Revista 91.2

Revista RELACIONES INTERNACIONALES

Escuela de Relaciones Internacionales.

Universidad Nacional, Costa Rica.

N.º 91.2 • Julio-Diciembre de 2018

doi: http://dx.doi.org/10.15359/ri.91-2.5


 
         
   

LA GEOPOLÍTICA EN LA PENÍNSULA COREANA

GEOPOLITICS IN THE KOREAN PENINSULA

Dr. Octavio Alonso Solórzano Tello1

ORCID 0000-0003-4092-5828

Dra. Teresa de Jesús Portador García2

ORCID 0000-0003-4054-0258

 

RESUMEN

El artículo examina y analiza la geopolítica en la península coreana, enlazando analíticamente los elementos globales, interregionales, regionales y estatales, de tal suerte que permite explicar cómo se está reconfigurando geopolíticamente el poder global y cómo se están reposicionando Estados Unidos, Rusia y China en Asia Pacífico, con el fin de tener mayor injerencia y control, aprovechando la pérdida de liderazgo de Estados Unidos en la región para colocarse como líderes mundiales. Por otro lado, se abordan los acercamientos entre Corea del Norte y Corea del Sur para una posible solución del conflicto. Estas dinámicas tienen un impacto en la reconfiguración del orden global, el cual tiende a ser multipolar, pero, al mismo tiempo, incrementa la inestabilidad, el riesgo global y la violencia, poniendo en duda la gobernanza del orbe.

PALABRAS CLAVE: península coreana, geopolítica, globalización, riesgo global, Estados Unidos, China y Rusia.


ABSTRACT

The article examines and analyzes geopolitics in the Korean Peninsula, analytically linking the global, interregional, regional and state elements, in such a way that it explains how global power is being reconfigured geopolitically and how the United States, Russia and China are repositioning in Asia Pacific, in order to have greater interference and control, taking advantage of the loss of leadership of the United States in the region to position itself as world leaders. On the other hand, it addresses the approaches between North Korea and South Korea for a possible solution to the conflict. These dynamics have an impact on the reconfiguration of the global order, which tends to be multipolar, but at the same time increases instability, global risk and violence, calling into question global governance.

KEYWORDS: Korean Peninsula, geopolitics, globalization, global risk, United States, China and Russia.

Introducción

Después de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991 y la caída del Muro de Berlín en 1989, en el entorno internacional se han suscitado transformaciones aceleradas en los ámbitos geopolítico, social, económico y ambiental. Se aúnan el ataque de las torres gemelas en Nueva York, el 11 de setiembre del 2001, así como las invasiones y los ataques a Irak, Afganistán y Siria por parte de Estados Unidos —sin respetar a la Organización de Naciones Unidas (ONU)—, hechos que han incrementado la espiral de violencia en los niveles local, regional y global. A partir de estos eventos, se puso en marcha la reconfiguración geopolítica del poder en el ámbito internacional, jugando un papel preponderante la guerra contra el terrorismo y la desnuclearización. Los fenómenos antes mencionados implican cambios en la manera de concebir y analizar la realidad geopolítica, que antes del último cuarto del siglo XX se sustentaba en la bipolaridad.

Los discursos y esfuerzos tanto de los Estados como de las instituciones internacionales, por generar consensos en el nivel internacional, por apostar a políticas preventivas y decisiones multilaterales, no han logrado los objetivos esperados. Muestra de ello son las guerras en Oriente Medio y sus terribles consecuencias, así como las constantes amenazas entre Estados Unidos y Corea del Norte, al igual que la decisión de Donald Trump (presidente de Estados Unidos) de retirarse del Acuerdo Nuclear Iraní 5+13. En este escenario, Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia han venido jugando un papel central, en cuanto a sus posicionamientos políticos y económicos en el mundo, debido a la presión que ejercen en las instituciones internacionales para colocar en la agenda global sus temas de importancia e interés; de igual modo, para comandar las políticas económicas, el rumbo del planeta y la globalización.

La región Asia Pacífico no se queda atrás. Según la perspectiva de Delage (2005), esta zona está viviendo, desde años atrás, una nueva geopolítica, debido a tres factores: a) crecimiento económico de la mayoría de los países, b) cambios en las relaciones de poder en el nivel mundial, c) ascenso de China.

El factor China es un elemento por considerar, para comprender cómo se está reconfigurando la geopolítica en Asia y en el mundo. No obstante, esta geopolítica se ve comprometida por las particularidades históricas de la región y factores externos a ella, donde emergen las pugnas y diferencias tanto políticas como culturales de antaño, los resquemores derivados de las invasiones, colonizaciones, control territorial, cultural, económico y político que, desde el siglo XVIII, algunos países asiáticos han realizado sobre otros. Un ejemplo de ello es la época del Japón imperial.

Por otro lado, la presencia militar de Estados Unidos y el reforzamiento en torno a la cooperación que este mantiene con Corea del Sur y Japón imposibilita la reunificación de la península coreana. A esto se suma la rivalidad histórica entre China y Japón, por el control y liderazgo regional. Otro factor por considerar es el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca y su política hostil hacia Corea del Norte, la guerra comercial contra China, la Unión Europea, México y Canadá, a pesar de que estos dos últimos son sus “socios” comerciales.

La nueva reconfiguración geopolítica obliga a formular nuevas interrogantes. ¿Se agravará la crisis en la península coreana, a tal punto que involucre a las naciones que participaron en la guerra de las Coreas (1950-1953)? ¿Estados Unidos podrá involucrarse en un conflicto de largo aliento en la península coreana, a pesar de las invasiones que sostiene en Irak, Afganistán y Siria, o continuará con la política de contención aplicada contra Corea del Norte desde el fin de la guerra (1953) de las Coreas? ¿La presión de Estados Unidos a Corea del Norte y la guerra comercial contra Pekín forman parte de una estrategia contra China? Para responder a estas preguntas, el artículo se estructura en tres apartados. El primero muestra el marco referencial, conceptual y metodológico, justificando la pertinencia de un análisis que enlaza elementos globales, interregionales, regionales y estatales, para comprender cómo se están posicionando las potencias en la península coreana y los países asiáticos implicados. El segundo explica, a partir de datos históricos y eventos actuales, cómo se está reconfigurando el poder en Asia Pacífico y de qué modo este factor empuja tanto a una nueva reconfiguración de la geopolítica mundial como a riesgos globales, considerando la activa participación de Estados Unidos, China, Rusia, Japón, Corea del Norte y Corea del Sur en la región. El tercero analiza las relaciones actuales y los acercamientos entre las Coreas, sentando las bases para una posible solución del conflicto y reunificación de la península. Por último, se presenta una batería de reflexiones finales que posibilitan comprender cómo el escenario internacional se está reconfigurando geopolíticamente en un orden multipolar, que limita a Estados Unidos en su intención de atacar unilateralmente a Corea del Norte.

Marco referencial y metodológico

El artículo explica y analiza, desde una perspectiva global, cómo se ha desarrollado la geopolítica en la península coreana, que involucra a diversas naciones con intereses particulares en la región Asia Pacífico. Un factor por considerar es el papel de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, la presión que ejerce hacia algunos países para que inicien la desnuclearización y el reducido respaldo a la agenda global.

Para el análisis, retomamos la acepción de geopolítica de Alfred T. Mahan (2007), quien la define como la relación existente entre el poder y su distribución dentro de una determinada área de influencia. En cuanto al concepto de globalización, recuperamos lo planteado por Octavio Ianni (1999):

La globalización del mundo expresa un nuevo ciclo de expansión del capitalismo, como forma de producción y proceso civilizador de alcance mundial. (…) señala la emergencia de la sociedad global, como una totalidad incluyente y compleja (p.11).

El término sociedad del riesgo, acuñado por Ulrich Beck en 1986 (2007), refleja las características de nuestra época y, al mismo tiempo, facilita el marco de interpretación de los grandes problemas y desafíos actuales. Para este autor, la actual sociedad se caracteriza de otras precisamente porque la capacidad de controlar eventos se pone en duda, así como por los peligros que deriven de las decisiones para intentar controlar dichos eventos.

La sociedad vive constantemente la incertidumbre y la amenaza de diversas guerras, invasiones, desastres naturales, nuevas migraciones, entre otros acontecimientos, donde la idea de futuro lejano se extingue para dar paso al próximo. Si bien el riesgo es azaroso, lo ambiguo y la incertidumbre que el riesgo implica producen miedo y angustia, una emoción arcaica que remite a la noción de supervivencia, a la necesidad de permanencia del hombre sobre la tierra. En palabras de Beck (2007) el riesgo es el patrón perceptivo e intelectual que moviliza a una sociedad enfrentada a la construcción de un futuro abierto, lleno de inseguridades y obstáculos.

La política de Trump está generando una cascada de posibles riesgos globales que los Estados, organismos supranacionales y sociedad global4 deberán enfrentar en un futuro inmediato. Lo anterior se vincula directamente a que su actuación busca proyectar, en el nivel internacional, la figura de un presidente y dirigente de una hiperpotencia, tal como se le concebía después de la disolución de la URRS y la caída del muro de Berlín. Es claro que no estamos en una era unipolar y hay en curso una recomposición geopolítica de poder que no le permite a Estados Unidos comportarse como una hegemonía, en gran medida, porque otros países y regiones han comenzado a ganar terreno y tienen hoy en día un papel relevante en diversos aspectos, como la Unión Europea (UE), China y Rusia. En este sentido, Washington ha presionado a Corea del Norte, ha impuesto sanciones comerciales contra China, países asiáticos y la Unión Europea (UE), pretendiendo gravar sus importaciones; estas y otras medidas están desembocando en una inestabilidad global y la cada vez menor posibilidad de que Estados Unidos se integre a los acuerdos multilaterales.

En este sentido, el artículo enlaza analíticamente los elementos globales, interregionales, regionales y estatales, de tal suerte que permite comprender cómo se están posicionando las potencias en la península coreana y los países asiáticos implicados. Para ello, se retoman autores que han aportado a la reflexión en torno a la geopolítica, la globalización y el riesgo global. En términos metodológicos, la investigación es tanto analítica como reflexiva y se recurre a datos cualitativos recopilados de informes, igual que de una exhaustiva revisión bibliográfica sobre las aristas abordadas.

1.La geopolítica en la península coreana

Desde la finalización de la guerra de las coreas (1950-1953), China y Rusia han tenido injerencia en la región Asia Pacífico y, particularmente en Corea del Norte, estas han estado sustentadas en acuerdos bilaterales, así como en venta de armamento. Estas estrechas relaciones posibilitarían que, en caso de un ataque o invasión de Estados Unidos a Pyongyang, China y Rusia desplegarían sus estrategias militares, debido a la cercanía con sus fronteras. Según el informe North Korea: U.S. Relations, Nuclear Diplomacy, and Internal Situation, de febrero de 2017 a diciembre de 2018, Corea del Norte lanzó 23 misiles de tipo KN-15, KN-17, Hwasong-12, Hwasong-14, Hwasong-15, Scud, Hwasong-7. Actualmente, cuenta con 700 misiles balísticos diseñados por los soviéticos (Congressional Research Service, 2018). Con lo que respecta al desarrollo nuclear de Corea del Norte, Coats (2018) refiere:

North Korea will be among the most volatile and confrontational WMD threats to the United States over the next year. North Korea’s history of exporting ballistic missile technology to several countries, including Iran and Syria, and its assistance during Syria’s construction of a nuclear reactor —destroyed in 2007— illustrate its willingness to proliferate dangerous technologies. In 2017 North Korea, for the second straight year, conducted a large number of ballistic missile tests, including its first ICBM tests. Pyongyang is committed to developing a long-range, nuclear-armed missile that is capable of posing a direct threat to the United States. It also conducted its sixth and highest yield nuclear test to date. We assess that North Korea has a longstanding BW capability and biotechnology infrastructure that could support a BW program. We also assess that North Korea has a CW program and probably could employ these agents by modifying conventional munitions or with unconventional, targeted methods (p. 8).

Por otra parte, Washington ha utilizado la estrategia de buscar aliados (Japón y Corea del Sur) en la región, a quienes ha suministrado armamento y logística militar, apoyándolos comercial y económicamente. Su injerencia ha estado encaminada a reforzar su posición geopolítica en la región. Recordemos que, durante casi todo el siglo XX, asentó su liderazgo en la región, gracias a sus aliados asiáticos. No obstante, en el siglo XXI, China y Rusia han incrementado sus liderazgos, diluyendo el que detentaba Estados Unidos. Es probable que este país pruebe desatar un conflicto de intervención e invasión militar, en un intento por retomar su liderazgo. Sin embargo, para Delage (2005):

El programa nuclear norcoreano y el ascenso de China explican que Japón comparta muchos de los objetivos políticos y militares de Estados Unidos en Asia. Ello ha provocado la inquietud de China, que cree que el reforzamiento de la cooperación entre Washington y Tokyo compromete sus intereses de seguridad (p. 18).

El programa nuclear de Corea del Norte comenzó a fines de la década de 1950, con acuerdos de cooperación con la Unión Soviética (Congressional Research Service, 2018). En opinión de Berry (2008), después de la guerra del Golfo, en 1991, Estados Unidos y otros países pusieron atención en la producción de armas nucleares de Corea del Norte. A principios de 1992, las tensiones entre las coreas disminuyeron, debido a la Declaración Conjunta sobre la Desnuclearización de la Península Coreana, firmada el 20 de enero de ese año, en la cual acordaron no fabricar, probar, producir, recibir, poseer, almacenar, desplegar y utilizar armas nucleares o, en su caso, no poseer instalaciones de procesamiento nuclear y de enriquecimiento de uranio5.

En cuanto a la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, Washington ha buscado estrategias encaminadas al afianzamiento de las relaciones bilaterales y la creación de acuerdos con Japón, con el fin de que este contribuya a la política de contención hacia China y Corea del Norte. Mientras, las estrategias con Corea del Sur se enrumbaron a involucrarlo en la seguridad regional, buscando el control de la zona, evitar el ascenso de China y sus intenciones de control regional.

Desde las administraciones de George W. Bush, Obama y Trump, se han implementado diversas sanciones contra Pyongyang, prohibiendo a varios países que negocien comercial y financieramente (en materia de mercancías y cualquier tipo de servicios, incluyendo el financiero e inversiones) con Corea del Norte y sus empresas, lo cual contradice el discurso en torno a que el régimen norcoreano promueve el aislamiento. Estas últimas administraciones norteamericanas han buscado imponer todo tipo de sanciones, con el propósito de aislar a ese país asiático. Esta estrategia ha sido utilizada por Estados Unidos, a través de las Naciones Unidas y mediante el Congreso norteamericano, para debilitar a los países antes de ser atacados e invadidos militarmente; sin embargo, Norcorea posee armamento nuclear, lo cual, en una probable invasión o ataque, podría convertirse en una guerra nuclear .

La presión de Estados Unidos para la desnuclearización de Corea del Norte ha estado presente durante décadas. En febrero de 2017, el secretario de Defensa de Estados Unidos James Mattis afirmó, en Corea del Sur, que cualquier ataque contra su país sería derrotado y que el uso de armas nucleares tendría una respuesta eficaz y aplastante. En esa visita, Estados Unidos vendió misiles a Corea del Sur y, en agosto del mismo año, Trump amenazó con desplegar “fuego y furia” contra Corea del Norte. La respuesta de Pyonyang no se hizo esperar, protestó en oposición al despliegue del Sistema de Defensa Terminal del Área de Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés) y los ejercicios militares tanto de Estados Unidos como Corea del Sur en la región, asegurando que agredía la seguridad internacional. Parece que la estrategia que ha seguido Washington contra el país asiático no ha dado los resultados esperados y no ha logrado desestabilizar la península coreana.

Al respecto, Bruce Cumings (2015) publicó un artículo interesante, a propósito de la celebración del 70 aniversario de la liberación de la península coreana de Japón. El estudioso realiza aportaciones y cuestionamientos en torno a lo planteado por algunos ideólogos norteamericanos, que desde hace décadas han venido señalando el colapso de Corea del Norte y su consecuente reunificación con el Sur. Este autor, va más allá, al señalar que la política de Washington no ha funcionado y mucho menos la hipótesis del colapso de ese país asiático, a pesar de todos los esfuerzos por una acción militar que genere dicho declive.

Durante su administración, Obama también habló del colapso de Corea del Norte y aludió a que era el país más aislado y sancionado del mundo, con un régimen autoritario y represivo, incapaz de alimentar a sus ciudadanos. Tras la muerte del líder norcoreano Kim Jong-il, en diciembre de 2011, estas suposiciones se reforzaron al interior de Estados Unidos, argumentando que esa nación se había mantenido gracias al apoyo de China (Cumings, 2015).

En este sentido, la ideología Juche6 de corte nacionalista permite comprender por qué el régimen de Corea del Norte se ha mantenido. La influencia de esta ideología en los ámbitos político, militar, económico y social, más su injerencia en las directrices de la política exterior, se aúna al tema de seguridad nacional y al peligro que encarna una intervención o ataque extranjero (Kim Il-sung, 1975).

2.Relaciones intercoreanas

La política exterior de Corea del Sur en la región se ha venido posicionando estratégicamente, con el objetivo de solucionar el conflicto y reunificar la península, por lo menos durante el siglo XXI. Esta necesidad de Seúl por buscar una paz duradera la refiere Delage (2005):

A principios de 2005, presentó una iniciativa de paz que iba más allá de propuestas anteriores al ofrecer a Pyongyang una generosa ayuda económica a su sector energético si reanudaba su participación en las conversaciones a seis bandas sobre la crisis nuclear. También le ofreció el proyecto de convertir la zona industrial de Gaesung —en la que cooperan Pyongyang y varios chaebols (grandes conglomerados empresariales) surcoreanos— en un nuevo centro industrial y de distribución del noreste asiático. En esta misma dirección, el presupuesto surcoreano de 2005 aumentó notablemente la ayuda al desarrollo del norte (p. 19).

En septiembre del 2004 y noviembre del 2005, se celebraron, respectivamente, la cuarta y quinta ronda de conversaciones entre las Coreas; sin embargo, en el 2004, no hubo avances significativos en el diálogo diplomático a seis bandas sobre el programa nuclear de Corea del Norte. Para el 2005, las relaciones intercoreanas avanzaron. En mayo, se retomaron las conversaciones en el nivel de viceministros, con las que llegaron al acuerdo de paliar la escasez de alimentos y la entrada de barcos de Corea del Norte al puerto del Sur, hecho que no se suscitaba desde 1984. Con ello, en junio del mismo año, se abrió la 15.ª ronda de conversaciones en el nivel de ministros. Se alcanzaron acuerdos en julio, principalmente en lo concerniente al desarrollo de una zona industrial conjunta en Kaesong (Corea del Norte), que en septiembre empezó a recibir servicio de autobuses para desplazar personas provenientes del Sur, y en octubre se instaló la oficina conjunta de cooperación económica. En julio, uno de los temas discutidos fue el de desmantelar dispositivos de propaganda en la zona desmilitarizada para rebajar las tensiones. Asimismo, se acordó abrir conexiones férreas y carretera, unir el cableado de fibra óptica para restaurar la conexión telefónica privada (González, 2005).

En agosto de 2005, se celebró el 60 aniversario de la liberación de la dominación japonesa. Este hecho produjo la visita, por vez primera, de los líderes norcoreanos al parlamento surcoreano. También 300 surcoreanos visitaron la capital norcoreana y, para noviembre del mismo año, algunas familias separadas se reunieron. Ambas Coreas decidieron participar conjuntamente en los Juegos Asiáticos de Doha en el 2006 y en los Juegos Olímpicos de Beijing en el 2008 (González, 2005). Para enero de 2018, las Coreas utilizaron la diplomacia cultural acertadamente y desfilaron juntas bajo una misma bandera, en la olimpiada de invierno realizada en Corea del Sur. Lo anterior sirvió para disminuir las tensiones. En este contexto, definimos diplomacia cultural como las relaciones de política exterior cimentadas en intercambios culturales, deportivos, académicos, científicos o de otro orden, que buscan distender tensiones, acercar naciones o construir relaciones o puentes de amistad y cooperación donde no existían.

Lo hasta aquí expuesto, puede explicarse por la necesidad de las Coreas de construir un acuerdo de paz que desplace al armisticio y así finiquitar la guerra, hostilidades y tensiones entre ellas (1953) y, con ello, sentar las bases para una verdadera reunificación. En opinión de Delage (2005), si Corea del Sur logra la reunificación, desaparecería la principal amenaza a su seguridad y, por otro lado, finiquitaría la subordinación con Estados Unidos.

A pesar de la confrontación verbal entre Donald Trump y Kim Jong-un (presidente de Corea del Norte), el 27 de abril de 2018, el líder norcoreano y Moon Jae-in (presidente de Corea del Sur) signaron la “Declaración de Panmunjom para la Paz, la Prosperidad y la Unificación de la Península Coreana” en la Casa de la Paz en Corea del Sur, lugar donde en 1953 se firmó el armisticio. Como parte del acto, ambos mandatarios plantaron un árbol, regándolo con agua de los ríos de las Coreas, que, junto con la develación de la placa con el epígrafe “estamos plantando paz y prosperidad”, simboliza la reconciliación entre ambas naciones.

Sin embargo, en los documentos firmados no se especificaron los mecanismos y plazos para el proceso de desnuclearización; y, de la misma manera que en la cumbre intercoreana de 1950, se excluyó a Japón. No obstante, el tema de las familias separadas fue prioritario; como en otras cumbres, también se incorporaron las conversaciones multilaterales con Estados Unidos y China, con el objetivo de convertir el armisticio en un tratado de paz. Otros puntos relevantes del acuerdo fueron: a) fin a la guerra y a las tensiones por cielo, mar y tierra en la península coreana; b) reducir los arsenales militares y la desnuclearización; c) incrementar las relaciones intercoreanas en distintos ámbitos; d) con apoyo de la Cruz Roja intercoreana, reanudar el encuentro entre las familias separadas desde finales de la guerra en 1965; e) abonar en la firma de un tratado de paz por parte de ambas Coreas y los países que signaron el armisticio en 1953: China y Estados Unidos; f) retomar la cooperación económica suspendida en el 2016 por las pruebas nucleares de Corea del Norte; g) abonar en las relaciones bilaterales para unir a las Coreas; h) integrar la declaración signada el 4 de octubre de 2007, en cuanto al crecimiento y a la prosperidad económica; i) transformar la zona desmilitarizada en un espacio de paz.

Lo anterior fue parte de los preparativos para la reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un en Singapur. Previas al encuentro, las hostilidades mediáticas de Trump hacia el líder norcoreano continuaron, incluso, el 24 de mayo de 2018 declaró cancelada la reunión, a pesar de que Kim Jong-un realizó la demolición de una de sus bases nucleares (Punggye-ri) ante una delegación de periodistas extranjeros. Un día después, Trump hizo pública la posibilidad de celebrar el encuentro. En este contexto, China realizó un simulacro militar que encendió las alarmas en el pacífico, ya que este país concibe a Taiwán como una provincia con fines separatistas.

En marzo de 2018, antes de los encuentros intercoreanas, se reunieron Xi Jinping (presidente de China) y Kim Jong-un. El 7 y 8 de mayo de 2018, se congregaron por segunda vez en la ciudad de Dalián. Ambos encuentros centraron su atención en la desnuclearización de la península coreana, definiendo la participación relevante de China. Por su parte, el Gobierno chino mencionó la posibilidad de eliminar las sanciones a Corea del Norte.

El 12 de junio de 2018, Trump y Kim Jong-un se reunieron en el Hotel Capella, ubicado en la Isla Sentosa de Singapur, hecho histórico que ha marcado la geopolítica en la península coreana y que representó la primera reunión entre Estados Unidos y Corea del Norte, después del fin de la guerra entre las Coreas (1950-1953). El equipo que acompañó al presidente norteamericano se conformó por Mike Pompeo, secretario de Estado, y John Bolton, asesor de seguridad nacional. Los temas prioritarios abordados fueron: a) la desnuclearización completa de la península, con el objetivo de construir un régimen de paz duradera y estable; b) la repatriación de los cadáveres de norteamericanos fallecidos en la guerra de Corea de 1953, así como sustituir el armisticio firmado en ese mismo año y signar un tratado de paz, en el cual participarían China y Corea del Sur.

El líder norcoreano planteó que Estados Unidos debería cesar los ejercicios militares con Corea del Norte; no obstante, esta petición no aparece en la declaración que firmaron ambos mandatarios. Como respuesta a la solicitud, Trump mencionó que deseaba suspender las operaciones militares de Estados Unidos contra Corea del Norte, por el alto costo que representa para su nación. Sin embargo, en octubre de 2018, comenzaron nuevamente los operativos militares (Vigilant Ice) entre Corea del Sur y Estados Unidos.

No obstante, dicha medida estadounidense es inverosímil, porque, con el pretexto de la desnuclearización de Corea del Norte, pretende incidir en la región asiática mediante Corea del Sur, Japón, Hong Kong y Taiwán, con el objetivo de frenar la expansión de China en todos los ámbitos e intentar posicionar el liderazgo perdido en la región asiática. El fin último de Estados Unidos es continuar posicionándose en el nivel mundial, a través de la OTAN en Europa del Este, para cercar a Rusia. Con el apoyo de otras naciones, busca tener mayor presencia en Medio Oriente; por ejemplo, en el norte de Siria tiene bases militares y, últimamente, Italia incursionó en esa región.

Posterior a la reunión en Singapur, el secretario de Estado norteamericano y un alto funcionario coreano, a partir del 18 de junio de 2018, han dado seguimiento a lo acordado; asimismo, enfatizaron que verificarían que las sanciones económicas y diplomáticas a Corea del Norte se cumplan.

Conclusiones

La península coreana ha sido un espacio geoestratégico y geopolítico utilizado históricamente por Estados Unidos, Rusia y China, con el fin de tener incidencia y poder en la región asiática, lo cual se mantiene en la actualidad. Esta presencia tiene serias implicaciones en la seguridad internacional, en tanto un ataque o intervención militar de Estados Unidos activaría a las otras dos potencias: China y Rusia.

Un elemento nodal en la región de Asia es el factor China, es decir, su crecimiento económico, su modernización militar y su activismo en materia diplomática. La suma de estos componentes está transformando el orden regional y provocando incertidumbre tanto en Washington como en los países vecinos (Delage, 2005), sobre todo en aquellos que mantienen relaciones estrechas con Estados Unidos.

No obstante, el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2017 ha traído cambios significativos en la política doméstica y exterior, provocando una nueva reconfiguración del orden mundial. Su campaña7 estuvo marcada por declaraciones en contra de la globalización y por discursos tanto nacionalistas como proteccionistas. La administración de Donald Trump pretende limitar el papel de China en la región, por medio de una guerra comercial; busca limitar a Corea del Norte con sanciones económicas impuestas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que afecta a ciudadanos norcoreanos; asimismo, exige la desnuclearización de la península coreana. Lo anterior, forma parte de la estrategia geopolítica de Estados Unidos en la región asiática. Desde la perspectiva de Ýves Lacoste (2009), la geopolítica designa en la práctica todo lo relacionado con las rivalidades por el poder o la influencia sobre determinados territorios y sus poblaciones.

Un conflicto en la península coreana involucraría a China, Rusia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, como en la guerra de las Coreas (1950-1953). Estados Unidos se vería imposibilitado para mantener una guerra de larga duración, por el empantanamiento en Oriente Medio. En este sentido, la postura de Trump obedece, principalmente, al intento de “demostrar” que su país es la “hiperpotencia” y que, en asuntos de política exterior, su Gobierno actúa diferente a otras administraciones. La anterior estrategia tenía dos objetivos: a) que el partido republicano ganara las elecciones de noviembre de 2018, sin embargo, solamente ganó la Cámara de Senadores, mientras que los demócratas obtuvieron mayoría en la Cámara de Representantes; b) sentar las bases para la reelección de Trump en el 2020. El anterior resultado condiciona la posible reelección de Trump y la continuidad de su agenda, incluyendo las controvertidas reformas e iniciativas, lo que es probable incremente los exabruptos de su diplomacia tuitera.

El problema del Gobierno de Trump, al igual que el de sus predecesores, es que no puede seguir sin poner encima de la mesa el hecho de que Corea del Norte depende económicamente de China. Sin Pekín o con un Pekín reticente, Pyongyang duraría muy poco. Pero a China le viene bien que Corea del Norte actúe como un Estado-tapón frente a Japón y a Corea del Sur, dos potencias aliadas de Estados Unidos (Márquez, 2017).

Es claro que Estados Unidos no puede empezar una guerra de gran alcance en la península coreana; podrá atacar algunos objetivos de Corea del Norte, pero no sostener una guerra prolongada por el conflicto en Irak, Afganistán y Siria.

Sin embargo, no deja de estar presente una probable guerra, alentando un riesgo global que aumenta en cada momento por las acciones internas y externas de las potencias, así como por la reconfiguración geopolítica actual.

Otro escenario es que que Corea del Sur abone el proceso de pacificación en la península, porque, en caso de un ataque de Estados Unidos, sería, junto con Japón, uno de los más afectados. Lo anterior puesto que si sucediese un ataque naval o terrestre, Washington enviaría al primer frente a soldados de Corea del Sur. Al mismo tiempo, Pyongyang atacaría a Japón y a Corea del Sur. El único beneficiado de esa confrontación sería Estados Unidos, si obtuviese el gane.

Referencias

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1 Doctor. Catedrático de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP/México). Correo electrónico: telloctavio2018@yahoo.com

2 Doctora. Catedrática de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP/México). Correo electrónico: tportadorgarcia@yahoo.com

3 En julio de 2015, Estados Unidos, Alemania, China, Rusia, Francia, Reino Unido e Irán pactaron el Acuerdo Nuclear de Irán que pretendía dar fin a 13 años de controversias sobre el programa nuclear iraní, además de finiquitar las sanciones en materia financiera y energética.

4 Recuperamos la definición de sociedad global de Solórzano (2016), quien la concibe como un ente heterogéneo que busca, en todos los ámbitos y niveles, proponer iniciativas y acciones para enfrentar y resolver problemas tanto domésticos como mundiales, a través de múltiples mecanismos y estrategias de lucha.

5 El acuerdo requirió el establecimiento de una Comisión de Control Nuclear Conjunta Sur-Norte y la inspección de las instalaciones sospechosas.

6 El padre de esta ideología fue Kim Il-sung, abuelo del actual líder norcoreano.

7 Las elecciones presidenciales se realizaron el 8 de noviembre de 2016. Trump se posiciona como el presidente número 45 de Estados Unidos.


(Fecha de recepción: 23 de agosto 2018 y aprobado para publicación el 20 de setiembre de 2018)

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