R E P E R T O R I O


creative_common

A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 30, Enero-Diciembre, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



La misteriosa Lydia Bolena

Luis Gustavo Lobo Bejarano


Allá, en el lejano 1929, apareció en San José un libro publicado por la Imprenta Trejos. Se titulaba Comprimidos. Fue recibido con júbilo por parte de la crítica. El libro viene firmado por Lydia Bolena.

¿Quién es esta misteriosa escritora? Los estudiosos han relegado su nombre al olvido, mientras que la historiografía literaria ignora quién fue. Solamente Charles L. Kargleder y Warren H. Mory, así como Álvaro Quesada Soto, en sus libros respectivos, la mencionan. Tratemos de biografiarla.

Julia Jimeno Espinosa de Pertuz (en más de una ocasión se le cambia el apellido-sin que medie motivo alguno- por Jiménez), nació en Barranquilla, Colombia, en 1882. (Según una página de genealogías localizada en Internet, nació en 1881). Falleció, según apuntan los críticos, en el año 1959.

Fue esposa del escritor, político y diplomático Faraón Pertuz (1875-1961), con quien procreó cinco hijos.

A finales de la década de los años 20s del siglo anterior, se encontraba, junto a su esposa e hijos, en San José el señor General don Faraón Pertuz, Encargado de Negocios de Colombia en Costa Rica. Es por este motivo que Comprimidos se publica en el país, en una edición privada y limitada. Hoy día, se trata de un libro inconseguible.

Y bueno ¿por qué Lydia Bolena?

Parece que se debía a una cuestión de época, en la cual las mujeres –y si además de mujeres eran casadas con más motivo-, se ocultaban bajo seudónimos. El fenómeno venía heredado del continente europeo: hoy sabemos que Fernán Caballero no es sino el seudónimo de Cecilia Böhl de Faber ( 1796-1877), y que Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant, escribía bajo el nombre de George Sand (1804-1876).

Durante el siglo XX en Costa Rica, los casos más conocidos de seudónimos literarios en mujeres son los de Clara Diana, seudónimo de la escritora María Ester Amador León (1902-1928), Blanca Milanés, quien en la vida real se llamaba Carlota Brenes Argüello de Rizo (1905-1986) y, por supuesto, Carmen Lyra quien se llamaba María Isabel Carvajal Quesada (1887-1949). Aún hoy día tenemos un claro ejemplo: la escritora y actriz Ana Soto Marín es conocida como Ana Istarú (1960).

Pero volvamos a Lydia Bolena.

Como dijimos, su esposo, Faraón Pertuz, era escritor. Agreguemos que se dedicaba al periodismo. Dirigía un diario con un nombre bastante operístico: Rigoletto. Esto nos habla de su entorno familiar: escritora, esposa de un escritor y periodista, contaba con todas las posibilidades de publicar sus escritos.

Sabemos que colaboró en Voces, Caminos, Ideas y otras publicaciones literarias de la Barranquilla de las primeras décadas del siglo XX. También publicó en Hispania, revista literaria fundada y dirigida por Santiago Pérez Triana y editada en Londres, allá por 1912.

Modernamente, su cuento Una Vivienda Encantadora, que apareció originalmente en la revista Civilización fue antologado en Veinticinco cuentos barranquilleros, de Ramón Illan Bacca (Uninorte, 2000) y en la Antología del cuento caribeño de Jairo Mercado Romero, Roberto Montes Mathieu, (Universidad del Magdalena, 2003). Por último, se le menciona en la antología Un siglo de erotismo en el cuento colombiano, que el crítico Óscar Castro García llevara a cabo y que fuera publicada por la Universidad de Antioquia en 2004.

En la revista Hispania, publicó su cuento Fieras parlantes.

También, en el proceso d bianas e esta investigación, nos enteramos de que en el libro Varias Cuentistas Colombianas (Bogotá. Editorial Minerva, 1936, 242 p.) y que forma parte de la serie “Biblioteca Aldeana Colombiana” (tomo 11), reproduce el cuento Fe Infantil, de la escritora Julia Jimeno de Pertuz.

Sin embargo, es su libro Comprimidos, el que parece ser su obra más relevante. Pedro Gómez de Lorena en Repertorio Americano, en su artículo que citaremos, afirma que: “La obra de Lydia Bolena tiene maciza contextura” y el crítico Ramón Illán Bacca asevera que Faraón Pertuz “fue designado diplomático en Costa Rica. Allí, en una pequeña edición y en circulación cerrada, Lydia Bolena publicó en 1929 su libro de cuentos Comprimidos. La lectura de estos cuentos –de los cuales tengo una copia incompleta– nos indica que estamos en presencia de una escritora que trataba de indagar las complejidades del alma humana”.

El libro en cuestión consta de 144 páginas. No se trata pues de un libro mínimo. Esto justifica que el volumen fuera recibido con júbilo por la crítica, publicada en Repertorio Americano:

Facio, Justo A. Apreciación [agradece el envío del libro Comprimidos a L. Bolena, sus cuentos], 18, 24 (22-VI-1929): 379.

Gómez Lorena, Pedro. La obra de Lydia Bolena tiene maciza contextura, 19, 1 (6-VII-1929): 8 y 13.

Castañeda Aragón, Jorge. Marginaciones bibliográficas [Comprimidos de L. Bolena y otros], 20, 23 (21-VI-1930): 357.

Para el maestro Joaquín García Monge, el nombre de Lydia Bolena no era desconocido: de las nueve colaboraciones que publica de la escritora, la primera es del año 1922. Detallémoslas:

Revelación [relato], 5, 6 (6- XI- 1922): 75

Aguinaldos [relato], 5, 22 (12- II- 1923): 289

El alma de una sonrisa [ensayo], 6, 4 (7- V- 1923): 56

El colega [relato], 6, 23 (10- XI- 1923): 352

Gacetillas Insignificantes [relato], 15, 18 (12- XI – 1927): 281-282

Comprimidos de Vida [relato], 16, 20 (26 –V- 1928): 281-282

Revelación [relato], 16, 24 (30- VI- 1928): 372

La gran inspiradora [relato], 5, 22 (22- VI- 1929): 379

De la obra Comprimidos I, 1929, San José…

Finalmente, realizamos la búsqueda del tomo de cuentos titulado Comprimidos: un ejemplar de alrededor de 13.5 x 13.5 centímetros, bellamente editado. El ejemplar al que tuvimos acceso perteneció al maestro García Monge. En el centro de su portada se lee Comprimidos I. En la esquina superior derecha se lee Lydia Bolena y la esquina inferior derecha dice 1929. Imprenta Trejos Hnos. San José, C. R.

La indicación de I hace suponer la existencia de un II…De esta posible segunda parte no tenemos noticias ¿Se habrá llevado a cabo o fue solo un proyecto de la autora? No lo sabemos.

El tomo parece ser una gran antología general. De los veinticinco cuentos que forman la colección, seis están fechados: Sor Felina (1911), Aguinaldos (1916), Orgullo de Raza (1921), El Colega (1923), Gacetillas Insignificantes (1925) y Revelación (1928). Todos estos relatos, como vimos anteriormente, habían sido publicados por García Monge en Repertorio Americano. Solamente el ensayo El alma de una sonrisa no se encuentra en el volumen.

Sobre Revelación, debemos señalar la existencia de dos relatos con el mismo nombre: uno de 1922 y el de 1928.

A pesar de no estar fechado, presumimos que su cuento Fieras parlantes, debe ser contemporáneo de Sor Felina, ya que el texto fue publicado en la revista Hispania, en Londres, allá por 1912.

El único cuento que no poseemos es Una vivienda encantadora, pese a ser el más antologado. Cedemos la palabra a Óscar Castro García: “Después del cuento de Carrasquilla (se refiere al texto ¡A la plata!, publicado en 1901) transcurrirán veintidós años antes de que se den otras manifestaciones eróticas, lo que ocurre en Cuentos de Juventud (1923) de José Luis Restrepo Jaramillo (1893-1926) y en Caminos (1926) de Lydia Bolena (seudónimo de Julia Jiménez [sic] de Pertuz (1882-1959). (…) En “Una vivienda encantadora” (1928) de Lydia Bolena, se manifiestan dos características interesantes para la crítica de las costumbres: la ironía y la hipocresía, pues la pasión de la mujer por su amante y el asesinato de éste por parte del marido celoso, no se notan tras la encantadora familia que sugiere la casa que ésta habita”. ( Un siglo de erotismo en el cuento colombiano: antología. Introducción, páginas 17-18).

Sabemos que, además de la bibliografía citada y ya recogida en Repertorio Americano, Lydia Bolena publicó otro texto que se encuentra en su tomo Comprimidos. Nos referimos al texto Brochada. Se publicó en la revista Reproducción XI, 176 (mayo, 1929): 170.

A manera de curiosidad bibliográfica, reseñaremos dos textos de Faraón Pertuz que el maestro García Monge publicara en Repertorio Americano:

Costa Rica y Colombia, 16, 12 ( III- 1928): 180

Carta, 19, 13 (X- 1929): 206

Lydia Bolena fue un caso extraño. Fue una escritora reconocida en su patria y apreciada en otras latitudes, considerada entre los valores americanos como García Monge quien reprodujo varios de sus textos, y extrañamente, olvidada por la historiografía costarricense, a pesar de haber publicado su obra más relevante en el país.

Comprimidos es un libro, si se quiere, muy de su época, pero poseedor de unos relatos que, técnicamente, parecen adelantarse en su momento histórico. Además, coincidimos con Illán Bacca en cuanto a que Lydia Bolena era una escritora “que trataba de indagar las complejidades del alma humana”.

Tanto en Una vivienda encantadora, en la que la casita bonita oculta el crimen pasional cometido, como en Fieras parlantes, en la que el dueño del circo adivina el crimen que se oculta en la sonrisa de la rival de la trapecista, y en las pocas copias de Comprimidos aparece la solución inesperada que revela algo turbio en la conciencia profunda de sus personajes. Tuvimos una gran escritora, no suficientemente realizada, los tiempos eran otros y no estábamos en Inglaterra”, afirma el crítico.

Aparentemente, los colombianos han comenzado a valorar a Julia Jimeno de Pertuz, a quien recordamos por su seudónimo: Lydia Bolena. Los costarricenses deberíamos –así fuera por la simple curiosidad o por el hecho (aparentemente casual) de que su libro se haya editado en nuestro suelo-, de reeditarla, de leerla y nuevamente valorarla. Esa será la albor de las nuevas generaciones de investigadores.

San José, Costa Rica,
19 de noviembre de 2014

Referencias

Bolena, Lydia. Comprimidos I. Imprenta Trejos Hnos. San José, C. R, 1929.

Castro García, Óscar. Un siglo de erotismo en el cuento colombiano. Medellín: Universidad de Antioquia, 2004

Illán Bacca, Ramón. Hallazgos. Domingo, Junio 8, 2014 Revista Latitud. Recuperado de: http://revistas.elheraldo.co/latitud/hallazgos-131181

Illán Bacca, Ramón. Veinticinco cuentos barranquilleros. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2000.

Kargleder, Charles L. y Mory, Warren H. Bibliografía Selectiva de la Literatura Costarricense. San José, Costa Rica, Editorial Costa Rica, 1978.

Mercado Romero, Jairo y Montes Mathieu, Roberto. Antología del cuento caribeño. Colección Narradores del Caribe. Universidad del Magdalena, 2003.

Quesada Soto, Álvaro. Bibliografía de la Literatura Costarricense: 1890-1940. San José, Costa Rica, Editorial Universidad de Costa Rica, 1995.


Doi: 10.15359/ra.1-30.18


Logo UnaLogo EunaLogo Una