La paradoja del desarrollo humano y la actividad minero-energética en el Macizo Colombiano: realidades en el Municipio de la Vega Cauca

The paradox of human development and mining and energy activities in the Colombian Massif: realities in the Municipality of Vega Cauca

Denis Antonio Arboleda Suarez
Institución Educativa Técnica Miguel Zapata, Argelia Cauca
dearsua@hotmail.com

Resumen

En el siguiente artículo se realiza una revisión de las implicaciones generadas por el avance del proyecto minero en una localidad del macizo colombiano, específicamente en el municipio de la Vega Cauca, lugar donde tiene acción el Proceso Campesino y Popular de la Vega Cauca y que a su vez como producto de las dinámicas de oposición en coordinación con otras organizaciones sociales han sido objeto de persecución, amenazas y desaparición. En esta medida se plantea como paradoja el discurso del desarrollo humano frente al avance de la actividad minera en las montañas del sur del Cauca. Se parte de un breve análisis del discurso del desarrollo como instrumento de poder, para luego situarse en algunos hechos y sucesos históricos que forman parte del avance del proyecto minero-energético para así confrontar los sucesos y realidades con la existencia o no de un verdadero desarrollo humano. Si bien es un tema con muchas aristas de análisis, se espera realizar una aproximación a la problemática vivida durante los últimos años en esta localidad.

Palabras clave: desarrollo, desarrollo humano, minería, resistencia social

Abstract

The following article reviews the implications generated by the advance of the mining project in a locality of the Colombian Massif, specifically in the town of Vega Cauca, where action has Farmer and Vega Popular Process of Cauca is performed and that itself the product of the dynamics of opposition in coordination with other social organizations have been subject to persecution, threats and disappearance. This measure is proposed as paradoxical discourse of human development with the advance of mining in the mountains of southern Cauca. It begins with a brief analysis of development discourse as an instrument of power, and then placed in some historical facts and events that are part of the advancement of the mining project and the events and realities confronting the existence of true human development. While it is a topic with many facets of analysis, is expected to make an approach to the problems experienced in recent years in this location.

Keywords: development, human development, mining, social resistance

 

Introducción

A nivel mundial Colombia es catalogado como uno de los países con mayor biodiversidad albergando un 10% de la diversidad de plantas y animales, 11% de su territorio esta constituido por parques naturales además de la diversidad etnica y cultural que atraviesa el país de norte a sur y de oriente a occidente colocandolo como un territorio con un enorme potencial ecológico y humano para el desarrollo de una gran diversidad de actividades productivas. Sin embargo, su historia ha estado atravesada desde el periodo colonial por una profunda crisis bajo la imposición del poder civilizatorio eurocentrista que encontró en la riqueza mineral el motor para el desarrollo del sistema capitalista europeo. Hoy movidos por el interés económico las grandes trasnacionales mineras amparadas bajo las políticas nacionales parecen retrocedernos en la historia; ya no es el español quien montado en su caballo impone su dominio en los territorios; son las trasnacionales mineras que bajo el discurso de pretender generar desarrollo condenan a las comunidades a la miseria y dejando a su paso no solo la ruptura y desestabilizacion social, sino también la ruptura de los ciclos normales de la propia naturaleza. La desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, las constantes amenazas que han vivido las comunidades a lo largo de la historia colombiana y que con la avanzada minera se agudizan, generan terror y miedo y a su vez conducen al desplazamiento forzado de los territorios: mientras tanto, los medios de comunicación con sus programas que incitan a la violencia y a la atención en cosas superfluas, generan en las juventudes estadios de quietud y desvinculación de los procesos comunitarios y amenazan con ello el relevo generacional y a su vez la ruptura de identidades construidas frente a sus territorios.

En este sentido y como producto de la concentración del poder, el actual sistema capitalista avanza en los territorios locales desestructurando las formas de organización comunitarias y colocando en peligro el sustento de sus vidas. El proyecto minero–energético en el Macizo Colombiano, diseñado y promovido por el estado colombiano desde sus mismos mandatarios durante los gobiernos de Alvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, ha propiciado un escenario no solo para la expoliación del subsuelo nacional a partir de la extracción minera, sino que también ha ido acompañado de la promoción de procesos de privatizacion de los recursos hídricos, saqueo y despojo de la biodiversidad a partir de proyectos como canje de deuda por naturaleza, la ley de páramos y la ley forestal, así como también la apropiación del conocimiento mediante las patentes de propiedad intelectual como resultado de las condiciones impuestas durante la fi ma del TLC con los Estados Unidos, lo cual coloca en grave riesgo de desaparición a las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes del país.

Así, el Macizo Colombiano como espacio que alberga una gran riqueza cultural con una diversidad étnica conformada por campesinos, negritudes e indígenas, y una gran riqueza ambiental con una producción del 70% de agua del país, 21,2% en diversidad de aves, 16% en mamíferos, 6% de anfibios, 12,4% de páramos y 15,5% de bosque andino del país (Suárez,2004), hace que se convierta hoy en un espacio estratégico para los grandes intereses económicos. Es este uno de los muchos territorios en donde tiene lugar la accion de empresas mineras ilegales y multinacionales que controlan parte del territorio bajo la figura de concesión minera; sin embargo, la lucha y resistencia histórica de las mismas comunidades campesinas del Municipio de La Vega Cauca agrupadas alrededor de las diferentes organizaciones locales como el Proceso Campesino y Popular de La Vega, intentan construir otros escenarios distintos de vida, los cuales pasan necesariamente por la lucha abierta y directa frente a los diferentes agentes que pretenden apropiarse de su territorio.

Asi, en el presente documento se pretende realizar una reflexión frente a la concepción del desarrollo humano, a la vez que evidenciar parte del proceso de lucha y resistencia de campesinos del Municipio de La Vega que intentan hacer frente directo contra las trasnacionales y mineros ilegales que desde el año 2003 hacen presencia en la región. El documento parte del planteamiento de los aspectos metodológicos bajo los cuales se sustenta el espacio de análisis, seguido de una breve reflexión frente a las concepciones de desarrollo y de desarrollo humano. Con ello se busca realizar un preámbulo que conduzca luego a la presentación de algunos aspectos relacionados con el avance del proyecto minero energético en el macizo colombiano –Municipio de La Vega -en donde tienen lugar procesos de acción colectiva que buscan resistir y construir realidades de vida distintas de las impuestas por el actual sistema.

Aspectos metodológicos

El desarrollo del siguiente documento se realiza a partir de la experiencia propia del autor de algunos momentos vividos por el Proceso Campesino y Popular de La Vega Cauca en espacios comunitarios como la Convención del Agua Cuenca del río Patía y el Encuentro Internacional de Pueblos y Semillas, escenarios de encuentro comunitarios en los cuales organizaciones sociales filiales del Proceso Campesino y Popular de la Vega Cauca y la comunidad discuten las diferentes políticas nacionales que tienen acción en el territorio para así definir de manera conjunta y coordinada agendas de trabajo y movilización que permitan hacer resistencia frente a las estrategias de exterminio impuestas por el Estado colombiano sobre sus territorios. Aquí la observación participante y el diálogo con algunos habitantes del Municipio de La Vega se constituyeron en estrategias para la indagación y percepción acerca del avance del proyecto minero en dicha localidad; sin embargo, la mayor parte del texto se sustenta a partir de la revisión documental de información secundaria relacionada con el tema.

En esta medida, la revisión bibliográfi a se hizo minuciosamente cumpliendo funciones como la definición de términos, aporte teórico y suministro de antecedentes desarrollados alrededor del avance de la actividad minera en el Municipio de La Vega. Así, a partir de la revisión de algunas tesis de grado relacionadas con la incidencia de la minería en el Municipio de La Vega, como también de los procesos de resistencia campesina, revisión de noticias publicadas en periódicos, informes de derechos humanos, conclusiones de encuentros como pueblos y semillas, y la revisión de material referente a la construcción teórica de los conceptos de desarrollo y de desarrollo humano, se intenta construir un marco suficiente para el análisis de la problemática generada alrededor del tema minero en el Municipio de La Vega.

Desarrollo humano, realidad o utopia: elementos para su análisis crítico

El acumulado de conceptos que sobre el tema del desarrollo se ha construido en el transcurso de la historia es diverso, pasando por aquellos que le han dado una mirada reducida desde planos eminentemente economicistas, hasta aquellos que han valorado el desarrollo como proceso multidimensional que abarca otras esferas de importancia para la vida en comunidad. A su vez, existen autores quienes abordan de manera más crítica la construcción teórica frente al concepto de desarrollo, ubicándolo en un plano conflictivo de relaciones de poderes, cuestión que necesariamente debe estar enmarcada dentro de un modo de producción determinado. Al respecto Wallerstein citado por Quijano (2000:39) precisa que “lo que se desarrolla no es un país (…) sino un patrón de poder o, en otros términos una sociedad. Derrotadas hasta hoy las demás opciones, el patrón de poder aun hoy vigente es el capitalismo, esto es, la sociedad capitalista”.

Las promesas del desarrollo, por tanto, parecen no haberse cumplido; la distribución equitativa de los recursos esperada desde el mercado ha sido un completo fracaso; y los incrementos de niveles de pobreza y miseria a la par de la concentración del poder económico y político en pocas naciones, como también el incremento constante de los niveles de contaminación con el conjunto de consecuencias derivadas de esta situación colocan a la luz el mal-desarrollo al que ha llegado la humanidad entera. Así, muchos de los discursos que se refieren al desarrollo cargan con un poco de cinismo puesto que en el fondo perpetúan el mismo orden mundial.

Bajo lo anterior, desde el periodo colonial con el proceso de invasión europea se inicia en América un proceso de dominación y despojo que finalmente condujo al florecimiento del sistema capitalista europeo, mientras tanto la sumisión, explotación, dominio y desaparición de un importante número de los habitantes originarios de América condujo a procesos de mercantilización y esclavización de una numerosa cantidad de hombres y mujeres provenientes del continente africano, a la vez que se dio el saqueo del territorio y la ruptura de las formas de organización y cultural locales. Después de más de 500 años y a pesar del desarrollo de procesos independentistas nacionales, los procesos de dominio hoy continúan vigentes en el desorden mundial y bajo el actual panorama de la globalización adquieren mayor fuerza en aquellas localidades que representan una importante reserva e interés geoestratégico de recursos hídricos, energéticos y biodiversidad. La fase que algunos han catalogado como capitalismo verde o fase ecológica del capital, demarcó un nuevo panorama frente al interés económico sobre los recursos naturales de los países denominados tercermundistas o en vías de desarrollo y que bajo el discurso del desarrollo sostenible ha pretendido a su vez justificar la mercantilización de la naturaleza.

A su vez, el debate que frente a la concepción del desarrollo que surgió después de la Segunda Guerra Mundial profundizó las divisiones de poder entre explotadores y excluidos, y bajo este discurso se ha justificado la intervención en los estados nacionales en sus sistemas políticos, económicos y culturales, situación que a la larga ha generado mayor dependencia y dominación.

La invención de las ideas de desarrollo sub-desarrollo fue una de las reconfiguraciones del poder capitalista mundial (…) dicha reconfiguración consistía primero en una relativa pero importante desconcentración -redistribución del control del poder, en particular el control sobre el trabajo, los recursos de producción y la autoridad política. (Quijano, 2000:43)

Asi, las diferentes categorías y significados construidos alrededor de la idea de desarrollo desde una mirada eurocentrista para nada cuestionan las relaciones de poder y dominación establecidas históricamente en el nivel global; solo han ampliado el marco de análisis que inicialmente estaba supeditado a la categoría del crecimiento económico. Al reconocerse que los incrementos económicos no son suficientes para explicar la desigualdad y exclusión mundial, se han agregado otros elementos de análisis; sin embargo, se continúa asumiendo el mercado como instrumento de asignación eficiente de recursos sin cuestionar de fondo las estructuras de poder. Como bien lo plantea el mismo autor citado,

ahora parece iniciarse de nuevo el debate y a la vieja familia de categorías construidas sobre el desarrollo han sido añadidas otras como las de desarrollo sustentable y de desarrollo humano. Lo que no parece, sin embargo, es que esa ampliada familia de categorías sirva en realidad para liberar el debate de la vieja prisión eurocentrista (…) el eurocentrismo está en plena crisis, sus inherentes dificultades han salido a flote al mismo tiempo que la crisis del mundo que lo produjo y al cual ha expresado y servido por tanto tiempo y su hegemonía mundial es ahora, final y quizás definitivamente, contestada desde todos los ámbitos dominados, donde no sólo vive la subalternidad, sino también comienza a constituirse una alternidad (Quijano, 2000).

En conclusión, los cambios en el discurso del desarrollo se han basado en concepciones donde efectivamente hay un patrón civilizatorio que es simultáneamente superior y normal, es decir, se basa en la naturalización de la sociedad occidental y de la sociedad liberal de mercado (Quijano, 2000). En esta medida, si bien con la concepción del desarrollo humano parece romperse con la tradición economicista que han guardado otras versiones construidas sobre el concepto del desarrollo, lo cierto es que en la práctica aún se está muy lejos de alcanzar los niveles de igualdad y bienestar esperados. A su vez, el desarrollo humano como proceso de expansión de las libertades reales que pueden gozar los individuos (Amartya Sen citado por Tezanos et al., 2013), genera algunos vacíos puesto que coloca su mirada en el individuo y desarrolla de manera insuficiente las relaciones y acuerdos sociales como componentes del bienestar. Si la esencia del desarrollo humano, tal como se suele sintetizar, consiste en aumentar las oportunidades de cada persona para que pueda vivir la vida que considera más valiosa, no sorprende que se le achaque un decidido carácter individualista y que, incluso, se le encuadre dentro de las teorías atomísticas del bien (Deneulin y Townsend, citados por Dubois, 2006:5).

Descripción del territorio de análisis

El departamento del Cauca se encuentra ubicado al suroccidente de Colombia, entre las regiones andina y pacífica, cuya capital es la ciudad de Popayán. En dicho departamento se localiza el Macizo Colombiano, uno de los sitios de mayor biodiversidad del mundo con especies de todos los climas y especies endémicas de América; lugar donde se bifurca la cordillera andina y confi enormes depósitos de minerales que hoy son uno de los atractivos de mayor interés de grandes empresas mineras (Mamian et al., 2013). Algunos autores describen el macizo colombiano como

… una de las principales regiones productoras de agua dulce en el país. Allí se encuentra la Estrella Fluvial del Sur, reconocida por la Unesco como Reserva de la Biosfera. En esta región, también conocida como Nudo de Almaguer, nacen cinco de las arterias principales del país: los ríos Cauca, Magdalena, Patía, Putumayo y Caquetá. Además, el Macizo alberga 15 páramos, varios volcanes, entre ellos los nevados del Huila, Puracé y Sotará y 65 lagunas, siendo la laguna del Buey la más grande de ellas. El área total de esta zona es de alrededor de 3 millones 200 mil hectáreas, de las cuales 1 millón 300 mil son bosques; 1 millón 500 mil agroecosistemas y casi 200 mil son áreas de páramo… (Molano, 2011).

Lo anterior permite afirmar que es una región con una enorme riqueza hídrica, biodiversidad y recursos minerales, razón por la cual hoy se confi como un espacio de intereses encontrados entre las trasnacionales mineras apoyadas desde el Estado, los mineros ilegales y las comunidades asentadas en estos territorios que hacen de los procesos de movilización y resistencia política una estrategia para la gestión territorial, pero también una estrategia para su no desaparición.

Para el caso concreto del Municipio de La Vega (Figura 1), este se localiza a 120 Kilómetros de la capital del departamento. Al estar el municipio ubicado en una vasta zona rodeada de páramos se constituye en una región hidroestratégica para el resto del país ya que La Vega pertenece a la cuenca del río Patía, una de las principales vertientes de la gran cuenca del Océano Pacífico, la cual recoge aguas de ríos importantes como Guachicono, Pancitará, Putis y Quebrada de la Plata (Gómez, 2013).

Figura 1.
Localización geográfica del Municipio de la Vega Cauca.

Fuente: Plan de desarrollo municipal 2008-2011

El Municipio de La Vega cuenta con un área total de 644 Km 2., donde el sector rural, campesino e indígena, ocupa la mayor parte del territorio. Su economía se ha desarrolado en base a la producción agropecuaria, caracterizada en una gran parte por presentar áreas de minifundio. La población campesina e indígena ha derivado históricamente su sustento del trabajo agrícola y pecuario, y en una minoría de la actividad minera artesanal.

Los campesinos cultivan caña panelera, café, yuca y plátano, que se complementan con el pancoger. Es lo que ellos mismos llaman la economía del sancocho, que no sólo respeta la biodiversidad, sino que por su escala menor es cuidadosamente trabajada. Los rendimientos relativos son grandes debido al uso intensivo de la mano de obra en superficies reducidas. La familia tiene por tanto una importancia decisiva, al punto de que en muchas veredas predominan dos o tres apellidos. (Molano, 2011)

A su vez, se desarrollan prácticas de trabajo solidario como las mingas, grupos de trabajo, el brazo prestado y el complemento de la mano de obra familiar que en términos de Molano (2011), hacen que la vereda sea un organismo social de gran cohesión. En su conjunto, estas características son las que constituyen la cultura campesina.

La avanzada minera en el Macizo Colombiano

Producto de la dinámica del mercado global y del interés geoestratégico que sobre los recursos mineros y energéticos se tejen en el mercado global, los escenarios de esperanza y tranquilidad de la vida de las comunidades campesinas parece hoy haberse roto por completo en las profundidades de las montañas del Macizo Colombiano. El interés económico frente a los recursos mineros, agua y biodiversidad configuran en la actualidad un escenario de conflicto y disputa de poderes que coloca a las comunidades campesinas del Municipio de La Vega, al igual que otros municipios del macizo, en un ambiente hostil en donde las formas de resistencia comunitaria se configuran como estrategias de confrontación frente a un capitalismo salvaje que tiende a extinguir no solo las formas de vida comunitaria, sino también sus territorios, y con ello sus espacios de reproducción de imaginarios colectivos.

Bajo la dinámica actual de globalización neoliberal, el afán de acumulación ilimitada incrementa cada vez más los niveles de desigualdad social, mientras que se generan serios impactos ambientales de difícil recuperación. En este sentido, frente a la mercantilización de la naturaleza y el agua bajo el argumento de propiciar el desarrollo para países como Colombia, instituciones como la CEPAL, en la década de los noventas, formularon la hipótesis de que una de las vías para lograr un “desarrollo” acelerado en América Latina y el Caribe se basaba precisamente en la “explotación de los recursos naturales”, dando así vía libre para su utilización y comercialización como un instrumento financiero conducente al logro del desarrollo regional y nacional a partir de la transformación de los recursos naturales no renovables y el fortalecimiento del aumento de la inversión pública (Mamian et al., 2013), lo que refleja las intenciones que desde los órganos internacionales se construyen alrededor del discurso del desarrollo: la mercantilización de la naturaleza a toda costa sin tener en cuenta las serias consecuencias que de ello se puedan derivar. Megaproyectos como las grandes represas que con el desvío del cauce de los ríos amenazan espacios biodiversos y culturales, como también la contaminación por metales pesados producto de la minería a cielo abierto, son algunas de las consecuencias producto del afán de acumulación de unas minorías a costa de la vida de muchas comunidades y de la naturaleza misma.

De esta manera, sucesos tendientes a la privatización de recursos como el agua han encontrado sustento en la política internacional y nacional que bajo el argumento de la ineficiencia de la gestión pública ha dado vía para procesos de apropiación y privatización de los recursos hídricos por entes privados. Los procesos de privatización del agua en Colombia inician en la década de los noventas a partir de la creación de tres instituciones impulsadas por el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), encargadas de diseñar la agenda de privatización del agua en el nivel mundial: Consejo Mundial del Agua, la Asociación Mundial del Agua (GWP) y la Comisión Mundial del Agua para el Siglo XXI, las Agencias de Crédito para la Exportación (ACEs) y la Institución Financiera Internacional (IFI) (Mamian et al., 2013).

En el país, el inicio de los procesos de privatización del recurso hídrico tiene sus antecedentes en la política desarrollada a partir de 1994 en el marco de la apertura económica y modernización del Estado, donde se impulsó la ley 142 de ese año, cuyos objetivos señalan aumentar la inversión en el sector de agua potable por medio de la transferencia de las municipalidades, así como incentivar la participación privada con la excusa de que las empresas públicas no proporcionan calidad ni eficacia; y establecer agencias de regulación autónomas de nivel nacional (DDUPA, citado por Mamian et al., 2013).

También debe señalarse que la problemática de privatización del agua ha estado asociada al impulso de una política minera que pretende reprimarizar la economía nacional como estrategia para el desarrollo económico y deja de lado el apoyo a importantes sectores como el agropecuario en donde la economía campesina cumple un importante papel. Así, la política minera desarrollada durante los últimos años ha generado serios conflictos sociales y ambientales en diferentes regiones del país. En este sentido, durante los últimos gobiernos se ha impulsado una política minera que bajo el actual gobierno de Santos toma una gran relevancia a partir de su inclusión como uno de sus ejes de desarrollo económico con la denominada locomotora minera en el plan nacional de desarrollo para la vigencia 2010-2014. Sin embargo, ya desde el año 2001 la emisión de la ley 685 (Código de minas) da paso para la concesión de territorios a grandes trasnacionales mineras sumado a toda una escalada de control territorial a partir de la militarización de sitios geoestratégicos. Luego, bajo los ocho años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, la actividad minera tuvo un crecimiento importante en el nivel nacional y es uno de los legados para el posterior mandatario Juan Manuel Santos.

Entre las muchas herencias del gobierno de Álvaro Uribe, la minera es una de las menos conocidas y más relevantes. En los ocho años que gobernó el ex presidente, la superficie de hectáreas con título minero pasó de 1,13 millones a 8,53 millones y las hectáreas tituladas en los páramos se duplicó con creces. Sólo entre julio y octubre de 2009 se firmaron 1.900 contratos en los páramos para los mineros y otros alcanzaron a renovar sus contratos. (Osorio, 2010)

Ya en el congreso agrario y popular del suroccidente colombiano realizado en la ciudad de Cali en el año 2007, se señalaba que las políticas ambientales “están diseñadas para proteger los capitales de las grandes empresas nacionales y transnacionales. De esta forma leyes como la ley del agua, la ley forestal, el proyecto de ley de páramos, el proyecto de ley de tierras, el código minero y la normatividad para la propiedad intelectual, brindaron las condiciones jurídico-normativas para el saqueo de los recursos naturales y el sometimiento de los pueblos a los grandes capitales amparados en la figura de la concesión, el desarrollo sostenible, la mercantilización de la diversidad genética y la naturaleza”.

En una columna del periódico El Espectador del año 2011, Alfredo Molano realiza una radiografía del conflicto en el Macizo Colombiano y señala que:

…históricamente el oro ha sido explotado en el Macizo Colombiano desde la Colonia (…). con el ataque de la roya del café, muchos campesinos volvieron a barequear en el río Pancitará, como lo hace la comunidad afro de Santa Rita en el río Esmita desde siempre (…) El Ministerio de Minas ha otorgado 64 títulos mineros en el Macizo, a los que hay que sumar los conseguidos de manera fraudulenta). (Molano, 2011)

En este sentido, es posible afirmar que la minería no es algo extraño para los habitantes de esta región puesto que también ha formado parte de sus actividades tradicionales para lograr el sustento económico de sus comunidades. Sin embargo, no ha sido una actividad desarrollada por toda la población, además de que se ha practicado de manera esporádica. No obstante, frente al proyecto minero nacional vigente hoy se ven amenazados los espacios de vida y sustento comunitario frente a la llegada de grandes empresas mineras y mineros ilegales al territorio.

Desde 2003 las comunidades campesinas de La Sierra y La Vega han observado con reserva los trabajos de la compañía Carboandes S.A., que explora, explota y comercializa no sólo el carbón, sino otros minerales como el cobre (…) la preocupación de la población no es sólo sobre el proyecto de Carboandes, sino sobre la presencia continua e inusitada de quienes se identifican como pequeños mineros con derecho al trabajo (…). Los pequeños mineros han tratado de ganarse la voluntad de las comunidades aportando dinero para fiestas comunales, regalando uniformes deportivos con logos de Anglo Gold Ashanti y Carboandes, pagando orquestas y prometiendo empleo y proyectos de vivienda y reforestación. (Molano, 2011)

Bajo la realidad anterior se tejen espacios de confrontación entre líderes comunitarios y los mineros que hacen presencia en su territorio, conflictos que amenazan con colocar en peligro la vida individual y colectiva. Ya no solo es la disputa del territorio por parte de las grandes trasnacionales mineras, es la minería ilegal que también amenaza con desestabilizar los procesos de organización comunitaria construidos durante años y que bajo la ceguera de pretender acumular capital a toda costa, no duda en desarrollar prácticas de coacción e intimidación hacia líderes comunitarios que se oponen al avance del proyecto minero.

...hace unas semanas se llevó a cabo una reunión entre miembros de organizaciones campesinas con representantes de los pequeños mineros. El resultado sugiere un enfrentamiento inminente. El vocero de los mineros dijo: No vinimos a ver, vinimos a quedarnos. Los campesinos respondieron: Tendrán entonces que matarnos y no estamos mancos. Aquí están enterrados nuestros padres y nuestros abuelos y este territorio nos lo prestaron nuestros hijos para su cuidado. (Molano, 2011)

La vida de los habitantes de La Vega parece entonces haber sufrido un retroceso en el tiempo al ubicarla en el periodo colonial. A la llegada de los españoles, el Municipio de La Vega era un territorio habitado por indígenas de los que se conocen los quillacingas, los papallactas, los yanaconas, entre otros “(…) los españoles venidos del Ecuador, comandados por Juan de Ampudia, inicialmente se establecieron en Almaguer; más adelante empezaron a dominar las zonas aledañas como La Vega y Santa Juana, lo que trajo disputas y arbitrariedades en un principio con los nativos y más adelante entre colonos, por el territorio!” (Gómez, 2013). Bajo este panorama, el Macizo Colombiano como espacio geoestratégico para los intereses trasnacionales se ha convertido hoy en un escenario de conflicto permanente en donde el Estado agencia procesos de desterritorialización a partir de diferentes procesos que van desde la legislación vigente en el tema minero, agua y biodiversidad, hasta el control militar territorial con la presencia de los batallones de alta montaña y grupos paramilitares que en diferentes ocasiones han sembrado escenarios de terror a lo largo de este territorio. Ejemplo de ello son las desapariciones forzadas y las masacres como las ocurridas en el corregimiento de Los Uvos el 7 de abril de 1991, donde miembros del Batallón de Infantería Nº 7 “José Hilario López” del Ejército Nacional, masacraron a 17 campesinos que venían del mercado de Los Uvos, un corregimiento del municipio de La Vega sobre el Valle del Río Patía. El objeto del operativo fue amedrentar a los campesinos e impedir la movilización que se estaba organizando y que de todos modos tuvo lugar en julio del mismo año (Molano, 2011). Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluyó en el año 2010 que el Estado colombiano es responsable por la violación del derecho a la libertad, al trato humano y a la vida de los campesinos masacrados.

Al igual que estos, la historia de sangre, terror y desplazamiento forzado se ha venido agudizando en los últimos años como consecuencia de los intereses que corren alrededor de estas regiones del sur del Cauca. En lo corrido de los últimos años con el incremento de la minería ilegal en la zona el desplazamiento de mineros desde regiones como el departamento de Antioquia, han generando profundos impactos ambientales que amenazan con la contaminación de acueductos comunitarios y a su vez se incrementan las amenazas a líderes comunitarios que hacen de los procesos de organización vías de resistencia frente al despojo de sus territorios. En esta medida, se indica la amenaza de 17 líderes durante el año 2014 mientras que avanzan las actividades extractivas en las montañas. ``La disputa por la que se ha desatado todo este conflicto tiene un solo nombre: la mafia de la minería ilegal (…) actividad que en el corazón del Macizo Colombiano carcome montañas por la explosión de la dinamita” (Bolaños, 2014), a la vez que arrasa con el territorio de las comunidades.

La situación se agudiza aún más puesto que sobre el territorio no solo está la presencia de la minería ilegal, sino también las solicitudes de concesión minera que están en proceso. Así, se menciona que desde el año 2003 se han iniciado procesos de exploración minera en la zona con un incremento notable en el año 2011. Las dos grandes mineras que pretenden llegar al corazón del Macizo Colombiano son Carboandes y Continental Gold; la primera tiene un título para explotar oro y sus concentrados de 3625 hectáreas, y la segunda un título de 24 950 hectáreas (Bolaños, 2014).

De cara a esta situación, la preocupación de la comunidad es inminente; no sólo están en riesgo sus vidas, está en riesgo su territorio y con ello sus medios de sustento, cultura y espacios de socialización. Frente a ello, el trabajo liderado por las diferentes organizaciones de base, entre estas el Proceso Campesino y Popular de La Vega Cauca que desde la década del 70 viene intentando construir otras formas alternas de vida y procesos de gestión comunitaria del territorio, sumado al apoyo de procesos regionales como el Proceso de Unidad Popular del Sur Occidente Colombiano y el movimiento político y social Marcha Patriótica, cobra total vigencia puesto que ante un Estado ausente, la organización y la resistencia se constituyen en importantes armas de confrontación a la hegemonía del poder capitalista. Así, bajo estrategias como la apropiación colectiva de ojos de agua, espacios de encuentros políticos y culturales como la Convención del Agua Cuenca del Río Patía, los custodios de semillas, el plan Agropecuario Aurora, el Encuentro Internacional de Pueblos y Semillas, las emisoras comunitarias, la coordinación y movilización popular; entre otras, las comunidades del Municipio de La Vega y el Macizo colombiano manifiestan su voz de disconformidad y tejen lazos de unidad con otras organizaciones sociales para hacer frente a la avanzada minero-energética.

¿Dónde queda el desarrollo humano frente a este escenario de conflicto en el Macizo Colombiano?

En un estudio realizado por Gómez (2013) sobre los efectos sociales y ambientales de la minería en el Municipio de La Vega, se indica que para el año 2005 el descenso poblacional del municipio estaba entre las edades de 14 y 15 años, que a su vez coincidía con los procesos de desplazamiento del campo a la ciudad de jóvenes esta misma edad. Menciona también que es la edad en que los jóvenes, a causa de la falta de oportunidades en muchos momentos, han optado por enlistarse en las organizaciones armadas que hacen presencia en la zona, ya sea a frentes guerrilleros, paramilitares o miembros de la fuerza pública del Estado colombiano. En la zona, los índices de desempleo pasaron de 1.2% en el año 2005 a 9.6% para el año 2010, periodo que coincide con el incremento de las actividades de exploración y explotación mineras y que, a su vez, contrasta con los registros de aumento de los índices de pobreza extrema departamental que pasaron de 20.4% a 35% en el periodo 1999 -2010. Por otra parte, la esperanza de vida para los varones se sitúa en 69.9 años mientras que las mujeres registran una esperanza de vida de 73.2 años, siendo el promedio nacional de 71.9. Los menores índices en la esperanza de vida de los varones pueden estar asociados directamente a los incrementos de los niveles de violencia y desapariciones forzadas que con la avanzada minera se han ido incrementando (Gómez, 2013).

A su vez, el incremento de los índices de desempleo y pobreza se relacionan con el aumento de la tasa de migración del campo a la ciudad. Si bien Gómez (2013) advierte que no existen cifras reales sobre los índices de migración desagregados por municipios, indica que por la misma percepción de las comunidades se evidencia que cada vez son más las personas jóvenes que emigran a la ciudad, unos en busca de oportunidades de empleo, otros bajo la posibilidad de estudiar en la capital del departamento. De hecho, el Departamento del Cauca es una región expulsora de población que presenta cifras negativas de -50.8 en el periodo 2000-2005, que a su vez coincide con el incremento de la acción paramilitar en los territorios donde el enclave minero hace presencia.

Frente al índice de las condiciones de vida, este no supera los 50 puntos y está por debajo del mínimo establecido por el DANE (67 puntos); así, los índices de NBI para el año 2005 eran del 70.6% mientras que el promedio nacional no superaba el 30% (Gómez, 2013). De igual manera, en el Informe de Desarrollo Humano para el Departamento del Cauca, se indica que en el tema de calidad del agua para consumo humano en los municipios caucanos se encontró que el 40.4% de las cabeceras municipales ofertan agua con un riesgo inminente para la salud, situación donde el Municipio de La Vega es clasificado como inviable. A su vez, ello puede relacionarse con los niveles de intervención ecosistémica que hoy se incrementa con la avanzada minera en la zona. Según el mismo informe citado, el Municipio de La Vega registra un grado de intervención alta con un índice entre el 50 y 75% de sus ecosistemas.

A todo lo anterior es preciso agregar la situación de los derechos humanos que con la presencia de grandes mineras y la minería ilegal se ha ido convirtiendo en crítica bajo la línea ideológica de la doctrina de la acción integral, sobre vastos territorios del Departamento del Cauca se ejecuta la política de planes de consolidación y reconstrucción territorial, estrategia orientada a pacificar el territorio, utilizando armamento, judicialización y la cooptación comunitaria con proyectos de inversión social mínimos ante las grandes necesidades de los pobladores de estas tierras. (Red de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes , 2012)

El incremento del pie de fuerza militar con la instalación de los batallones de alta montaña que bajo el discurso de la protección de la ciudadanía pretenden ejercer control del territorio, esconde en el fondo que su función es garantizar las condiciones de seguridad para que las grandes empresas mineras puedan realizar sus actividades de extracción. De hecho ha sido la presencia guerrillera a la par de la acción colectiva de las comunidades las que han impedido el avance abrupto de la actividad minera.

El incremento del pie de fuerza militar busca a toda costa la consecución de la hegemonía militar efectiva de las Fuerzas Militares y de Policía por medio de la militarización (regular e irregular–paramilitar) masiva de los territorios, fundamentadas sofísticamente en la lucha contra el terrorismo y contra el narcotráfico. (Red de derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes, 2012:11)

Así, una solución concertada del conflicto social y armado que podría derivarse de los actuales procesos de negociación en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se constituye en una inminente amenaza frente al proyecto minero en el territorio.

Reflexiones finales

Al inicio de este documento se trazaba la paradoja del desarrollo humano frente a las implicaciones del proyecto minero—energético en el Macizo Colombiano. Si bien no se hace una presentación en detalle de cada uno de los hechos sucedidos en el territorio frente al avance de esta actividad, a la vez que no se realiza un seguimiento detallado de las opciones y estrategias creadas por las mismas comunidades agrupadas alrededor de las diferentes organizaciones sociales que hacen presencia en el territorio, es posible afi mar que las condiciones reales en que viven las comunidades del Municipio de La Vega desdicen de la práctica del desarrollo humano en Colombia. Desde el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se indica que Colombia tiene un alto desarrollo humano al ocupar el puesto 91 entre 186 en un informe que evalúa los logros de las naciones en educación y salud, y la disponibilidad de recursos para ofrecerles a sus habitantes un nivel de vida digna, pero cuando se realiza el análisis de sus localidades, los avances en desarrollo humano parecen no cumplirse, coincidiendo por tanto con planteamientos como los realizados por Jairo Santander, docente e investigador en desarrollo y políticas públicas de la Universidad de los Andes, quien dice que para el caso de Colombia el índice es “engañoso”. Argumenta que los contrastes entre regiones apartadas, vistas por ejemplo en las distancias que deben recorrer los niños para ir a la escuela, el difícil acceso a programas de salud de calidad y los ingresos insuficientes para algunos sectores de la población, a lo que sumaríamos las incidencias en este caso de la actividad minera, rompen con los supuestos avances frente al tema a nivel nacional.

Decir hoy que Colombia está avanzando en términos de desarrollo humano es un poco iluso. Las cifras y el papel parecen al fi al poder con todo; diferente es la realdad que se vive al interior de las comunidades. Después de dos décadas de implementación de políticas de corte neoliberal, es difícil hablar del derecho al ‘’desarrollo’’ en igualdad de condiciones para todos los habitantes del país. ¿Qué desarrollo humano hay cuando el Estado forma criminales nacidos de las mismas bases campesinas para oprimir y masacrar a su mismo pueblo? ¿Qué desarrollo humano habrá cuando a las mujeres se les sigue negando la posibilidad real de acceso a la propiedad de la tierra? ¿Qué desarrollo humano cuando el sonido y el interés detrás de las retroexcavadoras cercenan territorios? Y así pueden surgir muchos interrogantes más que poner en cuestión el discurso de la mirada humana al desarrollo en la política nacional. El discurso de lo humano parece ser la antesala de una realidad que niega finalmente lo humano y a su vez el derecho a la existencia de la misma naturaleza.

Este panorama claro que pintan las instituciones, con un fondo un tanto oscuro de cara a las comunidades, deja entrever que a pesar de los esfuerzos de los gobiernos nacionales por aumentar la cobertura en salud, educación, generación de empleo, y una economía extractiva en crecimiento, los resultados en términos sociales dejan muchas deudas por saldar y necesariamente necesitan de una reestructuración del estado. Reestructuración que debe pasar por procesos como el reconocimiento político del campesinado colombiano con sus zonas de reserva campesina, una real política agraria de redistribución de la propiedad sobre la tenencia de la tierra y la inversión en materia de ciencia y tecnología para el campo, una política de fomento de procesos de soberanía alimentaria, una nueva política en salud y educación que posibilite realmente la garantía de la salud misma y la generación de capacidades que permitan pensar en otras formas alternas de desarrollo; como a su vez una real posibilidad de participación para las clases dirigentes populares en los espacios de decisión de la nación. Estos y otros cambios necesarios quizá podrían abrir las puertas a futuro para pensar en la posibilidad de un verdadero desarrollo humano, hasta tanto, sigue siendo más que un discurso, más que una utopía que desde la postura de Quijano (2000), parece convertirse en pesadilla colectiva.

Sin embargo, debe reconocerse que el departamento del Cauca históricamente ha sido un escenario dee tensión y organización social, y a pesar de proyectos desesperanzadores como la apuesta minero–energética, aún las comunidades resisten en búsqueda de otra opción diferente de vida.

el espacio-tiempo del Cauca es una multiplicidad de mundos, una diversidad de formas de ser y estar que no acaban únicamente en las cifras y estadísticas oficiales que lo señalan como lugar de pobreza, desesperanza y fracaso. Los territorios del Cauca son lugares de construcción y resignificación organizativa donde se movilizan apuestas de reencantamiento a través de formas de experimentación y en horizontes de esperanza y posibilidad, mundos de pluridiversidad que se construyen desde las prácticas intelectuales de indígenas, negros, campesinos, mujeres y jóvenes. (Quijano, Corredor y Tobar, 2014:224)

 

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