letras
Revista de Teología
Revista de Estudios Sociorreligiosos

Volumen 14, Número 1, 2021
ISSN 2215-227X • EISSN: 2215-2482
Doi: https://doi.org/10.15359/siwo.14-1.5
Recibido: 5/10/2020 • Aprobado: 28/3/2021
URL: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/siwo
Licencia (CC BY-NC 4.0)

Reflexiones ético-metodológicas de la investigación sobre disidencia sexual y de género en un contexto universitario1

Ethical-methodological reflections of the research on sexual and gender dissidence in a university context

Reflexões ético-metodológicas da investigação sobre dissidência sexual e de gênero em um contexto universitário

María del Carmen Acuña Rodríguez2

Universidad de Costa Rica


RESUMEN

El artículo aborda cuestiones metodológicas y éticas para la investigación acerca de la diversidad sexual y de género, a partir de reflexiones construidas por la autora como producto de los procesos investigativos que ha desarrollado en la materia (teniendo como contexto de estudio la Universidad de Costa Rica). Desde una perspectiva intercultural, se plantean rupturas o resignificaciones en las formas de investigar. Las reflexiones giran en torno a: el tipo de estudio, las personas participantes en la investigación (estudiantes, docentes y administrativas, que se autoidentifican como personas LGBTIQ+), los diálogos como estrategia metodológica, el uso de metáforas para reflejar las realidades y, por la vivencia de los procesos investigativos. Este último en cuanto a la postura personal de la investigadora, las etapas de desarrollo de los estudios y la emocionalidad presente en ellos. Finalmente, se lanza una invitación a repensar las prácticas tradicionales de hacer ciencia.

Palabras clave: Diversidad sexual y de género, interculturalidad, investigación cualitativa, educación superior, Universidad de Costa Rica.

ABSTRACT

The paper addresses methodological and ethical issues for research about sexual and gender diversity, based on reflections built by the author as a result of the studies developed in that subject (having the University of Costa Rica as the studies’ context). From an intercultural perspective, ruptures and resignifications for the forms of doing research are proposed. There are shared several reflections concerning: the type of study, the research’s participants (students, teachers and administrative staff, who self-identify as LGBTIQ+), the dialogue as a methodological strategy, the use of metaphors to reflect realities, and the researcher’s experience among the investigative processes. The last aspect in terms of the researcher’s personal position of the, the development stages of the studies, and the emotions involved. Finally, an invitation is given to rethink the traditional practices of generating science.

Keywords: Sexual and gender diversity, interculturality, qualitative research, higher education, Universidad de Costa Rica.

RESUMO

O artigo aborda questões metodológicas e éticas para a investigação sobre a diversidade sexual e de gênero, a partir de reflexões construídas pela autora como produto dos processos investigativos que tem desenvolvido na matéria (tendo como contexto de estudo a Universidade de Costa Rica). A partir de uma perspectiva intercultural, se propõem rupturas ou ressignificações nas formas de investigar. As reflexões giram ao redor de: o tipo de estudo, as pessoas participantes na investigação (estudantes, professoras e administrativas, que se auto identificam como pessoas LGBTIQ+), os diálogos como estratégia metodológica, o uso de metáforas para refletir as realidades e, pela vivência dos processos investigativos. Este último em termos da postura pessoal da investigadora, as etapas de desenvolvimento dos estudos e a emocionalidade presente neles. Finalmente, um convite é lançado para repensar as práticas tradicionais de fazer ciência.

Palavras-chave: Diversidade sexual e de gênero, interculturalidade, investigação qualitativa, educação superior, Universidad de Costa Rica.

Introducción

«Caminante, son tus huellas el camino y nada más;
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino sino estelas en la mar»

Antonio Machado


En este artículo, comparto reflexiones que he construido gracias al desarrollo de investigaciones acerca de la diversidad sexual y de género, teniendo como contexto (o ámbito de estudio) la educación superior, específicamente la Universidad de Costa Rica (UCR). Con las ideas que traigo aquí, el fin ulterior es contribuir con la transformación de prácticas académicas-investigativas (al menos respecto a cómo se realizan los estudios en Costa Rica); como parte de ello, pretendo también ayudar a quebrar paradigmas. Por lo tanto, las reflexiones constituyen rupturas o resignificaciones de algunas formas tradicionales de hacer ciencia.

Las investigaciones las he desarrollado siguiendo los planteamientos de la interculturalidad, como camino y marco orientador, el cual es ético-filosófico-político-metodológico. Desde la perspectiva intercultural, se propone abocarnos hacia la creación de nuevas herramientas metodológicas y nuevos posicionamientos políticos cuando hacemos investigación. Ello pasa, por supuesto, por orientarse bajo posturas éticas y tener el respaldo de corpus filosóficos. La producción de nuevas metodologías –investigativas, en este caso– es una tarea que implica también transformar interculturalmente el mundo académico-universitario. Eso es lo que he intentado generar con mi trabajo (es decir, con mi hacer investigación), pese a las resistencias que he encontrado en la misma universidad3.

Por tanto, vengo a compartir un fragmento de los caminos que he recorrido en ese sentido: a presentar mi experiencia, a modo de propuestas que apuntan hacia la transformación intercultural de la actividad académica en general. Comparto, entonces, algunas de mis reflexiones en torno a varios elementos de las investigaciones: el enfoque cualitativo, los estudios descriptivos, el uso de metáforas, la estrategia metodológica de los diálogos, las personas participantes en la investigación (estudiantes, docentes y personal administrativo que se autoidentifican como personas LGBTIQ+), el desarrollo del proceso investigativo y mi propia vivencia como investigadora en los estudios que he realizado.

Para explicar cómo han sido las investigaciones (en lo que refiere a las sendas ético-metodológicas y políticas escogidas por mí), la respuesta es bien simple: encontrándome con las personas, pues ellas son a quienes me debo y por quienes lucho. Esto pues, escuchar es simple, pero requiere tener apertura hacia les otres4. Ahora bien, esa respuesta posee ciertos fundamentos que es necesario explicitar.

1.Punto de partida: Posicionamientos filosófico-políticos

En primer lugar, me permito realizar ciertas aclaraciones-enunciados desde las posturas que he construido y asumido.

En cuanto a la forma de escritura, opto por hablar/redactar en primera persona por el posicionamiento reivindicativo que realizo para la investigación, que explicaré más adelante. Además, en la mayoría del texto uso tiempos verbales en presente, pues aunque hay estudios que he concluido, las colocaciones que tengo como investigadora siguen en curso y las continúo implementando en mis pesquisas, tanta la actual como las futuras. Además, opto por recurrir a un lenguaje relativamente sencillo, que pueda ser comprendido por varios públicos y no solamente una audiencia académica.

Unido a ello, en los textos escritos, para referirme a las personas (mediante artículos, sustantivos y adjetivos), uso5 palabras con género neutral. En un inicio, utilizaba la letra “x” pues sirve como una función, tal como se aplica en las matemáticas: la “x” es un símbolo (una variable), que puede tomar cualquier valor (un número, en ese caso). En el ámbito subjetivo de la sexualidad humana, puede referirse a (o “tomar el valor de”) cualquier identidad de género; por ende, representa múltiples escogencias de género: femenino, masculino, ambos, ninguno.

Sin embargo, con los avances y reivindicaciones recientes que han sido adoptados por parte de la población LGBTIQ+, actualmente empleamos la vocal “e” como una opción de género que no es masculina ni femenina, sino neutro. Simboliza la fluidez y la flexibilidad que, precisamente, caracterizan la diversidad de género. Aclaro que cuando escriba alguna frase en masculino y entre comillas, es para referirme a las posturas patriarcales dominantes.

Lo anterior, además, porque llegó a mi atención que los programas lectores de texto por computadora, que son utilizados por personas ciegas o con baja visión, no reconocen las palabras escritas con ‘x’ como género y, por ende, no logran leerlas. Ello dificulta la comprensión y lectura de las obras, resultando así en una exclusión de otra población importante que merece ser incluida. Para evitar esto, ahora se ha sustituido la ‘x’ por la ‘e’. De tal manera, se logra una doble inclusión, en tanto se contemplan dos tipos de poblaciones.

En torno a los fundamentos o referentes para las investigaciones, los principales corpus teóricos que me han guiado son la interculturalidad (la filosofía intercultural) y los desarrollos en torno a la diversidad sexual y de género. Ambos son ‘asuntos’ que pareciera no están relacionados, en especial porque la segunda ha sido pensada principalmente desde el feminismo y la teoría queer. Es decir, podría parecer una mezcla extraña de “marcos teóricos” sin relación aparente; sin embargo, si se contempla el contexto global del tema en estudio (la diversidad sexual y de género), su vínculo cobra sentido. Los puntos de unión atraviesan ambas materias.

Ahora bien, trabajo la diversidad sexual y de género desde la perspectiva de las disidencias sexuales y de género (en adelante, DSG). Esto es: para referirse a este tema, la denominación utilizada más comúnmente es ‘diversidad sexual’; a los individuos se nos refiere como ‘personas sexualmente diversas’ o bien, recurriendo a las siglas LGBTIQ+, que significan lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex, queer y otras (el símbolo más representa todas las demás identidades que no son cobijadas por dichas siglas). Sin embargo, me enmarco en la idea de la ‘disidencia’ sexo-genérica, siguiendo el posicionamiento de que la diversidad sexual y de género incluye también a las personas heterosexuales; en cambio, la disidencia refiere a aquellos cuerpos y subjetividades que rompen con las normas socialmente impuestas en materia de sexualidad (el modelo cisgénero-heterosexual normativo)6. Dicha ruptura, la disidencia, pasa por una asunción de la identidad que se encarna. Esta, a su vez, conlleva una reclamación y un posicionamiento, de ahí su carácter reivindicativo y político. Así, la disidencia sexual y de género reivindica, entre otros, el derecho a la diferencia7.

Por su parte, en la interculturalidad existen elementos que permiten analizar la DSG desde diferentes miradas, ya que es un tema transversal, interseccional y transdisciplinar. Como persona sexualmente disidente, que la vivo en carne propia, descubrí que la conexión entre las propuestas intercultural y de la DSG era evidente y estaba esperando para ser escrita y descrita.

La interculturalidad nos permite mirar, con una perspectiva crítica, hacia nuestras culturas y hacia quienes socialmente hemos sido ubicades en el lugar de “los otros”, es decir, los individuos y grupos que no están en los lugares hegemónicos. Pues bien, existimos personas que ocupamos ese lugar de “los otros”, por causa de una sexualidad que quiebra con la norma hegemónica (la heterosexualidad y la cisgeneridad). Dentro de la riqueza plural que existe en Abya Yala se encuentra también la diversidad sexual y de género. La sexualidad es una de las áreas de la vida humana para la cual existen múltiples disposiciones y mandatos en las culturas. Se han realizado esfuerzos por rescatar la pluralidad de nuestros pueblos (lo cual es de suma importancia), pero dentro de las configuraciones culturales de cada grupo, no necesariamente se ha estudiado la disidencia sexual y de género desde sus cosmovisiones.

A la luz de estos posicionamientos, paso a referirme a las investigaciones.

2.Escogencias primordiales: La investigación cualitativa, los estudios descriptivos y las metáforas

Recurro al enfoque cualitativo de investigación, pues mi trabajo está direccionado hacia fenómenos sociales y, principalmente, hacia las personas. Para mí lo importante son las personas, las realidades de su contexto y sus vivencias. Todo ello requiere una sensibilidad donde lo cualitativo es la perspectiva que se aproxima mejor a las experiencias humanas. La investigación cualitativa “no busca la generalización sino que es ideográfica, se caracteriza por estudiar a profundidad una situación concreta […] no busca la causalidad o la explicación sino la comprensión [cursiva agregada]”8; precisamente, lo que he querido es comprender. Y, si algo caracteriza todo esto, es la subjetividad.

Así, lo cualitativo se aproxima a hechos humanos ‒es decir, a realidades‒ tal cual están en su ambiente natural9; eso es lo que hago con mi trabajo. Teniendo como marco un espacio educativo, en el nivel de educación superior, me acerco a una realidad en su contexto para comprenderla. En ese sentido, me refiero a los fenómenos humanos como realidades ‒en plural‒ partiendo de la perspectiva de que no existe una única realidad, sino múltiples, y que ellas dependen de cada contexto. Además, porque una misma situación no es igual siempre, sino que es mutable: “la realidad es holística, intangible, dinámica, en constante cambio, nunca es estática”10. Y, porque aproximarse a los fenómenos sociales debe conducir a ejercicios de pensamiento que respondan a las contradicciones de un mundo que está construyéndose11. En el contexto de investigativo, la UCR es un universo que contiene la contradicción, dado que hay ‘fuerzas’ (visiones de mundo) antagónicas dentro en su interior y que ella misma, como institución, ejerce prácticas contradictorias.

Partiendo de estas ideas, algunas características del enfoque cualitativo son las siguientes12:

Se funda en la “descripción contextual de un hecho, una situación”13

Considera muchísimo la realidad social

Enfatiza en la relevancia del fenómeno (social o individual) que estudia

Las metodologías en que se apoya principalmente son “la observación participante, el estudio de casos y la investigación-acción”14

Prima la subjetividad y la perspectiva “desde adentro”.

Mis investigaciones están caracterizadas, entonces, por lo subjetivo, iniciando por su génesis en mí y atravesando todo lo que se evidenciará a lo largo de estas páginas, fruto del estudio de personas LGBTIQ+ y con estas dentro de la UCR. Para ello, apuesto por un ejercicio de ‘coraje intelectual’: “dizer aquilo que é, ainda que o que se diga não deixe de incomodar15. Porque –de hecho– mucho de lo que escribo aquí, va a incomodar; pero se trata de un incomodar, no en el sentido de molestar, sino para generar reflexiones que conduzcan a cambios en las maneras de investigar, para transformar visiones y espacios, y para, poco a poco, ir creando una mejor universidad.

Dentro de lo cualitativo, realizo estudios de tipo descriptivo, pues la intención es describir situaciones dadas, que acontecen en la universidad. Las investigaciones pueden ser descriptivas cuando “lo que se pretende es identificar y describir los distintos factores que ejercen influencia en el fenómeno estudiado”16. Lo que expongo es justamente una multiplicidad de elementos que convergen en un ‘fenómeno’, o sea, “diversos aspectos, dimensiones o componentes del fenómeno a investigar”17. Quiero aclarar que los ‘datos’ descriptivos son “las propias palabras de las personas”, sean estas habladas o escritas18; es decir, los discursos (sobre lo cual me referiré más adelante).

Quiero llamar la atención acerca del valor de lo descriptivo, es decir, lo que significa e implica que una investigación sea un estudio descriptivo. Antes de desarrollar estos trabajos, no había comprendido verdaderamente el ‘describir’, hasta que llegué a la investigación sobre DSG y lo viví. Previamente lo entendía, sí; pero lograr la comprensión, es más profundo. Dice el diccionario que describir significa “representar o detallar el aspecto de alguien o algo por medio del lenguaje”19. Eso es justo lo que he realizado: detallar mediante el lenguaje, que es escrito (materializado en la producción académica) y oral (cuando presento, de manera formal o informal, los hallazgos de las investigaciones).

Para mí, en el proceso investigativo, describir es narrar, contar historias de lo que se vive, relatar nuestra historia; porque cuando sucede alguna cosa con una persona LGBTIQ+, es como si le sucediera a cualquiera de nosotres, tal como dice una consigna feminista “si nos tocan a una, nos tocan a todas”. Describir ha tomado un nuevo significado para mí: ya no como la ‘cientista’ que escribe un trabajo académico sobre la investigación que realizó, sino como la persona que cuenta con el corazón las realidades que viven otras, con las cuales se comparte una ‘marca’ social; también, como la activista que usa las letras para hablar de su gente y por su gente. Como es de esperarse, realizo investigación no experimental, pues me aproximo a situaciones tal cual se dan en su contexto natural, que ya existen y que no han sido provocadas por quien investiga20. Realidades, además, a las cuales pertenezco y conozco de cerca porque estoy también en medio de ellas.

Un elemento fundamental en todo el proceso investigativo son las metáforas, que nos ayudan a comprender la globalidad de la sociedad21; no obstante, han sido desconsideradas por la ciencia. Una metáfora es una idea transformada en imagen (en una figura) que posibilita la (mayor) comprensión de un asunto. Funcionan así porque la idea-imagen está presente en un grupo social22. Dice un refrán popular: “una imagen vale más que mil palabras”. En ocasiones, ciertamente es más fácil entender algún asunto con una metáfora, pues expresa mejor la idea, o bien, permite completarla. La metáfora se contenta con describir y “auxilia a compreensão sem, por isso, pretender à explicação”23. Además, nos coloca ante la insuficiencia de la palabra, en tanto (de)muestra que el lenguaje falla, ya que es limitado.

Recurro a ellas porque permiten una comprensión ampliada y figurativa de las ideas, en tanto posibilitan expresar mejor lo que queremos decir, empleando imágenes: “é possível que a metáfora seja a mais capacitada para perceber o aspecto matizado de um mundo marginal cujos desdobramentos ainda são imprevisíveis24. También, porque usar metáforas es apelar a la subjetividad, que –como hemos visto– constituye el centro de mi trabajo. Además, opto por utilizar a metáforas para quebrar, intencionalmente, la rigidez de lo científico-académico, trayendo todo lo sensible a él. La metáfora es, entonces, una forma de escritura, decisión que he tomado para los textos que (d)escribo. Evidentemente, aplican, de igual manera, en espacios orales (sea formales-institucionales o no); es decir, no deben restringirse a lo escrito, sino que pueden utilizarse en cualquier contexto.

Por ello, he desarrollado e inscrito las investigaciones construyéndolas en torno a una metáfora específica para el tema de la DSG: el arco iris. Este es, al mismo tiempo, un símbolo y una bandera, pues representa a un grupo (la población LGBTIQ+) y nuestra lucha. De hecho, formalmente, en dos proyectos de investigación he utilizado como título “En la ruta del arco iris”, agregándole un subtítulo según la particularidad de cada estudio, para reflejar también cuál asunto específico aborda25. La otra figura metafórica central es la “burbuja UCR” para hacer referencia al contexto de los estudios (idea que, inclusive, es usada en el mundo universitario).

Otra manera de integrar las metáforas es en la estructura misma de los textos finales de las investigaciones. Por ejemplo: el texto académico de la primera investigación está compuesto por seis capítulos, que corresponden a las franjas de la bandera actual de la DSG (ver Figura 1). Asimismo, cada capítulo parte de una metáfora que habla de los asuntos que discuto en él y por ellos; y, en su interior, contiene también otras ideas metafóricas en los epígrafes, con la forma de canciones o poesías iberoamericanas. Metáforas todas que ayudan a mirar las realidades que comparto.

Figura 1. Los seis capítulos que conforman la estructura metafórica del texto final de la investigación “En la ruta del arco iris: Vivencias de personas LGBTI de la Universidad de Costa Rica dentro del mundo universitario”,
realizada en 2015-2016

1.Entender en la ruta: la investigación, su génesis y contextos

2.Caminos recorridos: el proceso de aproximación al arco iris

3.Bajo el límpido azul de tu cielo: elementos culturales que enmarcan las vivencias

4.Cuando el cielo se pone gris: Discriminación y LGBTIfobia en la UCR

5.Cuando es bueno estar en la burbuja: La universidad como espacio de protección

6.Para que el arco iris se llene de color: Reflexiones generales sobre la universidad que queremos

Nota: Elaboración propia.

Para adentrarme en las realidades que me interesan y en esas metáforas, la estrategia metodológica que he encontrado más pertinente es el estudio de caso, el cual constituye un análisis exhaustivo, comprensivo y a profundidad de un caso seleccionado26; recordando que el caso puede ser una persona, un grupo, una institución o un país, entre otros. Esta estrategia ayuda a comprender “dinámicas presentes en contextos singulares”27, y permite obtener un amplio entendimiento acerca de un problema de investigación28. Ahora bien, trabajo con la perspectiva de conocer más profundamente la realidad que vive mi gente, a través de lo que las personas participantes pueden decir y, junto a ellas, reflexionar sobre nuestra universidad. Por tanto, ese ha sido mi interés: obtener -o más bien- ampliar lo que se sabe sobre nuestro contexto, para llegar a una comprensión reflexiva.

Respecto a esa comprensión reflexiva, es importante decir que el asombro estuvo presente. Ello es también una postura que debemos tener en los procesos de investigación: “estarmos sempre preparados para nos deixarmos surpreender pela realidade29. En ciertos momentos, las realidades que he ido encontrando me han tomado por sorpresa, especialmente cuando se trata de cuestiones negativas que ocurren en la universidad. Y ello, pese a que soy una persona que conoce bastante la universidad, pues he tenido un vínculo de casi 20 años con ella; primero, como estudiante y luego como profesora y funcionaria administrativa (es decir, he pasado por los tres lugares de la comunidad universitaria).

Me topé con el asombro, porque fui más optimista que la realidad con la que me topé. Optimismo que, tal vez, se debe al privilegio que tengo, inclusive considerando la marginalidad a la cual pertenezco. Con marginalidad, me refiero a que en mí se conjugan varias ‘condiciones’ que me colocan en desventaja: mujer (y feminista), en un mundo dominado por machos; pansexual/bisexual, siendo que la heterosexualidad es la norma; interina, considerando las implicaciones que laboralmente tiene estar en condición de interinato30. Con privilegio, me refiero a que en los lugares de la universidad donde he pasado, siempre he tenido la posibilidad de estar: asumir mi identidad transgresora fuera del clóset; ‘enseñar’ a mis estudiantes sobre género y diversidad sexual31; investigar sobre la DSG (aunque haya sido siempre ad honorem). Y, al igual que otres docentes en quienes se configuran también condiciones de privilegio y de marginalidad, con mi investigación pongo de manifiesto malestares y satisfacciones que observamos y vivimos en la UCR.

Ahora bien, así como yo me he topado con realidades que me provocan asombro, también las personas dentro de la universidad pueden no percibir las situaciones que viven (con particular énfasis en las distintas formas de violencia). Considerando esto, la perspectiva que tenía sobre la situación LGBTIQ+ en la UCR estaba influenciada por ese lugar de privilegio. Dicho privilegio nos habla de la universidad misma; inclusive, la mayoría de personas con quienes conversé durante este proceso comparten, en una u otra medida, ese lugar de privilegio.

Pero entonces, con esa intención de sumergirme en el mundo universitario para saber cómo está el panorama para nosotres en la institución, elegí como herramienta el estudio de caso. Como mencioné, mi interés es acercarme a una comprensión profunda del ‘caso’. De hecho, en el ámbito educativo, es una de las principales formas de investigación32; yo agregaría que lo es en las ciencias sociales de modo general. Se dice que, como metodología de investigación, su finalidad es verificar o generar teoría33 y que, como estrategia investigativa, hace énfasis tanto en la construcción de teorías, como en la inclusión o revisión de teorías existentes34. Todo lo cual podría significar que busca contribuir con el acervo teórico, el conocimiento científico. Sin embargo, mi pretensión no es crear o revisar teorías, sino exponer realidades (aunque evidentemente reviso teoría e investigaciones relacionadas con el tema para sustentarme, cuando realizo el estado del arte). Mi interés es llegar a mejores comprensiones del contexto que estudio (mi contexto) y, en ese sentido, “reemplazar el conocimiento por la comprensión”35 Porque –como activista– mi posicionamiento es político y, por ende, mi investigación es (también) militancia; el activismo, cuando se desarrolla desde un lugar reflexivo, produce conocimiento a partir de la praxis.

Todas las anteriores consideraciones no serían posibles sin las personas participantes de los estudios (reales y potenciales), quienes de una u otra manera se involucraron en las investigaciones. Me refiero a todas aquellas personas, sexual o genéricamente disidentes, que pertenecen a la comunidad universitaria y viven en directo situaciones relacionadas con su sexualidad dentro de la UCR, sea desde el reconocimiento y la afirmación o, por el contrario, experiencias de discriminación. Dedico el siguiente título a ellas, pues merecen un espacio exclusivo para sí.

3.Las personas LGBTIQ+ de la UCR: Mis “sujetos” de investigación

Sobre las personas que han participado como “sujetos de investigación” necesito apuntar algunas cuestiones (¿consideraciones?). Por eso, quise dedicar un título específico a ellas, dado que merecen un lugar central (y lo tienen en mis trabajos), pero en la universidad no necesariamente ese lugar ha existido; entonces, decidí abrir un espacio para nosotres. También, porque dedico mis esfuerzos en materia de DSG (dentro de la UCR) a estas personas.

En el título de este apartado, coloqué el adjetivo “mis”, pues me apropio de las personas participantes de las investigaciones, en tanto las hago mías. Empero, mías no desde una visión de propiedad (es decir, no en el sentido de que las tomo para mí, ni de que me adueño de ellas), sino desde una visión de pertenencia (en el sentido de que somos de les mismes). Porque yo (también) soy una ‘persona LGBTIQ+ de la UCR’.

Unido a esto, ¿por qué coloco la palabra “sujetos” entre comillas? Por lo general, en los procesos investigativos a las personas que participan en los estudios formalmente se les llama ‘sujetos de investigación’. Desde los paradigmas científicos más tradicionales, que son los que se acostumbra seguir en Costa Rica36, entre los sujetos y el investigador (todo escrito en masculino intencionalmente) la relación que se establece es distante, fría, de lejanía entre quien investiga y las personas investigadas. Sin embargo, en este caso no es así: los tradicionales “sujetos de investigación” no son personas lejanas, extrañas o ajenas a mí, con quienes media un vínculo de objetividad. Por el contrario, existe una relación cercana, donde somos personas conocidas (o, al menos, con una buena parte de ellas), sea por vínculo directo o porque tenemos amistades o intereses en común.

Comprendo que ese vínculo que poseo con quienes participan en las investigaciones es de relativa cercanía, se debe tanto al 'tema' que convoca el trabajo (la DSG), como a la proximidad que existe entre nosotres (la cual, en varios casos, es inclusive una amistad). Esto significa que, con estas personas, la relación no es el vínculo tradicional como ‘investigadora’. “Los otros” no son una alteridad para mí, pues yo también formo parte del ‘grupo investigado’. No se da entonces la división entre sujeto (investigador) y objeto (investigado)37.

En su lugar, lo que existe es una conexión. Por tanto, hay identificación, encuentro, reconocimiento; también complicidad, solidaridad y lucha conjunta/colectiva. Se genera un intercambio de experiencias entre nosotres y, con este, aprendizajes; en casi todos los encuentros, la sensación fue que ambas partes aprendimos. La comunicación fue clara y fluida, como resultado de una relación de proximidad, lo cual no sucede cuando existe esa separación de ser investigador-ser investigado.

Además, porque mi investigación no son estudios donde sus participantes son personas de quienes simplemente extraigo información para elaborar un trabajo académico (como ocurre repetidamente en las investigaciones), sino que tomo sus palabras para hablar, junto con ellas, sobre realidades que nos conciernen a todes. Puesto que, a través de la conjunción de ideas (mías y de las personas), genero insumos que –espero– puedan servir para reflexionar e incidir sobre lo que vivimos dentro de la universidad.

Y, apelando nuevamente a los tiempos verbales, escribo en el presente del verbo haber (hay) y no en pasado (hubo) porque, si bien las investigaciones finalizaron, el vínculo con esas personas no ha terminado. Al contrario, en algunos casos, fue reencontrarnos; en otros, conocernos; en todos, establecer lazos. Con esas personas, aunque el contacto no sea frecuente, sé que, si las busco para nuevos trabajos, estarán otra vez dispuestas a participar (así lo han expresado). Ello, porque saben la importancia de hacerlo y saben igualmente que mis esfuerzos son para un bien común. Así, escribo de esta manera para honrar el presente y para crear futuros.

Pero, entonces, ¿quiénes han sido esas personas? Incluyo a las tres poblaciones que conforman la universidad (a lo cual se le llama comunidad universitaria): estudiantes, docentes y personal administrativo. El único “requisito” es autoidentificarse como una persona con sexualidad disidente (o sea, con alguna identidad no heterocisnormativa), en cualquier forma que ese espectro pueda tener; es decir, considerarse a sí mismas personas que no son heterosexuales o cisgénero.

Ahora bien, aunque quisiera tener la posibilidad material de llegar a conocer a todas las personas LGBTIQ+ de la UCR, por cuestiones metodológicas y éticas, esto no es factible. Por tanto, nunca he pretendido abarcar el 100 % de la población universitaria sexual y genéricamente disidente, pero sí al menos una parte de ella. En ese sentido, cabe aclarar que en mis investigaciones no me he propuesto alcanzar algún número mínimo de personas para abarcar con el estudio (tampoco una cantidad máxima). Lo único que me he planteado es contactar y conversar, cuando es viable, con los tres tipos de ‘sujeto’. Mi interés realmente ha sido escuchar a estudiantes, docentes y administratives de la UCR, en lo que tengan que decir respecto a este tema. Y, hasta el momento, así ha sido.

¿Y cómo llegué a esas personas? El “reclutamiento” (es decir, la “selección de participantes”) ha sido convocándolas directamente, lo cual podría llamarse ‘de boca en boca’. Es decir, la invitación para participar en los estudios ha sido por contacto directo o por referencia, sea porque les busqué o porque elles me contactaron, pues alguna persona conocida en común les contó sobre la investigación. En una investigación en específico, además de esa vía informal, la convocatoria la realicé también a través de medios oficiales de la universidad (redes sociales institucionales, la lista de correos La UCR informa, y una circular de la Rectoría).

Cabe recordar que no soy ajena al contexto que investigo, pues pertenezco a él (como universitaria y persona LGBTIQ+), gracias a lo cual tengo conocimiento y contacto con personas con sexualidades disidentes (de las tres poblaciones) dentro de la universidad. También, poseo vínculos con personas que son activistas por la DSG en distintos espacios. Algunas de ellas inclusive han formado parte de mis investigaciones, en calidad de participantes, revisoras de instrumentos y como apoyo en la convocatoria.

De tal modo, cuando llega el momento de “reclutar” a les individues para que participen en una investigación, me comunico e invito a mis colegas de lucha, a docentes y a funcionaries que son LGBTIQ+. Además, les pido compartir la invitación con personas que pudieran tener interés en participar (lo cual solicito también a heterocisexuales aliades), de manera que se generara un efecto de divulgación tipo “bola de nieve” (Hernández et al., 2014). Es decir, todas son invitaciones personales, lo cual brinda un carácter e involucramiento distinto en el trabajo investigativo.

En cuanto a la cantidad de participantes, nunca he tenido preocupación al respecto. He llegado a tener información (y contacto) de muchas personas, quienes han mostrado interés hacia el trabajo que realizo y en querer participar en él. A manera de confesión, no esperaba encontrarme con convocatorias cuantiosas como las que he tenido, es decir, no imaginaba que tantas personas quisieran formar parte de la investigación. Lo explico: en un primer estudio, me contacté con 53 personas, de las cuales 23 participaron efectivamente en él; en un segundo trabajo, llegué a obtener 390 respuestas para un cuestionario anónimo disponible en línea. Esto demuestra interés por los trabajos y, sobre todo, evidencia la necesidad de estudios y acciones en esta temática dentro de la UCR.

Por otra parte, haciendo explícitas las consideraciones éticas, afirmo que en las investigaciones donde se trabaja con seres humanos, se debe cuidar a las personas que participar en ellas. Esta es una postura ética que se debería tener siempre, y es la que me ha guiado en los procesos. Digo que se trabaja con personas, justamente, para quitar la idea de que son ‘objetos de estudio’ (o ‘sujetos de estudio’) y, de tal forma, romper la idea proveniente de las ciencias duras donde se tiene la división sujeto-objeto (investigador-investigado). Siempre he trabajado con personas y siempre he tratado de cuidarlas lo máximo posible. Cuidar, tanto en el sentido de garantizar su privacidad y anonimato, como cuidar que las emociones surgidas en el encuentro no afecten su vida.

Esa es la ética que he tenido como profesional, como investigadora y, sobre todo, como persona. Y, no porque sea un requerimiento de los comités éticos de las universidades o los centros de investigación, sino como una preocupación sincera y genuina que tengo hacia los seres con quienes me relaciono. Preocupación que crece cuando esos individuos están colaborando conmigo de alguna manera (en estos contextos académicos). Preocupación que crece, aún más, cuando esas personas que se abren ante mí tienen alguna ‘condición’ o ‘característica’ particular que las coloca en un lugar tabú dentro de la sociedad, debido a cómo esta ha sido configurada. Entonces, cuidar de esas personas, es lo mínimo que puedo hacer.

Garantizar la mayor protección a las personas pasa por la confidencialidad de la información y las potenciales repercusiones que pueda tener el estudio en les participantes; pero va más allá de eso. Significa –al menos para mí– asegurar (o intentar) que se sientan bien durante el proceso investigativo, que tengan la confianza para hablar de lo que sea necesario. Evidentemente, hubo momentos en las conversaciones donde llegó el dolor, la tristeza, la frustración u otros sentimientos conexos, pero procuro evitar que eso negativo tome el lugar principal y me coloco, entonces, como un apoyo para la persona durante ese momento. Al final, las personas agradecen también la escucha y el lugar solidario desde donde las recibo. En definitiva, mi actitud y mi postura como persona (más que como investigadora ‘dura’) marcan una diferencia.

Precisamente, para ampliar el detalle sobre este lugar que tomo en la investigación, debo referirme a la principal forma que he utilizado como “técnica” para la colecta de información: los diálogos.

4.Los diálogos: El camino para encontrarme con las personas y la información

En este cuarto punto explico la vía (o técnica) que he elegido y desarrollado para recolectar información: los diálogos. Con ellos me refiero a la manera que he usado para el encuentro con las personas –con mi gente–,con las intenciones de escuchar sus experiencias y lo que han visto en la UCR, así como de pensar y sentir nuestra universidad en conjunto.

Tradicionalmente, se llamarían entrevistas, pero quise darles el nombre de diálogos, siguiendo los postulados teóricos de la interculturalidad. O, mejor dicho, resignifico la técnica cualitativa conocida como entrevista, para desarrollar una actividad ético-metodológica. Precisamente, porque desde la filosofía intercultural se apuesta por (re)pensar en las metodologías y herramientas que nos van a acompañar en nuestros caminos de investigación. La ciencia y la academia han privilegiado y señalado como válidos únicamente ciertos pensamientos y métodos, dejando por fuera otros saberes y las aproximaciones a ellos: “o conhecimento científico cometeu muitos epistemicídios, produziu muita morte de conhecimentos alternativos. Precisamos de denunciar esse epistemicídio e de recuperar na medida do possível os conhecimentos alternativos38. De ahí la necesidad de repensar la ciencia (los conocimientos aceptados) y las formas de producir ciencia (la llegada a dichos conocimientos). Por ende, planteo los diálogos como una propuesta ético-metodológica para la investigación.

El diálogo es “caminho que possibilita a interação39; es donde dos o más personas se colocan frente a frente para encontrarse, reconocerse y compartir. Desde esta perspectiva (la intercultural), el diálogo presupone cuestionamientos y el reconocimiento de la heterogeneidad, excluyendo cualquier posición homogenizadora. A la población disidente por su sexualidad, como su nombre lo describe, lo que más la caracteriza es ser heterogénea; es decir, si algo representa la llamada “diversidad sexual y de género” es justamente eso: su diversidad. Esto, no solo con respecto a la norma heterocisexual hegemónica, sino también por la gran variedad que contiene el ‘mundo’ LGBTIQ+, donde cada “letra” (sigla) constituye un universo.

La “técnica” utilizada para el diálogo no puede ser explicada, pues no tiene ninguna didáctica ni estrategia para lograrlo, sino que se trata de una actitud frente a otre40. La única posibilidad es vivirlo, sentir la dinámica y el momento especial que confluyen ahí. En palabras que tomo prestadas, el diálogo intercultural: “Trata-se de uma atitude de verdadeira conversão, ou seja, uma predisposição de fundar uma nova dinâmica de relacionamento, com base no reconhecimento do distinto, do respeito, da solidariedade. Não se trata de uma atitude de benevolência diante do outro, mas de uma interação com vistas a criar um espaço comum compartilhado na convivência”41.

Por lo tanto, el diálogo entendido y desarrollado así es una actitud, una postura y una propuesta/apuesta ética. Se trata de un estar42 junto a las personas con las que me encuentro. Es escucharlas con atención, buscando llegar a comprensiones. Dar espacio y lugar a los silencios, las lágrimas, risas y alegrías. Tener respeto, disposición y apertura. Colocarse desde la empatía y la solidaridad. Compartir también asuntos de mi vida y de mis propias experiencias, pues sin un involucramiento de mi parte (como investigadora y, sobre todo, como persona), estaría ante monólogos o la mera observación de conversaciones de otres; entonces, no serían diálogos.

Esos encuentros de diálogo fueron individuales (solamente entre una persona y yo) y grupales; todos se realizaron de manera presencial (es decir, encuentros cara a cara). Los organicé según el ‘tipo’ de población con quien iba a conversar -estudiantes, docentes y administratives- debido a la naturaleza de la relación que cada grupo tiene con la universidad. Ello, pues el tipo de rol dentro de la comunidad universitaria determina características específicas y, por ende, marca también vivencias diferenciadas.

Los diálogos-encuentros son conversaciones informales, donde las personas se sienten cómodas para hablar de lo que quieran, en el marco de los temas del estudio. Por ende, no defino ninguna guía de entrevista (semi-estructurada o estructurada), sino que trabajo con temas generadores que (nos) permitan pensar la vivencia que tenemos como personas LGBTIQ+ en distintos ámbitos vinculados al mundo UCR. Por ejemplo, en una investigación, los temas generadores fueron los siguientes (nótese también el simbolismo de los colores):

Figura 2. Temas generadores de los diálogos en la investigación sobre vivencias de la población LGBTIQ+ de la UCR dentro del mundo universitario

Fuente: Elaboración propia.

Quise plantear dichos temas como elementos provocadores que tienen un amplio alcance, de modo que nos permitieran pensar en torno a nuestras realidades dentro de la universidad. Fue una buena elección, pues durante las conversaciones, un tema llevaba al otro, a veces sin que se necesitara mencionar el siguiente tópico.

Me propuse, también, que las palabras pronunciadas y las ideas enunciadas fueran espontáneas, sin condicionamientos ni grandes intervenciones de mi parte. Por lo tanto, en todos los encuentros promoví que fueran espacios de horizontalidad en las conversaciones (especialmente en el caso de diálogos grupales), donde hubiera un clima de respeto, dando lugar y validando todas las voces que querían ser escuchadas.

Y lo conseguí. Realmente fueron conversaciones espontáneas. Los diálogos son espacios llenos de emociones, incluso con sentimientos encontrados (es decir, emergen diferentes sentimientos en una misma sesión). Hubo risas y lágrimas; alegría, complicidad, fraternidad, aunque también tristeza, enojo y frustración. Hubo silencios de reflexión, recuerdo y dolor; pero, asimismo, de tranquilidad y satisfacción. Evidentemente, la dinámica en cada encuentro es distinta; no en todos los diálogos se vivieron todos esos sentimientos, pero sí en la totalidad de los encuentros estuvieron presentes. Con certeza, se generaron momentos cargados de sensibilidad y reflexión.

Luego de tener toda la información que se comparte en los diálogos, sigue la tarea de organizarla y analizarla, para finalmente convertirla en escritos. Tal tarea precisa recurrir a categorías de análisis, como es usual en las investigaciones cualitativas. Requiero hacer una salvedad: si bien desde las corrientes en que me fundamento (la interculturalidad y la teoría queer) se deconstruyen las categorías (el uso de categorizaciones y de definiciones), en la investigación se necesita categorizar, con el fin de sistematizar la información. En ese sentido, tengo claro que utilizar categorías identitarias o categorías de análisis no va en concordancia con dichos corpus, pero sé también que, para efectos de las luchas políticas y propósitos investigativos, es útil emplear categorías/identidades. Por ejemplo: se necesitan las “categorías” LGBTIQ+ para estudiar y reivindicar realidades de personas, donde cada sigla representa un grupo específico. Con esto, quiero dejar por sentado que asumo una postura autocrítica y, que las escogencias que realizo pasan antes por varias reflexiones.

Para desarrollar el análisis de la información compartida, me acerco de nuevo a las palabras, con cuidado, pensándolas y sintiéndolas. Las miro a partir de esos elementos transformados en categorías. Para aproximarme a las palabras (digerirlas y transformarlas en textos), opto por un análisis del discurso, desde la perspectiva explicada por Fischer: “ficar (ou tentar ficar) simplesmente no nível de existência das palavras, das coisas ditas43. Este tipo de análisis consiste en trabajar directamente con los discursos tal cual están44. Las palabras dichas por las personas nos hablan directamente, tienen valor por sí mismas. Si las personas están hablando de sus realidades de manera clara y explícita, ¿qué necesidad hay de ir más allá de sus palabras?

Por tanto, el ejercicio de analizar la información, desde esta mirada, requiere abandonar la visión de que los discursos son un conjunto de signos o significantes, que tienen ‘x’ o ‘y’ significado oculto, escondido o no visible en lo inmediato. Es decir, se trata de dejar la insistencia de interpretar lo que está ‘atrás’, para más bien explotar lo que está ahí presente, en tanto es una producción histórica45. Aprovechar al máximo lo dicho explícitamente, en vez de buscar lo que está ‘detrás’ de las palabras. En mi experiencia, las palabras de las personas dicen muchísimo tal cual son pronunciadas, sin necesidad de ‘escarbar’ en ellas.

Realizar un análisis de discurso es mostrar relaciones históricas y prácticas que están “vivas” en los discursos46; eso es lo que procuro hacer. Por ello, voy a los discursos vivos, pues con los actos del habla se afirman verdades de un tiempo, en tanto las ‘cosas dichas’ están ligadas a dinámicas de poder y saber de su tiempo47. Lo que interesa, entonces, no es comprobar, si lo que una persona dijo es ‘verdad’ o no; lo que interesa es que, para esa persona, ese relato que comparte es su verdad (o una parte de ella); es la realidad que vive y eso tiene valor por sí mismo. En ese sentido, las palabras son construcciones y acontecimientos: los enunciados y los discursos “são, antes de mais nada, acontecimentos. O trabalho do pesquisador será constituir unidades a partir dessa dispersão, mostrar como determinados enunciados aparecem e como se distribuem no interior de um certo conjunto, sabendo, em primeiro lugar, que a unidade não é dada pelo objeto de análise”48.

En ese construir unidades, surge la tarea de pensar cómo organizar todo lo compartido por las personas y, en concordancia, de elaborar textos que sean un reflejo adecuado de las realidades. En ese ejercicio, he tenido que deconstruir los referentes sobre cómo redactar los textos, pues estaba encuadrada en la visión y estructura de redactar informes de investigación (con sus estándares rígidos que dejan poco lugar a la creatividad). Así, he procurado mantener la perspectiva de dar lugar a lo simbólico y a la representación, como elementos convertidos en hilos conductores. En ello, come expliqué antes, la metáfora central es el arco iris, la bandera hexacolor que representa a la población LGBTIQ+, a modo de símbolo identitario y de lucha.

Todo lo que he apuntado a lo largo de este artículo tiene que ver, también, con el lugar desde donde me ubico como investigadora y la forma en que vivo el proceso. Procedo a comentarlo como último punto del presente escrito.

5.Vivir la investigación desde adentro: El desarrollo del proceso investigativo

Según lo antes apuntado, conozco los dos contextos que se unen en mi labor investigativa: la disidencia sexual y de género (el tema en cuestión) y la Universidad de Costa Rica (el ámbito específico de análisis). Formar parte de ambos espacios hace que mi lugar como investigadora sea diferente al de una persona que simplemente se acerca a un objeto de estudio. Por eso, dedico a continuación un apartado para hablar de ello; luego, me refiero al desarrollo del proceso de investigación (con énfasis en la perspectiva de mi vivencia personal) y, finalmente, a las emociones que lo atraviesan.

5.1Mi posición como investigadora

El lugar desde el cual me coloco como investigadora en el proceso es parte de lo que he reflexionado durante mi caminar investigativo. Esto, debido a la particularidad que tiene, dada la condición que ‘presento’ (o con la que me presento) ante las personas participantes y ante el tema de investigación. Mi postura es diferente a la de alguien que investiga un asunto ‘x’ o ‘y’ porque le parece interesante, relevante o de importancia social. Mi lugar es el de alguien que vive en carne propia el tema que “decidió” estudiar. Entonces, no tengo una postura o posición ante el tema, sino un lugar dentro de él.

En ese sentido, me encontré con la siguiente idea que me hizo reflexionar: “El problema del conocimiento, según nuestro punto de vista occidental, pareciera tener cuatro etapas. Primero, una realidad que se da afuera. Segundo, un conocimiento de esa realidad. Tercero, un saber que resulta de la administración de los conocimientos o ciencia, y cuarto, una acción que vuelve sobre la realidad para modificarla”49. En mi caso, yo ‘resuelvo’ tal problema del conocimiento (en sus cuatro etapas) porque no operan esas divisiones (igual que sucede, por ejemplo, con colegas indígenas y afrodescendientes que investigan realidades de sus grupos). En nosotres, esas cuatro etapas se traslapan unas con otras, sobre todo en quienes hemos hecho militancia política desde el espacio donde estamos dentro de la academia.

Así, el proceso de realizar investigación en este tema me ha colocado en un lugar particular, especial. Lugar que he tenido desde el primer momento en que pienso el ‘tema central’ para un estudio, hasta la etapa final de producir documentos académicos, pasando, obviamente, por el encuentro con las personas y las múltiples reflexiones que se van generando. Esto me ha dado un regalo privilegiado. Por ejemplo, nunca hubiera imaginado que iba a tener la oportunidad de incorporar la emocionalidad y la sensibilidad a un texto científico. Tampoco, que mi investigación iba a suscitar tanto interés en las personas que eran potenciales participantes (en el sentido de las amplias convocatorias-respuestas que he tenido).

En este caminar investigativo, el escribir (la etapa de escritura) ha sido también todo un proceso en sí mismo, de reflexión, revisión, construcción y deconstrucción constante, y de rememorar. Ha sido una tarea que me sitúa ante un compromiso, porque escribo pensando en mi gente: en las personas con quienes dialogué (en un estudio), en las personas que constataron un cuestionario (en otro), en todas las que mostraron interés en la investigación y en tantas otras personas LGBTIQ+ de la UCR que están ahí, incluso, sin que lo sepamos.

5.2Mi vivencia del proceso

Una parte importante de la investigación, que por lo general se deja de lado, es el recuento del proceso (si se quiere, de los procedimientos metodológicos), pero enfocándolo desde cómo fue vivido por quien lo desarrolló.

Para ello, en parte es necesario recordar ciertas premisas de las investigaciones cualitativas que sirven para orientar las rutas que he tomado50:

Conocer los términos estructurantes

Definir el objeto de investigación en la forma de pregunta problematizadora y teorizarlo

Delinear las estrategias de campo (por ejemplo, los diálogos)

Ir al campo con teoría e hipótesis, pero con apertura para cuestionarlas

Ordenar y organizar el material obtenido e impregnarse de las informaciones

Construir una tipificación del material

Desarrollar un nuevo momento de teorización

Producir un texto fiel a los resultados, que sea contextualizado, accesible, con informaciones concisas y coherentes.

En concordancia con dichas premisas, el desarrollo de los estudios, en lo referente a sus aspectos formales, pasa por las siguientes etapas: revisión bibliográfica-documental; recopilación de antecedentes investigativos; gestiones ante instancias universitarias o entes vinculados al estudio; creación y validación de las herramientas para recopilar información; contacto y convocatoria de las personas participantes; ejecución del trabajo de campo; procesamiento de la información obtenida; análisis de la información; escritura de documentos académicos; presentación y publicación de los resultados (en informes, artículos y formatos orales).

Sin embargo, aunque dichas etapas son establecidas para implementarse de forma lineal, no todas estas siguen necesariamente un orden secuencial-cronológico. Tampoco son momentos acabados que finalizan cuando se pasa por ellos, sino que a algunas etapas se regresa de manera cíclica. En ese sentido, el desarrollo de una investigación (en ciencias sociales) es dinámico y está sujeto al devenir de los acontecimientos que se van presentando como parte de ella. Por lo tanto, con base en las experiencias vividas y alejándome de los esquemas tradicionales rígidos indicados para los estudios, propongo aquí y relato que el proceso investigativo se desarrolla en cuatro etapas: génesis-ideación, reflexión acompañada, acercamiento a las personas, escritura. Dichas etapas, lejos de ser lineales, son cíclicas-circulares; además, están conectadas entre sí como una tela de araña. Gráficamente, pueden visualizarse de la siguiente manera:

Figura 3. Etapas interconectadas en las que desarrollo y vivo el proceso de investigación

Fuente: Elaboración propia

La génesis-ideación: son los momentos de creación/creatividad, cuando nacen ideas, reflexiones, preguntas y cuestionamientos en torno a diferentes aspectos de la investigación (el tema, los “resultados”, los análisis y elaboraciones). Comienzan con la idea inicial de cuando se piensa/propone un tema central para investigar. Durante el recorrido, se llegan a tener puntos (máximos) de inspiración respecto a la información obtenida y cómo escribirla o traducirla en texto. Son todos aquellos espacios fecundos, cuya máxima expresión se concreta en la construcción de productos escritos.

La reflexión acompañada: son los momentos en que recurro o me apoyo en personas y textos para ayudarme a pensar. Por una parte, es cuando leo trabajos de otres, que se constituyen en palabras ajenas que señalan asuntos clave, los cuales facilitan expresar mis propias ideas; es decir, lecturas donde encuentro elementos o vínculos importantes para mi trabajo (i.e. la revisión de los fundamentos teórico-conceptuales). Por otra parte, son los momentos cuando tengo intercambios reflexivos con personas sobre el tema de investigación o el ‘asunto’ concreto que ‘es investigado’.

El acercamiento a las personas: son los momentos de interacción con las personas participantes, desde el primer contacto en que les hablo acerca de una investigación, para invitarles a ser parte, hasta los encuentros cuando hemos compartimos directamente. Pasa también por intercambios menores para tratar asuntos puntuales. Esta etapa de acercamiento se trastoca con la de reflexión acompañada.

La escritura: son los momentos de colocar en palabras y “traducir” todas las ideas a lo largo del trayecto. Constituyen los períodos de redacción de las reflexiones que van emergiendo, intentando darles forma y extrayéndolas de mí para compartirlas con quienes pudieran llegar a leerlas (y, en algunas ocasiones, inclusive escucharlas). Son, entonces, todos los momentos de volcar el alma en letras; de coser, tomando las telas y los hilos para ir elaborando la bandera.

Así es como puedo contar que comprendo el desarrollo cíclico y en espiral de la investigación, donde los diferentes ‘elementos’ van uniéndose, tal como se tejen los hilos de una telaraña. Y, tal como se han ido tejiendo en mí los ‘elementos’ de vida que me han llevado a desarrollar y darle (nuevos) sentidos a la investigación, desde las miradas que estoy compartiendo en este artículo.

En ese sentido, por último y no menos importante, preciso dedicar un espacio para referirme a la vivencia emocional como investigadora, la cual atraviesa los procesos.

5.3Las emociones en la investigación

En el trascurso de una investigación se vive una combinación de emociones, incluso con diferente intensidad en ellas, y no deberían ser dejadas de lado. Las emociones durante el proceso no necesitan ser explicadas, ni tampoco (necesariamente) buscar razones de por qué se presentaron; solo se necesita estar con ellas y validarlas. Tradicionalmente, no se habla sobre esto, pero apuesto por darles también un lugar, reconocerlas y permitir que sean parte del trabajo investigativo.

Las emociones que he identificado son: entusiasmo (empolgação)51; orgullo (enorgullecimiento); asombro; dolor, tristeza (incluso con lágrimas en ocasiones); esperanza; encuentro52; reencuentro53; felicidad; creación. Algunas poseen una connotación positiva y otras, negativa. De hecho, como parte del proceso, en ocasiones es necesario dar(me) una pausa con respecto al trabajo porque se presentan bloqueos, los cuales también es importante permitir y analizar. Asimismo, se generan ‘picos’ de “productividad”, donde no se para de escribir. Toda esta vivencia forma parte de la investigación y es primordial considerarla, pues habla del “tema” en sí mismo y de lo que experimentamos las personas, como humanas per se y como individues LGBTIQ+ en nuestra existencia-resistencia cotidiana.

Así, al igual que no imaginé obtener tantas respuestas en mis investigaciones, tampoco hubiera imaginado que iba a implicarme tanto en los procesos. Como lo explica Kusch: “la senda que se interna en la emocionalidad” introduce en un campo de nuevas determinaciones “ante las cuales no estoy preparado como sujeto investigador occidentalizado”.54 (Esto es: nunca pensé que vivir un proceso académico iba a significar para mí tal intensidad en medio de una investigación. Pero pasa que no se trata simplemente de una investigación, sino de la vida, de nuestras vidas.

Y, de tal manera, no es un proceso lineal; (d)escribirlo tampoco lo es. Ciertamente, los textos generados están llenos de (mi) emocionalidad, porque ella ha atravesado los procesos. Si bien he sido yo quien ha (d)escrito los resultados del investigar, represento a numerosas personas: quienes formaron parte de los trabajos y quienes no pudieron participar. Debido a ello, encontré un nuevo significado para la acción de describir y que mis trabajos sean estudios descriptivos. Porque mi quehacer en la investigación no son solo documentos o trabajos académico-científicos; escribo desde el corazón e intento crear textos que reflejen nuestras realidades. He intentado generar trabajos que nos permita estar, seguir viviendo, luchando y resistiendo. Porque quiero con mi investigación alzar nuestra bandera.

Conclusiones

A lo largo de este trabajo he compartido reflexiones en torno al hacer investigación, la cuales implican rupturas con formas estandarizadas y aceptadas como válidas por parte de la comunidad científica internacional. Las reflexiones surgieron de mi propia experiencia como investigadora (en el tema de la disidencia sexual y de género), que pretendo puedan convertirse en un aporte para nuevas formas de investigar y producir conocimiento.

En el ámbito de la investigación científica hegemónica es exigido que quien desarrolla los estudios se coloque desde posturas impersonales, lo cual implica tanto el lugar de objetividad al investigar como las formas de escritura de los textos académicos. Esto se da incluso en el enfoque cualitativo, que sí considera la subjetividad humana, pero, por lo general, se excluye la propia de las personas investigadoras. En ese sentido, se espera que nosotres les cientistas coloquemos nuestras emociones de lado, como si no fuéramos (también) personas. Contrario a dicho paradigma de lo impersonal-objetivo, he explicado y defendido la presencia de la subjetividad y el involucramiento de la persona investigadora en los estudios que desarrolla, los cuales contribuyen con la labor académica. Esta visión la propongo desde la mirada de la interculturalidad, y se puede derivar en varias vertientes.

Una de las implicaciones es el rol de distancia que, según la ciencia hegemónica, debe ejercer la persona investigadora con respecto a “los sujetos de investigación”. Sin embargo, a partir de mi experiencia, he planteado una postura de cercanía e identificación entre la investigadora y les participantes, la cual redunda en su apertura hacia la investigación en la temática de la DSG. Además, dicho posicionamiento posibilita un vínculo de solidaridad, en tanto todas las personas poseemos una “característica” común, la cual nos coloca ante experiencias de vida similares. Y, a su vez, esto genera un deseo o intención de incidencia en el espacio universitario, orientado tanto hacia el propio bienestar como el de otres LGBTIQ+.

En estrecho vínculo con ello, otro de los elementos es que, en las maneras tradicionales de hacer ciencia, prevalece una no consideración hacia el proceso cíclico mediante el cual se desarrollan los estudios. Ello, más bien, impera una lógica de fases lineales y secuenciales para la investigación. Mi postura es que, si bien se requiere cumplir con los aspectos formales establecidos por las instituciones científicas y de educación superior, estos deberían considerar, permitir y validar miradas y caminos alternativos que resultan también en la producción de conocimiento. Tal es el caso de las etapas (momentos) propuestas: la génesis-ideación, el acercamiento a las personas, la escritura y la reflexión acompañada.

Valga apuntar, asimismo, la necesidad de reconocer e incluir otras voces y saberes no académicos dentro del ámbito científico-universitario. De igual manera, se requiere permitir (nuevas) formas creativas de escritura, que propicien una mejor comprensión de las ideas, tanto las de la persona investigadora como las provenientes de les participantes de un estudio (por ejemplo, el uso referido de metáforas).

En síntesis, todos los elementos abordados en el presente artículo corresponden al apartado metodología de las investigaciones (también llamado método o procedimientos metodológicos). En dicho acápite, se realiza un recuento del proceso desarrollado y es uno de los componentes más objetivos, estructurados y rígidos de un estudio. En el enfoque de la ciencia tradicional, en este se espera (¿exige?) el cumplimiento de procedimientos y estándares establecidos para las investigaciones. Ello, independientemente del enfoque de estas (cuantitativo, cualitativo o mixto) y del formato en que se presente el trabajo final (i.e. artículo científico, informe de investigación, tesis u otros). A partir de los posicionamientos de la interculturalidad, así como desde una apuesta por cambiar esquemas, quise generar nuevas formas de investigar y resignificar elementos metodológicos. Esto, para desarrollar procesos investigativos más sensibles y, en esa línea, más coherentes con el tópico en estudio y los fundamentos teóricos elegidos.

De tal manera, en un texto académico -este trabajo- que se supone debería ser el (más) ‘duro’ de una investigación, ya que aborda la metodología, aposté más bien por cargarlo de sensibilidad. Además, por describirlo desde la experiencia misma que he recorrido en ellos. Espero que estos caminos de (mi) vivencia en la investigación de la disidencia sexual y de género, hayan quedado bien (d)escritos, de modo tal que permitan reflejar fielmente lo sucedido.

A modo de provocación final, hago una invitación a crear resignificaciones, consideraciones y nuevas escogencias para los distintos componentes metodológicos que integran un estudio. Asimismo, invito a trabajar desde nuevas perspectivas sin tener miedo a la ruptura de los esquemas científicos; a traer e incorporar prácticas de otros espacios en el ámbito investigativo. Todo ello con el propósito ulterior de innovar el “hacer ciencia”, pero, sobre todo, con la intención de dar mayor protagonismo a las personas involucradas en estos procesos (tanto quien investiga como quienes participan en ellos).

Dejo, entonces, las descripciones y las reflexiones aquí planteadas, como inquietudes e invitaciones para que otras personas investigadoras, que trabajan (desde) la interculturalidad, la disidencia sexual y de género o cualquier otra temática vinculada con lo humano, puedan analizarlas, utilizarlas y, sobre todo, sentirlas. Espero también que se conviertan en semillas plantadas, que germinen en transformaciones de las prácticas investigativas y del rígido mundo académico.

Referencias bibliográficas

Eisenhardt, Kathleen. 1989. Building theories from case study research. Academy of Management Review, 14 (octubre), 532-550.

Fischer, Rosa María Bueno. 2001. “Foucault e a análise do discurso em educação”. Cadernos de Pesquisa, 114, 197-223.

Hernández, Roberto, Carlos Fernández y Pilar Baptista. 2014. Metodología de la investigación (6.a ed.). México: McGraw-Hill Education.

Kusch, Rodolfo. 1978. Esbozo de una antropología filosófica americana. Buenos Aires: San Antonio de Padua.

Kusch, Rodolfo. 2000. Obras completas. Tomo II. La seducción de la barbarie. Rosario: Fundación Ross.

Maffesoli, Michel. 2008. Elogio da razão sensível (4.ª ed.). Petrópolis: Vozes.

Martínez, Pilar Cristina. 2006. “El método de estudio de caso: Estrategia metodológica de la investigación científica”. Pensamiento & Gestión, 20 (julio), 165-193.

Minayo, María Cecília de Souza. 2012. “Análise qualitativa: teoria, passos e fidedignidade”. Ciência & Saúde Coletiva, 17(3), 621-626. http://dx.doi.org/10.1590/S1413-81232012000300007

Perry, Chad. 1998. Processes of a case study methodology for postgraduate research in marketing. European Journal of Marketing, 32(9/10), 785-802.

RAE (Real Academia Española). 2020. Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). RAE. http://dle.rae.es/

Rodríguez, Gregorio, Javier Gil y Eduardo García. 1996. Metodología de la investigación cualitativa. España: Aljibe.

Sánchez Olvera, Alma Rosa. 2009. Cuerpo y sexualidad, un derecho: Avatares para su construcción en la diversidad sexual. Sociológica, 24(69), 101-122. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-017320 09000100006&lng=es&tlng=es

Santos, Boaventura de Sousa. 2001. Seis razões para pensar. Lua Nova: Revista de Cultura e Política, 54, 11-42. http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-64 452001000300003&lng=en&tlng=pt

Silva, Neusa Vaz e. 2009. Teoria da cultura de Darcy Ribeiro e a filosofia intercultural. São Leopoldo: Nova Harmonia.

Yin, Robert. 1994. Case study research: design and methods (applied social research methods, vol. 5). California: Sage Publications.

Zapparoli Zecca, Mayra. 2003. Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación. Revista Girasol, 5, 191-198.


1 Este artículo se fundamenta en la investigación titulada “En la ruta del arco iris: Vivencias de personas LGBTI de la Universidad de Costa Rica dentro del mundo universitario”, la cual se realizó como disertación de maestría durante los años 2015 y 2016, en el Programa de Pós-graduação em Educação, de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Brasil). El presente artículo constituye una revisión, ampliación y complementación de dicho trabajo, a partir de experiencias tenidas posteriormente en otros procesos investigativos. 

2 Bachiller y Licenciada en Psicología (UCR). Máster en Educación (Universidade Federal do Rio Grande do Sul - UFGRS, Brasil). Máster en Currículum y Docencia Universitaria (Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología - ULACIT, Costa Rica). Correo electrónico: mariadelcarmen.acuna@ucr.ac.cr. ORCID 0000-0001-7727-7305

3 En esto, tengo como ejemplo contrario la experiencia de desarrollar investigación en Brasil, donde más bien se me permitió (y en ocasiones, incluso impulsó) el actuar desde otros lugares que mencionaré a lo largo de este artículo. En síntesis: escribir en primera persona, comenzar un trabajo académico presentándome como investigadora, hablar de mis emociones surgidas durante la investigación, tener una relación cercana con las personas que participaron como “sujetos” de investigación.

4 Esta idea de que escuchar requiere tener apertura hacia las otras personas, fue compartida (regalada) a mí por la filósofa brasileña Dra. Magali Mendes de Menezes, quien fue mi orientadora/tutora en la primera investigación que realicé formalmente en el tema de la diversidad sexual y de género, durante los años 2015 y 2016. Además, ella es la maestra que me introdujo en el “mundo” de la interculturalidad.

5 O mejor dicho, usamos, pues este posicionamiento no es mío únicamente, sino también de otras personas que trabajan en la materia.

6 Una explicación de esta perspectiva se podrá consultar en otro artículo, titulado “Disidencia sexual y de género: La condición de otredad respecto a la sexualidad normativa”, el cual está en proceso de edición para ser publicado en la revista Problemata.

7 Alma Rosa Sánchez Olvera. “Cuerpo y sexualidad, un derecho: avatares para su construcción en la diversidad sexual”. Sociológica, 2009, 24(69), 101-122.

8 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”. Revista Girasol, 2003, n.5, 195.

9 Roberto Hernández et al. Metodología de la investigación. (6a ed. México: McGraw-Hill Education, 2014).

10 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”, 195.

11 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível. (4ª ed. Petrópolis, Brasil: Vozes, 2008).

12 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”.

13 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”, 194.

14 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”, 195.

15 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível, 13.

16 Pilar Cristina Martínez. “El método de estudio de caso: estrategia metodológica de la investigación científica”. Pensamiento & Gestión 20 (julio 2006): 171.

17 Roberto Hernández et al. 2014. Metodología de la investigación. (6a ed. México: McGraw-Hill Education, 2014), 117.

18 Mayra Zapparoli Zecca. “Concepciones teóricas metodológicas sobre la investigación”, 196.

19 RAE (Real Academia Española). 2020. Diccionario de la lengua española. (23ª ed. Madrid: RAE, 2020) párr.1. http://dle.rae.es/

20 Roberto Hernández et al. 2014. Metodología de la investigación.

21 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível.

22 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível.

23 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível, 148.

24 Michel Maffesoli. Elogio da razão sensível, 147.

25 El primer trabajo lo titulé “En la ruta del arco iris: Vivencias de personas LGBTI de la Universidad de Costa Rica dentro del mundo universitario”; fue realizado durante los años 2015 y 2016, como investigación para la Maestría en Educación (Mestrado em Educação), de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), de Brasil. Una segunda investigación, que está en curso, se llama “En la ruta del arco iris: Los rostros multicolores de la UCR”; se trata de una caracterización de la población LGBTIQ+ universitaria, con base en una estimación.

26 Gregorio Rodríguez et al. Metodología de la investigación cualitativa. (España: Aljibe, 1996).

27 Kathleen Eisenhardt. “Building theories from case study research”. Academy of Management Review 14 (octubre 1989): 174.

28 Roberto Hernández et al. 2014. Metodología de la investigación.

29 Boaventura de Sousa Santos. “Seis razões para pensar”. Lua Nova: Revista de Cultura e Política 54: 11-42. 2001, 18 http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-64452001000300003&lng=en&tlng=pt

30 Esto significa que no tengo propiedad en la universidad (es decir, una plaza permanente), sino que mi contrato (mi nombramiento) es renovado cada año y depende de si hay presupuesto o no para ello.

31 En los cursos en que fui profesora durante los últimos años (Educación Sexual; Didáctica General; Procesos psicoeducativos en secundaria), al menos pude plantar semillas en mis estudiantes durante el tiempo que tuve a cargo dichas asignaturas.

32 Robert Yin. Case study research: design and methods (applied social research methods, vol. 5). (California: Sage Publications, 1994).

33 Kathleen Eisenhardt. “Building theories from case study research”.

34 Chad Perry. “Processes of a case study methodology for postgraduate research in marketing”. European Journal of Marketing 32 (1998, 9/10): 785-802.

35 Rodolfo Kusch. Obras completas. Tomo II. La seducción de la barbarie. (Rosario: Fundación Ross, 2000).

36 A modo de ilustración, una sugerencia-indicación que he recibido varias veces de las instancias formales de investigación (i.e. comités científicos) es que debo escribir de manera impersonal (por ejemplo: “se hará”) y no en primera persona (por ejemplo: “haré”).

37 O bien, entre el sujeto investigador y los sujetos investigados.

38 Boaventura de Sousa Santos. “Seis razões para pensar”, 18.

39 Neusa Vaz e Silva. Teoria da cultura de Darcy Ribeiro e a filosofia intercultural. (São Leopoldo: Nova Harmonia, 2009), 66.

40 Neusa Vaz e Silva. Teoria da cultura de Darcy Ribeiro e a filosofia intercultural.

41 Neusa Vaz e Silva. Teoria da cultura de Darcy Ribeiro e a filosofia intercultural, 67.

42 Ese estar comprendido según los planteamientos de Rodolfo Kusch (1978).

43 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”. Cadernos de Pesquisa, (2001, 114): 198.

44 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”.

45 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”.

46 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”.

47 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”.

48 Rosa Maria Bueno Fischer. “Foucault e a análise do discurso em educação”, 206.

49 Rodolfo Kusch. Obras completas. Tomo II. La seducción de la barbarie, 277.

50 Maria Cecília de Souza Minayo. “Análise qualitativa: teoria, passos e fidedignidade”. Ciência & Saúde Coletiva, 2012 - 17 (3): 621-626. http://dx.doi.org/10.1590/S1413-81232012000300007

Estas premisas son colocadas como un decálogo; las tomé de un artículo (Minayo 2012) que está escrito en portugués. Las ideas que presento son traducciones mías, no literales, del texto original (es decir, no se trata de citas, sino de paráfrasis).

51 Especialmente ante las nuevas ideas, ante la posibilidad de futuras investigaciones, proyectos y las muchas acciones por hacer en la universidad.

52 Pues conocí más personas ‘como yo’ en la universidad, incluso creando lazos de amistad-solidaridad.

53 Conmigo misma, con personas que conozco, con mi universidad.

54 Rodolfo Kusch. Obras completas. Tomo II. La seducción de la barbarie, 555.

EUNA UNA

Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión
Universidad Nacional, Campus Omar Dengo
Apartado postal: 86-3000. Heredia, Costa Rica
Teléfono: (506) 2562-4242
Correo electrónico: revistasiwo@una.ac.cr