayor es el centro fundamental, el recinto ceremonial a la vez se constituye en centro de lo sagrado y habitación de los dioses y la ciudad de Tenochtitlan también tendrá el carácter de centro, como lo tiene el fogón en cualquier casa.18

Retomando lo psicológico, debemos considerar dos factores; por uno Cortés trata de que los indígenas sientan que son asimilados por la cultura peninsular y, a la vez, que su propia cultura cambió ontológicamente para convertirse en la nueva cultura novohispana de forma natural. Por otro lado, Cortés puede ser que quisiera ser él mismo asimilado por la cultura mexica y formar parte de un eslabón más de la historia de ese pueblo como «Señor de México» y, posiblemente, como vasallo del emperador.

Desde el punto de vista poliorcético vemos que en palabras de Kubler «Aun cuando los partidarios de Cortés deseaban establecerse en Coyoacán, Tacuba o Texcoco, esto es, en tierra firme, Cortés consideraba que la isla sería un lugar tan seguro para los europeos como lo había sido para los indígenas».19

Me parece que la cita de George Kubler explica una parte del porqué de la decisión de Cortés. Sin embargo, también podría estar influida por el miedo a ser traicionado por los propios castellanos, quienes estaban, lógicamente, al acecho del poder.

Uno de los factores que no debemos dejar de lado es el intento cortesiano por lograr la asimilación de la cultura indígena en la peninsular y viceversa. Da la impresión de que Cortés no pretendía que la cultura indígena fuera absorbida por la cultura peninsular, sino que lo que él buscaba era crear un modelo mestizo. Prueba de ello es el nombramiento del Cihuacoatl20 como un cargo público perteneciente a las estructuras de la primera ciudad de México. De esto nos habla Pereyra en el siguiente fragmento: «Lo primero que hizo Cortés al emprender la reedificación de México, o más bien dicho, su edificación con traza española, fue dar cargos públicos a los indios que antes los habían desempeñado, como el de Cihuacóatl».21

De forma sintética, probablemente los factores que determinaron el lugar dónde se estableció la nueva ciudad fueron, por un lado, políticos y militares y, por el otro, psicológicos y religiosos. A la vez estos dos grupos de factores tienen dos lados, por el lado militar, es una constante el que los autores que han estudiado la traza vean el temor de Cortés a que los mexicas organicen una contraofensiva a traición. Sin embargo, a pesar de ser este factor bastante probable, es también importante considerar que Cortés podía temer a que la ofensiva, a la que muy probablemente tendría que enfrentarse, fuera castellana y no mexica.

Por otro lado, el factor político hace pensar en la necesidad de mantener el control del territorio por encima de las ambiciones de los compañeros de Cortés y, al mismo tiempo, tener que validarse políticamente frente a los mexicas, los cuales habían sido conquistados y albergaban, lógicamente, una gran cantidad de rencor hacía Cortés y sus hombres.

El factor político nos lleva directamente al factor psicológico, porque el segundo se presenta como la manera por medio de la cual poder alcanzar el primero. Así, se hace presente el factor psicológico como una razón fundamental por la cual Cortés decide establecer la ciudad de México dentro del mismo lugar donde se encontraba anteriormente la capital mexica y esto no podría darse sin el factor religioso dentro de la cosmovisión del pueblo conquistado, el cual logra aunar el pensamiento prehispánico con la nueva ciudad y, así, la cultura anterior queda entremezclada con la cultura recién llegada.

¿Quiénes fueron sus primeros urbanistas europeos?

En el momento en que comenzamos a preguntarnos sobre la identidad de las personas que intervinieron en el trazado de la ciudad de México nos encontramos con que gran parte de la tradición le adjudica esto a Alonso García Bravo, quien tiempo después de la construcción de la ciudad de México fue nombrado Alarife de Antequera. Sin embargo, la investigación ha continuado hasta nuestros días y, gracias a ello, al seguir investigando llegamos a la, inevitable, conclusión de que no fue solamente García Bravo quien planeó la ciudad.

Varias personas deben haber intervenido en la organización y la traza de la nueva ciudad, desde luego; Cortés como capitán general y como comandante del grupo, tiene siempre la última palabra, y así le encarga a uno de los conquistadores de nombre Alfonso García Bravo… el trazo de la nueva ciudad.22

De la misma forma como Valero piensa que fueron varios los personajes que intervinieron en la Traza. Don Manuel Toussaint fue el precursor de esta teoría con las siguientes palabras:

Considero pues, que los testimonios que hay para asentar quienes hicieron la traza: Alonso García Bravo o Bernardino Vázquez de Tapia son pobres. Con todo y ello, no teniendo otros datos históricos por el momento que nos permitan sostener que ellos no lo fueron, o que participaron en el trazo otras personas […] tenemos forzosamente que recurrir a esas declaraciones a falta de mayores fuentes veraces.23

Más allá de las conjeturas que podemos hacer sobre la verdadera identidad de los individuos relacionados con la planeación y el trazado de la primera ciudad de México, podemos decir que la participación de Alonso García Bravo en el proyecto es algo constatable.

García Bravo fue un geómetra o jumétrico nacido en Ribera del Fresno en la actual Extremadura, al cual se le había encargado la planeación y ejecución de una fortaleza en Pánuco24 y otra en Veracruz.

A partir de estos trabajos, una vez concluida la conquista de México, Alonso García Bravo fue requerido como nos los dice Jorge Iturribarria: «Concluido el sitio y toma de Tenochtitlán, Cortés lo mandó llamar a México para que emprendiera el trazo de la nueva ciudad, trabajo no iniciado probablemente hasta 1523, después de haberse retirado los cadáveres, escombros de los edificios demolidos y el lodo acumulado de las acequias».25

Es muy probable que García Bravo poseyese buenos conocimientos de urbanismo y, especialmente de trazado urbano que fraguaron con la práctica que le otorgó la planificación de las fortalezas antes mencionadas en Veracruz y el río Pánuco.

A pesar de estas afirmaciones, es cierto que la bisnieta de García Bravo solicitó un juicio para poder recibir regalías por las hazañas de su bisabuelo. En el juicio se cita a gran cantidad de gente que lo conocía y que vio los trabajos que realizó al igual que constan unas declaraciones juradas y escritas por notario del mismo Alonso García Bravo. Sin embargo, en ellas él no menciona la traza de la ciudad de México y comparto la opinión de Don Manuel Toussaint que nos dice al respecto: «Cómo es posible entonces que, habiendo participado de una manera tan destacada en el asentamiento y demarcación de la ciudad de México, García Bravo, pasara por alto este hecho tan significativo».26

Acerca de este hecho, puede tener una explicación alternativa y es que, como postulan los autores antes citados, Alonso García Bravo no fuera el único planeador de la ciudad como afirmó Hernán Cortés, sino que fuera un grupo de personas las que planearon la ciudad incluyendo a Cortés. Lo que puedo haber sucedido a la hora de ser transcritos los nombres de las personas a las que se encargó la planeación de la ciudad fue que las preferencias políticas de Cortés limitaran los nombres mencionados y, así, en el momento que en que García Bravo fue entrevistado, como sus vecinos sabían que no era el único que había planeado la ciudad de México, decidió mencionar los proyectos que sí eran de su entera autoría como son las fortalezas de Veracruz y del río Pánuco y, su obra más importante, la ciudad de Antequera, actual ciudad de Oaxaca.

Con respecto al trazado y construcción de esta ciudad, Luis Weckmann nos dice: «El ilustre Alfonso García Bravo, designado por el cabildo el 14 de enero de 1527 con un sueldo anual de 150 pesos de oro, mismo que percibió hasta que en marzo de 1530 partió rumbo a Oaxaca para encargarse de trazo de esa ciudad».27

El hecho parece ser del todo constatable y nos obliga a pensar que, efectivamente, si no fue el único que planeó la traza de la primera ciudad de México, su obra principal de la que él querría jactarse frente a todos sus contemporáneos fue la planeación de la ciudad de Antequera.

Si la parte que corresponde a García Bravo está zanjada es importante reconocer que Hernán Cortés fue necesariamente una de las personas que influyó en mayor medida en el diseño de la traza, ya que el Capitán parece no haber sido ningún ignorante, que en palabras de Rafael López Guzmán «Tenemos que señalar que ya Hernán Cortés tenía conocimientos urbanísticos y comprensivos del territorio».28

Un buen ejemplo sobre la cantidad de poder que tenía Cortés en la primera ciudad de México nos lo da Sánchez de Carmona cuando nos habla de las acciones que llevó a cabo Cortés a su regreso de las Hibueras: «Cortés, al regresar, [26 de junio de 1526] revocó estas donaciones, lo que muestra que, a cinco años de terminada la conquista, todavía su opinión pesaba inclusive sobre la del Cabildo».29

Si el poder de Cortés era tan grande para 1526 podemos suponer que en 1523 y 1524, que es el momento que se planeó la Traza de la ciudad, la influencia del conquistador era innegable ya que «[…] seguramente sí participó ampliamente en el trazo de México, y queda en el campo de la conjetura si ésta fue la razón de las diferencias de trazo en ambas ciudades».30

Podemos decir que hay diferencias entre Veracruz, Oaxaca y México que se supone todas están planeadas por García Bravo, pero la razón de estas diferencias puede ser por la mano de Cortés y los demás individuos que también colaboraron en el trazado de la primera ciudad de México.

Para principios de la década de los años treinta del siglo XVI, el poder real cambiará de opinión sobre las capacidades de Cortés. En este sentido, Kubler nos dice que «En 1530, al nombrarse un alarife, el cabildo le encargó la custodia de la traza y de las medidas que se usaron para la distribución de lotes y huertos».31

Esto fue el reflejo de una política de centralización que se verá materializada con la llegada del primer virrey de Nueva España en 1535 el cual, aunque excede los límites temporales de este estudio, es interpretado en este trabajo como un punto de inflexión fundamental para entender la evolución de la primera ciudad de México, la paleohispánica, a la ciudad de México renacentista.

Teorías sobre la forma en que se realizó el trazado de la ciudad de México

El trazado de la primera ciudad de México ha sido objeto de una gran cantidad de especulaciones. Por un lado, existe la corriente que piensa que la ciudad fue arrasada y que fue construida «desde cero». Sin embargo, como nos dice Toussaint: «Para hacer la traza de la nueva ciudad tuvieron que sujetarse a los elementos topográficos que quedaban en Tenochtitlan, a saber: algunos edificios no totalmente destruidos; las principales avenidas: Ixtapalapa, Tlacopan, Tepeyacac y la que iba desde el templo mayor rumbo al Este».32

En este sentido, este trabajo coincide con Toussaint ya que, parece incongruente no considerar que gran parte de los edificios prehispánicos estaban en pie para 1523 y 1524 que fueron los años durante los que se construyó la ciudad. Por este motivo, se considera que hay que tener en cuenta que fue necesario asirse de los elementos del terreno con los que contaba, como fueron los límites del lago, los islotes que suponían menor tendencia al hundimiento y, en este sentido, las bases de los edificios prehispánicos que, seguramente, ofrecían una mejor cimentación que los demás solares.

Así también, las tres calzadas que partían del centro ceremonial tuvieron que ser directrices importantes a la hora de trazar los ejes de la ciudad. Sobre este tema Luis Weckmann dice:

García Bravo, segundo alarife de la ciudad de México tuvo que basar por fuerza su diseño en las características urbanas de la capital azteca, cuyo esquema básico era cruciforme, y utilizar como ejes de referencia las calzadas que partían del Templo Mayor; a partir de éstas, se trazó la cuadrícula que gradualmente llenada con las construcciones españolas, dio a las ciudades su fisionomía colonial.33

Es verdad que la ciudad parece tener muy bien marcados los ángulos que se forman en las interjecciones de las calzadas. Y que estos parecen otorgar cierto sentido de ortogonalidad a la traza urbana. Sin embargo, es fácil notar que el tamaño de las manzanas no es exactamente igual del lado oriente de la ciudad que del lado poniente partiendo de la Plaza de la Constitución. Respecto a esto Toussaint, en 1940, dijo:

Las cuatro avenidas o calzadas principales que llegaban a los muros del coatepantli vinieron a servir de ejes para la traza y los dos palacios de Moctezuma, el viejo y el nuevo, que Cortés se apropió, y por ende eran intocables, marcaron los derroteros fijos a que tenía que sujetarse. Las acequias le pusieron el límite y así, por el poniente, la que seguía la actual calle de San juan de Letrán, marcó el lindero de la traza.34

Figura 1. Casas viejas de Cortés, las casas de Moctezuma y Coatepantli35
en la actualidad

Fuente: Plano generado por el autor a partir de un shapefile de acceso abierto proporcionado por la Delegación Cuauhtémoc y utilizando el programa ArcGIS versión 10.3.

Más tarde, Toussaint nos planteó su teoría sobre cómo fue trazada la ciudad de México. Él dice que la subsistencia de ambas casas, las viejas y las nuevas, fue muy importante para llevar a cabo el trazado de las calles, ya que el urbanista se vio obligado a utilizar los solares que estaban ocupados por estos edificios como directrices fundamentales a la hora de trazar las calles.36

Figura 2. Plano de Núremberg con cada elemento mencionado y señalado en el plano

Fuente: Plano intervenido por el autor y extraído de Manuel Toussaint, Planos de la ciudad de México (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1940), 96.

Como antes mencioné, Toussaint creía que había sido imposible no sujetarse a los elementos que quedaban de la población anterior por lo que él supuso que: «Por el lado oriente, la calzada de Ixtapalapa marcó la dirección y el palacio viejo de Moctezuma fue el módulo. Tomando otra medida igual, trazó su paralela a la calzada de Ixtapalapa y así fijó su límite por este lado a las trazas en la actual calle de Jesús María».37

Luego, para los límites sur y norte, Toussaint, planteó:

Otro tanto ocurría por el lado del norte en que la acequia cruza de la calle del Apartado obligó más tarde a desviar esa vía con relación al resto. Por eso el Alarife toma el punto en que la acequia cruza la de San Juan de Letrán y desde allí tira la perpendicular hasta unirla con su límite oriental; por el sur, toma una distancia sensiblemente igual a la que había de las casas nuevas de Moctezuma a su límite norte y por allí cierra su cuadro [Calle de San Miguel].38

De esta manera, pensó Toussaint que Alonso García Bravo había trazado la primera ciudad de México y concluyó diciendo:

Hay quien cree que la traza era simplemente el perímetro en que estaba encerrada la ciudad, pero el propio García Bravo afirma que «trazó la ciudad con sus calles y plazas como hoy está». La dimensión dada a las calles tampoco fue a su voluntad pues los edificios, las casas viejas de Moctezuma y las nuevas por otro lado, fijaron la longitud de las calles que no siempre parece igual. Además, la calzada que iba al Tepeyac no era la que salía del centro del muro norte del coatepantli; sino la que pasaba frente a las casas viejas de Moctezuma.39

Parece ser que la traza no era el perímetro que rodeaba la ciudad castellana, sino que era la forma en que estaban trazadas, sobre el terreno, sus calles y plazas. Con respecto a sus límites piensa que García Bravo utilizó la acequia del Apartado –actual calle República del Perú– que se cruzaba con la calle San Juan de Letrán –actual eje central «Lázaro Cárdenas»– para poder usarla de límite norte de la ciudad. En el caso del límite Occidental utilizaría la calle San Juan de Letrán. Para el límite dice Toussaint que García Bravo calculó la distancia que había entre las casas nuevas de Cortés y la acequia del Apartado que había establecido como límite norte y utilizó esta distancia para establecer el límite sur partiendo de la calle San Juan de Letrán. Por último, el límite oriental quedaría determinado por la calzada de Iztapalapa –actual calle Pino Suárez– y la distancia que había entre las casas viejas de Cortés y dicha calzada.

De esta manera, Toussaint argumentaba cómo quedó configurada la primera traza de la ciudad de México, la cual, al llegar el primer virrey y durante la segunda mitad del siglo XVI, fue modificada en gran medida. Se abrieron nuevas calles y las antiguas se ensancharon, sus límites se amplían, las zonas de indios no eran regulares ya que estaban fuera de la traza.40

Con respecto a los barrios de indios quedaron configurados de la misma forma como lo habían estado en tiempos prehispánicos, ya que Toussaint nos dice que: «En los cuatro ángulos del límite de la traza quedaron los cuatro barrios o calpullis […] tenemos en el ángulo noreste, San Sebastián Atzacoalco; en el sureste, San Pablo Zoquiapan; en el suroeste San Juan Moyoatlan y en el noroeste, Santa María Coepopan».41

Si bien la teoría expuesta anteriormente fue la de don Manuel Toussaint sobre cómo se configuró la trama urbana de la primera ciudad de México, Guillermo Tovar de Teresa nos habla en concreto sobre la plaza central mexica y la forma en que se configuró la plaza Mayor española.

En su trazado de la ciudad de México, Alonso García Bravo conservó la mayor parte de la antigua plaza central de la capital azteca además de las grandes calzadas y los canales. Aunque sus calles son rectas y se cruzan en ángulos rectos, no conforman un damero exacto, debido a que las calles al este y al norte de la plaza central no guardan completa correspondencia. Aparentemente no se realizó el trazado de damero debido a que Cortés deseaba conservar tanto el antiguo como el nuevo palacio de Moctezuma.42

Así, podemos notar cómo el autor corrobora la teoría de Toussaint, afirmando que fue por preservar los palacios de Cortés que anteriormente fueron de Moctezuma, el motivo por el que las calles de la nueva ciudad no tenían correspondencia. Además, él afirma que la plaza central mexica fue preservada mientras que, se propone en esta investigación que la plaza debía haber sido el Gran Teocalli43 el cual estaba rodeado por el coatepantli o muro de serpientes y dicha plaza fue arrasada para dar lugar a los solares en los que se encuentra la catedral metropolitana y demás. La plaza que, muy probablemente, sí fue preservada es un espacio que aparece en el plano de 1524, el cual es totalmente europeizado e idealista. En el plano aparece una pequeña plaza que se encuentra al sur del Gran Teocalli, dicha plaza –si es que existió alguna vez– sería la sustituida por la actual Plaza de la Constitución.

Sin embargo, este texto concuerda con Tovar de Teresa cuando afirma que los canales y calzadas fueron respetados por los conquistadores.

Dentro de las teorías sobre el trazado de la ciudad cabe mencionar a Lucía Mier y Terán, quien concibe la planeación de la ciudad con las siguientes palabras:

Las tres calzadas que partían de los muros del Coatepantli o centro ceremonial, la de Tacuba-Tlacopan hacia el oeste, la de Iztapalapa hacia el sur y la del Tepeyac hacia el norte, se transformaron en los ejes viales de la nueva ciudad, los palacios de Axayácatl y de Moctezuma, llamados respectivamente las Casas Viejas y Casas Nuevas que cortés se apropió por sus señoriales y majestuosas construcciones, enmarcaron la traza de estas calles principales, a las cuales se sumaba el dique-calzada de Chapultepec, y las acequias que dividían la isla de oriente a poniente conformaban , junto con los diques de las calzadas, un sistema hidráulico que hacía las veces de fosos de defensa y de vías de comunicación con tierra firme.44

Así, Mier y Terán nos dice que las tres calzadas que partían del Coatepantli se convirtieron en los ejes sobre los cuales los conquistadores planearon la ciudad. Ella piensa, al igual que Toussaint, que los palacios de Cortés viejo y nuevo fueron dos obstáculos fundamentales para definir el tamaño de las manzanas al este y al oeste de la plaza central. Además, piensa que las acequias sirvieron como grandes vías que ya estaban marcadas en la ciudad prehispánica y que podían hacer de drenajes y de vías de comunicación mientras servían, a la vez, de fosos de protección para la ciudad castellana: «Dentro de este mismo criterio de seguridad, la existencia de acequias dentro de la traza definió de hecho dos límites consecutivos para la saturación de la superficie de la ciudad».45

Con todo, Mier y Terán hace énfasis en la forma cómo García Bravo diseñó la trama de la ciudad estableciendo el lado este con unas medidas diferentes a las del lado oeste. Lo dice de la siguiente manera:

Alonso García Bravo se encontró así con condicionantes que complicaban la sencillez de una traza cuadrangular, en clásico damero, por lo que tuvo que recurrir a estructurar las manzanas de la ciudad recurriendo a argucias de diseño tales que garantizasen la regularidad en todas sus partes, fijado inicialmente en el centro del cuadrángulo decidido para desplantar la traza, diseñando los lados de los rectángulos de manzanas en función de las dimensiones de los edificios tenochcas sobrevivientes, resultado de ello la desproporción de medidas entre las bases, de este a oeste, y los lados, de norte a sur.46

Aquí, una vez más, la autora trata la forma en que piensa que la traza fue planeada. Un punto que se ha de señalar, ya que parece especialmente de interés, es que toma como «centro» la esquina suroeste del gran Teocalli.47 Esto me parece especialmente relevante por el simple hecho que Cortés decide situar su fortaleza que luego fue conocido con el nombre de «Casas viejas de Cortés», precisamente en este lugar.48

Para los castellanos que planeaban la ciudad, las acequias que iban de este a oeste y viceversa se convirtieron, lógicamente, en un problema constante ya que, al haberse trazado la ciudad castellana, esta y sus límites no permitían el desagüe de dichas acequias. Sobre este tema Jorge Iturribarría nos dice:

En México, para acomodarlo a las cuatro grandes calzadas que siguieron sirviendo de eje a la planificación, a las acequias todavía sin drenes laterales para desaguarlas, y a los obstáculos que para el trazo lineal ofrecían las ruinas de algunos templos y casas de Tenochtitlán, cuya demolición no pudo ser total, pues muchos de estos edificios subsistieron hasta 1538.49

Figura 3. Los cuatro barrios prehispánicos, templo y Coatepantli

Fuente: Edward Calnek, «Conjunto urbano y modelo residencial en Tenochtitlán», en: Ensayos sobre el desarrollo urbano de México. Volumen 143, Colección SepSetentas (México: Secretaría de Educación Pública, 1974), 17.

Además, parece ser que los castellanos tuvieron que ver la forma en cómo adaptar la trama urbana a las diferentes pendientes que presentaba el terreno. Esto recuerda al estudio de Michael Bonine sobre la orientación de la ciudad en marruecos. En él, Bonine, nos dice que a pesar de que su hipótesis era que la dirección del templo, en su caso la Mezquita, sería el factor determinante para definir la orientación de la ciudad. Descubrió que el factor más importante para definir la orientación de una urbe era siempre la pendiente o el grado de inclinación del suelo. Volviendo a la primera ciudad de México, no parece extraño que Iturribarria defina la pendiente como un factor de planeación urbana importante que, necesariamente, debía ser resuelto por los conquistadores y habla de ello de esta manera: «Cuando encontraban desniveles se adaptaban a ellos, dando margen a las callecitas estrechas y sinuosas, como en Guanajuato y Taxco, y como también ocurrió, en cierto modo, en Antequera».50

No cabe duda de que Cortés fue fundamental a la hora de trazar la nueva ciudad y,51 prueba de ello es que sus casas no fueron tocadas. Al contrario, resulta que dichas casas, según los diversos autores que hemos citado, fueron los puntos «inamovibles» en torno a los cuales se moldeó la trama urbana de la nueva ciudad. Sin embargo, hay que considerar que, como dice Xavier Cortés Rocha, «la mayor parte de las nuevas ciudades fueron trazadas por militares y religiosos con más intuición y sentido común que conocimiento teórico del urbanismo».52

Esto resulta muy relevante cuando comenzamos a cuestionarnos la formación de los primeros urbanistas de la ciudad de México, los cuales eran más militares que arquitectos. Sobre esto Sigvald Linné hace notar que no será hasta después de una generación de existir la ciudad de México cuando llegarán los primeros arquitectos enviados por el rey,53 antes de ello, la ciudad y los edificios en ella fueron planeados por personas más intuitivas que especialistas en el tema. Por esto, George Kubler da cabida a la posibilidad de que García Bravo o los planeadores de la primera ciudad de México hayan adaptado el esquema preexistente antes que haber comenzado el trazado de calles regulares desde cero, haciendo medidas sobre un plano y tomando las distancias entre elementos como patrones para establecer las medidas de la llamada «Traza». George Kubler expresa sus conclusiones de esta manera:

[…] en 1523, dos años después de la ocupación, no existía una traza definida, lo que nos lleva a formular dos conclusiones: una, que la red de calzadas ya existía con anterioridad a la elaboración de la traza, y la otra, que Alonso García Bravo no pudo haber elaborado su plano maestro antes de 1524. En otras palabras, el «trazador» modificó el plano maestro existente, mas no lo creo. Ese plano preestablecido, posterior a la reocupación y anterior la creación de la traza seguía probablemente las principales arterias y manzanas de la ciudad azteca.54

Con respecto a lo anterior, el autor nos dice que el trazado que normalmente se piensa que es en damero, que algunos autores lo han atribuido a las nuevas corrientes renacentistas que comenzaban a aparecer en las ciudades italianas y otros lo han achacado a la tradición romana de eje doble. Kubler piensa que, en realidad, los planeadores de la primera ciudad de México se basaron principalmente, en la trama de calles, medias calles y acequias ya existentes y que, luego, cerrando algunas y abriendo otras cuantas dieron molde a la ciudad que parecía ir tomando forma de una ciudad novedosísima para su tiempo.

Un punto que apoya esta última teoría es, como dice Rafael López Guzmán, «El damero como propuesta urbana podía estar en Hernán Cortés y en Alonso García Bravo, pero México no era exactamente una cuadrícula».55

Parece ser que el problema al que no se enfrenta esta parte del trabajo se planta de frente, como cuasi irresoluble al no tener más herramientas que las expuestas para poder resolverlo. Sin embargo, el arquitecto Xavier Cortés Rocha nos arroja un poco de luz planteándonos su teoría sobre las dos ciudades de México. Sobre la primera él dice:

Existe una primera [ciudad que es] idealista, renacentista y utópica. [Ésta] sería la de Hernán Cortés, los frailes mendicantes y Vasco de Quiroga, que se adapta a la realidad indígena y respeta los elementos de su cultura que se consideran compatibles con la religión cristiana, con un programa urbano y arquitectónico adecuado a esta realidad, en este se inscriben los grandes atrios, las capillas abiertas, las grandes capillas de múltiples naves, como la Capilla Real de Cholula o la de San José de los Naturales en San Francisco de México, los hospitales de Vasco de Quiroga en Santa Fe y Pátzcuaro y la conservación de edificios indígenas en la Ciudad de México «para memoria», en esa etapa está presente la influencia de Cisneros, Erasmo y Tomás Moro.56

Por otro lado, el arquitecto mexicano, habla de una segunda ciudad de México con estas palabras:

[…] la segunda etapa [la cual] es consecuencia de una visión diferente, en la que deberían destruirse los antiguos templos, en la que las congregaciones indígenas deberían estar sujetas a las diócesis y curatos y, no ya a las ordenes mendicantes, en esa lucha Puebla sustituirá a Tlaxcala, Valladolid sustituirá a Pátzcuaro, en su importancia y como sede de los respectivos obispados y una nueva Ciudad de México, la del Virrey Mendoza con una concepción renacentista en lo estético y formal sustituirá también a la de Hernán Cortés.57

La teoría de Cortés Rocha aparece como un verdadero tratado y este plantea los motivos del punto de inflexión que antes se mencionaron. Es un hecho que la ciudad de México cambió tras la llegada del virrey Antonio de Mendoza y que él parece haber traído las ideas renacentistas por lo menos en sentido estético y que dichas ideas se enfrentaron con las ideas cortesianas. Ahora bien, el punto en que este trabajo discrepa de Cortés Rocha es cuando incluye las ideas de Hernán Cortés dentro de los ideales renacentistas. En este sentido, se me dibuja un pasado diferente que concilia el mundo de Cortés Rocha con los estudios medievales y es que probablemente Hernán Cortés aparece como un personaje medieval que trata de concebir una nueva ciudad mediante los elementos que él y los conquistadores conocían plenamente.

Sin embargo, es cierto que estas ideas parecen estar entre mezcladas con sentimientos humanistas y utópicos. Por el contrario, se propone aquí que dichos ideales venían de la mano de los frailes que se establecieron en la Nueva España desde sus primeros años. Referentes a agustinos, franciscanos y dominicos, además de una serie de monjes y frailes que habían acompañado a los conquistadores durante toda la conquista y que, inevitablemente, introdujeron una gran cantidad de ideologías que se verán modificadas en la década de 1530 cuando «La ciudad de la contrarreforma triunfa implacablemente sobre la ciudad imperial de los conquistadores».58

Conclusiones

La ciudad de México fue una megalópolis desde sus inicios y, por esta razón, no podemos pretender estudiarla como otras poblaciones de menor tamaño que no están en las mismas fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales.

Es decir, la ciudad de México fue una ciudad imperial prehispánica que sufrió una serie de modificaciones de importancia en los primeros momentos tras la conquista castellana. Sin embargo, a pesar de que la interpretación tradicional nos dice que la ciudad fue destruida por Hernán Cortés y sus hombres para poder dar lugar a la ciudad de México que sería la capital del virreinato de la Nueva España, la realidad que nos arroja el análisis morfológico de la ciudad es que, en realidad, durante los primeros años de ocupación castellana del islote, la ciudad fue modificada para tratar de crear una ciudad europea que se alejaba de la ciudad prehispánica, pero que en ningún momento abandonaba del todo los elementos que la habían caracterizado.

El trabajo para estudiar la morfología de la ciudad es arduo, sin duda, debido a su carácter de tipo transdisciplinar al combinar campos tan diversos como la arqueología, la metodología histórica, el análisis arquitectónico y el urbanístico para, en conjunto, arrojar una serie de interpretaciones sobre un periodo histórico que, aún hoy, se encuentra poco estudiado y que va desde 1524, cuando la ciudad fue modificada por las autoridades conquistadoras para dar lugar a la primera ciudad de México castellana, hasta el año de 1535 cuando el virrey Antonio de Mendoza llaga a la ciudad como representante directo del emperador Carlos V.

En concreto, la construcción de la ciudad resulta, en varios aspectos, fascinante, ya que si no se trabaja el tema de forma tradicional podemos, poco a poco, extraer información que resulta complementaria para el conocimiento de la mentalidad de los conquistadores castellanos y en específico de su líder: Hernán Cortés.

Al analizar la construcción de la ciudad que también puede interpretarse como una reconstrucción de esta misma, porque, en realidad, lo primero que se hizo fue habilitar la ciudad para que fuera ocupada por las nuevas autoridades que necesitaban protegerse de las hipotéticas fuerzas de resistencia mexicas y de las menos hipotéticas fuerzas castellanas que podían tener la pretensión de arrebatar el poder recién adquirido por los conquistadores, en especial, Hernán Cortés; es fundamental acercarnos al contexto en el que fue construida.

Otro elemento importante a la hora de analizar la forma en cómo se realizó la ciudad es, sin duda, el sitio en el que se establecieron Cortés y sus hombres tras su victoria sobre México- Tenochtitlan. En este sentido tenemos registro del establecimiento de las autoridades conformadas por conquistadores en el pueblo de Coyoacán, el cual se encontraba en tierra firme, lo que parece lógico por la forma en cómo fue capturada la ciudad. Sin embargo, Hernán Cortés tuvo un cambio de mentalidad en este sentido. En 1524, la decisión cortesiana sobre el establecimiento de la ciudad de México nos lleva a varias hipótesis que culminan en que, muy probablemente, el ambiente en el que los conquistadores se desarrollaban en los territorios recién conquistados era de inseguridad y ello llevó a Cortés a fortificar la ciudad de la manera más pragmática que pudo. Esto hace que las estructuras defensivas de la primera ciudad de México no fueran arquetípicas de ciudades de su tiempo –renacentistas– sino que tuviera unas defensas de corte adaptativo, lo cual no es sorprendente ya que, justamente, el primer urbanismo de la ciudad de México será de corte adaptativo para poder maximizar el rendimiento de los materiales y el entorno en beneficio de las nuevas autoridades de la ciudad.

Es así como la urbe fue concebida en un principio adaptando las estructuras ya existentes a los nuevos paradigmas. De la mano de este pensamiento, llegamos a la cuestión de quién o quiénes fueron los primeros urbanistas de la ciudad, lo que nos conduce a pensar que, si bien Alonso García Bravo fue el geómetra que llevó a cabo la construcción de la ciudad, el mismo Hernán Cortés debió haber sido el personaje que tomó la mayor parte de decisiones sobre la creación y el establecimiento de la «Traza», como llamaron estos personajes a la primera ciudad de México, en su carácter de máxima autoridad conquistadora.

Es así como llegamos al tema de mayor impacto en esta investigación para poder comprender el pensamiento de dichos conquistadores y, en concreto de Hernán Cortés. La forma en como pensamos los investigadores que se realizó la traza, es decir, la primera ciudad castellana en la Cuenca de México que estuvo dentro del islote tenochca, pero que no lo abarcó en su totalidad, sino que, por el contrario, se estableció en el espacio central, con lo cual permitió la continuidad de las cuatro parcialidades o barrios indígenas de la misma manera en que lo había hecho previamente la capital mexica.

Las teorías con respecto a la Traza han sido varias y todas fundamentadas de formas muy diferentes. Si bien tomo por buenas las teorías que se basan en que la Traza fue definida por las casas de Cortés, las acequias y las calzadas. Se considera que, mediante la contrastación de la documentación histórica, arqueológica, el análisis urbanístico y arquitectónico deberíamos tomar en cuenta que los límites de la ciudad fueron sin duda defensivos y que, para tales fines, fue necesaria la utilización de canales con agua para defender el núcleo urbano castellano, ya que estaba rodeado por los barrios indígenas que significaban un riesgo latente. Si uno decide considerarlo así, podríamos decir que, hasta cierto punto se aplica el mismo modelo defensivo que llevó a Cortés a establecer la ciudad en el islote convirtiendo, así, las aguas del lago en una barrera defensiva que resultaba impenetrable mientras Cortés estuviera en control de las aguas, para lo que utilizó los bergantines que le habían servido en el asedio de la ciudad mexica.

Así, la Traza quedaría definida por las acequias y canales que permitían mantener a raya a cualquier atacante mientras los puentes podían ser destruidos para mantener el núcleo castellano aislado a su vez dentro del islote. En este trabajo se considera, por medio de la interpretación del urbanismo cortesiano, que el último reducto defensivo de la ciudad sería la fortaleza conocida como las Casas viejas de Cortés, las cuales definieron, a la vez que las nuevas, el trazado del interior de la Traza. Por último, sin duda la ciudad mantiene, hasta el día de hoy, la orientación que le dieron las autoridades mexicas y esto se debe a la continuidad de las calzadas prehispánicas que sirvieron como referentes para la reutilización y adaptación de la ciudad en tiempos cortesianos.

Es así como podemos plantear que la primera ciudad de México es un ejemplo de las múltiples consecuencias del contacto cultural entre la sociedad mexica imperial y la castellana de tradición urbana mediterránea en la que el urbanismo se caracterizaba por ser pragmático y adaptativo, y donde el entorno, la mano de obra y los materiales dictaban la forma de la ciudad.

Es así como Hernán Cortés y sus hombres se encontraron con una ciudad mexica que se dibujaba vulnerable a los ataques europeos tradicionales, pero que con algunas modificaciones podía convertirse en un núcleo urbano difícil de tomar y que podía convertirse en un buen punto defensivo frente a la amenaza europea. Fue este el camino que tomó Cortés al trasladar la ciudad castellana al islote y al definir los límites de la Traza y, dentro de ella, la fortificación que conocemos como Las casas viejas de Cortés, que fue eliminada del paisaje urbano a principios del siglo XVII por ser, probablemente, un símbolo de ese poder cortesiano que la Monarquía Hispánica deseaba borrar de la ciudad.

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Fecha de recepción: 12/05/2022 • Fecha de aceptación: 12/09/2022

* Mexicano. Doctor en Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Madrid, España. Profesor asociado de tiempo completo del área de Historia Europea en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Naucalpan de Juárez, México. Correo electrónico: rodrigotisa@gmail.com ORCID: https://orcid.org/orcid.org/0000-0002-3174-7612


1 El presente artículo está basado en la tesis doctoral «El urbanismo islámico de la Península Ibérica y la ciudad de México: Análisis comparativo», la cual es inédita y fue presentada en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Madrid, España, en septiembre de 2017.

2 Una parte complementaria fundamental de la metodología de este trabajo recae en los análisis urbanos que se han hecho sobre la ciudad donde los más relevantes para el presente texto son los de Manuel Toussaint y Lucía Mier y Terán además de los realizados por el autor y que pueden encontrarse en la tesis doctoral «El urbanismo islámico de la Península Ibérica y la ciudad de México: Análisis comparativo» (Tesis de Doctorado en Arqueología, Universidad Autónoma de Madrid, 2017), disponible en: https://repositorio.uam.es/handle/10486/683101

3 Resulta fundamental mencionar que unas de las fuentes primarias más importantes para el conocimiento de la ciudad de México- Tenochtitlan, además de las cartas de relación de Hernán Cortés son: el Códice Mendoza al igual que el «Plano de Nuremberg», el «Mapa de Upsala» y las actas de cabildo que tenemos desde el 8 de marzo de 1524. Estas fuentes primarias fueron trabajadas a profundidad en Tirado de Salazar, «El urbanismo islámico de la Península Ibérica…», del que deriva este artículo.

4 Hernán Cortés, Cartas de relación de la conquista de México (México: Editorial Porrúa, 1960), segunda carta de relación.

5 George Kubler, Arquitecturas Mexicanas del siglo XVI (México: FCE, 1983), 119.

6 Serge Gruzinski, La ciudad de México una historia (México: FCE, 2004), 229.

7 Jesús Galindo y Villa, Historia sumaria de la ciudad de México (México: Editorial Cultura, 1925), 91.

8 Xavier Cortés Rocha, «Los orígenes del urbanismo mexicano», Cuadernos de Urbanismo, n.° 1, México: Facultad de Arquitectura, División de Estudios de Posgrado, UNAM (1990), 11.

9 Guillermo Tovar y de Teresa, La ciudad de México y la utopía en el siglo XVI (México: FCE, 1987), 35.

10 Lucía Mier y Terán Rocha, Primera traza de la ciudad de México, 1524-1536 (México: FCE, 2005), 105.

11 Galindo y Villa, 92.

12 Carlos Pereyra, Hernán Cortés (Madrid, España: Porrúa, 1931), 205.

13 Manuel Toussaint, Información de méritos y servicios de Alonso García Bravo: alarife que trazó la Ciudad de México (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1956), 19.

14 Pereyra, 210-211.

15 Ana Rita Valero de García Lascuráin, La ciudad de México-Tenochtitlán, su primera traza (1524-1534) (México: Jus, 1991), 71.

16 Kubler, 117.

17 Sigvald Linné, El Valle y la Ciudad de México en 1550 (México: Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, 1948), 50.

18 Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan (México: FCE; Colegio de México; Fideicomiso Historia de las Américas, 2006), 83.

19 Kubler, 117.

20 La palabra Cihuacoatl significa «La que trabaja como mujer». Gran diccionario de náhuatl https://gdn.iib.unam.mx/ Pereyra se refiere al cargo de administrador de la ciudad cuyo título era Cihuacoatl.

21 Pereyra, 211.

22 de García Lascuráin, 79-80.

23 Toussaint, Información de méritos…, 174.

24 José Luis Martínez, «Construcción de la nueva ciudad», Artes de México, nueva época, n.°1 (2006): 24, https://artesdemexico.com/construccion-de-la-nueva-ciudad/

25 Jorge Fernando Iturribarria, «Alonso García Bravo, trazador y alarife de la villa de Antequera», Historia Mexicana, n.° 7 (1957): 81, https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/703

26 Toussaint, Información de méritos…, 172.

27 Luis Weckmann, La herencia medieval de México. Volúmenes I y II (México: FCE, 1994), 528.

28 R. López Guzmán, «Ciudades administrativas o españolas en México (siglo XVI)», Atrio, n.° 10-11 (2005): 88, https://www.upo.es/revistas/index.php/atrio/article/view/300

29 Manuel Sánchez de Carmona, Traza y plaza de la Ciudad de México en el siglo XVI (México: Mixcoac; Tilde Editores, 1989), 86.

30 Ibíd.

31 Kubler, 120-121.

32 Toussaint, Información de méritos…, 167.

33 Weckmann, 518-519.

34 Manuel Toussaint, Planos de la ciudad de México (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1940), 22.

35 La palabra Coatepantli significa «cerca de culebras». Gran diccionario de náhuatl https://gdn.iib.unam.mx/

36 Toussaint, Información de méritos…, 16.

37 Toussaint, Planos de la ciudad de México, 22.

38 Ibíd.

39 Ibíd.

40 Ibíd.

41 Ibíd.

42 Tovar de Teresa, 34.

43 La palabra Teocalli significa «iglesia o templo». Gran diccionario de náhuatl https://gdn.iib.unam.mx/

44 Mier y Terán, 107.

45 Ibíd., 33.

46 Ibíd., 108.

47 Ibíd., 109.

48 El tema de las Casas Viejas de Cortés será tratado a profundidad en el apartado de elementos a tomar en cuenta para el análisis de la traza.

49 Iturribarria, 84.

50 Ibíd., 85.

51 Linné, 51.

52 Cortés Rocha, 3.

53 Linné, 55.

54 Kubler, 121.

55 López Guzmán, «Ciudades administrativas…», 88.

56 Cortés Rocha, 12.

57 Ibíd.

58 Ibíd.

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