Revista Perspectivas: Estudios Sociales y Educación Cívica
N.° 26. Enero-junio, 2023
ISSN electrónico: 2215-4728
Doi: http://dx.doi.org/10.15359/rp.26.11
URL: http://www.revistas. una.ac.cr/perspectivas
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Reseña del libro: Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer, de Paulina Latapí Escalante

Book Review: Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer, by Paulina Latapí Escalante

Resenha do livro: Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer, do Paulina Latapí Escalante

Lucía Valencia Castañeda*

Fecha de recepción: 30/06/2022

Palabras clave: enseñanza de las ciencias sociales; formación de profesores; aprendizaje, pensamiento, conciencia social.

Keywords: teaching of social sciences; teacher training; learning, thinking, social awareness.

Palavras-chave: ensino de ciências sociais; treinamento de professor; aprendizagem, pensamento, consciência social.

Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer (2021), es un libro que desde su sugerente título nos conduce a la esencia del acto de enseñar. En algo más de trecientas páginas, Paulina Latapí Escalante hace un recorrido de sus experiencias y reflexiones como investigadora y como formadora de profesores de ciencias sociales, futuros y en ejercicio. Su larga trayectoria la conduce a plantear como tesis principal de su trabajo que:

La formación de docentes de ciencias sociales no ha sido ajena a la mayor atención que se ha brindado a las cogniciones sobre las emociones en las investigaciones del área. Dentro de los saberes pedagógicos no se ha reparado, desde un enfoque puntual, en la emocionalidad implicada en la docencia. No obstante, en la praxis docente se conjugan de manera más o menos consciente las cogniciones y emociones, y lo hacen de formas muy visibles en ciertas acciones educativas. (p. 17)

Con un estilo de gran capacidad comunicativa, personal e íntimamente dirigido al lector, la autora presenta su trabajo organizado en tres capítulos: a) La educación y las ciencias sociales; b) Aportaciones interdisciplinarias a la enseñanza de las ciencias sociales y; c) Praxis en la enseñanza de las ciencias sociales. Cada uno sigue una estructura común que considera la presentación de los temas a tratar; actividades prácticas acerca de los contenidos, que tienen por finalidad propiciar momentos reflexivos y creativos; y una bibliografía de referencia respecto de las temáticas, para que el público lector dialogue con las autorías expuestas.

Una de las mayores fortalezas de esta obra dice relación con esa estructura. Dirigido a profesores y profesoras tanto en formación inicial como en ejercicio, permite a través de la propuesta de estrategias, que la propia autora ha implementado durante su vida académica, la realización de ejercicios que confrontan las prácticas de las y los docentes con sus representaciones sobre la enseñanza, con las experiencias que han vivido sus pares y con las perspectivas de la literatura sugerida, orientando reflexiones de gran profundidad, y donde evidentemente, las emociones juegan un rol clave en la experiencia de aprendizaje.

Más allá del público objetivo al que está dirigido el libro, las personas formadoras del profesorado en el ámbito de la didáctica de las ciencias sociales, también encontrarán en estas páginas ideas que permiten adaptar iniciativas para formarse en los propósitos de la enseñanza, en la selección de contenidos y en la implementación de estrategias de aprendizaje, considerando las emociones como una dimensión clave en la enseñanza de las ciencias sociales.

El capítulo I, La educación y las ciencias sociales se estructura en tres apartados: a) Pertinencia y fines de la enseñanza de las ciencias sociales en el siglo XXI; b) Modelos educativos vigentes en la enseñanza de las ciencias sociales; c) y Temas y autores relevantes de investigaciones sobre la enseñanza de ciencias sociales del año 2000 al 2020. El capítulo tiene por finalidad que los lectores:

(…) reflexionen sobre los propósitos de las ciencias sociales y los modelos educativos que subyacen en las prácticas educativas. Se espera que, de ese modo, sienten las bases para desarrollar su capacidad para mediar en el estudiantado formas sustentadas que vinculen los saberes con los sentires para contribuir a propiciar una vida democrática, en el sentido de que su estudiantado tome decisiones personales y sociales como integrante de una comunidad local, regional, nacional y global. (p. 16)

En el primer apartado, se profundiza en la pertinencia de la enseñanza de las ciencias sociales en la actualidad, con información y actividades prácticas en temas de total relevancia desde una perspectiva contemporánea y actualizada de la didáctica de las ciencias sociales, a saber: el desarrollo del pensamiento y la emocionalidad en favor de una ciudadanía global en un mundo incierto; las ciencias sociales encaminadas a la pluralidad, la diversidad y la justicia social; y el desarrollo de capacidades para enseñar ciencias sociales de modo crítico y transformador.

Aunque una de las categorías de análisis estructurantes de esta sección es la ciudadanía global, no se profundiza en términos de su conceptualización, ni de las autorías y perspectivas que confluyen en su definición, optando más bien, por presentarla en oposición a la tradición de la ciudadanía nacional. Las conclusiones de la autora en este apartado apuntan a que:

(…) el profesorado de ciencias sociales tenga en el centro de sus intervenciones, no contenidos de planes y programas de estudios enciclopédicos y que inducen a la memorización, sino la construcción de la humanidad, de la dignidad y de los derechos humanos. (p. 24)

En consistencia con la conclusión anterior, el apartado prosigue con un cuadro que sintetiza investigaciones que han aportado a fundamentar la importancia de la emocionalidad en la enseñanza de las ciencias sociales, destacando autores procedentes de Estados Unidos, Canadá y España, y temáticas referidas al uso de fuentes, el vínculo entre empatía y justicia social, la elaboración de explicaciones para comprender las decisiones de personajes históricos, la construcción de identidades como finalidad de la enseñanza de las ciencias sociales y la influencia de las emociones en la selección de aquello que los profesores deciden enseñar, en los temas que no tocan, o consideran incluso como tabú.

Desde esta perspectiva la autora propone estrategias docentes para avanzar en enfoques que permitan, por ejemplo, mostrar el amor a la patria como la posibilidad de buscar condiciones de justicia y cuidado del medio ambiente; valorar todas y cada una de las culturas; y analizar ejemplos históricos de lo que es no vivir con dignidad.

Estas propuestas refuerzan la consistencia de un libro que más allá de sus fundamentos teóricos, avanza en experiencias para que el estudiantado aprenda ciencias sociales vinculando saberes con sentires y fortifique valores como la justicia, la igualdad, la paz y la libertad.

En el segundo apartado del primer capítulo, Paulina Latapí distingue los cuatro modelos educativos vigentes en la enseñanza de las ciencias sociales: conductistas, basados en el procesamiento de información o cognoscitivistas, centrados en la persona y de interacción social.

El propósito es que el profesorado en formación y en ejercicio haga una mirada retrospectiva a la enseñanza en ciencias sociales que recibió en su trayectoria de vida y que aplique como criterios de análisis los componentes de esos modelos para plantear su práctica pedagógica con mayor conciencia. Con esa finalidad, comienza disipando la confusión entre modelo, enfoque y estilo de enseñanza y prosigue con un exhaustivo recorrido de los fundamentos teóricos y autoriales de cada uno de los modelos educativos.

El ejercicio anterior es una buena síntesis, enriquecida con la perspectiva del sentir que motiva a la autora, que permite una actualización en la materia al profesorado activo y en formación y que posibilita una lectura crítica del currículum y de sus propias prácticas.

En este último aspecto está la mayor riqueza de este apartado, en tanto entrega orientaciones muy claras para conducir sobre bases sólidas las tantas veces esquivas y ambiguas experiencias de reflexión sobre la práctica. En palabras de Latapí “(…) sin reflexión sobre el modelo y enfoque de enseñanza aplicado, cualquier estilo de enseñanza desarrollado resulta hueco, vacío; en cambio, la reflexión crítica puede proyectarse tan lejos como hasta la emancipación de los sujetos y sus organizaciones” (p. 70).

Al considerar el peso de modelos educativos tradicionales, se valora el análisis y las recomendaciones que permiten dar un giro a experiencias prácticas muy arraigadas, con el ánimo de caminar hacia una enseñanza del sentir.

El capítulo concluye con la presentación en una tabla de temas, autores y regiones de investigación educativa en ciencias sociales del año 2000 al 2020, con foco en Latinoamérica, y en la manera en que dichos temas se han ido relacionando para abrir líneas de investigación cada vez más particulares.

Se trata de un ejercicio arriesgado de exhaustividad en cuanto a las autorías y las líneas de investigación incluidas, pero que propone ser recorrido como un espacio en construcción, inconcluso, que debe abordarse con libertad de acuerdo con los intereses del lector y que puede dar lugar a la apertura de nuevas preguntas y temas de investigación.

El capítulo II, Aportaciones interdisciplinarias a la enseñanza de las ciencias sociales, tiene por finalidad que el profesorado reflexione acerca del impacto que la relación entre cogniciones y emociones ejerce sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias sociales, a fin de que tome decisiones fundamentadas cuando planifica e implementa experiencias de aprendizaje.

Con ese objetivo, se describen las nuevas aportaciones a la enseñanza de las ciencias sociales desde la filosofía, la antropología, la psicología, las neurociencias y la lingüística, disciplinas que la autora destaca porque han ahondado en el estudio de las relaciones entre cognición y emoción.

En este capítulo Paulina Latapí plantea la interdisciplinariedad como necesidad, cuando las soluciones de problemas sobrepasan los límites de una especialidad determinada. Su diagnóstico es que la interdisciplinariedad ha sido muy limitada, que la enseñanza de las ciencias sociales se ha nutrido básicamente de la psicología y la pedagogía y que ha tomado de las disciplinas como la historia o la economía solo los contenidos a enseñar y sus categorías analíticas.

Su objetivo es generar un marco interdisciplinario integrador, centrado en la comprensión del impacto que la relación entre cogniciones y emociones ejerce sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias sociales en particular. Para lograrlo, se plantea responder las siguientes preguntas:

¿Qué relaciones se pueden establecer entre la emoción y la cognición en los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias sociales?

¿Qué aportaciones interdisciplinarias es menester retomar y cuáles rechazar?

¿Cuáles criterios serían útiles para tal cometido?

¿Se enseña y se aprende “conociendo”? ¿Se aprende y enseña “sintiendo”?

¿Cómo influyen las cogniciones y las emociones en el quehacer educativo de las ciencias sociales tanto desde la perspectiva del estudiantado como del profesorado y de los dos en conjunto? (p. 96)

Para responderlas analiza los aportes que desde las distintas disciplinas seleccionadas han realizado autoras y autores contemporáneos destacando a Rafael Echeverría, Martha Nussbaum y Victoria Camps en filosofía; Roger Bartra, Marc Augé y Richard Schechner en antropología; Daniel Goleman, Martin E. P. Seligman y Reinhard Pekrun en psicología; Antonio Damasio, Ignacio Morgado, Francisco Mora, Feggy Ostrosky y Alicia E. Vélez García en neurociencia; y Martin Hopper, Emilio Lledó, Alessandro Duranti, Laura Ahearn, Kira Hall, Donna Goldstein y Mathew Ingram en lingüística.

De este análisis surgen nuevas preguntas y reflexiones: ¿qué dominios privilegiamos en nuestras clases de ciencias sociales: pensamiento, lenguaje o emoción?; el profesor o la profesora, ¿en qué tono usa la palabra, qué emocionalidad proyecta mediante ella?, ¿cómo “otorga o no” la palabra?; ¿qué papel juegan los espacios de aprendizaje de las ciencias sociales (los lugares y los no lugares) en la construcción de identidades abiertas y plurales, en la edificación del bien común, en el cuidado del medio ambiente?; ¿cómo mediar emociones positivas en las percepciones del pasado y del presente para la construcción de futuros deseables?; ¿qué relevancia tienen las emociones en la enseñanza de temas como la identidad, la memoria o la conciencia?

Cada apartado considera ilustrativas tablas y esquemas que sintetizan los aportes de las autorías para integrar las emociones en la enseñanza de las ciencias sociales, entre las que destacan: los estados de ánimos sociales y sus posibilidades de acciones en el tiempo, de Echeverría; las emociones que debe considerar la enseñanza de las ciencias sociales y la ciudadanía global de Nussbaum; las emociones de logro, temáticas, epistémicas y sociales de Pekrun; o el ciclo de emociones complejas de Antonio Damasio.

En su análisis, Latapí entra en un tema poco explorado, que, desde una enriquecedora perspectiva interdisciplinar, sintetiza las investigaciones más actualizadas en el ámbito de las emociones y cómo se relacionan y aportan a la enseñanza de las ciencias sociales.

Mediante el examen de diversas autorías y disciplinas fundamenta la relación entre las emociones y la comprensión de la realidad social a través de experiencias que pueden entenderse como eminentemente cognitivas, por ejemplo, ejercicios de escritura argumentativa o de narraciones vinculadas al desarrollo de identidades locales, nacionales o globales.

En ese camino presenta, además, la emocionalidad de vincularnos con el pasado, un recurso tradicionalmente utilizado por el profesorado, que puede hacer la diferencia en cómo el estudiantado se vincula con el presente y con el futuro, o la posibilidad de salirse de la perspectiva individual y temporal, y ponerse en el lugar del otro (imaginación empática) para sentir la libertad de experimentar distintas posturas intelectuales.

En este apartado la autora propone, sobre todo, preguntas clave, de gran densidad y profundidad introspectiva que abren al profesorado la posibilidad de recordar, reflexionar, hacer consciente y decidir respecto de sus propósitos y prácticas de enseñanza.

En el capítulo III, Praxis en la enseñanza de las ciencias sociales la autora se propone que el profesorado problematice la vinculación entre la didáctica teórica de las ciencias sociales y su praxis educativa, de modo que refuerce su capacidad para conjugar coherentemente el pensar, el sentir y el hacer en ámbitos diversos de la enseñanza de las ciencias sociales.

El capítulo se estructura en dos apartados: a) El proceso de diseñar, desarrollar y evaluar; y b) Pensamiento, sentimiento y conciencia sociales. En el desarrollo del capítulo la autora se pregunta:

¿De qué maneras pueden diseñarse propuestas de enseñanza de las ciencias sociales que traten, entre sus finalidades, de la compleja relación entre saberes y sentires?

¿Cómo puede el profesorado encarar el currículum de ciencias sociales de manera crítica y propositiva y no reproductiva?

¿Qué tipo de actividades, técnicas y estrategias didácticas tienen mayor potencial para favorecer el pensamiento crítico en la enseñanza de las ciencias sociales? (p. 188)

Se trata de las preguntas clave de la didáctica, que posicionan al profesorado definiendo los propósitos de la enseñanza y decidiendo con autonomía teórica y epistémica qué enseñará y cómo lo hará.

En consistencia con lo anterior, desarrolla los cuatro niveles de análisis de la didáctica: teórico, explicativo, prescriptivo y práctico y define al profesorado como el protagónico tomador de decisiones que piensa, siente y hace, y que:

(…) en lo individual y en lo colectivo se mira, mira al estudiantado y va a lo aportado por las investigaciones para abrevar en ellas y para construir, como profesorado reflexivo, sus propias indagaciones, preguntas y algunas respuestas desde su contexto ubicando de manera clara el nivel y acciones pertinentes desde el pensar, el sentir y el hacer en coherencia. (p. 191)

Luego de un desarrollo en el que da cuenta de contenidos clásicos respecto de la lectura, interpretación e implementación del currículum, de estrategias, técnicas y actividades de aprendizaje y de evaluación en la perspectiva del desarrollo del sentir en la enseñanza de las ciencias sociales, la autora se adentra en lo que puede ser el corazón de su obra: la interrelación entre los constructos que la investigación ha arrojado como de mayores alcances para la enseñanza de las ciencias sociales, a saber, el pensamiento crítico, social e histórico, y los sentimientos sociales, focalizando en la benevolencia, la compasión y la empatía.

La primera cuestión relevante que pone en el debate es que enseñar a pensar no puede ser una habilidad general e independiente de la materia que se instruye, porque la transferencia de técnicas aprendidas en un dominio solo se da dentro de este. Señala que la enseñanza de las ciencias sociales ha oscilado entre la tendencia genérica de enseñanza del pensamiento crítico y la más específica del pensamiento social, y más particularmente del pensamiento histórico. En sus palabras:

La especificidad y naturaleza propia del pensamiento social (pensar socialmente) consiste en la comprensión e intervención en el mundo social con conocimiento de causa. Dicha comprensión no es en sí misma el fin del pensamiento social; éste, en última instancia, es la persona, la construcción de su identidad —“siendo”— en la que “se es” plenamente en esa complementariedad entre su individualidad y el colectivo. (p. 248)

En esta definición, Paulina Latapí define con claridad su perspectiva educativa personal y lo hace desde un modelo centrado en la persona, fuertemente humanista y en consistencia, focaliza en los sentimientos que han trabajado varias investigaciones (Keith Barton y Li-Ching Ho; Rodolfo Echeverría; Martha Nussbaum; Victoria Camps; Kristin Nef) y que considera más apropiados para la enseñanza de las ciencias sociales: la compasión, la benevolencia y la empatía.

Desde la identificación de estos sentimientos arriba finalmente, a las categorías clave de las disciplinas y de la enseñanza de las ciencias sociales: conciencia, conciencia social y conciencia histórica. En la perspectiva de Latapí la conciencia es una macrocategoría que integra los pensamientos, las emociones, los sentimientos, los estados de ánimo, la corporalidad y sus lenguajes. La conciencia social en tanto es definida como:

(…) una manera de vivir comprendiendo la realidad. Dicha comprensión abarca fundamentalmente el pensar con pluriperspectividad, considerando los ámbitos económicos, políticos, sociales y culturales en interacción: el sentir que comparte la humanidad con los seres humanos del pasado, del presente y del futuro y, por ende, la certeza de estar ligados en vulnerabilidad y comprometidos a actuar con libertad responsable para construir sociedades más justas y equitativas. (p. 266)

Finalmente, señala que la conciencia histórica se refiere a una característica específica de la conciencia social que se puede definir como una capacidad individual o colectiva para interrelacionar el pasado, el presente y el futuro, para entender sus semejanzas y diferencias en vías de proyectar porvenires.

Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer, es un gran trabajo de sistematización de los aportes de los modelos educativos y de la didáctica, desde la interdisciplinariedad, al valor y a la contribución de las emociones, y finalmente, de los sentimientos, en la enseñanza de las ciencias sociales.

Paulina Latapí pone en relación una cuestión en apariencia obvia y evidente: el vínculo entre las emociones y las experiencias de aprendizaje significativas. Su contribución es fundamentar desde un sólido marco teórico, los aportes de la investigación en didáctica de las ciencias sociales y de un número importante de disciplina en el desarrollo del pensamiento social, la conciencia y la conciencia social.

Este ejercicio lo hace desde una perspectiva claramente explicitada, el humanismo y desde modelos educativos centrados en la persona.

Si pensar la sociedad consiste en la comprensión del mundo social a partir del análisis de las causas históricas que han configurado el presente; del reconocimiento de los actores sociales que han actuado y decidido al momento de desarrollarse dichos procesos; del análisis crítico de la información, y de la capacidad de fundamentar y proponer opciones de transformación social para futuros más justos e igualitarios, en un enfoque de derechos, no cabe duda de que esta es una habilidad que no es únicamente cognitiva, que tiene dimensiones éticas y morales, y que desde allí, las emociones juegan un rol clave en entendimientos, desde la empatía, la identificación, el respeto de las diversidades y las motivaciones para aspirar legítima y genuinamente a sociedades más justas y democráticas.

En este sentido, el libro de Paulina Latapí está en total consistencia con las perspectivas más innovadoras y progresistas de la didáctica de las ciencias sociales contemporánea y es un gran aporte para que el profesorado futuro y en ejercicio, y quienes nos dedicamos a su formación, caminemos en ese sendero.

Bibliografía:

Latapí Escalante, Paulina. (2021). Enseñanza de las ciencias sociales. Pensar, sentir, hacer. Universidad Autónoma de Querétaro, México. Disponible en: http://ri-ng.uaq.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/3636/Ensenñanza%20de%20las%20ciencias%20sociales%20-%20Paulina%20Latap%C3%AD%20Escalante.pdf?sequence=1&isAllowed=y

* Chilena. Doctora en Didáctica de la Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UBA), Barcelona, España. Académica del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), Santiago, Chile. Correo electrónico: lucia.valencia@usach.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5881-110

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