R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° Especial, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Cuba en Repertorio Americano, entre nacionalismo y vanguardia

Cuba in Repertorio Americano, between nationalism and avant-garde

Marlene Vázquez Pérez

Centro de Estudios Martianos

La Habana, Cuba

Resumen

Joaquín García Monge propició el diálogo intercultural en América Latina desde Costa Rica, donde la obra de José Martí y la producción intelectual de Cuba ocuparon un lugar importante, así como la juventud vanguardista que reivindicó el legado del prócer cubano.

Palabras claves: Martí en Repertorio Americano, García Monge y Martí, presencia cubana, legado martiano

Abstract

Joaquín García Monge promoted intercultual dialogue in Latin America from Costa Rica, where the work of Martí and the intellectual production of Cuba had an important place, as well as the avant-garde youth that came to life the legacy of the Cuban hero.

Keywords: Martí in Repertorio Americano, García Monge and Martí, Cuban presence, legacy of Martí

Entre el 5 y el 18 de junio de 1894 José Martí visitaba Costa Rica por segunda y última vez. Su contacto con la intelectualidad del país había comenzado con anterioridad, y se había acentuado desde su primera estancia, un año antes. El 6 de julio de 1893, en compañía de Pío Víquez, visitó el hogar de la familia García Monge, e impresionó de tal modo al niño Joaquín, que este dedicaría su vida a la difusión y estudio de los ideales martianos y al servicio de la cultura nuestramericana.

El intercambio cultural entre Cuba y Costa Rica, que había alcanzado un punto cenital en el siglo XIX, debido a la ya aludida presencia martiana, pero sobre todo al establecimiento de una nutrida emigración cubana en la zona de Guanacaste y en otras regiones del país centroamericano, continuaría por otros cauces en el siglo XX. García Monge sería el propiciador, por excelencia, de ese diálogo intercultural, pues su revista Repertorio Americano (1919-1958), de propósito americanista y universal, ─inspirada por la publicación homónima que dirigiera otro hijo ilustre del continente, el venezolano Andrés Bello─, dedicaría espacio privilegiado a la obra martiana, pero también a la presencia de otras zonas de la producción intelectual de la Isla, así como a la emergencia de una juventud de credo vanguardista, que reivindicaba, en palabras y acciones, el legado del prócer.

La publicación ganó adeptos rápidamente en todo el continente, y las redes intelectuales, que a menudo asociamos solo a nuestro presente y a la emergencia de las nuevas tecnologías de la información, funcionaban de forma fluida y demostraban cuán eficaz era, culturalmente hablando, la estrategia editorial de García Monge. Es reveladora en ese sentido esta afirmación del destacado intelectual dominicano Max Henríquez Ureña, radicado entonces en Santiago de Cuba, cuando le escribe a Don Joaquín: “¿No es ese Repertorio el más eficaz medio de comunicación intelectual que tenemos en América?”1

Como ha afirmado con razón el investigador y profesor Mario Oliva Medina,

Mucho del florecimiento y mantenimiento del ideario martiano estuvo relacionado con la difusión que hizo la revista Repertorio Americano, que se distribuía estratégicamente por la geografía hispanoamericana. Permitió el consumo de las ideas de Martí, tal cual las asimilaron los intelectuales en los primeros cincuenta años [del siglo XX]; es posible que algunas de estas producciones no soporten la crítica y los avances en cuanto a la interpretación contemporánea, pero muchas contienen ideas, apreciaciones, juicios, advertencias, que tienen validez y fuerza para el hoy y el mañana por construir.2

Pero la cultura cubana no solo está contenida en la publicación costarricense a través de la obra martiana, aunque esta, por supuesto, ocupe el lugar preferente. Otras aristas del acontecer en la isla antillana tienen un peso significativo en las páginas del Repertorio.3 Las luchas estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado, las inquietudes ideoestéticas del Grupo Minorista, máximo representante de nuestra vanguardia, las polémicas en torno a la necesidad de renovación a escala continental, la coincidencia ideológica entre intelectuales de procedencia diversa, aparentemente distantes entre sí, se revelan al investigador en una mirada somera a la colección.

Si repasamos en las páginas de Repertorio un año clave en el devenir cultural cubano del siglo XX, 1927, veremos cuán presentes están en ellas las preocupaciones y aconteceres provenientes de la isla. Una mirada cronológica revela que la presencia del tema cubano atañe a los tópicos y géneros más diversos y vale la pena examinar una muestra. Se abre con “Dos cantos de La Zafra. Poema de combate, por Agustín Acosta.” Ellos son “Los centrales de hoy” y “La Danza de los Millones.”4

El libro homónimo del poeta cubano había sido publicado en La Habana el año anterior, y constituyó en su momento un hito importante en la poesía insular, tanto por el tema, que vinculaba el paisaje campestre al problema de la dependencia económica, como por las soluciones expresivas empleadas. Con la publicación en Repertorio de los dos poemas de Acosta, se ponía al alcance de un sinnúmero de lectores hispanohablantes no solo la actualidad poética en la Isla, entonces híbrida de nacionalismo, remanentes modernistas, frescura popular y aires de vanguardia. Se aludía también a su condición de neocolonia yanqui, sujeta por tratados comerciales leoninos y una constitución espuria, y a la disconformidad de sus intelectuales, artistas y pueblo con el estado de cosas imperante.

Una voz tan autorizada como Cintio Vitier dice del libro La zafra:

[…] Todo él vibra de una emoción nacional que ya se había acumulado lo bastante como para merecer el testimonio poético, y que era todavía lo bastante joven e ingenua para que ese testimonio no saliera forzado y marchito. Pero además Acosta no reduce el asunto de La zafra a su aspecto de lamentación patriótica y prédica social, sino que tiene el acierto de entrar con sus sentidos francos, simples y abiertos, en la atmósfera campesina del tema.5

A la semana siguiente, el 22 de enero de 1927, publicaba García Monge la carta de Enrique José Varona a Félix Lizaso y a José Antonio Fernández de Castro, con motivo de la salida a la luz en 1926 de la antología La poesía Moderna en Cuba.6 Varona, reconocido ya como maestro venerado por la juventud cubana, hombre de dos siglos, reconoce el aporte intelectual de sus amigos y discípulos, quienes lo han hecho reconsiderar sus posiciones estéticas y comprender la esencia de la poesía más reciente: “Los he comprendido porque, estando a veces muy distante de su juicio, me he puesto siempre a tono con ustedes; tan a tono, que me ha parecido por momentos complacerme con la belleza que señalan, y que a solas conmigo no hubiera encontrado.”7

Y más adelante admite que en las páginas de esa antología ha descubierto “[…] fuente bien viva de emoción. He podido advertir que el abundoso caudal de poesía que arranca del gran Heredia, se ha derramado por cauces diversos y ha llevado fertilidad y lozanía a lugares muy remotos.”8

Un criterio de ese calibre constituye un aval al mérito literario, y una incitación a la búsqueda del libro. La labor del publicista entroncaba aquí con la del educador, en el sentido amplio del término, pues al divulgar juicios de esa naturaleza en su revista, don Joaquín contribuía de manera decisiva al enriquecimiento espiritual de una amplia comunidad de lectores, fueran o no intelectuales de oficio.

El contenido antiimperialista en lo que concierne a Cuba y a su relación con otras tierras de América, aparece explícitamente en un extenso artículo del 12 de marzo de 1927, titulado “Un grupo selecto y vigilante de intelectuales cubanos protesta contra la intervención yanqui en Nicaragua.”9 Comienza con la afirmación “Se nos envía para su publicación el siguiente manifiesto” y luego de los dos puntos, se reproduce un texto ya publicado en El Sol, de La Habana, y fechado el 13 de enero de ese propio año.

El encendido documento tiene en cuenta el papel de Repertorio en su calidad de enlace intelectual de gran alcance y movilizador de conciencias, pues está dirigido “A los intelectuales y hombres libres de los Estados Unidos: A nuestros hermanos de la América Latina: Por la libertad de los pueblos de Indo América: Contra el imperialismo yanqui.”10

Luego de reconocer como un atentado a la dignidad de todo el continente la intervención estadounidense en la hermana república de Nicaragua, destacar el papel de los grandes monopolios en este hecho, y reafirmar como un deber cívico y moral la denuncia de tan funesto proceder, firma el documento una larga nómina de intelectuales. Está encabezada por los maestros Enrique José Varona y Fernando Ortiz, y seguida por figuras más jóvenes, de orientación ideológica diversa y de quehaceres diferentes, entre las que cabe destacar a Emilio Roig de Leuchsenring, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Mariblanca Sabas Alomá, Eduardo Abela, Agustín Acosta, Conrado W. Massaguer, entre otros.

Hay en esas líneas un llamado a la unidad continental, pero de un modo un tanto sui generis para el momento:

[…] hacemos un llamado a los que piensan como nosotros en esa tierra donde el oro triunfa […] para que, uniendo sus esfuerzos al de todos los hombres libres de nuestra América latina, obliguen a su gobierno a dejar de ser instrumento de quienes pretenden implantar en el Continente un nuevo sistema de esclavitud, más ominoso que el que hace un siglo destruyeron nuestros abuelos con su heroico esfuerzo.11

El párrafo citado propicia asociaciones inevitables. El verbo y el pensamiento de Martí se dejan ver en esas palabras, sobre todo en lo de apelar a la opinión pública norteamericana, casi siempre ajena a las maniobras de su gobierno, como hizo en “Vindicación de Cuba” (1889), o como pretendía hacerlo en su proyecto no materializado, por falta de recursos, de redactar y difundir en territorio estadounidense un periódico en inglés. También se advierte, por supuesto, el aserto martiano, referido en una de sus crónicas sobre la Conferencia Panamericana, de que había llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.12

Y es que entre los redactores y firmantes del documento se encontraba un hombre como Varona, que había conocido personalmente a Martí y había sido su amigo y colaborador en sus proyectos revolucionarios. Luego, ya en la república, continuó, hasta el final de sus días, siendo un admirador suyo y un difusor de sus ideas entre los jóvenes universitarios cubanos. Muchos de ellos eran ya intelectuales hechos, y firmaban junto a su mentor, conscientes de su deber como continuadores del legado martiano.

Sobre el modo tan especial en que los jóvenes de esa generación asumieron el legado martiano ha escrito la profesora y ensayista argentina Celina Manzoni: “Es el descubrimiento de Martí como el gran poeta de la modernidad […] Poeta de la modernidad, no del Modernismo con el que tienen [los vanguardistas] una relación conflictiva. En Martí perciben la posible asunción de la modernidad que quieren para sí, una modernidad que se corresponda con una eticidad.13

El 14 de mayo de 1927 hay nuevamente presencia de Cuba en la publicación costarricense. Bajo el titular “Machado, en Cuba, pretende reelegirse. Palabras del íntegro y ejemplar Varona, maestro de la juventud cubana”, se reproduce la entrevista que ya había sido publicada en la revista habanera Carteles.

Aunque el texto no está firmado, pudiera ser de la autoría de Emilio Roig de Leuchsenring, a tenor con el contenido antiimperialista y nacionalista de los párrafos introductorios, la elogiosa presentación de Varona y la coincidencia ideológica entre ambos. Refuerza nuestra hipótesis el hecho de que Roig era en esa época subdirector de Carteles.

Se hace una síntesis de las palabras de Varona a los estudiantes universitarios, en las que rechaza las maniobras del presidente Gerardo Machado para continuar en el poder, lo cual violaba la Constitución. También denuncia la enorme corrupción y el robo de fondos que se ocultaban detrás del famoso plan de obras públicas del gobierno machadista.

El maestro Varona murió el 19 de noviembre de 1933, pocos meses después de la caída de Machado. En las palabras que pronunciara en su sepelio, Raúl Roa recordó emocionado lo acontecido al día siguiente de aprobarse la prórroga de poderes:

Los estudiantes universitarios acordamos en vibrante asamblea, marchar en manifestación y entregarle, como legítimo depositario, nuestra protesta contra la prórroga de poderes. Mediaba la mañana, ya memorable del 30 de marzo de 1927. Varona, previamente avisado por teléfono, nos esperaba: al desembocar la manifestación en la esquina de su casa, fue violentamente agredida por la fuerza pública. No obstante, un grupo de estudiantes pudo, esquivando el cerco, llegar hasta el jardín, donde Varona, indignado, condenaba el atropello con energía juvenil.// La policía, enfurecida por la estratagema, se replegó contra la casa del viejo maestro y enarbolando sus cachiporras y ensuciando el ambiente con expresiones soeces y amenazas cobardes, sin respetar su ancianidad, lo maltrató brutalmente y en su persecución de los estudiantes por el interior de la casa hizo incalculables destrozos en el mobiliario. Varona no presenció impasible aquel suceso selvático. Su palabra fue como un látigo encendido sobre el rostro de los asaltantes. // Cuando más crítica era la situación y el tumulto amenazaba degenerar en una tragedia, afirmó a los jóvenes que junto a él sufrían los embates de los esbirros, que era preciso mantener, a toda costa, la rebeldía contra el gobierno de Machado. Esa misma tarde Varona redactó, para los estudiantes, una máscula página de adhesión a su actitud.14

En medio de estas difíciles circunstancias, Varona mantuvo sus opiniones radicales, y dirigió estas palabras a la juventud, que reproduce la entrevista, añadida, al parecer, a lo que publicó previamente Carteles :

La actitud de los estudiantes cubanos, que constituyen la más pura fuerza viva del país, al protestar por la violación de nuestros postulados constitucionales, me reafirma en el concepto de que Cuba tiene una juventud capaz de afrontar cualquier situación por difícil que esta sea, por velar el mantenimiento de las libertades públicas e individuales.15

Seguidamente, exhortó a los jóvenes a mantener “[…] esa actitud valerosa”, en momentos en que “las más caras instituciones nacionales parecen ahogarse en personalísimas ambiciones.”16

En opinión de Cintio Vitier, estos hechos tuvieron un significado trascendente en la historia de Cuba:

Fue aquel, por cierto, uno de esos sucesos ejemplares en que la eticidad de un país encarna en formas visibles y antológicas. Estaban allí presentes, vinculadas por sus actitudes características, las tres fuerzas que eran y seguirían siendo durante más de dos décadas los protagonistas de la historia cubana: la represión brutal, la tradición patriótica, la juventud revolucionaria […]17

En ese mismo número aparece otro texto relativo a Cuba. Se trata del discurso de Max Henríquez Ureña, con motivo de la inauguración de un monumento en Santiago de Cuba al poeta cubano-francés José María de Heredia. Lleva por título “Trofeos de conquistador”, en alusión al libro del bardo, Los Trofeos, a su linaje como descendiente de conquistadores de América, y al hecho de que “conquistó” de tal modo a los franceses, que pudo ser miembro de la Academia gala habiendo nacido en el Caribe. Le acompaña una carta del autor a García Monge, ya citada en los inicios de este estudio.

Primo hermano del fundador del romanticismo cubano, con quien compartía nombre y apellido, ambos dieron frutos valiosos a la Poesía, uno en lengua española, el otro en lengua francesa. Se reconoce la adhesión cultural a Francia, pero se destaca que en Cuba, en una breve estancia después de concluir estudios, brota su inspiración poética. También resalta que el sentimiento de amor a la tierra natal no lo abandonó nunca, y de ello brotaron varios de sus mejores poemas.

Entre otros asuntos de interés a lo largo de este año sobresale el 6 de agosto la Declaración del Grupo Minorista, nuestro principal colectivo de vanguardia. Tomado de la revista habanera Social, y acompañado por una caricatura de Conrado W. Massaguer, dedicada de manera autógrafa a García Monge, el texto relata la historia de afinidades ideológicas y actividades políticas y sociales, desarrolladas por un grupo de intelectuales. Un grupo que pasó de las fluctuaciones iniciales en cuanto a asistencia a la sistematicidad informal, mucho más sólida y comprometida que la ceremoniosa y reglamentada. El artículo alude al antiimperialismo, la lucha contra la corrupción, el enfrentamiento a la dictadura de Machado, la veneración por el magisterio y la ética de Varona, entre otros asuntos. Y concluye con la enérgica declaración de principios del Grupo Minorista:

Por la revisión de los valores falsos y gastados.

Por el arte vernáculo y, en general, por el arte nuevo en sus diversas manifestaciones.

Por la introducción y vulgarización en Cuba de las ultimas doctrinas, teóricas y prácticas, artísticas y científicas.

Por la reforma de la enseñanza pública y contra los corrompidos sistemas de oposición a las cátedras. Por la autonomía universitaria.

Por la independencia económica de Cuba y contra el imperialismo yanqui.

Contra las dictaduras políticas unipersonales en el mundo, en la América, en Cuba.

Contra los desafueros de la pseudo democracia, contra la farsa del sufragio y por la participación efectiva del pueblo en el gobierno.

En pro del mejoramiento del agricultor, del colono y el obrero de Cuba.

Por la cordialidad y la unión latinoamericanas.18

Salta a la vista que los aires de renovación que soplaban en la isla, si bien estremecían de manera decisiva el mundo artístico y literario, no hicieron tabla rasa con la tradición precedente, más bien establecen con ella una relación simultanea de continuidad y ruptura. Además, los mismos que se plantean renovar las artes, son los que arremeten contra los males sociales de todo tipo, y engrosan las filas de una generación brillante, la que llevó a cabo la Revolución del 30. Autores de renombre, como Roberto Fernández Retamar, han aludido al hecho singular de que en Cuba vanguardia artística y vanguardia política se fertilizan mutuamente. Sobre este particular ha escrito Celina Manzoni:

Una tradición literaria que se conforma con tanta claridad en la confluencia de la discusión estética con la lucha política, para otorgarle un sentido nacional, es expresiva de la originalidad del vanguardismo cubano, pero también de un complejo entrelazamiento entre nación y cultura y entre política y estética, cuyos efectos llegan hasta hoy. 19

Otra de los guiños notables al lector es la existencia a lo largo de todo el año 1927 de la sección de lecturas para niños titulada “La Edad de Oro,” la cual había sido inaugurada en 1924. Se trata de un evidente homenaje a Martí por parte de García Monge, quien además había hecho la primera edición latinoamericana de esa obra ejemplar en 1921. También publicó un suplemento en tomos independientes. 20

Repertorio Americano vino a materializar, talvez sin que don Joaquín fuera consciente de ello, uno de los proyectos editoriales de José Martí. El cubano anhelaba publicar, dentro de los mismos Estados Unidos, una revista propia, de alcance ecuménico por su contenido y por su impacto. Así le decía, en 1888, a su amigo Enrique Estrázulas, radicado en París:

¿Sabe que ando dándole vueltas a la idea, después de dieciocho años de meditarla, de publicar aquí una revista mensual, El Mes, o cosa así, toda escrita de mi mano, y completa en cada número, que venga a ser como la historia corriente, y resumen a la vez expedito y crítico, de todo lo culminante y esencial, en política alta, teatro, movimiento de pueblos, ciencias contemporáneas, libros, que pase acá y allá, y dondequiera que de veras viva el mundo? Si es, no será a la loca, sino con esperanza razonable de éxito.21

También, por haber servido de vínculo entre todos los países de habla hispana y sobre todo entre las repúblicas de nuestro continente, contribuyó a ese acercamiento necesario e impostergable reclamado por el cubano en su ensayo “Nuestra América”, que serviría como muro de contención frente a las amenazas antiimperialistas: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos.”22

Lo expuesto hasta aquí constituye apenas un primer acercamiento, veloz y puntual, a la presencia de la cultura cubana en las páginas de esa paradigmática publicación, cuyo centenario estamos conmemorando. Consciente de que se trata de meros apuntes para un estudio mayor, prefiero dejarlo abierto, con datos que incentiven la curiosidad del investigador o de los lectores, y por ello me saldré de los límites temporales elegidos.

Pablo de la Torriente Brau (1901-1936), una de las figuras más relevantes dentro de la vanguardia cubana, narrador y periodista revolucionario, confesó más de una vez que había aprendido a leer en “La Edad de Oro”. Fue martiano toda su vida, breve e intensa, y cayó en combate durante la Guerra Civil Española, como comisario político de las Brigadas Internacionales. Era un asiduo lector de Repertorio Americano, y formó parte de esa inmensa red de intelectuales que le escribían a don Joaquín y se pasaban de mano en mano cada número. De él se ha conservado un epistolario, bajo el título Cartas cruzadas, y varias de ellas están dirigidas a costarricenses, como García Monge y Vicente Sáenz. Veamos la siguiente:

Sr. Don José García Monje. [sic]

«Repertorio Americano»,

San José, Costa Rica.

Distinguido amigo:

Por diciembre le escribí enviándole un trabajo sobre Carlos Aponte, y, aunque no he recibido noticia ninguna suya, ni tampoco me han llegado desde entonces los números de «Repertorio», sé que en Venezuela han reproducido dicho trabajo, por lo cual deduzco que Ud. le dio publicidad en alguna edición.[ …]

Le escribo también para rogarle que no deje de remitirme su «Repertorio», pues no sólo lo leo yo, sino que le doy traspaso a varios exilados más que hay y, además, lo llevo al Club «Martí», que fundamos y sostenemos aquí a costa de esfuerzos milagrosos.23

El trabajo de Pablo, con el título “Carlos Aponte: peleador sin tregua”, fue publicado en Repertorio el 16 de enero de 1936. Tiene una marca paratextual significativa: Envío del autor, Nueva York, noviembre 5 de 1935.24 Pero del análisis de ese artículo y del rastreo de otras posibles colaboraciones suyas nos ocuparemos en el futuro.

Ahora solo quiero señalar que Pablo era, desde su más temprana juventud, un lector voraz y un antiimperialista convencido. Periodista y narrador de talento, publicó, entre otros títulos, un libro de cuentos, y dejó inconclusa una novela, sumamente audaz para la época en que fuera escrita (1936), Aventuras del soldado desconocido cubano. Fue publicada póstumamente en 1940, junto a otros textos suyos.

Por esos hallazgos azarosos que a veces experimentamos los investigadores cuando nos detenemos a rastrear archivos y revistas, encontré un magnífico artículo de 1921 de la maestra y destacada intelectual costarricense Carmen Lyra, titulado “La farsa de ‘El soldado desconocido’”.25 Amén de las obvias diferencias genéricas entre un artículo y una novela, ambas piezas son contentivas de un profundo sentimiento antiimperialista, y satirizan magistralmente toda la parafernalia desplegada por las grandes potencias en torno a esos soldados desconocidos, muertos estérilmente en guerras de rapiña, destinadas a nuevos repartos territoriales del mundo. Es esta una pista para estudios futuros, pues cabe plantearse la hipótesis, totalmente posible, de si la idea inicial para el novelista en ciernes provino de alguna de sus lecturas de Repertorio. Es esta una invitación, no a la clausura, sino a la apertura de un proyecto investigativo de mayor alcance, que permita estudiar los temas cubanos en las casi cuatro décadas de circulación de la revista. Seguramente se obtendrían resultados reveladores.


1 Max Henríquez Ureña. “Carta a Don Joaquín García Monge”. En: Repertorio Americano, San José, Costa Rica, 14 de mayo de 1927, Tomo XIV, No. 18, p.284.

2 Mario Oliva Medina. José Martí en la historia y la cultura costarricenses. Heredia: EUNA, 1995, p.116.

3 Véase, entre otros, el estudio de Francisco Rodríguez Cascante “Alejo Carpentier en el Repertorio Americano “.

4 Repertorio Americano, 15 de enero de 1927, Tomo XIV, No. 2, p. 28.

5 Cintio Vitier, Lo cubano en la poesía. La Habana: Letras Cubanas, 1998, p. 252.

6 Repertorio Americano, 22 de enero de 1927, Tomo XIV, No. 3, p. 44.

7 Repertorio Americano, 22 de enero de 1927, Tomo XIV, No.3, p.44.

8 Repertorio Americano, 22 de enero de 1927, Tomo XIV, No.3, p.44.

9 Repertorio Americano,12 de marzo de 1927, Tomo XIV, No.10, p. 160.

10 Repertorio Americano, 12 de marzo de 1927, Tomo XIV, No.10, p.160.

11 Repertorio Americano, 12 de marzo de 1927, Tomo XIV, No.10, p.160.

12 J. Martí. “Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus tendencias”. En Obras Completas, Tomo 6, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 46.

13 Celina Manzoni. Un dilema cubano. Nacionalismo y vanguardia. Premio Casa de las Américas 2000. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas, 2001, p. 113.

14 Raúl Roa. Adiós al Maestro. Disponible en : http://www.somosjovenes.cu/articulo/adios-al-maestro. Consultado el 1 de agosto de 2019.

15 “Machado, en Cuba, pretende reelegirse. Palabras del íntegro y ejemplar Varona, maestro de la juventud cubana”, Repertorio Americano,14 de mayo de 1927, Tomo XIV, No. 18, p. 279.

16 “Machado, en Cuba, pretende reelegirse. Palabras…”, Repertorio Americano, 14 de mayo de 1927, Tomo XIV, No.18, p.279.

17 Cintio Vitier. Ese sol del mundo moral. La Habana, Editorial “Félix Varela”, 2006, p. 145.

18 Repertorio Americano, 6 de agosto de 1927, Tomo XV, No. 5, p.72.

19 Celina Manzoni, 2001, p. 139.

20 Véase al respecto de Nuria Rodríguez Vargas “El ideario martiano en los textos de La Edad de Oro editada como suplemento al Repertorio Americano y su proyección en la educación pública costarricense”, Repertorio Americano, Segunda Nueva Época, N° 26, enero-diciembre 2016. Afirma esta autora: “Cabe destacar que en marzo de 1925 había anunciado la publicación de La Edad de Oro, como Suplemento al Repertorio Americano y en cuadernos separados de 160 páginas, en total 6 tomos. “Hoy damos a nuestros lectores el número 1 del Tomo I. Póngala en manos de sus hijos o discípulos, si los tiene. La Edad de Oro es hija de la entrañable devoción que profesamos a la memoria de José Martí, americano insuperable y ejemplar, en su vida y obra […] (Repertorio Americano, tomo 10, núm. 5, 1925)”.

21 Carta a Enrique Estrázulas, Nueva York, 26 de octubre de 1888. En José Martí. Epistolario. En Obras Completas, Tomo 2, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 60. Cursivas mías.

22 José Martí, “Nuestra América”. En Obras Completas, Tomo 6, p. 15.

23 Pablo de la Torriente Brau. Carta A Joaquín García Monge. En Cartas cruzadas, La Habana, Letras Cubanas, 1986, p. 83.

24 Pablo de la Torriente-Brau. “Carlos Aponte: peleador sin tregua.” En Repertorio Americano, 16 de enero de 1936, Tomo XXXI, No. 18, p. 127-128.

25 Repertorio Americano, 26 de diciembre de 1921, Tomo III, No. 18, p. 243 -244.