Vol 18, No 36, Julio-Diciembre 2020 ISSN: 1409-3251 EISSN: 2215-5325

 

 

 

Propuesta de medición y categorización de la ruralidad en Costa Rica


Proposal to measure and categorize rurality in Costa Rica

DOI: http://doi.org/10.15359/prne.18-36.1

 

Esteban Chacón Orozco

Instituto de Desarrollo Rural, Costa Rica

esteban.cha.o@gmail.com

 

 

Recibido: 07/09/2020  Aceptado: 02/11/2020 Publicado: 30/12/2021

 

 

Resumen

Históricamente, la ruralidad ha estado relacionada con actividades económicas que dependen del uso de los recursos naturales y llevadas a cabo en lugares remotos. Adicionalmente, esta se ha visto cómo un concepto y un imaginario dependiente de lo urbano, ya que es solamente porque este no lo es; conceptos donde lo rural es explicado como lo restante, lo que empieza cuando lo urbano termina.

Es entonces a partir de estas premisas que este artículo hace un repaso sobre algunos trabajos que analizan la ruralidad, desde su definición conceptual, pasando por la evolución histórica de cómo se han estudiado y entendido las relaciones socioeconómicas de sus pobladores, hasta varias metodologías para procurar su medición y su clasificación.

A partir de esta revisión bibliográfica, se crea una propuesta propia sobre cómo sería una posible medición y categorización de lo rural y de lo urbano, incluyendo un enfoque geoespacial diferente. La propuesta adiciona una subcategoría que no ha sido observada por el autor en otros trabajos previamente realizados en la categorización de ruralidad.

Palabras clave: ruralidad, contínuum urbano-rural, categorización rural.

Abstract

Historically, rurality has been related to economic activities that depend on the use of natural resources and which are carried out in remote places. Additionally, rurality has been seen as a concept and an imaginary dependent on the urban; the rural exists only because there is a space where the urban does not exist; concepts, where the rural is explained as what is left out, as the other, that which begins where the urban ends. The author uses these aspects as a starting point, as this article reviews research works that analyze rurality, including its conceptual definition, the historical evolution of how socioeconomic relationships of its inhabitants are studied and understood, and various methodologies of measurement and classification of rurality. Based on this bibliographic review, a proposal of measurement and categorization of the rural and the urban is elaborated, including a new geospatial approach. The proposal includes a subcategory that has not been observed by this author in previous works carried out in the categorization of rural areas.

Keywords: rurality, urban-rural continuum, rural categorization.

 

El contexto de las ruralidades en Costa Rica y alrededor del mundo ha estado siempre en constante cambio y adecuándose a factores internos y externos de su entorno. Desde el uso exclusivo de recursos naturales para generar medios de vida en las familias rurales, hasta la diversificación de sus ingresos, incluyendo las actividades no agrícolas, la población de estos espacios ha modificado sus acciones y sus redes aprovechando las inversiones públicas o privadas en desarrollo de infraestructura y telecomunicaciones, logrando facilitar las conexiones entre localidades y acercar los intercambios socioeconómicos que normalmente estaban restringidos a pueblos vecinos.

Resultó entonces en la ampliación del capital social y económico de las poblaciones gracias a estos nuevos intercambios con lugares más distantes. Las variaciones en las dinámicas sociales, culturales y económicas resultantes de estos procesos humanos, también generan una necesidad de poder concebir metodologías de recopilación y análisis de información de maneras distintas.

Las relaciones socioeconómicas entre la ruralidad y la urbanidad deben entenderse dentro de este proceso constante de cambio y de efectos en las sociedades forjadas por las interacciones de sus habitantes. Las dinámicas socioeconómicas producidas a lo interno de los territorios, no se limitan a las divisiones administrativas, es decir, son moldeados por las construcciones sociales que se generan en el día a día por la interacción de sus actores sociales. Las instituciones públicas deben adaptarse a estas nuevas dinámicas y realidades que surgen de los territorios por medio de la readecuación de sus labores.

Es ahí donde las instituciones juegan un papel fundamental, ya que son las encargadas de generar políticas públicas, en coordinación con los actores sociales, para ejercer cambios positivos y perdurables dentro de las sociedades y, en los territorios rurales, esta no es la excepción.

Para poder crear políticas públicas que tengan los efectos esperados, estas deben poder ajustarse a las realidades de los territorios. No obstante, sin herramientas ni conocimiento que permitan recopilar la información oficial, pertinente y fiable sobre estas realidades, no se tendrá el impacto efectivo ni perdurable esperado.

En Costa Rica, el Instituto de Desarrollo Rural (Inder) fue creado como la institución especializada en el desarrollo rural, encargada principal de la puesta en marcha de la política pública relacionada a este tema. Es por esto, que la institución debe contar con herramientas, datos, contextos y diagnósticos a mano para producir cambios con la misma velocidad que los territorios evolucionan, y poder adecuar sus servicios a las necesidades de estos territorios.

Una de las debilidades que se ha tenido dentro de estos procesos de trasformación en el momento oportuno, es la metodología que se ha utilizado históricamente, para definir qué es rural y cómo se pueden categorizar estos espacios, como se desarrollará en los próximos apartados.

La propuesta desarrollada en este documento pretende adecuar la metodología de medición y categorización de la ruralidad a las realidades actuales de los territorios y así tomar en cuenta los cambios que se han dado en los medios de vida de sus poblaciones; las interconexiones con lo urbano; las diferencias y las similitudes que existen ya sea entre los dos espacios y dentro de la ruralidad misma.

El documento se divide en tres secciones, primeramente, se realiza un análisis de la situación actual en Costa Rica y el mundo sobre las diferencias que se hacen de la ruralidad incluyendo sus definiciones y algunos ejemplos de las metodologías utilizadas para medirla en algunas entidades y en algunos autores.

Seguidamente, se presenta una propuesta propia de cómo elaborar una medición y clasificación de la ruralidad para Costa Rica; esta sección plantea las variables y los indicadores a utilizar, incluyendo su método de análisis. Adicionalmente, se explica que delimitación espacial se propone para el estudio de la información y finaliza esta unidad con la categorización de los espacios en el país. Por otro lado, la última parte incluye las conclusiones y las recomendaciones resultantes de esta investigación.

 

Análisis de la situación actual en Costa Rica y el mundo

 

La ruralidad alrededor del mundo ha experimentado un proceso constante de transformación acelerada en las últimas décadas; la forma en que sus familias realizan actividades para el sustento de sus integrantes, también ha ido cambiando hacia una diversificación de actividades económicas y sociales. Los tejidos sociales que interrelacionan a los diversos actores familiares y comunitarios han ampliado a su vez el rango de acción gracias a las tecnologías de la información y la inversión en infraestructura por parte de los Estados.

Los cambios suceden dentro de las relaciones urbano-rural, creando así, territorios de identidades compartidas, donde se interacciona económica, social, cultural y políticamente (Mora Alfaro, 2013). Por lo que se vuelve indispensable realizar un análisis de lo rural desde una óptica distinta, donde no se vea como sinónimo de sector agrícola, sino como un espacio donde se tejen multiplicidad de actividades, donde no todas las ruralidades son iguales, pero todas tienen una participación en el desarrollo general de los países (Torrens, 2017).

Uno de estos cambios que suceden en las ruralidades de un país, es la urbanización de estos regiones espacios, donde las comunidades se desarrollan alrededor de este centro creciente que genera una demanda de empleos y de bienes y servicios, proceso que se distribuye a lo largo del contínuum urbano-rural (Taguchi & Santini, 2018). Al mismo tiempo en que se dan estos procesos de urbanización, debe dársele un espacio de análisis, a lo que Matijasevic Arcila y Ruiz Silvia (2013) nombran “ruralización de las ciudades” o “desurbanización”.

A partir de este conocimiento, es imperativo un estudio de estas nuevas dinámicas territoriales y es menester del Inder como ente especializado del desarrollo rural por sus antecedentes institucionales y la realidad actual, liderar esta labor. La entidad debe ser punta de lanza en los procesos de metodologías para la medición y la delimitación y la clasificación de territorios rurales (FAO & Inder, 2018).

Históricamente, en el país la medición de la ruralidad ha recaído en el Instituto de Estadísticas y Censo (INEC), pero es un momento propicio para que el Inder tome el liderazgo en el país que la Ley 9036 le otorga en relación con esta temática, para coordinar las acciones destinadas a realizar cambios necesarios para que, de manera articulada entre instituciones, se puedan actualizar todos estos mecanismos y homologar algunas variables y términos en este respecto.

Conviene entonces tomar decisiones para dejar de ver la ruralidad como algo atrasado, lo meramente agropecuario, inclusive antagónico con lo urbano urbano y ponerle atención a la dinámica de los cambios y de la accesibilidad que se tiene a los datos para poder generar estadísticas que nos permitan mejorar el entendimiento en el país sobre las diversas dinámicas socioeconómicas (Dirven & Candia, 2020).

 

Definiciones de ruralidad

 

Las definiciones sobre lo que significa rural son tan bastas como países y organizaciones existen en la actualidad. A pesar de que se han realizado esfuerzos para lograr un consenso en este respecto, la realidad es que no se vive una sola ruralidad, pero varias dentro del contínuum urbano-rural. Estas dependen de características propias del lugar y de contextos sociohistóricos, por lo que definirlo resulta en un ejercicio complejo y dependiente de la realidad de cada país (Gaudin, 2019; Sancho Comíns & Reinoso Moreno, 2012).

Históricamente, según Matijasevic Arcila y Ruiz Silva (2013), se ha estudiado el tema por medio de seis diferentes perspectivas: 1) Dicotomía rural - urbano y su correlato atraso-progreso; 2) Contínuum urbano-rural; 3) Entre la desruralización y la persistencia de lo rural; 4) Fusión urbano-rural; 5) Reencuentro con la vida rural; y 6) Nueva ruralidad.

La dicotomía entre urbano y rural se basaba en que la definición del primero era lo diverso, con gran densidad poblacional, mientras que, el segundo era lo que sobraba y siempre vinculado con actividades agropecuarias y definido por lugares remotos y despoblados donde se explotan los recursos naturales. Sin embargo, el nuevo análisis de la rurarlidad, y cómo se entiende, ha pasado de este enfoque a lo que actualmente se llama nueva ruralidad.

Según Torrens (2017), el enfoque nueva ruralidad mirar los conceptos desde sus dinámicas y actores, comprendiéndose que se realizan en espacios “contemporáneos, multidimensionales, complejos y sistemáticos” (p. 3). Por su parte Gaudin (2019) y Rodríguez y Saborío (2008b), mencionan que este es un paradigma que no cumple con las características de ser un territorio aislado y dedicado exclusivamente a las actividades agropecuarias, en cambio son lugares donde la economía no agrícola está creciendo en importancia, donde se han fortalecido las relaciones urbano-rurales, las políticas y los discursos de desarrollo sostenible y la protección al medio ambiente han aumentado.

En general, las dinámicas socioeconómicas de estos espacios han evolucionado de su quehacer histórico a nuevas ruralidades basadas en contextos territoriales. Además, como afirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2013), los recursos que eran considerados típicamente rurales o urbanos, están en realidad entremezclados en regiones funcionales donde se interconectan en diferentes intensidades.

A partir de este análisis debe comprenderse la ruralidad como parte de un contínuum donde se entremezclan características los dos espacios en las dinámicas socioeconómicas, todo como parte de un contexto territorial mayor (Akkoyunlu, 2015). Entender esto ayudaría a mejorar las políticas públicas en lugar de clasificar un sitio como rural o como urbano, ya que los vínculos dentro de este espectro a veces complican su separación (Taguchi & Santini, 2018).

Para lograr entender mejor cómo se ha distinguido lo rural y su relación con lo urbano vale analizar varias definiciones de ruralidad. Para empezar, es bueno incluir lo que menciona la Ley de Transformación del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) en el Instituto de Desarrollo rural (Inder), número 9036 del 2012. En su Artículo 9, se menciona que un territorio rural depende “de manera predominante, de las actividades derivadas de utilización de los suelos, las aguas y los bosques”.

Adicional a esto, el inciso j) del Artículo 3 de la ley habla sobre definiciones y en este particular, sobre economías familiares rurales, entendiéndose de la enunciación que se emplea, un enfoque exclusivo a las actividades de producción de subsistencia o de mercado, proyectándose así una imagen de actividades agropecuarias, sin tomar en cuenta otro tipo (Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica, 2012).

La definición de rural que ofrece el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU) (2018), continúa utilizando la dicotomía con lo urbano al mencionar que este espacio es la “porción del territorio destinado a usos distintos al urbano, abocados en mayor proporción al uso agrícola, ganadero, forestal, agroecológico u otras actividades semejantes.” (p. 8). Agrega dentro de la enunciación de urbano, que este crece en todas las direcciones hasta “su ruptura por terrenos de uso no urbano”, es decir, en la institución no existe este contínuum donde se entremezclan los espacios, es lo uno o lo otro.

La OCDE define la ruralidad por la densidad de la población, donde esta es menor a 150 habitantes por kilómetro cuadrado, mayor a esa cifra, es calificado urbano (OECD, 2013). A pesar de ser esta una variable muy utilizada, por sí sola no es suficiente para entender las realidades de estos espacios, por lo que hace falta poder cruzarla con otras para mejorar el entendimiento de las dinámicas territoriales.

Por otro lado, el INEC, que es el encargado nacional de realizar las mediciones para los censos y encuestas, cuenta con una definición física y funcional que califica lo rural de manera dicotómica. Se analiza lo urbano basaos en la presencia de calles, aceras y servicios como recolección de basura y alumbrado público. Es decir, si no cuenta con esto, es rural, de manera que, se continúa viendo el concepto como lo pobre, lo atrasado. Además, le agrega características propias como:

 

(…) predominio de actividades agropecuaria, pecuarias, silvícola y turísticas; dentro de esas zonas se pueden encontrar conglomerados de viviendas y viviendas dispersas; así como centros poblados, con disposición de servicios de infraestructura como electricidad, agua potable y teléfono; cuentan con servicios como escuela, iglesia, parque o plaza de esparcimiento, centro de salud, guardia rural, etc.; pequeños o medianos comercios relacionados algunos con el suministro de bienes para la producción agrícola; y un nombre determinado que los distingue de otros poblados o caseríos. (2018, p. 9).

 

Aunado a esta definición dicotómica, el INEC desarrolla un índice de urbanización para distritos mixtos y así, catalogarlos en predominantemente urbano o predominantemente rural, pero utiliza la base de la clasificación de rural y urbano previa para crear este indicador, es decir sigue manejando criterios físicos y funcionales para determinar si una localidad es de una manera, y caso contrario, es considerada de la otra.

Por otro lado, hay autores que han trabajado en definir ruralidades y urbanidades dentro del contínuum. Por ejemplo, Cardoso y Fritschy (2012), complementan la identificación de estos espacios con definiciones de periurbano y rururbano como parte de este espectro, lugares donde se entremezclan, en diferentes grados, características inherentes de cada uno.

Tomando como base estas definiciones, se debe atender también el análisis de su interralción. La ruralidad es un espacio que no se puede percibir sin lo urbano, esto no quiere decir que lo uno no tenga características del otro, pero sí que tienen diferencias las cuales muchas veces se entremezclan y no dejan claras sus fronteras.

Además, con la inversión por parte de los Estados y de entidades privadas en infraestructura vial y telecomunicaciones, y las relaciones entre espacios rurales y urbanos se están volviendo cada vez más interdependientes, donde muchas instituciones, entendiéndose esto desde North (1990), se establecen y entremezclan en ambos espacios.

Por esta razón, es importante trabajar en este contínuum, que a pesar de basarse todavía en una diferenciación dicotómica entre urbano-rural, plantea grados de interrelaciones entre la una y la otra creando sitios donde las dos conviven al mismo tiempo y donde las dinámicas las distinguen de otros espacios (OECD, 2013; Sancho Comíns & Reinoso Moreno, 2012).

Dentro de estos territorios donde se crean y recrean las relaciones urbano-rurales, son las alianzas entre sus actores las que pueden impulsar la producción de bienes públicos y el desarrollo territorial (OECD, 2018). Es dentro de estos espacios donde se entretejen los medios de vida de las familias, diversificando sus actividades económicas entre agrícola y no agrícola. Para entender estas nuevas y variadas actividades familiares, no se pueden solo analizar las dinámicas rurales, más bien hay que estudiar las relaciones integradas entre estas y las urbanan (Akkoyunlu, 2015; Matijasevic Arcila & Ruiz Silva, 2013; Torrens, 2017).

 

Diferentes mediciones utilizadas

 

La medición de la ruralidad es un tema, que al igual que la definición misma, varía de continente en continente, de país en país. Existen metodologías que se basan en el uso de suelo, otras en las actividades económicas, algunas hacen combinaciones de variables, pero siempre se adecúan a la disponibilidad de información y al entendimiento de lo rural y lo urbano.

Al respecto, Sancho Comíns y Reinoso Moreno (2012), recalcan que la mayoría de las mediciones de ruralidad “están basados en indicadores simples, que, si bien facilitan la clasificación, representan una notable simplificación de la realidad, en algunos casos se combinan distintos indicadores simples para paliar el empobrecimiento que conlleva su utilización” (p. 603). Los censos de población son en general la fuente de la información para poder realizar estos cálculos y se delimitan geográficamente en las divisiones político-administrativas de los países (Ramírez, 2008).

Según Faiguenbaum y Namdar-Irani (2005, citados en Rodríguez & Saborío, 2008a), las mediciones de lo rural se basan a grandes rasgos en los siguientes puntos: la cantidad de habitantes, el tamaño de las localidades, el sector en el que se ocupa la población económicamente activa (PEA), su definición de manera administrativa, remanente de lo urbano, y por acceso a servicios públicos (2008a, p. 3).

Además, Matijasevic Arcila y Ruiz Silva (2013) y Hopkins y Copus (2018), recalcan que la forma más habitual para la medición de lo rural, es el aspecto demográfico de un territorio, específicamente la densidad poblacional. Para el caso de las gradientes intermedias del contínuum urbano-rural, Rodríguez y Saborío (2008b), mencionan que los criterios de densidad y actividades económicas son las más comunes para su cálculo. Existen otros métodos de medición, entre los que se pueden mencionar los siguientes:

Hopkins y Copus (2018). Los autores utilizan variables poblacionales y de acceso para la medición en Escocia. Proponen nueve diferentes gradientes del contínuum urbano-rural. Basados en límites de 10 000, 50 000, 100 000, y ciudades mayores, además de tiempo de traslado 30 o 60 minutos.

Ramírez (2008). Dentro del contínuum menciona las clasificaciones de urbano, periferia urbana, rural concentrado, y rural disperso. Las diferencias se relacionan a elementos físico funcionales como servicios públicos, aceras, calles. Además, contienen indicadores de proximidad a centros urbanos. Se considera que lo rural es lo remanente después de clasificar lo urbano.

Carmona y Saborío (2008). La medición se realiza con base en las categorías urbano primario, urbano secundario, mixto marginal, mixto de servicios, mixto agrícola, rural con infraestructura y rural remoto. Las diferencias se basan en densidad poblacional, ocupación de los habitantes económicamente activos, y el acceso a servicios públicos que, al agregarlos, se perpetúa la relación de que lo rural es atrasado.

Saborío y Rodríguez (2008). Los autores utilizan índices de vegetación, de distancia a caminos, a poblados y generan luego un ponderado de ruralidad con esos tres indicadores. Con este cáclculo forman cinco clasificaciones, urbano central, urbano periferia, transitorio, rural no aislado y rural aislado. Las diferencias provienen entonces de los indicadores que toman en cuenta el uso de suelo, la cercanía a vías primarias y secundarias, y la cercanía a ciudades o pueblos.

OCDE (2013). En esta organización se establecen tres categorías, predominantemente urbano, intermedio y predominantemente rural. Primero se catalogan las áreas administrativas en rural o urbano dependiendo de la densidad poblacional, posteriormente, se clasifican en estas tres categorías según el porcentaje de gente que vive en estas áreas administrativas. Según el porcentaje es predominantemente urbano, intermedio o predominantemente rural.

Los Estados Unidos de América (EE. UU.). Según Rodríguez y Saborío (2008a), en ese país manejan la gradiente rural-urbana para poder clasificar sus territorios en diferentes categorías. Utilizan la cantidad de población en una comunidad y la clasificación de las áreas adyacentes a ella.

Unión Europea (mediante el Eurostat) (2018). Utilizan un método de enrejado de celdas de un kilómetro cuadrado. La clasificación tiene tres categorías similares a las de la OCDE, predominantemente urbano, intermedio y predominantemente rural. Estas divisiones son unidas en grupos de enrejados si estas se categorizan de la misma manera y son adyacentes entre sí, conformando de esta forma un clúster.

Los clústeres luego son catalogados como centros urbanos, clústeres urbanos o celdas rurales. Los primeros cuentan con una densidad poblacional de 1500 habitantes por kilómetro cuadrado y de no menos de 50 000 habitantes. Los clústeres urbanos tienen una densidad de 300 habitantes por kilómetro cuadrado y un mínimo de 5000 habitantes. Las celdas rurales son las que no están categorizadas como centros urbanos ni clúster urbanos. Con esto si el 80 % de la población vive en clústeres urbanos, es una región predominantemente urbana, si es entre el 50 % y el 80 % es intermedio y si es menos del 50 % es predominantemente rural.

Brezzi et al para la OCDE, (2011). A partir de las clasificaciones previas de la organización, se dividen la intermedia y la rural en dos, dependiendo de la proximidad a un centro poblado de más de 50 000 habitantes. Resultan entonces las categorías a) predominantemente urbano, b) intermedio cerca de una ciudad, c) intermedio remoto, d) predominantemente rural cerca de una ciudad y e) predominantemente rural remoto.

INEC, (2018). Establece previo a los censos las localidades urbanas y rurales dependiendo de un criterio físico y funcional. La definición luego de predominantemente urbano o predominantemente rural toma en cuenta indicadores como el porcentaje de población en el distrito según tipo de espacio, su densidad, viviendas individuales ocupadas, porcentaje de habitantes que labora fuera del sector primario.

Tomando en cuenta estos diferentes métodos para la medición de la ruralidad, se puede concluir entonces, que deben usarse una combinación de criterios multidimensionales que permitan distinguir la variedad que hay entre estos territorios, pero también que admitan identificar las interrelaciones que existen en los lugares típicamente clasificados como rurales y urbanos, además de entender que puede ser ni lo uno, ni lo otro pero estar inmerso dentro de ese contínuum urbano-rural (Dirven & Candia, 2020; Rodríguez & Saborío, 2008b).

Por otro lado, en una medición de estos espacios, debe procurarse dar un espacio a lo que menciona Matijasevic Arcila y Ruiz Silvia (2013), donde hay que “eliminar la asociación de rural con atrasado, pobre, etc., dado que la predominancia de la pobreza en zonas rurales es una consecuencia, y no puede ser un punto de partida para capturar las variables a ser seleccionadas para medir la ruralidad” (p. 34).

 

Propuesta de medición y clasificación

 

En esta sección se van a explorar posibles indicadores para la medición de la ruralidad, delimitaciones espaciales para realizar los análisis de la información y una categorización tomando en cuenta el contínuum urbano-rural. El objetivo de elaborar una nueva propuesta para la medición y clasificación en Costa Rica es, como mencionan Rodríguez y Saborío (2008b), “permitir políticas de desarrollo rural y regional mejor enfocadas y más adaptadas a las características de los territorios.” (p. 204).

 

Variables e indicadores

Las variables que se toman en cuenta en esta propuesta pueden dividirse a grandes rasgos en tres clases, poblacional, uso de tierras y de accesibilidad. En general, se espera que con estos indicadores se pueda analizar la distribución de los habitantes dentro de un área geográfica determinada, el uso del suelo que se da allí, a que se dedican sus habitantes, y que tan próxima está a otras localidades consideradas ciudades.

En la escogencia de las clases y sus variables se tomaron en cuenta consideraciones sobre la relación densidad-actividad económica (Rodríguez & Murillo, 2008) y sumado a esto también, el aislamiento de las localidades (Rodríguez & Saborío, 2008b). Por lo tanto, en esta propuesta se toman en cuenta las siguientes:

Los indicadores relacionados a estas variables serían las siguientes:

 

Método de análisis y cruce de las variables

La propuesta presenta un cruce de los datos para poder definir si un espacio geográfico es urbano, es rural o es transitorio. El primer paso sería cruzar la variable de suelo (uso de suelo) con las variables poblacionales (densidad poblacional, ocupación de la PEA, y acceso a servicios de salud). El resultado sería, si la variable uso de suelo cumple con el indicador, es entonces considerado rural en la variable de uso de tierra. Mientras que para que sea considerado rural en la variable poblacional, debe cumplir con uno o más de los indicadores. El ejercicio podría verse de esta forma en una matriz.

 

Tabla 1.

Cruce de variables uso de suelo y poblacional.

Población

Urbano

Rural

Suelo

Urbano

Urbano

Transición

Rural

Transición

Rural

Fuente: elaboración propia, 2020.

 

 

Cuando se tiene el resultado del primer ejercicio con las variables suelo y población, se cruza lo obtenido en el primer paso, con la accesibilidad (proximidad a una ciudad). Esta puede ser alta o baja y considerando si cumple o no con el indicador propuesto respectivamente. El cruce se vería de la siguiente forma en una matriz:

 

Tabla 2.

Cruce de variables urbano-rural y accesibilidad

Accesibilidad

Alta

Baja

Rural - Urbano

Urbano

Urbano

Transición

Periurbano

Rururbano

Rural

Rural

Rural Remoto

Fuente: elaboración propia, 2020.

 

 

Delimitación espacial para la medición

La delimitación especial para poder recopilar, analizar y mostrar resultados de la información, está basado en la metodología de los enrejados o las celdas (gridcells en inglés) que maneja la Unión Europea y en la propuesta que elaboran Bonilla y Rosero (2008). En la actualidad, el INEC utiliza la Unidad Geoestadística Mínima (UGM), para poder hacer el levantamiento de la información.

Es definida por el INEC (2010), como la “división territorial mínima del país, desarrollada exclusivamente para fines estadísticos, tiene forma poligonal de superficie variable y equivale a lo que comúnmente llamamos manzanas o cuadras. Está constituida por un grupo de viviendas, edificios, predios, lotes o terrenos” (p. 23). Las UGM pueden ser de diferentes tamaños y formas por lo que la comparación y la homologación de la información en estas unidades puede ser complejo.

La idea de basar la delimitación espacial de esta propuesta en las celdas expuestas en la metodología de la Unión Europea, y de Bonilla y Rosero es generar la mayor desagregación de la información posible y factible, y a su vez trascender la delimitación político-administrativa que muchas veces no responde a las dinámicas socioeconómicas, ni a los espacios de urbanización de un territorio.

Complementariamente, el uso de los enrejados facilita su agregación en clústeres de características similares y así construir gradientes que se adecuen a las realidades territoriales (Dirven & Candia, 2020) y la posibilidad de ir directamente de los estos a delimitaciones mayores como cantones o regiones, permite evitar la distorsión generada por analizar la información de distritos o cantones de diferentes tamaños (Eurostat, 2018).

La delimitación espacial que se propone consiste en la desagregación del territorio del país en celdas de un kilómetro cuadrado. Cada una de estas será analizada para definir con las variables de uso de suelo y poblacional, si son urbano o rural. Considerando estas dos categorías, se agruparán las celdas adyacentes que tengan la misma categoría para crear clústeres.

Estos clústeres luego serán cruzados con las variables de accesibilidad para poder clasificarlos en urbano, periurbano, rururbano, rural o rural remoto. Luego, las divisiones administrativas (distritos, cantones, territorios y regiones) podrán ser analizadas utilizando estas agrupaciones para definir la categoría.

 

Categorización de ruralidad y urbanidad

 

La creación de varias clasificaciones también impulsaría la conciliación de políticas públicas con las diferentes realidades de las comunidades (Brezzi et al., 2011). La propuesta se divide en dos, una para los clústeres y otra para las divisiones administrativas del Estado. La categorización para las segundas tiene tres clases, estas están basadas la OCDE (2013), donde se plantean las siguientes:

 

 

Para la clasificación de los clústeres se proponen seis clasificaciones, cinco se mencionaron en el apartado “2.2. Método de análisis de las variables en la delimitación espacial”, las cuáles son: a) urbano; b) periurbano; c) rururbano; d) rural; y e) rural remoto. La sexta podría a su vez considerarse una subcategoría, donde se propone la utilización de la variable uso de suelo restringido, para poder caracterizar un aspecto que el Estado costarricense ha trabajado desde hace varias décadas. La división en seis categorías beneficiaría la atención de las diferencias que hay entre territorios, además de entender la heterogeneidad que se presenta en las dinámicas socioeconómicas del contínuum urbano-rural.

Para esta subcategoría se analiza si los clústeres (principalmente, rururbano, rural, y rural remoto) tienen un uso de suelo restringido. El Estado costarricense plantea algunas restricciones a las tierras en la normativa del país. Por ejemplo, el Reglamento a la Ley de la Biodiversidad (Gobierno de la República de Costa Rica, 2008) plantea que las categorías de Áreas Silvestres Protegidas, reservas forestales; zonas protectoras; parques nacionales, reservas biológicas, refugios de vida silvestre, humedales, entre otras están dentro de Áreas Bajo Régimen Especial (Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, 2018).

Para la creación de esta subcategoría entonces, se debe verificar si el clúster cumple con el indicador propuesto (porcentaje del suelo que está sujeto a alguna normativa que restringe su uso). Las restricciones que se tomarán en cuenta serán las siguientes:

 

Analizadas las restricciones, si se cumple con el indicador, los clústeres serán agrupados en su categoría y el adicional de protegido. Es decir, si alguno es considerado rural y a su vez cumple con el indicador de uso de suelo restringido, este será rural protegido. De la misma forma si un clúster es considerado rururbano y cumple con el indicador de uso de suelo restringido, este será rururbano protegido. Adicional a esta subcategoría para los clústeres, las autoridades del Estado podrían considerar la utilización de esta para los distritos de los cantones, por ejemplo, pudiéndose utilizar la clasificación predominantemente rural protegido o intermedio protegido.

 

Conclusiones y recomendaciones

La propuesta que se ha desarrollado en este documento, toma como base varios estudios realizados sobre la ruralidad, su definición y su medición, además de usos históricos de metodologías por parte de algunas instituciones. Cabe resaltar en este apartado aspectos importantes encontrados en algunas de las metodologías y definiciones estudiadas durante el desarrollo de este trabajo.

Primeramente, y tal vez lo más importante, es no tomar en cuenta algunas variables de aspectos funcionales a la hora de definir lo rural, por ejemplo, acceso a agua potable o electrificación. Al utilizar estos factores, se está relacionando este tipo de espacios con lo atrasado, no debe entenderse que, si no se tiene alguno de estos servicios públicos es por su calidad de rural, esto significaría que conseguirlos hace que sea una localidad más desarrollada, más urbana, es decir, la única forma de desarrollarse es urbarnizarse.

A su vez, hay que tomar en cuenta que existen diferentes tipos de ruralidad, por lo que se deben crear categorías diferentes para ellas. Esta propuesta distingue algunos casos, pero estas pueden ampliarse para que se adecuen más a las dinámicas sociales, culturales y económicas de cada territorio.

La relación urbano-rural debe dejar de verse como un antagonismo, y se debe entender como un contínuum, que no elimina completamente esa dicotomía, pero permite crear grados de interacción entre ambos espacios donde se interrelacionan y hasta adoptan características uno del otro. Ante esto, queda claro que estas dinámicas no respetan divisiones administrativas, por lo que se debe hacer un estudio y delimitación espacial de las mediciones tomando en cuenta las construcciones sociales que se realizan día con día para poder generar los análisis en áreas que no necesariamente, se adecuan a esta normativa política.

Tomando esto en cuenta, para la creación de política pública territorializada, tendrá un mayor impacto entender la realidad de un específico o sus dinámicas, que saber que tan rural o que tan urbano es, por esto debe entenderse que existe este continuum y que existen diferentes tipos de ruralidades.

A partir de estas conclusiones, se proponen a su vez algunas recomendaciones para poder generar nuevos trabajos o para tomar acciones vinculados a los resultados de este documento. Por la coyuntura del ingreso del país a la OCDE, este proceso se debe aprovechar para analizar el beneficio que tendría contar con dos mediciones de lo rural, una nacional que se adapte al acceso real de la información y a las realidades de los territorios, y otra homologada de manera internacional. Al estar Costa Rica en la etapa final de ingreso a la organización, se propone que sea esta metodología la que se use para poder hacer comparativos con otras naciones.

Al realizar una caracterización de cada territorio, se debe tomar en cuentan algunos indicadores importantes para conocer la realidad de su ruralidad; estos pueden crear distorsiones si se usaran para definir si un lugar cumple o no con esta categoría por la heterogeneidad de las diferentes ruralidades existentes en el país. Algunos ejemplos de estos pueden ser el coeficiente de Gini sobre tenencia de la tierra, cantidad de población en los centros urbanos más cercanos, principales actividades productivas, identidades culturales interrelacionadas, entre otros.

Por la metodología que se presenta en este documento, debe fomentarse el trabajo interinstitucional, como el Inder, el INEC y el Instituto Geográfico Nacional, para desarrollar a fondo el manejo de las celdas (gridcells) para el levantamiento y el análisis de la información. A su vez, esta propuesta debe socializarse, probarse y validarse con algunos ejemplos para poder verificar los límites de los indicadores, además de ensayar si las delimitaciones espaciales de las celdas apoyan la definición de las categorías del contínuum urbano-rural.

Finalmente, se debe valorar la utilidad de actualizar la manera en que se delimitan los territorios en Costa Rica para adecuarlos a su funcionalidad e identidad cultural y no a una categorización de rural o urbana. Entendiendo los territorios como actores vivos, con sus propias dinámicas y relaciones urbano-rurales, y parte de este contínuum.

 

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Propuesta de medición y categorización de la ruralidad en Costa Rica
Esteban Chacón Orozco

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