ISSN: 1405-0234 • e-ISSN: 2215-4078
Vol. 11 (2), julio – diciembre, 2023
http://dx.doi.org/10.15359/rnh.11-2.2
Recibido: 20-06-2023 • Aprobado: 27-09-2023
Publicado: 28-09-2023
Licencia: CC BY NC SA 4.0

Entrevista a Miguel Baraona Cockerell


Carlos Morúa Carrillo

Introducción

Miguel Baraona Cockerell, un ser humano que ha tenido una vida con muchas aristas, ¿cómo, ha sido influenciado, cómo ha sido golpeado, cómo, se ha vuelto a levantar? Con una formación humanista que la vida, tal vez sin proponérselo, se lo ha dado. Con grandes influencias y contrastes, su madre oriunda de Estados Unidos, antropóloga, sin ejercer, profesora de inglés en casa y en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile y una entusiasta lectora, apasionada del “Quijote”. Su padre de origen chileno, aventurero, recorrió de Chile a Estados Unidos. Héroe de guerra norteamericano, militante comunista, desterrado de ese país. Profesor universitario en el Instituto de Geografía de la Universidad de Chile. Don Miguel, con inclinaciones hacia la ciencia, de joven, transformadas luego por sus fuertes experiencias. Su vida transcurre entre Estados Unidos, México, Chile, Francia y Costa Rica. De joven activista y militante socialista, se vio en el exilio, separado de sus padres, viviendo y estudiando en Francia. Con una sólida formación en sociología, ciencias sociales y antropología. En su formación profesional contactó con grandes maestros, en seminarios, oficialmente en el de Alan Turing también asistía al de John Odling-Smee, que era un economista marxista brillante. Asistía a los cursos de Bourdieu, famoso sociólogo francés, asistía también al de Althousser. Es influenciado por Rolando García, Roberto Stavanger y Alan Turing. Con un verbo exquisito, pausado al hablar, reflexivo e inteligente y una gran visión de mundo, es un humanista convencido, marcado por los grandes contrastes y tragedias sufridas a lo largo de su vida. Académico universitario en varios países, Estados Unidos, México, Francia y Costa Rica. Con una sensibilidad a flor de piel. Su primera compañera era de origen persa, iraní, le dio una hija. Tuvo oportunidad de recorrer medio oriente y conocer esas raíces. Su segunda compañera era mexicana, le dio un hijo. Recorrió gran parte de México, gracias a su trabajo con proyectos interdisciplinarios. Su tercera compañera es chilena, viven en Costa Rica, desde hace varios años. Por azares del destino militante político, exiliado, salonero, estudiante, académico, joyero, migrante, escritor apasionado, humanista convencido.

Profesor universitario, apasionado escritor, convencido humanista

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Fotografía 1
Propiedad de Miguel Baraona

CM: ¡Buenos días, Don Miguel!, muchas gracias por la entrevista

MB: Buenos días muchas gracias

CM: Hoy 4 de setiembre del año 2019, aquí, en la oficina del Vicedecanato del Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional, en Costa Rica, estamos efectuando esta entrevista a don Miguel Baraona Cockerell, con el propósito de conocer al ser humano.

Orígenes familiares

CM: ¿Dónde nace Miguel Barahona?

MB: Yo nací en los Estados Unidos, en Kansas City Missouri, mi madre era nativa de una familia muy antigua, de un pueblito que se llama Lorenz, un pueblo formado por gente que llegó muy temprano a estas tierras.

Los Cockerell, que son la familia de mi madre se formó por allí del siglo XVII o finales del siglo XVI, o sea, que son de los primeros habitantes europeos occidentales colonos, que llegaron y se establecieron allí, junto con una comunidad Siux que vivía ahí; ambas poblaciones han formado una especie de mundo bicultural, el pueblito de Lorenz es interesante. De ahí salió mi madre, pues su padre, salió de Lorenz y fue a la ciudad capital del estado de Missouri, que es también la capital del estado de Kansas, una especie de doble capital. Él estudió ingeniería, un hombre de origen muy pobre, pero muy brillante, estudió ingeniería civil y muy rápido le fue bien, construía edificios con otros socios que tenía y los vendían, se hizo muy rico. Pero vino la crisis de año 1929, lo perdió todo, quedando en la miseria absoluta, otra vez. Después de la crisis, volvió a levantarse, porque era un hombre muy persistente, muy trabajador, sencillo, humilde y muy buen ingeniero, además de muy buen corazón.

En ese ambiente se creó mi madre, fue a estudiar a la universidad Iowa. Es común en los Estados Unidos que los hijos vayan a estudiar lejos de sus padres, yo creo, que es una buena idea para que comiencen a hacer su vida. Allí conoció a un tipo que estaba en la cafetería de la universidad, que le pareció interesante, atractivo y era mi padre. Había salido de Chile, como a los veintidós años, porque terminó muy temprano el colegio, estudió leyes, después que terminó, se dio cuenta que se había equivocado de carrera, que no era realmente lo que quería ejercer. Era un hombre de espíritu muy aventurero, se fue de Chile para la ciudad de Cali, Colombia a estudiar astronomía, con una beca. No sé qué pasó allí, hubo unas cosas que lo hicieron salir de ahí. Atravesó todo Centroamérica y México prácticamente a pie, estaba soltero tenía unos veinticuatro años. Me contó algunas experiencias interesantísimas, cuando estuvo en México, estamos hablando, a principios de los años cuarenta. El México, salvaje, revolucionario, todavía, con la gran diversidad de culturas indígenas, un país maravilloso que le encantó. Pero, quiso seguir más al norte aventurando y entró a pie a los Estados Unidos, en una época, que comenzaba la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos estaba participando cada vez más. Vino el bombardeo a Pearl Harbor, entonces Estados Unidos entró a la guerra con todo, había una escasez de hombres, no había mano de obra masculina. Allí es cuando empieza la emancipación de las mujeres, se incorporan a las fábricas, al esfuerzo de guerra industrial de esa gran potencia. Se empieza a mover esta gigantesca maquinaria económica, que era ese país, y necesitaban hombres jóvenes; como lo ven a mi padre, ni siquiera le piden visa, nada, venga para adentro, usted sabe leer y escribir, tiene educación, excelente, vaya y busque trabajo, aporte y sustituya en lo que pueda, a los hombres que se están peleando en el frente. Como era extranjero, no tenía que hacer el servicio militar, ni ir a la guerra. Creo que deambuló por allí, hasta que, por fin, hizo una solicitud para ingresar a la universidad de Iowa. Y fue aceptado, con una beca para estudiar lo que a él le gustaba, que era geografía e historia. Y esa beca la tenía que refrendar, en parte, trabajando en distintas labores, tampoco había muchos muchachos para atender, por ejemplo, el restaurante, la cafetería. Empezó a trabajar y conoció a mi madre, ¡oh, son cosas de la vida!, y a mi madre le gustó, era un hombre entretenido, interesante, ya traía toda una vida de aventura por los viajes que había hecho. Se enamoraron y se casaron y se movieron a California, mi madre tuvo primero a mi hermana en Berkeley, California. Después quiso ir a Kansas City para ver a su padre, ya estaba en estado de gravidez avanzada. Yo nací en Kansas City Missouri, en esa visita de mi madre a su padre.

CM: ¿Cuántos años de diferencia tiene, con su hermana?

MB: Creo, que son como tres o cuatro años, algo así.

CM: ¿Tiene más hermanos?

MB: Sí, después vino una segunda generación de Baraona, pero con muchos años de diferencia, como catorce o quince años de diferencia, esos nacieron en Chile. Mi padre se movió de la universidad de Iowa, a la universidad de Berkeley, que era mucho más interesante y terminó de estudiar geografía. Allí tuvo una serie de serie de problemas políticos, militaba en el partido comunista, conoció a la célula comunista de San Francisco, a Oppenhimer, militaba con él. El Hombre que después dirigiría el proyecto Manhatan, para hacer la primera bomba atómica, que comenzó como comunista. Luego, empezó la cacería de brujas en Estados Unidos, del Macartismo, igual lo metieron a la cárcel, lo condenaron a 10 años por actividades antiamericanas. A esa altura, ya era ciudadano americano y había ido de voluntario a la guerra contra Japón.

CM: Y a todo esto ¿dónde estaba usted, cuantos años tenía?

MB: Cuando mi padre fue arrestado, ya empezaban las actividades antiamericanas, yo debo de haber tenido dos años, no tengo el menor recuerdo de todo eso. Mi madre, era una mujer muy joven, debería de haber tenido unos diecinueve años, venía de una de las familias de clase media acomodada, mi abuelo ya se había acomodado económicamente, de hecho, tenía mucho dinero. Y mi abuelo, siendo un hombre bastante conservador y de derecha, pero de muy buen corazón, sacó a mi padre de la cárcel, pagando la fianza y huimos a México. Salimos de los Estados Unidos porque la fianza significaba quedar en libertad, para después asistir al juicio, donde, finalmente, quizás, lo metían a la cárcel y le aplicaban la condena.

CM: ¿De ahí salieron para dónde?

MB: Para México, pero allí el FBI, lo fue a buscar, se lo llevaron y lo regresaron a los Estados Unidos.

CM: ¿De manera que siempre tuvo que pagar la condena con cárcel?

MB: No, estuvo como seis meses en la cárcel de baja seguridad, él no era un delincuente, era simplemente por sus ideas, porque no tenía una actividad de terrorismo, o una de acción directa de romper algo, o de poner una bomba, no, no. Él trabajaba en el sindicato de linotipista, trabajaba en una imprenta. En esa época, la persecución y la histeria contra el partido comunista, era terrible. Pero desde Chile, sus amigos de la juventud y gentes del partido comunista chileno hicieron una gran recaudación de fondos, volvieron a pagar la fianza, entonces, creo que, a mi padre, lo dejaron irse, bajo la promesa de que no volvería nunca más a los Estados Unidos y le rescindieron su nacionalidad.

Mi padre fue héroe de guerra en filipinas. Se lanzaba en paracaídas cuando Estados Unidos intentaban recuperar Filipinas, que estaban en manos de los japoneses, esa contraofensiva, la dirigió el general MacArthur. Y ahí fue herido, fue condecorado y todo, pero eso no contaba para nada, lo grave fue que él era un comunista. Y así salimos de Estados Unidos a México, luego fuimos rumbo a Panamá, para llegar a Chile.

CM: ¿México, fue solo una ruta de paso?

MB: No, alcanzamos a vivir unos años.

CM: ¿En qué parte?

MB: En ciudad de México, debían de haber sido como dos años, porque yo creo que llegué a Chile como de cuatro años.

Mi padre trabajó en la campaña contra la fiebre aftosa y de eso vivíamos. México nos metió en una serie de cosas y aventuras interesantes, comenzó el fútton mouse, enfermedad terrible del ganado, los gringos tenían mucho temor, de que pasara de la frontera, hacia los Estados Unidos, querían contenerla, porque iba a devastar todo piño ganadero norteamericano. Entonces, pusieron mucho dinero, para localizar las reses que estaban enfermas, indemnizaron propietarios y pagaron, para matar todas las reses y enterrarlas. Ese era un programa del Gobierno norteamericano, con el Gobierno mexicano. En eso trabajó mi padre, hasta que terminó y decidió que nos fuéramos a Chile. Llegamos a Panamá, no sé creo que pasamos por Guatemala. En Panamá tomábamos un barco italiano, que se llamaba Luso di Mare, que traía un montón de migrantes italianos, se instalaron en Costa Rica. De hecho, yo conocí a uno de los descendientes, de los que vinieron en ese barco, que llegaban al pueblo famoso de San Vito de Java. Como que se van entrelazando los hilos del destino, curioso. Porque muchos años después, cuando trabajaba aquí en la Universidad San Judas Tadeo, conocí a un muchacho, de origen italiano tico, de San Vito, que sus padres y creo que él bebé, habían llegado en ese barco; en Panamá se bajaron y se fueron por tierra a instalarse a ese pueblo de San Vito, y yo seguí con mi padre, rumbo a Chile, también junto con muchos italianos que iban para allá.

Curiosamente en ese barco iba gente italiana, a las que el Gobierno chileno les regaló las peores tierras en la ciudad la Serena, que está en el norte. Esa ciudad es donde nació mi actual compañera, mi esposa Anita, como le digo, los hilos del destino misterioso. El Gobierno chileno les dio las tierras malísimas, tierras inundadas, bajas, cerca del océano, pero esos italianos trabajadores las convirtieron en un vergel; hoy día son las tierras más caras y valiosas de la Serena, para que usted vea lo que es el trabajo y el esfuerzo.

CM: ¿Te vas en barco y llegan a Chile?

MB: Sí, llega a Santiago.

CM: ¿Tenían familia en Chile?

MB: Sí, mi padre tenía a su hermana y una gran cantidad de amigos y familiares. Ahí hicimos una vida y allí crecí yo.

CM: ¿En Santiago, usted hace la escuela y el colegio?

MB: Hasta que llega la Unidad Popular y triunfa.

CM: ¿Está en la universidad cuando eso pasa?

MB: Estaba cursando el segundo trimestre de la universidad, en la Facultad de Ciencias.

CM: ¿En la U. Católica o en la U. de Chile?

MB: En la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, yo quería ser científico, no me interesaban las ciencias sociales, quería trabajar el tema de la genética, me parecía increíble, desde niño tuve mucha vocación por las ciencias naturales, más que por las ciencias sociales.

CM: Un paréntesis ¿llegaron a Chile los dos hermanos?

MB: Llegamos mi hermana Marcia y yo, luego pasaron muchos años, prácticamente, poco antes del triunfo de la Unidad Popular. Mis hermanos nacieron por allí de 1968, 1969, mi hermano Diego y mi hermana Carla.

CM: ¿Del mismo padre y de la misma madre?

MB: Sí, del mismo padre y madre, mis padres se mantuvieron muy unidos.

Participación en la Juventud Socialista en Chile

CM: Llega la Unidad Popular, ¿está en la universidad?

MB: Yo ya venía con ideas socialistas y marxistas de izquierda, que no era nada especial en Chile, éramos una gran masa de jóvenes, que nos habíamos movido a esa posición ideológica, esa visión política. Yo era uno, de millones, la verdad y apoyamos el triunfo de la Unidad Popular, celebramos la victoria de Allende.

CM: ¿Pertenecía entonces a un movimiento de corte político?

MB: Sí, a la Juventud Socialista, empecé desde el colegio.

CM: ¿Salía a hacer participaciones al campo?

MB: Empezamos alfabetizando, en la región de los Andes, de zonas campesinas. Esa era una parte de la campaña. Por supuesto que hacíamos organización política, creábamos nuevas células del partido socialista, incorporábamos campesinos a un trabajo con estudiantes, con obreros; tratábamos de lograr la Unidad Obrero Campesina, que me parecía fundamental. Luego empezamos a trabajar en un cordón cordillera, que era un cordón industrial, que estaba en una zona cordillerana de Santiago, y en todas las fábricas fuimos organizando sindicatos, células en las que estudiábamos, leíamos, discutían marxismo, analizábamos la Revolución cubana, veíamos que utilidad, viabilidad tenía para Chile y discutíamos la historia chilena, la experiencia de la izquierda en Chile, todas esas cosas. La verdad es que era un trabajo más que nada de organización y concientización, no de armas ni de prepararse para una guerra civil.

CM: ¿Digamos que juventud entusiasta, con ganas de cambiar el mundo?

MB: Sí, con ganas de cambiar el mundo, de hacer cosas buenas, positivas, movidas más que nada por amor, la verdad, por una vocación amorosa de mejorar la condición del pueblo chileno, la gran masa de pobres, era muy atrasado Chile en aquella época, era una miseria terrible. Había poblaciones marginales llamadas poblaciones callampa, un grupo enorme de gente que vivían en condiciones infrahumanas, la verdad. Era un país, con mucha clase media, pero también con una masa de gente empobrecida y la clase media, llevaba vidas muy humildes, muy modestas, con salarios muy bajos, estábamos ahí un poquito por encima del proletariado, en términos de calidad de vida material. Así que nos sentíamos muy identificados realmente con la mayoría del pueblo.

CM: ¿Tu papá y tu mamá se adaptaron, empezaron a trabajar?

MB: Sí, mi padre entró a trabajar en el Instituto de Geografía de la Universidad de Chile, llegó a ser director del Instituto, así que fue básicamente un académico. Mi madre enseñaba inglés, estudió antropología en Estados Unidos, pero nunca ejerció eso en Chile. Pero era una mujer con grandes inquietudes políticas. Yo siempre la vi leyendo, toda la vida, yo no conocí a mi madre sin un libro cerca.

Mi madre, era una gringa muy gringa. Venía de una familia inglesa, por el lado de su papá y escocesa y holandesa, por el lado de su mamá. Pero desde muy pequeña, sintió el deseo de salir de Estados Unidos, conocer el mundo, ver otras realidades. Había en ella un espíritu universal, ella aprendió a leer con Miguel de Cervantes Saavedra, con el Quijote, increíble, un libro difícil, pero le fascinó, le encantó, y después lo leyó de nuevo muchas veces, a lo largo de su vida, porque adoraba esa novela. Y por eso me puso Miguel, por Miguel de Cervantes. En Chile, ella seguía leyendo, tenía una vida muy intensa. Era realmente una gringa excepcional, en ese sentido. Y se aguantó toda la pobreza de Chile y llevó una vida de clase media, pero como le digo, una vida muy austera, que, comparado con el nivel de vida que tenía la clase media norteamericana en esa misma época, era como una vida de miseria. Casas arrendadas, con muchas limitaciones, por supuesto, sin un carro. Yo recuerdo que de niños a mí se me compraban zapatos solamente una vez al año, dos veces con suerte, pero fue una cosa que no me importó, porque la vida infantil que yo vivía en Chile fue maravillosa. Jugábamos, teníamos una vida de barrio, algo que ha desaparecido hoy día, que realmente uno echa de menos.

CM: ¿Y su mamá impartía clases de inglés desde la casa?

MB: Ella impartía clases de inglés en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Y una clase de inglés por años y años.

CM: ¿O sea que viene de padres académicos?

MB: Sí, podría decirse así. Aunque, no sé, no era pretensioso ser académico en aquella época, eras muy humilde, muy modesto, salario bajísimo, apenas sobrevivíamos. A pesar de que solo éramos dos hijos, mi hermana y yo, pero vivíamos muchas estrecheces.

Su visión de mundo sobre la crisis política chilena

CM: Volvemos al tiempo en que estás en la universidad, ¿tu hermana, también tenía la misma idea de trabajo?

MB: Sí, mi hermana era militante, se juntó con comunistas. Pero a mí no me gustaba mucho el Partido Comunista Chileno, a pesar de su larga historia y tradición de lucha, sin duda, un montón de cosas loables. A mí me parecía que tenía una visión del marxismo sumamente limitada, dogmática, de recitar fórmulas. Era un partido que ya estaba bastante marcado por el sello del estalinismo, que surgió con tanto poder en la Unión Soviética y que creó una escuela de marxismo que se llamaba el marxismo soviético, que realmente, le hizo un daño terrible al desarrollo del pensamiento marxista que lo caracterizó, o hizo que fuese caracterizado, básicamente, como una nueva religión. Eso a mí sencillamente no me cuadraba, no me gustaba. En cambio, las Juntas Socialistas, que estaban a la izquierda de los Juntas Comunistas, éramos más radicales en términos que queríamos verdaderamente la revolución en Chile. El Partido Comunista era un partido casi socialdemócrata, en su práctica política real. Nosotros no, nosotros veíamos el ejemplo de Cuba, queríamos un poco, sin necesariamente copiar las formas, como se había logrado el cambio allí, pero estábamos de acuerdo con Allende, que queríamos una revolución socialista, no simplemente un estado de bienestar. Entonces yo estaba en la universidad y ahí trabajábamos y dormíamos muy poco, la verdad, nos sacrificábamos mucho. Era una juventud, casi diría yo, con un afán misionero, dejarlo todo, sacrificarlo todo por trabajo político y la universidad la concebíamos como una forma de adquirir conocimientos útiles para llevarlos al pueblo. O sea, la idea era ser un profesional comprometido con el cambio social revolucionario. Y, por eso uno seguía en la universidad, porque se daba cuenta que era un privilegio poder tener acceso a eso que otra gente sencillamente no podía en Chile y era una responsabilidad tratar de ser buen alumno. Entonces, uno intentaba, seriamente ser un buen militante y alumno, siguiendo todo lo que nos decía Allende al respecto, que fuésemos buenos alumnos, que fuésemos buenos estudiantes y, al mismo tiempo, que nos comprometiéramos con la lucha popular.

CM: Podemos decir que ese periodo que me estás hablando ahorita, ¿más o menos en qué va, desde que entras a la universidad?

CM: Sí. Allende subió al poder en el año setenta, o sea, el poder al Gobierno. No tuvo nunca realmente el poder. Yo entré el año siguiente a la universidad. Ese año, setenta y uno, fue un año maravilloso, la economía chilena floreció, el pueblo tuvo, por primera vez, acceso a una gran cantidad de cosas que se les negaban. Empezando por una alimentación decente, el litro de leche que se repartía, pero sistemáticamente, de manera muy responsable. Toda la familia y todos los niños de Chile tenían derecho a un litro de leche, desayuno gratis en la escuela, y acceso, un poco, a la sociedad de consumo. Por primera vez yo vi en las tiendas del centro de Santiago gente obviamente humilde, proletaria, comprándose una refrigeradora, algunas cositas así de un lujo mínimo, que jamás hubiese sido posible antes en Chile. Una televisión en blanco y negro, cosas así. La gente se veía dichosa, la verdad, la inmensa mayoría, era obvio, que ese modelo económico, con las cien industrias estratégicas que nacionalizó Salvador Allende, que estatizó la Unión Popular. Más la nacionalización del cobre, más el proceso de redistribución de ingresos, crearon en Chile un mercado interno de consumo, que no había existido, y crearon oportunidades económicas brillantes, incluso por los propios capitalistas. Pero el factor ideológico era demasiado decisivo y estaba la presión de los Estados Unidos, la intervención de la CIA desde muy temprano. O sea, antes de que Allende fuera ratificado como presidente por el Congreso, después de su triunfo electoral, pasaron unos meses en que finalmente el Congreso se reunía y votaba si ratificaba o no su triunfo, así era el proceso electoral chileno. En ese periodo, asesinaron al general en jefe de las Fuerzas Armadas chilenas al general Schneider, en una jornada horrible. Él iba sin guardaespaldas en la mañana, era de la tradición, en un país pacífico, viajaba simplemente con su chofer y su automóvil oficial, rumbo al trabajo en el Ministerio de Guerra y lo rodearon varios automóviles, lo ametrallaron, lo mataron a él y al chofer. Eso, mucho antes de que Allende siquiera llegara a ser presidente. Ya estaba la CIA, ya estaba la ultraderecha, ya estaban los fascistas. En plena movilización.

CM: Seguro ¿desde antes?, porque, él tenía varias campañas perdidas, ¿verdad?

MB: Claro, tres campañas perdidas. Y la verdad, que poco antes del triunfo electoral ya las encuestas y todo indicaban que iba a ganar. Claro que Allende se había estado preparando desde mucho antes. Y decidieron matar al general jefe porque Schneider, René Schneider, fue presionado por otro oficial más pro-derecha, que había en Chile, para que declarara inconstitucional el triunfo de Salvador Allende, tomar el poder y llamar a nuevas elecciones, bajo una especie de dictadura militar transitoria, muy breve. O sea, nadie empezaba a destruir completamente, entre comillas, democracia chilena. Pero eso, no resultó porque hubo muchos otros generales constitucionalistas que apoyaron la postura de René Schneider. Entonces, los golpistas eran una minoría. Y decidieron disimular su inclinación a golpistas y esperar un momento más oportuno en el futuro. Porque, ese primer intento de golpe de Estado, con el asesinato del general Schneider, fracasó. Puesto que subió inmediatamente como reemplazante de él el general Prats. El general Prats era un hombre muy decente, también, igual que Schneider. Dijo no, yo no me meto en política, ese no es mi trabajo. Yo estoy aquí para defender la integridad territorial de Chile, su seguridad, la seguridad interior del Estado y para hacer respetar la Constitución. Y mientras el doctor Allende respete la Constitución yo voy a respetar al Gobierno también, voy a defenderlo, a la medida que sea constitucional. Entonces, eso fue tremendo para los golpistas, porque de pronto, no tenían en la cabeza a las fuerzas armadas, alguien que fuese totalmente manipulable por la CIA. Y eso permitió, que el Gobierno de Allende se instalara, que en el primer año del setenta y uno, tuviera todo ese éxito económico que les dio mucha rabia. Porque, ellos creían, realmente, de manera también muy dogmática, que por ser socialistas iba a ir inmediatamente al fracaso, o a ser una catástrofe, que caerían. Y se dieron cuenta que no. Entonces, intensificaban todos sus esfuerzos, comenzaron a volar puentes, a romper líneas eléctricas, a quemar los bosques alrededor de las grandes ciudades. Vino la huelga de los camioneros, que eran realmente los que movían toda la mercancía en Chile, un país largo, en el que, en esa época, no había un sistema de aviación para transportar. Solamente, yo creo, que había un aeropuerto internacional en Santiago y, tal vez, uno en Concepción, en el sur. No era suficiente para mover toda la mercadería en Chile, el abasto del país. Y por barco era muy azaroso, muy largo. Así que todo, en Chile, dependía de los camiones. Y Villarín, que era el jefe del sindicato de los camioneros en Chile, llamó a la huelga general total de los camioneros, indefinida, y estaban recibiendo quinientos dólares, de las sillas semanales, para sostener la huelga general indefinida, sin que tuvieran pérdidas económicas. Eso estaba ahí en los papeles desclasificados, por órdenes de Kissinger, Seychelles, y pararon el país durante un largo tiempo. Pero había algunos camioneros de izquierda, había mucha gente de izquierda que estaba dispuesta a correr el riesgo de manejar camiones, que se trajeron de la Unión Soviética, de China; entonces, a pesar de todo, de la huelga del camionero, que paralizó casi un 80% del transporte interno, se mantuvo la economía, pero así, con un hilito muy frágil. Y vino entonces el desabasto. Promovido artificialmente también, con dinero que entregaba el Departamento de Estado, la CIA, a los comerciantes, la gente, para que escondieran la mercancía, la retuvieran y vendieran muy de a poquito y subieran los precios. Era inflación, desabasto, falta de transporte, atentados todos los días aquí y allá, balacera, en fin, un caos terrible, colas por todas partes, una catástrofe. Aun así, llega a principios del año setenta y tres, febrero-marzo, hay elecciones parlamentarias, gana la Unión Popular, otra vez, sin fraude, con un cuarenta y tanto por ciento. Entra la absoluta y total desesperación en la derecha, creo que, es en ese momento que Nixon dice: “aprieten la economía chilena hasta hacerla chillar”. Esas fueron exactamente sus palabras, y deciden empezar el dumping del cobre en el nivel internacional. Estados Unidos era el más grande productor de cobre, Chile el segundo, entonces ellos tenían grandes reservas de cobre, esa era la arteria vital que nutría la economía chilena, prácticamente lo único, así importante, que sostenía ese país. Y empiezan a hacer dumping, a tirar al mercado internacional todas estas grandes reservas. El cobre, por supuesto, al aumentar la oferta, se va al suelo, llegó a niveles ridículos, no alcanzaba siquiera para cubrir el costo de producción. Entonces, eso fue un golpe mortal para la economía chilena. El país se empezó a endeudar en el nivel internacional, el déficit fiscal se hizo brutal, no había dinero para nada. Era realmente horroroso. Y, en ese instante, lanzan el primer golpe de Estado, movilizan un regimiento que se llama el Tacna, que está dentro del mismo Santiago, al mando de unos generales, no de primer orden, y lo hacen a propósito para que fracasaran, para ver quiénes eran realmente, dentro de la oficialidad del ejército, la gente que apoyaba el golpe, y quiénes iban a estar en contra. Era para medir un poco la situación real interna dentro del ejército, a ver si podían ya lanzar un golpe definitivo. Y eso fue en julio del año setenta y tres. O quizás era para levantar a Pinochet y hacer que Allende confiara en él, Allende era el decante, Pinochet, era el oficial militar que lo seguía a todas partes. Y ya Fidel Castro le había dicho: “mire, a mí ese hombre no me inspira confianza”, y Allende lo había defendido, no, es un buen soldado, un buen oficial, es un hombre respetuoso de la Constitución y las leyes, no va a intentar nada en contra de mi vida, o del orden establecido. Y, además se consolida esa imagen, porque Pinochet sale pistola en mano a defender el Gobierno de Allende contra lo que llamaban el tancazo, que era un regimiento de tanques que avanza sobre la Moneda, y el pueblo sale, por cientos de miles, a las calles a defender el gobierno popular. Y ahí les sirve para medir mucho a ellos cómo estaba la situación, dijeron, bueno, hay bastante apoyo popular, pero no hay armas. Ellos habían inventado que la izquierda se había armado hasta los dientes, que incluso había un plan Z para exterminar cientos de miles de gentes de la derecha, de opositores, una especie de plan totalitario, terrorista de izquierda, que nunca existió. Y, entonces, empiezan a planear, cuidadosamente, cómo hacer el golpe de Estado con Pinochet como director de orquesta, todo esto, con apoyo de la CIA, y viene lo que pasa el 11 de septiembre, finalmente toman el poder y Allende mismo le pide a la gente, porque él sabe que la gente no tiene armas, no hay organización, que no salgan a la calle, que no resistan, porque los van a masacrar. Es una cosa muy valiente de Allende. Y él muere en la Moneda, no sabemos muy bien en qué circunstancia, sigue siendo un debate. Y, en ese momento, nosotros pasamos a la clandestinidad, a la juventud socialista. O sea, ya de antes teníamos casas de seguridad, teníamos una mínima infraestructura, era un chiste, la verdad, para cualquier aparato de inteligencia era fácil de desarticular. Entonces yo era muy joven, muy inexperto, no era militante armado, clandestino, no me preparaban en eso. Teníamos unas casas de seguridad, yo abandono la casa de mis padres, a la mañana siguiente al golpe de Estado, antes que se imponga el Estado de sitio, y me voy con unos amigos a una casa de seguridad y tratamos de seguirnos confrontando. Y ahí yo resistí con mis amigos, iban desapareciendo, los iban matando. Yo era muy joven, tenía 19 años, mi novia tenía 15, teníamos una relación así, era una chica muy madura, estaba en el colegio todavía, la secuestran, la desaparecen, posiblemente la asesinaron, nunca la volví a ver.

CM: ¿Nunca estuviste en una lista, como decir, de las famosas listas que aparecían?

MB: Sí, las hacían y las cambiaban todos los días, en la medida que agarraban gente, las torturaban y esas gente delataban, muchas veces falsamente, porque cuando usted está bajo una tortura terrible, y le dicen, mire, dame nombres de personas que tenemos que ir a buscar y arrestar, a veces daban nombres de cualquiera, simplemente porque, a lo mejor, les agarra de golpear y maltratar, y así que la red de la represión crecía de manera irracional, absurda y muy ineficiente, porque, a veces, se le escapaba gente de verdad importante y arrestaban y torturaban a otros que eran de tercera importancia, como yo. Sí, seguro estaba en una lista, mi padre estaba en una lista, sin que fuese para nada un militante significativo y, a medida que capturaban gente, otros caían también, como consecuencia de eso, y además, operaban, al mismo tiempo, como cuatro fuerzas represivas, que no estaban coordinadas entre ellas, que más bien competían para tratar de demostrar que eran los más salvajes, más brutales, eran el aparato de inteligencia de la Fuerza Aérea, el aparato de inteligencia del Ejército, el aparato de inteligencia de la Naval y la Policía de Investigaciones, la Policía Civil, que ya había sido ocupada totalmente por los militares, entonces, en ocasiones, había gente que salía de tortura y todo eso, determinaban, bueno, este no es de valor informativo para nosotros, lo maltrataban, quizás le sacaban alguna pequeña información marginal, y lo tiraban a la calle.

Preparando la huida al exilio

CM: ¿Y en qué momento decides salir ya de Chile?

MB: Bueno, en diciembre de ese año la situación se había vuelto intolerable, amigos muy cercanos míos habían sido arrestados, secuestrados, desaparecidos, posiblemente estaban siendo torturados, y al ser torturados, mi nombre iba a figurar acá de manera más repetitiva, hasta que iban a pensar, simplemente, que tenían que moverse rápido para arrastrarme como peligroso comunista, entonces ahí yo salgo de una casita, de un departamento, que teníamos en el centro de Santiago, de seguridad, regreso a la casa de mis padres, ellos me dicen, mira, estamos nosotros por asilarnos en la Embajada de Costa Rica, hemos hablado ya, ahí nos están esperando, vamos a ir, pero como tú no estabas acá y no sabíamos qué pasaba contigo, no hay un cubo para ti, entonces te queremos apoyar, dicen que están entrando a la Embajada de Francia, que están dando asilo, trata de integrarte. Entonces, yo dejo la casa de mis padres y me voy a casa de otro amigo, y planeamos juntos meternos en la Embajada de Francia, pero ya estaba rodeada por los militares, día y noche, sin embargo había ventanas en que se fueron determinando, gente que hizo ese trabajo, sobre todo gente del MIR, que tenían mayor capacitación militar, y determinaron cuáles eran los cambios de guarda, de los guardas que estaban apostados alrededor de la Embajada, y entonces habían pequeñas ventanas de tiempo, de veinte minutos, cosas así, que si uno llegaba ahí, estaba cerca y conseguía ocultarse sin que lo arrestara alguna de las patrullas, había toque de queda, si te veían en la calle te arrestaban o te mataban allí mismo, y de allí correr y brincar una reja bastante alta con púas que tenía esa embajada. Linda con un gran jardín una casa señorial. Y eso hicimos, esperamos, nos juntamos como cinco o seis personas que ni nos conocíamos, pero llegaron allí con esa misma idea, yo y mi amigo, corrimos como a las 11:30 de la noche, dijimos: “es el momento”, corrimos y no, se había retrasado el cambio y nos empiezan a disparar con ametralladoras desde los techos del edificio, las balas corrían por todo lado, es muy difícil matar a una persona Carlos, porque nos disparaban y no pegaban a nadie, pero yo creo que uno o dos de los que venían más atrasados cayeron, no se podía uno dar vuelta para mirar que pasaba con ellos, dónde estaban, había que correr agachado y lo más rápido. Llegamos a la reja, la escalamos y saltamos. Allí vivimos como dos meses, en esa embajada hasta que nos autorizaron; los militares iban dando autorizaciones para que lo trasladaran a uno bajo inmunidad diplomática y con la aprobación del gobierno francés hasta el aeropuerto, donde lo metía, personalmente el embajador, al avión y uno partía. Pero la gente que ellos consideraban de más valor y más importante, gente que había sido más significativa dentro del proceso de la Unidad Popular a esos no les daban autorización, esos pasaron años en la embajada, encerrados. Nosotros salimos pronto, éramos muy jóvenes no teníamos realmente muchas significaciones, militantes de escaso valor para los militares y salimos con mucha otra gente, fuimos saliendo, había como doscientas cincuenta personas. Pero nos llevamos con mucha hermandad y mucho respeto, había que hacer turnos para comer, pero solo un baño para todos y salir al jardín también, a tomar un poco de sol, después lo dejamos de hacer porque salíamos al jardín y nos disparaban de los edificios, a una persona la mataron y estaba muy cerca de mí, salía de la puerta que daba al jardín, que era una puerta que había que atravesar por la cocina, le dispararon, le volaron la cabeza, estalló como una sandía, igual.

CM: ¿De alguna manera esta situación te marcó?

MB: Claro terrible, terrible, pero no tanto como la gente que fue arrestada y torturada, esa gente quedó marcada de por vida, yo creo que a mí simplemente me hizo más fuerte, más determinado.

Nuevas oportunidades, se abre un nuevo mundo de estudio en Francia

Llegamos a Francia, yo después de un tiempo rechacé la condición de asilado político, porque tenía muchas limitaciones, muchas condiciones, cierto que da cierta seguridad económica, le dan una beca para estudiar y todo eso, pero yo quería mi pasaporte y poder viajar, volver a América Latina a reunirme con amigos y familia.

CM: ¿Usted sale de la embajada y va para Francia y tus papás también salen con tu hermana y se vienen para Costa Rica?

MB: Sí, casi toda la familia se viene a Costa Rica. Pasaron como 5 años que yo estuve en Francia, estudié hice mi licenciatura, hice una maestría.

CM: Cuando llegaste allá, una mano atrás y otra adelante, ¿te dieron una beca para estudiar?

MB: Totalmente, sí fue un refugio para asilados, se llamaba Sácer, que era una ciudad periférica como unos suburbios de París, ahí estábamos y de pronto empezaron a llegar los vietnamitas, que pierden la guerra en Vietnam, entonces empiezan a llegar los dinamita de derecha y el Gobierno francés fue torpe, porque los puso en el mismo refugio que estábamos los chilenos, nosotros éramos de izquierda y ellos eran de derecha, imagínate la convivencia, hubo puñaladas y peleas en el comedor. Ese fue otro motivo para abandonar mi estatus de asilado, dije no, me lanzo a la vida, a lo que sea, estoy aquí legal en Francia voy a buscar trabajo y me salí de ahí y me fui con unos amigos a un departamentito chico, chico, que queda cerca de la pos-Saint Denis, ahí empecé a trabajar en una juguetería empacando cosas, mercancía y clasificando.

CM: ¿No tenías problemas, porque tenías tu visa?

MB: No, tenía la visa legal y después me dieron la visa de estudiante y entré a la Universidad, pero tenía que trabajar, no tenía plata.

CM: ¿Y la carrera que estabas empezando a estudiar en Chile no es la misma que querías estudiar en París?

MB: No, abandoné la ciencia, dije eso es una torre de Marfil yo he vivido una serie de experiencias que hace que tenga que seguir un camino de más cercanía con la temática social, entonces decidí estudiar sociología.

CM: ¿Digamos que de alguna manera todo esto te inclinó un poco?

MB: Sí claro, cambió mi vida totalmente, si no, a lo mejor, yo hubiera terminado viviendo en los Estados Unidos, haciendo investigación de torre de Marfil, sobre genética avanzada que eran temas que me fascinaban y me hacían feliz.

CM: ¿Al final estás en Francia por cinco años y sacas tu título?

MB: Mi título es Licenciatura en Sociología en la René Descartes, que es una sección de la Sorbona. Después hice la maestría en una institución que ahora se llama, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, era muy fácil estudiar ahí, porque era solamente un seminario, o sea, era fácil sacar la maestría porque no habían cursos, era un seminario en el que uno participaba bajo la dirección de un director y hacía trabajo de investigación, me enseñaron a investigar alguna temática, en este caso con Alan Turing, sociólogo, casado con una chilena que había vivido en Chile y sabía mucho de Chile y América Latina y con él trabajé dos años. Saqué la maestría, una tesis sobre el gobierno de Balmaceda de Chile, del siglo XIX. Aprendí mucho con él y estando en Francia, un país realmente muy estimulante.

CM: ¿Y tus inclinaciones de izquierda?

MB: Se mantuvieron intactas, seguí muy de cerca todo lo que fue la desestabilización de la Unión Soviética, las denuncias de Kruschev en el Veinteavo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, aparece el eurocomunismo, aparece un marxismo no soviético, de otra índole, con la influencia de Gramsci y otros pensadores más creativos, más originales. Y surge también la escuela de Frankfurt, que es también una escuela de marxistas, que son más bien de crítica cultural, más que de análisis económico político.

CM: ¿Digamos que esta época que estás en Francia te permite desarrollarte más intelectualmente, meterte más en el mundo de la intelectualidad?

MB: Totalmente, asistí a la Escuela Práctica de Alto Estudio, había seminarios buenísimos, o sea yo estaba oficialmente en el de Alan Turing, pero asistía al de John Odling-Smee, que era un economista marxista brillante, escribió mucho sobre la economía de la Unión Soviética. Asistía a los cursos de Bourdieu, famoso sociólogo francés, asistía también al de Althousser, él estaba en la Escuela Normal, pero permitía que hubiera estudiantes asistentes libres, así que yo iba a cuanta cosa había, que concierto al que llegaba Mercedes Sosa, ahí estaba yo, todo eran cosas gratuitas; además, había una vida intelectual y política extraordinaria.

CM: ¿Y económicamente pudiste desarrollarte un poco allí?

MB: Casi no, excepto cuando empecé a trabajar en un restaurante argentino de carne, que, por la crítica casual de un crítico culinario francés, que escribía ahí en Lemont, visitaba al azar restaurantes y los evaluaba y hablaba de su comida. Entonces hizo una evaluación de este restaurante argentino, que los dueños eran un matrimonio argentino, muy buena gente, muy positiva, la verdad que era excelente el restaurant. Y yo trabajaba ahí de mesero, entonces empezó a llegar la gente, se fue para arriba el restaurante, tuvo un éxito extraordinario. Una vez lo arrendaron los Rolling Stones por una noche, el restaurante ganó una fortuna con ese arrendamiento. Yo ahí estuve hasta que terminé mi maestría, en ese periodo yo conocí una muchacha persa en la universidad precisamente en la cafetería de la de René Descartes, nos hicimos amigos, después nos enamoramos, empezamos una relación y conocí todo un mundo que jamás me imaginé en mi vida, que era el mundo del Medio Oriente, del islam, de Persia

CM: ¿Ella estaba estudiando también?

MB: Claro estaba estudiando sociología también, pero sociología de la educación, yo hacía sociología de los movimientos sociales y nos llevamos bien, nos entendimos bien, nos enamoramos, vivimos juntos un tiempo después nos casamos, con oposición no abierta pero tácita de su familia, porque yo no era musulmán, no era del mundo de Irán y esas son sociedades muy protectoras de las hijas, usted sabe que las hijas pertenecen al padre en el mundo islámico, solamente el padre puede determinar si un hombre se casa con su hija o no. Y su papá era un hombre muy liberal, se había educado en Francia, me aceptó, pero pensaba que, tal vez yo estaba interesado por la plata de ellos, cosa que no era así, para nada, es cierto que ella era gente rica, llegó a ser ministro del Cha, y todo eso, a pesar de que era un hombre más o menos progresista, fue ministro de Cultura y de Educación. Yo creo que el Cha necesitaba una figura, así como de izquierda, así que tenía valores progresistas, me aceptó.

CM: ¿Y todo eso lo pasaron en Francia?

MB: Sí todo eso lo pasamos en Francia. Cuando yo terminé la maestría yo quería trabajar en algo relacionado con labor intelectual, no quería seguir en el restaurante eternamente. Y busqué empleo y lo único que conseguía era trabajar con mi suegro, como asistente, en la UNESCO, era como un nepotismo en cierta medida, porque él me estaba dando trabajo, no, porque yo fuera capaz ni nada, sino simplemente por estar casado con su hija. Entonces, yo empecé a escribir a América Latina y desde México me contestó el antropólogo mexicano Rodolfo Estavanger, me dijo: “mira me parece bien tu formación, si puedes venir a México”, porque yo le había dicho, que no tenía mucho dinero, “si tú vienes a México al día siguiente, yo te doy trabajo”. Así empacamos todo con Punet, mi esposa y nos fuimos a México y efectivamente, yo arrendé una piecita por ahí, en la colonia Roma, por allí estaba el antiguo Colegio México. No el nuevo, que ahora está camino al Ajuzco y entonces ahí empecé a trabajar con Rodolfo.

México una gran experiencia, con vivencias extraordinarias

CM: ¿A todo esto, en qué año termina tu licenciatura?

MB: La licenciatura la terminé por ahí de 1975 y la maestría, por fin de 1977-1978.

CM: ¿Ella también se había graduado?

MB: Sí, ella había terminado su licenciatura y se graduó. Ella entró a México a hacer una maestría en ciencias de la educación, que nunca terminó, porque después pasaron cosas que no fueron tan buenas, la verdad. Porque nosotros en México, perdimos una hija cuando ella tenía siete meses de embarazo, ¿no sabíamos por qué? Fuimos a México se vuelve a embarazar perdimos otra hija, pero como a los tres meses de embarazo, ¿no sabíamos por qué? Se hizo ver por cuanto médico en esa época, nadie pudo determinar cuál era el problema porque tenía su matriz, bien, tenía todo aparentemente bien. Entonces un gringo casado con una persa que eran amigos nuestros en la época de París, pero que ya se habían ido a San Francisco, le dicen a Punet, ¿por qué no te vienes para acá y te haces examinar en Estados Unidos? no pierdes nada, y se va ella y yo me quedé en la ciudad de México trabajando. Ella se hace toda clase de exámenes médicos y descubren que tenía toxoplasmosis, que la madre puede llevar ese parásito por año latente, sin que la ataque, pero en cuanto se embaraza atacan, atraviesan todas las defensas de la madre y llegan al feto y entonces le hicieron un tratamiento intensivo con antibióticos, mataron la toxoplasmosis, lo corroboraron con exámenes. Luego regresó a México e inmediatamente se vuelve a embarazar y tuvimos a nuestra hija Mayita, que nació ahí.

CM: ¿Eso fue en el año?

MB: Como en el año 1981.

CM: ¿Cuándo vas a México a dónde exactamente trabajas?

MB: En el Colegio de México, con Rodolfo Estavanger, haciendo libros de texto para el colegio. El libro de ciencias sociales, hicimos los libros de tercero, cuarto y quinto.

CM: ¿No tuviste ningún problema en adaptarte a la cultura mexicana?

MB: Me encantó México, me fascinó, me parece un país muy distinto que Chile, pero por supuesto, era maravilloso.

CM: ¿Y lograste tener buena relación con Rodolfo?

MB: Sí, excelente persona, me apoyó, me trató muy muy bien.

CM: ¿Ahí lograste trabajar varios años?

MB: Sí varios años, lo que lo que pasa es que después que nace Mayita, Punet contrae esa enfermedad que es la depresión posparto. Oye, pasó un año entero y no se curó, no se mejoraba, y la niña, yo tenía que trabajar, ocuparme de la niña, porque Punet no hacía nada estaba en cama. La llevamos al psiquiatra y nos dijo que esta enfermedad, a veces se cura rápido, otras veces tardan mucho tiempo y a veces no se curan nunca. A todo esto, estoy en contacto con los padres de ella, gente de mucho dinero, ellos desesperados, preocupadísimos, hasta que al final vienen a México, ven a su hija y me dicen mira, oye acá la probabilidad que se cure en una cultura tan ajena, tan distinta a la suya, donde ni siquiera puede hablar su propio idioma son remotas, danos la autorización para llevarla con nosotros a ver si tal vez tratándose en Europa, estando más con su familia, más en su cultura, había mucho persa en Europa en todos lados, se recupera, bien por ella, puede regresar contigo. Yo sudaba mucho y aparte el dolor de separarme de ella era, separarme de mi hija pequeña, que tenía un año apenas. Pero bueno, parecía sensato, acepté y se fueron y ya no volvimos nunca a restablecer la relación.

CM: ¿Me imagino que esa fue una dura pérdida verdad?

MB: Para mí fue espantoso, yo pasé un año entero en un estado, creo que de depresión latente. Nunca he caído realmente en esas reducciones que te inmovilizan y te paralizan por completo.

CM: ¿Tenías la posibilidad de tener contacto, por lo menos?

MB: Sí estábamos, pero era por teléfono, era caro y era, de vez en cuando, y por carta, por supuesto. No existía nada de las cosas que hoy habrían facilitado una comunicación mejor. Y nos fuimos distanciando y ella no quería volver a México.

CM: ¿Tú nunca, en ese periodo, tuviste oportunidad de visitar Irán?

MB: No tuve.

CM: ¿Pero si habías ido a Irán?

MB: Sí, había estado dos veces. Una cuando estábamos en París y la otra cuando estábamos en México. Y recorrí una buena parte del Medio Oriente, porque cuando nosotros fuimos de París a Irán fuimos en carro, compramos un vochito y nos fuimos, atravesamos toda Europa, Turquía, fuimos a Teherán, de ahí no fuimos a Pakistán, un tramo a Karachi, recorrimos buena parte de Irán. Y en el segundo viaje, después de la segunda pérdida, ella se fue a Irán un tiempo, y yo fui a encontrarme con ella, viajamos también por todo Irán, pero en ese viaje, también fuimos a Siria, Líbano, Jordania e incluso entramos a Cisjordania en Palestina, así que el medio oriente lo conozco más o menos bien, es una cosa maravillosa.

CM: Claro, si fue un sueño para usted, ¿tenía una visión de mundo?

MB: Exactamente, a mí me amplió la cabeza, me di cuenta de que había otras grandes civilizaciones.

CM: ¿Además relacionarse con otra persona, con otra cultura, otra religión?

MB: Totalmente, además Punet era como que la hubieran sacado de esas miniaturas persas del siglo XIII, tenía sus grandes cejas, tenía toda la belleza clásica de la mujer persa.

CM: ¿Tienes esa separación y sigues trabajando en México?

MB: Sigo trabajando en México. Punet se recupera, me dice que me vaya con ella a África, donde le ofrecen un trabajo. No sé, primero me dice: “voy a regresar a México”, después me dice que se va para África.

CM: ¿Estamos hablando de cuántos años después, dos años después?

MB: Sí dos años después, a mí me pareció que no era correcto de parte de ella, porque estábamos en México, teníamos una vida ahí, le dije: “yo no voy a ir a África”. Ella se fue a trabajar a Costa de Marfil y las dejé de ver por unos años. Y nos divorciamos oficialmente con Punet. Yo le dije: “bueno, está bien si quieres seguir tu vida, lo único que te pido es que me permitas tener contacto con Mayita” y yo le escribía todos los meses, le mandaba cartas, regalitos y fotos, mantuve un contacto así con ella. Punet, volvió a rehacer su vida, de otra manera, yo conocí a una muchacha mexicana, en Nayarit, en una clase de cerámica, nos enamoramos empezamos a vivir juntos. Antes de eso yo había tenido una pequeña relación con una chica puertorriqueña, con la que me había ido a Chapas y me enfermé del dengue hemorrágico y vino una epidemia en toda esa parte de San Cristóbal de las Casas, pusieron cuarentena, que nadie entraba ni salía, porque no podían detener la epidemia. La muchacha puertorriqueña estaba embarazada y le dije: “vete a la Ciudad de México, déjame aquí, porque no me van a dejar salir por la cuarentena”, yo estaba en cama, con fiebre, malísimo, ella no quería, lloraba, al final un amigo argentino médico que estaba la convenció también, le dijo: “tienes que irte, aquí no hay nada que hacer, hay que esperar hasta que manden más antibióticos para combatir esta epidemia”, el gobierno mexicano no se movía no hacía nada, solo puso el ejército a controlar, una cosa terrible y bueno, se fue allá y yo me seguí muriendo. Vino un chamán que yo había conocido en Zinacantán Simón, que lo había conocido en el trabajo de campo, me había parecido un hombre fascinante, los médicos me habían dado todo, de lo poco que había, fui al hospital de San Cristóbal, pero todos estaban muriendo. Volví a la casa donde estaba el proyecto y me seguí muriendo, pero Luis, este joven médico argentino que había estudiado en México y estaba haciendo su práctica dijo: “voy a ir a buscar al chamán, yo no creo en esto, pero”. Fue a Zinacantán y trajo al hombre, me dio unos masajes, me dio a tomar unos brebajes tremendos y me dio una gran pastilla de antibiótico como para caballo o algo así. Y me curé, dos días después el chamán me curó, pero usando la medicina holística, o sea, no era todo tradicional, sino que me metió algún tipo de antibiótico, que normalmente hubiera matado a un ser humano, pero que, esa noche yo, volaba por el techo y me veía desde arriba, yo creo que en ese momento fallecí o algo así, mi espíritu subió al techo y me sentía tan bien y tan feliz y me miraba para abajo y decía, estoy hecho leña, estoy destruido, me daba pena mi propia condición física, había perdido como 15 kg, estaba hecho leña. De pronto yo sentí una voz, esto es muy raro, no sé si lo viví en la fiebre, pero lo estoy contando exactamente como lo viví, sin hacer interpretación, una voz, que venía como de todas partes al mismo tiempo, que me decía: “decide Miguel, te quedas, o te vienes conmigo”, yo me sentía feliz, yo no sentía dolor, todos los sufrimientos que yo tenía allá abajo en ese cuerpo habían desaparecido, pero me acordé que tenía una hija, que había otro bebé en camino, no, me quedo, y así empezó mi recuperación.

CM: ¿Todo esto después de tomarte la pastilla del chaman?

MB: Sí, la pastilla, el masaje, los brebajes, no sé qué me dio, una cosa amarga horrenda que me hizo vomitar de inmediato y volví. Levantaron la cuarentena.

CM: ¿Imagino que obtienes una visión un poco más positiva de toda esta cuestión cultural?

MB: Ya la tenía desde antes, mi contacto con los indígenas mexicanos siempre ha sido absolutamente iluminante, un mundo fabuloso, maravilloso, y el osinaganteco especialmente son algo extraordinario, una rama del mundo maya, de gente que hacen unas artesanías fabulosas, porque las hacen a partir de revelaciones que tienen en los sueños, ellos creen que la vida son los sueños y que esta vida que estamos viendo usted y yo en este momento es sueño, lo otro es la verdadera vida, la que se vive en el sueño, de verdad lo creen así.

CM: ¿De qué zona son, de Chiapas?

MB: Sí, están como a treinta minutos de San Cristóbal Zinacantán, es otro pueblo que ha crecido, que ya es una pequeña ciudad.

CM: ¿Regresas a México y vuelves a ver la puertorriqueña no?

MB: Sí, si claro, nos juntamos, una semana después que estábamos en Ciudad de México, la atropellaron, le quebraron la cadera, perdió el bebé, que tenía ya como seis meses y otra vez, mi vida está, totalmente en pedazos. El papá de esta chica era un judío de Nueva York blanco, por supuesto y la mamá era una mujer negra, bien negra, puertorriqueña, y ella era una mulata, el papá era un hombre de dinero, un judío con plata y nos fue a ver. Y otra vez igual, como había pasado con Punet, como que se repite, un karma. El papá dice: “es que aquí me dijeron no están curando bien, me la llevo a Houston donde vamos a tratar y después puede regresar”, yo le dije: “está bien”, yo no tenía un peso o sea tenía un salario, era poca cosa y ella se va con su padre. Nos mantenemos en contacto por un tiempo, después, ya nunca más me respondió, desapareció de mi vida, hasta el día de hoy no sé nada de ella, la he buscado, pero no la he encontrado.

CM: ¿Y a todo esto, tu relación con tus padres?

MB: Mi relación con mis padres, se divorcian.

CM: ¿Estábamos con que ellos se vinieron para Costa Rica?

MB: Pero mi padre trabajaba ya en Naciones Unidas y viajaba mucho y le permitieron volver a entrar a Chile y entró a Chile y se quedó en Chile y mi madre se va quedando con sus otros hermanos y hermana aquí en Costa Rica, después mi padre se involucró con otra mujer y se divorcia de mi madre, él se va a vivir a México y mi madre se queda aquí en Costa Rica.

CM: ¿Pero, por ejemplo, usted tenía relación con ellos en ese tiempo, no llegan a visitarse?

MB: Sí, en el año antes que yo fuera a México yo vine a visitarlos, que me encantó, es como el primer contacto con este país. Sería en el año 1977, lo que era Costa Rica, me pareció precioso, el sol, la naturaleza. Mis padres vivían por Rohmoser, fuimos a la playa, que me pareció sensacional, Manuel Antonio, no había hoteles, había unas casitas, lo cual me parecía genial, todo era barato, todo era cómodo, no había ese gran desarrollo turístico de ahora, entramos al parque, estaba lleno de animales, yo lo encontré uno de los lugares más maravilloso que había visitado nunca y siempre me quedaron las ganas de venir a Costa Rica. No se pudo por distintas cosas que se fueron dando.

CM: Bueno sigues trabajando en el Colegio de México, ¿cuántos años trabajaste ahí?

MB: Como cuatro años y después Rodolfo pasa a ser como director de la UNESCO, un puesto altísimo, él se va a París, yo me traslado a la Culturas Populares se llama, un Instituto que estudiaba culturas populares, que era una dependencia de la Secretaría de Educación Pública. Ahí trabajé como un año y medio y era demasiado trabajo de escritorio que a mí no me interesaba, escribir y yo quería hacer más trabajo de campo. Entonces alguien me dijo que allí en la UAM Xochimilco estaban buscando un antropólogo, sociólogo, una persona con ese perfil, que por qué no iba, presentaba mis papeles, y no me llamaron nunca, y, de pronto, me llamaron y me dicen: “se está abriendo un proyecto de investigación tiene que coordinar todo el trabajo de campo”. Y ahí llegó Rolando García de Europa con su dinero, con su proyecto interdisciplinario y asistí a unas conferencias donde habla del proyecto, me fascinó, hablé con él, me dijo: “está bien, vente a trabajar con nosotros” y así entré a la UAM Xochimilco, que fue la sede del proyecto. Sistemas Alimentarios Sociales el caso de México se llamaba el proyecto, a escala nacional, interdisciplinario y allí fue donde empecé a entender la interdisciplina, y aprendí muchísimo con este hombre, así como había aprendido con Turing, como aprendí con Stavanger, aprendí montones con todo eso. Con suerte de conocer personas, con las cuales uno podía aprender y que estaban dispuestos a enseñar y que la pasión por el trabajo intelectual, la investigación, eran lo fundamental. Personas progresistas los tres.

CM: ¿Trabajas con ellos, cuánto tiempo?

MB: Bueno, con Rolando trabajé cuatro años en ese, su proyecto y ahí trabajé coordinando el trabajo de campo. En el bajío cerca de Querétaro, San Luis de Potosí, en Valle de Santiago, municipio muy interesante que estudiamos a fondo. Después trabajé en la Laguna allá Saltillo, después fui a Tabasco y en Chiapas. Y el último año trabajé en Quintana Ro.

CM: ¿Imagínate toda la oportunidad que tuviste?

MB: Fabuloso, tuve mucha suerte, la verdad, así que conocí México profundo, en el campo indígena, de la ciudad, de las regiones, su inmensa diversidad maravillosa.

CM: ¿Te mantenías solo, no tenías pareja?

MB: Sí, yo conocí a Berta estaba estudiando antropología y empezamos una relación, muy pronto se embarazó y tengo un hijo, que me acaba de visitar ahora. Después de unos años la situación económica era insoportable.

CM: ¿Estamos hablando de qué año?

MB: Rafael nació en el año 1983 o 1984. Se vino el terremoto devastador de la Ciudad de México, una experiencia terrible, que la viví en un edificio de trece pisos. Cien mil muertos, una cosa bestial. En el año 87 me aceptan en dos universidades, en la Universidad de Berkeley y la Universidad de Texas. Escojo la Universidad de Texas, porque voy a llevar por tierra todas mis cosas, eran cercanos y por la biblioteca, yo la visité y hablé con todos los profesores y demás. Me voy entonces a Austin Texas y de ahí espero que le den la visa a Berta y a Rafaelito, ellos llegan unos meses después y nos instalamos.

Estados Unidos la posibilidad de un nuevo comienzo

CM: ¿Casi que el problema económico de México es lo que los obliga a viajar?

MB: Principalmente, yo no tenía interés en Estados Unidos, a pesar de que era ciudadano norteamericano y mi madre era gringa. Ya había estado varias veces en Estados Unidos visitando familiares de mamá. Y había cosas que me gustaban, pero no estaba particularmente interesado. Las situaciones socioeconómicas en México, de seguridad, se volvió dramática para nosotros, porque, aunque Rolando trataba de pagarnos bien, lo que pagaban era 300 dólares mensuales. Yo tenía una esposa, un hijo y otra hija a la que tenía que mandarle plata, le mandaba como 30 dólares mensuales, porque era todo lo que podía mandar, así que empecé a explorar la posibilidad de ir a Estados Unidos.

CM: ¿Y tuviste oportunidad en ese tiempo de visitar a tu hija?

MB: Sí, ella viene, se queda un tiempo a vivir conmigo en México, con Berta y con Rafaelito, se quedó dos años con nosotros. Luego vuelve con su mamá y al tiempo nos trasladamos a Austin Texas. Después de un tiempo ella vuelve otra vez, Maya se queda otro par de años con nosotros. Disfruté mucho a mi hija.

CM: ¿Y cuando llegas a Austin ibas a ser profesor de planta en un lugar?

MB: Iba a ser estudiante de doctoral. Entré a hacer un doctorado en antropología social y trabajaba enseñando español en el Departamento de Español y Portugués, que como estudiante, es el mejor salario que podía tener uno y me dieron la posibilidad de pagar la Universidad como si fuera residente del Estado de Texas, me dieron la residencia, con lo cual pagaba mucho menos, porque era caro. Con ese apoyo y algunos préstamos estudiantiles pude hacer el doctorado. Berta también hizo su licenciatura en artes plásticas, como escultora, ella era muy buena. Terminamos los dos al mismo tiempo, no teníamos trabajo y si una deuda, ella $40 000 y yo $60 000 dólares, estábamos totalmente quebrados, yo la veía negra en ese momento. Yo venía solicitando empleo, pero como no había terminado todavía el doctorado era más difícil, se podía, pero era muy difícil y no había conseguido nada. Había ido a entrevistas de trabajo, en Colorado me ofrecieron un trabajo en una pequeña universidad privada bien bonita, pero al final no resultó, no me acuerdo muy bien por qué, entonces terminé sin nada, porque ahora no podía seguir trabajando en la universidad como constructor español. Habíamos pensado ir a quedarnos a la casa de la hermana de Berta que estaba en Albuquerque, Nuevo México, un tiempo, mientras buscaba trabajo, que nos diera hospedaje por un tiempo. Pero no fue necesario, porque, otra vez milagro, me dieron trabajo en el Tomás Rivera Pauls Instituto. Fui a entrevistarme con Rodolfo de la Garza quien lo dirigía, estaba lanzando un proyecto nuevo, sobre Diáspora Inmigrantes Latinos en Estados Unidos y sus Relaciones con sus Países de Origen”, una cosa súper interesante.

CM: Siempre te llegaban proyectos interesantes, ¿verdad?

MB: Siempre, de alguna manera mi destino que ha sido trágico en muchos aspectos fue muy bueno en esas cosas. Así que empecé a trabajar con él, como una semana después que terminé mi doctorado, ya empecé a trabajar con él. Me pagaban bien, rentamos una casa, otra vida ya, casi como clase media gringa, de pronto. Ahí trabajé un tiempo con Rodolfo, y empezamos el negocio de joyería nosotros, a vender joyería de oro, plata, íbamos los fines de semana a vender a un mercado de “pulgas”. O sea, que yo trabajaba toda la semana en la Universidad y en el fin de semana vendía joyería. Las hermanas de Berta ya tenían joyería, que habían empezado en San Diego y les iba bien y nos prestaron $20 000 dólares en joyería, entonces con ese stock, empezamos nosotros. Y se terminó el proyecto y Rodolfo me dijo: “bueno, ¿por qué no seguís conmigo en otro proyecto?”, yo le dije que no, porque a todo esto, la joyería pasó a ser un súper gran negocio, salimos del mercado de “pulgas”, nos pusimos en un supermercado mexicano, dentro de un puestecito de joyería, el supermercado se llamaba la Michoacana, donde venden productos mexicanos y la clientela es de migrantes mexicanos, la mayoría de ellos son indocumentados, pero que tienen empleo y ganan bien. Empezamos a vender mucha joyería, nos iba muy bien, el primer fin de semana que nos pusimos ahí, vendimos 7 000 dólares. Hablamos de juntar dinero con este negocio y comprar una casa, para eso, no podía seguir trabajando académicamente que era lo que me gustaba. Pero decidí sacrificar eso, para meterme en la joyería, terminar de pagar nuestras deudas de comprar una casa y formar un pequeño ahorro y seguir la vida después, conseguir otro trabajo académico. Pero yo me cansé de la joyería, no me interesa el dinero a mí, Carlos, teníamos mucho dinero, no me interesaba y le dije: “yo me salgo de esto Berta, salgamos los dos, el compromiso era que tenía que pagar nuestras deudas, tú te ibas a dedicar a la escultura y yo a las ciencias sociales, lo que me gusta, el trabajo académico”. Ella me dice: “no, yo quiero seguir en esto, yo quiero hacerme rica”.

CM: ¿A todo esto Rafael iba creciendo?

MB: Rafael iba creciendo, era un problema porque era súper rebelde, varias veces fue a la cárcel arrestado, por pequeños desmanes, cosas así, pero la vida de adolescente en Estados Unidos es tremenda y no podíamos controlarlo. Ahora es un excelente hombre de bien, buenísimo la verdad, cambió completamente. La relación con Berta se empezó a echar a perder, buscábamos cosas distintas, yo creo que teníamos mucho en común, pero creo “que tú quieres hacerte rica, tener mucho dinero, si es lo que te gusta a ti, pero a mí no me interesa, yo quiero volver a la vida académica, ser intelectual, escribir, producir, me gusta la literatura y voy a probar ese camino”. Y no conseguí un trabajo académico en Austin, sino en Browser, una ciudad para el sur de Texas. Es que yo me voy a trasladar a Browser Berta, “bueno si quieres vete tú, pero yo me voy a quedar aquí, eso no me interesa”. Bueno, entonces decidimos divorciarnos, porque la vida nos estaba llevando por distintos caminos. Hicimos un recuento del inventario que teníamos, la joyería y todo eso, la parte mía, ella me la iba a ir pagando en pagos mensuales, y yo me fui a Browser. Después de un año de trabajar en UTC Browser vine a ver a mi madre acá en Costa Rica y conocí a Anita, la conocí a través de amigos, nos gustábamos y empezamos un pololeo.

CM: ¿Estamos hablando más o menos de qué años?

MB: Estoy hablando del año 2002.

CM: Te trasladas a Browser y, ¿cuánto duras trabajando ahí?

MB: Un año completo. A todo eso había empezado la guerra del Golfo, Estados Unidos invadió Irak, empezamos un movimiento pacifista con los profesores, nos quitaron un proyecto de investigación que teníamos, nos persiguieron un montón, o sea, no hay tolerancia, con el pacifismo en Estados Unidos, un momento de mucho fervor nacionalista. Ocurre el atentado a las Torres, entonces una posición pacifista era vista como antipatriota, yo era ciudadano norteamericano y todos los que estábamos ahí, teníamos ese proyecto sobre “las causas socioeconómicas y ambientales de la espina bífida y la anencefalia en el Vali”, en el valle agrícola, que va de Texas a México, hay todo un corredor agrícola en esa zona. Estaban naciendo todos estos niños con espina bífida y sin cerebro, que son enfermedades rarísimas, pero allí eran de una frecuencia muy alta. Esto a causa de los desechos de la fábrica de plástico y cosas que iban a los mantos freáticos y ahí solo hay agua potable por manto freático, no hay agua superficial que venga por gravedad, porque el agua del río Grande, está muy contaminada, así que, meten bombas y sacan agua, hay bastantes mantos freáticos grandes, pero estaba contaminándose, estaban entrando los solventes y estaban afectando la población mexicana pobre, que vivía y trabajaba en esa zona. Y empezamos el proyecto, muy interesante, conseguimos dinero de la Fundación Ford y un poco de la Universidad de Texas, de pronto, la Ford nos dice: “se acabaron los fondos”, la Universidad de Texas dice: “no vamos a apoyar el proyecto”, retaliaciones por nuestra postura pacifista, que era vista como antipatriótica. Entonces yo me descorazoné mucho.

CM: ¿Y te quedas sin trabajo?

MB: No, seguimos trabajando, no llegaron a ese extremo, quizás, si hubiéramos persistido o tenido éxito entre los estudiantes para que no se presentaran al servicio militar, por ejemplo, pero no llegamos a eso. Entonces ya me aburrí, empecé a pensar que aquí en Estados Unidos no iba a estar bien, pensé, estoy divorciado, Anita vive en Costa Rica, vino y se quedó unos meses conmigo, no le gustó tampoco Estados Unidos.

CM: ¿Lo suyo siempre ha sido como de primera vista, ¿verdad y vámonos?

MB: Sí, así soy yo, he tenido relaciones muy interesantes, con mujeres súper interesantes.

El regreso a Chile luego de muchos años

CM: ¿Dejaste Estados Unidos y te viniste para Costa Rica?

MB: Nos vinimos por tierra con Anita, fuimos a Chile primero, visitamos su familia, la conocí, les caí bien, entonces yo tenía como la bendición de ellos.

MB: A propósito, ¿cuánto tiempo tenías de no visitar Chile después de que saliste?

MB: No había vuelto desde que salí, era la primera vez en veintitantos años.

CM: ¿Qué encontraste en ese momento que fuiste?

MB: Encontré un Chile, que por un lado me resultaba muy familiar, o sea, podía manejar y recorrer la ciudad de Santiago sin equivocarme, pero había muchos cambios, en el comercio, había nuevas carreteras. Encontré un país despolitizado, seriamente, de vuelta, dándole la espalda a toda la experiencia de la Unión Popular, una izquierda supuestamente democrática, que había regresado al poder, después de que el plebiscito acabara con el régimen de Pinochet. Pero era una izquierda totalmente neoliberal y que gobernaba con la Constitución de Pinochet, que se entendía lo más bien con la derecha. Yo creo que casi todos los líderes en el exilio fueron cooptados por la CIA, con grandes apoyos, invitaciones a las universidades norteamericanas, proyectos que les financiaban, hay muchas maneras. No es que la CIA llegó y le dijo quiero comprar su conciencia, sino que los empezaron por lo poco a seducir con un montón de privilegios, beneficios mucho antes de que terminara Pinochet, porque ya Estados Unidos había decidido que el régimen de Pinochet tenía que terminarse sí o sí.

CM: Además, era muy peligroso una rebelión, ¿verdad?

MB: Claro y la situación se volvía insostenible, los levantamientos populares en Chile contra Pinochet amenazaban con que ese movimiento se convirtiera en un movimiento socialista, más radical. Antes de eso dijeron: “bueno, y ¿cómo podemos calmar, ese vendaval popular?”. Entonces deciden, yo creo que la CIA, o el Gobierno de los Estados Unidos, dejemos que regrese esta gente del exilio, que vayan al Gobierno, tranquilicen a la gente, puesto que van a ser de izquierda, pero gobiernan con la derecha. La educación ya no es lo mismo. De hecho, Ricardo Lagos privatizó todo el sistema de carreteras en Chile acabó con los ferrocarriles de Estado. Cada uno de los Gobiernos de esta llamada concertación, fue entregando el país a los intereses foráneos, a las transnacionales, siguieron con las privatizaciones, siguieron acabando con el estado benefactor, siguiendo, al pie de la letra, todos los dictados de Washington.

CM: ¿Nunca se le ocurrió decir que quería volver a Chile, en algún momento?

MB: Si, exploré las posibilidades, hablé por aquí, por allá, pero Chile es un país de argolla, allá dicen pitutos, si usted no tiene un pituto, no tiene argolla. No es un país donde realmente se promueve a la excelencia, un poco sí, pero, en general, es con base en conexión a bigote y toda la gente esa, que había entrado al Gobierno de la de la concertación, gente que había sido de izquierda, que había estado en el exilio, le daban la espalda a uno, no lo apoyaban, no te dan ni una posibilidad de trabajo. Yo me vine sin trabajo, sin nada a Costa Rica, porque dije: “bueno, Costa Rica me gustaba más y además está la mujer que amo”. Chile me parecía un país desastroso, verdad.

CM: ¿Y tu mamá estaba acá, siempre?

MB: Sí, mi mamá estaba acá, tenía dos hermanas, tenía dos sobrinas, tenía algo acá, había arraigo. Costa Rica me parecía más progresista que Chile, un país con menos nivel neoliberal, sin ejército, o sea todas cosas buenas. Naturalmente que me vine acá.

CM: ¿Y de alguna manera te has tenido que mantener en contacto, con tu papá en Chile, con tu mamá en Costa Rica, con tu hija allá en África o en algún lado, después con tu hijo en México, pero siempre has estado con un mirador mundial?

MB: Obligado a vivir con el corazón puesto en muchas partes. En realidad, yo tenía mucho resentimiento con Chile, obviamente, era un país que me traía muy malos recuerdos, igual disfruté regresar, por primera vez, volver a comer ciertas cosas muy chilenas. Tenía mucha curiosidad, pero me sentía extranjero, en un país extranjero totalmente. Con los años, porque he seguido volviendo todos los años desde entonces, el país ha evolucionado más hacia las cosas que yo valoro, se ha ido radicalizando más, surgiendo una izquierda, cayendo en descrédito esa otra izquierda que llegó a gobernar con el neoliberalismo y con la Constitución de Pinochet, por eso, por el descrédito de esa izquierda, es que pudo ganar hace poco Piñera, volver la derecha al Gobierno, pero han surgido nuevas fuerzas de izquierda, como el Frente Amplio, con jóvenes muy interesantes, como la Camila, el Partido Comunista, que se ha situado como un partido de referencia fundamental, para la izquierda chilena, aunque no tiene gran arrastre electoral, pero sin duda, es un referente moral y político, importantísimo, en Chile. En muchas cosas me identifico con ellos, porque no militaría en un partido comunista, pero están ellos, los jóvenes del frente, que son los líderes estudiantiles, que, en la secundaria, en los liceos, dirigieron la lucha contra la educación privada, la educación por lucro y consiguieron con Bachelet una cierta gratuidad, pero falta mucho todavía. El Frente Amplio, que es un conjunto de partidos y que gobierna varias provincias, que ha tenido mucha fuerza electoral, el país, en general, se inclina hacia una salida de izquierda en el futuro, casi seguro. Quien no es de izquierda, que llegó a gobernar después de la caída de Pinochet.

CM: ¿Era otro todo mundo además?

MB: Era otro mundo, era todo mundo, otra situación, entonces ahora me gusta ir a Chile, me siento más en casa, es más el Chile que yo recuerdo. Para que usted vea como da vuelta la vida, increíble.

CM: De alguna manera es interesante, porque has tenido una visión de mundo muy grande y, de alguna forma puedes aportar, tal vez, en un futuro o desde aquí, tus ideas y visión.

MB: Sí claro, espero. Estoy publicando bastante en Chile, con la editorial más importante que hay en Chile y quizás en América Latina, que es la editorial Lom, en lengua yámana creo que significa sol, conozco a los dueños, son muy afines a mi manera de pensar y de sentir, gente que también estuvo en el exilio, bueno por lo menos Pablo Slachevsky, que estuvo en el exilio en Francia y volvió. Está lleno de gente del exilio que trae cosas que aprendieron en Alemania, en México, en Costa Rica, en Venezuela, en Inglaterra, en Francia, mucha gente que habla toda clase de idiomas, que son portadores de otras culturas. Eso ha hecho que Chile, a pesar de los 17 años de apagón cultural y de provincianismo muy chovinista y reaccionario, que hubo con Pinochet, de pronto haya pasado a ser un país abierto, cosmopolita, interesado por lo que pasa en el resto del planeta, donde hay gente que vivió en Suecia, que vivió en un montón de países y también aprendieron de otras tradiciones democráticas y políticas, con lo cual, la vida intelectual, se ha recuperado en un 70 % diría yo, pero falta todavía.

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Fotografía 2
Propiedad de Miguel Baraona

Costa Rica un nuevo comienzo

CM: ¿Después que vienes a Costa Rica, te juntas con Anita y empieza a?

MB: Paso a enseñar inglés con una academia, eran clases directas a las empresas, muy buen negocio, por cierto, Mark es costarricense, pero de padre alemán creo, se estaba haciendo rico con eso.

CM: ¿Lo conoces por azares?

MB: Sí, lo conocí, vi un anuncio en el periódico y se necesitaba un instructor en inglés y me presenté, hablamos en inglés, me hizo un pequeño examen y dijo bueno, está bien. Empecé a ir entonces directamente a las compañías, las empresas, donde les daba clases de inglés a los gerentes, subgerentes, personas así. Y conocí muchas empresas, muchos lugares, pasé por todo San José viendo las clases de inglés y me gustaba, pero era muy poca plata y, además, no me daba tiempo para hacer mucho trabajo académico, intelectual. Pero en ese tiempo pude escribir un libro y publicarlo en Chile, antes de volver a la vida académica. Conseguí trabajo en esa Universidad de San Judas Tadeo. Dejé las clases de inglés y comencé a enseñar en esa universidad privada, en la Escuela de Periodismo, di varios cursos. Después alguien me dijo, hay un Instituto de Estudios Latinoamericanos, hay un doctorado, y yo dije, no creo que haya un doctorado, ahí en la UNA. Entonces, yo estaba tirando currículum por aquí y por allá, buscando siempre. Y todo siempre era no, no. Pero no me desesperaba, porque ya sé lo que es buscar trabajo.

CM: ¿Y tenías dinero, capital, como para sobrevivir?

MB: Digamos que no. Después que me divorcié con Berta, dejé todas las joyerías, una casa, un departamento que tenía ahí en Corpus Christi, carros y todo. Yo me quedé con uno de los carros viejitos que tenía y mis ahorros, que yo había ganado en la universidad. Y con eso también me apoyaba un poco aquí en Costa Rica, con mis ahorros, pero los tenía que ir gastando con mucho cuidado y mis ingresos eran pocos, realmente, el inglés me daba para ir sobreviviendo, pero, bueno, Anita tenía una casa y ahí nos arreglamos, ella tenía buen trabajo y ella ganaba muy bien, es ingeniera. Pero yo quería un trabajo académico, fue hasta que vine a la UNA, entregué mis papeles, que conocí a doña Grace Prada, que era la que dirigía, en ese momento, el doctorado, nunca la había visto, no sabía quién era, me trató bien. Yo sentí que no había ningún interés real, y dije, bueno, otra oportunidad que se pierde, pero ella me dice: “llámame en un par de meses para ver si hay algo”. Pasa el tiempo, la vuelvo a llamar, me dice, no, no señor, no hay nada. Pasa un par de meses quizás, y me llama su secretaria, Natalia, y me dice: “don Miguel, dice doña Grace que hay un curso que a usted le gustaría dar, un curso sobre Tecnología y Desarrollo Social”, algo así, no me acuerdo muy bien. Es sensacional, pero por supuesto, me encantaría y entonces, llegué ahí y me contrataron para dar ese curso y yo no sé si fue ahí que lo conocí a usted, ah no, después, en otro curso de cultura. Pero en este curso conocí a Muga, Alexis Chinchilla, estaban muy jovencitos todavía, fueron alumnos míos y disfrutamos mucho de ese curso. Me fue bien y tuve buenas evaluaciones con los estudiantes. Y entonces Grace, me ofreció dar otro curso más, seguir dando eso, y otro más, y otro más y así fui completando, poco a poco, el tiempo completo. Pero después la deponen, en una especie de golpe de Estado, sufrió mucho ella. Le quitan el doctorado y lo toman ellos y me ofrecen seguir enseñando, tenían la idea de seguir dándome uno o dos cursos. Le dije: “discúlpenme no puedo, entre aquí con doña Grace, tengo que irme con ella”. Sentí que tenía que ser leal, entré aquí con ella, me voy con ella, sentía que tenía que ser leal en eso, no podía hacerle una canallada, después que ella me abrió las puertas y yo quedarme, cuando a ella la estaban corriendo. Entonces me fui y me quedé sin trabajo otra vez.

CM: ¿Eso fue como una oportunidad, en ese entonces, para volver nuevamente a la universidad? ¿De alguna manera, siempre has querido tener contacto con las universidades?

MB: Totalmente. Luego conocí a doña Mayela en casa de Grace, le presenté mi currículum, ella hablaba de la posibilidad de que yo impartiera unos cursos en el Centro de Estudios Generales, pero eso nunca se materializó. Y yo seguí desempleado, buscando trabajo, aproveché y terminé una novela que después la publiqué y yo estaba pensando en volver a enseñar inglés o buscar un trabajo en la universidad privada y de pronto me llaman de la oficina de Olman, el rector, me dicen: “¿Tenemos entendido que a usted le gusta escribir?, necesitamos un escritor de discurso, ¿Le interesaría?”. ¡Sí claro!, les contesté, por supuesto. Y vine, me entrevisté con Olman, y al día siguiente empecé a escribirle discursos. Y en eso trabajé, escribiendo discursos a Olman, hice como 65 discursos. Aprendí montones, porque por cada cosa había que estudiar, le gustaron a él los discursos. También empecé a hacer discursos para Doña Sandra, incluso para Francisco González, que ya ha trabajado cerca, ahí estuve hasta que termina el periodo de Don Olman y me voy a quedar, otra vez, sin trabajo. Doña Sandra León me dice: “sigue conmigo, yo necesito a alguien que me haga los discursos, no tengo tiempo para eso y me han dicho que eres bueno y que estas bien recomendado”. Le dije, está bien, pero yo estaba cansado, hacer discursos es agotador y al tiempo de ellos, además, yo la verdad que lo disfrutaba en parte, no era así una tortura, estaba contento de poder ganar plata. Estaba en eso con doña Sandra cuando don Enrique Mata asume como decano del Centro de Estudios Generales y él necesita a alguien que lo sustituya en su curso y pensaron en mi persona, porque yo había vivido en el medio oriente. Y me llamó adorable don Enrique “tome todos mis cursos, Cultura y Globalización y El Islam en el Medio Oriente” y yo feliz, imagínese, era volver a tener un tiempo completo académico, para mí era la gloria. Siempre he estado profundamente agradecido por eso y por otras cosas con don Enrique Mata. Y después de un rato, alguien me dice que Doña Sandra estaba teniendo muchos problemas con las personas que le escribían los discursos. Entonces, yo hablé con don Enrique y le dije, ¿a usted le molestaría si yo empiezo a hacer discursos para doña Sandra? “Pero, ¿cómo va a poder?”, me dice, darle una clase acá, pues necesitaría un cuarto de tiempo, por lo menos un cuarto de tiempo, con eso no va a poder, muchos discursos y además preparar las clases. Pero, bueno, déjeme hablar con doña Sandra, ¿si quiere la ayudo con los discursos, si usted apoya a don Enrique con un cuarto de tiempo?, para que no saliera de la plata del Centro. Entonces a mí me pagaba ese cuarto de tiempo la rectoría. Y empecé a trabajar un cuarto de tiempo con ellos, y a hacerle el discurso, y le hice 250 discursos, como un libro de 400 páginas.

CM: ¿Y no se te ocurrió publicar eso?

MB: No, no, porque es una propiedad de ellos, yo firmé un contrato, eso estaba claro. Ellos me dijeron, Don Olman fue el primero me dijo, me vas a escribir discursos, pero son de mi propiedad. La verdad que no me importaba, entonces son de ella los discursos, quizás más adelante los publiquen, pero están en nombre de ellos, son de su autoría. Y así con toda la gente, Obama tiene un escritor en las sombras, Shadow raiders que llaman en inglés. No tiene presencia pública, pero está ahí y les escribe.

CM: ¿Una vez que entras aquí al Centro qué encuentras?

MB: Sí me encantó, sí, con Don Enrique yo estuve feliz, la verdad siempre, ese fue un periodo muy bueno. Y pasado lo más desapercibido posible, que nunca he querido sobresalir en nada.

CM: ¿Digamos que tus finanzas se acomodaron un poco, ya?

MB: Sí claro, pero trabajé con el salario más bajo.

CM: ¿Mientras reconocían tus títulos?

MB: Ya estaban reconocidos, pero no me importaba trabajar por el salario más bajo, porque estaba muy agradecido.

CM: ¿Pero algún día, algún día metiste tus títulos?

MB: Sí, porque Enrique me dijo: “Miguel tú no puedes seguir así, ¿por qué no vas a lo de Carrera Académica?”, al final me puse, funcionó. Fui y presenté todo y me subieron a profesor 2 y así he estado desde entonces. Con don Enrique obtuve la propiedad, entonces todo ha sido maravilloso y mi gratitud inmensa inconmensurable con don Enrique.

CM: Pero mira qué increíble, que de alguna manera la vida siempre te ha apoyado, por un lado, te ha golpeado, pero, por otro lado, te ha apoyado.

MB: Sí, yo creo que por las cosas buenas que he hecho, porque siempre he tratado de ayudar a la gente. Además, nunca he sido ambicioso, en ese sentido, de hacer cualquier cosa por tener dinero. Le dejé todo a Berta cuando me fui y esa cosa, de alguna manera, no sé si hay alguna fuerza universal, que ejerce cierta justicia, yo la he sentido en mi vida.

CM: ¿Te iba a preguntar no has vuelto a sentir nunca más en tu vida lo que sentiste cuando estuviste enfermo en México?

MB: No, nunca, pero siempre he sentido que estoy protegido si actúo bien. Si soy una persona correcta, si hago lo justo, si no soy un canalla, no ando intrigando, no haciéndole daño a otras personas. Está bien luchar, pero luchar con lealtad.

CM: ¿Cómo surge la posibilidad de ser vicedecano?

MB: Surgió de la nada, yo no tenía la menor intención, yo estaba feliz con un plan de trabajo intelectual que pensaba desarrollar y que iba perfectamente bien, con un tiempo completo enseñando. Y de eso, de pronto Roberto Rojas me dice: “don Miguel, quiero invitarlo almorzar, va a venir don Enrique, vamos a conversar un poco”, yo no tenía idea de qué se trataba. “Lo quiero invitar, porque tengo algunas cosas especiales que conversar” y fuimos y entonces, Roberto me dijo: “le interesaría hacer fórmula conmigo”, yo no entendía de qué se trataba, cómo es eso. “Cuénteme”, le dije. “Si, para ser Vicedecano, aquí las autoridades se seleccionan democráticamente, se vota y, eventualmente, hacemos un programa, yo quiero impulsar ciertas cosas en investigación, esto, lo otro”. “Bueno, está bien”, ahí mismo en el almuerzo le dije, está bien, ok. Don Enrique también decía: “sí hágalo, Don Miguel, va a ser una experiencia interesante, yo creo que usted puede apoyar a Roberto y pueden hacer algo”. Después, yo me fui a Chile, volví y Roberto dijo: “bueno, tenemos que juntarnos para empezar a pensar en un programa, y una campaña”. ¿Qué campaña, cómo es eso?, en ninguna Universidad en la que yo he estado se hace la política de esa manera. “Sí, tengo que hablar con gente a ver si podemos atraerlo hacia nuestra posición”. Le comenté, “Roberto no me siento capaz de hacer eso”. “Bueno, no importa, usted hable con doña Iris y yo hablo con todos los demás”, y así fue, yo la verdad que no hice mucho, todo lo hizo Roberto.

CM: ¿Y cómo ha sido esta experiencia en su vida, de acuerdo con lo que ha tenido en otras universidades y con toda la experiencia que ha tenido, ahora, a lo largo de los años?

MB: Ha sido enriquecedora por lo positivo y por lo negativo. Por lo positivo, me he dado cuenta de que sí se pueden hacer cosas acá, pero uno tiene que persistir y luchar. Que hay gente que quiere que uno no haga nada y si uno no cumple con eso, sencillamente sabotean lo que uno trata de hacer. Pero el sistema de la Universidad está basado en leyes, reglamentos y no se pueden violar, o, por lo menos, no se pueden violar abiertamente, hay que cumplir, aunque sea con la letra de la legislación universitaria, uno se puede amparar en eso y hay gente buena también. Y hay una tradición, de sus valores académicos, que tiene su peso, que hay gente que quisiera acabar con eso, o mantenerlo solo como una fachada y convertir a la Universidad en un sistema clientelar, y promover únicamente a los amigos, sin pensar en la calidad, en lo que cada persona aporta, en lo que hace, solamente solo mi amigo está conmigo, está totalmente conmigo y el que no es mi amigo, es mi enemigo. Una cosa muy excluyente y peligrosa, me parece a mí, sobre todo con una Universidad concebida con valores tan elevados como la UNA, algo fabuloso. La Universidad, para mí, concebida de la manera más generosa, en las que yo haya trabajado, más que la Universidad México, por supuesto, mucho más que la Universidad Estados Unidos, que son empresas. Pero, es un sistema que puede ser pervertido, que puede ser corrompido, y, sin embargo, en el cual, se puede luchar. Yo he luchado todos estos años, he tenido momentos muy frustrantes, he aprendido a luchar e intentar lograr cosas, he logrado la cátedra Rolando García, para mí fue una experiencia de las más maravillosas que he tenido, de todas las universidades en las que he trabajado. Sacamos muy buenos productos, un artículo, un libro, realizamos talleres, mandamos personas al extranjero a capacitarse en cuestiones de interdisciplina, trajimos a especialistas para recibir talleres valiosísimos, hicimos tres ponencias para distintos congresos internacionales, un trabajo excelente. Tengo muchas esperanzas del trabajo, quiero volver y sumirme y de verdad que esto no se lo digo hipócritamente, sino con toda la sinceridad del corazón, pero quiero sumirme en el anonimato más total y absoluto. Quiero ser simplemente un profesor, que llegue acá, si me encomiendan una tarea hacerla lo mejor posible, tampoco es que voy a desaparecer de aquí, no, voy a colaborar, lo que me pidan lo hago, pero no quiero estar ni en el Consejo Académico, a la cabeza de nada, ni dirigir nada, excepto seguir, tal vez, con la cátedra y lanzar el proyecto ese, sobre “privados de humanidad”, que me tiene tan apasionado.

CM: ¿Distamos mucho de ser un centro de mediano o primer mundo?

MB: Sí claro, pero no por el factor humano, sino por el factor económico. Cómo se va a comparar una universidad como la Universidad de Texas, el dinero que tiene, los recursos, las posibilidades, con nuestra modesta universidad pública y latinoamericana. Con respecto a la UAM Xochimilco, diría que allá había más academicismo y más producción, pero por una razón que no era correcta, porque todo el poder político en la Universidad venía de arriba hacia abajo, autoritariamente establecido, entonces los académicos no se dedicaban a la politiquería y a la lucha por cargos y poder, porque no tenían de otra. La única forma de sobrevivir, salir y tener éxito era académicamente. ¿Cómo?, escribiendo, investigando y que el Sistema Nacional de Investigadores, le diera dinero a usted para hacer cosas, le diera un sobresueldo, era un sistema que obligaba al trabajo académico. Aquí existe un maravilloso sistema democrático, pero que mucha gente lo puede manipular y utilizar con fines espurios, que no son para promover realmente la vida académica y lo que la Universidad puede aportar, como un órgano único, dentro de la vida social de un país con cultura, artes, ciencias sociales, etcétera y, a través de un trabajo de extensión, valioso. Hay que estar atentos y vigilantes para que no se utilice ni manipule el sistema democrático interno de la Universidad, para promover argollas de poder.

CM: Usted puede ser una punta de lanza, con toda la experiencia y bagaje que trae de afuera, ¿para enseñar a los jóvenes académicos haciendo?

MB: Me encantaría realizar eso.

CM: ¿A dónde puede vislumbrar usted este Centro de Estudios Generales, con las limitaciones económicas y con los recursos intelectuales y académicos que posee?

MB: Este Centro lo veo como un atalaya para toda América Latina, a través de la RIDEG, a través de COFACA, a través de mucho contacto, por medio del boletín, la revista Nuevo Humanismo e impulsando más proyectos, que tengan que ver con el humanismo del trabajo que ustedes hacen, pero difundirlo más, podemos ser un atalaya para toda América Latina. Porque están muriendo las humanidades, se están destruyendo los Estudios Generales, somos prácticamente como la última trinchera que va quedando y eso, porque estamos en Costa Rica, porque estamos en esta Universidad, pero aquí estamos sujetos también a muchos peligros y amenazas. Sin embargo, la visión que nosotros tenemos de trabajo en muchas disciplinas, de tener un currículo flexible, que se va renovando con cursos nuevos, que cubrimos trabajos que van desde las artes hasta la ciencia, pasando de las ciencias sociales, a la filosofía, etcétera, eso prácticamente es único. Yo no conozco, en toda América Latina, puede haber, pero, yo no conozco, ninguna cosa equivalente. Así que, si no proyectamos esto, y lo convertimos realmente en un atalaya, una bandera de lucha que puede servir de ejemplo para muchos países, que están en transición, quizá para un sistema educativo, que quieren recuperar en el ámbito público. Como está pasando en Chile, o como es seguro que va a pasar en Argentina, cuando los Fernández lleguen al Gobierno, que creo que es muy posible que suceda. Ahí nosotros podemos empeñar un papel fundamental de verdad, así, es increíble cómo, incluso, dentro de la misma RIDEG hay tan poca claridad, porque, ninguna de las universidades que están ahí, ni la de Puerto Rico, que es la fundadora, sabe de verdad, qué son los Estudios Generales. Para ellos simplemente son cursos que se toman, pero no hay una unidad, una facultad que aglutine todo eso y lo haga con un plan común, no hay; no hay, ni siquiera aquí en Costa Rica. No vamos a compararnos nosotros, (UNA), con los Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, (UCR), estos son un chiste.

CM: ¿Con la experiencia en la administración y con el personal que usted ha tenido a su cargo, qué movería para lograr hacer conciencia de esta realidad, que habla de ser un atalaya en América Latina?

MB: Yo creo que mucha gente quisiera dar más, otra gente no, pero sí hay gente, aquí, que puede dar mucho más, brindándoles más posibilidades, hay que dar los cuartos de tiempo. Yo tengo varios académicos en la cátedra, pero no participan, casi, porque no tienen el cuarto de tiempo, es un problema para ellos y la cátedra va muy rápido para ellos, yo tengo mis estudiantes, que sí tienen tiempo asignado y se les paga, entonces con ellos yo voy súper rápido. Ya tenemos diseñado todo un libro, se van a escribir ensayos del libro, que se supone que los académicos tienen que ir haciendo eso también. Ellos han recibido todas las indicaciones de los ensayos que pueden hacer, o ellos pueden hacer otros ensayos. Pero no están haciendo nada. Es que hay que crear estímulos, no hay, y estos deben crearse a través del reconocimiento. Por ejemplo, hay gente que imparte un curso y saca excelente en la evaluación estudiantil y nadie les da ningún reconocimiento. Da igual si sacan un regular o sacan una excelente, pero aman su trabajo, lo hacen bien. Gente como usted, como Heidi, como María Sancho, gente como la misma Andrea Calvo, gente como Julio. Gente que tiene deseo o ambiciones de hacer cosas, por los motivos que sean, pero tienen esa aspiración.

CM: ¿Qué es una buena política académica?

MB: Es aquella que promueve la productividad, el compromiso, la excelencia, la dedicación, el amor a la labor docente, a la investigación, eso es una buena política académica. Formar jóvenes con pensamiento crítico. Tener profesionales en el Centro de Estudios Generales comprometidos con el cambio social progresista del país.

CM: Don Miguel, con toda la experiencia que ha tenido a lo largo de los años, ¿qué cree usted que le falta?

MB: Escribir más, publicar más, me falta hacer novelas, ensayos, pero, sobre todo, novelas. A mí la literatura me fascina, tengo dos novelas que ya las he empezado, pero no las puedo avanzar mucho más, porque esto me quita mucho tiempo. Pero está “Baraona de las brujas”, que yo fui, especialmente a España, a visitar el pueblito Barahona, que es, supuestamente, donde salieron una parte de los ancestros rumbo a Chile, en el siglo XVI y ahí quemaron brujas en el siglo XVII y la piedra de la bruja, donde ellas hacían su viaje. El confesionario de la bruja que se llama, y que fui a visitar, en la Francia de Soria, al norte, un lugar fascinante, para mi novela, para tener un filling. Empieza con una niña de 12 o 14 años que escapa de la Inquisición, porque la Inquisición llega y quema 22 mujeres en el pueblito ese. Esa otra novela, ya la he empezado un poco. La otra es Galicia Portugal, novelas del Chile contemporáneo, mis ambiciones son muy intelectuales, literarias, eso es todo. Y tal vez, hacer el proyecto “privados de humanidad”, porque ese proyecto es bueno para Costa Rica, es un proyecto que haría un diagnóstico interdisciplinario del sistema del universo carcelario delictual en Costa Rica, cómo ha evolucionado de fines de los años noventa para acá. Con un soporte ejecutivo, que guía a la Asamblea Nacional, a la comisión que se dedica específicamente al tema de delito, en la cárcel de Costa Rica, a los diputados que trabajan en eso. Después de dos o tres años con gente que está en el sistema carcelario, hay mucho trabajo de campo, mucho trabajo de gabinete, tenemos las estadísticas, tenemos las entrevistas, todo este es nuestro diagnóstico. Este es el resumen ejecutivo del proyecto, estas son las ideas de las cuales ustedes pueden sacar ideas de ella, apropiadamente reducirlo y para que la cárcel no ejerza una delincuencia en ella, sino que se convierta en un lugar verdadero de rehabilitación, el público meta es la clase política, que no sabe nada y emiten leyes que son inaplicables, nos comenta, la misma exministra, la Cámara emite un montón de leyes sobre esos temas, pero no se pueden aplicar, ni el Gobierno las puede aplicar, ni la gente que está a cargo de los centros penitenciarios, porque no son realistas. Sueño con ese proyecto, porque yo creo que es lo que yo podría hacer como gratitud por Costa Rica.

CM: Si otra vez, tuviera la posibilidad de escuchar esa voz que le dice, te vas conmigo o te quedas, ¿qué decisión tomarías?

MB: Me quedo, porque, he dado tanto amor y recibido tanto amor en todo ese tiempo y eso es maravilloso, el amor de mi hijo, amor de amigos, de gente que he conocido estos últimos años, acá en Costa Rica, en Chile, el amor de mis hijos.

CM: ¿Cuántos años tiene usted?

MB: Yo tengo horas 67 años, un hombre viejo, pero no estoy en tan mal estado, por lo que dice el médico, así que voy a seguir, no pienso pensionarme no me interesa, quiero trabajar. Pero a veces, como le digo, la tentación ha sido la de reducirse al mínimo y ser un egoísta más.

CM: ¿Cómo surge la maestría en el Centro de Estudios Generales?

MB: Esas fueron de las cosas buenas que sucedieron con Don Enrique, el compañero Edgar Hernández trajo la idea de crear una maestría y estaba a la cabeza de ese asunto. Don Enrique lo escuchó y le asignó entonces la tarea a Don Rolando, de coordinar un equipo para crear la maestría, estaban: Edgar Hernández, Roberto Rojas, Erika Calderón y un servidor. Allí empezamos, primero a ver de qué se trataba, cuál iba a ser el enfoque, cómo tendría que ser una maestría del Centro de Estudios Generales. Vinieron algunos profesores españoles, que nos dieron ideas, que no tenían nada que ver de lo que se trata el Centro, y allí le fuimos dando forma, la fuimos sacando. Erika, una persona muy inteligente, formuló un curso completo, Edgar se encargó de toda la parte administrativa, cosa que yo jamás había podido hacer, revisó los reglamentos y así quedó planteada la maestría. Yo creo que es única en el mundo, es el único grado, que es de verdad de humanismo. Donde el universo de estudio, las reflexiones sobre el humanismo, la viabilidad del humanismo, la utilidad humanismo, ¿de dónde se origina?, ¿qué distingue al humanismo?, por ejemplo, las ciencias sociales, las ciencias naturales, de la filosofía, de la religión, es una visión única, revolucionaria que surgió hace 2 500 años y que ha cambiado, totalmente, la historia de la humanidad. Es una de las más grandes revoluciones intelectuales, morales y espirituales que ha habido en la historia de la humanidad. Mira lo que estoy diciendo, de verdad se lo puedo decir con conocimiento de causa, porque lo he estudiado. Me interesaba, al principio, el humanismo, lo confundía mucho con humanitarismo, fui dejando de lado toda esa visión rosa del humanismo, que no tiene nada que ver con el verdadero humanismo. Que puede tener importancia y, en la medida que hice esa transición intelectual hacia la verdadera esencia del humanismo, me convenció que no se puede entender la democracia, los derechos humanos, la ciencia; no existiría la vida civilizada moderna, si no fuera porque hace 2 500 años, unos tipos en la Grecia Clásica, en un momento muy particular, único en la verdadera historia de la humanidad, dijeron saben qué, geniales los dioses, genial lo sobrenatural, genial la creencia, genial la irracionalidad, todo eso, la fe, pero nosotros vamos a tomar otro camino. Tenemos este cerebro, tenemos esta capacidad racional, somos lógicos, tenemos capacidad para desarrollar las matemáticas, para entender las leyes del mundo natural y entre eso, conocer la naturaleza humana; por cómo funciona el ser humano verdaderamente, no como simple proyección de la voluntad divina, y, por tanto, podemos nosotros convertirnos en dueños y señores de nuestro destino. Que interviene la fortuna, la probabilidad de que las cosas no salgan, pero tenemos derecho, por ejemplo, a decir, queremos que nuestra vida social sea así y cuál es la vida social que se les ocurrió, la democracia y el estado de bienestar. Usted puede creer que hace 2 500 años, se creó el Seguro Social, se creó la educación gratuita, se creó la jubilación, todo eso en la Grecia Clásica, gracias a la revolución humanista. Porque antes era una sociedad aristocrática, gobernada por la voluntad arbitraria de los dioses y habría que complacer a los dioses y las cosas eran como estaban, porque los dioses querían, no se podía cambiar nada, la sociedad era simplemente una proyección de la voluntad divina. Y ese fatalismo griego tan terrible, que se ve en todos los mitos griegos, los humanistas los rompieron, se apartaron de él y empezó esta revolución que nos lleva a lo que somos hoy día, si no, estaríamos todavía, con reyes, con dioses, con mito, viviendo un mundo irracional.

CM: ¿Le ve futuro, en el mundo de hoy en día, a esa maestría?

MB: Claro, no solamente le veo futuro, creo que con el tiempo va a llegar a ser uno de los posgrados más importantes que ofrece esta Universidad. De verdad, porque es única, esta maestría, aquí no buscamos transmitir conocimiento, buscamos que la gente participe en los laboratorios de reflexión, sobre la condición y la existencia humana en el siglo XXI, ¿Cuáles son los efectos que estamos enfrentando?, ¿Qué es lo que un humanista hace frente al tema tal, o frente a este otro tema?, ¿Qué es lo que significa ser humanista? y ¿Qué compromiso requiere ser humanista, en esta coyuntura histórica, que se está transitando ahorita?; es fundamental, en julio nosotros recibimos un montón de estudiantes, que no sabían dónde estaban parados en el tema y han salido súper comprometidos, algunos de ellos son brillantes, yo veo en Facebook, algunas cosas que ponen, sus reflexiones, las cosas que escriben, incluso la gente menos desarrollada intelectualmente tuvo un desarrollo notable. ¿Por qué?, porque les dimos libertad, los afianzamos en su alternativa, o sea, no es solamente una maestría sobre humanismo, sino que es una maestría en la cual uno se convierte en un humanista, es la formación de humanista, que es otra cosa totalmente distinta. Y eso no existe en ninguna otra parte del mundo.

CM: ¿Cree usted que todos los maestros o profesores que están en el Centro tienen ese desarrollo humanista?

MB: No, creo que la mayor parte de la gente no entiende lo qué es, no es por carencia intelectual, sino porque no participaba en un círculo de debate, no hemos tenido suficiente intercambio, para que realmente podamos, incluso, entre nosotros mismos, aclarar el tema, difundirlo bien y estar todos perfectamente claros, de qué se trata cuando decimos, que somos humanistas. Mucha gente cree que ser humanista es ser buena persona, es imposible ser un santo en este mundo, un humanista no es ser un santo, no es ser una buena persona. Un humanista es una persona que se compromete con causas justas, y que está dispuesto a afrontar los riesgos. Humanista es quien dice que escucha la ciencia, la ciencia sobre el ser humano. Mira este debate, sobre la homosexualidad está resuelto por la ciencia, hace mucho tiempo, sí, no hay un gen de homosexualidad, pero sí hay, en el proceso del embriológico de la formación del bebé, hay gente que queda configurada su sexualidad, para la homosexualidad y nacen homosexuales, no se hacen homosexuales, no es un vicio, no es una enfermedad, no es una desviación, es un tipo de sexualidad normal que ha existido en el ser humano y existen todos desde los primates, entonces los humanistas, sí respetan las ciencias, estamos diciendo que el humanismo del siglo XXI es un humanismo que está fundado en el conocimiento científico, no en el mal uso de la ciencia, sino en el uso positivo del conocimiento científico, tiene que tomar posición frente a eso. Ahora hay mucha gente que no lo va a hacer, incluso aquí mismo en el Centro, por creencias religiosas, pero entonces no pueden decirse humanistas.

CM: Primero agradecerle por esta entrevista tan larga, la verdad que tratamos de conocer al ser humano, su biografía, su sentir, con atisbos de su pensamiento intelectual. ¿Yo tendría la libertad de publicar esta entrevista?

MB: Sí claro, me asombra que me haya dedicado tanto tiempo.

CM: Usted tiene una formación humanista, que la vida, tal vez sin proponérselo, usted, se lo ha dado. De conocimientos, de sabiduría, entonces, sencillamente conversar con usted es exquisito, desde ese punto de vista, tal vez incluso sin verlo intelectualmente, sino ver la parte humana, el Miguel Barahona humano, cómo ha sido influenciado, cómo ha sido golpeado, cómo se ha vuelto a levantar.

MB: Ha habido mucha tragedia en mi vida, me ha mejorado como persona, aunque parezca paradójico.

CM: Lo de Chile me interesó mucho, porque explicaste muy detenidamente muchas cosas, que incluso se conocen poco, por lo menos por acá.

Muchas gracias.

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