Logo Revista Economía y Sociedad Vol. 2, N°2. Junio-Diciembre de 2014
EISSN: http://www.revistas.una.ac.cr/nuevohumanismo
DOI: dx.doi.org/10.15359/rnh.2-2.3

Joaquín García Monge: escritor, editor, pensador y humanista

Joaquín García Monge: writer, editor, thinker and humanist

Jaime Mora Arias
Universidad Nacional, Sede Central
Heredia, Costa Rica
jaime.mora.arias@una.cr

Resumen: Joaquín Monge nació el 20 de enero de 1881 y falleció el 31 de octubre de 1958. Realizó sus estudios primarios en la escuela de su ciudad natal Desamparados, los secundarios en el Internado del Liceo de Costa Rica y los superiores en el Instituto Pedagógico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Fue escritor de cuentos y novelas, así como de numerosos artículos y cartas; editor por treinta y nueve años ininterrumpidos de la revista de alcance y cobertura continental Repertorio Americano en la que dio espacio a publicaciones de toda índole, más ajenas que propias, y desde la cual combatió con valentía las dictaduras de la época, lo que le granjeó numerosos enemigos; también fue editor de las revistas Ariel y El convivio. Desempeñó varios cargos públicos de relevancia, entre ellos Secretario de Instrucción Pública, Director de la Escuela Normal de Heredia y de la Biblioteca Nacional. A través de su obra literaria, función pública y vida en general, dejó clara evidencia de su identificación por las clases más pobres y marginados; de estrato humilde y comprensivo, nunca se avergonzó ni ocultó sus raíces. García Monge fue escritor, editor, humanista, latinoamericanista y patriota, también fue un ciudadano ejemplar, pero a pesar de todo esto, no fue profeta en su tierra. La crítica literaria de este país, con muy pocas excepciones, le regateó y le sigue negando sus excepcionales virtudes. La envidia, el desinterés, la indiferencia y la ignorancia que predominan en el costarricense, por poco lo sepultan en el olvido.

Palabras claves: Humanismo, Repertorio Americano, editor, latinoamericanista, literatura, eje temático cultura.

Abstract: Joaquín Monge was born on January 20th, 1881, and died on the 31st of October, 1958. He studied at the Elementary School of Desamparados, continued to middle school boarding at Liceo de Costa Rica, and then to college studies at The Pedagogical Institute of the School of Philosophy and Humanities at Universidad de Chile. He was a prolific writer of short stories and novels, as well as numerous articles and letters; he was also an Editor for thirty-nine consecutive years of the Repertorio Americano magazine, of continental scope and distribution, in which he included all kinds of articles of cultural and political interest, also publishing in it a series of his own essays in which he criticized the dictatorships of the time with great intellectual courage, which caused him to have many enemies. He was also an Editor for the well-known magazines Ariel and El Convivio. García Monge occupied several important public positions, such as Secretary of Public Education, Director of the Teachers’ School of Heredia, and Director of The National Library. Throughout his literary and editorial work, as well as his work in the Public Sector and his personal life, he showed a clear and passionate concern for the wellbeing and interests of the poorest and most marginal sectors of society. Being himself of humble origins, he was never ashamed of his roots. García Monge was a writer, editor, a humanist, a proud Latin American and a patriot, as well as an exemplary citizen; but despite his many talents and virtues he barely received any recognition in his own country. With only very few exceptions, literary criticism in Costa Rica was not very fair or generous towards García Monge, and his exceptional contributions are still being denied or diminished. Jealousies, lack of interest, indifference and ignorance towards his work, which have been predominant in evaluating him in his own country, nearly rendered him completely forgotten.

Keywords: Humanism, American Repertoire, editor, Latin Americanist, literature, thematic axis, culture.


Costa Rica, al ser un país de poca extensión territorial y escasa población, ha tenido una actividad intelectual activa y consecuente con su herencia espiritual y cultural, por lo cual resulta justo y conveniente hacer un aporte a la difusión, a la valoración y al reconocimiento de tales valores.

Joaquín García Monge nació en Desamparados, el 20 de enero de 1881, ciudad que para entonces era casi una aldea. En su ciudad natal realiza su enseñanza primaria y, la secundaria, en el internado del Liceo Costa Rica. En 1901 viaja a Chile con una beca para realizar estudios superiores. En 1916 es nombrado profesor de la Escuela Normal de Costa Rica, y un año después su director. En 1919, durante el gobierno provisorio de Francisco Aguilar Barquero, es nombrado Secretario de Instrucción Pública, función que hoy corresponde al Ministro de Educación Pública. En 1920 se le nombra Director de la Biblioteca Nacional, puesto que desempeñó hasta 1936. Unas semanas antes de su deceso, acontecido el 31 de octubre de 1958, es declarado Benemérito de la Patria.

En el entorno de los años de su vida se dieron acontecimientos muy significativos, tanto en el país como fuera de sus fronteras. García Monge vivió su niñez y los primeros años de su juventud a fines del siglo XIX y el resto de su vida a principios y mediados del XX. Para esta época, en Europa se dio el fortalecimiento del totalitarismo del Estado y la consolidación del pensamiento marxista. Por otra parte, capitalistas y trabajadores libraban un fuerte enfrentamiento. Fue una época en la que el capitalismo europeo había venido a menos y Estados Unidos emergió como una indiscutida potencia militar y económica. Paralelamente, Rusia hace abandono de la primera guerra mundial para enfrentar su propia revolución interna, que culmina con la derrota del zarismo y el advenimiento del bolchevismo. Había nacido la Unión Soviética, el gran imperio del mundo comunista.

La labor editorialista de García Monge está principalmente referenciada por su revista Repertorio Americano. Su inicio está vinculado a la fundación de otra revista que llevó el mismo nombre y que fue publicada en 1826 en Londres, Inglaterra, por Andrés Bello, escritor venezolano radicado en Chile. Repertorio Americano circula a partir del 15 de setiembre de 1919 hasta mayo de 1959.

Como lo menciona Carvajal (2007):

La revista Repertorio Americano salió a la luz un 15 de setiembre de 1919, en la ciudad de San José, Costa Rica y dejó de circular en 1959. Fue publicada y editada por Joaquín García Monge. Este medio de comunicación surgió en un contexto histórico muy particular, en virtud de que el Estado liberal costarricense forjado en la segunda mitad del Siglo XIX por la oligarquía agro exportadora experimentaba una situación crítica. Sus antecedentes inmediatos se relacionan con la caída del gobierno del Lic. Alfredo González Flores (1914-1917) y con los años del gobierno de Federico Tinoco Granados (1917-1919). Sumado a esto, debe mencionarse la Primera Guerra Mundial y la crisis de mil novecientos veintinueve que evidenciaron la fragilidad del modelo agro exportador. (párr. 20).

Todo este contexto está relacionado con el hecho de que el siglo XIX fue el momento histórico clave para la construcción de los Estados Nacionales en el Continente Americano y dieron paso al siglo XX, en que éste experimenta movimientos revolucionarios y luchas anti imperialistas que promovieron cambios culturales, en algunos casos y, en otros, consolidaron reformas sociales. Es en esta condición histórica donde aparece el primer número de Repertorio Americano, editado en la ciudad de San José, mediante un trabajo artesanal y laborioso de don Joaquín, quien participó en la organización general de su publicación y distribución. Sin embargo, su circulación se fue ampliando y traspasó no solo las fronteras de nuestro país, sino las del mismo continente americano.

Debe tenerse en cuenta que ya en Costa Rica, a mediados del siglo XIX, la enseñanza superior era regida por la Universidad de Santo Tomás, creada por Decreto del 3 de mayo de 1843, durante el gobierno del Dr. José María Castro Madriz. En los considerandos de este Decreto está muy clara la intención de los hombres que fundaron la Universidad, donde se habla de la importancia que tiene la instrucción pública en la construcción de la cultura nacional. Sin embargo, posteriormente, la Universidad fue clausurada en 1888 por recomendación de don Mauro Fernández, a la sazón Secretario de Instrucción Pública de la época.

Luego del Decreto que cerró la Universidad, ésta vuelve a abrir sus puertas cincuenta y dos años después, con la creación de la Universidad de Costa Rica en 1941, durante la administración del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia.

Repertorio Americano circuló por más de cinco décadas sin que existiera una casa de educación superior en nuestro país, por lo que esta Revista, en consideración de muchos, se convirtió en un punto de encuentro para la reflexión cultural. Al respecto señala Carvajal (2007):

Con Repertorio Americano, los costarricenses contaron con un punto de encuentro, un espacio para que todas las personas externaran ideas,inquietudes, denuncias y esperanzas. Por su medio García Monge logró establecer una dinámica de interacción y construcción de una comunidad ideal, supranacional, política, con una base hispanoamericana que escribía y a la cual se dirigía la revista. Por eso, la revista ofrecía una amplia gama de cultura universal, en donde las relaciones entre España y América se destacaron, como se puede apreciar en las diversas reflexiones críticas de pensadores españoles y americanos que sustentan el pensamiento continental y que se publicaron en el Repertorio… En sus páginas los intelectuales hispanoamericanos formulaban sus ideas y se pronunciaban sobre problemas literarios, estéticos, docentes, filosóficos, ideológicos, sociales, políticos, científicos y cotidianos. (párr. 32).

Repertorio Americano (1919-1959) no tiene parangón en la historia de las publicaciones objetivas, realistas y desinteresadas de América Latina ni más allá de sus fronteras. No se podría disertar sobre literatura costarricense y latinoamericana sin consultar sus páginas. En estas encontramos presentación de autores, crítica literaria, censura de regímenes totalitarios de la época, examen de instituciones y centros educativos, entre otros; todo esto se encuentra ahí, expuesto y analizado con objetividad, honradez y valentía, virtudes todas que mucho honraron a su director. Así, con ese estilo, con esa forma, Repertorio Americano, entre otras características más, se convirtió durante sus cuarenta años ininterrumpidos de edición, en una tribuna en la que se denunciaron y combatieron las dictaduras de la época: Leónidas Trujillo en República Dominicana, Anastasio Somoza en Nicaragua, Fulgencio Batista en Cuba, entre otros. Esta valiente censura de gobiernos autoritarios le valió serios obstáculos para la libre y oportuna circulación de su Revista en esos países por las obvias represalias que se tomaron en su contra, pero ni aun así cejó en su posición firme y constante. En referencia a don Joaquín y a su Revista, el crítico literario Abreu (1950) manifiesta en Escritores costarricenses que:

El Repertorio Americano nunca fue casa de dos puertas – difícil de guardar. Tiene una sola, ancha, por donde entra el buen aire de la buena intención. Su tejado es de vidrio. En su taller más en lo ajeno que en lo propio, trabaja un hombre culto y veraz. Dos virtudes difíciles de encontrar en un solo individuo. (p. 13-14).

Para don Joaquín significó un arduo trabajo la selección de la gran cantidad de material que diariamente recibía de diferentes procedencias de América y España, aunado esto a la carencia de financiamiento de la Revista, que lo obligó a ocuparse casi por completo de su elaboración, en un principio, casi artesanal, hasta su envíoa los distintos destinatarios, pasando por otros menesteres intermedios como las estrategias de manejo de los centros de circulación que, como afirma Oliva: “… buscó tener una cobertura continental y llegar al viejo continente…” (2009, p. 6).

Todo esto representó un trabajo tesonero, si se tiene en cuenta que don Joaquín no contó con asistentes que lo ayudaran en tan grande empresa. Solamente con una voluntad férrea y con un optimismo y fe en el porvenir probado a fuego, pudo sacar adelante tan grandioso empeño. Por ello, se entiende que don Joaquín durante los 40 años de la edición de su Revista no tuviera el tiempo suficiente para dedicarlo a la literatura. Debe tomarse en consideración que, además de Repertorio Americano, forma parte de su labor editorialista, la publicación de las revistas Ariel y El Convivio, las cuales dan inicio en 1906.

Su producción literaria, como él mismo lo dijo, fue escasa y la inició a una corta edad. En 1900 y con apenas 19 años de edad, publica sus novelas El Moto, e Hijas del Campo, dos años más tarde, en 1902, su tercera novela Abnegación. En 1906 y 1907 publica una serie de extensos relatos, entre los cuales destaca Cuyeos y majafierros. Culmina su producción literaria en 1917, con la publicación de los cuentos y cuadros realistas: las miniaturas de La mala sombra y otros sucesos.

En cuanto a que su productividad literaria fue escasa, se dice que si a sus novelas y cuadros de costumbres se agregan otras publicaciones como cartas, críticas, artículos y comentarios de diversa índole, su creación literaria se engrandece en mucho.

Por otra parte, aun cuando su producción literaria termina prácticamente en 1917, el instinto y espíritu literarios se mantenían aún vivos en él. Tales condiciones en personas de la sensibilidad y el espíritu de don Joaquín, dadas las circunstancias especiales y particulares que tuvo que enfrentar, pueden moderarse, ocultarse o refrenarse, más nunca extinguirse.

Al respecto, afirma Fernando Herrera Villalobos, quien de manera esmerada se ha ocupado de estudiar su vida y obra, que don Joaquín, cinco días antes de su muerte, confesó a su coterráneo Francisco María Núñez, lo siguiente:

No quisiera morirme sin terminar, por lo menos, dos novelas: Barrio Keith, tal como se comenzó esa urbanización; como la vi; y Un Viaje en Tranvía o en camioneta para describir una lechería de Coronado. Tengo en la cabeza el plan, pero necesitaría concentrarme un poco, pasar unos días en Coronado para recordar mejor el paisaje… Herrera (1999, p.5).

¿Por qué razón su creación literaria casi desaparece, puede afirmarse, a partir de 1917? Fácil es inferirlo, pues recuérdese que a partir de septiembre de 1919 aparece el primer número de Repertorio Americano que habría de mantenerse en vigencia ininterrumpidamente por un largo período de 40 años, hasta mayo de 1959 cuando alcanzó el número 1185.

El pensamiento de don Joaquín fue abierto al mundo de su época. Siempre se mantuvo informado y vigilante de los acontecimientos mundiales más destacados de su tiempo; pero, más alerta aún lo estuvo de lo que sucedía internamente en su patria y de los peligros que en el horizonte del porvenir se avistaban. Sobre este particular, merece una mención muy especial el discurso que pronunciara la mañana del 15 de septiembre de 1921, frente al Monumento Nacional, y ante altos funcionarios del Gobierno y estudiantes del Liceo de Costa Rica y del Colegio Señoritas, con motivo de la conmemoración del Centenario de la Independencia Nacional. Entre otras palabras más, dijo don Joaquín:

Lo erigieron los mayores para advertirnos que la libertad hay que conquistarla y reconquistarla continuamente, que sólo se pierden los pueblos que se cansan de ser libres: porque si importa saber cómo fuimos libres, importa más saber cómo conservarnos libres, cómo mantener en asta firme la enseña de los libertadores: el problema que ellos resolvieron en el 56, sigue siendo nuestro problema. Para advertirnos que no basta haber heredado de nuestros abuelos la tierra que fue de ellos, sino conservar y cuidar la que será de nuestros hijos: porque los viejos supieron que uno de los ineludibles deberes del hombre y del ciudadano es la conservación, a todo trance, del suelo nativo; sin él no hay libertad económica y sin ésta no hay soberanía posible. La tierra libre es la que sustenta al hombre libre. Los pueblos que venden sus tierras porque ya no quieren, no pueden o no saben cultivarlas con estudio y cariño, de propietarios se tornan inquilinos. García (1921, p. 29-30).

El contenido, la profundidad y el alcance de este famoso discurso, solo pueden entenderse si se tiene claro que don Joaquín poseía una sutil visión y un claro conocimiento de la idiosincrasia del costarricense. Solo un visionario como él pudo presentir, y por ello advertir, que en un futuro no muy lejano, gobernantes de turno de este país, habrían puesto en riesgo la soberanía nacional, haciendo concesiones y sellando tratados internacionales que iban a comprometer seriamente los más preciados intereses de este país

Al respecto, manifiesta Mora, Monge, Rubio, Ordóñez ∅ Cordero (2004). en Grandes maestros costarricenses:

Acorde con este sentimiento y con este amor al suelo que lo vio nacer, se pueden leer frases lapidarias de indignación por la manera como el suelo patrio era vendido, expresiones como las siguientes: “si es sumamente grave que aventureros extraños se atrevan a comprar la patria, es mucho más grave, e ignominioso, que hijos del país de bruces se la vendan. (p. 53).

Es lógico concluir que por pensar de esa manera, don Joaquín incursionara en la política y creyera que siendo parte de un gobierno podría oponerse a quienes ayer y hoy también, irresponsablemente, han cedido parte de este país a los grandes intereses extranjeros. No tuvo éxito porque éste es un ámbito que está acaparado, salvo algunas excepciones, por aquéllos que siempre buscan su propia y particular conveniencia. Don Joaquín no era de esa estirpe, él estaba hecho de otra madera.

Por otra parte, no está demás afirmar que don Joaquín fue calumniado, hasta se le responsabiliza de haber introducido el comunismo en el Magisterio Nacional. A tal grado llegó la mezquindad para con él, que unas semanas antes de su deceso, acontecido el 31 de octubre de 1959, cuando se discutió su benemeritazgo, éste se aprobó no por unanimidad como se estila en estos casos porque hubo alguien que se opuso.

Sin embargo, don Joaquín no tenía espacio en la política, acertadamente él así lo entendió y así lo confirma la carta que le envió al Lic. Alberto Echandi Montero, candidato del Partido Agrícola, con motivo de las elecciones para el período constitucional 1924-1928, al decirle lo siguiente:

Pienso y vuelvo a pensar en el asunto y por todos los caminos llego a la misma conclusión: no podré acompañar a D. Alberto. Ni mi temperamento, ni mis ocupaciones editoriales me lo permiten. Por otra parte, mi más sentido anhelo es alejarme de la política, vivir a oscuras, entre mis libros y papeles, que son mi gusto… García (1983, p. 15).

A pesar de lo anterior, posteriormente aceptó una candidatura a la diputación que le fue ofrecida, lo que podría calificarse como una contradicción de su parte. Cabría pensar que la aceptación de tal nominación fue motivada en la posibilidad de servir a la patria desde una curul del Congreso Nacional.

Joaquín García Monge fue un latinoamericanista nato, a toda prueba. Consecuente con el pensamiento de Simón Bolívar, concibió a América Latina como un solo país. Por eso en Repertorio Americano dio cabida a toda publicación que tuviera relación con la literatura, el arte, la política y el sentir en general de los pensadores del continente. Prueba de ello, su preocupación por los sucesos acontecidos en México, en 1938, con motivo de la revolución interna que para entonces consumía a ese país. Para él, la situación crítica que padecía México era un problema no sólo de ese país sino de todos los países latinoamericanos. Decía don Joaquín, citado por Mora [et al.] (2004). en Grandes maestros costarricenses que: “México es el vigía generoso, inteligente y denodado. Si México se hunde, nos hundimos todos, si se salva; nos salvamos todos” (p. 58). Su pensamiento, noble y sincero, es de quienes son de alma pura, que sienten el problema de los demás como propio, sin egoísmo, porque los egocentristas piensan sólo en su yo, sin interesarse en los demás; son incapaces de mirar más allá de sus particulares conveniencias.

Otra de las virtudes bien delineadas en la personalidad de don Joaquín es la concordancia en su pensar y su actuar. Siempre fue consecuente en su pensamiento y acción. Al respecto, Arnoldo Mora Rodríguez, citado por Mora [et al.] (2004), dice que don Joaquín fue:

Uno y el mismo en lo que hacía y decía, en lo que pensaba y profesaba como concepción filosófica y realizada en su vida cotidiana. No hubo en esto cambio sustancial en su vida. Desde que tuvo uso de razón don Joaquín García Monge fue básicamente el mismo; ni el prestigio creciente y su irradiación internacional, ni los puestos que desempeñó o la influencia que ejerció lo hicieron variar de esa actitud que fue siempre la suya (p. 56).

¿Cómo puede explicarse esta faceta tan significativa de su vida y obra? El mismo don Arnoldo dice que este comportamiento de don Joaquín responde a la fidelidad que profesaba a su origen de clase y a su identificación con las luchas de su gente, con su cultura, con sus costumbres, con sus instituciones. Señala don Arnoldo Mora: “…con el alma, el corazón y los anhelos de su pueblo” Mora [et al.] (2004, p. 56). Es en este contexto donde se entiende la naturaleza de su pensamiento, su obra literaria y editorial.

Por revanchismos políticos fue destituido como profesor del Liceo de Costa Rica, como Secretario de Instrucción Pública y como Director de la Biblioteca Nacional, funciones en las que se desempeñó con absoluta probidad y dedicación. Es innegable que mucho perdió la educación costarricense al ser privada del concurso de un ilustre educador y funcionario público de la talla de don Joaquín.

García Monge también fue un humanista, sacrificó en mucho su producción literaria y su bienestar económico para seleccionar y dar espacio en Repertorio Americano a todos los pensadores y literatos de América Latina, y aún de España, Francia y de otras procedencias del viejo continente. Es por esto que muy apropiadamente, reitero, dijo de él Abreu (1950) en Escritores costarricenses: “…En su taller, más en lo ajeno que en lo propio, trabaja un hombre culto y veraz…” (p.13-14).

A pesar de los sinsabores, que de hecho le ocasionaron su estrechez económica, sus muchos detractores y su frustrada incursión en la política, don Joaquín no se convirtió en un escritor y editor amargado, por el contrario, siempre enfrentó los momentos difíciles con alegría, en consecuente respuesta a una faceta muy importante y sobresaliente de su vida: fue un esteta, amante de la belleza y proclive a la alegría. Siempre fue valiente para expresar sus sentimientos y sus críticas, pero siempre buscó la forma más apropiada y considerada para hacerlo sin desfigurar ni maquillar lo que él creía ser realidad y sin pretender ignorar el alcance y la profundidad de sus afirmaciones.

En conclusión, Joaquín García Monge fue un hombre de bien, un escritor, un editor, un humanista, un americanista, y un costarricense honesto y sincero a quien lastimosamente no se le ha hecho el justo y merecido reconocimiento que merece a la excelsitud de su grandeza.

¡Honor a quien honor merece!


Referencias

Carvajal, L. (2007). El Repertorio Americano: Puente de comunicación y cultura. Revista Estudios, 20. Recuperado de http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no20/papers/iisec5.html

Escritores de Costa Rica, Joaquín García Monge, Roberto Brenes Mesen, Carmen Lira. (1950). México: Unión Panamericana.

García, J. (Septiembre, 1921) Ante el Monumento. Repertorio Americano. III, (30) p. 29

García, J. (1983). Cartas selectas de Joaquín García Monge. San José, C.R.: Editorial Costa Rica.

Herrera, F. (1999). García Monge plenitud del escritor. San José, C. R.: EUNED.

Mora, G., Monge, C., Rubio, C., Ordóñez, J. & Cordero, G. (2004). Grandes maestros costarricenses. San José, C.R.: Editorial Costa Rica.

Oliva, M. (2009) Conferencia Inaugural Repertorio Americano, 1919-1959: Producción, Circulación y Lectores. Coloquio Internacional. Heredia, C.R.: Universidad Nacional.


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