R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° Especial, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Apuntes sobre el antiimperialismo y el proimperialismo de Haya de la Torre en Repertorio Americano

Notes on anti-imperialism and pro-imperialism of Haya de la Torre in Repertorio Americano

Dan Abner Barrera Rivera

Instituto de Estudios Latinoamericanos

Universidad Nacional, Costa Rica

Resumen

Este trabajo es un estudio crítico del pensamiento del político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre a partir de los artículos publicados en la revista costarricense Repertorio Americano. Entre noviembre de 1924 y agosto de 1955, aparecieron 73 textos de su autoría (también hay 29 artículos de otros autores sobre él). Gracias a Repertorio Americano, Haya de la Torre se hizo conocido internacionalmente como una de las voces más representativas, escuchadas y seguidas del antiimperialismo latinoamericano. Pero esta posición antiimperialista es solo una faceta del político peruano; en sus textos se registra la transformación radical que sufrió esa faceta al pasar de esta posición al proimperialismo, aspecto que poco se conoce y es ese cambio lo que nos proponemos mostrar.

Palabras clave: antiimperialismo, proimperialismo, Haya de la Torre, Repertorio Americano, aprismo, comunismo

Abstract

This article is a critical approach to the Peruvian politician Víctor Raúl Haya de la Torre, based on his writings published in the Costa Rican journal Repertorio Americano between November 1924 and August 1955. We found 73 texts by the author and 29 texts by another authors. Due to Repertorio, Haya became internationally known as one of the most representative voices of anti-imperialism. But this position is only one face of the Peruvian politician. We discovered in these texts his radical transformation in favor of imperialism. This is a less known change that we are interested in analyze.

Keywords: anti-imperialism, pro-imperialism, Haya de la Torre, Repertorio Americano, “aprismo”, comunism


Introducción

Este artículo consiste en una lectura crítica de los textos de Víctor Raúl Haya de la Torre que se publicaron en la revista costarricense Repertorio Americano (1919-1958). Ésta registra varias decenas de trabajos del político peruano: artículos, viñetas, crónicas, cartas, pronunciamientos, entre otros.

Queremos mostrar el viraje político-ideológico que tuvo el pensamiento -la propuesta inicial- de Haya de la Torre, que pasó en un corto tiempo de exponer y defender las ideas antiimperialistas y antioligárquicas, a promover y defender posturas proimperialistas. Es posible visualizar ese giro en sus trabajos divulgados en esta revista, y que guarda relación con su práctica política y con publicaciones hechas en otros medios y en algunos libros de su autoría.

Repertorio Americano: una tribuna polifónica

No son pocos los estudiosos que han destacado la importancia que tiene Repertorio Americano como “fuente indispensable para aquellos interesados en el estudio de la cultura de Latinoamérica en su acepción más amplia” (Oliva, 2004, p. 83). La revista desplegó un papel importante durante la primera mitad del siglo XX en la exposición y fluidez de las ideas de independencia, libertad, antimperialismo, reconocimiento de los nuevos Estados, la realidad de América Latina, entre otros temas.

El 1 de septiembre de 1919 apareció la primera edición de Repertorio, y de ahí en adelante se constituyó en uno de los medios más importantes para la difusión de las ideas hacia América Latina, Estados Unidos y Europa. Joaquín García Monge fue el fundador y director de la revista a lo largo de casi 40 años y, “aunque tenía muchos colaboradores que le enviaban artículos, la labor de edición y envío la hizo solo” (Bermúdez, 2019, p. 5).

Repertorio Americano es considerado por los investigadores como la revista más prestigiosa de la historia cultural de Costa Rica. Al respecto, el filósofo costarricense Arnoldo Mora (2017) indica: “Repertorio Americano se convertiría de hecho en la universidad que Costa Rica no tuvo durante la primera mitad de nuestro siglo y que tanto necesitaba nuestro pueblo para su propio desarrollo material y cultural” (p. X). Pareciera exagerado lo que dice Mora, toda vez que se trataba de una revista que, si bien abarcaba una diversidad de temas, estos no podían ser abordados con la profundidad que toda área del conocimiento universitario exigiría; sin embargo, es importante observar algunos datos de la cantidad de ejemplares que se distribuían en ese tiempo, para una población aproximada de medio millón de personas en Costa Rica (UCR, 1976). En 1933, en San José circulaban alrededor de 300 copias, en el campo otras 300, y 700 eran destinadas al exterior (Oliva, 2008). Otras cifras indican que, en 1936 “Repertorio Americano tenía más de 800 lectores fuera del país, y cerca de 400 en Costa Rica” (Bermúdez).

Pero la reputación de Repertorio no radicaba en que fuera una revista localista por los temas que se publicaban o los autores que ahí escribían, sino porque perteneciendo a un país pequeño como Costa Rica, no tuvo limitaciones para erigirse en una ventana de información y conocimiento hacia el mundo (América Latina, Estados Unidos y Europa) por la variedad de temas internacionales que publicaba; en sus páginas discurrían las ideas más contemporáneas y humanistas de ese tiempo. Lo que dice Julián González -hoy director de Repertorio-, ayuda a comprender lo que aquí tratamos de valorar: desde dónde y en qué circunstancias históricas, la revista se abrió paso en el mundo:

(…) en un pequeño país subdesarrollado llamado Costa Rica y a cargo de un solo hombre, en un periodo marcado por las dos grandes guerras del siglo XX, la guerra civil en España, el ascenso del fascismo en Italia, el holocausto, la bomba atómica, la guerra civil costarricense de 1948, uno que otro habitual golpe de Estado y unas cuantas dictaduras criollas en Latinoamérica, Guernica, el inolvidable 1932 salvadoreño, la lucha de Sandino, la expansión del imperialismo y del intervencionismo yanquis, y la guerra del Chaco de 1932. (González, 2015, p. 95)

En ese contexto internacional de diferentes hechos históricos, muchos de ellos funestos, y con actores de distintas partes del mundo, cuyas consecuencias sociales y económicas creaban obstáculos para la divulgación del conocimiento, Repertorio, a pesar de las dificultades económicas de financiamiento, se mantuvo vivo y vigente (Oliva, 2008), gracias al arduo trabajo, la visión de largo alcance y la organización desarrollada por su director. Al respecto, Bermúdez dice: “El buen tino con que realiza la publicación, sus ideas preclaras, su honestidad intelectual y su talento, hacen que rápidamente el Repertorio sea reconocido internacionalmente” (p. 5).

Se trataba de un medio cultural que tuvo gran trascendencia para su época, la cual puede dimensionarse en varios aspectos: el contenido, la variedad de escritores y colaboradores, la distribución nacional e internacional, los destinatarios, el tiraje, la continuidad y periodicidad (a pesar de las limitaciones económicas), los intercambios (canjes), las respuestas y las réplicas. Don Joaquín García Monge “envía su revista a amigos en distintas partes del continente. Otras veces busca o pide direcciones para enviarlo. Reproduce de algunas publicaciones extranjeras y da a conocer sobre la producción intelectual costarricense” (Bermúdez, p. 5).

Repertorio fue la tribuna del pensamiento internacional donde tuvieron presencia autores de diferentes países, cuyos artículos se inscribían en los ideales promovidos por García Monge con los cuales nació la revista. Refiriéndose a los colabores que escribían en la revista, nos dice el propio fundador:

En la galería de esas páginas ilustran con su ejemplo Washington y Bolívar, y San Martín, u O’Higgins, y Miranda y Morelos e Hidalgo, y Montalvo y González Prada, Vasconcelos y Haya de la Torre, de Ingenieros y los Caso, los Lugones y los Alfonso Reyes, los Waldo Frank y la Gabriela Mistral…Todos los que han tenido un mensaje para la juventud o para su patria, mensaje de libertad o de liberación, de derecho o de justicia en las dimensiones del Continente. (García, 1974, p. 200)

Se puede mostrar que Repertorio acogía trabajos de escritores procedentes de distintos países con ideas y propuestas variadas, entre los que había anarquistas, comunistas, socialistas, antiimperialistas, revolucionarios, socialdemócratas y otros, por lo que Oliva señala:

La revista Repertorio Americano se nos presenta como un extraordinario registro para el estudio de movimientos de ideas y movimientos sociales protagonizados por intelectuales latinoamericanos durante los años 20, 30 y 40 del siglo pasado. Una de sus cualidades es ser un texto múltiple donde convergen muchas voces y, por otro lado, su longevidad permite seguir el objeto de estudio de su polifonía. (Oliva, 2004, p. 83)

En esa polifonía de escritores aparece el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quien durante la primera mitad del siglo XX llegó a constituirse en una voz frecuente que fue escuchada y difundida en América Latina. En el periodo que va de noviembre de 1924, fecha en la que aparece su primer artículo, hasta agosto de 1955, fecha del último artículo -cuando García Monge era el director-, se contabilizan un total de 73 escritos de su puño y letra, y 29 artículos que otras personas escribieron sobre él. A juzgar por el contenido y la cuantía de las publicaciones del peruano en Repertorio, encontramos en esas páginas la impronta de las principales ideas de su pensamiento político.

Haya fue un viajero constante que entabló buenas relaciones con intelectuales de varios países, y entre ellos solía darle alguna prioridad a los responsables de los medios escritos de comunicación, con el propósito de divulgar sus ideas, las cuales estaban vinculadas al partido que fundó: la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), una organización supranacional (continental). En breve tiempo logró que varias revistas internacionales como Bases de La Plata, Claridad y Crítica de Buenos Aires, La Voz del Interior de Córdoba, Mundial, Labor, Variedades y Amauta de Lima, El Universo de México, Repertorio Americano de Costa Rica, entre otras, se tornaran en los canales para la difusión de su pensamiento.

Repertorio Americano fue una de las revistas donde encontró un amplio apoyo para publicar sus escritos, gracias a que había logrado afinidad política -aprista y antiimperialista- con Joaquín García Monge. Los epígrafes o encabezados de las cartas que le enviaba son una muestra de los lazos fraternos que existieron entre ellos. El saludo inicial en los envíos escritos que hacía el peruano al costarricense siempre decía: “Mi querido Don Joaquín”, y en algunas ocasiones “Mi querido Joaco”. Haya al referirse a la magnitud que tenía la revista en el mundo, expresó: “es el mejor transmisor y receptor de las diversas corrientes intelectuales que se agitan en América Latina” (Haya, 1926a, p. 354). Y elogió el papel que desempeñaba Repertorio como una voz latinoamericana apreciada en el mundo, con estas expresiones:

Mi querido don Joaquín: Acabo de leer los dos números de Repertorio, iniciales del año 29. Todo un espíritu encendido de antiimperialismo y unionismo viene vibrando en ellos. Repertorio se lee ansiosamente en Europa y he visto en Alemania, últimamente, que muchos europeos estudiosos de nuestro idioma le buscan como verdadero mensaje de la nueva América Latina. ¡Cuánto le debemos todos a su labor infranqueable! (Haya, 1929a, p. 251)

Haya de la Torre y Repertorio Americano

Haya de la Torre (1895-1979) desde temprana edad estuvo comprometido con las luchas universitarias; fue presidente de la Federación de Estudiantes del Perú en dos ocasiones (1918 y 1923), y desde ahí condujo el movimiento obrero-estudiantil en contra de la dictadura militar de Augusto B. Leguía, quien fue presidente del Perú de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930. En 1923, el gobierno de Leguía apresó a Haya y luego lo deportó. Por sus ideas y luchas políticas Haya experimentó desde joven la cárcel, la persecución y el exilio. Fue en condición de desterrado que terminó de cuajar su pensamiento político que sería la doctrina con la que crearía el APRA en 1924 en México, una organización política internacional para luchar contra el imperialismo en América Latina. Distinguió el APRA como movimiento continental antiimperialista, del Partido Aprista Peruano (PAP) fundado en 1931; este último sería la aplicación de los principios apristas al Perú. El APRA como organización supranacional desapareció pronto, y lo que quedó en adelante fue una organización de carácter nacional (peruano) a la que siempre se le llamó APRA. En las últimas cuatro décadas, el APRA se ha ubicado en la derecha peruana, y en los gobiernos de Alán García Pérez (1985-1990 y 2006-2011) ha estado comprometido con violaciones a los derechos humanos y la corrupción. Desde la aparición de lo que hoy se conoce como el fujimorismo, el APRA ha sido su mejor aliado.

La propuesta de Haya fue la creación de un Frente Único Internacional de Trabajadores Manuales e Intelectuales que agrupara a los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, entre otros, con un programa común -dentro y fuera del Perú- de acción política (Alva, 2004).

Las ideas centrales en los mensajes de Haya eran luchar contra el imperialismo y las oligarquías nacionales, y lograr la unidad de los pueblos de América Latina; se dedicó a llevar su doctrina política más allá de las fronteras geográficas del Perú y de América Latina. Asistió a cuanto seminario, simposio, coloquio y congreso se realizó, y en reiteradas ocasiones estuvo en Estados Unidos, en países de América Latina y Europa; divulgó sus ideas entre escritores, intelectuales, dirigentes políticos y en cuanta concentración de masas hubo. Aunque se caracterizó por su oratoria antimperialista encendida, también puso especial cuidado en transmitir su pensamiento a través de sus escritos; colaboró permanentemente con varias revistas internacionales y sus artículos fueron reproducidos en varios idiomas; fue un gran corresponsal que supo usar la comunicación postal para la creación y desarrollo del APRA.

A las ciudades a donde llegaba, sus anfitriones le organizaban conferencias o coloquios, y él era el único expositor o el expositor principal. Se distinguió por ser él el tribuno -el orador central y persuasivo- y nadie más; y siempre se embelesó con las grandes concentraciones y los mensajes extensos, con los que buscaba convencer a los asistentes para convertirlos en simpatizantes apristas; transmitía la imagen de un misionero político antimperialista.

A diferencia de otros políticos latinoamericanos que una vez desterrados terminaban recluidos en un solo país y aislados de los círculos sociales, con poca o ninguna incidencia política, Haya fue un trotamundos, perspicaz y capaz de hacer rápidas relaciones sociales, organizar grupos de trabajo e involucrar a la gente en su proyecto; no desaprovechaba ningún resquicio para hacer proselitismo, y muchas veces a los simpatizantes los llamaba apristas, aunque no se hubieran adherido al APRA. Llevó la doctrina aprista a otros países como si fuera una religión. La “Marsella Aprista”, himno oficial del APRA, dice en una de sus estrofas: “peruanos abrazad la nueva religión/ la alianza popular conquistará/ la ansiada redención.” Hay algunos estudiosos que señalan que el aprismo era un proyecto político con fuertes características religiosas (Vega, 1991), en el que Haya de la Torre se volvió una figura divinizada -él colaboró para eso-, y es fácil constatarlo en muchas de las publicaciones de los apristas, que desarrollaron lo que en historia se conoce como hagiografía: biografía de santos medioevales, seres unidimensionales que solo tienen virtudes, y no tienen defectos (Althaus, 2009). Esta “nueva religión” no había sido creada solo para el Perú, sino para toda América Latina.

Si bien se trata de un político que tuvo gran influencia en América Latina, esta se debió a su posición antiimperialista que era ampliamente bien recibida en esos años en la región y encontró en Repertorio, gracias a su director García Monge, su mejor aliado. Dice Oliva (2004) que la revista, “fue un espacio cultural de la mayor relevancia en cuanto a la divulgación y promoción de los movimientos antiimperialistas en el continente” (p. 50).

Haya no mantuvo su posición antiimperialista inicial, sino que tuvo un cambio radical, al asumir pronto una postura proimperialista; este viraje es posible encontrarlo en los artículos que publicó en Repertorio. Lo interesante es que, aunque Haya tuvo ese cambio ideológico y político, don Joaquín García Monge siempre mantuvo su pensamiento antiimperialista y no le cerró las páginas de la revista a su amigo. Haya viró hacia la defensa de ideas imperialista que García Monge no compartía. La filiación aprista y la postura antiimperialista del fundador de Repertorio Americano había sido reconocida tempranamente por el propio Haya de la Torre:

Bien, pues, Repertorio, ¡don Joaquín! Usted es el aprista que verdaderamente representa al trabajador intelectual decidido y certero de nuestra Apra. Cuánta ayuda brinda Ud. a nuestra causa con Palacios, con Turcios, con del Mazo, con tantos otros que de un lado a otro de Nuestra América dejan ir tenazmente su invocación a nuestro gran frente único que forma el partido conductor de la jornada antiimperialista. (Haya, 1929a, p. 251)

La amistad entre el peruano y el costarricense se inició epistolarmente, y se fortaleció cuando Haya visitó Centroamérica y estuvo en Costa Rica por casi cuatro meses (entre setiembre y diciembre de 1928). Al Haya de la Torre antiimperialista, varios escritores suelen llamarle el “Haya joven” (Mora, 2017, p. 64-65), para diferenciarlo del Haya que con el paso de algunos años se volvió proimperialista.

El antiimperialismo de Haya de la Torre

A cinco años de haberse iniciado Repertorio Americano, aparece el primer escrito de Haya de la Torre. García Monge tomó este artículo de la revista Bases de Argentina y lo publicó en su revista Era una carta que Haya dirigió a Jorge Lascano el 18 de julio de 1924 desde Moscú (Haya llevaba veinte días viviendo en esa ciudad); en la carta el peruano expresa su admiración por lo que sucede en la Unión Soviética: “puedo afirmarte que la revolución rusa es un hecho real, perdurable y firme”. Y muestra también su preocupación y postura antiimperialistas: “Oye, no he visto en Bases nada en contra del imperialismo yankee. Es indispensable crear un fuerte sentimiento de masa contra el capital que nos conquista” (Haya, 1924, p.164).

Los primeros escritos de Haya en Repertorio tienen un fuerte mensaje antiimperialista y antioligárquico; usa un verbo vehemente al referirse a ambos. En un artículo de junio de 1926, titulado “Mensaje de Haya de la Torre: el clamor de las vanguardias antiimperialistas de la Nueva Generación latinoa mericana”, señala que desde hace tres años está advirtiendo al continente de la amenaza económica del imperialismo y ve como único camino para defenderse la unión y la organización de un Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales Jóvenes de América Latina, con el fin de arrebatarle el poder a las clases gobernantes, para renovar la vida política latinoamericana, y reorganizar su economía con el control de las clases productoras (Haya, 1926a). En diciembre de ese mismo año -1926- aparece publicado en Repertorio un breve artículo titulado “APRA”, en donde Haya precisa los cinco puntos que serán la base para los programas de trabajo que se realizarán en cada país de América Latina:

Acción conjunta de los Pueblos de América: 1) Contra el imperialismo yanqui; 2) Por su unidad política; 3) Por la supresión de la explotación del hombre por el hombre, por la socialización de las industrias y el reparto de la tierra; 4) Por la internacionalización del Canal de Panamá; 5) En favor de todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. (Haya, 1926b, p. 382)

Es un programa antiimperialista, antioligárquico, de justicia social y latinoamericano, que apostaba por la unión de los pueblos en ideales y acciones a favor de la liberación de las clases explotadas; era una propuesta revolucionaria. En el mismo número de la revista donde aparecen los cinco puntos centrales del APRA, García Monge publicó otra epístola del peruano dirigida a M. F. Chavarría, desde Londres, en la que dice que él y sus compañeros apristas se encuentran en plena actividad antiimperialista, convencidos de que solo una organización latinoamericana, revolucionaria, disciplinada y activa podrá resistir al imperialismo. Apunta: “Nuestra acción tiene que ser colectiva y disciplinada. Ninguna actitud individualista nos salvará. El enemigo es demasiado poderoso para que podamos vencerlo sin una acción coordinada y enérgica. Ese es el sentido de la A.P.R.A.” (Haya, 1926c, p. 382). Tres meses después, Repertorio publicó el artículo que será la identidad del proyecto político de Haya: “¿Qué es el APRA?”; es un trabajo extenso, donde el político peruano explica ampliamente cada uno de los cinco puntos del programa aprista. Al pie de página, hace el siguiente llamado:

¡Latino americano!

¡Adhiérase al gran movimiento que representa la A.P.R.A.! Únase a las filas del Gran Partido Anti Imperialista Latino Americano que va a luchar por la libertad de nuestros pueblos! ¡América Latina está ya en la segunda guerra de la independencia! ¡Las banderas de la A.P.R.A. son las banderas de lucha de la nueva generación contra el temible conquistador! (Haya, 1927, p. 133)

En ese texto puntualiza los lineamientos centrales del aprismo, precisa los problemas que vive América Latina y propone la solución. Es una postura radical y revolucionaria, que incluso no descarta la lucha armada contra el imperialismo. Desde el inicio de su carrera política, Haya enfatiza que su lucha es contra el imperialismo “yanqui” (esta es la expresión que utiliza). Frente al imperialismo yanqui, la alternativa es la unidad de los pueblos indoamericanos para construir en cada país un “Estado antiimperialista”, que tratará en igualdad de condiciones a los Estados Unidos de Norteamérica. La visión que Haya tenía de la conquista del Estado era marxista, porque consideraba la importancia del papel de la lucha de clases para ese objetivo, por eso proponía la necesidad de que los trabajadores tomaran el poder; y la alternativa económica era la socialización de los medios de producción. Tenía claro que el imperialismo poseía aliados -cómplices- en cada país, esos eran los grupos oligárquicos; por eso en sus discursos también se mostraba implacable contra ellos. Las formulaciones ideológicas antiimperialistas y antioligárquicas de Haya encontraron suficiente eco y recepción en América Latina gracias a que el contexto le era favorable. Sobre esto explica Oliva (2004):

A comienzos del siglo XX, muy pocos intelectuales podían ser catalogados como antiimperialistas; sin embargo, en la década del veinte ya había despertado la lucha antiimperialista por todo el continente americano, lo que parece haber percibido Haya en su trajinar por tan diversos países de América Latina. (p. 50)

Por razones de espacio no es posible detenernos a analizar cada uno de los artículos que Repertorio publicó de Haya de la Torre con respecto a esa primera etapa del político peruano (el “Haya joven”); los primeros años de su vida política antiimperialista coinciden con los años en los que él empezó a publicar en la revista costarricense.

En Repertorio se puede constatar que los escritos de Haya tienen varios destinatarios específicos: presidentes, países, intelectuales, políticos, estudiantes, obreros, mujeres, partidos políticos, jóvenes, entre otros; en todos sus primeros escritos está presente su condena al imperialismo y a las oligarquías, además del llamado a la unidad continental para resistir la penetración de los Estados Unidos en la región y en el mundo. Las cartas y artículos que aparecen en Repertorio, las escribió desde diferentes ciudades del mundo: Buenos Aires, Santiago, México Distrito Federal, Tegucigalpa, San Salvador, San José, Ciudad de Guatemala, Lima, Ciudad de Panamá, Moscú, Hamburgo, Londres, Bremen, París y otras.

Como hemos dicho, Haya aprovechaba diferentes circunstancias con el propósito de hacer llegar su mensaje antiimperialista. En sus escritos se puede encontrar que convertía distintas situaciones en causa suficiente para escribir un artículo que terminaba publicado en Repertorio; por ejemplo, lo hacía cuando era detenido, desterrado o impedido de dar alguna conferencia; también cuando se publicaba algún libro sobre América Latina, y si el autor era conocido y compartía sus ideas, entonces lo elogiaba, y si discrepaba, entonces expresaba con diplomacia su desacuerdo y buscaba entablar alguna comunicación con él, con la intención de acercarlo al pensamiento aprista. Varias veces escribió a raíz de algún evento internacional (congreso, foro, simposio, etc.) o cuando algún presidente mostraba obediencia servil a los Estados Unidos; en esos casos su crítica era implacable contra el gobernante, pero era cauto cuando se refería al pueblo del país de donde era el gobernante, porque siempre quería conseguir adherentes para la causa que pregonaba. Haya escribió sus artículos desde cualquier circunstancia o lugar donde se encontró, lo hizo desde algunos puestos policiales, la estación del tren (o mientras viajaba en tren), el aeropuerto, una parada de bus, un restaurante, etc. Y la mayor parte de sus artículos culminaban con el pregón: “¡Contra el imperialismo yanqui, por la unidad de los pueblos de Indoamérica, para la realización de la justicia social!”.

Distanciamiento con el comunismo

El distanciamiento de Haya de la Torre de su postura antiimperialista se realizó a pocos años de haber asumido esa posición ideológica-política, y no como piensan algunos, que fue hasta mediados de los años cincuenta cuando se alió con la oligarquía peruana; Haya y el APRA apoyaron a Manuel Prado en 1956 y tuvo una alianza parlamentaria con la Unión Nacional de Manuel Odría en el periodo 1963-1967 (ambos personajes pertenecían a la oligarquía contra la cual el APRA había combatido por varias décadas). Dice Zapata (2016) que el entendimiento con Odría mostró un posicionamiento “más a la derecha del viraje del PAP, que se había iniciado años atrás, pero nunca había ido tan lejos. Las convivencias costaron al APRA la salida de numerosos militantes que no estaban dispuestos a aceptar alianzas con enemigos históricos” (p. 38).

En los textos del “Haya joven” se puede encontrar reiteradas veces el uso de la expresión “camaradas” para referirse a los apristas y antiimperialistas. El uso de esa expresión en esos años debido a la influencia internacional de la ex URSS era casi exclusiva de quienes se identificaban con el comunismo. Aunque Haya solía usar la expresión “camaradas”, siempre negó que el APRA fuera comunista; en una ocasión dijo que, “calumniosamente tratan de confundir Aprismo con Comunismo” (Haya, 1932, p. 235). Aunque desde un inicio Haya de la Torre había mostrado su enardecido verbo antiimperialista en diferentes países y tribunas, nunca fue comunista; eso explica por qué el imperialismo norteamericano y la oligarquía peruana pronto dejaron de ver con malos ojos a movimientos políticos como el APRA; se convencieron de que eran reformistas y anticomunistas. Tampoco es extraño que el imperialismo yanqui y la oligarquía peruana respaldaran el APRA, cuando este regresó a la legalidad después de algunos años de clandestinidad (Zapata, 2016).

Antes de analizar los escritos proimperialistas de Haya de la Torre en Repertorio Americano, veamos tres hechos en la vida del político peruano que muestran que desde muy temprano de haberse iniciado en la política, era distante de la izquierda internacional, el socialismo y el compromiso político revolucionario radical contra los Estados Unidos.

Primero: en febrero de 1927 Haya de la Torre asistió al Congreso Antiimperialista de Bruselas; en ese evento estuvieron diversas corrientes políticas, pero todas antiimperialistas (comunistas, socialdemócratas, entre otros). Haya fue uno de los oradores por América Latina, al igual que Julio Antonio Mella, joven cubano comunista, y entre los dos se dio un debate; Mella defendía la ortodoxia comunista, el partido del proletariado, el socialismo, y sostenía que la lucha antiimperialista es el antecedente y la vía para llegar al socialismo. La posición de Haya era la de la social democracia, la postura de que América Latina todavía estaba inmadura para el socialismo; defendía la idea de que los países latinoamericanos eran sociedades feudales de siervos, donde no había habido todavía reforma agraria, y proponía que aún era necesaria una etapa donde existieran buenas relaciones con el imperialismo, porque el imperialismo es el que trae el capital y el capital es necesario para el desarrollo (Psperu, 2017). Así fijó Haya su posición contra el comunismo; era la primera demarcación ideológica que hacía en nombre del APRA contra esta corriente política de pensamiento. Lo palmario de la postura del peruano fue que no estaba contra el imperialismo sino contra las ligas antiimperialistas.

Segundo: en 1928, Haya de la Torre que se había dado a conocer como antiimperialista radical, que incentivaba a lo apristas a la insurrección para asaltar el poder por los caminos revolucionarios, sorprendió a sus seguidores al decidir lanzar su candidatura a la presidencia del Perú; lo hizo por medio de una carta procedente de una supuesta célula del llamado Partido Nacionalista Liberador. Aunque él no se encontraba en Perú, la carta aparecía firmada desde la ciudad de Abancay (perteneciente al departamento de Apurímac al noreste del país). Lo insólito de todo esto es que no existía ninguna campaña electoral en esos meses, Haya de la Torre tampoco tenía la edad que estipulaba la Constitución para ser candidato a la presidencia y ese partido no existía (era una candidatura inviable que mostraba apetito de poder del candidato). Se descubrió que todo eso había sido creado desde México, donde él residía en esos días. La carta mostraba cuál era la conducta del líder aprista, y cuáles eran sus aspiraciones políticas; esta actitud opuesta a su retórica revolucionaria dio pie para un debate que culminaría con la ruptura entre él y José Carlos Mariátegui, quien en un principio había dado su apoyo al APRA como movimiento internacional revolucionario (Manrique, 2009). Todo esto enojó mucho a Mariátegui y fue suficiente para que pensara que Haya era una persona en quien no se podía confiar porque anteponía sus intereses individuales por el poder antes que los intereses nacionales. Si lo de Bruselas fue el motivo de la ruptura ideológica, lo de la candidatura desde Abancay fue la ruptura práctica. Con Haya de la Torre no se podía contar, por eso Mariátegui ve necesario construir algo diferente sin la presencia del dirigente aprista.

Tercero: Haya ya había hecho pública su divergencia con el marxismo y con la internacional comunista cuando expresó su solidaridad con la lucha que César Augusto Sandino desarrollaba contra las fuerzas militares del imperialismo norteamericano. Haya se había declarado admirador de Sandino y se preparó para llegar a Centroamérica. Dice Cossio (1977) que “el verdadero motivo de este viaje es juntarse con el representante más genuino de la nueva generación: César Augusto Sandino. Héroe representativo de los luchadores por el principio de libertad en tierras de Centro América” (p. 300).

Aunque estuvo en Guatemala, El Salvador y Costa Rica, no llegó a Honduras ni a Nicaragua, y no conoció a Sandino. No existen registros de que hiciera esfuerzos o buscara canales no oficiales para lograr ese objetivo. En respuesta a una publicación del nicaragüense Juan Ramón Avilés en Repertorio Americano, en la que le objeta no haber visitado su país para las elecciones de noviembre de 1928, Haya le escribe desde Londres en enero de 1928 -y se publica en marzo de 1929 en Repertorio-, y entre otras cosas resalta la figura de Sandino:

Por eso, aunque no lo crean muchos nicaragüenses que reniegan de sus propios hermanos, Sandino es la figura más gloriosa que ha dado Nicaragua desde aquellos indios rebeldes de la Conquista española. Por eso, Sandino, a quien muchos nicaragüenses llaman bandido, haciendo coro a los amos imperialistas, es figura respetada y admirada por todos los demás latinoamericanos y -estoy seguro- aun por los más reaccionarios. Nicaragua necesita muchos Sandino, y la América Latina se siente orgullosa de su gloria. El mejor propagandista por la unidad latinoamericana ha sido Sandino desde la cima de sus montañas. (Haya, 1929b, p. 152)

Había dicho que su objetivo principal en Centroamérica era encontrarse con Sandino; conocerle hubiera sido la oportunidad para compartir sus ideas, a la vez que comprender su método de lucha contra el imperialismo; se trataba de una práctica insurreccional que trascendía el verbo soliviantado característico de Haya. Aunque se había declarado abiertamente antiimperialista y quería conocer a Sandino, surge la pregunta: ¿por qué no fue a las montañas a encontrarse con él? Mientras Sandino estaba luchando -desde octubre de 1926 hasta febrero de 1933 en los cerros de Nicaragua-, Haya estaba viajando por Centroamérica, Norteamérica y varios países de Europa, haciendo llamados a la unidad continental y criticando el imperialismo norteamericano. Era palmario que cada uno representaba formas diferentes de concebir y enfrentar el imperialismo. Respecto a Sandino, dice Cuevas (2008) que ni el movimiento comunista ni los apristas lograron que formara parte de sus filas (pp. 80-81).

Las palabras grandilocuentes de Haya sobre el fervor de los apristas por apoyar a Sandino no tienen límites; quien lea esos escritos no dejará de preguntarse ¿por qué no pasaron de las palabras (discursos) a los hechos (las armas)? En febrero de 1928, Haya le envía una carta al poeta Froylán Turcios (hondureño designado por Sandino representante ante los pueblos de América) en la que expresa: “en la lucha heroica del pueblo de Nicaragua contra sus invasores se está defendiendo un principio sagrado que no sólo incumbe a Nicaragua sino a toda nuestra América”; “el pueblo de Nicaragua y Sandino su jefe revolucionario son los campeones actuales de nuestros veinte pueblos de amenazados”, y luego dice que todos los apristas que viven en el destierro en países de América y Europa por ser antiimperialistas han resuelto por unanimidad ofrecer al General Sandino su contribución de sangre y sus servicios incondicionales, para luchar en sus filas, y ponerse a las órdenes del Ejército Libertador Nicaragüense (Haya, 1928, p. 230). Como hemos señalado antes, Haya solía llamar “aprista” a cualquiera que simpatizara con sus ideas, aunque no hubiera tenido alguna adhesión orgánica, por eso se divulgó la idea de que en distintos países de América Latina existían células de apristas organizadas, algo que no se ha podido probar. Excepto el peruano Esteban Pavletich -aunque los apristas hablan de “muchos más”-, no se conoce de otros apristas que se hayan sumado a apoyar a Sandino. Pudo más la verborragia de Haya de la Torre que el compromiso político militar puesto en acción. Sobre el itinerario de Pavletich, el historiador Manrique (2009, p. 839) indica: “con el tiempo, Pavletich llegó a ser secretario personal del “general de hombres libres”, Sandino, y abandonó el aprismo, convencido de que este jamás haría la revolución.”

Haya llega a decir, en una carta, que el APRA ha estado dispuesto a organizar una legión para ir a Nicaragua, y puntualiza: “los primeros enviados del Apra ya están luchando pecho a pecho con los yanquis en las filas de Sandino. Y todos, uno por uno de nosotros llegaremos al lado del héroe tan pronto como él lo ordene” (Haya, 1984a, p. 331). Esa carta es del 26 de marzo de 1928, tres meses antes de su viaje a Centroamérica, pero cuando estuvo allá no fue a Nicaragua. Para encontrarse con Sandino, había que buscar vías no formales y Haya mejor que nadie sabía de esa situación. ¿Será que Sandino nunca dio la orden para que Haya estuviera a su lado?

El proimperialismo de Haya de la Torre

Cuando todavía no se habían cumplido cinco años de que Repertorio Americano hubiera publicado “Mensaje de Haya de la Torre: el clamor de las vanguardias antiimperialistas de la Nueva Generación latinoamericana” (12, 23, 1926, p.354-355) y “¿Qué es la APRA?” (14, 9, 1927, p.131), documento identitario donde Hayab fija su posición ideológica política contra el imperialismo, el 1 de agosto de 1931, aparece un nuevo escrito suyo con el título “Una encuesta interesante: la Independencia económica de América Latina” (23, 5, 1931, p.69-70), donde atenúa su mensaje antiimperialista.

Sobre la discusión de la dependencia económica de América Latina con respecto a los Estados Unidos y Europa, expresa que las numerosas tesis que se han presentado son apenas de planteamiento porque han carecido de soluciones integrales, y que solo el APRA ha sido el que ha presentado una teoría integral. Ante el problema de la dependencia económica, indica que hay dos caminos para enfrentarla:

El de una fórmula radical que implique la abolición total del sistema capitalista, del que la dependencia económica latinoamericana es una consecuencia, o el de una fórmula transicional que suponga la prevalencia del capitalismo y la restauración de la independencia económica latino americana dentro de él. (Haya, 1931, p. 69)

Respecto a la primera opción que consiste en abolir totalmente el sistema capitalista, dice que significaría asumir la filosofía y la política marxistas, asunto que correspondería a los partidos comunistas y socialistas europeos, donde los comunistas son la izquierda y los socialistas la derecha. Esa es la demarcación ideológica que hace Haya de la Torre de izquierda y derecha de Europa; visto así, él no se identificaría con los primeros porque en 1927 ya había hecho público su oposición al comunismo en el Congreso Antiimperialista de Bruselas, pero ¿será que se identificaba como socialista? Tampoco, porque el socialismo también responde a principios filosóficos marxistas con los cuales él no estaba de acuerdo (Haya, 1984b, p. 413). Su argumento era que, al consistir esta primera vía en la destrucción del sistema capitalista, y dado que el capitalismo existe en Europa, entonces es allá donde se debe recurrir a ese camino, en América Latina no, porque esta región “no es zona característicamente capitalista”; considera que debido a que la independencia económica de América Latina depende de que se acabe con el capitalismo mundial, eso sólo se lograría cuando el proletariado en todos los países desarrollados (industrializados) destruya esas raíces. Para Haya, aunque se eliminara el incipiente sistema capitalista en América Latina, esto sería parcial, en tanto no se hace lo mismo en los países desarrollados, es decir, se tiene que eliminar el capitalismo en todo el mundo, de lo contrario no hay una solución para la independencia económica.

La segunda vía -la fórmula transicional- que él dice que es la tesis aprista, consiste en formar un Estado que represente a las clases productoras (léase obreros y campesinos, que por falta de preparación no pueden ejercer el control estatal); la clase media es la que debe participar en el dominio del Estado, “no ya instrumento del imperialismo para la esclavización de las masas nacionales sino su órgano de defensa” (Haya, 1931, p. 70). Este Estado, de manera progresiva, controlará la producción, la distribución de las riquezas, la nacionalización de las fuentes de producción y condicionará las inversiones de capitales, etc. Y ese Estado será antiimperialista, pero “recibirá del imperialismo todos los productos manufacturados que le sean necesarios y venderá todas las materias primas que la gran industria siempre necesita más y más” (p. 70). Como puede verse, estamos ante una propuesta y posición contradictorias: un Estado antiimperialista negociará con el imperialismo y recibirá sus productos, entonces, ¿en qué radica el antiimperialismo?

En la tesis del líder aprista, el capital foráneo imperialista, permanece vigente. El Estado antiimperialista será el órgano de relación con el imperialismo, hasta que el sistema que sostiene el imperialismo desaparezca. La pregunta es, ¿cómo desaparecerá ese sistema capitalista si con las negociaciones económicas que propone entre el Estado antiimperialista y el imperialismo lo que se hace es seguir alimentando, reproduciendo y manteniendo ese sistema de dominación?

A diferencia de sus primeras ideas en las que proponía luchar y acabar con el imperialismo desde todos los frentes y formas posibles, encontramos que ahora plantea la necesidad de tener buenas relaciones económicas con el imperialismo, hasta que el sistema capitalista se derrumbe. Piensa que el sistema capitalista desaparecerá en la medida en que se proceda con la nacionalización y distribución de las fuentes de producción y se forme un capitalismo de Estado y no un capitalismo privado. Es decir, su propuesta de la transición gradual de la dependencia económica del imperialismo hacia la independencia total se hará manteniendo el régimen capitalista vigente; surge la pregunta ¿es eso realista y posible?

En los años siguientes, los artículos de Haya en Repertorio Americano aminoraron y los que se publicaron carecían del otrora contenido antiimperialista. Pronto pasó a proponer la necesidad del “Good neighbour”, con la idea de que Indoamérica y los Estados Unidos tuvieran relaciones de convivencia armoniosa; atrás quedaron sus confrontaciones con el enemigo del Norte. En 1938, escribió una carta desde Lima donde defendía lo siguiente: “La política del “buen vecino”, el frente antifascista, la alianza democrática del Norte e Indoamérica para defendernos del Fascismo Internacional, son garantías de seguridad inmediatas, laudables, necesarias, que es recomendable apoyar” (Haya, 1984c, p. 265).

Previo a la Segunda Guerra Mundial, Haya de la Torre abandonó por completo su posición antiimperialista y se adhirió a la política exterior de los Estados Unidos, que buscaba apoyo y lealtad de América Latina en la lucha contra Alemania. En esos años, Robert Wallace, vicepresidente de Estados Unidos, envió un mensaje a los pueblos latinoamericanos donde afirmaba que la época del imperialismo económico había terminado, y Haya se sintió satisfecho porque creía que eso era resultado de la lucha que él había dado contra el imperialismo. Es decir, el imperialismo “dejó de existir” porque el vicepresidente de Estados Unidos -del Imperio que se preparaba para la guerra- así lo determinó, no hizo falta más nada.

Otra prueba del giro ideológico y político del pensamiento de Haya tiene que ver con el cuarto punto de los cinco lemas centrales del programa fundante del APRA, en el que proponía la “internacionalización del Canal de Panamá”. El argumento inicial del líder aprista había sido que esta vía “en poder de los Estados Unidos del Norte es uno de los más graves peligros para la soberanía de América Latina”. Aseveraba que la internacionalización del Canal es la aspiración de los pueblos latinoamericanos, y observaba que este era uno de los puntos políticos de “mayor trascendencia” del programa del APRA (Haya, 1927, p. 132). Sin embargo, en octubre de 1940 publica un artículo en Repertorio, titulado “¿Debe internacionalizarse el Canal de Panamá?” (37, 22, 1940, p.337-338), en el que plantea la necesidad de la defensa militar internacional e interamericana del Canal encabezada por los Estados Unidos, con el respaldo de todos los países de América Latina:

Consecuentemente -y esto no debemos olvidarlo- los Estados Unidos necesitarían de la ayuda material y moral indoamericana para la defensa del Canal de Panamá y no ocultan su preocupación porque cada uno de nuestros pueblos esté dispuesto a coadyuvar de acuerdo con sus posibilidades, al mejor éxito de esa defensa. (Haya, 1940, p. 338)

Luego de elogiar en ese mismo artículo a los Estados Unidos como país campeón de los ideales democráticos, reitera que la internacionalización del Canal de Panamá supone la “Inter-americanización, ya que el aprismo es una doctrina política exclusivamente americana. Vale decir, que significa la participación de todos los Estados de Norte e Indoamérica en la posesión y control del Canal” (Haya, 1940, p. 338, el énfasis está en el original). Así, Haya de la Torre muestra el abandono de su posición original. Y las observaciones que hizo inicialmente contra el maridaje entre la democracia y el capitalismo en los Estados Unidos desaparecieron de su discurso; pasó de fustigar el imperialismo, a darle su apoyo.

Su posición proimperialista llegó a tal extremo que en 1950 cuando se encontraba asilado en la embajada de Colombia en Lima, le ofreció a los Estados Unidos colaborar con cinco mil combatientes apristas para que lleve a cabo el esfuerzo bélico contra el comunismo en Corea. Ese ofrecimiento fue criticado por los propios apristas, incluso por los dirigentes más derechistas del APRA como Luis Alberto Sánchez, quien tildó la oferta de “desmesurada, increíble y contraproducente” (Manrique, 2009, p. 40).

Haya de la Torre, que había propuesto como primer punto de su programa identitario, en 1924, la lucha contra el imperialismo “yanqui”, y con el que había atraído a muchos seguidores, a la vez que esperanzas en el continente, en pocos años se convirtió en un facilitador más de los intereses de los Estados Unidos en América Latina y en el mundo; su tránsito del antiimperialismo al proimperialismo quedó registrado en Repertorio Americano y con ese cambio sorprendió a propios y extraños, siendo uno de ellos don Joaquín García Monge, quien a pesar del viraje del peruano, no dejó de publicar sus artículos, aunque estos fueron menos frecuentes y sin contenido antiimperialista.

De la década del cincuenta en adelante, la posición proimperialista de Haya se hizo manifiesta en varios acontecimientos históricos que no aparecen publicados en Repertorio Americano, como el apoyo al derrocamiento imperialista contra Jacobo Arbenz, presidente de Guatemala (1951-1954), quien precisamente había hecho importantes cambios en el país, como la Reforma Agraria (1952), con el objetivo de dotar de tierras a los campesinos pobres. Con este propósito, expropió las tierras baldías para ser repartidas entre los campesinos, y así liquidar la propiedad feudal y las relaciones de producción que la originaban; en 1954 expropió las tierras de la United Fruit e instauró un impuesto a las exportaciones de banano para financiar programas sociales. Esto fue suficiente para que la CIA declarara a Arbenz un enemigo confabulado con el comunismo internacional y la excusa para derrocarlo. Y el otrora Haya de la Torre predicador del antiimperialismo, la justicia social y el derecho de los pueblos a su independencia y autodeterminación, se puso de lado de ese golpe de Estado en 1954. También mostró su indiferencia hacia la llamada Operación Ajax en 1953 en Irán, con la que el imperialismo norteamericano y el inglés derrotaron el gobierno democrático electo del primer ministro Mohammad Mosaddeq. Y guardó silencio ante las intervenciones imperialistas en Cuba, Vietnam y Santo Domingo, y complacencia con las sangrientas dictaduras de Centroamérica donde tuvo gran presencia el imperialismo norteamericano.

Hay una anécdota que es el resultado del encuentro en un evento social entre Haya y el poeta Juan Gonzalo Rose (1928-1983) en Lima, que ilustra en parte lo que venimos diciendo del paso de Haya de la Torre del antiimperialismo al proimperialismo. Rose había sufrido persecución, cárcel y exilio en su juventud; primero fue aprista y luego comunista (era uno de esos intelectuales que en los años cincuenta se apartaron del APRA por los virajes ideológicos que tuvo). En ese encuentro, Haya le recordó: “¡Usted fue aprista!”, a lo que Rose le respondió: “¡Usted también!” (Hildebrandt, 2008).

Conclusiones

La revista Repertorio Americano fue una tribuna primordial y vital para que Haya de la Torre expresara su pensamiento político; ahí publicó artículos, informes, pronunciamientos, cartas, entre otros documentos. Dado el alcance internacional que tenía la revista, sus ideas tuvieron resonancia en muchos países. En los primeros artículos publicados se encuentra que una de sus principales ideas es el antiimperialismo, postura política que armonizaba con la línea editorial de Joaquín García Monge, director de Repertorio; la pluma y la oratoria del político peruano contenían un verbo apasionado contra la dominación de los Estados Unidos en América Latina y contra las oligarquías nacionales. Haya, en breve tiempo se hizo conocido y fue seguido y aplaudido en diferentes países; su enfoque antiimperialista hacía que se le viera como un político valiente, rebelde y desafiante. Este es el Haya de la Torre joven, y el que más conocen diferentes generaciones pese al paso del tiempo; eso es así porque abundaron los textos sobre esta primera etapa de su vida (el Haya antiimperialista) producidos por los escritores apristas (y se oculta la otra faceta del político peruano).

Pero en Repertorio Americano también se encuentran otros artículos del líder aprista, en los cuales puede evidenciarse que se distancia de sus ideas antiimperialistas iniciales y pasa a asumir un pensamiento político proimperialista. Ideas que antes podían ser consideradas anatemas en la doctrina aprista, pasaron a convertirse en la nueva propuesta de Haya, como por ejemplo: la creación de un Estado antiimperialista para que mantuviera buenas relaciones con el imperialismo; desarrollar la política del buen vecino con los Estados Unidos; la adhesión a la política exterior de los Estados Unidos en el contexto de la Segunda Guerra mundial; la participación de los Estados Unidos -en condición de país líder-, en la defensa del Canal de Panamá; o el aval o silencio cómplice frente a las agresiones imperialistas de los Estados Unidos contra varias naciones.

A pesar del viraje ideológico-político de Haya de la Torre, Repertorio Americano en la conducción de don Joaquín García Monge, nunca le cerró las puertas a sus artículos. Sus trabajos revelan también que, aunque Haya se declaró en un principio antiimperialista, nunca se adhirió al marxismo, y más bien hizo deslindes públicos contra el comunismo. Haya de la Torre desde su temprana participación en las luchas ideológicas y políticas, no ocultó su interés por llegar pronto a la presidencia del Perú; y aunque desde un inicio fustigó implacablemente a la oligarquía nacional, una vez que abandonó su postura antiimperialista, no dudó en regodearse con ella con el objetivo de tener la vía libre para acceder al poder.

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