¿Economía política o nueva ruralidad?
hacia la comprensión de la problemática agraria actual en
América Latina

Political economy or new rurality?
Towards understanding the current agrarian problematic in Latin America

Mauricio Chamorro
Abogado y Sociólogo. Especialista en Estudios Latinoamericanos
Magister (c) en Antropología, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Ecuador)
Docente investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Cooperativa de Colombia
Miembro del grupo de investigación La Minga
mauricio.254@hotmail.com

Resumen

La existencia de una problemática agraria actual en América Latina, resultado de la implementación del modelo de globalización neoliberal y caracterizada por una nueva restructuración del capital, obliga a las ciencias sociales a pensar en las teorías y herramientas más adecuadas para su comprensión. En este sentido, el propósito de este ensayo es responder al siguiente interrogante: ¿cuál de las teorías o enfoques del desarrollo rural ofrece una teorización más apropiada para la comprensión de la problemática agraria actual?  Así las cosas, a partir de una metodología histórico-hermenéutica, que propiciará comprender los procesos sociales desde una lectura reflexiva y crítica, se analizarán y contrastarán la economía política marxista y el enfoque de la nueva ruralidad.

Palabras claves: Problemática agraria; Globalización neoliberal; Desarrollo rural; Economía política; Nueva ruralidad

Abstract.

The existence of current agrarian problematic in Latin America, as a result of the implementation of the neoliberal globalization model and characterized by a new capital restructuring, requires from the social sciences to think about the theories and better tools for its understanding. In this sense, the purpose of this essay is to answer the following question: which of the theories or approaches to rural development offers a more appropriate theorizing for understanding the current agrarian problem? So, from a historical-hermeneutic methodology that will facilitate understanding of social processes from a reflective and critical reading, will analyze and will contrast the Marxist political economy and the new rurality.

Keywords: Agrarian Problematic; Neoliberal Globalization, Rural Development, Political Economy, New Rurality

Introducción.

La problemática agraria actual

Durante las últimas décadas, “las sociedades rurales han presentado cambios estructurales, debido en buen parte al modelo de desarrollo global” (Pérez, 2001:17). El cambio “de una estrategia de desarrollo orientado al interior vía la industrialización por sustitución de importaciones  por una estrategia orientada al exterior acercó más el sector agrícola a los mercados globales, desencadenó una restructuración mayor de  la sociedad y de la economía rurales en Latinoamérica” (Kay, 2009:607).Como afirma Hubert Grammont, con la globalización, las transformaciones del campo latinoamericano han constituido una sociedad rural más diversificada (2004), lo que de plano ha establecido una realidad (problemática) agraria diferente a la de anteriores épocas.

La existencia de una problemática agraria actual, resultado de la implementación del modelo de globalización neoliberal, es un punto de encuentro entre los distintos cientistas sociales. Henry Bernstein, por ejemplo, ha afirmado que “la economía mundial capitalista ha atravesado por un proceso de profundo cambio, que por lo común se ha denominado globalización,” y que “en su sentido más amplio, hace referencia a las nuevas formas de restructuración del capital en una escala mundial” (2012:111). Igualmente, Alain de Janvry y Carlos Garramón (1977) explican cómo desde la entrada de América Latina en el mundo mercantil y el sistema capitalista, y posteriormente con los procesos de globalización, la lógica de la acumulación desarticulada ha implicado  el establecimiento de relaciones sociales de producción con sustento en la  dependencia. En la misma línea, de crítica al neoliberalismo, Cristóbal Kay asegura que con las políticas neoliberales:

“ […] se está transformando profundamente la economía y la sociedad rural latinoamericana lo que implica un cambio cualitativo en el proceso de desarrollo del capitalismo de la región. Se puede resaltar particularmente la gran apertura de las agriculturas latinoamericanas al mercado mundial; la liberación de los mercados de capital, trabajo y tierra; el creciente dominio de los complejos agroindustriales, de las inversiones extranjeras y de las exportaciones; la capacidad decreciente de los estados nacionales en influenciar (y menos aún en dirigir) las transformaciones rurales; y, el mayor poder de los capitalistas sobre los campesinos y trabajadores rurales, a pesar de la nuevas movilizaciones y protestas sociales” (Kay, 2007: 96). 

De esta forma, la realidad (problemática) agraria actual en América Latina contempla las principales transformaciones que dieron origen a la nueva ruralidad,  y que Cristobál Kay ha sintetizado de la siguiente manera: “el giro de las actividades rurales fuera de la granja; la creciente flexibilización y feminización del trabajo rural; el cada vez mayor número de interacciones del ámbito rural y el urbano, y la creciente importancia de la migración internacional y de las remesas de fondos” (Kay, 2009:614). Sin embargo, no podemos obviar las tres explicaciones que Henry Bernstein adjudica al desarrollo desigual del capitalismo en la producción agrícola, y que definitivamente también hacen parte de la problemática agraria actual: “los ‘obstáculos’ a la inversión de capital en la producción agrícola; los intereses del capital por permitir o estimular la reproducción de la producción agrícola en pequeña escala;  y la resistencia de parte de los pequeños granjeros al despojo y la proletarización” (Bernstein, 2012:125).

En resumen, el presente ensayo no pretende argumentar cuál teoría del desarrollo rural es la “mejor” o las “más adecuada” para alcanzar el “tan anhelado” desarrollo, ya que éste propósito debería empezar por discutir sobre la misma idea de desarrollo y su imposición por parte de los sistemas hegemónicos mundiales. Más bien, el propósito de este ensayo es responder al siguiente interrogante: ¿cuál de las teorías o enfoques del desarrollo rural ofrece una teorización más apropiada para la comprensión de la problemática agraria actual? En este caso pondré de manifiesto una comparación entre la economía política marxista y el enfoque de la nueva ruralidad. La elección de estas dos perspectivas obedece a su posición crítica frente a la arremetida neoliberal, además de la significancia teórica y operativa que brindan para el estudio de la problemática agraria actual en América Latina.     No obstante, es importante aclarar que la elección es de mi total responsabilidad, con lo cual no pretendo excluir los valiosos aportes que pueden proponer otros enfoques del desarrollo rural –como el estructuralismo, la dependencia, el neoestructuralismo y las estrategias de vida rural entre otros– sino, más bien, provocar una discusión académica entorno a una perspectiva crítica que contiene una visión holística y otra perspectiva –igualmente crítica– que surge en América Latina.

La vigencia de la economía política en la era del neoliberalismo

A finales del siglo XIX se había producido una desintegración en el interior de las ciencias sociales. De un lado se había ubicado a las ciencias sociales que estudiaban el mundo moderno/civilizado (historia, sociología, economía y ciencia política); y del otro lado a las ciencias sociales que se dedicaban al estudio del mundo no moderno (antropología y estudios orientales) (Wallerstein, 2007).  De esta manera, la economía, la ciencia política y la sociología, ocupadas del presente de ese mundo moderno/civilizado, habían sentado sus primeros cimientos sobre la desarticulación de la economía política. La idea de que el mercado y el Estado operaban y debían operar bajo lógicas distintas llevó a que la economía política fuera relegada  (Wallerstein, 2007).

“La frase ‘economía política’, popular en el siglo XVIII, desaparece para la segunda mitad del siglo XIX para ser sustituida por ‘economía’. Al eliminar el adjetivo ‘política’, los economistas podían sostener que el comportamiento económico era el reflejo de una psicología individual universal, y no de instituciones socialmente construidas, argumento que a continuación podía utilizarse para afirmar la naturaleza de los principios de laissez-faire” (Wallerstein, 2007:20).

La economía política del siglo XVIII, economía política  burguesa como la llama Karl Marx, habría sido consolidada con el pensamiento de la economía clásica de Adam Smith y David Ricardo, y asentaría sus bases  en el hecho de proyectar el concepto de producción en un ahistórico estado natural y luego pasar a considerar el concepto general de producción (Krahl, 1979). En este sentido,  la ahistoricidad de la economía política burguesa contrasta con el carácter histórico de la economía política marxista.

La crítica que haría Marx a la economía política del siglo XVIII propició el surgimiento de una ciencia social crítica que analiza las problemáticas sociales de forma holística. De esta forma, la economía política marxista se incorporó a la investigación desde la óptica de diversas disciplinas. En este sentido, para el caso que nos ocupa, se ha definido la misión de la economía política agraria  como el estudio de “las relaciones sociales y las dinámicas de la producción y la reproducción de la propiedad y el poder en las formaciones agrarias y su proceso de cambio, tanto histórico como contemporáneo” (Bernstein, 2012:9). La economía política agraria utiliza algunos de los conceptos de la teoría de modo capitalista de producción elaborada por Marx para entender las diversas y complejas historias agrarias en el mundo moderno (Bernstein, 2012).

Henry Bernstein reconoce que el mundo agrario actual es diferente al de algunas décadas, esto debido a la globalización neoliberal. “La expresión globalización neoliberal sugiere que los cambios y dinámicas del actual periodo no son simplemente el efecto ‘automático’ de la naturaleza cíclica y de las contradicciones del capitalismo sino que representan un programa ideológico y político particular (neoliberalismo) para resolver los problemas del capital” (Bernstein, 2012:112). El neoliberalismo, como un proyecto político particular, precisa que las políticas que permiten su consolidación sean  aplicadas, en gran medida, a través de una activa intervención estatal. En otras palabras, “el Estado tuvo que intervenir para no intervenir” (Santos, 1998:142). Esta es la principal razón para estudiar el mercado y el Estado de forma indivisible.

La nueva ruralidad: Una propuesta desde América Latina

La propuesta de la nueva ruralidad, formulada a comienzos de la década de 1990, dio origen a un debate sobre su contenido y alcances: según algunos autores, la nueva ruralidad buscaba identificar “nuevos” fenómenos y procesos; para otros, era un nuevo enfoque para describir e interpretar los “viejos” procesos del cambio del mundo rural; y otros, más radicales, afirmaban que era el surgimiento de un nuevo paradigma que haría obsoleta la categoría rural en la ciencias sociales (Llambí y Pérez, 2007).

El debate sobre los contenidos y alcances de la nueva ruralidad se encuentra aún vigente. Lo cierto es que el “cambio de una estrategia de desarrollo impulsada por el Estado a una neoliberal impulsada por el mercado dio paso al enfoque de la ‘nueva ruralidad’ del desarrollo rural” (Kay, 2009:608), e igualmente cambió la realidad agraria “organizada en torno a la actividad primaria hacia una sociedad rural más diversificada” (Grammont, 2004:280), característica principal de la realidad agraria actual.

No obstante, si bien se podría afirmar que los contenidos y alcances de este nuevo enfoque se encuentran aún en debate, de alguna forma sí existe conformidad sobre las principales transformaciones que dieron origen a la nueva ruralidad. Edelmira Pérez habla de los tres grandes cambios del mundo rural, donde incluye el aspecto demográfico, el económico y el institucional (Pérez, 2001). Por su parte, Hubert de Grammont proporciona especial importancia a la “diversidad de actividades y relaciones sociales que vinculan estrechamente las aldeas campesinas con los centros urbanos y la actividad industrial” (2004:279).  En este sentido, como se menciona al comienzo del ensayo, Cristobal Kay (2009) ha realizado un gran esfuerzo por sintetizar los aspectos que los nuevos ruralistas toman en cuenta para hablar de transformaciones en la nueva ruralidad de Latinoamérica.

Para Kay, el primer aspecto a tener en cuenta es que “las actividades rurales fuera de la granja se han tornado cada vez más importantes en términos de empleos e ingresos para los habitantes rurales de Latinoamérica” (2009:614). Como segundo aspecto encontramos que “el proceso de globalización neoliberal ha intensificado las presiones competitivas sobre la agricultura de América Latina”, por lo cual “los agricultores capitalistas han respondido reduciendo los costos de mano de obra, al sustituir a trabajadores fijos y estables por una fuerza de trabajo temporal y flexible” (2009:625). El Tercer aspecto  “es el desvanecimiento de la diferencia entre el mundo rural y el urbano” (2009:617). Finalmente, el último aspecto se relaciona con la “importancia que la migración internacional y las remesas han adquirido en la nueva ruralidad latinoamericana” (2009:618).

La concreción de los anteriores aspectos han configurado el enfoque de la “nueva ruralidad” Latinoamericana. No obstante, debido a las variadas opiniones entre los autores sobre la nueva ruralidad, se puede distinguir dentro de este enfoque tres puntos de vista: “reformista”, “comunitario” y “territorial” (Kay, 2009). Los nuevos ruralistas reformistas “buscan formas de reorientar las políticas públicas y ampliar su campo de acción para mejorar el sustento en el campo (Kay, 2009). Por su parte, el enfoque de la nueva ruralidad comunitaria afirma que tenemos que aprender de las comunidades campesina, y  se basa en tres principios fundamentales: autonomía, autosuficiencia y diversificación productiva (Barkin, 2001a: 33 citado en: Kay, 2009).  El enfoque territorial de la nueva ruralidad sostiene que objeto de estudio debe ser el análisis de los territorios rural-urbano realmente existentes, no una ruralidad en abstracto, de esta forma se evitará el simplismo de las teorías conspirativas (Llambí y Pérez, 2007:58).

Como se aprecia, “la expresión ‘nueva ruralidad’ tiene un significado polisémico que limita su uso conceptual. Su virtud es que implica la existencia de cambios importantes en el campo que parecen marcar una nueva etapa en su relación con la ciudad y la sociedad en general, tanto en el nivel económico como en lo social, cultural y político” (Grammont, 2004:289); además de enmarcarse en el contexto de la globalización neoliberal que aqueja a América Latina.

Conclusiones.

Notas sobre lo rural, los campesinos y el Estado

Es evidente que la realidad agraria actual ha cambiado. Actualmente, en América Latina se hace imposible comprender la problemática agraria a partir del análisis de la actividad primaria, o desde campesinos poseedores de una economía específica que se mantienen por fuera del sistema hegemónico. Sin embargo, el hecho de que la realidad agraria actual sea diferente a la de hace algunas décadas, no implica que se deba desechar todas las categorías y conceptos de análisis que se habían gestado al interior de las ciencias sociales. Lo que realmente se debe hacer es poner a prueba la utilidad analítica de esas categorías y conceptos, y no limitarse a –pretender– buscar su presencia empírica –ya que esto depende del locus del investigador.

Un primer concepto que había sido útil para comprender la realidad social fue lo rural. Sin embargo, los nuevos ruralistas aseguran que la dicotomía rural-urbana está basada en una simplificación. En este sentido, autores como Luis Llambí y Edelmira Pérez no toman en cuenta que dicha dicotomía puede ser presentada por la sociología como una construcción analítica, puramente conceptual, que posibilita una comprensión de la realidad, pero que al mismo tiempo no puede ser encontrada empíricamente en la realidad (Weber, 1949). De cierta forma, lo que los autores aseguran es una “simplificación” se constituye en una inobservancia de los “tipos ideales” de la tradición weberiana.

Por su parte, la economía política marxista reconoce que una “tendencia característica de la agricultura capitalista moderna consiste en tratar de alinear a la producción agrícola con la producción industrial” (Bernstein, 2012:126). Pese a esto, en América Latina este proceso aún se encuentra en marcha, no es un proceso acabado, por lo cual el concepto de lo rural sigue siendo útil al momento de comprender la imposición de la producción industrial por sobre la agrícola.

>En el mismo sentido, el enfoque de la nueva ruralidad se interroga sobre “¿nuevos o viejos campesinismos?” (Llambí y Pérez, 2007:49). La misma noción de “campesino” es puesta en entre dicho por algunos nuevos ruralistas (como Luis Llambí y Edelmira Pérez). Sin embargo, la crítica que realizan los autores a la noción de campesino y de campesinado sustentada en la supuesta homogeneidad del concepto,  olvida que una “generalización sociológica no implica una pretensión de homogeneidad ni un intento de uniformidad. Por el contrario, un estudio comparativo implica la existencia de similitudes y diferencias, sin las cuales, por supuesto, una generalización carecería de sentido” (Shanin, 1979:9). Además, la definición del campesinado realizada por Shanin conjuga “una relación específica con la tierra, con la granja familiar campesina y con la comunidad aldeana  campesina como la unidad básica de la interacción social” (Shanin, 1979:216). Lo anterior  implica que los campesinos no son entes que puedan ser estudiados aisladamente. Por eso, una crítica del campesinado debería ir acompañada de una crítica a los otros elementos que los configuran como tales.

A este respecto, la economía política marxista también se ha preguntado sobre “¿quiénes son los granjeros en la actualidad?” (Bernstein, 2012:11).  No obstante, el concepto no ha sido descartado. Según Henry Bernstein el término ‘campesino (y ‘campesinado’) es mejor restringirlo a usos analíticos más que normativos, “y a dos tipos de circunstancias históricas: aquellas de las (i) sociedades precapitalistas, pobladas sobre todo por granjeros en pequeña escala, y (ii) procesos de transición al capitalismo” (2012:13). No descartar al campesinado en el periodo de la globalización, e incluir la visión de clase en la sociedad agraria, implica observar los procesos de dominación, subordinación y explotación a los que este grupo social se enfrenta. Para ilustrar lo anterior, Eric Wolf desde la antropología y la economía política ha definido a los campesinos de la siguiente manera:

“Los campesinos son labradores y ganaderos cuyos excedentes son transferidos a un grupo dominante de gobernantes que los emplea para asegurar su propio nivel de vida y que distribuye el remanente a los grupos sociales que no labran la tierra, pero que han de ser alimentados a cambio de otros géneros de artículos que ellos producen” (Wolf, 1978:12).

El enfoque de la nueva ruralidad no contiene “un análisis de la sociología política del Estado y de las relaciones de poder que dan forma a las políticas públicas […] El enfoque de la nueva ruralidad, particularmente en su versión reformista, no logra apreciar por completo las limitaciones del neoliberalismo ni las restricciones impuestas por la globalización capitalista sobre las posibilidades de desarrollo del campesinado y de los trabajadores del campo” (Kay, 2009: 623). La nueva ruralidad únicamente contempla la relación entre actores sociales, y entre actores e  instituciones.

La economía política, por su parte, conjuga el análisis del mercado –donde se encuentran presentes las relaciones sociales (actores, instituciones ONG, empresas privadas)– con el análisis del Estado. Como se mencionó anteriormente, el neoliberalismo, como un proyecto político particular, precisa que las políticas que permiten su consolidación sean  aplicadas, en gran medida, a través de una activa intervención estatal. De ahí la necesidad de estudiar al Estado como una realidad y un actor importante en los procesos económicos mundiales.

Finalmente, para avivar el debate, propongo una perspectiva que rescate los aportes realizados por la nueva ruralidad y la economía política marxista, en la medida que evidencian cambios reales que han permeado los territorios a través de la globalización neoliberal (y que podemos denominar como la problemática agraria actual). La necesidad de estudiar la relación campo-ciudad, sin presentarla como una dicotomía, contiene el cambio estructural histórico del espacio rural. Además, analizar la participación del Estado en las políticas económicas mundiales, se convierte en una situación sine qua non podría comprenderse la problemática agraria actual.

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