http://dx.doi.org/10.15359/mhs.11-2.1
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Revista MHSalud® (ISSN: 1659-097X) Vol. 11. No. 2. Febrero-Agosto, 2015
Estudio de Caso: Efecto de un Programa de Ejercicio Físico y
Consejería Nutricional sobre Variables Físicas y
Psicológicas en una Persona con Fibromialgia
Case Study: Effect of a Physical Exercise and Nutritional Counseling
Program on Physical and Psychological Variables in a Person with
Fibromyalgia
Adrián Alberto Chaves León1, María Morera2, Miguel Brenes Espinoza3 y Sergio Saldaña Quiel4
1Gimnasio y SPA ALL IN ONE, Heredia, Costa Rica
2Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida, Universidad Nacional, Costa Rica
3Programa de Promoción de la Salud, Área de Salud de Curridabat, Ministerio de Salud, Costa Rica
4Consultor Independiente
achaves2583@gmail.com
Resumen
El propósito de esta
investigación fue determinar el efecto de un programa de
ejercicio físico, flexibilidad y consejería nutricional
sobre las variables físicas (la capacidad aeróbica, la
fuerza, la flexibilidad y el perfil lipídico) y las variables
psicológicas (el autoconcepto físico, la imagen corporal
y la catastrofización del dolor) en una persona con
fibromialgia. En este estudio de caso se contó con la
participación de una mujer de 53 años de edad. La
intervención se aplicó durante ocho semanas, tres veces
por semana y con supervisión constante de personal profesional.
Antes de la aplicación de la intervención, Lourdes
(seudónimo) señala llevar una vida de intensos dolores
articulares y musculares que la limitan en el desarrollo de sus
actividades cotidianas. Las variables de investigación se
midieron al inicio y al final de la intervención. Los resultados
demostraron diferencias en el porcentaje de cambio en todas las
variables medidas. Además, se evidenció una
mejoría en su estado anímico, de acuerdo al testimonio
dado por doña Lourdes. Por lo tanto, se concluye que una
intervención de ejercicio físico y consejería
nutricional es una estrategia efectiva para mejorar la calidad de vida
de una persona con fibromialgia.
Palabras Claves: Fibromialgia, calidad de vida, catastrofización del dolor, adultez, salud.
Abstract
The purpose of this research was to
determine the effect of an exercise program, flexibility and
nutritional counseling on the physical variables (aerobic capacity,
strength, flexibility, and the lipid profile) and the psychological
variables (physical self-concept, body image and pain catastrophizing)
in a person with fibromyalgia. This case study had the participation of
53 years-old woman diagnosed with fibromyalgia (FM). The intervention
was implemented for eight weeks, three times a week with the constant
supervision of professional staff. Prior to the implementation of the
intervention, Lourdes (pseudonym) said to lead a life of severe joint
and muscle pain limiting the development of her daily activities.
Research variables were measured at the beginning and at the end of the
intervention. The results showed differences in the percentage of
change in all measured variables. In addition, an improvement in mood
was evident, according to the testimony given by Mrs. Lourdes.
Therefore, it is concluded that a physical exercise intervention and
nutritional counseling is an effective strategy for improving the
quality of life of a person with fibromyalgia.
Keywords: Fibromyalgia, quality of life, pain catastrophizing, adulthood, health.
Introducción
A partir de 1992, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la fibromialgia
(FM) como una enfermedad. Esta patología consiste en un
síndrome clínico, de etiología desconocida, que
provoca dolor musculoesquelético crónico, difuso e
incapacitante, el cual en gran medida aleja a quien la padece de su
entorno social. Suele acompañarse de trastornos como fatiga,
alteraciones del sueño, dolor de cabeza y trastornos
gastrointestinales (Arcas, Gálvez, León, Paniagua y
Pellicer, 2004), además de la presencia de dolor crónico
y generalizado a nivel músculoesquelético y rigidez
matutina (García, Rodero, Alda, Sobradiel, Montero y Moreno,
2008). Asimismo, la FM puede presentar parestesias en extremidades,
sensación de tumefacción en las manos y cefaleas
(Mañex, Fenolloza, Martínez, y Salazar, 2005). Sin
embargo, la etiología de esta enfermedad es desconocida, aunque
sí afecta el aparato locomotor de las personas que la padecen
(García, De Paz, y Márquez, 2012; González,
Ortín y Bonillo, 2011).
Como lo afirma Albentosa (2008), la
FM engloba diversas patologías y no siempre tiene un mismo
origen. Según García et al. (2008), la presencia de dolor
localizado en puntos específicos proporciona parte del
diagnóstico para la misma. Con frecuencia este dolor se da de
manera hipersensible, cuya sensación se manifiesta por simple
tacto, situación que no se observa en sujetos sanos
(González et al., 2012). Produce además un detrimento del
estado de ánimo, lo que afecta la salud psicológica
(García et al., 2012). Mañex et al. (2005) describen la
FM como una forma de reumatismo no articular, caracterizada por la
presencia de dolor en los cuatro cuadrantes del cuerpo por más
de tres meses. En estos cuadrantes se identifican 18 puntos
anatómicos en los que se percibe dicho dolor y la fibromialgia
se diagnostica tras la existencia de 11 puntos de los 18
correspondientes.
Aparicio, Ortega, Heredia, Carbonell
y Delgado (2011) destacan que en la fibromialgia las personas perciben
una condición física reducida y una fatiga
crónica, síntomas que limitan las actividades en su
diario vivir, como caminar, levantar o transportar objetos. Sin
embargo, el ejercicio físico es considerado uno de los
principales métodos en el manejo de las enfermedades
crónicas (Pedersen y Saltin, 2006). Se ha encontrado que el
ejercicio físico puede tener un efecto positivo sobre aspectos
relacionados con la calidad de vida, la percepción del dolor y
la capacidad funcional en pacientes con FM. Un estudio llevado a cabo
por Estrada, Munguía, Legaz y Serrano (2003), utilizando el
SF-36 Health Survey con un n=79 dividido en 3 grupos, concluye que un
programa de actividad física aplicado a personas con FM, basado
en aeróbicos de bajo impacto, contribuye a mejorar la calidad de
vida de pacientes con fibromialgia.
En el caso de patologías
asintomáticas, algunos estudios como los realizados por Gurer,
Faruk y Ay (2006) han vinculado la fibromialgia a los estados generales
de perfil lipídico en las personas, condicionados por los
valores de triglicéridos, colesterol total (CT),
lipoproteínas de baja densidad (LDL) y proteínas de alta
densidad (HDL). Un estudio llevado a cabo por Aparicio, Ortega,
Heredia, Carbonell y Delgado (2011) destaca que en mujeres con FM,
estas presentaban un 28kg/m2 y un porcentaje de grasa de 38.6%. Otro
ejemplo de esta vinculación es el estudio de Cordero et al.
(2012), donde se concluye que un 57.9% de mujeres con FM poseen niveles
de CT alterados, un 63.4% de aumento en las LDL y un 19.9% por encima
de lo recomendado en los valores de triglicéridos. Por su parte,
Arranz, Canela y Rafecas (2012), mediante un estudio en 103 mujeres con
FM, mostraron que altos valores del IMC en dicha población
guardan alta correlación negativa con la salud emocional y
mental.
Los beneficios que brinda la
actividad física a nivel psicológico pueden promover la
salud mental. García et al. (2012) agregan que la disciplina, la
actitud y el empeño que impone un plan de ejercicio para su
realización, conllevan al desarrollo de la autoeficacia y el
desarrollo de la confianza en las personas con FM para sentirse capaces
de ejecutar y finalizar dicho plan, y esto a su vez mejora las
percepciones de un individuo hacia sí mismo a nivel
físico y cognitivo.
Otro constructo de importancia es el
autoconcepto. Según Cox (2008), este se refiere a las creencias,
ideas, emociones, sentimientos y actitudes que un individuo tiene
acerca de sí mismo. Moreno, Garrosa y Gálvez (2005)
mencionan que la personalidad de un individuo depende no solo del
entorno social, sino también de la representación
cognitiva subjetiva de sí mismo, es decir, de la
percepción e información que la persona capta de
sí misma, fundamentada en las experiencias que ha vivido durante
las diferentes etapas del crecimiento. Un estudio realizado por
Garaigordobil y Govillard (2014), en el que participaron 140 personas
con FM y 50 personas no afectadas con dicha enfermedad, mostró
que los individuos con FM tienen un nivel superior de discapacidad
funcional y dolor, además de una baja autoestima y autoconcepto.
García, De Paz y Márquez (2012), a partir de una
investigación de 12 semanas en la que formaron parte 28 mujeres
diagnosticas con FM, mostraron que 3 sesiones semanales de ejercicio
aeróbico supervisado mejoran significativamente la
función física, el funcionamiento social, la autoestima y
el autoconcepto, sin encontrar beneficios con respecto al ejercicio
isométrico, la resistencia muscular y la flexibilidad.
Vinculada a la actividad
física (AC), se encuentra la autoimagen corporal que se define
como “la imagen y representación cognitiva que una persona
tiene de su propio cuerpo” (Cox 2008, p.417). La forma como una
persona interpreta su figura corporal puede no estar apegada a la
realidad, lo que hará que otras percepciones tales como la
autoestima y el autoconcepto igualmente se vean alteradas en todas sus
dimensiones (Castillo y Moncada, 2010). Según afirman
Sepúlveda, Botella y León (2001), desde una perspectiva
más dinámica, la imagen corporal (IC) se define en
términos de sentimientos y actitudes hacia el propio cuerpo. Un
estudio realizado por Akkaya, Akkaya, Simsir, Ceyhan y Sahin (2012) en
51 pacientes con FM y 41 sujetos sanos utilizados como grupo control,
concluyó que las personas con FM poseen una imagen corporal
alterada en comparación con sujetos sanos.
Otra variable a tomar en cuenta en
personas con FM es la catastrofización del dolor, la cual se
define como una orientación negativa y exagerada de dicho dolor,
que se desarrolla a partir de aspectos psicológicos como
inseguridad y ansiedad. Además, debido a esto se manifiesta un
mayor consumo de medicamentos, pronósticos perturbadores e
incluso ideas suicidas (García et al., 2008). Osman, Barrios,
Gutiérrez, Kopper, Merrielfd y Grittmann (2000) mencionan que la
catastrofización del dolor se asocia a factores cognitivos
relacionados con la percepción individual del dolor de forma
persistente. García et al. (2008) apuntan que,
independientemente del grado de depresión, la
catastrofización está relacionada con un incremento de la
actividad cerebral en las áreas relacionadas con la
anticipación del dolor, los aspectos emocionales y el control
motor. Las evidencias señalan que hay efectos positivos a nivel
psicosomático al combinar el ejercicio físico y la
relajación, utilizando el ejercicio físico no solo como
un determinante antropométrico, sino también como un
medio de interacción social para incrementar el bienestar
subjetivo (Moreno, Garrosa y Gálvez, 2005).
González, Ortín y
Bonillo (2011) realizaron una investigación en la que
participaron 42 mujeres con fibromialgia, las cuales fueron integradas
a tres grupos de los cuales uno realizó actividad física,
otro recibió una intervención psicológica y al
tercero se le brindó una intervención tanto con ejercicio
físico como con atención psicológica. Los
resultados del estudio mostraron que el grupo que realizó
ejercicio físico conjuntamente con ayuda psicológica tuvo
un mejor control de la depresión y la ansiedad, indicadores
relacionados, según Bragado, Hernández, Sánchez y
Urbano (2008), con una baja autoestima y un bajo autoconcepto.
Además, los investigadores concluyen que se debería
incluir en el estilo de vida el ejercicio físico como forma de
terapia no farmacológica, en el cual se lleven a cabo ejercicios
para mejorar la flexibilidad, la fuerza muscular y la capacidad
aeróbica. Dichas intervenciones, sumadas a una correcta
alimentación, podrían ayudar a mejorar la capacidad
funcional de la persona afectada y con esto optimizar su calidad de
vida y su estado de salud general. Por tanto, el propósito de
esta investigación fue determinar el efecto de un programa de
ejercicio físico, flexibilidad y consejería nutricional
sobre las variables físicas (la capacidad aeróbica, la
fuerza, la flexibilidad, el perfil lipídico) y las variables
psicológicas (el autoconcepto físico, la imagen corporal
y la catastrofización del dolor) en una persona con fibromialgia.
Metodología
Caso de estudio.
Una mujer de 53 años,
divorciada, madre de dos hijos, quien trabaja tiempo completo cuidando
niños y haciendo labores del hogar. Pertenece a la clase
media-baja de la provincia de Heredia, Costa Rica. Ella fue
diagnosticada con fibromialgia desde hace 5 años.
Presentó previamente a la intervención una talla de 1.59
cm, un porcentaje de grasa 49.5, un peso 95.5 Kg y un IMC 37.89
Kg/m². Se realizaron exámenes de laboratorio
(hematológicos y glucosa) únicamente para determinar el
estado de salud general previo de la paciente. Se identificaron en ella
valores normales de hemoglobina, eritrocitos y VCM, descartando por
este medio cualquier patología no identificada que pudiera
perjudicar la salud de la paciente. Los niveles de perfil
lipídico previos a la intervención fueron un colesterol
total de 215mg/dL, el HDL 45mg/dL, LDL de 140mg/dL y los
Triglicéridos en 150mg/dL. En adelante se referirá a ella
con el seudónimo de “Lourdes”.
Instrumentos.
Capacidad aeróbica.
La prueba de caminata de 6 minutos
(PM6M) fue utilizada para evaluar de forma submáxima la
capacidad aeróbica de la persona. Para realizar esta prueba se
requiere de un pasillo de al menos 30 metros cuya superficie sea plana.
Se determina la distancia que la persona puede recorrer caminando lo
más rápido posible durante 6 minutos. Antes y
después de la prueba se deben medir la frecuencia cardiaca y la
presión arterial, las cuales junto con los datos personales del
paciente específicos para la prueba, se utilizarán para
el desarrollo de ecuaciones que permitan determinar el VO2
submáximo (Giraldo, 2008). Para esta prueba también se
utilizó el monitor cardiaco y GPS marca “Garmin”,
que permite determinar la distancia alcanzada en la prueba de 6 minutos
y la frecuencia cardiaca correspondiente a cada metro recorrido. Los
monitores cardiacos marca Garmin Forerunner 305 tienen un margen de
error aceptable de hasta 8 % (Garmin Iberia, 2014) y mediante un
test-retest se estableció la fiabilidad de la PM6M de un 0.95
(Harada, Chiu y Stewart, 1999).
Como parte del protocolo de la PM6M,
también se utilizó un medidor digital de presión
arterial marca “Citizen”, modelo CH-432B, para medir la
presión arterial de la persona en estudio. Este medidor posee
los criterios de validación con diferencias medias entre el
dispositivo Citizen CH-432B y un esfigmomanómetro de mercurio es
de 0.7 +/- 4.4 mmHg para la presión sistólica y de -3.6
+/- 4.0 mmHg para la presión diastólica, cumpliendo
así con los criterios de aprobación de la European
Society of Hypertension (Cotte, Faltenbacher, Willich y Bogner,
2008).
Flexibilidad.
Se empleó la Prueba de Sit and
Reach para medir el grado de flexibilidad de la persona en estudio. El
protocolo utilizado fue el siguiente: la persona ejecutante debe estar
sentada en el suelo con las piernas extendidas, la planta de los pies
pegadas al cajón de flexibilidad y apoyando su espalda y su
cabeza sobre una pared, sus brazos deberán estar extendidos para
delante donde deberá llevar las manos al frente, una superpuesta
sobre la otra y la punta de los dedos en contacto con la regla. La
persona evaluadora deberá marcar ese punto como el punto cero.
Tras esta posición, la persona ejecutante inicia el test
deslizando las manos sobre el cajón debiendo lograr alcanzar la
máxima distancia con sus manos. De acuerdo con el estudio
fiabilidad y validez de las pruebas Sit and Reach, revisión
sistemática, la prueba Sit and Reach cuenta con un índice
de correlación intraclase (ICC) de 0.89-0.99, lo que indica una
elevada fiabilidad, sin embargo presenta una validez moderada para
determinar la flexibilidad de los isquiotibiales y lumbares, con
valores que rondan los 0.37-0.77 para hombres y 0.37-0.85 para mujeres
(Ayala, Sainz de Baranda, de Ste Croix y Santoja, 2012).
Peso, talla y porcentaje de grasa.
Se empleó para medir el peso y
el porcentaje de grasa de la sujeto en estudio una báscula marca
“Tanita”, modelo UM-081. Esta permite determinar esos datos
mediante bioimpedancia eléctrica. Dicho método posee un
margen de error +/-600g para pesos que van de 0kg a 75kg, +/-800g para
pesos que van de 75kg a 100kg y de +/-1200g para pesos que van de 100kg
a 150kg (Duque, 2014).
La talla fue medida por medio de una
cinta métrica en centímetros, se coloca a la persona a
evaluar con la espalda y talones junto a la pared en la cual se
encuentra el tallímetro.
Perfil lipídico.
Mediante exámenes de laboratorio se determinaron los valores de
colesterol total, lipoproteínas de alta de densidad,
lipoproteínas de baja densidad y triglicéridos.
Catastrofización del dolor.
La escala Pain Catastrophizing Scale
(siglas en inglés PCS), traducida al español como la
Escala de la Catastrofización ante el Dolor, versión
española (García et al, 2008), es una escala
autoadministrada de 13 ítems cuyo propósito es determinar
el nivel el dolor percibido por la persona. Cada ítem se
puntúa de 0 (nada) a 4 (siempre) y las puntuaciones totales van
de 0 a 52. Comprende 3 dimensiones: a) rumiación; b)
magnificación, y c) desesperanza. Posee un alfa de Cronbach de
0.79, además una fiabilidad de 0.84 y sensibilidad al cambio
(tamaño de efecto ≥2). Este instrumento se utilizó
para determinar el grado de autointerpretación del dolor con
relación a la fibromialgia.
Imagen corporal.
Se utilizó la escala Contour
Drawing Rating Scale (CDR), elaborado por Thompson y Gray (1995),
traducida al español como Test de Siluetas para establecer la
imagen corporal que la persona en estudio tiene de sí misma y la
imagen corporal que considera como ideal. Está compuesta por 9
dibujos que identifican la forma física, desde el valor 1 como
muy delgado hasta el valor 9 como muy obesos, tanto de hombres como de
mujeres, de las cuales el sujeto debe discrepar entre su figura actual
y su figura ideal. A la persona se le solicita que identifique con una
“I” la figura que considera su ideal y con una
“A” su figura actual. El coeficiente de Pearson de
fiabilidad para dicha prueba mediante test-retest es r=78
(Rodríguez y Cruz, 2006).
Autoconcepto físico.
Se empleó el Cuestionario de
Autoconcepto Físico (CAF) para valorar el autoconcepto
físico de la sujeto en estudio. Este cuestionario (Goñi,
Ruiz y Liberal, 2004) toma como base los modelos del autoconcepto
más importantes propuestos por Fox (1997). Dicho cuestionario
consta de 36 ítems comprendidos primeramente en cuatro
subescalas de autoconcepto físico, los cuales son: atractivo
físico, habilidad física, condición física
y fuerza, además de dos subescalas generales que constan del
autoconcepto físico general y el autoconcepto general. De los 36
ítems, unos están redactados de forma positiva, por
ejemplo: “tengo mucha resistencia física”, los
cuales se puntúan en una escala tipo Likert, de 1 a 5 (desde
falso a verdadero respectivamente), y otros están redactados de
forma negativa “no me gusta mi imagen corporal”, puntuados
de 5 a 1 (de falso a verdadero respectivamente). El máximo de
puntos a obtener es 180. El puntaje de cada subescala se obtiene
mediante la sumatoria de las puntuaciones de todos los ítems
pertenecientes a dicha subescala. La confiabilidad de dicho
cuestionario está determinada por el alfa de Cronbach=0.93.
Todas las escalas ofrecen un nivel alto de fiabilidad, cuyos valores
son 0.87 para el atractivo físico, 0.84 para la habilidad
física, 0.88 para la condición física, 0.83 para
la fuerza, 0.86 para el autoconcepto físico general y 0.84 para
el autoconcepto general (Goñi, Ruiz y Liberal, 2004).
Procedimiento.
Primeramente se realizó una
búsqueda en un barrio de Heredia de personas que tuvieran
algún tipo de padecimiento y en esta búsqueda se dio con
doña Lourdes, quien se ofreció a realizar el estudio de
caso. Una vez seleccionada la participante de la investigación,
se realizó una entrevista para determinar la edad, las
características familiares, laborales y del entorno donde ella
se desenvuelve. Además, se recolectó información
sobre su patología y se le realizó los exámenes de
laboratorio (hematológicos, perfil lipídico, glucosa).
Una semana después se
efectuaron las mediciones de la variables en estudio, en el siguiente
orden: talla, peso, porcentaje de grasa, prueba de Sit and Reach y la
prueba PM6M. Antes y después de la prueba de caminata se
midió la FC y la presión arterial para la
obtención posterior del VO2 submáximo. En otro día
de esa semana se le administró los tres cuestionarios
psicológicos (Pain Catastrophizing Scale, CAF, Test de Siluetas)
y la prueba de flexibilidad. Durante esa misma semana la persona
profesional en nutrición la evaluó para determinar el
plan nutricional a seguir.
Intervención.
El programa de ejercicio
físico y consejería nutricional fue elaborado por dos
especialistas en el área del Movimiento Humano, un
fisioterapeuta y una nutricionista. Este programa fue planificado y
adaptado a las condiciones de la paciente, tanto en disposición
de horario como en el lugar de ejecución de las actividades (por
ejemplo, diferentes espacios en su hogar o al aire libre). Esta
intervención se desarrolló durante 8 semanas como parte
de un proyecto de estudio preestablecido, el cual se realizó 3
veces por semana, con una duración por sesión entre 45 a
60 minutos. Dos de las sesiones por semana se dedicaron al ejercicio
físico con supervisión constante del educador
físico y el tercer día se destinó a la terapia de
relajación y al ejercicio de flexibilidad, dados por un
fisioterapeuta.
El programa de ejercicio
físico consistió en trabajo aeróbico y de
contrarresistencia. En el caso del trabajo aeróbico, se
utilizó la caminata, el subir y bajar gradas, y movimientos
articulares continuos como métodos para mejorar la capacidad
aeróbica. Para el trabajo de contrarresistencia de las
principales zonas musculares del cuerpo (espalda, piernas, pecho,
brazos, zona abdominal y lumbar) se empleó ligas, el propio peso
del cuerpo y pesas de arena
Cabe recalcar que este programa de
intervención también incorporó un diálogo
constante de doble vía entre las personas profesionales y
doña Lourdes, esto con el fin de conocer el estado motivacional
y el bienestar de doña Lourdes semana a semana. Una vez
finalizada la intervención, se volvieron a medir todas las
variables físicas y psicológicas.
Análisis estadístico.
Al ser un estudio de caso
clínico los resultados obtenidos fueron analizados a nivel
cualitativo y se utilizó el porcentaje de cambio como
parámetro para comparar los valores iniciales contra los valores
finales y a su vez con valores de normalidad. La fórmula
utilizada para determinar el porcentaje de cambio fue:
Resultados
Los resultados de la Tabla 1 muestran
los valores obtenidos en el pre-test y el pos-test respecto a la PM6M,
la flexibilidad, el porcentaje de grasa y el peso. En el caso de la FC
en reposo, se presentó una disminución de 14 latidos por
minuto, lo que representa un porcentaje de cambio de -16.27.
Además, aumentó en 1.92 ml/kg/min el consumo de
oxígeno submáximo, representando un porcentaje de cambio
de +11.49, y la PAS disminuyó 26 mmHg, lo que representa un
porcentaje de cambio de -15.66, mientras que la PAD no presentó
variaciones. Respecto a la composición corporal, el porcentaje
de grasa disminuyó 7.9 para un porcentaje de cambio -13.78.
Asimismo, el IMC disminuyó 2.46 Kg/m², lo que representa un
porcentaje de cambio -3.51. Por último, la distancia en la
prueba de 6 minutos aumentó 117 metros, para un porcentaje de
cambio de +24.33, y la flexibilidad coxofemoral aumentó 7 cm,
para un porcentaje de cambio de +33.3.
La figura 1 muestra el comportamiento
de la FC durante la realización de la prueba de 6 minutos en el
pre-test y el post-test. Se puede observar cómo a pesar de que
en el post-test mejoró la distancia recorrida, la cantidad de
latidos fue menor a la obtenida en el pre-test, lo que indica un menor
esfuerzo cardiovascular para realizar la prueba.
En la tabla 2 se pueden encontrar los
resultados entre el pre-test y el pos-test del perfil lipídico,
los cuales muestran una disminución en el porcentaje de cambio
de CT, LDL y Triglicéridos, y un aumento del porcentaje de HDL
(ver Tabla 1).
La tabla 3 muestra una
disminución de la catastrofización del dolor que
realizó la paciente antes y después de la
intervención. En las diferentes dimensiones del PCS, la paciente
disminuyó la percepción del dolor y obtuvo un mejor
pronóstico del mismo hacia el futuro, lo cual se refleja en el
valor total del post-test en comparación al pre-test.
Los resultados del test de autoimagen
demuestran una disminución en el valor percibido posterior a la
intervención, pasando de la figura número 9 a la 8. La
imagen corporal A (ver figura 2) fue la identificada por la sujeto como
la asociada a su percepción pre-test. Por otra parte, la imagen
corporal I (ver figura 2) determina la figura corporal ideal
según el criterio de la persona evaluada. Respecto a dicha
figura y previo a la intervención, la paciente identificó
la imagen corporal 4 (ver figura 2) y posterior a la
intervención seleccionó la imagen corporal 5, optando por
una opción más realista y de aceptación propia
según lo manifestado posterior a la realización post-test.
La tabla 4 muestra que todos los
valores de autoconcepto físico en el post-test, en sus
respectivas dimensiones, aumentaron el valor con respecto al pre-test.
En el resultado total al final de la intervención se muestra un
aumento de 63 puntos en la percepción del autoconcepto
físico total entre el pre-test y el pos-test, lo que constituye
un porcentaje de cambio de 71.59.
Discusión
En el caso de Lourdes, todas las
variables evaluadas relacionadas con la capacidad funcional mostraron
cambios positivos, lo cual se vio reflejado en un mejor
desempeño aeróbico en la prueba de 6 minutos, en la cual
a pesar de alcanzar una mayor distancia en el post-test, esta se
finalizó con una frecuencia cardiaca menor. Los valores de las
variables que constituyen dicha prueba fueron los siguientes: la
presión arterial se encontraba en 166/88 mmHg y con una
frecuencia cardiaca de 86 p/m, valores que disminuyeron a 140/88
mmHg y 72p/m, respectivamente, posterior a la intervención, y el
VO2 aumentó de 17 ml/kg/min a 18.92 ml/kg/min.
Por esta razón, el ejercicio
físico representa un importante instrumento para tratar la
obesidad, como lo fue en el caso de Lourdes, quien obtuvo una
disminución de un 57.3 % de grasa a un 49.4 %, así como
una disminución del peso de 95.5 Kg a 89.0 Kg, que refleja a su
vez una disminución del IMC de 37.89 Kg/m² a 35.32
Kg/m². Esto representa, de acuerdo con Grundy et al. (2004), una
disminución de complicaciones en su salud cardiovascular y una
mejora en la calidad de vida.
Para valorar la flexibilidad de la
paciente, se aplicó el test de sit and reach, con el cual se
logra identificar la flexibilidad de la musculatura lumbar y de los
isquiotibiales (Valencia et al., 2009), que sirve como parámetro
para evaluar la flexibilidad a nivel general. Existen medidas
específicas que indican el grado de flexibilidad del individuo.
Hoeger y Hopkins (1992) exhiben la siguiente valoración para la
prueba Sit and Reach modificada en mujeres: baja ˂ 32; regular 32-36.5;
media 36.6-40; buena 40.1-42; excelente 42. Al realizar la prueba
pre-test, la sujeto inicialmente obtuvo una medida de 22 cm, la cual
aumentó significativamente a 28 cm, en ocho semanas. A pesar de
que dichas medidas no se encuentran dentro de los parámetros de
valoración normal e indican aún una baja flexibilidad en
ella, de acuerdo a Grosser (1992), el haber aumentado la flexibilidad
en 6 cm contribuyó a mejorar su calidad de vida,
según lo indica también Lourdes.
De acuerdo con Lourdes, el progreso
percibido en la capacidad aeróbica y la flexibilidad mejoraron
su calidad de vida, especialmente en su trabajo y en el desarrollo de
actividades con familiares, lo cual le permitió compartir
más tiempo con estos.
Los datos determinados en la sujeto
de estudio al iniciar la investigación concuerdan con los
resultados encontrados por Gurer et al. (2006), donde se encuentra que
mujeres con FM mostraron valores de LDL y triglicéridos
significativamente más altos que los obtenidos por el grupo
control (mujeres sin ninguna patología diagnosticada).
También concuerdan con los datos encontrados por Cordero et al.
(2012), a partir una investigación en 183 sujetos con FM
diagnosticados mediante puntos sensibles y dolorosos; los cuales fueron
distribuidos en tres grupos, según el Índice de Masa
Corporal (IMC) en: no obesos, con sobrepeso y obesos, así como
un análisis del perfil lipídico (PL). Los resultados
mostraron correlación entre la presencia de puntos dolorosos y
el IMC, además los sujetos con sobrepeso mostraron un mayor
incremento en los valores del perfil lipídico.
ACSM (2005) expresa los rangos de
referencia para valorar las dislipidemias, situando el valor
limítrofe alto de colesterol total (CT) entre 200 mg/dL y 239
mg/dL, situación en la que se encontraba la paciente antes del
tratamiento con actividad física, con un valor de 215 mg/dL.
Este valor disminuyó a 180 mg/dL posterior al tratamiento, que
lo califica como deseable, lo que trae mayores beneficios a la salud,
disminuyendo las probabilidades de sufrir complicaciones cardiacas,
diabetes e hipertensión, ya que según la ACSM (2005) los
niveles alterados tanto en CT como en otras dislipidemias constituyen
un factor de riesgo a la salud.
Respecto a las lipoproteínas
de baja densidad (LDL), se obtuvo un valor pre-test de 140 mg/dL,
situado por encima de 130 mg/dL el cual está determinado como el
valor máximo. Dicho valor también disminuyó a 117
mg/dL en el post-test, categorizándose al igual que el CT como
deseable de acuerdo con la NCEP (2002). Los valores de las
proteínas de alta densidad (HDL) fueron de 45 mg/dL, por lo que
se clasifica dentro del valor deseado. Aún de esa forma, dicho
valor mejoró a 46 mg/dL, de acuerdo con valores establecidos por
la NCEP (2002). Finalmente, los triglicéridos en el pre-test
fueron de 150 mg/dL, con lo que sitúa en el límite
establecido según el NCEP (2002), que lo califica como ideal
<150 mg/dL. Este valor disminuyó a 82 mg/dL posterior al
tratamiento con actividad física. Grundy et al. (2004)
recomiendan evitar la inactividad física y la obesidad dado que
dichos factores guardan una estrecha relación con los valores de
LDL y triglicéridos, lo que incrementa el riesgo cardiovascular
a riesgo moderado y riesgo alto, principalmente si estos valores se
presentan de forma concomitante con valores anormales en la
presión arterial y la frecuencia cardiaca en reposo.
Cabe señalar que posterior a
la intervención en esta investigación, el perfil
lipídico obtenido por la paciente disminuyó dado que
tanto el LDL como los triglicéridos descendieron sus niveles,
pasando de valores de riesgo a valores óptimos, y mejoró
el HDL, lo que indica que su factor de riesgo también se redujo,
con lo cual obtiene no solo beneficios específicos hacia su
patología sino también cardiovasculares, lo que de igual
forma disminuye factores de riesgo a la salud y preserva su calidad de
vida (National Institutes of Health, 2002).
Una vez abordados los aspectos a
nivel físico en el presente estudio, se analizaron
también aspectos psicológicos alrededor de la
fibromialgia. González, Ortín y Bonillo (2011) enfatizan
que el tratamiento de la fibromialgia se debe abordar desde diferentes
perspectivas y no solo bajo un método, esto debido a que las
intervenciones sobre trastornos como la ansiedad y la depresión
dan mejores resultados cuando se combina la práctica de
actividad física y la terapia psicológica. Se destaca por
tanto la necesidad de integrar ambos programas en el tratamiento de la
FM en busca de una potencialización surgida de proporcionar un
enfoque integral.
En este campo se valoraron
constructos como la catastrofización del dolor percibido, la
autoimagen y el autoconcepto físico. En cuanto al dolor
percibido por los pacientes que sufren FM y la catastrofización
del mismo, al inicio de la intervención Lourdes obtuvo un
puntaje de 40 y finalizada la intervención fue de 17, lo cual es
un logro significativo bajar el nivel de dolor en más de la
mitad. Según Okifuji, Donaldson, Barck y Fine (2010) mediante un
estudio, el 50 % de un total de 215 sujetos con FM tenían
obesidad y un 30 % presentaban sobrepeso, asociando la FM a
padecimientos de la calidad del sueño y la percepción de
dolor. Resultados como este y los obtenidos en el estudio, demuestran
que una terapia integral (nutrición-fuerza-capacidad
aeróbica y flexibilidad) es un tratamiento efectivo para una
persona con fibromialgia, ya que disminuye sus sentimientos pesimistas
hacia la vida y brinda mayor esperanza hacia el futuro y con respecto
al pronóstico de la enfermedad, así como una mayor
calidad de las horas de sueño debido a una menor
percepción del dolor.
En la medición de la imagen
corporal se puede apreciar que, al inicio de la intervención, al
marcar la figura que representaba su estado actual, Lourdes
señaló la última imagen (la que indica mayor
sobrepeso), mientras terminada la intervención marcó la
penúltima figura; es decir, hubo un cambio en la
percepción de la imagen de esta persona hacia una mejor
autoimagen. En cuanto a la figura que representaba el ideal previo a la
intervención, Lourdes señaló la cuarta imagen;
mientras que concluido el programa de ejercicio y relajación,
marcó la sexta figura. Hubo un cambio en el pensamiento de
Lourdes sobre la figura que aspira tener, siendo esta última
más realista con su somatotipo y mostrando mayor
aceptación de sí misma, lo cual se evidencia tanto a
través del test aplicado como por sus comentarios. Estos
resultados de percepción de la imagen corporal son similares a
lo que indica la literatura, ya que una vez finalizado un programa de
ejercicio, las personas tienden a cambiar su percepción de IC a
una más positiva (Moreno, Cervelló y Moreno, 2006;
Williams y Cash, 2001).
En cuanto a la medición del
autoconcepto físico, existieron diferencias positivas en todas
las dimensiones (habilidad física, condición
física, fuerza, atractivo físico y autoconcepto
físico general), excepto en el autoconcepto general, el cual en
el pre-test obtuvo 23 puntos, mientras que en el post-test tuvo un
punto menos. Estos resultados encontrados coinciden con los de
García et al. (2012), quienes aplicaron un programa de ejercicio
físico 3 veces a la semana durante 12 semanas a un grupo de
mujeres con fibromialgia y encontraron que, además de los
beneficios en la aptitud física, el ejercicio físico
también mejora la autoestima y el autoconcepto. Los beneficios
dados por el ejercicio físico a la autoestima y el autoconcepto
se asocian, según García et al (2012), debido a que
dichos constructos están estrechamente relacionados con la
percepción física del propio cuerpo, por esta
razón se da una mejora de la autoimagen. Algo importante de
mencionar durante el desarrollo de la intervención es que
Lourdes constantemente utilizaba expresiones como: “me siento
feliz”, “estoy haciendo bien las cosas”, “soy
guapa”, “soy fuerte”; esto indica que es una persona
que incrementó su autoestima, lo cual la puede beneficiar mucho
en la parte de mantenerse activa físicamente, además de
una mayor autoaceptación, favoreciendo su parte social.
Los resultados de esta
investigación concuerda con el obtenido por Rossy et al. (1999),
quienes mediante un meta-análisis concluyeron que una
intervención óptima para la FM comprende también
aspectos no farmacológicos, tales como el ejercicio
físico y la terapia cognitivo conductual, que ayuden a mejorar
la calidad de vida de esta población. Asimismo, estudios como el
realizado por Sarzi et al. (2011) indican que un tratamiento
multidisciplinario no farmacológico de la FM puede contribuir a
la disminución en la salud mental mediante la disminución
en el uso de antidepresivos, opiáceos, sedantes y relajantes
musculares, lo que se evidenció en el caso del presente estudio
por medio de la entrevista, en la cual la paciente manifestaba mayor
capacidad para resolver conflictos personales y familiares, los cuales
empeoraban su percepción del dolor físico.
Un estudio similar fue realizado por
Sañudo et al. (2010), quienes emplearon ejercicio
aeróbico, fuerza muscular y flexibilidad mediante dos sesiones
semanales durante 24 semanas. Ellos demostraron que dicha
intervención mejoró aspectos de las pacientes tales como
mayor vitalidad, mejoras en la función física, la salud
mental y la disminución del dolor corporal. Busch, Schachter,
Overend y Barner (2008) determinaron, a través de una
revisión sistemática, que el ejercicio aeróbico
posee efectos beneficiosos para la calidad de vida de las personas con
FM y señalan la falta de estudios en la aplicación del
entrenamiento contrarresistencia como medio de tratamiento. Sin
embargo, Suelen, Leite, Homann, Stefanello y Rodacki (2012) hallaron
que las mujeres con FM poseen un déficit en la fuerza muscular
en comparación con mujeres sanas, principalmente debido al
dolor. En el caso de Lourdes, dicho componente de la actitud
física afectaba diariamente sus actividades, tales como cocinar,
la limpieza del hogar y en el desempeño de sus labores, sin
embargo, posterior a la intervención dichas funciones se vieron
mejoradas, probablemente debido al trabajo contrarresistencia.
Dadas las características de
la FM, Betina, Rivera, Alegre y Pereda (2006), mediante una
revisión sistemática, sugieren que el abordaje ideal para
dicha enfermedad debería abarcar diferentes disciplinas del
área de la salud. Estos resultados están en concordancia
con los obtenidos en la presente investigación, los cuales
respaldan que una intervención integral de la FM puede brindar
beneficios en el tratamiento de dicha patología. Lo anterior es
de suma importancia, dado que la FM se presenta principalmente en la
población femenina. Sánchez, Aparicio y Dresch (2006)
concluyen, a partir de un estudio, que las variables
psicológicas predicen más significativamente la salud
física de las mujeres en comparación con los hombres.
En conclusión, el presente
estudio sugiere que una intervención de ejercicio físico
junto con la consejería nutricional, es una estrategia efectiva
para mejorar la calidad de vida y el bienestar de personas que
presentan esta patología. Estudios futuros en este ámbito
podrían estimar el impacto de un programa integral sobre otras
autopercepciones como la autoestima y enfermedades psicológicas
como la depresión y la ansiedad. Más allá de un
estudio de caso, cabe considerar la aplicación de un programa
integral, en una población con fibromialgia, cuya muestra sea
amplia. Además, sería importante la terapia
psicológica como una forma de complementar la
intervención, abarcando todas las áreas posibles del
desarrollo humano.
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Recepción: 20 de noviembre del 2014.
Corrección: 12 de enero del 2015.
Aceptación: 14 de enero del 2015.
Publicación: 31 de enero del 2015.
Artículo de la Revista MHSalud de la Universidad Nacional, Costa
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