Vol 17, No 33, Enero-Junio 2019 ISSN: 1409-3251 EISSN: 2215-5325

 

 

 

 

 

El maíz pozolero: Una estrategia de sobrevivencia de las familias

rurales en Texcala Morelos, México

 

Maize: a survival strategy for rural families in Texcala Morelos, Mexico

DOI: http://doi.org/10.15359/prne.17-33.3

Erika Román-Montes-de-Oca

Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México

kikarome17@hotmail.com

 

Gregorio Bahena-Delgado

Universidad Autónoma del Estado de Morelos,México

gbahena20@yagoo.com.mx

 

 

María Inés Ayala-Enríquez

Universidad Autónoma del Estado de Morelos,México

ines.ayala@uaem.mx

 

Jesús Eduardo Licea-Resendiz

Universidad Autónoma del Estado de Morelos,México

jesus.eduardo@uaem.mx

 

 

Recibido: 23/11/2018 Aceptado: 13/05/2019 Publicado: 30/06/2019

 

 

Resumen

El maíz (Zea mays L.) pozolero forma parte importante de la vida del campesinado, durante años ha sido fundamental en las estrategias de vida de las unidades familiares debido a que es esencial para el sustento. Por ello, se analizó el impacto del maíz pozolero como aporte a las estrategias de vida de la unidad familiar. El estudio se desarrolló en la comunidad de Texcala municipio de Yecapixtla Morelos, México; mediante el método etnográfico, se hicieron 33 entrevistas semi estructuradas. Se encontró que 100 % de los sujetos entrevistados tienen excedentes de maíz pozolero, los cuales son comercializados a un precio mayor que el grano normal. El 70 % combina la siembra del maíz con otros trabajos como estrategias que promueven la reproducción de las unidades familiares.

Palabras clave: Estrategias de vida, unidad familiar, pozole.

Abstract

Maize (Zea mays L.) is important in the lives of rural families. Being a staple, it has been fundamental in the life strategies of family units for years. Consequently, the impact of maize was analyzed as a contribution to the survival strategies of family units. The study was conducted in the community of Texcala, Yecapixtla Morelos, Mexico. Using an ethnographic method, 33 semi structured interviews were conducted. As a result, 100% of the interviewees was found to have an excess of corn, which is priced higher than normal maize, and 70% combine corn farming with other jobs as a strategy to promote reproduction of the family unit.

Key words: life strategy, family unit, pozole.

 

Introducción

 

Sabemos que el campo mexicano, a través de los procesos económicos y tecnológicos de la historia, ha ido cambiando, se han adaptado nuevos modelos productivos y se han dejado de hacer otros; sin embargo, el cultivo del maíz (Zea mays L.) es uno de los alimentos que ha permanecido a lo largo de la historia y sigue en la dieta mexicana, donde se consume a diario en diferentes presentaciones, principalmente en: tortilla, pozole, tamales, atoles, gorditas, quesadillas, pinoles, totopos. Invariablemente, este grano ha estado presente en momentos muy importantes y trascendentales de la historia de México, se ha ido adaptando durante miles de años para incrementar o mejorar la producción y productividad.

Las razas nativas1 han tenido y tienen un papel muy significativo en la adaptación al cambio climático, por su capacidad de adecuarse a las diferentes condiciones climatológicas de cada región donde se cultivan diversas especies; estas mismas se han utilizado para generar nuevas variedades de alto rendimiento y con tolerancia al estrés, a través de varias investigaciones científicas (Hellin et al., 2013; Márquez, 2008). Gracias a esta adaptación, se cultivan aproximadamente ocho millones de hectáreas de maíz cada año, el sector agricultor produce este grano en casi todas las comunidades rurales de México, en su mayoría (6.5 millones de hectáreas) son de subsistencia, siembran en temporal, usan semilla propia (la que seleccionan de la cosecha anterior), y cultivan en pequeñas parcelas; por otro lado, está la minoría (1.5 millones de hectáreas) que tiene grandes extensiones, cultiva principalmente para comercializarlo, la semilla que utilizan son variedades e híbridos y las tierras son de riego (Turrent et al., 2012).

Por ello, México es un país con presencia de maíz en todos sus municipios, la población mexicana consume derivados de este grano todos los días y la tortilla es el principal alimento básico en las comunidades rurales, como dice una mujer entrevistada en un estudio de Beth (2014) “si no comemos tortilla, no vivimos” (p. 614); es decir, este alimento es la base de su ingesta; asimismo, la milpa2 ha permanecido por miles de años porque no solo consumen el grano sino otros productos que se obtienen del cultivo, como: hongos de huitlacoche (Ustilago maydis), frijol (Phaseolus vulgaris L.), calabaza (Cucurbita pepo L.), chile (Capsicum annuun L.), arvenses, entre otros. Hablar de la milpa es hablar de una multiculturalidad, diversidad y reciprocidad (Rimarachín et al., 2001), lo que revela que el maíz es un cultivo tradicional y que forma parte de la seguridad alimentaria per se, como ya algunos estudios lo han mencionado (Appendini y De Luca, 2006; Guzmán, 2005; Román, 2016). Por lo tanto, este grano es indispensable para la seguridad alimentaria de la unidad doméstica rural, porque junto con el conjunto de prácticas productivas, culturales y familiares que se realizan a su alrededor, configuran la base de la seguridad campesina, la persistencia y, sobre todo, las estrategias de vida; es un alimento que se siembra con recursos propios y está sostenido por decisiones, conocimientos y experiencias de miembros de la unidad doméstica (Guzmán y León, 2014).

El maíz ha formado parte de las estrategias de vida de la unidad familiar en las comunidades rurales porque gracias a la producción, han podido asegurar su alimento y con la venta del excedente o los subproductos satisfacer algunas necesidades elementales (Rivera, 1999). Las estrategias que llevan a cabo las unidades productoras se van adaptando a la situación actual que viven: son dinámicas, heterogéneas e inacabadas; se mantienen definidas por los cambios que simultánea y complementariamente se dan entre los contextos macros y las actividades de los propios grupos campesinos, ejercidas en cotidianidades particulares (Guzmán, 2005). Imbach (2016) menciona que las estrategias de vida son el conjunto de actividades que realiza una familia o un grupo de personas con el propósito de satisfacer sus necesidades humanas fundamentales, como se sabe, la principal necesidad a satisfacer es la alimentación.:

[Por tanto, resulta necesario] valorar la importancia que tiene el cultivo de maíz como estrategia de reproducción social, ya que este grano, junto con los bienes obtenidos del complejo productivo y natural (policultivos, ganado y recolección de bienes), forman la dieta básica mediante la cual el productor y su familia se alimentan. (Damián et al., 2009, p. 140)

Sin embargo, a pesar de que este cultivo ha sido el principal sustento de las estrategias de vida, las familias diversifican sus actividades para lograr abastecer las necesidades básicas, con la finalidad de obtener “recursos materiales y status necesarios para la permanencia, subsistencia biológica y social” (Guzmán, 2006).

La familia campesina es la base de la unidad de producción y consumo, su principal objetivo es mantener la alimentación de sus miembros y mejorar su nivel de vida, es quien toma las decisiones sobre la superficie y cultivos por producir, las cuales van encaminadas al autoabastecimiento principalmente. Los medios de subsistencia para su reproducción se obtienen a través de la realización de múltiples actividades, donde se utiliza, de manera prioritaria, el trabajo familiar, dependiendo del tipo de acceso a recursos de diversa índole, como: sus capacidades, actitudes, aptitudes, recursos materiales, humanos y mercados laborales para obtener ingresos (Magdaleno et al, 2014; Rivera, 1999). De esta forma, “las estrategias de sobrevivencia buscan respuestas a las transformaciones cualitativas en la organización de las unidades familiares, y ante los embates de la política macroeconómica” (Salles, 1991, p. 54).

Derivado de ello, en este trabajo se analizó la percepción de los productores sobre el impacto de la producción y venta de maíz pozolero como aporte a las estrategias de vida de la unidad familiar. La hipótesis es que la producción y venta del maíz pozolero aporta beneficios alimenticios y económicos a las unidades familiares porque este grano es la base de su dieta alimenticia y tiene mayor valor comercial en comparación con el maíz blanco; al mismo tiempo, realizan diversas estrategias tanto agrícolas como no agrícolas para complementar los ingresos de la unidad familiar y poder mantener su reproducción.

 

Materiales y métodos

 

Este trabajo se llevó a cabo en la comunidad de Texcala del Estado de Morelos, México. Se localiza en el municipio de Yecapixtla, cuenta con 1 444 habitantes, 701 hombres y 743 mujeres. Se ubica a una altura de 2 009 metros sobre el nivel del mar. La población económicamente activa es de 469, donde 382 son hombres y 87 mujeres. La población ocupada es de 418. El total de hogares es de 369, de los cuales 298 son representados por el jefe de familia masculino y 71 femenino. El principal sector económico de la comunidad es el primario (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2010).

La investigación fue cualitativa a través del método etnográfico para describir y analizar los hechos y procesos de los entrevistados (Guber, 2001); la muestra utilizada fue la no probabilística “bola de nieve” que consiste en “identificar participantes clave y se agregan a la muestra, se les pregunta si conocen a otras personas que puedan proporcionar datos más amplios, y una vez obtenidos, se incluyen también” (Hernández et al., 2006, p. 568).

Se aplicaron entrevistas semiestructuradas a treinta y tres personas campesinas e intermediarias de la comunidad. Este tipo de entrevistas siguen la propuesta de Hernández et al. (2006) que sirve para intercambiar información entre los sujetos involucrados y quien entrevista; a diferencia de la encuesta, la entrevista es más libre porque pueden hablar de diversos tópicos, pero dando prioridad al tema de estudio, es íntima porque se tiene contacto visual y físico que genera mayor confianza para expresarse y es abierta ya que permite introducir preguntas adicionales para precisar conceptos u obtener más información.

Para entrevistar a los sujetos productores se utilizaron 23 variables que se clasificaron en las siguientes categorías: Características del sujeto productor, producción de la milpa, comercialización del maíz y subproductos. Asimismo, para las entrevistas de los sujetos intermediarios se utilizaron 30 variables con las siguientes categorías: Sus características y actividad comercial.

Este trabajo se realizó en el periodo comprendido de octubre de 2015 a enero del 2016; en el cual se hicieron recorridos de campo en la comunidad y se sostuvieron diversas reuniones con informantes clave. Para realizar el proceso de sistematización y análisis de la información se utilizó el programa Excel®, complementario a ello se hizo una revisión bibliográfica y se consultaron bases de datos en medios electrónicos.

 

Resultados y discusión

 

Caracterización de los sujetos productores de maíz de Texcala

El maíz ancho pozolero forma parte de la dinámica campesina. Este grano se siembra especialmente en las zonas altas del Estado de Morelos, México, debido a que requiere de climas templados para su producción. Los principales municipios donde lo podemos encontrar son: Totolapan, Yecapixtla, Ocuituco, Atlatlahucan y Tlayacapan.

La comunidad de estudio pertenece a Yecapixtla, uno de los municipios con mayor producción de maíz ancho pozolero en el Estado, tiene una superficie de siembra 935 ha y 2,338 t de producción (Servicio de Información Agropecuaria y Pesquera- Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación [SIAP-SAGARPA], 2017).

De las entrevistas realizadas se pudo estimar que el 50 % de las unidades familiares están compuestas de 4 a 6 miembros, 32 % de 1 a 3 y 18 % de 7 a 11. Por lo que, podemos observar que en 50 % de las unidades domésticas vive una familia en un solo terreno, 33 % habitan dos familias en la misma área y en 17 % viven tres familias; es decir, 50 % de las estas son nucleares y el resto extensas; de acuerdo con los comentarios de las entrevistas, anteriormente vivían más familias agrupadas en un sola área y cada vez optan por tener su propio espacio. La información encontrada coincide con los datos a nivel nacional del 2015, del total de hogares siete de cada diez (70 %) son nucleares, 29 % ampliados y 1 % compuestos (INEGI, 2015), fenómeno que se presentó debido a la “… pérdida de algunas funciones cuya realización requería de la organización de la familia consanguínea3. Algunas de estas funciones eran la producción económica o la participación política” (Estrada, 1995, p. 95).

Los resultados obtenidos arrojaron que de las tierras cultivadas, 76 % de los sujetos entrevistados son dueños (siembran en sus propias tierras), 15 % rentan (son quienes no tienen tierra y pagan por hacer uso de esta) y solo 9 % combinan los dos tipos (cuando no les alcanza la superficie que tienen como propietarios rentan una parte para incrementar la superficie a sembrar); la renta se presenta principalmente entre parientes y vecinos a través de arreglos informales con la finalidad de que exista un beneficio entre ambas partes. Como ejemplo, los siguientes comentarios: “Pues qué le vamos a hacer, necesitamos sembrar porque no sabemos hacer otra cosa, y si no que vamos a comer” (Armando, comunicación personal, 2015). “Cuando no me alcanza mi tierrita, pues tengo que rentar para completar para comer” (Heladio, comunicación personal, 2015).

Asimismo, de los productores dueños de la tierra el régimen es de la siguiente manera: 36 % son ejidales, 27 % tienen propiedad particular, 23 % comunales, 9 % son propietarios de superficies comunales y propiedad particular, y solo 5 % tiene tierras ejidales y propiedad particular.

En relación con los apoyos recibidos, el 37 % han recibido beneficios por parte del gobierno del Estado con el Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO), Crédito a la palabra y Fertilizantes; la mayoría (63 %) nunca recibió ningún tipo de beneficio institucional, considera que las políticas gubernamentales no se interesan en el quien produce en pequeña escala, “siempre apoyan a los grandes a los que más tienen, a nosotros ni caso nos hacen, al contrario cada día nos quitan más apoyos, por ejemplo, el fertilizante que nos dan es de mala calidad es pura arena así no sirve” (Victoria, comunicación personal, 2016).

De la superficie sembrada, la mayor parte (72 %) tiene de 1 a 3 hectáreas, después le sigue con 15 % quienes cultivan entre 4 y 6 ha, posterior con 10 % media ha y 3 % quienes siembran 20 ha. Se puede visualizar que en esta comunidad, como en muchas de Morelos, la superficie de siembra que predomina es a pequeña escala. Por lo tanto, la cosecha se presenta de la siguiente manera: 42 % cosecha de una1 a 3 t, le sigue el 28 % de 3.1 a 5 t, después el 22 % de 5.1 a 7, el 5 % obtienen cosechas de menos de una tonelada y por último el 3 % de 20 t. Todos los sujetos productores entrevistados obtienen excedente del grano a pesar de que la mayoría siembra para autobastecimiento, comentan que el maíz pozolero es de calidad porque la tortilla es suave y dulce, lo siembran para tener segura su alimentación y porque de ahí se mantienen. Como bien lo señalan Appendini y De Luca (2006), las familias prefieren el grano que se cosecha de sus propias parcelas por la calidad de los alimentos elaborados, la disminución en el uso de agroquímicos, por sus características de sabor, cocción, etc.

Las edades de los sujetos productores entrevistados oscilan entre los 40 a 60 años ya que son quienes están más interés en continuar sembrando y disponen de mayor tiempo para realizar las actividades agropecuarias. Las pocas tierras que tienen riego las utilizan para cultivar hortalizas o frutales, por ser el maíz un cultivo para autoabastecimiento lo siguen produciendo con las técnicas tradicionales, en condiciones de temporal; además, las semillas que utilizan para la siembra son obtenidas de la cosecha anterior, seleccionadas de la parte media de la mazorca, las orillas se eliminan para que los granos seleccionados sean: grandes, de color blanco, no picados y libres de enfermedades; en caso de no contar con grano porque no hubieran sembrado en años anteriores, lo compran con parientes, vecinos o gente de la misma comunidad.

 

Estrategias de vida de lossujetos productores de maíz ancho pozolero

Para quienes producen en esta comunidad, la siembra del maíz pozolero forma parte de sus estrategias de vida porque de este cultivo han podido aprovechar diversos productos y generar ingresos para la unidad familiar, entre las que destacan:

Por lo tanto, los sujetos productores de Texcala se sitúan dentro de una economía campesina, porque la lógica que los conduce es la de utilizar todo lo cosechado del cultivo y aminorar en lo posible la inversión, para lo cual usan los recursos con los que cuenta la unidad familiar (Rivera, 1999).

Como se puede visualizar, este cultivo se articula de manera importante a la vida de los productores, porque como se mencionó, es alimento de calidad tanto para seres humanos como para los animales, es un ahorro porque se almacena y se puede vender poco a poco o cuando surge alguna urgencia económica; por ejemplo, cuando se siembran hortalizas y el precio de venta es bajo y se pierde, tienen el maíz para consumir o comercializarlo para cubrir sus necesidades básicas; lo cual se señala en los siguientes comentarios: “Cuando se llega a perder en los otros cultivos, siquiera tenemos nuestro maicito para comer o venderlo, a veces hasta para completar para pagar la inversión de los otros cultivos, como el jitomate” (Candelaria, comunicación personal, 2015). “Sembramos porque así tenemos comida, aunque sea con maíz y frijoles ya la hacemos…es costumbre porque cada año estamos esperando el temporal para sembrar y comer nuestros elotes” (Victoria, comunicación personal, 2016). “Vendemos las hojas de totomoxtle, vienen los señores de Ozumba a comprarla, yo las tengo en manojos listos para que se las lleven, pero hay otras personas que no las cosechan y los compradores van a sus parcelas y las cortan, pero así les dejan bien poquitas hojas ellos se llevan la mayor parte y las más bonitas” (Serafina, comunicación personal, 2015). “Para ganarle otro poquito, pico la cañita del maíz y la guardo en bolsas de plástico y luego las vendo para los animales” (Heladio, comunicación personal, 2015).

Asimismo, este tipo de grano tiene características especiales culinarias cotizadas por intermediarios de la zona debido, a su precio mayor en comparación con los granos de maíz blanco. Según Hellin et al. (2013), este maíz tiene una demanda importante en relación con la oferta, existen oportunidades de mercado, la gente lo solicita por sus características gastronómicas, principalmente para la elaboración del pozole; además, tiene un precio mayor en comparación con el blanco normal, lo que ocasiona un motivo más para continuar sembrándolo.

Por ello, los intermediarios cada vez están más interesados en comprar las cosechas de la región, porque obtienen utilidades rentables a la hora de realizar la comercialización del grano hasta de 50 % (los intermediarios compran el grano entre 6 y 10 pesos y lo venden entre 10 y 12 pesos). Sin embargo, a pesar de que para los productores de maíz pozolero el pago por tonelada es menor en comparación al precio de venta que da el intermediario, mencionan que obtienen más dinero con este grano que con el blanco normal; no obstante, se ven en la necesidad de vender su producción a este tipo de compradores por varios motivos, entre los que destacan: la falta de organización; como bien dicen: “la gente del pueblo no ayuda al vecino, solamente buscan agua para su molino y cuando se trata de que nos den apoyo existe mucha envidia, no te dicen” (Armando, comunicación personal, 2015); desconocimiento sobre los precios reales del grano de maíz; carencia de infraestructura y maquinaria para buscar otros canales de comercialización; falta de convenios o apoyos comerciales gubernamentales; altos costos de los insumos y la inseguridad que se ha incrementado en la última década. Toda esta gama de motivos ha generado que el campesinado sea orillado a vender la producción sin ninguna garantía. Ello coincide con Chiriboga (1997):

Los mercados rurales son generalmente dominados por uno o pocos compradores o vendedores no agrícolas. Ello es favorecido por las mismas características de los mercados: altos costos de información, de transacción o de transporte, lo que hace que solo funcionen segmentos pequeños de mercados, lo que atrae un reducido número de empresas. Por lo tanto, los mercados tienden a ser poco transparentes, personalizados y con frecuentes abusos anticampesinos. (p. 16)

Los principales canales de comercialización que conocen los entes productores son: la central de abastos llamada MOR-MEX, intermediarios de la zona, comparadores que vienen del Estado de México y venta directa al consumidor. La principal plaza donde comercializan el maíz es en la central de abastos de Cuautla Morelos MOR-MEX, la venta inicia desde muy temprano, la gente llega a las 4 horas de la madrugada pagan su cuota de entrada que es de $10, sacan su mercancía y los intermediarios la empiezan a revisar para pactar el precio (se considera el precio que encabece el mercado nacional en ese momento, dependiendo de la temporada, oferta y demanda del producto). Una vez que productor y comprador están de acuerdo, se paga y termina la transacción; de lo contrario, el campesino, si tiene posibilidades, se regresa con la mercancía y la vuelve a almacenar hasta que mejore el precio. Sin embargo, algunas ocasiones esto puede generar pérdidas, debido a que varias personas no cuentan con camiones para trasladar el producto y muchas veces pagan flete, lo que origina gastos extras. “A veces nos quieren pagar bien barato nuestro maíz, pero que le vamos a hacer no tengo camioneta, la rento con mi compadre y si no lo vendo le voy a tener que pagar de regreso y después cuando lo quiera volver a llevar a la central, por eso mejor lo vendo barato, ni modo, siempre al campesino nos amuelan” (Heladio, comunicación personal, 2015).

Los precios promedio por kilogramo del maíz ancho pozolero que pagaron los compradores en la comunidad al momento de desarrollarse el trabajo de campo fueron: primera y descabezado (se refiere cuando se le quita el pedicelo o la cabeza del grano) $14, primera sin descabezar $12, grande sin descabezar $8 y revuelto $ 5 (el precio puede variar dependiendo del comprador, la fecha y las condiciones de mercado). Los sujetos entrevistados comentaron que estos canales de comercialización son los que conocen y no han podido ingresar a otros más rentables por falta de volumen del producto demandado, camiones para trasladar la mercancía, recurso económico para incrementar producción o maquinaria y equipo, robo de la cosecha; pero, sobre todo, por la mafia de los mismos intermediarios y administradores de las centrales comerciales, los cuales no permiten el ingreso de otros compradores que ofrecen mejores pagos hasta de 16 pesos el kilogramo de primera y descabezado. Esta diferencia se muestra en la Tabla 1, donde el precio de venta del maíz ancho en otras entidades es mayor, por lo tanto, el porcentaje de ganancia que obtienen los intermediarios locales al vender el producto de Morelos a otros Estados les genera un ingreso rentable significativo en comparación con los precios de los mercados locales o regionales; además, la comercialización se efectúa en grandes volúmenes.

 

Tabla 1. Precio por kilogramo de maíz blanco pozolero

Fuente: Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM), 22 de febrero de 2017.

 

Los mercados especializados son un espacio de oportunidad muy importante para que las personas productoras puedan vender. Aunque desafortunadamente, dado el abandono gubernamental que existe en la comercialización del maíz pozolero, se origina que obtengan el pago mínimo de las cosechas, no existe un programa que garantice la negociación del grano, el 100 % de los sujetos productores nunca han recibido algún tipo de apoyo gubernamental relacionado con la comercialización, ni como incentivo ni como contrato de venta; en el comercio, quedan a merced de la ley de la oferta y demanda que responde a los movimientos de un mercado global. “El gobierno y las ONG intervienen muy poco en las cadenas de valor [del maíz para especialidades] y, por tanto, estas son coordinadas especialmente por el sector privado, cooperativas de productores y relaciones comerciales basadas en nexos sociales” (Hellin y Keleman, 2013, p. 9).

En este sentido, estos sectores productores, como estrategia, tienen que adaptarse al medio para lograr subsistir; es decir, vender sus productos al mejor postor y valerse de diferentes maniobras económicas y sociales para lograr su reproducción; entre estas estrategias destacan la siembra de diferentes cultivos, como son: jitomate (Solanum lycopersicum L.), tomate verde (Physalis philadelphica Lam.), cebolla (Allium cepa L.), frijol (Phaseolus vulgaris L.), chile (Capsicum annuum L.), pepino (Cucumis sativus L.), aguacate (Persea americana Mill), chirimoya (Annona cherimola Mill), durazno (Prunus pérsica L.), higo (Ficus carica L.) y nopal (Opuntia ficus-indica L. Mill) (Román et al., 2016). Según datos de SIAP-SAGARPA, en 2014 no se reportaron superficies sembradas de pepino en Yecapixtla y para 2017 se reportaron 7 ha; en el caso de la calabacita se incrementó en un 50 % la superficie sembrada. El 80 % de las familias entrevistadas siembran aguacate, este fruto es relativamente nuevo en la zona, la mayoría de las familias lo introdujeron aproximadamente entre 5 y 10 años, muy pocas llevan más tiempo con la producción. Es importante señalar que la gente no ha deforestado para sembrar la planta sino que han realizado conversión de cultivos, por ejemplo, entre los maizales ponen los árboles de aguacate y una vez que estos empiezan a dar fruta ya no se cultiva maíz y se dejan solo las plantas de aguacate, cuya principal variedad sembrada es la hass; los lugares donde comercializan las hortalizas y frutas son principalmente en los mercados de Tetela del Volcán y Yecapixtla en Morelos, Ozumba, Estado de México y Central de Abastos de la Ciudad de México. Empero, los ingresos de los cultivos no generan ganancias importantes, sin embargo, son parte de los recursos que utiliza la unidad familiar para financiar la producción de los cultivos de autoabastecimiento y cubrir diversos gastos de alimentación, salud, vivienda y educación (Guzmán y León, 2014).

Asimismo, integrantes de las unidades familiares productoras de maíz pozolero trabajan en fábricas para aportar recursos, estas actividades salariales se acrecientan debido al establecimiento de la ciudad industrial que se encuentra en la cabecera municipal Yecapixtla, lugar cercano a la comunidad de estudio, que permite la movilidad diaria y les ahorra la pernocta fuera del hogar. Entre las fábricas se encuentran: Cone Denim Yecapixtla S.A. de C.V. (tejido de algodón), Casimires Burlmex S.A. de C.V. (perecederos), Malta Cleyton S.A. de C.V. (alimentos balanceados y medicamentos), Laboratorios Le Roy S.A. de C.V. (mobiliario, equipo e instrumental médico y de laboratorio) e Hilos de Yecapixtla S.A. de C.V. (manufactura de hilos de algodón) (Román et al., 2016); es decir, a pesar de que las unidades familiares realizan actividades diferentes a la agricultura, no transfigura el modo de vida ni los planes de la reproducción familiar; sino que gracias a los ingresos obtenidos de la diversificación refuerzan los lazos de la familia y la continuidad del trabajo agrícola (Sacco y Velleda, 2007).

Los entrevistados comentaron que los recursos que ingresan de los hombres y mujeres de la unidad familiar por los diferentes trabajos que realizan sirven para mantener la siembra de maíz y los otros cultivos como parte de la seguridad alimentaria, y para conservar sus tierras productivas. Por ello, el 100 % se dedica al trabajo de campo, es decir, la actividad principal de las familias es la agricultura (Figura 1).

 

Figura 1. Actividades que realizan integrantes de las familias entrevistadas.

Fuente. Elaboración propia con datos de las entrevistas a sujetos productores, octubre 2015 – enero de 2016.

 

Las actividades asalariadas que llevan a cabo son principalmente en la fábrica Cone Denim Yecapixtla S.A. de C.V. Con respecto a los trabajos propios que atienden, estos son: fruterías, talleres mecánicos, venta de tortillas, choferes de transporte público y actividades pecuarias (producción de ovinos, aves y apicultura), principalmente. Las mujeres, en su mayoría, se dedican a la comercialización de frutas, verduras y tortillas dentro de la comunidad o localidad; ofrecen productos cosechados de sus parcelas y tienen puestos que atienden todos los días de la semana, los cuales se encuentran junto al hogar o muy cerca de este. Ciertamente, los integrantes de la unidad familiar realizan diferentes actividades ya sean económicas o no, con la finalidad de compartir los frutos y lograr la continuidad de los miembros de la familia para obtener recursos materiales y status necesarios para la subsistencia (Lanza y Rojas, 2010; Margulis, 1989).

 

Los sujetos intermediarios locales que también son productores

Los sujetos intermediarios entrevistados viven en la zona de los altos de Morelos cerca de la comunidad de estudio, y también siembran maíz pozolero y producen algunos frutales como parte de las estrategias de vida. La mayoría (70 %) desde su niñez se ha dedicado a la venta del maíz ancho pozolero; fueron sus familias quienes les enseñaron el trabajo, el resto (30 %) tiene menos de seis años en esta ocupación. Además del maíz, también comercializan durazno, aguacate, sorgo (Sorghum bicolor L.), cebolla, chile, jitomate y hojas de totomoxtle.

La comercialización del grano la realizan, primordialmente con grupos intermediarios de Guadalajara, Jalisco; de la central de abastos de México y mercados locales de Xoxocotla, Morelos, e Iguala, Guerrero. Consideran que la venta del grano es un negocio rentable porque el precio es mayor al ofertado por el maíz blanco y en todas las épocas del año existe demanda; sin embargo, mencionan que tienen mayores riesgos que los mismos productores a quienes les compran el producto, debido a que realizan una inversión considerable de capital para poder acopiar el maíz solicitado por sus clientes; gastan en fletes, mano de obra para seleccionar y descabezar, para cargar y descargar el producto; y durante el tránsito para la entrega de la mercancía en ocasiones han sido víctimas de la delincuencia, la totalidad de sujetos entrevistados comentó que mínimo tres veces le han robado los camiones o despojado de su dinero.

Los grupos intermediarios compran el grano a productores de Morelos (Achichipico, Texcala, Capulines, Nepopualco, Xochitlan, Ocuituco, principalmente) y Puebla. La comercialización promedio es de cien toneladas al año; explicaron que pueden vender más, pero tienen problemas con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), debido al cobro excesivo de impuestos y a las comprobaciones fiscales requeridas; un requisito entre muchos otros es tener facturas de compra del producto; pero, ¿de qué manera pueden pedirle al campesino de autoabasto que les dé factura por los pocos cuartillos de maíz que venden esporádicamente? Si no tienen facturas de la compra de insumos, se generan problemas administrativos, y para no excederse de su monto máximo de ingresos anuales, han preferido dejar de vender cantidades mayores a las que pueden comprobar. “Yo antes vendía mucho, casi toda la semana llevaba camiones o tráiler, pero con esta nueva ley de hacienda ya no puedo porque trabajaría para ellos, y no tengo facturas para comprobar la compra, la gente no te da” (Intermediario, comunicación personal, 2015).

Asimismo, expresaron que es muy difícil ingresar a otros mercados porque cada comerciante tiene su área de venta, aunque no está establecida de manera oficial, entre los mismos grupos intermediarios reconocen sus circuitos comerciales regionales. Como dice un intermediario de la zona: “Es una mafia. Yo he querido llegar hasta Tijuana y no me dejan pasar. Ya he ido dos veces y me roban el camión, no me dejan pasar, sólo me dejan llegar a Guadalajara. Ya está bien controlado” (Intermediario, comunicación personal, 2015).

Las principales características de maíz ancho pozolero que piden los entes compradores son grande, limpio, no picado y no manchado. El precio promedio de venta es entre 12 y 16 pesos por kilo (no especificaron de qué calidad, pozolero extra o primera, grande o segunda). Los sujetos entrevistados mencionan que el grano que se entrega en Guadalajara, una parte se queda en la misma región y otra la llevan a diferentes Estados como son: Tijuana, Nayarit y Veracruz, principalmente (Figura 2); los precios del maíz pozolero varían de acuerdo con el mercado donde se distribuya, se incrementa en los Estados cercanos a la frontera y en Estados Unidos.

 

Figura 2. Canales de comercialización del maíz ancho pozolero.

Fuente. Elaboración propia con datos de las entrevistas a productores e intermediarios, octubre 2015 – enero de 2016.

 

De igual modo, el precio del producto se incrementa cuando los grupos intermediarios le dan valor agregado, con lo cual generan mayores utilidades; empero, los productores, por falta de capital para innovar la producción de maíz pozolero, no pueden acceder a infraestructura y tecnología especializada y quedan, la mayoría de las veces, en el primer canal de la comercialización y con poca retribución (Hellin et al., 2013).

También, señalan que es indispensable incrementar el número de compradores de maíz ancho pozolero en las localidades productoras, porque algunos comercios lo liquidan a precios bajos, ya que no existe competencia de compra. Ver devaluado el precio sin saber que realmente tiene mayor costo que el maíz blanco les desanima y contribuye a que opten por establecer otros cultivos que consideran más rentables, entre los que destacan las hortalizas, frutales y el sorgo. No obstante, el valor del maíz en otros mercados tiene un precio alto, el problema es la desventaja que existe cuando solamente son pocos los sujetos intermediarios que compran en las comunidades y cuando sus productos no ingresan a otros mercados fuera de la localidad. Un entrevistado comentaba que es importante la competencia; es decir, que haya más entes compradores de maíz en la zona para que puedan ofertar un mejor precio al sector productor y así no sean explotado y poder obtener utilidades.

Los intermediarios de Ocuituco [Morelos] pagan el maíz bien barato y como no hay competencia de compradores lo consiguen hasta en 5 pesos, por eso la gente se desanima y piensa que su maíz no tiene precio, por eso empezaron a sembrar sorgo; pero yo se los pago a 10 o 12 pesos. (Intermediario, comunicación personal, 2015).

Por ello, generalmente se considera que las instancias intermediarias son un mal necesario, pues como dicen los grupos productores, si no estuvieran para comprar las cosechas de maíz ancho pozolero del campesinado, muy probablemente habría menos superficie cultivada o ya se habría cambiado a otros cultivos más rentables, porque al no contar con toda la infraestructura y recurso económico necesario para entregar el producto a otros mercados, no venderían la producción excedente; además, muchas veces, sobre todo en la producción de hortalizas y frutales, ofrecen un prefinanciamiento para asegurar las cosechas.

Es importante innovar en procesos de comercialización de maíces nativos para darles un valor agregado y que estos se consideren como productos diferenciados. Ello se puede realizar a través de la organización de la producción entre las unidades familiares, empresariales e instituciones gubernamentales donde se destaque el valor cultural, nutricional y sustentabilidad. Desarrollar estas estrategias de venta resulta fundamental para que las nuevas generaciones lo consideren como un negocio atractivo, permita la continuidad de la producción de estos maíces y se generen oportunidades económicas a los grupos productores (Donnet, 2015).

 

El consumo del maíz ancho pozolero como estrategia de vida

Este grano es indispensable en la subsistencia de las familias de la comunidad estudiada, durante años ha formado parte de su alimentación diaria. Todos los días podemos encontrar en la cocina tortillas que se elaboran en los fogones o estufas de las casas, y en ocasiones las compran en las tortillerías o locales donde las elaboran para vender, pero en los alimentos no puede faltar el maíz. Por lo tanto, la siembra de este grano ha permanecido en la comunidad porque ha formado parte de las estrategias de vida y como consecuencia de la seguridad alimentaria.

En todas las centrales de abasto, mercados, tianguis, tiendas de abarrotes o semillas no puede faltar la venta del maíz pozolero, por considerarse un alimento fundamental en la historia del consumo del pueblo mexicano; por ello, es un grano muy demandado y aceptado en la comercialización, el precio es mayor que el de cualquier otro de tipo de maíz blanco (tabla 2) debido a que este grano no tiene las mismas características de cocción y sabor que el pozolero.

 

Tabla 2. Precio frecuente por kilogramo de maíz

Fuente: Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM), 22 de febrero de 2017.

 

Las unidades productores consumen una parte de la cosecha y el resto la venden para cubrir sus necesidades básicas. La decisión sobre cuánto vender se basa, primero, en solventar los requerimientos de consumo durante un año y el sobrante lo comercian; las entrevistas enunciaron que dos de cada diez productores consumen entre el 61 a 80 % de la cosecha obtenida, uno de cada diez entre 51 a 60 %, 3 de cada diez de 41 a 50 %, 1 de cada diez entre 31 a 40 % y 3 de cada diez de 25 a 30 %; es decir, la mayoría (63 %) comercializa más del 50 % de la cosecha obtenida.

Del total de la producción se lleva a cabo una selección del grano, según su calidad, que se clasifica en semilla, primera, segunda y revuelto; para hacer el pozole se utiliza el de primera, y para elaborar las tortillas y otras comidas emplean el de segunda, para los animales es el revuelto y, en ocasiones extremas (cuando ya no alcanzó la producción obtenida durante todo el año), se utiliza también para hacer tortillas. La producción del maíz pozolero se consume principalmente en tortillas, tamales, quesadillas o atoles; no obstante, este tipo de grano es especial porque, como ya se mencionó, con él se elabora un platillo muy representativo de la tradición mexicana, el pozole, que se consume primordialmente en los meses de septiembre, noviembre y diciembre por motivo de las celebraciones que se llevan a cabo durante esos meses, como son: las fiestas patrias, el Día de Muertos, Navidad, Año Nuevo, entre otras.

En el Estado de Morelos existen muchas pozolerías y comercios informales (personas que lo venden con una variedad de frituras en los patios de sus casas ) que ofertan este platillo casi todos los fines de semana (jueves, viernes, sábados y domingos); es tan popular ahora como en la época prehispánica, y es uno de los platillos que más ha trascendido la historia, quizá gracias a su gran gama de combinación de sabores, colores, olores. También ha traspasado fronteras y es conocido en algunas otras partes del mundo, gracias a emigrantes que continúan consumiéndolo aún fuera del país (Rodríguez, 2010).

Después del mole, el pozole es el segundo platillo más importante de México (Campos, 2011 como se citó en Vázquez et al., 2014). En la época prehispánica, este platillo era especial y se consumía solamente en ceremonias religiosas por emperadores y sacerdotes de más altos rangos, se dice que la carne que utilizaban era de los guerreros sacrificados en los ritos a los astros; pero cuando llegó la conquista española, esta carne humana se sustituyó por cerdo, porque el sabor era más parecido a la humana (Jiménez, 2006, p. 28); “otras versiones señalan que lo hervido en pozole no era carne humana, sino xoloitzcuintle, una raza de perro domesticado y criado para consumo humano” (Rodríguez, 2010, p. 45). Es un platillo náhuatl, por lo que se deriva el arraigo y la costumbre para comerlo en las fiestas tradicionales mexicanas (Jiménez, 2006), se encuentra en diferentes presentaciones, como los tradicionales blanco, rojo o verde, y con una variedad de ingredientes, dependiendo de la región y las costumbres de cada lugar.

El pozole para la mayoría del pueblo mexicano es delicioso. En las entrevistas hechas se comenta que tiene un sabor agradable debido a que todos los ingredientes que lleva, lo que hace de este platillo uno de los preferidos; además “aporta muchos nutrientes como carbohidratos, proteína, hierro, potasio, magnesio, sodio, zinc y vitaminas”; asimismo, “proporciona un contenido energético de 780 kcal” (Rosete, 2010 como se citó en Vázquez et al., 2014, p. 122).

En la comunidad de estudio la gente lo consume en las fiestas del pueblo o en las celebraciones de la familia, el grano que utilizan es el de primera, lo elaboran blanco o rojo con carne de cerdo o pollo; una vez listo para consumirse le agregan cebolla, limón, orégano, aguacate, chile de árbol molido o en salsa y es acompañado con tostadas o tacos dorados.

Por lo anterior, los grupos comerciantes e investigadores cada día buscan obtener diferentes presentaciones del pozole para distribuirlo, ya sea cocido o precocido; tanto en el país como en el extranjero, porque se han dado cuenta de que es un platillo, cuyo consumo va en incremento.

 

Conclusiones

 

La siembra y comercialización de maíz ancho pozolero en la comunidad estudiada es parte de la red de estrategias que promueven la reproducción de las unidades familiares, el 100 % de sus productores vende el excedente para generar recurso y cubrir otras necesidades diarias de uso o consumo, como: alimento, vestido, calzado, medicamento, entre otras. Por ello, la hipótesis es acepta ya que la producción y venta del maíz pozolero aporta beneficios alimenticios y económicos a las unidades familiares como una estrategia de sobrevivencia; es decir, continúan la siembra para tener seguro el autoabastecimiento, y porque se considera una caja de ahorro donde el grano se puede vender poco, a poco de acuerdo con las necesidades requeridas de la unidad familiar o cuando surge alguna emergencia.

El pago del grano por parte de los grupos intermediarios locales es bajo en comparación con otros mercados; no obstante, el maíz pozolero en la comunidad de estudio tiene mejor precio que el blanco hasta de un 40 % más. En este trabajo se vislumbró que existe amplio mercado del grano; sin embargo, los sujetos productores, quienes no tienen los conocimientos ni la inversión para acceder a diversos canales de comercialización, ofertan el producto a compradores locales, con lo cual disminuyen la oportunidad de mejorar las ganancias; por lo que es importante que los grupos productores se organicen para innovar los procesos de comercialización y obtener mayores ingresos.

A pesar de los problemas que enfrentan los grupos productores de maíz, continúan con la siembra de este grano porque forma parte de las estrategias de vida de la unidad familiar, pues les permite consumir maíz de calidad, reducir costos en alimentos humanos y animales, generar ingresos con la comercialización y porque, como lo mencionaron en algunas entrevistas, es una de sus costumbres.

Otras actividades que realizan miembros de las unidades familiares como parte de las estrategias de sobrevivencia son la venta de la hoja de totomoxtle y de forraje; igualmente, la producción de hortalizas y frutales como: jitomate, tomate verde, cebolla, frijol, chile, pepino, aguacate, chirimoya, durazno, higo y nopal. Y, en menor grado, están las familias que cuentan con integrantes que salen a trabajar a las fábricas de la ciudad industrial de Yecapixtla. Todas estas actividades refuerzan los lazos familiares y, simultáneamente, la continuidad del trabajo agrícola, porque gracias a las aportaciones económicas pueden seguir sembrando maíz o algunos otros cultivos que consideren rentables.

En este trabajo se pudo observar que las unidades familiares de la comunidad de Texcala se valen de diversas estrategias de vida -las cuales forman parte de un entramado de adaptación, reproducción y sobrevivencia ante el mundo - entre las que destaca, principalmente, la producción de maíz pozolero.

 

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1 En el vocabulario común de México, el término “maíz criollo” se refiere de manera equivocada a cualquier maíz cultivado que no es híbrido o variedad mejorada de polinización libre. El término confunde las razas nativas de maíz y el producto de su interacción genética con la categoría de maíces mejorados. El término criollo es impreciso en la referencia al maíz nativo o raza nativa de maíz. La introducción de variedades modernas de maíz: híbridos y variedades de polinización libre interaccionan genéticamente con las razas nativas de dos maneras por lo menos: a) la semilla de unas cuantas mazorcas tomadas en sitios lejanos (alopáticos) es traída y mezclada con la semilla propia y sembradas juntas para introducir, mediante su cruzamiento, caracteres que el productor juzga útiles para mejorar su raza nativa. Esta práctica es parte del mejoramiento genético autóctono que se remonta a las primeras etapas de domesticación, b) la siembra de una raza mejorada, híbrida o de polinización libre en la vecindad de razas nativas y usando sus progenies como semilla durante varias generaciones, conduce a poblaciones conocidas como “híbrido o variedad mejorada acriollada”. En este segundo caso, la raza nativa funciona como progenitor donante de adaptación local” (Turrent et al., 2012, p. 15 y 16).

2 Se denomina milpa al sistema de producción agrícola prehispánico, donde el maíz es el eje central y se siembra asociado con otros cultivos, principalmente frijol y calabaza, aunque pueden ser otros dependiendo de la zona donde se cultive; asimismo, se mezcla con otras plantas silvestres toleradas y fauna, tanto domésticas como silvestres (González, 2016).

3 Según Parada (2010) La familia consanguínea. Está considerada como la primera etapa de la familia, en ella los grupos conyugales se clasifican por generaciones: todos los abuelos y abuelas en los límites de la familia son maridos entre sí, lo mismo sucede con los hijos. En esta forma de familia, los ascendientes y los descendientes, los padres y los hijos son los únicos que después de lejanos y, finalmente de las personas más lejanas están excluidos de los deberes del matrimonio (p. 21)

 

El maíz pozolero: Una estrategia de sobrevivencia de las familias rurales en Texcala Morelos, México
Erika Román-Montes-de-Oca, Gregorio Bahena-Delgado, María Inés Ayala-Enríquez y Jesús Eduardo Licea-Resendiz

 

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