Revista de Política Económica y Desarrollo Sostenible

EISSN: 2215-4167 • Vol. 7 (2) • Enero-Junio, 2022: 1-8

DOI: https://doi.org/10.15359/peds.7-2.2

URL: http://www.revistas.una.ac.cr/politicaeconomica

Revista electrónica semestral publicada por el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible

Universidad Nacional, Lagunilla, Heredia Apartado 2393-3000

Medidas económicas del bienestar: un vistazo al estado actual de la cuestión

Economic measures of well-being: glance at the current state of affairs

Jorge A. Rodríguez Soto1

https://orcid.org/0000-0003-2586-1459

jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com

Fecha de recibido: 10 de marzo, 2022 Fecha de corrección: 10 de abril 2022

Fecha de aceptación: 20 de abril 2022

Resumen

La medición del desarrollo o bienestar es clave a la hora de implementar política pública. Deben elegirse medidas apropiadas a los objetivos que delimiten el campo en el que se desea incidir, y que den cuenta de resultados culminativos y cumulativos. En la actualidad se han desarrollado numerosos indicadores y métricas, por lo que navegar en este campo puede ser difícil sin un panorama general. Este escrito tiene por objetivo hacer un breve repaso al estado actual de la discusión sobre las medidas del bienestar. Abordándose las orientaciones objetivas y subjetivas, se presentan los enfoques de recursos, calidad de vida, subjetivos y la sustentabilidad, que es tema transversal a todos ellos. Se muestran asimismo sus principales características, cualidades y falencias, así como posibles relaciones e interacciones entre métricas. Se concluye que en la implementación científica y responsable de política pública deben elegirse las métricas apropiadas, que den cuenta de las condiciones iniciales y de la incidencia, como una síntesis entre concreción y representatividad.

Palabras clave: bienestar social, desarrollo económico y social, indicadores socioeconómicos, política de desarrollo, política económica.

Abstract

The measurement of development and well-being is central to implement public policy. Appropriate measures must be necessary for the space in which it required to influence, and culminative and cumulative results is preferable. Nowadays, different indicators and metrics are developing, so navigating the field can be difficult without an idea of the big picture. The objective of this article is to make a brief review of the current state of affairs on the discussion of welfare measures. Considering objective and subjective orientations, the approach of resources, quality of life, subjective well-being is presented, as well as sustainability, which is a cross-cutting theme to all of them. Its main characteristics, advantages, and shortcomings are also shown, as well as possible relations and interactions between them. We conclude that appropriate metrics must be selected for a scientific and responsible implementation of public policy, those representative for the initial conditions and the incidence, as a synthesis between concreteness and representativeness.

Key words: social welfare, economic and social development, socio-economic indicators, development policy, economic policy.

1. Introducción

Desde sus orígenes la economía se desarrolla paralelamente como conocimiento y práctica (Cuadrado, 2001). Esta relación se evidencia desde autores anteriores a la disciplina económica, y siempre se ha articulado desde métricas que pretenden interpretar la realidad e incidir en ella direccionándola a ciertos resultados. Por ejemplo, los esfuerzos de los mercantilistas para cuantificar flujos de metales por importaciones y exportaciones, la Political Arithmetic de Petty o la Tableau Économique de Quesnay (Overton, 1960). Tras estos trabajos se vislumbran intenciones académicas y políticas; constituyen intentos de develar dinámicas económicas con finalidades específicas. La dualidad de la investigación económica perdura hasta que John Neville Keynes (padre de John Maynard Keynes) formaliza la división entre economía política (comprensión del fenómeno) y economía aplicada (intención de incidir) (Cuadrado, 2001).

Con el tiempo, las métricas empleadas han evolucionado a formas complejas y diversas. Esto debido a mejoras en los sistemas de recopilación de información, avances técnicos en el desarrollo de medidas y cambios paradigmáticos que dictan cuáles son los objetivos; y han surgido debates sobre cuáles emplear y cuáles son idóneas para medir el desarrollo y bienestar. Todas las métricas implican juicios ético-normativos, que comúnmente se obvian (Sen, 1999; Sen, 2019; Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015).

La mejor manera de ilustrar esto es con el ejemplo empleado por Sen (2019). Supóngase que tres niños disputan una flauta: el primero alega ser el único que sabe tocarla y por eso debería ser suya, el segundo argumenta que no posee nada más y sería su único juguete, mientras el tercero afirma que la encontró primero y le corresponde. ¿Cuál debería quedársela? Este ejemplo, de apariencia intrascendente, resume una discusión clave en la ética. El primero argumenta desde una razón utilitarista: la flauta genera más utilidad para él y para los demás, puesto que sabe tocarla. El segundo desde el igualitarismo rawlsiano, donde debe velarse por mejorar las condiciones del peor posicionado. El tercero, a su vez, parte de la lógica libertaria y de propiedad privada.

En esta clase de decisiones el problema es que todos están siendo racionales desde un criterio de razón, i. e. todos tienen razón. Pero la situación es inexcusablemente económica: se tienen un bien escaso (flauta), usos alternativos (instrumento-juguete) y agentes disputándose derechos de propiedad (niños). Problemas como este son parte del quehacer de los hacedores de política pública, que deben tomar una decisión desde algún criterio. En estos niveles las decisiones no son cercanas como en el ejemplo, lo que puede ocultar su naturaleza. Usualmente, estas decisiones se toman basándose en métricas del bienestar, que llevan implícitos tales juicios y argumentaciones, reflejando condiciones en ciertos aspectos y dejando de lado otros. Desde su construcción, todo indicador o métrica elige qué información se toma en cuenta y cuál no, reflejando realidades selectivamente y estableciendo órdenes de prioridad. El propósito de este escrito es hacer un breve repaso sobre el estado actual del debate referente a métricas del bienestar.

2. Medidas del bienestar

Tradicionalmente, las medidas del bienestar se clasifican en objetivas y subjetivas (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Las objetivas suelen ser las que parten de hechos observables y cuantificables; las subjetivas se asocian a estados anímicos y satisfacción. Los enfoques objetivos parten de recursos, ingreso y algunos aspectos de la calidad de vida. Los subjetivos se centran en el bienestar emocional y la satisfacción con la vida (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009). A continuación se presentan los principales enfoques y sus posibles relaciones.

Enfoques de recursos

Las medidas del bienestar más utilizadas son de enfoques objetivos, y los principales son los centrados en recursos (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Suelen construirse desde información sobre ingreso, producción o consumo. Pueden encontrarse con frecuencia en cuentas nacionales, e. gr. producto interno bruto (PIB), PIB per cápita, consumo, líneas de pobreza, etc. Además, comúnmente se expresan en términos monetarios; de hecho, ahí radica su funcionalidad. Su legitimidad descansa en que en la sociedad actual las relaciones económicas se articulan desde el mercado; implicando que el producto es distribuido por el mercado y, por lo tanto, el tamaño del producto refleja el bienestar.

En este último punto radican sus limitaciones. Una medida como el PIB mide específicamente la producción o actividad económica orientada al mercado (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009); esto significa que su interpretación es distinta a bienestar o incluso de actividad económica total. La orientación mercadocéntrica deja por fuera la producción doméstica y servicios públicos, distorsionando cualquier fenómeno que no se refleje en transacciones de mercado o que sea valuado incorrectamente por los precios (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009).

Estas situaciones se corrigen con estimaciones e imputaciones de valores monetarios calculados, o por cuentas satélites que pretenden dar detalle de actividades o sectores; pero esto también presenta dificultades. Los estimados que se aplican para ajustar las métricas no suelen tomar en cuenta la calidad o eficiencia particular de los procesos económicos. Esto ha sido corroborado empíricamente por las divergencias entre estimaciones realizadas desde entradas (inputs) y salidas (outputs) en la producción de servicios públicos (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009). Por otro lado, las cuentas satélites pretenden brindar mayor detalle o comprensión de algún sector en términos económicos, como cultura, ambiente, salud, etc., pues poseen la ventaja de que ayudan a visibilizar los aportes económicos de dichos sectores (Comisión Europea, 2010). Pero también aparecen señalamientos de economicismo, debido a que posturas más amplias del desarrollo (Sen, 1999; Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015) o ecologismo (Mora, 2021) consideran que esas variables poseen valor intrínseco más allá de cualquier estimación económica.

Aun así, pese a las limitaciones de medir el bienestar desde recursos o ingresos, su importancia no debe desestimarse. Las mediciones desde la actividad económica orientada al mercado tienen sentido en una sociedad donde la principal institución de aprovisionamiento es el mercado (Sen, 1999). Recordando que las posibilidades de transformar recursos en bienestar dependen de otros factores ajenos al mercado, como relaciones sociales, marcos institucionales o cuestiones geográficas (Sen, 1999; Alkire, 2015), esto último puede llevar a que las condiciones económicas no sean reflejadas adecuadamente por las medidas del bienestar centradas unidimensionalmente en el mercado, i. e. condiciones económicas y condiciones de ingreso no son lo mismo (Sen, 1999).

Además, estas medidas ofrecen la ventaja de poder agregarse y ser expresadas en términos monetarios, para obtener una cifra única que dé cuenta de las condiciones generales, brindando la posibilidad de comparación nacional e internacional (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009). Sin obviar, eso sí, que la expresión agregada o promedio solapa asimetrías en la distribución (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Finalmente, también ofrecen la ventaja de calcularse fácilmente; su misma indiferencia a particularidades las hace actualizables, por lo que suelen existir datos recientes.

Enfoques de calidad de vida

Las mismas propiedades que hacen útiles a los enfoques de recursos constituyen su limitación. Las perspectivas agregadas no dan cuenta de las estructuras latentes tras los promedios y sumatorias (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Por esto el trabajo socioeconómico requiere indicadores más complejos, que reflejen disparidades, relaciones y condiciones de vida más allá de agregados. Sen (1999), pionero en estos temas, desarrolla el enfoque de capacidades y libertades. Para este enfoque el desarrollo consiste en la ampliación progresiva de capacidades y libertades que tienen las personas para desempeñar las funciones sociales que valoran y tienen razones para valorar (Sen, 1999).

Como puede notarse, la definición anterior condensa mucha información. A continuación se detallan los conceptos siguiendo a Sen (1999). Las capacidades son la posibilidad de realización de fines, llámeseles conocimiento, condiciones de salud, posibilidad de participación política, etc. Las funciones son capacidades realizadas, se hallan en el dominio de los hechos, lo que las personas hacen. La libertad2 constituye la posibilidad de elegir cómo emplear las capacidades, i.e. elegir qué funciones desempeñar.

También se aclara que las personas tienen derecho a valorar diferentes funciones por distintas razones, reconociendo la multiplicidad de racionalidades y razones éticas (recordando el ejemplo del inicio). Además, el concepto de libertad (freedom) contempla la factibilidad; tomando la libertad como arreglo social se establece qué es una necesidad y qué no, y las responsabilidades en su atención3.

Esta concepción del desarrollo goza de popularidad, pero se enfrenta a serias dificultades operativas (Alkire, 2015). Se ha intentado aproximar medidas con índices compuestos, como el Índice del Desarrollo Humano (IDH) y sus muchas ponderaciones (ambientales, desigualdad, equidad de género, etc.). Pero se encuentran las mismas dificultades señaladas en los procesos de agregación, i.e. velan estructuras y disparidades latentes (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009). Problemática inaceptable por las mismas definiciones del enfoque.

Medidas más desagregadas y representativas en esta concepción enfrentan dificultades para realizarse. Debe elegirse el espacio sobre el que se desea incidir (qué medir); deben ser relevantes y utilizables (Alkire, 2015). En conjunto las medidas necesitan ser extensas (representatividad) pero concisas (operacionalizables). Un buen ejemplo es el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que puede estudiarse en términos agregados o desagregados (Alkire, 2015). Otra dificultad está en qué medir y cómo medirlo, capacidades o funciones, tomando en cuenta que puede tratarse de elementos intangibles (Alkire, 2015). Las capacidades son buenas se usen o no, pero es difícil medirlas; las funciones son más sencillas de observar, son hechos, mas no reflejan el total de capacidades (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Ante estas dificultades algunos recurren a otras definiciones, como los derechos humanos (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015).

Enfoques subjetivos

Estas aproximaciones se basan en ideas utilitaristas. Sus rastros aparecen desde Bentham y Mill, que proponían tomar decisiones sociales que hicieran feliz al mayor número (Overton, 1960). Estas condiciones pueden abordarse en términos de preferencias (ordinalmente) o de bienestar hedónico (cardinalmente). Su ortodoxia considera que son las formas más completas de evaluar el bienestar, pues suponen que las condiciones de ingresos-recursos y capacidades-libertades se traducen en “felicidad” (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009; Alkire, 2015). Las mediciones del bienestar desde este enfoque suelen instrumentarse de dos modos: reportes de estado anímico, o evaluaciones de vida y satisfacción (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009).

Ante estas pretensiones universalistas aparecen críticas desde el enfoque de capacidades y la economía conductual. Los teóricos de las capacidades dicen que estas son valiosas intrínsecamente, generen felicidad o no (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2009), haciendo la observación de que la felicidad no necesariamente refleja el bienestar. Sen sugiere que las personas pueden adaptar sus preferencias a lo que consideren factible (Alkire, 2015).

Recientes hallazgos de la economía conductual muestran que esta presunción es correcta, en ambas direcciones. De forma que calidad de vida podría variar negativamente con la felicidad en ciertos márgenes razonables. Se ha descubierto que las aspiraciones se ajustan: un nivel de vida tiende a ser valorado cada vez menos porque las personas ajustan sus aspiraciones futuras, i.e. cada vez genera menos utilidad (Weber, 2021). También se ha encontrado que las expectativas se ajustan a las condiciones: las personas en pobreza esperan menos del porvenir y se complacen fácilmente (Graham, 2017). En conjunto, esto revela que los enfoques pueden ser contradictorios, es decir, las personas más pobres pueden reportar niveles de satisfacción o “felicidad” superiores. Lo que viene a tener consecuencias en las decisiones de política pública, pues estas métricas pueden señalar como prioritarias a las poblaciones en buenas condiciones relativas. Además, se ha probado que estas medidas son poco fiables: las respuestas de los individuos pueden cambiar por factores medioambientales, sucesos recientes e incluso por el orden en que se presenten las preguntas (Kahneman, 2012).

Sustentabilidad

Por último, se discute sobre la sustentabilidad, pues esta no escapa a las dificultades señaladas; solo las extiende temporalmente. Stiglitz, Sen y Fitoussi (2009) señalan que los adjetivos “sustentable” y “sostenible” (aunque diferentes) se emplean comúnmente con el sustantivo “desarrollo” para cuestionar el estado de las cosas y su porvenir. Pero su argumento está en que la atención se centra exclusivamente sobre el desarrollo, tratando las consideraciones de sustentabilidad marginalmente. La discusión que plantean muestra cómo los estudios, análisis e indicadores del desarrollo sostenible comúnmente se enfocan en aspectos del desarrollo, descuidando lo correspondiente a sostenibilidad. Eso lleva a que las medidas del desarrollo sostenible sean indiferenciables de medidas de desarrollo y ambiente, con pocas referentes a la sostenibilidad temporal propiamente. Este planteamiento pretende reavivar la discusión sobre sostenibilidad en sí.

Esta crítica indica que medir sustentabilidad no puede identificarse con medir condiciones actuales. Se trata de medir stocks de recursos, pero como flujos, bajo la preocupación de las posibilidades de existencia para generaciones futuras. Stiglitz, Sen y Fitoussi (2009) remarcan la necesidad de avances en esta área, planteando sendas por las que avanzar. Lo primero es establecer ¿se desea medir sustentabilidad de qué? ¿Económica? ¿Ambiental? ¿U otra que se quiera sustentar? Prácticamente cualquier variable es susceptible al análisis de sostenibilidad temporal; por esa razón, hasta ahora se ha hecho referencia a “sostenibilidad” y “sustentabilidad” sin combinarlas con palabras como “desarrollo” o “ambiente”. Además, señalan una dificultad asociada a aspectos normativos e incertidumbre; al tratarse del futuro, queda la cuestión: ¿qué valorarán o requerirán las futuras generaciones?

Antes de concluir, en este rumbo se debe señalar un aporte reciente e interesante. Este sugiere hacer una interpretación ecológica de la teoría rawlsiana (Mora, 2021). Es decir, hacer el análisis propuesto por Rawls, de la hipotética situación inicial con velo de ignorancia, llegando a idéntica conclusión sobre la necesidad de mejorar las condiciones del más desfavorecido, pero incluyendo la ecósfera completa. Esta línea de pensamiento adquiere relevancia en el contexto actual, y la necesidad de realizar cambios en pro del futuro. Esta ampliación de la perspectiva rawlsiana resulta de interés por su enorme amplitud, al incluir las condiciones socioeconómicas del análisis original conciliándolas con la perspectiva ecológica.

3. Conclusión

La política pública instrumentada científicamente tiene como conditio sine qua non adoptar medidas del bienestar. Debe velarse por elegir métricas adecuadas, de forma que reflejen el estado inicial del área en la que se desea incidir, y den cuenta de los resultados culminativos y cumulativos. Estas elecciones conllevan criterios ético-normativos y operacionales, que deben equilibrarse para tomar decisiones óptimas. Este escrito presenta un breve resumen de las principales tendencias actuales en la medición del bienestar para la implementación política.

Se hace una revisión de los enfoques, para señalar ventajas y limitaciones de cada uno. Queda un importante espacio de trabajo respecto a las posibles relaciones inversas entre enfoques subjetivos y objetivos; ello amerita un escrito propio in extenso. Se considera que la pluralidad del fenómeno social difícilmente sea capturada por un enfoque o medida particular. Las evaluaciones e implementaciones políticas pueden adquirir mayor perspectiva y pertinencia recurriendo a varias métricas para evaluar diversos aspectos de su objeto e incidencia.

Tal como se establece, el objetivo que se desea medir es común (bienestar), necesariamente hay espacio a complementariedades entre métricas, ya que responden a diversos aspectos de lo mismo. Aunque existen posiciones opuestas entre sí, como el caso de monetizar variables cuyo valor puede ser considerado intrínseco o inestimable, estas contraposiciones son relevantes en el debate teórico y en la práctica; pero, se resuelva o no la discusión, deben tomarse decisiones. Regresando al ejemplo de la introducción de los niños y la flauta, alguien debe decidir que se hará ahora. Lo mismo ocurre en la implementación política.

Indudablemente, hay espacio para desarrollar mejores opciones a futuro, pero el presente exige respuestas; se deben tomar las mejores elecciones políticas dada la información y métodos disponibles. Por lo que, en aras de mejores implementaciones de política pública, deben elegirse medidas apropiadas a los objetivos, en un equilibrio entre concreción y representatividad. Quedan, también, avances por realizar en el área de sustentabilidad, centrándose en sus especificidades. Se advierte que este escrito solo pretende un pequeño vistazo de temas que moldean el quehacer de las implementaciones políticas.

Referencias

Alkire, S. (2015). Capability Approach and Well-Being Measurement for Public Policy. OPHI Working Paper, 94, Oxford University. https://www.ophi.org.uk/wp-content/uploads/OPHIWP094.pdf

Comisión Europea (2010). Reglamento relativo al sistema de cuentas nacionales y regionales de la Unión Europea. Anexo A: Cuentas Satélites. Bruselas. https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:c914adda-f94f-43fe-a729-79f41211e190.0004.03/DOC_22&format=PDF

Cuadrado, J. R. (2001). Política Económica: Objetivos e instrumentos. Madrid: McGraw-Hill Interamericana.

Graham, C. (2017). Happiness and economics: insights for policy from the new ‘science’ of well-being. Journal of Behavioral Economics for Policy1(1), 69-72. https://www.sabeconomics.org/wordpress/wp-content/uploads/JBEP-1-1-10-F.pdf

Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: Penguin Random House, Grupo Editorial S.A.U.

Mora, R. (1-3 de diciembre, 2021). Una interpretación ecologista de la teoría rawlsiana de la justicia [Nuevas perspectivas teóricas y metodológicas sobre la socioeconomía]. V Reunión Iberoamericana de Socioeconomía. Madrid. https://sase.confex.com/sase/5im/meetingapp.cgi/Paper/18595

Overton, H. T. (1960). A history of economic thought: Social ideas and economic theories from Quesnay to Keynes. New York: McGraw-Hill.

Sen, A. (1999). Development as freedom. New York: Alfred A. Knopf, Inc.

Sen, A. (2019). La idea de la justicia. Barcelona: Penguin Random House, Grupo Editorial S.A.U.

Stiglitz, J., Sen., A. & Fitoussi, J.P. (2009). Report by the Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress. Paris: Institut National de la Statistique et des Études Économiques (INSEE). https://ec.europa.eu/eurostat/documents/8131721/8131772/Stiglitz-Sen-Fitoussi-Commission-report.pdf

Weber, M. (2021). Behavioral optimal taxation: Aspirations. Journal of Behavioral Economics for Policy5(1), 19-26. https://sabeconomics.org/wordpress/wp-content/uploads/JBEP-5-1-3.pdf

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1 Actualmente investigador y escritor independiente, enfocado en estudios interdisciplinarios en temas de desarrollo, pobreza y economía conductual. Es Bachiller en Economía por la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, Costa Rica.

2 Se advierte una dificultad de traducción, ya que en inglés existen dos términos que se traducen como ‘libertad’: liberty y freedom. El primero hace referencia a la ausencia de restricciones; el segundo al nivel social como norma compartida (este último es el de interés).

3 Para aclarar su importancia tómese por ejemplo la inmortalidad: es deseable, y se es libre (freedom) de ser inmortal, pero es imposible. Esto hace que no sea una necesidad y no haya responsabilidad de subsanarla. Por otro lado, hay personas sufriendo por enfermedades comunes; solucionar esto es deseable y posible a la vez, por lo que sí es una necesidad y se pueden establecer responsabilidades (Sen, 1999).