URL: http://www.una.ac.cr/salud
CORREO: revistamhsalud@una.cr
Revista MHSalud® (ISSN: 1659-097X) Vol. 8. No. 1. Enero-Julio, 2011
REHIDRATACIÓN POST-EJERCICIO CON AGUA DE COCO: ¿IGUAL O MÁS EFECTIVA QUE UNA BEBIDA DEPORTIVA?
POST-EXERCISE REHYDRATION WITH COCONUT WATER: AS EFFECTIVE AS A SPORTS DRINK, OR BETTER?
Alexandra Pérez Idárraga y Luis Fernando Aragón Vargas
Escuela de Educación Física y Deportes, Universidad de Costa Rica,
alpida11@gmail.com
RESUMEN
Objetivo: comparar la efectividad
rehidratante del agua de coco fresca, con el agua embotellada y una
bebida deportiva. Metodología: once participantes de 22,0
± 1,9 años y 65,6 ± 13,0 kg de masa corporal
(promedio ± D.E), asistieron al laboratorio en tres ocasiones,
separadas entre sí por una semana. En cada sesión se
deshidrataron por ejercicio en el calor hasta perder 1,84 ± 0,2%
de la masa corporal. Luego fueron rehidratados en una hora, con agua
comercial embotellada (AE), una bebida deportiva (BD) o agua de coco
(AC), utilizando un volumen equivalente al 120% del peso perdido. Se
evaluaron las sensaciones percibidas relacionadas con la tolerancia y
la aceptación de las bebidas. Se recolectó la orina
eliminada durante tres horas post-rehidratación. Resultados:
Hubo interacción entre las bebidas y el tiempo sobre la orina
excretada (p=0,003), siendo el AE estadísticamente diferente al
AC y la BD a los 30 y 60 min post-rehidratación (p<0,05). El
volumen total de orina fue mayor con agua embotellada (625 ± 183
mL), en comparación con AC y BD (390 ± 73 mL y 416
± 200 mL, respectivamente, p<0,002); AC y BD no fueron
distintas entre sí (p>0,05). Esto produjo porcentajes de
conservación de líquido diferentes para AE (56%), con
respecto a BD (71%) y AC (71%) (p<0,001). No hubo interacción
entre las bebidas y el tiempo sobre las sensaciones percibidas de
tolerancia (p>0,05). La percepción de la dulzura fue menor
para AE (p= 0,024). BD obtuvo mejores puntajes de sabor y
aceptación general (p<0,05). Conclusiones: el agua de coco
fresca resulta tan efectiva como una bebida deportiva para conservar el
líquido consumido, teniendo una buena tolerancia y
aceptación. Podría ser usada como una bebida
rehidratante, cuando la persona la tenga disponible y le agrade su
sabor.
PALABRAS CLAVES: eliminación de la orina, recuperación, hidratación, deshidratación, ejercicio.
ABSTRACT
Objective: To compare the
effectiveness of fresh coconut water as a rehydration beverage with
bottled water and a sports drink. Method: eleven participants,
22.0±1.9 years of age and 65.6±13.0 kg body mass (average
± S.D.), reported to the laboratory on three separate occasions,
each one week apart. Each time they exercised in the heat until they
were dehydrated by 1.84 ± 0.2% of initial body mass. They were
then rehydrated for one hour with commercial bottled water (BW), a
sports drink (SD), or coconut water (CW), using a volume equivalent to
120% of weight loss. Perceived beverage acceptance and tolerance
ratings were evaluated, and urine was collected over three hours
following rehydration. Results: Urine volumes showed an interaction
between beverage and time (p=0.003); BW was statistically different
from CW and SD, 30 and 60 minutes after rehydration (p<0.05). Total
urine volume was higher for BW (625 ± 183 mL) compared with both
CW and SD (390 ± 73 mL and 416 ± 200 mL, respectively,
p<0.002); CW and SD were not different from each other (p>0.05).
This resulted in a different fluid conservation percentage for BW (56%)
compared with CW (71%) and SD (71%) (p<0.001). Perceived tolerance
ratings showed no interaction between beverage and time (p>0.05).
Perceived sweetness was lower for BW (p= 0.024); SD had higher scores
for flavor and overall acceptance (p<0.05). Conclusions: fresh
coconut water is as effective as a sports drink in terms of fluid
retained following consumption, and it has good tolerance and
acceptance; it could be used for rehydration provided it is accessible
to the individual and the person finds the flavor pleasing.
KEYWORDS: urine elimination, recovery, hydration, dehydration, exercise.
INTRODUCCIÓN
El agua de coco ha sido una bebida de
gran interés en el campo investigativo, desde hace muchos
años. En algunos estudios publicados durante la época de
la II Guerra Mundial o poco después de ésta, se
resaltó su alto valor biológico, su uso médico
para la alimentación de los niños y la posibilidad de
administración por la vía oral o intravenosa, para
efectuar la rehidratación, demostrando una baja incidencia de
reacciones alérgicas y, en general, de efectos adversos
(Soto-Pradera, Fernández & Calderin, 1942; Eiseman, 1954).
Más adelante, algunas
investigaciones demostraron su utilidad como un rehidratante por
vía oral o intravenosa, durante algunas epidemias de
cólera o en casos de emergencia (Kuberski, Roberts, Linehan,
Bryden, & Teburae, 1979; Campbell-Falck, Thomas, Falck, Tutuo,
& Clem, 2000), e incluso en el post operatorio de cirugías
relacionadas con el tracto digestivo (Iqbal, 1976). En cualquiera de
los casos mencionados, los autores han sido enfáticos al
señalar que el agua de coco no debería ser usada
como un sustituto de las soluciones de rehidratación oral o
intravenosa, como las recomendadas actualmente por la
Organización Mundial de la Salud (World Health Organization,
2006).
Las investigaciones en el área
han llevado a concluir que la composición del agua de coco, al
igual que la mayoría de los productos naturales, cambia de
acuerdo con su estado de maduración, la zona, la región y
el tipo de palma (Child & Nathanael, 1950). Con todo y su
variación, se ha visto que generalmente el agua de coco presenta
un alto contenido de potasio, calcio y magnesio y un bajo contenido de
sodio, en comparación con el plasma humano. Su contenido de
carbohidratos (glucosa, fructosa e inulina) puede oscilar entre 1,5 y
5,5 g/100 mL (Kuberski et al., 1979; Vigliar, Sdepanian &
Fagundes-Neto, 2006).
Los estudios más recientes con
agua de coco no se han enfocado a su uso clínico, como en
épocas pasadas, sino a su utilidad como rehidratante oral
después del ejercicio (Aragón-Vargas &
Madriz-Dávila, 2000; Saat, Singh, Sirisinghe & Nawawi,
2002), incluso, algunos la han estudiado con adición de sodio,
procurando mejorar su efectividad (Ismail, Singh & Sirisinghe,
2007). Con algunas discrepancias entre sí, en estos estudios se
apoya su uso como bebida en la rehidratación post-ejercicio.
Si se tiene en cuenta que el objetivo
de la rehidratación post-ejercicio consiste en aprovechar al
máximo el líquido consumido, reduciendo la diuresis en la
mayor medida posible y logrando de este modo una mayor
conservación de la bebida consumida, se puede afirmar que el
agua de coco en condiciones de ejercicio tiende a ser superior al agua;
sin embargo, no muestra ni superioridad ni desventajas claras frente a
las bebidas deportivas.
Se sabe que las bebidas deportivas,
debido a su composición con electrolitos y carbohidratos, pueden
favorecer una mayor conservación de líquido y por eso han
sido el patrón de comparación frente a otras bebidas, las
cuales han surgido como alternativas de rehidratación, mientras
que el agua, la bebida por excelencia, tiende a incrementar la
eliminación de la orina y a disminuir la sensación de
sed, antes de lograr una completa hidratación (Costill &
Sparks, 1973; González-Alonso, Heaps & Coyle, 1992;
Shirreffs & Maughan, 1998).
Dadas las ventajas potenciales del
agua de coco como una bebida deportiva y la alta disponibilidad en las
diferentes zonas, ha aumentado el interés de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO, Food and Agriculture Organization) por
mejorar su manipulación y conservación, promoviendo su
consumo, del tal manera que adquirió una patente para el proceso
del embotellado, el cual pretende proteger las propiedades
microbiológicas y organolépticas del agua de coco sin la
adición de conservantes, para que pueda ser usada a
pequeña y mediana escala (Rolle, 2007).
Ya que la composición del agua
de coco consumida en Costa Rica podría ser suficientemente
distinta de la estudiada en otras latitudes, por las razones
anteriormente citadas, el objetivo del presente estudio fue comparar la
efectividad del agua de coco costarricense procesada y embotellada
según los lineamientos de la FAO, con agua comercial embotellada
y con una bebida deportiva convencional, para la rehidratación
post-ejercicio. Se evaluó tanto la conservación de
líquido en el cuerpo, como su aceptación y tolerancia.
METODOLOGÍA
Participantes. Once participantes
voluntarios sanos (seis hombres y cinco mujeres), físicamente
activos (actividad física al menos, tres veces por semana, una
hora por sesión), de 22,0 ± 1,9 años de edad y
65,6 ± 13,0 kg de peso ( ±D.E), firmaron un
consentimiento informado, previamente aprobado por el Comité
Ético Científico de la Universidad. Llenaron un
cuestionario con la información de salud pertinente y recibieron
las indicaciones por escrito para su participación.
Instrumentos. El ejercicio orientado
al logro de la deshidratación se realizó dentro de un
cuarto de ambiente controlado, (32ºC y 50-60% de humedad
relativa). Los participantes realizaron ejercicio en una banda rodante
Sports Art®3250 y en Cicloergómetros Monark® 818c. Se
controló la intensidad del ejercicio con un monitor de
frecuencia cardíaca Polar® S120: los participantes
debían mantener una intensidad moderada-alta del ejercicio,
equivalente al 80-85% de la frecuencia cardíaca máxima,
calculada según la fórmula: 207-(0,7 x edad en
años) propuesta por Gellish et al. (2007). Para tomar el peso de
los participantes, se utilizó una Báscula Ballar®
Modelo DSB921, con una capacidad máxima de 250 kg y una
sensibilidad de 10 g.
La orina fue recolectada en
recipientes de plástico debidamente marcados para cada
participante. Tanto la bebida suministrada como la orina fueron pesadas
en una báscula marca DHAUS® Modelo CS-2000, con una
capacidad de 2000 g y sensibilidad de 1 g. Adicionalmente, se
midió la gravedad específica de la orina (USG, por su
sigla en inglés), con un refractómetro Hand-Held
ATAGO®, modelo URC-NE con una escala de 1,000 hasta 1,050. Se
fijó el estado de euhidratación con una USG ≤ 1,020
(Sawka et al. 2007). Para analizar las sensaciones percibidas de
tolerancia (sed, náuseas, dolor abdominal, llenura y urgencia de
defecación), se utilizó una escala entre 1 (ausencia de
sensación) hasta 5 (mucha sensación), similar a la
utilizada por Morton, Aragón Vargas & Callister (2004). Se
usó una escala similar con el fin de dar un puntaje de sabor,
dulzura y aceptación general de la bebida, similar a las
empleadas en estudios previos con agua de coco (Saat et al., 2002;
Ismail et al., 2007).
Procedimientos. Los participantes
recibieron indicaciones de preparación para cada sesión.
Ellos debían registrar todos los alimentos y bebidas cada
día, previo a su asistencia al laboratorio. Se les
sugirió consumir alimentos similares durante esos días y
tomar cinco vasos de agua extra, evitando el consumo de bebidas
alcohólicas, cafeinadas (energizantes, café, té,
gaseosas) o muy dulces, diuréticos, laxantes o
antihistamínicos. Se les solicitó abstenerse de practicar
ejercicio extenuante veinticuatro horas antes de cada sesión.
Éste es un estudio
experimental de medidas repetidas. Cada participante asistió al
laboratorio en tres ocasiones diferentes, separadas entre sí por
una semana; en cada sesión ingirió una bebida distinta.
El orden de las bebidas fue asignado en forma aleatoria.
Los participantes llegaron en ayunas
al laboratorio (mínimo ocho horas de ayuno). Se recolectó
una muestra de orina a la cual se le midió la gravedad
específica, para obtener una idea aproximada del estado de
hidratación en el cual llegaban al estudio. Se les
suministró un desayuno estandarizado, que aportó 775
± 25 Kcal (distribuidas en 73% carbohidratos, 17% grasas, y 10%
proteínas); 1300 mg Na+ y 350 mL de líquido. Este
desayuno fue el único alimento que recibieron hasta el final del
experimento. Después de consumirlo esperaron aproximadamente una
hora antes de iniciar el ejercicio, momento en el cual se pesaron
desnudos y secos (Peso Inicial).
La deshidratación se
logró mediante el ejercicio intermitente en el calor, alternando
entre banda rodante y cicloergómetro (diez minutos en cada
máquina) y descansando cada veinte minutos durante cinco
minutos, momento en el cual eran pesados desnudos y secos. El ejercicio
continuó hasta que cada participante alcanzó una
deshidratación cercana al 2% de la masa corporal (MC), usando
como referencia el Peso Inicial. Para continuar, los participantes se
ducharon y evacuaron completamente la vejiga y después se
pesaron (Peso Post-ejercicio).
Se calculó el volumen total
del líquido que cada persona debería consumir para su
rehidratación, a saber, el equivalente en mL a 120% del Peso
Perdido durante el ejercicio (que es el Peso Inicial menos el Peso
Post-ejercicio). El volumen total se dividió en cuatro porciones
iguales y cada porción se ingirió cada quince minutos.
Las bebidas utilizadas (Tabla 1)
fueron agua comercial embotellada marca Cristal® (AE), bebida
deportiva marca Gatorade® (BD) y agua de coco (AC) extraída
semanalmente de unos veinticinco a treinta cocos, que luego fue
embotellada y refrigerada siguiendo las recomendaciones de la FAO
(Rolle, 2007).
*El agua de coco fue analizada
semanalmente, puesto que cada semana se embotellaron mezclas de cocos
diferentes. Se reporta el promedio ± desviación
estándar. Los valores del agua y la bebida deportiva se reportan
según la información de las etiquetas respectivas.
Antes de iniciar el proceso de la
rehidratación y cuatro veces durante la misma, los participantes
puntuaron en una escala las sensaciones percibidas de tolerancia y sed
en cada bebida (cinco mediciones por variable); los valores de agrado
se promediaron para obtener un único puntaje por persona por
bebida para cada variable: dulzura, sabor, y aceptación general.
Antes de iniciar el estudio, y por una única vez, ellos
evaluaron también la importancia que le daban a ciertas
características de una bebida para la rehidratación
después del ejercicio.
Al finalizar el período de
rehidratación se solicitó a los participantes vaciar
completamente la vejiga, recolectando la orina en recipientes
plásticos debidamente pesados y marcados. A partir de ese
momento, vaciaron de nuevo totalmente la vejiga cada treinta minutos,
durante tres horas, para un total de siete volúmenes parciales
de orina. Cada recipiente con orina se pesó al gramo más
cercano (para calcular el volumen) y se desechó.
La masa corporal (en kg, hasta el
decagramo más cercano) de los participantes se midió
durante el estudio: al inicio (Peso Inicial), después del
ejercicio (Peso Post-ejercicio), después de la
rehidratación (Peso post-rehidratación) y al final de la
recolección de las muestras de orina (Peso Final).
Para calcular el balance neto de
fluidos (BNF), se tomó el valor del peso inicial como estado de
euhidratación (es decir, cero), y luego se consideraron los
cambios en la masa corporal en los distintos momentos (i). Los valores
obtenidos contemplan no solamente las pérdidas por
sudoración y las ganancias por ingesta de líquido para la
rehidratación, sino también las pérdidas del
líquido a través de la orina, el sudor y la
respiración. Estas últimas dos no fueron medidas
directamente. Todos los valores de la fórmula están dados
en mililitros (mL), asumiendo una equivalencia de un mililitro por
gramo.
Adicionalmente, se calculó el
porcentaje de conservación de líquido para cada bebida,
según la fórmula:
Este porcentaje representa cuánto del líquido consumido
después del ejercicio no fue eliminado, a través de la
orina, durante las tres horas posteriores a la rehidratación.
Análisis de los datos. Los
datos se procesaron en el paquete estadístico SPSS,
versión 15.0 para Windows. Se obtuvo la estadística
descriptiva (promedio ± D.E) para caracterizar la muestra y se
verificó la distribución normal de cada variable con la
prueba de Shapiro-Wilk. Se realizaron análisis de varianza
(ANOVA) de una vía (factor bebidas), para cada una de las
siguientes variables: peso inicial, USG inicial, tiempo de ejercicio,
deshidratación post-ejercicio y volumen de líquido
consumido, con el fin de verificar que las condiciones previas a la
rehidratación o durante ésta fueran iguales para las tres
bebidas. Luego, se aplicó un ANOVA de dos vías de medidas
repetidas para la orina eliminada en el tiempo (3 bebidas X 7
mediciones). Se realizaron ANOVA de una vía de medidas repetidas
(tres bebidas), para obtener el porcentaje de la conservación de
líquido y para el volumen total de la orina. Se hicieron ANOVA
de dos vías de medidas repetidas, con el balance neto de fluidos
(3 bebidas X 4 mediciones) y con cada una de las diferentes sensaciones
percibidas (3 bebidas X 5 mediciones).
Para las variables relacionadas con
el agrado de las tres bebidas, se realizaron ANOVA con una vía
de medidas repetidas (tres bebidas) para la dulzura, el sabor, y la
aceptación general. Cuando se identificaron efectos principales,
se efectuó una evaluación post hoc mediante la prueba de
Bonferroni, con el fin de identificar dónde estaba la
diferencia. Como información complementaria, se evalúo
también la importancia que los participantes daban a algunas
características de la bebida seleccionadas arbitrariamente,
calculando el promedio de la puntuación para cada
característica.
RESULTADOS
El protocolo de deshidratación
tuvo una duración de 55,3 ± 8,9 minutos (promedio
± desviación estándar) de ejercicio intermitente
en el calor; los participantes perdieron 1,2 ± 0,3 kg de la masa
corporal (MC), sin diferencias entre las tres condiciones
experimentales (p=0,156). Esto representó una
deshidratación de 1,84 ± 0,2% MC. Tampoco hubo
diferencias en las condiciones previas a la rehidratación, ni en
el volumen del líquido ingerido para la rehidratación
(1464 ± 110 mL) (Ver la Tabla 2).
En la Figura 1 se puede observar el
comportamiento del volumen de orina correspondiente a cada una de las
tres bebidas. Hubo interacción significativa entre las bebidas y
el tiempo (p=0,003), siendo el AE estadísticamente diferente al
AC y la BD a los 30 y 60 min post-rehidratación (p<0,05).
La Figura 2 muestra que el volumen
total de la orina fue mayor con AE (625 ± 183, p=0,002) que con
AC (390 ± 73 mL) o BD (416 ± 200 mL); sin embargo, estas
últimas no fueron distintas entre sí (p>0,05).
También se puede observar en la Figura 2 que el porcentaje de
conservación de líquido fue menor con AE (55,95 ±
13,48%, p<0,05), que con las otras dos bebidas (BD 71,29 ±
14,26% y AC 71,05 ± 7,90%).
Figura 2. Comparación de los
volúmenes totales de orina, p=0,002; comparación del
porcentaje del líquido conservado, p=0,001; (*) AE distinto de
AC y BD (p<0,05). Las barras corresponden al error típico.
Los valores porcentuales se calcularon usando el volumen ingerido de
cada bebida como valor de referencia (100%). AE agua embotellada, BD
bebida deportiva, AC agua de coco.
La Figura 3 muestra el balance neto
de fluidos. Los participantes estuvieron en un balance negativo
después de seguir el protocolo de la deshidratación,
luego en la rehidratación se produjo un balance positivo breve,
no obstante, al final de todo el período los participantes se
encontraban en un balance negativo de líquidos, que fue
significativamente mayor con AE (-580 ± 110 mL; p= 0,03)
comparado con AC y BD (-440 ± 130 mL y -420 ± 160 mL,
respectivamente).
En lo concerniente a las sensaciones
percibidas de tolerancia, las Figuras 4a-4e muestran que no hubo
interacción entre las bebidas y el tiempo (p>0,05). Ninguna
bebida produjo síntomas gastrointestinales medibles. A su vez,
las tres bebidas disminuyeron por igual la sed e incrementaron
simultáneamente la sensación de llenura, sin diferencias
entre ellas. En general, las tres bebidas comenzaron a disminuir la sed
después de los treinta minutos, de ahí en adelante, la
percepción de sed fue menor a la reportada antes de iniciar la
rehidratación (p<0,05). La percepción de llenura en
general para las tres bebidas fue mayor al final de la última
porción, con respecto a la percepción antes de la
rehidratación (p<0,05). En lo que se refiere a la
aceptación, el nivel de percepción de dulzura fue menor
en el AE (p= 0,024), en relación con el AC y la BD, los cuales
no fueron diferentes entre sí. BD tuvo mejores puntajes con
respecto al sabor y a la aceptación general, al compararla con
AC y AE (p<0,05, figura 4f).
La Figura 5 muestra la importancia relativa que le dieron los
participantes del estudio a distintas cualidades de una bebida para la
rehidratación después del ejercicio, resaltando que les
quite la sed y que sea un buen hidratante; al atributo que le
concedieron menor importancia fue al sabor dulce de la bebida.
DISCUSIÓN
En el presente estudio se
evaluó la efectividad y la aceptación del agua de coco
como bebida deportiva, así como la tolerancia a ella, al ser
consumida después de una deshidratación equivalente al 2%
de la masa corporal inducida por ejercicio. Los resultados sugieren que
el agua de coco funciona tan bien como una bebida deportiva y mejor que
el agua en la conservación del líquido que se consume
durante la rehidratación. Sin embargo, la bebida deportiva
obtuvo mayores puntajes con respecto al agrado del sabor y la
aceptación general. El agua de coco y el agua no tuvieron
diferencias en la aceptación, a pesar de ser el agua percibida
como menos dulce. Todas las bebidas fueron bien toleradas en el nivel
gastrointestinal, en los volúmenes utilizados (alrededor de 1,5
L en una hora).
En la etapa de la
rehidratación se pretende que la bebida ingerida cumpla con
diferentes requisitos, tales como estimular el consumo voluntario,
evitar un incremento en la eliminación de la orina y lograr una
pronta y efectiva recuperación de los fluidos perdidos a
través del sudor. Todas las características las han
cumplido hasta cierto punto algunas bebidas deportivas, debido a su
contenido de electrolitos y carbohidratos que favorecen el proceso de
la rehidratación (González-Alonso et al., 1992;
Shirreffs, Armstrong & Cheuvront, 2004; Casa, Clarkson &
Roberts, 2005; Sawka et al., 2007).
El agua durante la
rehidratación no es tan efectiva, pues se sabe que al ser
consumida en grandes volúmenes y corto tiempo, provoca un
aumento sustancial en los volúmenes de orina eliminados
(Shirreffs & Maughan, 1997; Shafiee et al., 2005); esto es
consistente con los resultados del presente estudio, donde el agua
produjo volúmenes de orina significativamente, más altos.
Por el contrario, las bebidas que
contienen electrolitos pueden resultar más efectivas durante la
rehidratación después del ejercicio (Maughan, Owen,
Shirreffs & Leiper, 1994; Shirreffs et al., 2004), como
ocurrió en este estudio con la bebida deportiva (atribuible a su
contenido de sodio) y con el agua de coco (atribuible a su contenido de
potasio, vide infra): éstas obtuvieron porcentajes de
conservación iguales entre sí, aunque significativamente
mejores que el agua.
En el análisis de las
diferencias existentes en la efectividad de la rehidratación
entre las bebidas, sería deseable comparar los porcentajes de
conservación de líquido o los índices de
rehidratación en diferentes estudios. Esto no es posible, debido
a que los tiempos de recolección de la orina y los protocolos de
la deshidratación y la rehidratación son a menudo
distintos. Sin embargo, siempre se pueden comparar las cualidades del
agua de coco con las de otras bebidas en cada estudio, intentando de
este modo alcanzar una visión más clara sobre su utilidad
como bebida para la rehidratación post-ejercicio. Una de las
primeras investigaciones de rehidratación post-ejercicio con
agua de coco fue un estudio de campo realizado por Madriz-Dávila
(2000), en la provincia de Limón, una zona calurosa de Costa
Rica. Ella detectó una diferencia en los niveles de
reposición de líquido a favor del agua de coco
(27,6±16,0%) y la bebida deportiva (28,1±19,0%) al
compararlas con el agua (11,8±25,0%, p<0,05). Utilizando este
indicador, concluyó que el agua de coco es una bebida que
podría ser recomendada para la rehidratación
después del ejercicio.
En un estudio posterior, Saat et al.
(2002) no encontraron diferencias significativas entre el agua
(73±5%), el agua de coco (75±5%) y una bebida deportiva
(80±4%), con respecto al líquido que fue conservado en el
cuerpo, ni tampoco en las variables estudiadas relacionadas con el
éxito de la rehidratación, como el cambio en el volumen
sanguíneo, la orina acumulada y el balance neto de fluidos. Sin
embargo, los autores concluyeron que el agua de coco se comportó
mejor que la bebida deportiva y el agua, al producir menos
náuseas, llenura y dolor de estómago. En el presente
estudio, no hubo diferencias en el nivel de tolerancia de las tres
bebidas utilizadas, sin embargo, el volumen de bebida consumido fue
menor y el protocolo de rehidratación diferente, con respecto al
tiempo y la distribución del volumen.
Ismail et al. (2007), evaluaron no
sólo las bebidas anteriores, sino que también incluyeron
una cuarta bebida, el agua de coco con adición de sodio
(AC-Na+). En las conclusiones del estudio, los autores sugieren que la
adición de sodio al agua de coco natural podría conducir
a resultados similares a la bebida deportiva, con una mejor tolerancia.
Sin embargo, la estadística y las figuras presentadas en la
publicación con respecto al porcentaje de líquido
conservado, muestran que el agua es la única bebida
significativamente diferente (58,9±9,0%, p<0,05), mientras
que las demás son iguales entre sí, incluyendo el agua de
coco sin adición de sodio (BD: 68,1±1,6%; AC:
65,1±1,7% y AC-Na+: 69,4±1,4%). Dicho resultado va de
acuerdo con lo encontrado en este estudio, donde tanto la bebida
deportiva como el agua de coco fueron superiores al agua, pero iguales
entre sí.
El hecho de que en éste y
otros estudios, tanto la bebida deportiva como el agua de coco resulten
más efectivas que el agua para conservar el líquido en el
cuerpo (ver la Tabla 3), puede explicarse por el hecho de que ambas
bebidas contienen electrolitos y que esto evita un incremento en la
diuresis (Maughan et al., 1994). Particularmente, el sodio se encuentra
presente en mayor proporción en la bebida deportiva, al
compararla con el agua de coco. El sodio ha mostrado ser un electrolito
muy importante durante la rehidratación (Maughan, Leiper &
Shirreffs, 1997; Mitchell, Phillips, Mercer, Baylies, & Pizza,
2000); de hecho, se sabe que su contenido en las bebidas es
inversamente proporcional al volumen de orina eliminado y directamente
proporcional al porcentaje de líquido conservado (Maughan &
Leiper, 1995; Merson, Maughan & Shirreffs, 2008). Ésta es
probablemente una de las razones por las cuales la bebida deportiva se
comportó mejor que el agua.
Por su parte, la explicación
para que el agua de coco haya sido tan efectiva a pesar de su bajo
contenido de sodio, podría ser su alto contenido de potasio. Se
cree que el potasio puede ser tan efectivo como el sodio para conservar
el líquido en el cuerpo (Maughan et al., 1994). El potasio
podría facilitar la conservación del líquido
ingerido luego de hacer ejercicio (Nadel, Mack, & Nose, 1990, Casa
et al., 2005), dado que la deshidratación ocurre tanto en el
compartimiento intra como extracelular (Mudambo & Reynolds, 2001);
el potasio podría contribuir a restablecer la pérdida de
líquidos en el nivel intracelular (Yawata, 1990).
Con respecto a las variables del
agrado, se considera que el mayor agrado por la bebida deportiva se
podría deber a su contenido de sodio. Algunos estudios han
demostrado que la cantidad correcta de sodio puede mejorar la
palatabilidad de las bebidas y mejorar su sabor (Passe, Stofan, Rowe,
Horswill, & Murray, 2009). El contenido de sodio tanto en el agua
de coco, como en el agua embotellada, es muy bajo.
Por otro lado, según algunos
autores, el sabor y en particular el grado de dulzura es uno de los
factores principales que afectan el agrado de una bebida, a pesar de
existir diferencias en la preferencia del sabor entre las personas y
entre las culturas (Meyer, Bar-Or, Salsberg & Passe, 1994,
Rivera-Brown, Gutiérrez, Gutiérrez, Frontera, &
Bar-Or, 1999). La diferencia cultural o el gusto de los participantes,
pueden explicar la razón por la cual, a pesar de ser el agua
embotellada significativamente menos dulce que el agua de coco, no hubo
diferencia entre ellas con respecto al agrado del sabor y la
aceptación general. De hecho, la dulzura de la bebida en la
rehidratación fue a la característica que le dieron menor
importancia los participantes de este estudio. Aun considerando lo
anterior y sabiendo que, para rehidratar, no se requiere añadir
a la bebida componentes energéticos, el hecho de introducir una
pequeña cantidad de carbohidratos podría acelerar el
transporte de sodio y de agua en el intestino, y mejorar a su vez el
sabor de la bebida (Shirreffs & Maughan, 1997).
En conclusión, tanto el agua
de coco como la bebida deportiva son bebidas aptas para la
rehidratación post-ejercicio: ambas provocan una menor
eliminación de orina y consecuentemente un mayor porcentaje de
conservación de líquido al compararlas con el agua. Ambas
bebidas muestran una buena tolerancia gastrointestinal en los
términos de este estudio. Finalmente, la bebida deportiva
presentó mayor aceptación que el agua de coco y el agua
embotellada.
Reconocimiento. Este estudio fue
financiado por el Gatorade Sports Science Institute®, bajo los
proyectos de investigación VI-245-A4-303 y VI-245-B0-315 de la
Universidad de Costa Rica.
REFERENCIAS
Aragón-Vargas, L. F. & Madriz-Dávila, K. (2000).
Incomplete warm-climate, post-exercise rehydration with water, coconut
water, or a sports drink. Medicine & Science in Sports and
Exercise, 32(5s), 238.
Campbell-Falck. D., Thomas, T., Falck, T. M., Tutuo, N., & Clem, K.
(2000). The intravenous use of coconut water. American Journal of
Emergency Medicine, 18(1), 108-11. https://doi.org/10.1016/S0735-6757(00)90062-7
Casa, D. J., Clarkson, P. M., & Roberts, W. O. (2005). American
College of Sports Medicine Roundtable on Hydration and Physical
Activity: Consensus Statements. Current Sports Medicine Reports, 4(3),
115–127. https://doi.org/10.1097/01.CSMR.0000306194.67241.76
Child, R., & Nathanael, W. (1950). Changes in the sugar composition
of coconut water during maturation and germination. Journal of the
Science of Food and Agriculture, 1(11), 326–329. https://doi.org/10.1002/jsfa.2740011104
Costill, D. L., & Sparks, K. E. (1973). Rapid fluid replacement after
thermal dehydratation. Journal of Applied Physiology, 34, 299-303.
Eiseman, B. (1954). Intravenous infusion of coconut water. AMA Archive of Surgery, 68, 167-78. https://doi.org/10.1001/archsurg.1954.01260050169005
Gellish, R. L., Goslin, B. R., Olson, R. E., McDonald, A., Russi, G. D.,
& Moudgil, V. K. (2007). Longitudinal Modeling of the Relationship
between Age and Maximal Heart Rate. Medicine & Science in Sports
& Exercise, 39(5), 822–829. https://doi.org/10.1097/mss.0b013e31803349c6
González-Alonso, J., Heaps, C. L. & Coyle, E. F. (1992).
Rehydration after Exercise with Common Beverages and Water.
International Journal of Sports Medicine, 13(5), 399-406.https://doi.org/10.1055/s-2007-1021288
Iqbal, Q. (1976). Direct infusion of coconut water. Medical Journal Malaysia, 30(3), 221-223.
Ismail, I., Singh, R., & Sirisinghe, R.G. (2007). Rehydration with
sodium-enriched coconut water after exercise-induced dehydration. The
Southeast Asian Journal of Tropical Medicine and Public Health, 38(4),
769–785.
Kuberski, T., Roberts, A., Linehan, B., Bryden, R. N., & Teburae, M.
(1979). Coconut water as a rehydration fluid. New Zealand Medical
Journal, 90, 98-100.
Madriz-Dávila, K. (2000). Comparación en la
conservación de líquido producida por tres bebidas
distintas: agua pura, bebida deportiva y agua de coco, bajo condiciones
de deshidratación. Universidad de Costa Rica, Tesis sin publicar
(Magister Scientiae). SIBDI: TFG: 19915.
Maughan, R. J., & Leiper, J.B. (1995). Sodium intake and
post-exercise rehydration in man. European Journal of Applied
Physiology and Occupational Physiology, 71(4), 311-319. https://doi.org/10.1007/BF00240410
Maughan, R. J., Leiper, J. B., & Shirreffs, S. M. (1997). Factors
influencing the restoration of fluid and electrolyte balance after
exercise in the heat. British Journal of Sports Medicine, 31(3),
175-182. doi:10.1136/bjsm.31.3.175. https://doi.org/10.1136/bjsm.31.3.175
Maughan, R. J., Owen, J. H., Shirreffs, S. M., & Leiper, J. B. (1994).
Post-Exercise Rehydration In Man: Effects of electrolyte addition to
Ingested fluids. European Journal of Applied Physiology and
Occupational Physiology, 69, 209-215. https://doi.org/10.1007/BF01094790
Merson, S. J., Maughan, R. J., & Shirreffs, S. M. (2008). Rehydration
with drinks differing in sodium concentration and recovery from
moderate exercise-induced hypohydration in man. European Journal of
Applied Physiology, 103(5), 585–594. https://doi.org/10.1007/s00421-008-0748-0
Meyer, F., Bar-Or, O., Salsberg, A,. & Passe, D. (1994).
Hypohydration during exercise in children: effect on thirst, drink
preferences & rehydration. International Journal of Sport
Nutrition, 4(1), 22–35. https://doi.org/10.1123/ijsn.4.1.22
Mitchell, J. B., Phillips, M. D., Mercer, S. P., Baylies, H. L,. &
Pizza, F.X. (2000). Postexercise rehydration: effect of Na+ and volume
on restoration of fluid spaces and cardiovascular function. Journal of
Applied Physiology, 89, 1302–1309.
Morton, D. P., Aragón-Vargas, L. F., & Callister, R. (2004).
Effect of ingested fluid composition on exercise-related transient
abdominal pain. International Journal of Sport Nutrition and Exercise
Metabolism, 14(2), 197-208. https://doi.org/10.1123/ijsnem.14.2.197
Mudambo, S.M. & Reynolds, N. (2001). Body fluid shifts in soldiers
after a jogging/walking exercise in the heat: effects of water and
electrolyte solution on rehydration. The Central African Journal of
Medicine, 47(9-10), 220–225. https://doi.org/10.4314/cajm.v47i9.8620
Nadel, E. R., Mack, G. W., & Nose, H. (1990). Influence of fluid
replacement beverages on body fluid homeostasis during exercise and
recovery. In: Lamb, D.R. & Gisolfi, C.V., eds. Perspectives in
Exercise Science and Sports Medicine. Fluid Homeostasis During
Exercise. Carmel: Benchmark Press, 3, 181-205.
Passe, D. H, Stofan, J. R, Rowe, C. L, Horswill, C.A., & Murray, R.
(2009). Exercise condition affects hedonic responses to sodium in a
sport drink. Apetite, 52(3), 561-567. https://doi.org/10.1016/j.appet.2009.01.008
Rivera-Brown, A. M., Gutiérrez, R., Gutiérrez, J. C.,
Frontera, W. R., & Bar-Or, O. (1999). Drink composition, voluntary
drinking, and fluid balance in exercising, trained, heat-acclimatized
boys. Journal of Applied Physiology, 86(1), 78–84.
Rolle, R. S. (2007). Good Practice for the Small-scale Production on
Bottled Coconut Water. Agricultural and Food Engineering Training and
Resource Materials. [Food and Agriculture Organization of the United
Nations-FAO]. Recuperado de
http://www.fao.org/docrep/010/a1418e/a1418e00.htm, el 20/03/2010.
Saat, M., Singh, R., Sirisinghe, R. G., & Nawawi, M. (2002).
Rehydration after Exercise with Fresh Young Coconut Water,
Carbohydrate-Electrolyte Beverage and Plain Water. Journal of
Physiological Anthropology and Applied Human Science, 21(2),
93–104. https://doi.org/10.2114/jpa.21.93
Sawka, M., Burke, L., Eichner, R., Maughan, R., Montain, S., &
Stachenfeld, N. (2007). American College of Sports Medicine Position
Stand: Exercise and Fluid Replacement. Medicine & Science in Sports
& Exercise, 39(2), 377-390. https://doi.org/10.1249/mss.0b013e31802ca597
Shafiee, M. A., Charest, A. F., Cheema-Dhadli, S., Glick, D. N., Napolova,
O., Roozbeh, J.,…Halperin, M. L. (2005). Defining conditions that
lead to the retention of water: The importance of the arterial sodium
concentration. Kidney International, 67(2), 613–621. https://doi.org/10.1111/j.1523-1755.2005.67117.x
Shirreffs, S.M., Armstrong, L.E., & Cheuvront, S.N. (2004). Fluid
and electrolyte needs for preparation and recovery from training and
competition. Journal of Sports Sciences, 22(1), 57-63. https://doi.org/10.1080/0264041031000140572
Shirreffs, S. M., & Maughan, R. J. (1997). Restoration of fluid
balance after exercise-induced dehydration: effects of alcohol
consumption. Journal of Applied Physiology, 83(4), 1152-1158.
Shirreffs, S.M., & Maughan, R.J. (1998). Volumen repletion following
exercise-induced volume depletion in man: replacement of water and
sodium losses. American Journal of Physiology, 274(5), 868-875.
Soto-Pradera, E., Fernández, E., & Calderin, O. (1942).
Coconut water: A clinical and experimental study. American Journal of
Diseases of Children, 64(6), 977–995. https://doi.org/10.1001/archpedi.1942.02010120017002
Vigliar, R., Sdepanian, V., & Fagundes-Neto, U. (2006). Biochemical
profile of coconut water from coconut palms planted in an inland
region. Journal de Pediatría, 82(4), 308-12. https://doi.org/10.2223/JPED.1508
World Health Organization. (2006). Oral rehydration salts production of
the new ORS. Geneva, Switzerland. Pages: 123
[http://whqlibdoc.who.int/hq/2006/WHO_FCH_CAH_06.1.pdf ]. Recuperado el
15/05/2010.
Yawata, T. (1990). Effect of potassium solution on rehydration in rats:
comparison with sodium solution and water. The Japanese Journal of
Physiology, 40(3), 369-381. https://doi.org/10.2170/jjphysiol.40.369
Recepción: 23 de marzo del 2011.
Corrección: 14 de julio del 2011.
Aceptación: 14 de julio del 2011.
Publicación: 31 de julio del 2011.
Artículo de la Revista MHSalud de la Universidad Nacional, Costa Rica protegido por Licencia
Creative Commons Attibution-NonComercial-NoDerivs 3.0 Costa Rica. Para
más información visite www.una.ac.cr/MHSalud
Permissions beyond the scope of this license may be available at revistamhsalud@una.cr