R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° Especial, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Revista El Maestro 1926-1931. Una aproximación inicial

El Maestro journal 1926-1931: A first approach

David E. González Sánchez

Escuela de Historia

Universidad Nacional, Costa Rica

Resumen

El escrito establece una aproximación a la revista El Maestro editada en Costa Rica entre 1926 y 1931. Para ello, se propuso un análisis del contenido de la revista, mediante el que se crea un perfil que permite indagar sus cualidades como objeto de estudio, desde la perspectiva de la prensa pedagógica. El artículo contextualiza el ámbito histórico, social e intelectual en el cual se desarrolló la publicación, describe el tipo de contenidos que ofrece e intenta señalar algunas vetas para investigaciones futuras que den nuevas luces sobre la historia de la educación y el pensamiento pedagógico costarricenses.

Palabras clave: educación, historia, pedagogía, prensa pedagógica

Abstract

This paper addresses a first look at the educational journal El Maestro published in Costa Rica between 1926 and 1931. For this purpose, an analysis of the content of the journal was applied to determine a profile of the object of study. The article contextualizes the historical, social, and intellectual environment in which the publication is identified. It also describes the type of content it offers and tries to identify some veins for future research that shed new light on the history of Costa Rican education and pedagogical thought.

Keywords: education, history, pedagogy, press


1. Introducción

En Costa Rica, el estudio sobre las revistas culturales ha tenido un desarrollo importante, aunque limitado en términos de cantidad de indagaciones. Trabajos como el de Flora Ovares (2011), quien analiza cien años de revistas culturales y literarias, complementan las investigaciones de Mario Oliva (2011a). Las revistas propiamente educativas poseen características particulares, pueden ser producciones que representan la posición oficial de un Estado u organización gremial, o bien proyectos alternativos como San Selerín y Triquitraque.

Considerando que existe una veta poco explorada de análisis de las revistas educativas desde la perspectiva de la prensa pedagógica, me propuse realizar una primera aproximación, de tipo descriptivo, sobre la revista El Maestro (EM). Esta publicación de índole oficial de la Secretaría de Educación y el Magisterio costarricense se editó entre 1926 y 1931. El nombre es un homenaje a la revista editada por Pío Víquez en 1887, un guiño a la idea de una tradición pedagógica nacional moderna de parte de su primer director, el educador, escritor y editor Joaquín García Monge (1881-1958). Mi primer acercamiento a esta revista fue a través de un índice elaborado por José Salas. Con los años, empecé a revisar sus contenidos, despertando inquietudes sobre su utilidad para una historia de la educación.

No obstante, la revista requería un tratamiento que sistematizara y organizara los materiales, para definir su valor como fuente histórica de la educación. Teniendo eso claro, me propuse realizar un análisis de contenido de los números disponibles, para lo cual elaboré una base de datos mediante la codificación de ese contenido en categorías temáticas. Ello con la finalidad de establecer un perfil de la revista y de las ideas que ofrece, para, eventualmente, historizar los discursos educativos y el perfil de las prácticas pedagógicas que sedimentan tanto el pensamiento educativo como los lugares comunes sobre lo que significa la educación para la sociedad costarricense actual.

He estructurado mi exposición en tres apartados. El primero establece las coordenadas teóricas en torno a la prensa pedagógica, cuya intencionalidad es delimitar el universo desde el cual analizo la fuente. Seguidamente, llevo a cabo una contextualización histórica del periodo en el que se inscribe la revista EM. En el tercer apartado, mayormente descriptivo, se encuentran los resultados del análisis documental de la revista; entre los datos, se hallan los contenidos organizados por categorías y propongo una caracterización general del texto, que permite un perfil de la fuente y su valor para el examen histórico de y para la educación como construcción sociohistórica.

2. Prensa pedagógica: coordenadas teóricas

La educación es, sin lugar a duda, un tema complejo que involucra tantos actores como discursos, cuyas narrativas y ulterior práctica están condicionadas por el cruce de diferentes ámbitos sociales como política, economía, filosofía y moral. No existe, visto así, una forma inequívoca y esencial de entender la educación, pues es un espacio en disputa constante que, además, depende del lugar desde el cual se piensa y se producen los discursos sobre lo formativo. En un escenario tan complejo, ¿qué es la prensa pedagógica y qué lugar ocupa en las dinámicas históricas de la educación? Es, por un lado, una fuente particular y, por otro, un área de investigación que presenta desarrollos académicos disímiles.

La prensa pedagógica se define, en primera instancia, en su calidad de fuente documental, cuyo eje es el tema educativo. Para la profesora mexicana Irma Leticia Moreno (2002), en tal prensa

…se considera a las publicaciones periódicas que contienen temas educativos. Se constituyeron en un importante medio difusor de las ideas en torno a la formación del niño, al quehacer educativo en el aula, al papel educador de la familia, entre otros. Los principales destinatarios de estas publicaciones fueron los niños, los maestros y educadores, y la familia en general. Sirvieron como materiales de lectura informal y algunas veces fueron llevadas al espacio de la escuela.

La anterior acepción establece un marco referencial sumamente amplio, en cuanto a las características que identifican a la prensa pedagógica, cuyos destinatarios básicamente son aquellos interesados en temas educativos, pero, principalmente, los supuestos actores del proceso educativo (maestros, niños y familia). Leticia Moreno no establece elementos diferenciales entre tipos de publicaciones, lo cual hace pensar sobre cómo delimitar los discursos sobre lo educativo, según el lugar de enunciación o informaciones contenidas en las publicaciones.

Por otra parte, el profesor español José María Hernández Díaz (2013), un pionero en el área, establece algunas diferenciaciones en su concepción de prensa educativa:

Una publicación periódica puede ser considerada como pedagógica de forma específica cuando en su secuencia temporal mantiene un criterio de atención y estudio expresamente interesado en asuntos que afectan a los procesos de la educación, dentro de la institución escolar o en otras diferentes, pero también educativas y formativas. (…) Por ello dentro de la prensa pedagógica hemos de considerar los periódicos y revistas de los maestros y profesores, pero también los de los jóvenes y estudiantes, los de las asociaciones formativas y los de algunas iglesias y ministerios, las publicaciones para niños y para alfabetizandos, los que defienden los intereses de movimientos sociales y colectivos particulares” (p. 16).

Notemos que Hernández Díaz toma en consideración el tratamiento del tema educativo en la publicación, el cual debe ser constante en términos de temporalidad. Esto estriba en formas de especialización que adquiere dicho tema educativo y los subtemas que emergen en distintos momentos históricos. Así mismo, se toma en cuenta la inscripción del ámbito de la publicación y la preferencia temática relacionada con el conjunto de lectores al que se dirige.

Otros autores como Salvaterra y Toledo (2014) coinciden en establecer diferencias, por ejemplo, entre una revista pedagógica especializada y otra no especializada; entre la adscripción formal o informal de la educación que trata y de temas emergentes —niñez, adultos, obreros, religión, etc.—. Subrayo que no son diferenciaciones excluyentes, pues no establecen una jerarquía sobre un falso esencialismo acerca de la significación de lo educativo. Son, a mi juicio, líneas temáticas cuya utilidad es la delimitación de los ámbitos discursivos y una posibilidad para identificar los repertorios temáticos que han ido surgiendo entorno al universo pedagógico.

Del mismo modo, los rigurosos repertorios analíticos de la prensa educativa, dirigidos por Pierre Caspar y Penélope Caspar-Karydiz (2000) en Francia1, establecen una importancia central en la fuente como ventana para la comprensión del desarrollo de los sistemas de enseñanza no desde los límites de la institucionalidad, sino que permiten una expansión de las ideas, según los lugares de inscripción de los discursos, las resistencias, la promoción y las valoraciones de nociones educativas consideradas valiosas por hombres y mujeres, en diferentes espacios temporales .

Lo que he mencionado grosso modo se comprende más allá de una conceptualización de la fuente, se inscribe en un área de investigación específica en la historia de la educación, que ha surgido desde hace varias décadas de forma desigual en el mundo, pero que ha aportado un bagaje teórico metodológico (FaHCE-UNLP, 2016; Hernández, 2018; Nóvoa, 2002) importante para abordar este tipo de fuentes. Lo anterior, de manera que la comprensión histórica sobre la educación reciba una lectura integral, en la que los discursos no son inamovibles, sino que juegan con las dimensiones políticas y sociales cambiantes.

3. Contexto histórico: de la reforma educativa a la nueva escuela costarricense

Existe abundante bibliografía (Botey, 2005; García, 2014; Molina y Lehoucq, 1999a) para comprender el periodo entre 1900 y 1940, por lo cual no pretendo realizar una descripción exhaustiva de contexto histórico en el cual se ubica la revista (1926-1931). Ofrezco, más bien, el contexto del desarrollo de la noción de una nueva escuela costarricense y sus matices en el lapso de transición al siglo XX, y cómo las condiciones sociales incidieron en una concepción educativa que combina las ansias de cientificidad, así como de emancipación social.

Dicho lo anterior, es importante señalar que el proyecto liberal costarricense inicia un proceso de profundas reformas estatales, particularmente a partir de 1885, posibilitando la vinculación del Estado en diferentes ámbitos de la vida social. La educación fue de gran importancia por varias razones. Primero, como espacio productor de un sujeto a través de la reproducción de los valores representativos del Estado-nación en construcción; en segundo lugar, ocurrió el acercamiento de lo político con otros sectores sociales y la regulación sanitaria, a través de prácticas higienistas escolares (Fischel, 1992; Molina y Palmer, 2003).

El carácter político y económico de la reforma educativa de 1885-1889 desplegó las posibilidades para la construcción de una escuela representativa de la modernidad y el progreso. En este proceso, la formación de maestros al amparo del Estado supuso un interesante juego de renovación de las élites intelectuales, configurando lo que el historiador Gerardo Morales (1992, pp. 111-116) denominó “nueva intelectualidad” en el periodo de transición al siglo XX.

Esa nueva intelectualidad, cuyas raíces políticas provenían de posiciones libertarias y espirituales, más cercanas a Tolstoi que a Bakunin (Llaguno, 2012), se fragua en el Liceo de Costa Rica, fundado en 1887 al abrigo de la nueva ley de educación. La mayoría de estos intelectuales era de extracción popular y pudieron estudiar gracias a la ampliación del sistema educativo y, en modo paradójico, al espíritu elitista de este, que alentaba a los “mejor dotados” a continuar estudios superiores con becas, principalmente, en el Instituto Pedagógico de Chile.

A esos becarios se les llamó, despectivamente, en algunos casos, “chilenoides”, en clara alusión a las ideas extranjeras que portaban e inoculaban en la sociedad costarricense de principios del siglo XX. Una primera generación estuvo constituida por Roberto Brenes Mesén junto con José Fidel Tristán, Elías Leiva, Salomón Castro, Juan Dávila Solera y Antonio Arroyo. Posteriormente, en 1901, Joaquín García Monge conformaría una segunda generación de becados que viajó a Chile (Fischel, 1992; Quesada et al., 1988). La influencia de las ideas alemanas de Pestalozzi a Herbart, combinadas con el naturalismo racionalista de Spencer, formaban parte del pensamiento educativo del instituto que estos educadores aprehendieron y ampliaron al volver a Costa Rica, donde se emplearon como docentes del Liceo de Señoritas y el Liceo de Costa Rica.

En el transcurso de las dos décadas del siglo XX, estos personajes empezaron a ocupar diversos espacios políticos como jefes de inspección pedagógica, secretarios de instrucción pública o directores de instituciones educativas; desde ahí intentaron llevar a cabo sus proyectos pedagógicos. En términos generales, a partir de 1900 comienza la inminente institucionalización de un entendimiento del quehacer pedagógico, el papel de la escuela y el conocimiento, anclados en el positivismo y la racionalidad ilustrada. Estos últimos fueron iniciados con la reforma educativa y su consecuente ley, a partir de 1885 y 1889, pero con la impronta de una intelectualidad que rompía con la función social educativa propuesta por la élite política liberal.

El pensamiento pedagógico de muchos de esos educadores de principios de siglo, de fuerte tendencia positivista, se encontró en una vía civilizadora de las clases subalternas. Había que educar a los de abajo para que tuviese sentido el progreso. Las apuestas por procesos escolares no formales, de adultos, obreros y artesanos, encarnadas en el grupo Germinal (1912), la edición de obras literarias clásicas o políticas de bajo costo, así como de revistas culturales por parte de Brenes Mesén y García Monge muestran la resignificación de la pedagogía y la escuela en el seno de estos maestros, en las primeras décadas del siglo XX (Llaguno, 2012; Oliva, 2006).

Sin embargo, los matices de la nueva concepción de escuela costarricense que nace en dicho periodo se decantaron por las circunstancias políticas y las posiciones que asumieron los maestros, en momentos cruciales cuando la sociedad costarricense bullía de conflictos. Son años de reacomodo político, luego del golpe de Estado, en 1917, al presidente designado Alfredo González Flores y la crisis económica de la I Guerra Mundial que afectó al país. El particular papel de docentes y estudiantes de secundaria y la Escuela Normal dirigida por Omar Dengo, en la caída del Gobierno de facto de Federico Tinoco, contrasta con la participación de Roberto Brenes como secretario de educación de dicho Gobierno, por ejemplo (Fischel, 1992; Molina y Palmer, 2003).

De 1920 a 1948, la sociedad costarricense enfrentó procesos de consolidación de políticas sociales que dieron lugar a conflictos entre las élites económicas y las clases subalternas. La aparición de nuevos actores políticos como el Partido Reformista de Jorge Volio, la preocupación de la iglesia católica por la expansión de ideas científicas y comunistas, más la fuerza del movimiento obrero que cristalizará con la fundación del Partido Comunista en 1931, evidencian una sociedad en disputa por la consolidación de mecanismos democráticos y de bienestar social. La escuela es también espacio en tensión. No obstante, la práctica docente permite la radicalización de las posiciones políticas y pedagógicas (Molina, 1999; Torres, 2019). Maestras como María Isabel Carvajal, discípula de Joaquín García Monge, compartía con su maestro las preocupaciones sociales sobre la pobreza de las clases obrera y campesina.

El numen ácrata marcaba las ideas políticas que para Carvajal tenían, en la cultura y educación, una esperanza de justicia social. Carvajal, formada en el Colegio Superior de Señoritas y luego —gracias al sistema de becas— especializada en educación preescolar de corte montessoriano, establece una interesante reflexión de las condiciones sociales de la niñez y el papel que como educadora le corresponde en la transformación de tales condiciones desiguales. Su vinculación con el partido comunista está marcada por esa reflexión desde el aula; otros maestros, como Luisa González, Carlos Luis Sáenz y Emilia Prieto, transitarán caminos similares (Torres, 2019).

Lo que me interesa es recalcar que muchos de los nombres e ideas que aparecen en las páginas de la revista se inscriben en este proceso renovador intelectual y educativo que no es homogéneo ni total, aunque sí delimitado por su espacio de acción: la escuela pública. Por ello, EM es producto de la consolidación de un Estado que asume la educación como área central del progreso, además, como control social y cultural. Por un lado, se contempla la ventana para la circulación de nociones que buscan profundizar el espíritu cientificista y pragmático de la escuela y de sus maestros; por otro, una acción pedagógica que, en muchos casos, piensa sobre la transformación del país desigual en donde se habita y las posibilidades de esta, dentro y fuera de la escuela.

4. Resultados: categorías temáticas y perfil de la revista

Expongo, en este apartado, los resultados del proceso de análisis del contenido de la revista el cual es producto de la elaboración de la base de datos y las matrices de análisis del corpus documental disponible. En la tabla 1, he detallado que el total de números existente corresponde a 56, agrupados en 5 tomos. Es de advertir que no se encuentran los números 4 y 5 del tomo III; probablemente sufrieron algún daño, sin que se indique en los registros. Una ventaja es que todo este material se encuentra digitalizado y accesible desde el portal del Sistema Nacional de Bibliotecas de Costa Rica (SINABI).

Tabla 1

Material disponible según tomo y cantidad de números publicados

Tomo

números

I

II

III

IV

V

12

12

10

11

10

Total

55

Fuente: Elaboración propia con base en El Maestro: 1926-1931.

4.1 Categorías y contenido

De los 56 números disponibles, establecí las categorías que agrupan los escritos según el tipo de temáticas tratadas y que fuesen constantes en la revista, resultado de las matrices de análisis aplicadas. Así mismo, tuve en cuenta que algunos contenidos, al ser categorizados de cierta manera, podrían tener connotaciones distintas en la actualidad, tal es el caso de didáctica y metodología que detallaré más adelante. Sobre la categorización, en la tabla 2 se aprecia la distribución del tipo de escritos, acorde con el contenido y la cantidad que ocupan en los tomos, para un total global de 1010 documentos publicados durante el periodo de vigencia de la revista.

Describo brevemente estas categorías. La primera corresponde a 83 escritos que tienen como característica común constituir anuncios informativos dirigidos tanto al cuerpo docente y administrativo como a la comunidad en general. Algunos de los ubicados en esta categoría “informativos” abarcan informes sobre desarrollo de los gastos en infraestructura educativa, cambios en los escalafones del Magisterio, concursos, becas y llamados a las juntas de educación sobre novedades para maestros. Estos documentos se reconocen por la intención de circular información atinente al quehacer del Magisterio y de las comunidades, sin que los datos establecieran algún tipo de imposición o reglamentación. Igualmente, se pueden localizar, en esta categoría, reproducciones de otros periódicos o revistas extranjeros, como El Sol de Madrid, que, además, Joaquín García Monge utilizaba en las páginas de Repertorio Americano.

Tabla 2

Distribución de escritos según contenido

Contenido

Informativo

Oficiales

Teoría pedagógica

Metodología

Didáctica

Comentarios

Total

Cantidad

83

147

253

187

204

136

1010

Fuente: Elaboración propia con base en El Maestro: 1926-1931.

A diferencia de la categoría anterior, los comunicados oficiales comprenden circulares, decretos y directrices emanados desde la Secretaría de Instrucción hasta los estratos administrativos de medio rango como directores de visitadores e instrucción. Más interesante es la forma como las disposiciones político-administrativas promueven un discurso de renovación de la labor educativa, al tiempo que generan elementos de control sobre las prácticas docentes. En este sentido, dichos comunicados son informaciones de carácter vinculante que determinan maneras de ejercer la práctica docente y la administración de los centros educativos. También, incluyo en esta categoría los informes de directores y visitadores que se publican con cierta periodicidad; estos describen la valoración que realizan inspectores en sus visitas a escuelas. Tanto los documentos de carácter administrativo como los reglamentos, circulares e informes del quehacer educativo y cotidiano revelan una relación completamente vertical entre las instancias administrativas y maestros.

Ejemplo de lo anterior es la circular n.° 483, en la cual el entonces secretario de instrucción Justo A. Facio (editor de la revista en ese momento) recuerda al personal del Magisterio que él supervisa directamente cada actividad escolar, mediante los informes elaborados tanto por directores como por los visitadores educativos. Control de asistencia, disciplina, infraestructura, cronograma de actividades y métodos de enseñanza son parte de los rubros que componen esos informes (1931, EM-12, p. 335). Tal control pormenorizado y en apariencia latente se matiza con sendas cartas de felicitación y reconocimiento a maestros por actividades consideradas de gran calado pedagógico por los visitadores o directores.

El grupo de documentos más abundante trata la cuestión pedagógica desde diferentes esferas. Dividí el ámbito pedagógico en 3 categorías. La primera corresponde a la teoría pedagógica que ocupa 253 escritos (tabla 2); en estos, se tienen aspectos relativos al desarrollo del niño, la importancia del juego, de la higiene y la salud como ejes del desenvolvimiento adecuado de la infancia, textos de síntesis de Decroly o Montessori, modelos escolares para el trabajo, entre otros. La mayoría ofrece argumentos que instan a justificar “científicamente” aplicaciones pedagógicas sobre la concepción de la infancia o modelos de gestión educativa.

En estrecha relación con los artículos de teoría pedagógica, la categoría de metodología se diferencia porque ofrece textos que guían al docente en la implementación de acciones con base en modelos teóricos. Es decir, los escritos en esta categoría se reconocen porque aseguran modos de realizar intervenciones pedagógicas a través de pautas bien definidas y que además tienen fundamentación teórica; no obstante, abordan temáticas muy específicas. Ejemplos serían: “¿Cómo trato un problema de aritmética” (1928, EM-10, p. 309), “Recitaciones para memorizar” (1929, EM-11, p. 726), “Aplicación de las preposiciones compuestas” (1928, EM-2, p. 449) y “¿Cómo contar cuentos a nuestros niños?” (1928, EM-10, p. 319).

Los escritos concernientes a didáctica son documentos ofrecidos al cuerpo docente para uso como recursos para aplicar en clase y contenidos de variedad de temáticas que les permitirían a los formadores impartir con base en textos “científicamente” valiosos. Por ello, no corresponden a una noción de didáctica en cuanto a la configuración de procesos pedagógicos secuenciados (esos atañerían a la categoría de metodología). Entre los escritos abundan trabajos amplios sobre las serpientes de Costa Rica de Clodomiro Picado (1926, EM-2, p. 26), lecciones de historia colonial (1927, EM-5, p. 158), literatura infantil —poemas y dramatizaciones— (1927, EM-8, p. 238) y agricultura (1931, EM-12, p. 317).

En los comentarios, agrupé todo escrito enviado directamente a la revista, en el que el autor expone su posición sobre alguna temática concerniente a la función docente, las juntas patronales o la comunidad escolar. Algunos de estos comentarios forman parte de la sección vida escolar —que no mantiene una frecuencia constante—, la cual evidencia cartas que informan situaciones, en su mayoría positivas, llevadas a cabo en escuelas, que a juicio de los editores representan el compromiso y la vocación de directores y maestros.

4.2 Por la causa de las luces: perfil de la revista

Tomando en consideración los contenidos de la revista, propongo que esta posee algunas características que perfilan su corpus documental. A falta de espacio para una descripción exhaustiva de este perfil, resumo a continuación.

a. Herramienta de control político-burocrático de la función educativa: Es una publicación oficial de la Secretaría de Instrucción Pública y el órgano del Magisterio. El contenido de las secciones pedagógica y científica se delegó al criterio del cuerpo directivo, mientras que la sección oficial quedó en manos de las direcciones de primaria, secundaria y la Escuela Normal. Con ello, se generó total independencia, incluso, en el artículo 6 del decreto se menciona que “…el cuerpo director publicará cuanto estime conveniente, aun cuando ello estuviere en oposición a los criterios oficiales” (1926, EM-1, p. 4). Ahora bien, en el artículo 7 se indica que “la revista no puede tomar bandera política, filosófica o religiosa…”; de no cumplirse, la Secretaría se encargaría de corregir o cambiar la dirección. Podemos inferir que la revista se promueve como espacio de diversidad y libertad de pensamiento, cuyo requisito es que sea, fundamentalmente, un pensar “científico y neutral”. Con ello limita cualquier actividad de adhesión política de parte del profesorado, pues son eventos que no conciernen a la razón sino a la politiquería. El número 11 del tomo 5, publicado el 1 de julio de 1931, ofrece una interesante discusión al respecto del veto de la participación de maestros en la campaña electoral. En este número, se reprodujeron artículos de opinión de otros periódicos como La Tribuna y La República, inclusive participaron Julio Acosta y Enrique Obregón, respaldando la tesis de que la función docente es de tal pureza que no debe “ensuciarse” con actividades tan pasionales como la política. Además, se estableció que la inscripción de la revista era obligatoria para todos los maestros en ejercicio (de todo nivel), a quienes se les rebajaría 50 céntimos de colón mensual del salario. A las juntas de educación se les obligó a adquirir 2 subscripciones (1 colón mensual). De este modo, se aseguró una circulación constante de la revista, en clara intención centralizadora no solo de las ideas o los discursos pedagógicos, sino, principalmente, en el ámbito de control administrativo de los centros y del cuerpo docente.

b. Herramienta cultural y civilizadora: Uno de los objetivos fundamentales de la revista fue posibilitar el acceso a saberes disciplinares actualizados y, según los editores, con respaldo científico. Por ello, abundan textos de temas tan variados como un tratado de tormentas solares o hasta entregas de las investigaciones realizadas por Clodomiro Picado (“Nuestras serpientes venenosas”, por ejemplo); también, tratados de lingüística y de álgebra, notas antropológicas sobre pueblos indígenas y anotaciones sobre geografía mundial. Esto resultó un importante esfuerzo para maestros de las zonas más alejadas, situación que reconoce el director al indicar: “… los maestros no tienen recursos para comprar libros de avanzadas ideas, y aunque tuvieran unos cuantos reales de más, no hay librerías en pueblos tan alejados y rurales” (1926, EM-1, p. 6). Por otra parte, hay un énfasis importante en la cuestión de la higiene y los hábitos saludables que deben promoverse en la escuela.

c. Escuela moderna e identidad docente: He mencionado la necesidad de los intelectuales de las primeras décadas del siglo XX por establecer una tradición del pensamiento educativo costarricense, a pesar de que algunos de ellos ejercieron un contrapeso crítico en el ámbito social y político de la época. Esto no implicó un desdén al legado modernizador de la reforma de 1885. Al contrario, podría decirse que se consideró el punto de partida de la renovación pedagógica y es un hito que se buscó inocular en la identidad docente. No es coincidencia, entonces, que en el primer número de la revista publicado el 12 de octubre de 1926, bajo la dirección de Joaquín García, junto a María Isabel Carvajal (Carmen Lyra), se reprodujera, en extenso, el decreto de 1885, el cual creaba la revista El Maestro, dirigida por Pío Víquez, a modo de hacer ver al lector que esta nueva publicación tenía raíces históricas. Página siguiente, se puede leer el decreto de la “segunda época”, firmado por el entonces presidente Ricardo Jiménez Oreamuno, que da origen legal a la revista, establece sus funciones y alcances en el Magisterio Nacional. La intención es clara y puntual en sus considerandos sobre la necesidad de existencia de la revista, porque urge que el maestro “lea” y, además, es “obligación del Estado arbitrar los medios para que llegue al maestro la corriente de las ideas, en perpetua renovación” (1926, EM-1, p. 4).

d. Maestras escritoras: En el contexto histórico del desarrollo de la educación costarricense de fines del siglo XIX y principios del XX, hubo una importante discusión sobre el proceso de feminización de la profesión docente. Es de sobra conocida la polémica de Luis Felipe González Flores para evitar la reapertura de la sección Normal del Liceo de Señoritas. No obstante, si bien existen trabajos que demuestran la participación de maestras en las páginas de revistas culturales y educativas, en el caso de EM la situación revela una intervención escasa. Esto, en comparación con dos factores: la cantidad de números publicados y la de escritos firmados por hombres. En la tabla 3, se resume esta disparidad, pues, de 507 textos, solamente 91 corresponden a mujeres. Al respecto, únicamente consideré los escritos relativos a las categorías de comentarios, ensayos y didáctica, excluyendo los informes oficiales. Algunas de las autoras son extrajeras; sus aportes reproducen otras publicaciones, o bien son textos traducidos para efectos de difusión educativa.

Tabla 3

Distribución de autores según género

Género

Mujeres

Hombres

Total

Cantidad

91

416

507

Fuente: Elaboración propia con base en El Maestro: 1926-1931.

En el caso de maestras/autoras, en la tabla 4 puede observarse la cantidad de aportes realizados a la revista. No es de extrañar que nombres como Carmen Lyra y Luisa González, junto a Esther de Tristán, estén entre los de quienes más publicaciones realizaron.

Tabla 4

Colaboradoras recurrentes en la revista EM

Autora

Cantidad de artículos

Esther de Tristán

9

Luisa González

7

María del Rosario Ulloa

3

Carmen Lyra

18

Total

37

Fuente: Elaboración propia con base en El Maestro: 1926-1931.

La participación de maestras en las revistas educativas y culturales, en general, ha sido fundamental por cuanto representa el proceso de ocupación de la esfera pública femenina. Marybel Soto (2011) y Molina (2003) coinciden en que la educación en este sentido fue clave para la constitución de una intelectualidad de mujeres que en su mayoría desarrollaron carrera en el Magisterio, pero que además potenciaron la intervención política e intelectual de manera más sostenida y coherente, durante las primeras décadas del siglo XX.

Por lo anterior, considero importante tomar en consideración la presencia de maestras en las páginas de la revista, porque indica que, a pesar del desarrollo intelectual y político de estas mujeres, los espacios oficiales del Magisterio continuaban bajo control de los hombres de letras y ciencia de esa misma institución. En espacios privados, publicaciones como San Selerín (1912-1924), creada y dirigida por Carmen Lyra y Lilia González, y Triquitraque (1936-1947), por Adela Ferreto y Luisa González, por ejemplo, fueron espacios en los que la incursión de mujeres alimentó las ideas pedagógicas de corte progresista con gran impacto social.

Finalmente, el último número de la revista se publicó en agosto de 1931. En dicho número aparece la circular 735, firmada por el jefe de educación primaria, Ramón Rodríguez, en la cual solicitaba a los maestros de cualquier nivel, pero especialmente de primaria, colaboraciones escritas como ensayos, lecciones o alguna recomendación bibliográfica para contenido de la revista EM (1931, EM-12, p. 336). No se tienen datos sobre los motivos de la cancelación de la revista. No obstante, el universo de la prensa pedagógica oficial continuaba con otras publicaciones como Educación, revista de la asociación de inspectores y visitadores escolares (1933), La escuela costarricense (1933), dirigida por Moisés Vincenzi, y, en la década de 1950, aparecerá El Maestro, conducida por Lilia Ramos.

5. Conclusiones

El Maestro forma parte del universo de publicaciones que pueden clasificarse como prensa pedagógica y que, en el contexto costarricense, datan de mediados del siglo XIX hasta finales de 1960, cuando las revistas académicas entran en la escena intelectual. A lo largo del escrito, he intentado plantear que EM no es solamente una fuente documental, sino un objeto de estudio en sí mismo, por cuanto ofrece un corpus documental en torno a la educación, permeado por el contexto histórico-cultural en el cual se desarrolló. Entre sus principales características, la revista se perfila, por un lado, como herramienta para la difusión de la idea de una escuela moderna, de la profesionalización docente al amparo de la ciencia y el humanismo. También funge como mecanismo de comunicación entre las jerarquías institucionales de educación y el cuerpo docente (particularmente, de las formas de control entre las altas jerarquías y los maestros).

Por otra parte, los sentidos de la educación y la figura del maestro presentes en la revista revelan diversos ángulos de producción discursiva que, en ocasiones, entran en conflicto y, otras veces, conviven. La posición intelectual, burocrática-política, filosófica y cotidiana da cuenta de un entramado de sentidos más amplio que la definición de periodos históricos pedagógicos. Nos habla de cómo la escuela es vista por los intelectuales como espacio de consagración de la racionalidad, la belleza y la patria. Al tiempo, revela las constantes carencias de las escuelas y las maniobras del cuerpo docente por garantizar no solo el acceso a la cultura, sino también un plato de comida.

La aspiración de que el maestro fuese luz para sus estudiantes se comprende en la insistencia de convertir la función docente en un acto moral y racional que tuviese repercusión en la construcción del ser patriótico. Detrás de semejante anhelo, igualmente se entretejió una estructura trascendental, condicionante del papel social y político que la figura del maestro adquiere en el contexto de la década de 1920 y 1930.

Ahora bien, el perfil propuesto es de utilidad para vislumbrar vetas de investigación que amplíen aspectos sobre la historia de la educación poco explorados, como las ideas pedagógicas que constituyen la noción de una escuela moderna en Costa Rica, los alcances y límites de esta aspiración. Así mismo, se sugiere la constitución de la niñez como sujeto y objeto de una escuela renovadora, que aspira a lo que Popkewicz llama “salvación” propia de la racionalidad moderna educativa. También, se promueve la relación entre docencia y acción política, algo que se tiende a separar en los estudios historiográficos educativos y que, como mencioné, apunta a que existen evidencias de que la perspectiva de aula ofreció una importante ventana para la construcción de subjetividades políticas en los maestros.

Fuente primaria

Revista El Maestro: quincenario de pedagogía. Órgano del Magisterio costarricense. Tomos I-V (1926-1931).


Referencias

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1 Es posible realizar consultas de las fuentes, de modo digital, en la página electrónica del Institut Français De L’éducation: http://www.inrp.fr/presse-education/presentation.php