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Revista Praxis

EISSN: 2215-4094

Número 75 Enero-junio 2017

Páginas de la 47 a la 61 del documento impreso

Recibido: 17/7/2016 • Aprobado: 16/9/2017

URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/praxis



TRANSHUMANISMO: UN DEBATE FILOSÓFICO

TRANSHUMANISM: A PHILOSOPHICAL DEBATE

Jonathan Piedra Alegría

Universidad Nacional de Costa Rica

jon21700@hotmail.com

Resumen

En el documento se realiza un análisis de las posiciones filosóficas del pensamiento tecnocientífico llamado transhumanismo. Para esto se desarrollarán algunos de sus aspectos teóricos más importantes, pero se hará énfasis en la mejora tecnológica humana y en el cuerpo como un lugar privilegiado para esta mejora. Para mostrar como el transhumanismo busca un estadio en el que el ser humano pueda ser superado.

Palabras claves: transhumanismo, tecnología, cuerpo, mejoras humanas, biopotenciación.

Summary

In the paper an analysis of the transhumanist philosophical positions is performed. For this will develop some of his most important theoretical aspects, but will emphasize human technological improvement and in the body as a privileged place for this improvement. To show how transhumanism seeks a stadium in which the human being can be overcome.

Key words: Transhumanism, Technology, Body, Human Enhancement, Bio-Empowerment.

La relación entre el ser humano y la tecnología siempre ha sido simbiótica. En este momento es muy común la opinión de que no hay casi ningún logro actual que no se deba al mismo tiempo al desarrollo de la tecnociencia o, al menos, a alguna aplicación tecnológica. Una relación que ha resultado fructífera ha sido la correspondencia que han encontrado los diferentes tipos de humanismos con el pensar tecnocientífico. Esto se debe, principalmente, a que el actuar tecnológico (visto únicamente desde una posición reduccionista o artefactual de la tecnología) posee como elemento constitutivo la invención o la creación en una primera instancia de artefactos o máquinas y por lo tanto de un entorno social-artificial.

Quizá lo más importante de esto, es la “construcción” del ser humano por medio de la transformación artificial de lo natural, produciendo una “vida inventada”, en la cual se busca la optimización –al mismo tiempo que la creación– de los espacios humanos. El ser humano trasciende lo natural, inventando realidades, produciendo, al mismo tiempo que cosas y artefactos, la humanidad misma. Lo cual pudo llevar a decir a Heidegger que el ser parece manifestarse en forma de un destino técnico (ontotécnico más propiamente) en donde se impone de manera violenta la subjetividad.

Es por esto que cuando nos cuestionamos sobre la tecnología en un momento como el presente, es difícil hacerlo sin reflexionar ampliamente sobre el ser humano y la relación humana con lo existente-artificial. Un movimiento que se ha dedicado con alguna seriedad a esto es el transhumanismo, principalmente desde el estudio de las posibilidades que brinda la tecnología para superar nuestro estado evolutivo actual, hacia uno mejorado o del todo posthumano. El transhumanismo ha tomado cierta relevancia en la actualidad a través de posiciones y declaraciones de personas entusiastas y tecnofuturistas, mientras que quienes desarrollan las ideas transhumanistas a partir de teorías científicas o desde concepciones filosóficas generalmente tienen menos divulgación. En este sentido, la intención de este texto es mostrar algunas de las posiciones transhumanistas más importantes a partir de sus aspectos filosóficos. Siendo esto así, describiré como voy a abordar estos problemas.

En primer lugar, me referiré brevemente a su contexto histórico-filosófico para mostrar como su planteamiento principal (la mejora humana) es un tema de larga data. Seguidamente, analizaré el concepto de mejora tecnológica humana, intentando brindar algunas precisiones conceptuales para mostrar como el cuerpo humano se posiciona como el espacio físico y simbólico que permitiría el paso al transhumano. Finalmente, realizaré varios comentarios y unas críticas puntuales sobre algunas de estas posiciones.

Mejorando a la humanidad

El transhumanismo (también conocido como Humanity+) es una posición teórico-científica y filosófica relativamente nueva (Bostrom, 2005a y 2005b), sin embargo, los presupuestos de los cuales parte se han venido añejando en los barriles de la filosofía y la literatura desde hace muchos años. Inclusive, todo apunta a que alguna diferenciación relacionada con el transhumanismo se muestra por primera vez en las obras literarias. Por ejemplo, en 1312 en la Divina comedia de Dante aparece uno de los usos más antiguos de este término: “Trasumanar significar per verba/ non si poria; pero l’essemplo basti/ a cui esperienza grazia serba”1 (Paraíso. Canto Primero. 1.72). En esta obra Dante utiliza el verbo transhumanar para referirse a una transición llevada a cabo en un nivel religioso, específicamente a una superación espiritual que trasciende la normalidad humana. Asimismo, en la obra de teatro de T. S. Eliot, The cocktail Party, el dramaturgo estadounidense muestra como un sufrimiento intenso puede santificar y mostrar las más altas vocaciones del ser humano, y en definitiva transhumanizarlo (transhumanized) por medio de una especie de iluminación espiritual.

En el caso de la filosofía, la historia es más antigua aún. Ya sea en la Grecia antigua, con Prometeo o Dédalo, hasta pensadores medievales (i.e. con la búsqueda de la eterna juventud o la creación de homúnculos) han creído que la humanidad puede ser mejorada o potenciada en alguno de sus aspectos por medios técnicos. En el renacimiento, encontramos un ejemplo paradigmático en el filósofo Pico della Mirandola, que ya en una de sus más conocidas obras nos decía:

No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma (2006, p. 5).

A pesar de esto, el antecedente filosófico más importante proviene de la Ilustración y del humanismo ilustrado y racional. El famoso ¡Sapere aude! kantiano refleja en buena medida un aspecto importante del transhumanismo, el cual consiste en la confianza en la racionalidad de los seres humanos, así como la importancia de la ciencia para salir de la minoría de edad intelectual. Esta referencia es importante, porque es un lugar común asociar el transhumanismo con la posmodernidad (quizá debido a que se le confunde con un posthumanismo), debido a que esta corriente filosófica menciona la caída de los metarrelatos, así como la pérdida de un sujeto unitario que le da sentido a la realidad, por ejemplo. Empero, el transhumanismo no parte de ninguno de estos presupuestos. Por el contrario, hunde sus raíces en la modernidad (específicamente en la tardo-modernidad), enfatizando las libertades individuales (especialmente lo que ellos llaman libertad morfológica), así como en el humanismo clásico de ese momento. Además de que enfatiza la deseabilidad de un progreso por medio de la ciencia y la tecnología, recalcando la gran posibilidad de mejorar el futuro de los seres humanos por medio de la razón, del método científico (incluyendo la tecnología). En este sentido, el transhumanismo es claramente una extensión del humanismo ilustrado.

Sin embargo, parece que la concepción moderna (de implicaciones científicas y filosóficas) se debe a Julian Huxley, quien, en 1927, en un texto denominado Religion without revelation hace mención directa a un nuevo tipo de humanismo:

La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí misma, –no solo esporádicamente, un individuo, un individuo aquí de cierta manera, un individuo ahí de otra– sino en su totalidad, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva creencia. Quizá transhumanismo servirá: el hombre permaneciendo hombre, pero trascendiéndose mediamente la realización de nuevas posibilidades de y para su naturaleza humana (Huxley, citado por Hughes, 2004, p. 158).2 3

En la actualidad podemos encontrar su sustento ideológico en el precepto primero de la Declaración transhumanista (DTH):

En el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento, y nuestro confinamiento al planeta Tierra (The Transhumanist Declaration, 2015).4

A partir de estos lineamientos, el transhumanismo ha tomado diferentes vertientes, aunque, grosso modo, es definido por Bostrom (2003) como:

El movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y conveniencia de mejorar fundamentalmente la condición humana a través de la razón aplicada, especialmente mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles para eliminar el envejecimiento y para mejorar en gran medida del intelecto humano, físico y capacidades psicológicas (p. 4).5

O también como “un enfoque interdisciplinario para comprender y evaluar las oportunidades para mejorar la condición humana y el organismo humano se abrió por el avance de la tecnología” (Bostrom, 2005b, p. 3).6

Ambas definiciones poseen como elemento común la mejora de la condición humana por medio de la tecnología. A manera de síntesis, podemos señalar que el transhumanismo (de ahora en adelante TH) busca entender y evaluar las oportunidades para el mejoramiento de la condición humana y del organismo humano por medio de los avances tecnológicos. Este nuevo humanismo se diferencia del humanismo clásico, en que en el primero la mejora humana se da en función de un refinamiento educativo o intelectual. Mientras que el TH cree que la forma de lograr el mejoramiento se da en función de una aplicación de la tecnología que sobrepase los límites naturales impuestos por nuestra biología o nuestro patrimonio genético. De manera que el TH toma a la actual “naturaleza humana” como un estado y no como una condición definitiva, como un terreno fértil que se puede modelar, en diferentes aspectos deseables.

Muchas de estas mejoras y potenciaciones tienen que ver con calidad de vida, extender la esperanza de vida, disminuir el dolor, erradicar los padecimientos, mejorar la funcionabilidad del cuerpo, así como potenciar nuestras capacidades cognitivas, tales como la memoria o la inteligencia. A pesar de esto, en la literatura científica y filosófica al respecto no se deduce como una consecuencia argumentativa de este discurso, una búsqueda de un supuesto estado de perfección de la especie humana, tampoco una futura utopía tecnocientífica, sino más bien un proceso en el cual se puede llegar a superar o traspasar la barrera de la “naturaleza humana” (en un sentido biológico). Ciertamente, para postular tesis como estas debe existir una alta dosis de optimismo, no solo desde un punto de vista tecnológico y lo que este puede lograr, sino además en el uso que se le da a la tecnología. No resulta baladí creer entonces que este optimismo carga una buena dosis de ingenuidad e idealismo inmerso en sus bases.

Sin embargo, frente a estos cuestionamientos, algunos teóricos del tema hacen referencia a un optimismo práctico o a un optimismo dinámico (More & Vita-More, 2013), los cuales parecen atemperar esta posición hacia un enfoque, sin duda, optimista, pero que tiene en cuenta (según ellos) las verdaderas posibilidades que brinda la racionalidad humana en la obtención de un progreso deseable, regido por las libertades individuales y el método científico. Aún dentro de este marco, los transhumanistas son claramente tecnooptimistas (usando la denominación de Habermas), al menos en un sentido amplio, ya que, a pesar de que en algunas ocasiones insinúan una concepción de tecnología amplia (la cual incluiría organizaciones estatales, así como un desarrollo de las ciencias psicológicas), la mayoría de las implicaciones de sus postulados se dan en función de una visión intelectualista de la tecnología.

Eliminando los defectos

El TH acoge aquella vieja concepción del ser humano como mängelwesen,7 pero la reformula hacia los conceptos de deficiencia (ser-deficiente) y limitación (ser-limitado). El ser humano es un ser deficiente en su especificidad biológica. El Homo sapiens es por definición un ser condicionado, aunque no por esto se encuentra predestinado a ser algo fijo. La biología no es un destino, sino un hecho. Los avances científicos y las manifestaciones tecnológicas (especialmente las futuras) permitirán (en un espacio de tiempo todavía nada claro) trascender este tipo de limitaciones, ya que permitirán una especie de reingeniería del cuerpo, expandiendo, potenciando y mejorando sus capacidades. Según esta posición, la antinaturalidad de esto (en tanto se da por medios tecnológicos) no es un argumento en contra, ya que prácticamente toda la tecnología (aún sus usos más aceptados) son antinaturales. Las vacunas, los automóviles o la misma ropa no son productos naturales y aun así existe un consenso en que son ventajosos y necesarios. “En cierto sentido, toda la tecnología puede ser vista como una mejora de nuestras capacidades humanas nativas, lo que nos permite lograr ciertos efectos que de otra manera requerirían más esfuerzo o estaría completamente fuera de nuestro poder” (Savulescu & Bostrom, 2007, p. 2).8

Según estos términos, todo aquello que puede ser definido como tecnología es antinatura, pero precisamente eso es lo que permite un perfeccionamiento de las facultades de los seres humanos. Esta posibilidad de modificación, insospechada en otros tiempos, nos ofrece un aspecto emancipatorio igualmente insólito. Siguiendo una derivación instrumental de la técnica (en tanto tecnología), el ser humano es constitutivamente tecnoartificial. Por lo que las posiciones naturalistas no se pueden sostener por más tiempo. El Homo sapiens es un resultado de un proceso evolutivo de millones de años, pero los transhumanistas creen que ahora la tecnología permitirá controlar en algún aspecto la evolución humana. Si los seres humanos somos (fisiológicamente) un resultado natural de la evolución, se necesita un criterio que vaya más allá de lo natural con tal de superar nuestras limitaciones. La conditio humana es contingencia, por lo que la naturaleza humana puede ser también reformulada.

Esta reformulación transhumanista del mängelwesen hacia el ser-deficiente es funcional en la medida en que abre teóricamente dos aspectos interesantes. En primer lugar, permite una cierta discrecionalidad entre los seres humanos y otros seres vivos. Lo que es consistente con un modelo interpretativo de la identidad y la realidad humana, que permite una autarquía y un control sobre las otredades no humanas. En segundo lugar, le permite al ser humano la capacidad de diseñar su propio futuro de manera autónoma, a través de una construcción autopoietica. Solo un ser carente, incompleto, defectuoso, puede ser mejorado y potenciado. Solo una humanidad limitada puede ser trascendida. Para llevar a cabo esta mejora técnica del ser humano, el transhumanismo apuesta a los avances de lo que se ha conocido como NBIC: Nanotecnología, Biotecnología, Tecnologías de la Información y las Ciencias del Conocimiento. De igual manera toma muy en cuenta el desarrollo de la neurociencia, las ciencias cognitivas y el desarrollo de inteligencia artificial.

Human enhancement

Según el Science and Technology Options Assessment de la Unión Europea (STOA), la mejora técnica del ser humano es “ (…) una modificación destinada a mejorar el rendimiento humano individual y provocado por las intervenciones basadas en la ciencia o de base tecnológica en el cuerpo humano” (European Parliament, 2009, p. 22).9

Esto es lo que el transhumanismo llama human enhancement.10 Es interesante mencionar que este mejoramiento no está asociado a ninguna definición específica de salud, por lo que es una terminología no médica de mejora humana. Por lo tanto, no implica tratamientos o correctivos para problemas de salud o padecimientos propios del envejecimiento. Tampoco involucra necesariamente modificaciones estéticas, aunque bien puede implicarlas. Según Ursua (2012), en la actualidad existen:

Tres técnicas para la mejora técnica del ser humano, a saber, la técnica genética (modificación genética), las operaciones (cirugía) e implantes de todo tipo y en todas las partes del cuerpo y del cerebro (desde artefactos, neuroimplantes, neuroprótesis (mejora neuroelectrónica), (…) complejísimos interfaces cerebro-ordenador (…), nanobots, mejora prenatal y perinatal, etc.) y la resultante de las investigaciones farmacológicas y médicas aplicadas al aumento de las competencias cognitivas, de las capacidades senso-motóricas y terapias de enfermedades psíquicas y neurodegenerativas (pp. 76-77).

A partir de esto podemos distinguir tres ámbitos distintos (pero no excluyentes entre sí) en donde operaría el enhancement: A. La mejora de una o más funciones corporales y cognitivas, B. una mejora del ser humano en un sentido estrictamente biológico (en donde se podría incluir una interacción-interfaz entre el ser humano y una computadora) y C. el mejoramiento de la humanidad como un todo en un sentido abarcador y global. Ninguna de estas posiciones tiene, en principio, tintes eugenésicos. A pesar de que es innegable que una exégesis extrema de estos postulados podría derivar en algún tipo de interpretación de esa índole.

El mejoramiento propuesto por el TH no es correctivo o restaurativo, lo que implica que las mejoras que propone no buscan corregir una deficiencia o alcanzar el estado normal-óptimo de un ser humano. Tampoco busca, como una meta final, reestablecer alguna función disminuida o en detrimento, aunque sin duda es algo ansiado. Por lo que los lentes de contacto, las prótesis dentales, las caderas de titanio o muchos ejemplos análogos no forman parte de ninguno de los ámbitos anteriormente indicados. La mejora técnica humana, al no darse desde un punto de vista médico, no busca la cura de un padecimiento específico, aunque estas soluciones implican un paso hacia la mejora técnica de la humanidad. En sentido estricto, no podría existir una mejora correctiva o restaurativa, porque en ambos casos no se trataría de una mejora stricto sensu, sino de un ajuste con el que se volvería a un estado normal. Una mejora tiene la característica de ser potencialmente ilimitada, mientras que la corrección no. Por ejemplo, cuando se le realiza a alguien una operación con láser para tratar la miopía, se está realizando subjetivamente una “mejora” con relación a un estado previo individual, pero objetivamente no se le está acrecentando la vista o haciéndola pasar a un nivel superior o cualitativamente distinto. Igualmente, el human enhancement está regido normativamente por argumentos diferentes a la curación, ya que esta llega a su término cuando el individuo está sano. La mejora tecnológica no implica un estado final o de consumación y por lo tanto no es curativa ni terapéutica. La mejora tecnológica del ser humano es teóricamente infinita, en la medida en que la mejora está pensada en función de la superación de los límites biológicos de la especie. Sin embargo, antes de que esto sea realizable, son necesarias las medidas curativas y restaurativas, ya que son ineludibles para llevar a cabo el imperativo de mejorar la condición humana por medio de la tecnología.

Esta característica distingue radicalmente a la curación de la mejora: la curación llega a su fin cuando el paciente está sano, mientras que la mejora no llegará a su fin, incluso si tiene éxito. El human enhancement se encuentra siempre impulsado hacia adelante (o hacia el futuro) por la inquietud del imperativo tecnológico.

Por otro lado, tampoco se trataría de un natural improvement (Ida, citado por Savelecsu & Bostrom, 2007), a la manera en como se mejoran nuestras capacidades cognitivas y físicas por el estudio o el entrenamiento, sino que sería más bien unnatural improvement (mejora innatural), en tanto que lo que se busca superar son los límites naturales de la especie humana como resultado o producto de la artificialidad o de la tecnología. Tampoco implicaría mejoras temporales, ya que estas no implican una mejora de la condición humana, sino solo un mejoramiento transitorio o pasajero (como los supuestos efectos de los nootrópicos, los smart drugs o los potenciadores cognitivos).

Existe otra distinción útil a la hora de comprender este tema.11 Bostrom (2003) opina que en lo concerniente al human enhancement debe hacerse una consideración con respecto a las ventajas que se pretende obtener y qué tipo de mejoras debería promover el movimiento transhumanista. Para estos efectos habría que considerar la diferencia

(…) entre las mejoras que ofrecen únicas ventajas posicionales (por ejemplo, un aumento de altura), que solo son ventajas en la medida en que otros carecen de ellos y las mejoras que proporcionan tanto beneficios intrínsecos o externalidades positivas netas (como un mejor sistema inmunológico o la mejora de la función cognitiva) (p. 19).12

El TH vendría a promover aquellas modificaciones que impliquen beneficios intrínsecos o externalidades positivas netas, tales como abolir el sufrimiento propio de las enfermedades (por medio de neurotecnología, por ejemplo), ralentizar el proceso de la vejez o prolongar la vida. Las ventajas posicionales (i.e. las modificaciones estéticas no correctivas) no plantean beneficios más que desde un punto de vista individual y subjetivo. Es así como solo desde un punto de vista comparativo casuístico podrían ser consideradas beneficiosas para alguien y no en general para la especie humana.

La emergencia de la carencia: el cuerpo

Las distinciones que acabo de mencionar son más comprensibles cuando se concretizan en algún aspecto humano que se “deba” mejorar o potenciar. En términos generales, la mejora técnica del ser humano implicaría una gran cantidad de proyectos, como la eliminación de genes para evitar enfermedades hereditarias, tratamientos para la fecundación (i.e. fecundación in vitro con el aporte de tres padres), potenciamiento de nuestras habilidades cognitivas (por ejemplo, interfaz cerebro-computadora), la biomedicina (al menos como estado inicial para el mejoramiento), la inteligencia artificial dura, la nanotecnología, o la mejora de la funcionabilidad del cuerpo por medio de implantes tecnológicos, entre muchos otros. Todos estos proyectos se relacionan con la defectuosidad y limitación humanas, que sirven como sustento a las premisas transhumanistas.

No obstante, la pregunta sería: ¿Dónde se encuentra más visible esta carencia-limitación? Pues principalmente en el cuerpo. El cuerpo según los transhumanistas sigue aquella lógica cartesiana que lo ve como una mera extensión (res extensa.) A partir de un reduccionismo biológico se parte de una noción que considera al cuerpo como una realidad material producto de nuestra herencia genética, al mismo tiempo que se encuentra condicionado espacial y temporalmente, interactuando con el entorno, a un nivel físico y biológico, principalmente. Esta concepción no excluye las emociones, las cuales son vistas como respuestas de carácter adaptivo (placer y displacer en todas sus manifestaciones) frente a estímulos medioambientales y/o culturales. A pesar de que no es sencillo aislar lo biológico de lo cultural (baste mencionar los insumos brindados por la epigenética), se privilegia el aspecto biológico, por el cual los seres humanos seríamos fundamentalmente el resultado de procesos ontogénicos y filogenéticos,13 productos de la evolución. Es precisamente por esto por lo que en el cuerpo emerge la carencia, la mayor presencia.

El ser-defectuoso se proyecta desde un punto de vista evolutivo. La corporalidad, por lo tanto, también es vista desde un funcionalismo clásico, de clara influencia darwiniana. A partir de esto, es claro que la estructura o composición del cuerpo está supeditada a las funciones de este, por lo que se podría inferir que si las modificaciones corporales aumentan esta funcionabilidad son, ergo, deseables. El cuerpo va a ser descrito según un ¿para qué?14 De igual forma los sistemas cognitivos (the cognitive sphere) vendrán a ser descritos como sistemas funcionales.

Estas consideraciones implican al menos tres cosas: 1) la constitución biológica del ser humano es maleable y por lo tanto también la humanidad en conjunto, 2) al determinar al cuerpo en términos de sus funciones, este no es ontológicamente distinto del cuerpo del resto de los seres no humanos más que en una escala cualitativa y 3) la emergencia de la carencia en el cuerpo permite la trasformación de la anatomía-figura en una gama ilimitada de posibilidades, siempre y cuando la funcionabilidad corpórea no se vea disminuida.

Por tanto, el cuerpo se convierte en el fundamento del proyecto transhumanista no solo como superación del Homo sapiens, sino además como una reapropiación de la humanidad por medio de la mejora técnica del ser humano aplicada a la corporalidad.

De manera que esta concepción del cuerpo resulta ser profundamente importante para la concepción transhumanista, ya que vendría a situar al cuerpo (the somatic sphere) como el ámbito en el que se debe centrar en primera instancia el human enhancement, ya que es en él donde se muestra de forma más contundente la carencia. El cuerpo es la materia prima con la que el transhumanismo solidifica las columnas de su proyecto, liberándolo (según sus propuestas) de los impedimentos externos (tanto biológicos como físicos), en una muestra de que el ser humano no solo controla su condición, sino que además la supera. El cuerpo deja de ser un lugar de especulación para volverse el lugar de la mejora por antonomasia.

Discusión y conclusiones: re-visando a la humanidad mejorada

Las posturas transhumanistas consideran al ser humano desde un enfoque profundamente reduccionista. A partir de una concepción material-naturalista de la condición humana, asumen la mejora humana desde un determinismo no cuestionado en el fondo. En realidad, muchos de los presupuestos del TH no tratan temas del contenido epistemológico de sus propuestas o de la posibilidad social de las mismas, ya que se centran únicamente en los posibles resultados de la aplicación de la mejora técnica del ser humano. Tampoco parecen realizar un debate científico (mucho menos filosófico) con otras tradiciones de pensamientos que plantean importantes consideraciones con respecto al uso de la tecnología (i.e. las teologías contextuales, las posiciones orientales o la antropología cultural), ya que simplemente las ignoran o las consideran poco válidas.

La fe acrítica (que muchas veces se conjuga con posiciones de mercado) que tienen en el progreso tecnológico es bastante coherente y consecuente con sus posturas, pero tiene el problema de que usualmente se usa para favorecer de una manera falaciosa las intervenciones y comentarios de los supuestos expertos (físicos, ingenieros o tecnooptimistas en general) que, a partir de la tan presumida objetividad de la ciencia, desechan un verdadero diálogo sobre los fines y los alcances de la tecnología (el diseño o la innovación, por ejemplo). De manera que esto les permite asumir una postura en donde todos los problemas humanos se pueden reducir a problemas tecnocientíficos, lo que implicaría que la tecnología podría resolverlos, sin más, en algún momento. Obviamente el sustento social y epistemológico de esto es falso, ya que ni aún en el más optimista de los escenarios sociales podríamos llegar a una conclusión tan definitiva como esta. A pesar de que la tecnología condiciona la sociedad, y por lo mismo a un tipo específico de ser humano, no podemos pretender que cada uno de los aspectos vitales se defina según la lógica del desarrollo científico.

La ciencia y la tecnología no son neutrales u objetivas, y, muy por el contrario, muestran valores, intereses comerciales y económicos, así como toda una lógica de poder, propia de nuestro contexto social y temporal. Los transhumanistas olvidan (en buena medida) la función social de la tecnología y como esta se enmarca en contextos sociales más amplios, en complejas redes de interacción e interdependencia funcional con otras tecnologías, así como en dinámicas culturales y sociohistóricas. De manera que no consideran seriamente la inviabilidad social de algunas tecnologías (más que en el tema de los materiales y los recursos para crearlas), el acceso a ellas o los aspectos de gestión y desarrollo de las tecnologías en contextos particulares.

Con el discurso del progreso tecnológico dejan de lado cuál es el contenido político-social de human enhancement (más que en su visión pragmática). De igual manera, tampoco tienen en cuenta el análisis o crítica de lo que ellos asumen sin reflexión como normalidad, terapia e inclusive como humano. Resultaría también importante reflexionar sobre cuál sería la orientación propia de la mejora técnica del ser humano, quiénes tendrían posibilidades de acceso a estas mejoras, en qué contextos y con qué propósitos, si esto estaría normado por las reglas de libre mercado, por una justicia distributiva o si el Estado tendría alguna participación concreta o directa, así como los riesgos éticos y sociales de dichas mejoras.

Si bien la mejora del ser humano es deseable y ha sido una búsqueda igual de antigua que el ser humano, esto no significa privilegiar un aspecto en detrimento de otro. Aparejadas al enhancement hay muchas interrogantes que deberíamos considerar. Quizá los aspectos éticos son los primeros que surgen en nuestras mentes, aunque no son necesariamente los únicos. Es posible que las primeras interpelaciones que deberíamos hacernos (y que el transhumanismo tiene, supuestamente, muy claras) es qué tipo de sociedad deseamos y lo que estamos dispuestos a dar por eso. Aspectos que siempre serán importantes en cualquier discusión sobre estos temas, sea filosófica o no.

Referencias

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1 Algunos autores mantienen la traducción ajustada al verso original. Por ejemplo, la realizada por Bartolomé Mitre dice así: “Trashumanar, significar per verba/ es imposible; que el ejemplo baste/ al que tal experiencia Dios reserva”. Otros como J.E Sanguinetti la traducen como: “Transhumanar significar per verba/ no se podría; pero el ejemplo baste/ a quien vivirlo la gracia otorgue”. Juan de la Pezuela que intenta seguir la métrica y la rítmica original del Toscano de Dante, la plantea así: “La trashumanación pintar no es dado/ a simple voz; pero el ejemplo baste/ quien gozarla el cielo ha reservado.”. En cualquier caso, lo que las diferentes traducciones mantienen es la idea que este “transhumanar” es un aumento más allá de los límites de la naturaleza humana para acercarse de alguna manera a la “naturaleza divina”.

2 Todas las traducciones fueron realizadas por el autor de este artículo.

3 “The human species can, if it wishes, transcend itself – not just sporadically, an individual here in one way, an individual there in another way – but in its entirety, as humanity. We need a name for this new belief. Perhaps transhumanism will serve: man remaining man, but transcending himself, by realizing new possibilities of and for his human nature”

4 “Humanity stands to be profoundly affected by science and technology in the future. We envision the possibility of broadening human potential by overcoming aging, cognitive shortcomings, involuntary suffering, and our confinement to planet Earth”.

5 “The intellectual and cultural movement that affirms the possibility and desirability of fundamentally improving the human condition through applied reason, especially by developing and making widely available technologies to eliminate aging and to greatly enhance human intellectual, physical, and psychological capacities”.

6 “(…) an interdisciplinary approach to understanding and evaluating the opportunities for enhancing the human condition and the human organism opened up by the advancement of technology”.

7 Una muestra de esto la podemos encontrar en la antropología filosófica alemana. Por ejemplo, en el caso de Arnold Gehlen.

8 “In one sense, all technology can be viewed as an enhancement of our native human capacities, enabling us to achieve certain effects that would otherwise require more effort or be altogether beyond our power”.

9 “(…) as a modification aimed at improving individual human performance and brought about by science-based or technology-based interventions in the human body”.

10 Algunos otros la llaman mejora técnica del ser humano (technische Verbesserung des Menschen), principalmente autores alemanes.

11 Existen muchas otras distinciones al respecto del human enhancement. Por ejemplo, la diferenciación entre mejoras moderadas y mejoras radicales realizada por Nicholas Agar. Cf. Su libro Liberal Eugenics: in defence of human enhancement. Sin embargo, he seleccionado las que me parece que tienen una relación más directa con la mejora técnica del ser humano, en términos generales y no en cuestiones específicas.

12 “(…) between enhancements that offer only positional advantages (e.g. an increase in height), which are only advantages insofar as others lack them, and enhancements that provide either intrinsic benefits or net positive externalities (such as a better immune system or improvement of cognitive functioning)”.

13 Tanto en la ontogenia como en la filogenia se toman en cuentan las interacciones provenientes del medio. No obstante, el aspecto a recalcar reside en el reduccionismo biológico propio del enfoque transhumanista.

14 Este es también el motivo por el cual la inteligencia artificial es tan atrayente para el transhumanismo. Puesto que la base epistémica de la inteligencia artificial es el funcionalismo. Esto queda claro en la clásica analogía de la mente como software/hardware o el método de investigación conocido como ingeniería reversa (reverse engineering).


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