R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 30, Enero-Diciembre, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Narraciones en tiempo de pandemia de Alexander Anchía Vindas


Introducción

Se incluyen, en esta edición, los últimos escritos de este autor costarricense (1974) producidos en los meses de confinamiento obligado por la epidemia viral que azota el mundo. Se trata de cuatro microrrelatos que Anchía ha venido desarrollando como una nueva experiencia de escritura.

El microrrelato ha sido un género poco explorado que puede presentar dificultades técnicas para su escritura y que exige una gran capacidad de abstracción y de síntesis para contar una historia con menos palabras. En América Latina, Augusto Monterroso (Honduras/Guatemala, 1921-2003) es bien conocido por esta modalidad cuentística, como se aprecia en El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio (La oveja negra y otras fábulas): “Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho”.

El Dictionary of Literary Terms (Toronto: Coles, 1963, p.109) define el concepto “short, short story” como un relato corto de aproximadamente hasta quinientas palabras, y señala otras categorías según el número de estas con oscilaciones de 5 000 -la más común-, 7 500, hasta más de 10 000 (novela corta o “short novel”). Como se infiere, el criterio prevaleciente es cuantitativo.

Por su parte, el punto de vista de la crítica francesa difiere del anglosajón y se inscribe, más bien, en la noción de nivel narrativo, cuya extensión permite incluir dentro de la misma categoría los “relatos dentro del relato” -como en Las mil y una noches-, así como los microrrelatos propiamente dichos de la “nueva novela” francesa (“Nouveau Roman” con sus representantes: M. Butor y A. Robbe-Grillet). Todorov postula una noción diferente del microrrelato: “Los relatos del mundo estarían constituidos por las diferentes combinaciones de una decena de microrrelatos con una estructura estable que corresponderían a una cifra pequeña de situaciones esenciales en la vida” [traducción libre] (Littérature et signification, París: Larousse, 1966, p.53). En la postura del teórico búlgaro-francés destaca que el relato sería un conjunto de microrrelatos relativos a su vez a un pequeño conjunto de hechos o situaciones que ocurren en la vida, es decir, el tema central de un cuento -por ejemplo- podría ser dividido en subtemas que por sí mismos serían la base o el sustrato de otros microrrelatos.

Más allá de otras valoraciones teóricas , el microrrelato constituye un género con muchas posibilidades para quien ya escribe cuentos, pero también para quienes se estén formando o iniciando en la escritura literaria.

Julián González Z.

MICRORRELATOS DE ALEXANDER ANCHíA VINDAS

Escalera al cielo

Cuentan que había un lunático muy peligroso. Una vez que se desenchufaba de la realidad aparecían muertos, casas quemadas por donde él pasaba. Sólo se calmaba si lograba escuchar la canción de Led Zepellin: Escalera al cielo. Ciertamente en su juventud hubo alguna conexión con la marihuana, con esa canción y las costumbres hippies. Aún hoy las secuelas de esa época permanecen; dado que fue declarado lunático, no era imputable penalmente. Cierto día, el hombre escapó del manicomio y lo encontraron en un parque mirando maliciosamente a unos niños, mientras tanto algunos trabajadores del psiquiátrico pensaban cómo apresarlo y otros buscaban afanosamente la canción para tranquilizarlo.

Para no ser parte de la estadística

¿Hay una pandemia, Carlos?

¿En dónde, Jorge? No la veo en ninguna parte.

Está encima , abajo, al lado de ti, tan diminuta y fuerte como un dios, no está en nuestros ojos notarla o eliminarla.

Como no la vemos, bailemos, así como la explicas es un buen estribillo para un coro, ja, ja. Mejor yo en mi casa y Dios en la de todos, me largo, me haré una casa en una cueva tan grande como para albergar mi propio mundo, uno que no me aburra, uno de mucho espacio, donde pueda desplazarme, si no talvez algún navío abandonado cerca de un puerto, algo grande que no me haga sentir claustrofobia y me permita aguantar el aburrimiento, al tiempo que me aísle de la gente para no ser parte de la estadística.

Pregunta al oráculo de la pandemia

Cuentan que un hombre hastiado de las normas de confinamiento por la pandemia se fue con su tabla de surf al mar y exclamó al mar en voz alta: ¡Habrá cura contra las enfermedades mentales que acarrea un gueto impuesto por el necesario confinamiento! Un silencio profundo rondaba el área, mientras el tipo perdía su mirada entre las olas. Estas establecían un susurro y una danza hipnótica de unas encima de otras, pasaba la primera y decía “No”, una más grande susurraba un “Sé” discreto, otra pequeñita “La” y una como de tres metros con la que el surfeador se lanzó al mar susurró “Respuesta”.

El escritor de la pandemia

Cuentan que en un país de primer mundo cierto escritor ganaba prestigio y popularidad; cuando los periodistas lo entrevistaban por el éxito de sus textos, respondía: Soy un documentalista, la realidad supera la ficción, por eso me consumo en los archivos. Comentaba con sus amigos: Imagino que si viniera algún día una pandemia y escribiera sobre ella me haré rico. Sus amigos lo molestaban diciéndole eso nunca sucederá, por ello nunca tendrás el titular de las noticias de un periódico. Contra todo pronóstico de economistas, de santeros y adivinadores, una pandemia acarició las fronteras del país y cayó pesadamente sobre las personas. El escritor se alegró y se frotó las manos, primero por medio de periódicos, reportajes, noticiarios y luego por medios digitales comenzó a documentar su experiencia. Al inicio los capítulos de su novela fluían. Cierto día pensó que si se vinculaba de modo más vivencial su éxito sería mayor y quizás sería hasta conocido en otro país. Sus ojos entonces lo llevaron a lo que bien podría escribirse, una vez inmerso en la pandemia y al ver a las personas llorando porque no se les podía atender en los hospitales, al entrar en estos y ver a la gente llorando por la noticia del fallecimiento de un familiar, viendo a las personas lejanas unas de otras, con mascarillas, y algunas incluso que desfallecían y caían en la calle, comenzó a divagar. Al cabo de tres semanas lo vieron con ropa andrajosa, con la mirada perdida, buscando en un basurero, y luego en estado catatónico. Alguien a los meses lo reconoció como un escritor importante. Llegaron luces y cámaras a la vieja calle, le tomaban fotos, y finalmente su foto y la historia del escritor perdido entre la pandemia obtuvo titulares en varios países,


Recibido: xx de febrero, 2020

Aceptado: xx de abril, 2020

Doi: 10.15359/ra.1-30.25


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