Vol 17, No 34, Julio-Diciembre 2019 ISSN: 1409-3251 EISSN: 2215-5325

 

 

 

 

 

 

Seguridad alimentaria y características socioeconómicas de familias agricultoras de Coto Brus, Costa Rica

 

Food security and socio-economic characteristics of farming families in Coto Brus, Costa Rica

 

DOI: http://doi.org/10.15359/prne.17-34.3

 

Shirley Rodríguez González

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

shirley.rodriguez@ucr.ac.cr

 

Marianela Zúñiga Escobar

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

marianela.zunigaescobar@ucr.ac.cr

 

Xinia Fernández Rojas

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

xinia.fernandezrojas@ucr.ac.cr

 

Gabriela Coelho-de-Souza

Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Brasil

gabriela.coelho@pq.cnpq.br

 

Recibido: 25/10/2019 Aceptado: 30/11/2019 Publicado: 30/12/2019

 

Resumen

El objetivo del artículo es analizar la seguridad alimentaria de familias agricultoras del municipio de Coto Brus y su relación con sus características socioeconómicas. La recolección de los datos fue realizada en el 2015, en 34 familias, aplicando tres técnicas: entrevista estructurada, entrevista semiestructurada y observación participante. Fueron determinadas las características socioeconómicas relacionadas a la propiedad, la gestión y el trabajo familiar, así como la percepción de las familias sobre su inseguridad alimentaria. Los datos fueron analizados con el programa SPSS. El tamaño promedio de las propiedades es de 6,5 hectáreas. La gestión de la producción es compartida, los cultivos con mayor vinculación al mercado están a cargo del hombre, y la mujer tiene mayor participación en la producción de alimentos para autoconsumo. La tecnología utilizada en la producción es de tracción manual. El 67 % de las familias presentaban inseguridad alimentaria. Las familias con seguridad alimentaria mostraban las siguientes características: mayor tamaño de propiedad, mayor ingreso mensual e ingresos provenientes del trabajo agrícola en su finca. Se concluye que la seguridad alimentaria de las familias está relacionada con el tamaño de la propiedad, la cual define sus ingresos y su acceso a alimentos saludables e inocuos.

Palabras clave: Agricultura familiar, trabajo familiar, gestión familiar, seguridad alimentaria, características socioeconómicas.

Abstract

The objective of this article was to analyze food security of farming families in the minicipality of Coto Brus and its relationship with their socioeconomic characteristics. Data was collected in 2015 from 34 families, applying three techniques: structured interview, semi-structured interview, and participatory observation. The families’ socio-economic characteristics related to property, management, and family work were determined, as well as the families’ perception of their food security. Data was analyzed with the SPSS program. The average size of properties is 6.5 hectares. Production management is shared, where crops more related to the market are in charge of men, while food production for self-consumption is mainly done by women. The technology used in the production is manual labor. A total of 67% of the families experienced food insecurity. Those families with food security presented the following characteristics: greater property size, higher monthly income, and income from agricultural work on their farm. It is concluded that food security of the families is related to the size of the property, which defines their income and their access to healthy and safe food.

Keywords: Family agriculture, family work, family management, food security, socio- economic characteristics.

 

Introducción

 

El objetivo del artículo es analizar la seguridad alimentaria de las familias agricultoras del municipio de Coto Brus de Costa Rica y establecer la relación con sus características socioeconómicas. Se consideran las problemáticas actuales que enfrentan como producto de una historia desfavorecedora para este grupo de población en nuestro país.

La década de los 80 se caracteriza por una serie de cambios estructurales que impactaron grandemente a los pequeños y medianos productores costarricenses. Se inició un proceso de apertura comercial y se favorecía, a través del apoyo estatal, la producción para el mercado externo, lo cual generó procesos de marginalización de quienes producían para el mercado interno (pequeños y medianos agricultores) (Fernández, 2015).

Los acuerdos comerciales o tratados de libre comercio que prosiguieron pretendían promover, facilitar y consolidar la creciente integración del país en la economía internacional, para crear una mayor estabilidad económica por medio de la liberación del comercio; esto limitó, cada vez más, el acceso a los mercados por parte de los pequeños y medianos agricultores.

Durante el siglo XXI, los acuerdos comerciales y la actuación del Estado generó una producción agrícola que obedeció más a las políticas comerciales que a aquellas vinculadas con el desarrollo rural agrícola. En el 2000, la actividad agrícola perdió importancia como generadora de empleo, por lo que la población rural aprovechó para buscar empleo en diversas actividades como la industria, servicios y otros (León, 2012). Este panorama fue acompañado de la existencia de una población rural caracterizada porque tenía alguna tierra; pero que, por la falta de recursos, aprovechaba poco y, además de eso, necesitaba realizar trabajos temporales para obtener el ingreso y mantener su familia (León, 2012). Estas condiciones generaron una alta vulnerabilidad e inseguridad alimentaria en las familias rurales.

Esa problemática rural nacional es similar a la de otros países latinoamericanos y reconocida por diferentes organismos internacionales (FAO, 2011; FAO, 2015; FAO-BID, 2005), que también han liderado procesos de reivindicación del sector agrícula a través de la categoría política de agricultura familiar, considerando su importancia en diferentes aspectos: a) es responsable por la mayoría de las explotaciones agrícolas en América Latina, b) genera empleo rural, al ser una fuente de ingresos para las familias más pobres, c) contribuye al equilibrio de los territorios y de las comunidades rurales, pues promueve el arraigo de las familias al ámbito rural, y permite preservar y potenciar aspectos culturales y tradicionales, d) favorece el desarrollo local, al crear fuentes de empleos y sistemas de comercialización en los diferentes procesos de la producción y, e) sus prácticas de producción y de uso del suelo promueven la biodiversidad y la mitigación del cambio climático (FAO, 2011; FAO, 2015; FAO-BID, 2005; FAO y IFAD, 2019).

En consecuencia, la agricultura familiar puede ser una estrategia clave para la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones en las familias rurales; por lo tanto, generar estrategias multidisciplinarias para el fortalecimiento de estas unidades de producción es fundamental para hacer frente a los desafíos que prevalecen en el campo agrícola y las necesidades de desarrollo de zonas rurales (FAO, 2011).

La reivindicación que la agricultura, a partir de la categoría de agricultura familiar tuvo en países como Cuba, Brasil, Argentina y Uruguay, resultó exitosa, y sirvió como un proceso de difusión de esa categoría política en el resto de Latinoamérica (Sabourin et al., 2014); en Costa Rica generó repercusiones. Siendo así, a finales de la década de los 90 se inició una serie de acciones intersectoriales en procura de generar espacios de discusión sobre la importancia de la agricultura familiar y sus perspectivas futuras, para así avanzar en la construcción de políticas diferenciadas para el fortalecimiento de la agricultura familiar.

Dentro de las acciones más importantes se incluyó el tema de la agricultura familiar en la Política de Estado para el Sector Agroalimentario y el Desarrollo Rural Costarricense 2010-2021 (Ministerio de Agricultura y Ganadería - MAG, 2010), también fue incluido como grupo vulnerable y estratégico en la Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional 2011-2021 (Ministerio de Salud, 2011); el Año Internacional de la Agricultura Familiar fue declarado de interés institucional (Costa Rica, 2013); en el 2017 se creó la Red Costarricense de Agricultura Familiar (REDCAF) como un espacio de diálogo para el fortalecimiento de la agricultura familiar (REDCAF, 2017) y, en el 2018, se oficializó y declaró de interés público el Decenio de la Agricultura Familiar 2019-2029 (Costa Rica, 2018).

De esta manera, la agricultura familiar fue recuperando espacios que habían sido dejados de lado con la ejecución de los procesos asociados a la modernización de la agricultura. La agricultura familiar comienza a ser entendida como un grupo estratégico para la seguridad alimentaria y nutricional sustentable, tanto en el ámbito familiar como en el ámbito nacional.

En ese contexto, el presente estudio es relevante, pues caracteriza y sensibiliza sobre las problemáticas relacionadas con la situación de la seguridad alimentaria y nutricional de la agricultura familiar. En Costa Rica hay muy pocos estudios sobre agricultura familiar y solamente hay uno sobre la seguridad alimentaria y nutricional de familias agricultoras (Araya et al, 2011).

Dicho estudio fue realizado con familias en Tierra Blanca, municipio que pertenece a la Región Central, y se encontró una inseguridad alimentaria leve (35 %) e inseguridad alimentaria moderada (7 %). Además, el estudio determinó que solamente el 35 % de las familias tenía capacidad para acceder a la canasta básica alimentaria (Araya et al, 2011). Por su parte, los datos a nivel nacional, en relación con inseguridad alimentaria y nutricional, son solamente para inseguridad moderada y grave: la primera del 18 % y la segunda de 5,2 % (FAO, 2019). Cabe destacar que estos datos surgen de un instrumento diferente al utilizado en el estudio de Tierra Blanca y en este estudio.

Para cumplir con el objetivo de analizar la seguridad alimentaria de las familias agricultoras del municipio de Coto Brus de Costa Rica y establecer la relación con sus características socioeconómicas, este documento consta de cuatro partes además de esta. En la segunda se presenta el referencial teórico-metodológico utilizado para el desarrollo del estudio. En la tercera parte se describen las comunidades rurales donde viven las familias. En la cuarta, se realiza la caracterización de la agricultura familiar. En la quinta se establece la relación de la seguridad alimentaria con las características socioeconómicas de las familias y, finalmente, se indican las consideraciones finales.

 

Referencial teórico-metodológico

 

Conceptos y definiciones

El referencial teórico movilizado para este artículo fue el concepto de agricultura familiar, la pluriactividad que está asociada a ella (Schneider, 2004, 2009) y la noción de seguridad alimentaria (FAO, 2012). Ambos referenciales, además de generar la concepción teórica, proporcionan herramientas metodológicas y analíticas para el tratamiento de los datos.

Para este estudio, la agricultura familiar se define como aquella actividad donde las relaciones con la tierra, la fuerza de trabajo y los medios de producción están asociados al grupo familiar (Abramovay, 1992; Hespanhol, 2000; , Schneider, 2009; Wanderley, 2003). Schneider (2004) establece, también, que la condición pluriactiva de la agricultura familiar viene siendo una práctica común en las familias agricultoras que procuran fortalecer sus formas de reproducción social y económica. La pluriactividad se entiende como una diversificación de las actividades remunerativas, la cual puede producirse por factores internos o externos a la familia, debido a que esta funciona como una estrategia que se modifica, de acuerdo con la dinámica de las familias y, también, con las características del proceso productivo (Fuller, 1990). Es decir, la pluriactividad está relacionada con la posibilidad de combinación de las actividades agrícolas y no agrícolas en la agricultura familiar. De esta manera, la condición pluriactiva ocurre cuando los miembros de las familias combinan la actividad agrícola con otras formas de ocupación no agrícolas (Schneider, 2004).

Schneider, Conterato, Renner y Castilho (2009) realizaron estudios en el sur de Brasil para analizar familias monoactivas (solo desarrollan actividades agrícolas) y pluriactivas y su relación con las condiciones de vida. En sus estudios, establecieron que el mayor número de miembros en la familia se presenta como un factor explicativo de la pluriactividad, combinado con otras variables como la escolaridad, el acceso a recursos productivos y medios de vida. En relación con el ingreso, estos autores encontraron que hay mayor proporción de familias pluriactivas con ingresos más altos en comparación con las familias monoactivas. Concluyeron que la combinación de actividades agrícolas y no agrícolas es el resultado de las elecciones de los individuos así como de los condicionamientos externos a la unidad familiar.

En cuanto a la concepción de seguridad alimentaria, se entiende esta como el acceso permanente a la cantidad adecuada de alimentos inocuos, nutritivos y culturalmente aceptables para llevar una vida activa y saludable (FAO, 2012). A partir de esta definición y de experiencias en los instrumentos utilizados para medir la inseguridad alimentaria en el hogar, la FAO ha buscado desarrollar una metodología para evaluar la experiencia en los hogares: incluye los siguientes componentes: a) suficiente cantidad de alimentos; b) calidad adecuada de los alimentos; c) seguridad y predictibilidad en la adquisición de alimentos; d) aceptabilidad social en la manera de adquirir los alimentos y, e) seguridad alimentaria en el hogar para adultos y niños (FAO, 2012).

La escala latinoamericana de seguridad alimentaria y nutricional (ELCSA) surge de este trabajo e incorpora los factores que fueron identificados como subyacentes de la inseguridad alimentaria en los hogares en otros procesos de medición de la inseguridad alimentaria. Es un instrumento estructurado que consta de 15 preguntas y mide la inseguridad alimentaria descrita por la persona responsable por la adquisición y preparación de los alimentos en el hogar, construido a partir del Módulo suplementario de medición de inseguridad alimentaria de los Estados Unidos, La escala brasileña de inseguridad alimentaria y La escala lorenzana aplicada en Colombia (Nord, Melgar-Quiñonez, Pérez-Escamilla, 2007) y validada en varios países (Melgar-Quiñonez et al, 2010).

El marco conceptual que da sustento al instrumento es el siguiente:

Los hogares experimentan en un comienzo incertidumbre y preocupación en torno al acceso a los alimentos. Más adelante, dadas las restricciones que experimentan, hacen ajustes en la calidad de los alimentos que consumen, dejando de ingerir una dieta variada. Al profundizarse la severidad de la inseguridad alimentaria, los ajustes afectan la cantidad de alimentos consumidos, se disminuyen las raciones que se ingieren o se saltan tiempos de comida. Más adelante el hambre se hace presente sin que se pueda satisfacer. Finalmente, cada una de estas dimensiones llega a afectar a los niños, después de que ha afectado a los adultos. Es decir, los niños son protegidos, especialmente por la madre, hasta que la inseguridad alimentaria alcanza niveles de severidad que hacen imposible protegerlos. (FAO, 2012, p. 13).

 

El proceso metodológico

El presente estudio se llevó a cabo en el municipio de Coto Brus, un municipio fronterizo de la zona sur del país, caracterizado por una reciente ocupación (década de los 50) gracias a procesos de colonización agrícola dirigida (Ramírez y Quesada, 1990). Según el Atlas de desarrollo humano cantonal de Costa Rica (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, 2016), Coto Brus tiene un índice de desarrollo social bajo (0,669) y ocupa la posición 76 de los 82 municipios nacionales y en la última posición, según el índice de pobreza humana (IPHc), razón por la cual ha sido prioritaria la intervención estatal. Sin embargo, contempla una diversa población en la que se incluyen poblaciones campesinas, indígenas y flujos fronterizos. Debido a eso, en el municipio existe una serie de instituciones estatales y organizaciones que procuran generar acciones para su desarrollo. La mayor parte de la población (73 %) se encuentra en el espacio rural, la economía local proviene de la agricultura, especialmente la dedicada a la producción de café y la cría de ganado y, la mayoría de la agricultura se trabaja en áreas de tierra pequeñas (Instituto Nacional de Estadística - INEC, 2015a).

La recolección de los datos fue realizada en el 2015, con una muestra de 17 familias vinculadas al proyecto interinstitucional (IMAS, FAO, MAG y CAC) local “Agricultura familiar y seguridad alimentaria y nutricional1” y 17 familias no vinculadas a este mismo. El número de familias fue determinado a partir de los recursos financieros y humanos con que contaba el proyecto y fue determinado por medio de un muestreo estratificado aleatorio, se procuró una representatividad por distrito, dichas familias representaban el 50 % de las familias vinculadas al proyecto. Las familias no involucradas en el proyecto fueron seleccionadas siguiendo los siguientes criterios: familias agricultoras vecinas y con características similares en relación con el área y con la actividad agrícola desarrollada por las familias que participaban en el proyecto.

Los datos obtenidos fueron recolectados utilizando tres técnicas: la entrevista semiestructurada, la entrevista estructurada y la observación participante. Se determinaron tanto las características socioeconómicas como las características relacionadas a la propiedad, a la gestión y al trabajo familiar.

También se determinó la percepción de las familias sobre el acceso de alimentos aplicando la Escala latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria (ELCSA) (FAO, 2012), que permitió clasificar las familias con seguridad e inseguridad alimentaria. El tratamiento realizado para la información obtenida de este instrumento se basó en FAO (2012), se asignó un valor 1 a la pregunta cuya respuesta fue positiva y 0 a la pregunta cuya respuesta fue negativa. Posteriormente fueron sumados los valores por familia y se identificó el nivel de inseguridad en cada familia de acuerdo con la clasificación establecida por FAO (2012).

Fue registrada también la cantidad de alimentos consumidos por la familia en una semana de referencia, así como su procedencia. Dichos alimentos fueron costeados a partir de los precios al consumidor obtenidos en los comercios locales.

La información obtenida se categorizó en el programa Excel y su análisis estadístico se realizó con el programa SPSS. Se realizó la prueba de normalidad a las variables cuantitativas. Para analizar los datos según la condición de seguridad alimentaria se utilizaron solamente dos categorías: familias con seguridad alimentaria y familias con inseguridad alimentaria, se agruparon en esta última las familias que tenían inseguridad alimentaria leve y moderada. El análisis estadístico de las variables se realizó con la prueba t student para las variables continuas y la prueba Chi cuadrado para las variables categóricas. También se aplicó la correlación de Pearson para identificar asociación entre variables continuas.

 

Las comunidades rurales donde viven las familias agricultoras

Las familias incluidas en el estudio forman parte de los seis distritos del municipio, los cuales a su vez se dividen en varias comunidades, formadas durante diferentes procesos de colonización. Las comunidades de los distritos de San Vito, Agua Buena y Sabalito se formaron en el primer proceso de colonización que se inició en la década de los 40 (Ramírez y Quesada, 1990). En esta etapa, las familias que llegaron a instalarse en la zona eran de origen italiano y de origen costarricense, provenían de diferentes partes del territorio nacional. Las otras comunidades fueron formándose posteriormente en la década de los 70 gracias a los procesos de transformación de la estructura agraria que se dio en el contexto de la modernización de la agricultura (Ramírez y Quesada, 1990).

La mayoría de la población es de etnia blanca, pero también la conforman algunos mestizos e indígenas (INEC, 2013). Cabe destacar que la población indígena del municipio se encuentra en un territorio específico en el distrito de Limoncito. También hay población indígena en las diversas comunidades rurales que migran de Panamá para participar de la recolección del café.

Una de las principales características de las familias de estas comunidades rurales es la dedicación a la producción de café. Este cultivo fue integrado al ser “cotobruseño” desde su formación, pues las personas migrantes participaban de esas actividades en sus lugares de origen; además porque era un cultivo adecuado para las condiciones irregulares del terreno y presentaba buenos precios en el mercado internacional en aquel periodo.

La producción de café sigue siendo la principal actividad económica del municipio, aunque los agricultores reconocen que hay poca rentabilidad de esta actividad agrícola. Considerando la problemática asociada al cultivo de café, se han fomentado diversas actividades agrícolas para mejorar el ingreso de las familias rurales. La producción de hortalizas es una estrategia promovida en los últimos años, con el objetivo de dinamizar el mercado local, pero también esta práctica podría mejorar la diversidad alimentaria de las familias en el espacio rural.

Las comunidades de las familias agricultoras incluidas en el estudio son: Las Brisas, Fila Guinea, Alpha, Fila Méndez, Fila Naranjo, Las Marías, Los Pilares, Copal, San Rafael, San Antonio y La Pintada. Formaron parte de la investigación un total de 34 familias, que integran 121 personas. En promedio cada familia posee 3,5 miembros y solamente en tres de ellas la mujer es la jefa de hogar (Tabla 1).

 

Tabla 1. Datos generales de las familias agricultoras incluidas en el estudio. Coto Brus, Costa Rica, 2015.

Fuente: Rodríguez (2017).

 

La mayoría de las personas tienen una educación primaria completa (28 %), secundaria incompleta (27 %) y primaria completa (9 %), o están realizando estudios (20 %). Otras categorías como secundaria completa y fuera de la edad escolar representan un 5 % y en menor proporción poseen estudios superiores o no poseen ninguna educación (3 %).

Casi la totalidad de las familias posee una vivienda propia (84 %), a excepción de dos familias. Este dato es superior al presentado en Coto Brus (73 %) y al presentado en el nivel nacional (71 %) (Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica - MIDEPLAN, 2012). Las casas por lo general son de concreto (70 %), pero también hay algunas de madera (15 %) y otras tanto de madera como de concreto (15 %).

Los servicios básicos y de salud que estas familias reciben se presentan en la Tabla 2. En relación con la disponibilidad de agua en las comunidades visitadas, son seis familias (18 %) las que no disponen de agua entubada. Según el MIDEPLAN (2012), en Coto Brus la proporción de población que utiliza fuentes de agua entubada mejorada es de 87 % y en el nivel nacional de 93 %, un poco mayor que la encontrada en este estudio.

 

Tabla 2. Distribución de las familias según los servicios básicos y de salud con que disponen. Coto Brus, Costa Rica. 2015

Fuente: Rodríguez (2017).

 

Las familias sin acceso a agua entubada la obtienen de alguna naciente de la propiedad y manifiestan que el agua que utilizan nunca fue analizada para saber si es potable o no, pero consideran que es más pura que aquellas que las otras personas utilizan. También manifiestan que la falta de prácticas agropecuarias amigables con el ambiente podría contaminar esa agua utilizada.

Todas las familias tienen acceso a teléfono, pero la preferencia actual es el teléfono móvil. Muchas de las familias solo disponen de este tipo de teléfono en el hogar, pues además de permitir comunicarse en cualquier lugar, también les permite tener acceso a internet y, por tanto, tener acceso a otros medios de comunicación. Cabe destacar que la señal para este tipo de teléfono no es la óptima, pero las ventajas que el teléfono móvil les proporciona superan esa limitación. En los lugares donde la señal es limitada se encontró también telefonía fija. El número promedio de teléfonos móviles en el hogar en Coto Brus es de 1,5 y en Costa Rica de 1,9 y el porcentaje de líneas telefónicas fijas en Coto Brus es de 39,2 y 57,8 en Costa Rica (MIDEPLAN, 2012). Este dato muestra la creciente importancia de este medio de comunicación móvil en el municipio.

La energía eléctrica tiene una cobertura de 100 % en las familias agricultoras, es un poco mayor de lo que se presenta en el municipio de Coto Brus, que corresponde a 97 % (INEC, 2013). El uso de tanque séptico se presenta en la totalidad de las familias visitadas, de esta manera, la proporción de familias que utilizan tanque séptico es mayor en las familias agricultoras visitadas que aquella encontrada en Coto Brus (87,2 %) y en Costa Rica (95 %) (MIDEPLAN, 2012).

La recolección de desechos tiene una cobertura limitada en el territorio, por lo tanto, las familias tienen que buscar una forma alternativa para su manejo. En relación con el seguro de salud, cuatro familias no poseen este servicio. La proporción de la población de Coto Brus y de Costa Rica cubierta con seguro de enfermedad y embarazo es de 86 % (MIDEPLAN, 2012), dato similar se presentó en la muestra de familias agricultoras (88 %).

 

La agricultura familiar: una caracterización a partir de la propiedad, la gestión y el trabajo

 

En esta sección se describen las características de las familias incluidas en el estudio en relación con esas tres variables: propiedad, trabajo y gestión, tratando de mostrar la diversidad presentada.

 

Las propiedades de las familias agricultoras

La propiedad utilizada para trabajar por la mayoría de las familias es propia, con excepción de cuatro de ellas (dos familias trabajan en área prestada y otras dos en áreas alquiladas). Las familias que disponen de propiedad propia la adquirieron por compra en 12 casos y por donación en 18 casos.

En relación con la distribución de las propiedades según su tamaño, se destaca que 41 % de las propiedades presentan un tamaño menor a 2 hectáreas, 12,5 % tiene un área entre 2 y 10 hectáreas, 4 % un área entre 10 y 15 % y solamente el 9 % de las familias tienen una propiedad entre 15 y 24 hectáreas.

El tamaño promedio de las propiedades es de 6,5 hectáreas, tamaño bastante menor que promedio de las propiedades agrícolas en Coto Brus, que es de 15,6 hectáreas (INEC, 2015b). En cuanto a los usos de la propiedad, la mayor área está destinada a la producción de alimentos es de 3,5 hectáreas, posteriormente es seguido por área de pasto con 1,9 hectáreas, otros usos con 0,8 hectáreas y, de último, área de bosque o protegida con un tamaño de 0,5 hectáreas.

 

La gestión del trabajo en las propiedades

La gestión de la producción se diferencia según el alimento producido. Las familias cuyas actividades productivas están asociadas al café y a los granos básicos como arroz, frijoles y maíz están a cargo del hombre. La mujer y los hijos pequeños participan apenas del proceso de recolección. La producción de hortalizas presenta una gestión diferente, el trabajo, en general, está a cargo de la mujer cuando es para autoconsumo, pero cuando hay una vinculación al mercado los hombres también participan de esa actividad productiva, lo que la hace una gestión compartida.

En el caso de los hijos, su participación también depende de la edad. Los hijos menores trabajan en actividades más livianas, como la producción de hortalizas y la recolección de la producción. Los hijos mayores participan en trabajos más pesados o con mayor esfuerzo físico como la producción de café y los granos básicos. Cabe destacar que, cuando se intentó conversar del trabajo de los hijos menores de edad en la propiedad, los padres aclaran que el trabajo de ellos no interfiere en sus estudios, lo que para ellos es prioridad. Según los padres, el trabajo de los hijos es en su tiempo libre, es decir, en las tardes en el fin de semana o en el tiempo de vacaciones. Esta situación de protección está relacionada con la labor que se está realizando en el país para la erradicación del trabajo infantil, a partir de los compromisos internacionales adquiridos en esta materia (Instituto de Educación Comunitaria – IPEC y Organización Internacional del Trabajo – OIT, 2015). Sin embargo, la participación de los diferentes miembros de la familia del trabajo en la propiedad tiene un aspecto cultural importante, asociado al quehacer de la agricultora familiar: el trabajo en el campo es una actividad cotidiana de la familia.

En relación con la tecnología utilizada en la producción, la mayoría de las familias hace uso de tecnología básica que requiere una tracción manual (Tabla 3). Las familias que refirieron el uso de los insumos químicos (fertilizantes y pesticidas) están produciendo, por lo general, café, chile dulce o tomate. Según los agricultores estos cultivos no se pueden trabajar sin esos insumos. En el caso de las familias que están produciendo hortalizas, la mayoría manifiesta que los insumos que están adicionando al cultivo son orgánicos y que solamente se usan insumos químicos poco agresivos para controlar plagas, pues no tienen el conocimiento para controlarlas de la forma orgánica o se arriesgan a perder toda la producción. Cabe resaltar la presencia de infraestructura más compleja como los microbeneficios2, en dos familias que han generado procesos de innovación para generar valor agregado a la producción de café.

 

Tabla 3. Tecnología utilizada por las familias para la producción de alimentos en la propiedad. Coto Brus, Costa Rica. 2015

Fuente:Rodríguez (2017).

 

La diversificación del trabajo en las familias agricultoras

El tipo de trabajo que los miembros de la familia realizan en la propiedad se describe en la Tabla 4. La mayor frecuencia está dada para la categoría de trabajo temporal sin pago, posteriormente el trabajo permanente con pago, o trabajo fuera y dentro de la propiedad y en cuarto lugar el trabajo permanente sin pago.

Cabe destacar que, según las familias, el dinero proveniente del trabajo familiar en la propiedad es administrado de forma conjunta, por lo que no se acostumbra pagar a los miembros de la familia por ese trabajo. Las necesidades de cada uno, según ellos, son satisfechas de acuerdo con las posibilidades económicas que se tengan, estableciéndose prioridades. En este caso, la categoría permanente con pago fue atribuida al jefe del hogar, considerándose que fue la familia quien definió el jefe de hogar como aquel que aporta mayor dinero a la familia. Solamente en un caso, una familia tiene la práctica de pagar a sus hijos mayores de edad por el trabajo realizado.

 

Tabla 4. Distribución de los miembros de las familias agricultoras según el tipo de trabajo y su dedicación en la propiedad. Coto Brus, Costa Rica. 2015

Fuente: Rodríguez (2017).

 

En este estudio, el trabajo fuera de la propiedad se realiza, principalmente como peón agrícola y en construcción, dos actividades que reflejan la capacidad de asignación de la fuerza de trabajo dependiendo de las condiciones que le son presentadas.

El trabajo fuera de la propiedad está siendo prioritario en las familias, pues, en ese momento, este permite su reproducción social y económica, porque el ingreso es estable, lo cual les permite satisfacer las necesidades básicas de la familia. La mayoría de las familias consideran que el ingreso agrícola, a diferencia de antes, permite su reproducción limitada, pues este ingreso “da para vivir, pero no para vivir bien, situación muy diferente de la que sucedía algunos años con la producción del café, pues daba para vivir bien” (expresión de un agricultor de Fila Guinea).

El ingreso monetario mensual promedio es de $382,13 + 159,5, el mayor aporte al ingreso monetario promedio de las familias está dado por el ingreso agrícola ($259,2) y el ingreso proveniente de la actividad fuera de la propiedad como un ingreso complementario ($127,4).

 

El ingreso no monetario

A partir de los alimentos consumidos por la familia en una semana de referencia fue determinado el costo de ellos según la procedencia: compra, autoconsumo y donación. En la Tabla 5 se muestran estos datos. La mayor parte de los alimentos son comprados, correspondiendo a un 64 % del costo de la alimentación, seguido por los alimentos provenientes del autoconsumo que corresponden a 28 % y un 8 % proveniente de alimentos recibidos en donación por las familias.

 

Tabla 5. Costo en colones de la alimentación familiar mensual según la procedencia del alimento. Coto Brus, Costa Rica. 2015

Fuente: Rodríguez (2017).

 

Estos datos muestran la importancia de los alimentos provenientes del autoconsumo y de la donación como un ingreso no monetario que disponen las familias y que es característico de familias que cuentan con propiedad en el espacio rural. La importancia de este ingreso no monetario en la reproducción económica de las familias fue indicado por Mancilla (2006), Grisa, Cazolla y Schneider (2010) y Amaral et al. (2016).

Siendo así, el ingreso total de las familias es constituido por la suma tanto del ingreso monetario como del ingreso no monetario y será considerado de esta forma en los análisis de este artículo. Por lo tanto, el ingreso promedio total de las familias es de $514,8.

 

La seguridad alimentaria en las familias agricultoras y su relación con las características socioeconómicas

 

Percepción sobre el acceso a los alimentos: indicador de la seguridad alimentaria

A partir de la percepción que tienen las familias sobre el acceso a los alimentos, se identificó que 32 % presenta seguridad alimentaria, esto es, tienen acceso a los alimentos necesarios para tener una alimentación variada durante los tres meses anteriores a la entrevista. Pero fue encontrado que 59 % de las familias presenta inseguridad alimentaria leve, o sea, las familias manifiestan alguna preocupación de no tener alimentos y 9 % presenta una inseguridad alimentaria moderada, esto es, las familias han tenido que restringir la variedad de alimentos consumidos por no tener recursos económicos para comprar. Estos datos son mayores a los que se presentaron en el estudio de Araya et al. (2011) en familias de agricultores de Tierra Blanca, pero de menor severidad a los que se presentan en el nivel nacional que son del 18 % con inseguridad alimentaria moderada y 5,2 % con inseguridad alimentaria severa (FAO, 2019).

Es importante destacar que las familias con inseguridad alimentaria indican que la actividad agrícola genera cierta inseguridad, al no saber si la cosecha va a ser buena, o si habrá mercado para la producción y cuánto va a ser pagado por ella. En el caso del café, por ejemplo, solamente hay un periodo de cosecha, por lo tanto, las familias reciben dinero en ese periodo para ser gastado en todo el año y, muchas veces, parte de ese dinero ya está comprometido por créditos con las cooperativas que reciben el café. Las hortalizas han ayudado a tener un mayor ingreso mensual, pero algunas veces, no se encuentra mercado para la producción, lo que hace que se pierda el producto, por lo que se desestimula su producción.

Al compararse la inseguridad alimentaria con la condición pluriactiva de la familia se obtuvo que la inseguridad es mayor y más intensa en las familias pluriactivas. Esta diferencia es estadísticamente significativa (x2=0,020). Este resultado contrasta con el trabajo de Schneider et al. (2009), que analizó la condición pluriactiva y los modos de vida de agricultores familiares en el sur de Brasil. En este estudio, los autores concluyen que las condiciones de vida son mejores en aquellas familias pluriactivas. Se destaca que las opciones de trabajo no agrícolas en el municipio son limitadas y que la mayoría de ellas es desarrollada por cuenta propia, lo que hace que el ingreso recibido también tenga cierta inseguridad. Esto puede explicar la diferencia con los resultados encontrados en relación con los de Schneider et al. (2009).

Al establecer relación entre la seguridad alimentaria con variables como el tamaño de la propiedad, ingreso y su procedencia (agrícola o no agrícola) (Tabla 6), se obtiene que el tamaño de la propiedad es significativamente diferente entre aquellos que tienen seguridad alimentaria y aquellos que tienen inseguridad alimentaria. También fue encontrada una diferencia estadísticamente significativa según el ingreso. Siendo así, las familias con seguridad alimentaria tienen una propiedad mayor, un ingreso total mensual y un ingreso mensual agrícola mayor que aquellas familias con inseguridad alimentaria, las cuales presentan un ingreso mensual monetario no agrícola mayor.

 

Tabla 6. Tamaño de la propiedad e ingreso de las familias según la condición de seguridad alimentaria, Coto Brus, Costa Rica. 2015

Fuente: Rodríguez (2017).

 

La seguridad alimentaria y las variables socioeconómicas

Las familias presentan un ingreso promedio mensual de $382,1 + 159,5 por mes. Este valor es menos que el salario mínimo establecido en Costa Rica para enero de 2015, de $538,3 (INEC, 2015bc). De las familias agricultoras, solo nueve (26,5 %) reportan un salario mayor al salario mínimo indicado, se encuentran diferencias entre los grupos de familia en la condición de seguridad alimentaria. Mayor porcentaje de familias con seguridad alimentaria (45 %) presentan un salario superior al salario mínimo en comparación con aquellas que presentan inseguridad alimentaria (17 %). Figueroa (2005), en un estudio relacionado con acceso de alimentos y seguridad alimentaria en Brasil, establece que la problemática de la seguridad alimentaria no está relacionada con la disponibilidad, pero si con el acceso, por lo tanto, para esta misma autora el acceso a la canasta básica de alimentos sería un buen indicador sobre el acceso a alimentos.

De esta manera, fue determinada la capacidad real de las familias para acceder una canasta básica4. Del total de las familias 65 % lo consigue, sea comprando o produciendo los alimentos. Este resultado es superior al encontrado en un grupo de familias agricultoras de Tierra Blanca de Cartago en 2011, en las cuales solamente 35 % de ellas tenía capacidad para acceder la canasta básica alimentaria (Araya et al., 2011).

Al analizar este dato de las familias la condición de seguridad alimentaria muestra que 82 % de las familias con seguridad alimentaria tienen capacidad para adquirir una canasta básica alimentaria, mientras que únicamente 56 % de las familias con inseguridad alimentaria presentan esa capacidad.

Respecto a la inversión que las familias hacen para la compra de alimentos, se encontró una utilización promedio del 57 % del ingreso monetario mensual, donde es menor el porcentaje en familias con seguridad alimentaria (50 %) en comparación con las tienen inseguridad alimentaria (60 %) (p=0,484). De esta manera, gran parte del ingreso mensual familiar es destinado a la compra de alimentos, por lo tanto, la posibilidad de estas familias para satisfacer las otras necesidades básicas como vivienda, vestido, salud, educación y recreación, están limitadas. Según Figueroa (2005), basado en la Ley de Engel, cuando los gastos en alimentos comienzan a descender, comienza la seguridad alimentaria y la alimentación familiar deja de plantear problemas cuando el porcentaje invertido en ella es de alrededor del 30 %.

La incapacidad de las familias de acceder a una canasta básica alimentaria puede ser compensada con el hecho de que todas las familias tengan tanto casa propia como prestada, por lo tanto, podrían presentar mayor capacidad de compra de alimentos, debido a una mayor disponibilidad de ingreso, porque no se gasta en el alquiler o en préstamos. También, el aumento de la disponibilidad y el acceso de alimentos obtenidos mediante la producción en la propiedad y las prácticas culturales asociadas con la donación de alimentos pueden compensar esa incapacidad, pues el costo promedio de la alimentación proveniente del autoconsumo es de $100,3 mensuales y el proveniente de los alimentos donados es de $25,2 mensuales. Así, esta práctica resulta en un ingreso no monetario que favorece tanto su alimentación como la reproducción social y económica de la familia, al representar el 24,4 % del ingreso total familiar. Considerando tanto el ingreso monetario como el no monetario, solo tres familias con inseguridad alimentaria no consiguen acceder la canasta básica alimentaria, que representa 9 % de las familias.

Una variable muy importante que está relacionada con el ingreso mensual es el tamaño de la propiedad. El tamaño de la propiedad presenta diferencias significativas según la condición de seguridad alimentaria (p=0.001), es de 12 hectáreas para las familias con seguridad alimentaria y de 4 hectáreas en las familias con inseguridad alimentaria.

El tamaño de la propiedad presenta una correlación positiva con el ingreso mensual (r=0,371, p=0,031), o sea, cuanto mayor sea el tamaño de la propiedad mayor es el ingreso mensual familiar. De esta manera, un determinante de la seguridad alimentaria es la posibilidad de tener mayor área de tierra para la producción de alimentos, lo que permitiría una mayor producción y, por lo tanto, mayor ingreso resultante.

Una de las principales limitaciones de la agricultura familiar, según Echenique (2006), son los restrictos recursos físicos, tecnológicos y económicos que disponen. Estas limitaciones pueden afectar su capacidad para mejorar la base de recursos que dispone para obtener una producción más eficiente, encontrar posibilidades de innovación y manejar información clave para acceso a mercados, por lo tanto, las políticas públicas destinadas a fortalecer familias agricultoras deben considerar estas cuestiones.

De acuerdo con la Tabla 6, hay una relación muy fuerte y diferencial de esas variables con la seguridad alimentaria de la familia. De las variables analizadas, se resalta la importancia del tamaño de la propiedad para la agricultura familiar. En las familias visitadas se encontró una correlación positiva entre esta variable (tamaño de la propiedad) y el ingreso total (r=0,371, p=0,031), el ingreso monetario mensual (r=0,467, p=0,005) y el ingreso agrícola (r=0,540, p=0,001), lo que quiere decir que, conforme aumenta el tamaño de la propiedad, aumentan también estos tipos de ingreso. Cabe destacar que no hay correlación entre el tamaño de la propiedad y el ingreso no agrícola (p=0,105), por lo tanto, el ingreso no agrícola se presenta en las familias indistintamente del tamaño de la propiedad.

En el caso de las propiedades muy pequeñas, el trabajo demandado en la agricultura no consigue absorber toda la fuerza de trabajo, razón por la cual algunos miembros de la familia procuran empleo fuera de ese espacio. En las propiedades mayores, el principal cultivo es el café, que presenta demandas de trabajo diversas a lo largo del año, en algunas épocas se requiere mayor fuerza de trabajo, eso hace que algunos miembros de la familia procuren empleo en otros espacios, pero también, los precios bajos en el mercado de este cultivo, favorecen esta práctica. Tanto en las familias con propiedades pequeñas como grandes, el trabajo fuera de la propiedad asegura la obtención de un ingreso monetario que, muchas veces, no sucede con el trabajo agrícola dentro de la propiedad. Pero, se destaca, que el trabajo fuera de la propiedad es más frecuente en familias con inseguridad alimentaria.

De la misma manera se establece una correlación positiva entre el tamaño de la propiedad y el terreno destinado a la producción de alimentos (r=0,791, p=0,001). Cuanto mayor tamaño de la propiedad, mayor el área destinada a la producción de alimentos. De esta manera, este recurso resulta esencial, pues es a través de la utilización de este que las familias consiguen aumentar y diversificar su producción lo que, por consiguiente, genera el aumento del ingreso monetario y no monetario.

El tamaño de la propiedad presenta una correlación negativa (r=-0,424, p=0,012) con el porcentaje destinado a la compra de alimentos, esto es, conforme aumenta el tamaño de la propiedad el porcentaje de dinero destinado a la compra de alimentos disminuye. Este dato confirma que una mayor propiedad puede tanto aumentar el ingreso monetario como el ingreso no monetario, al tener mayor posibilidad de diversificación de la producción y autoabastecerse, así la fracción de dinero destinado a la compra de alimentos se reduce en relación con el ingreso total.

 

Consideraciones finales

 

La mayoría de las familias manifiesta su preocupación en un contexto que limita sus espacios de maniobra, pues hay poca posibilidad de competir contra agricultores o comerciantes que manejan y dominan el mercado, situación que genera vulnerabilidad a la seguridad alimentaria de sus familias. Conscientes de esa limitación, las instituciones y organizaciones han promovido acciones de diversificación de la producción en procura de la integración con el mercado local.

Al realizar análisis de la condición de la seguridad alimentaria de las familias fue evidenciada esa vulnerabilidad, pues la mayoría presenta algún nivel de inseguridad alimentaria (23 familias). Esta inseguridad alimentaria se expresa, principalmente, en el temor de las familias de no tener el dinero necesario para la compra de alimentos, pues hay una inseguridad acerca de la posibilidad de vender la producción o del valor que va a ser pagado por ella. Solamente en dos casos esta inseguridad se reflejó en una reducción de los alimentos acostumbrados a consumir.

Las principales diferencias encontradas entre las familias con seguridad alimentaria y las familias en inseguridad alimentaria en relación con las características analizadas están relacionadas con el tamaño de la propiedad y el ingreso mensual. El tamaño de la propiedad, el ingreso mensual total y el ingreso monetario agrícola es mayor en familias con seguridad alimentaria. Se encontró una correlación positiva entre el tamaño de la propiedad y las siguientes variables: área de terreno destinada a la producción de alimentos, ingreso mensual total, ingreso monetario mensual e ingreso monetario mensual agrícola. Por lo tanto, mayor acceso a la tierra resulta esencial para la seguridad alimentaria, pues es por medio de este recurso que las familias consiguen una mayor producción y diversificación y aumentan, así, tanto el ingreso monetario como el no monetario. De esta manera, el proyecto que está siendo ejecutado en Coto Brus, que promueve la producción de hortalizas, podría ser de gran utilidad en las familias con menores áreas de terreno, pues en pequeñas áreas de cultivo se obtienen producciones significativas, que podrían favorecer un mayor ingreso mensual de la familia.

Se concluye, de este estudio, que la seguridad alimentaria la poseen las familias monoactivas que tienen mayor tamaño de propiedad y mayor ingreso mensual agrícola, donde el tamaño de la propiedad es una condición esencial para la realización de la seguridad alimentaria. De esta manera, las políticas que favorezcan el acceso a este recurso son de gran relevancia para la seguridad alimentaria, pero también aquellas que fomenten la diversificación de cultivo de alimentos en espacios pequeños, para familias agricultoras que tienen condiciones más vulnerables.

 

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1 De acuerdo con los actores locales este proyecto tenía por objetivo fomentar la agricultura familiar en el municipio, por medio del desarrollo de tres acciones importantes: a) promover la producción de hortalizas brindando infraestructura (casa-sombra) y capacitación para su producción; así como el b) crear un centro de acopio y buscar estrategias de comercialización

2 Es una infraestructura que permite realizar el proceso de pelado y secado del café, genera valor agregado al producto.

3 Tipo de cambio en el 2015, 1 dólar = 530 colones

4 La canasta básica alimentaria es un grupo de alimentos que fueron seleccionados de acuerdo con su aporte energético y su frecuencia de consumo, expresados en cantidades que permiten satisfacer, por lo menos, las necesidades de energía de un individuo promedio de una población de referencia. Los alimentos son diferenciados según la zona geográfica, los alimentos de la canasta básica alimentaria de la zona urbana son 52 y de la zona rural son 44 (Ministerio de Economía, Industria y Comercio - MEIC, 2011).

 

Seguridad alimentaria y características socioeconómicas de familias agricultoras de Coto Brus, Costa Rica
Shirley Rodríguez González, Marianela Zúñiga Escobar, Xinia Fernández Rojas y Gabriela Coelho-de-Souza

 

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