R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 31, Enero-Junio, 2021

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



De poetas y poesías

Julián González Zúñiga


Para esta sección de reseñas de libros de la revista REPERTORIO AMERICANO se han seleccionado cuatro obras sobre o de poesía contemporánea: un poemario de la española Cecilia Álvarez, un estudio sobre poesía mística a cargo de la mexicana Elsa Cross, una compilación de la obra del poeta peruano afincado en Salamanca -España- Alfredo Pérez Alencart, así como un estudio y antología de la obra de Pérez Alencart por parte de Enrique Viloria Vera.

Cecilia Álvarez (Las Palmas, España, 1955) se erige como una experimentada escritora con una consolidada obra poética a su haber: El alma deshabitada (2008), Elogio de la juventud añeja (2008), Primera luz (2009), Palabras al alba (2013), El lento suspirar de la aurora (2016) y la obra que nos ocupa Almenara de sueños (2018). Premios y participaciones en festivales y encuentros de escritores y escritoras completan su caudal literario.

Almenara de sueños (Colección de Poesía “Ángaro”, año I, número 164, Sevilla, 2018, 45 páginas) reúne 25 poemas donde el tiempo es una constante que surge en cada uno bajo diferentes expresiones: el tiempo -propiamente-, la maraña del tiempo, el tiempo oculto, el lento latido, confín del tiempo, péndulo presuroso, pausadamente, vericuetos del tiempo, instantes fugaces, la memoria, ese preciso instante, esa difusa línea que recorres en el tiempo, atardeceres remotos, la vida pasa, los recuerdos en esa hora apagada, remembranzas que duermen en las noches, alas de la noche, pinceladas de ocaso, las horas radiantes, eterno instante, la densa noche, pertinaz constancia del otoño, las áridas llanuras del tiempo, cada instante de mi insomnio, el diario de tus horas, maraña de otoños, algaba del tiempo, ese sublime instante en que deliras. Con tantas alusiones y referencias al tiempo -lo que transcurre, lo que marca etapas y momentos- se construyen las metáforas que nutren y trazan los versos de este poemario. Como se señala en la solapa del libro: “…tras la apariencia de sereno equilibrio, de exquisita unidad, late cierto “dolorido sentir” garcilasiano… se adivina un arduo esfuerzo por asumir… la crudeza de esos huracanes destructores de la memoria, del recuerdo…”

Elsa Cross escribe Los dos jardines. Mística y erotismo en algunos poetas mexicanos (Ediciones Sin Nombre, 2003, México, 123 páginas), ensayo que “intenta presentar bajo el fondo temático de la mística y el erotismo momentos de la obra de algunos poetas mexicanos” (p.9). Al tratar de entender la relación entre lo místico y lo erótico viene a colación una cita de Octavio Paz: “El erotismo es una poética corporal; la poesía es una erótica verbal” (en Cross, 2003, p.9).

El misticismo y el erotismo son dos fenómenos muy vinculados al arte, ya sea juntos o separados. La historia de la poesía de todos los tiempos y lugares da prueba de esto.

El pequeño libro, no por ello menos profundo en sus análisis, contiene cuatro apartados. El primero se dedica al poeta mexicano Ramón López Velarde (1888-1921), con el título “Las celestes y rojas utopías”.

El segundo se intitula “El vértigo de fuego”, donde elabora un acercamiento a dos autores místicos: Alfredo Román Plasencia (1875-1930) y Concha Urquiza (1910-1945), en quienes reconoce la huella del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, glosa del universal Cantar de los cantares. En este mismo apartado también se aborda la figura de Efrén Rebolledo (1877-1929), coetáneo de Plasencia, a quien se le reconoce el erotismo y el amor sexual de su poesía. Otra autora en esta línea es Guadalupe Amor -o Pita- (1920-2000) quien, a diferencia de Urquiza, “parecería en un principio ir del amor humano a la búsqueda de un amor divino” (p.55). El otro caso es el de Enriqueta Ochoa (1928), con su poesía caracterizada por una búsqueda de Dios. En la última parte de este segundo apartado llamada “Los espejos convexos”, Cross se pregunta si es solo la ambición la que mueve a estos autores y autoras hacia la búsqueda mística y si el vuelco hacia un amor terreno precipita su caída (p.77).

El tercer capítulo “Los dos jardines” está consagrado a Octavio Paz y su acercamiento a un erotismo de lo divino y la separación sistemática de cuerpo y espíritu. En el cuarto y último capítulo “Palabras finales”, la autora reflexiona sobre el tema central de su obra, a partir de la idea cristiana de separar cuerpo y alma, tradición que ha marcado no solo la vida humana sino también el arte poético.

Alfredo Pérez Alencart (Perú, 1962) compila “Esta antología que contiene textos escritos en distintas épocas y han sido publicados, la mayoría, en libros o revistas. Ahora los acopio, sumo algunos inéditos (…), a modo de homenaje (…) a la Universidad de Salamanca” (p.12). El libro se titula Gaudeamus (Salamanca, EDIFSA, 2018, 101 páginas) y se trata de una edición muy cuidada, con finas ilustraciones del profesor de esa misma universidad Daniel Mordzinski, realizados en 2002. La obra está compuesta por varias secciones: “Distinto y junto”, “Patio de Escuelas”, “La piedra en la lengua”, “Ofrendas para Teresa de Cepeda y Ahumada y Juan de Yepes Álvarez, doctores por Salamanca” y “Tríptico final”. La antología está conformada por una selección poética y algunos textos en prosa. El nombre de la obra con la palabra latina gaudeamus remite a la alegría, al gozo, a la satisfacción y al placer de los sentidos que derivan de los ochocientos años de la Universidad y lo que esta representa para la educación y la cultura en España, así como para su profesorado y sus estudiantes. Uno de ellos es Pérez Alencart, quien dice:

Uno viene a ti y rompe

el reloj de arena

de la espera,

y te retiene

en un prolongado abrazo

por el tiempo,

y sorbe de tu cáliz,

anhelando saberlo todo.

Curso a curso,

nadie olvidará el rastro

que dejas.

(“En Salamanca, en su Universidad”, p.15)

El poeta no oculta su amor por Salamanca y por España, así como su devoción por Fray Luis y Unamuno, a quienes no termina de agradecerles. También exalta su apego a la Usac, donde suma casi 35 años de convivencia. Gaudeamus es como el grito de alegría de Pérez Alencart por el júbilo que llena su espíritu la vivencia del mundo salamanquino

ENRIQUE VILORIA VERA escribe y publica la obra Pérez Alencart: la poética del asombro (Ensayo y antología) (Madrid, Editorial Verbum, 2006, 136 páginas), de cuyos poemas dice: “En fin, en cada uno de ellos habita un poeta trasterrado en fervorosa búsqueda de sus americanos orígenes y en una pertinaz construcción de su ibérica esperanza “ (p.11).

El primer episodio “La selva amazónica: un verde origen” evoca la tierra primigenia, la referencia innata e inmediata como fuente de vida. Relaciona al poeta con la Selva Madre, donde este hace un alto para escuchar las voces y los recuerdos, sin ocultar su asombro ante la naturaleza. La humedad del aire y la caliente tierra tropical envuelven y seducen al poeta quien cae rendido.

El segundo episodio “Salamanca: más que un dorado cielo” habla de la ruptura del poeta con sus orígenes americanos y de su asombro “ante la ancestral magnificencia de una ciudad dorada” (p.25) que es la Salamanca que lo acoge desde joven y le abre los ojos ante un mundo ancestral y novedoso, donde el poeta llega a construir fuertes lazos de afecto.

En “Una mujer en alma y cuerpo” (Episodio III), destaca el amor de Pérez Alencart por su amada Jacqueline, compañera de vida, “su amor de siempre” (p.36), la que lo impulsa y apoya en su trajinar cultural y poético.

“Poetas y amigos: un homenaje” (Episodio IV) cuenta sobre el lado amistoso del escritor, quien ha cultivado la amistad de tantas personas, así como de poetas diversos, a quienes ha llegado a dedicarles sus poemas. Sus devociones poéticas son variadas, como lo señala este estudio: Luis Cernuda, José Hierro, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Fray Luis de León y más figuran entre sus preferidos.

En el Episodio V “Con Cristo , por él y en él”, dice el autor del libro que “Pérez Alencart se hace uno con Jesús, con Cristo, con Jesucristo” (p.59). Se trata de la faceta religiosa o mística del poeta, donde habla de su llegada a este ser superior que lo lleva a un estado de placidez, de concordia y armonía que se traducen en su poesía.

“Los ancestros venerados, un hijo celebrado” (Episodio VI) es la sección donde se destaca la importancia de la familia, del hijo, de los padres y de los parientes. Aquí “La poesía es propicia para festejar a la plural parentela de la emoción unánime del poeta” (p.64); a ella le dedica su poesía.

En el Episodio VII “Peregrino en todas partes”, se llega a los temas del destierro y la inmigración, así como sus consecuencias, de él mismo como inmigrante en España y de sus antepasados ibéricos. Pérez Alencart se reconoce “extranjero en todas partes” (p.73) con los sentimientos que esta circunstancia acarrea: la soledad, la indiferencia, el desarraigo y el destierro.

La segunda parte del libro “Antología mínima” (p.77-136) recoge una variada y selecta colección de la poesía de Alfredo Pérez Alencart, extraída de diferentes libros del poeta: Extranjero en todas partes, El sol de los ciegos, Venga tu reino y Las orillas del mundo, sin indicar la procedencia de cada poema, tal como lo demandó el poeta.


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