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Revista de Teología
Revista de Estudios Sociorreligiosos

Volumen 14, Número 1, 2021
ISSN 2215-227X • EISSN: 2215-2482
Doi: https://doi.org/10.15359/siwo.14-1.7
Recibido: 4/5/2020 • Aprobado: 11/3/2021
URL: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/siwo
Licencia (CC BY-NC 4.0)

Raúl Fornet-Betancourt y el proyecto de una transformación intercultural de la filosofía desde el mundo de la vida1

Raúl Fornet-Betancourt and the project of an intercultural transformation of philosophy
from the Life World

Raúl Fornet-Betancourt e o projeto de uma transformação intercultural da filosofia
a partir do Mundo da Vida.

Jaime Villanueva Barreto2

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú


Resumen:

Raúl Fornet-Betancourt desarrolla y propone un proyecto de transformación intercultural de la filosofía que conduzca al progresivo entendimiento de las culturas y el respeto entre todo ser humano, sin importar su contexto. Esta es la función de la filosofía en tanto razón; pero no entendida como la razón universal europea, sino como una diversidad de modos de comprensión del mundo realizado por diversas culturas desde su propia situación y posición en el mundo y la vida. Para poder realizar tal propuesta, es necesario abordar los puntos centrales que le conciernen a la interculturalidad. En primer lugar, es de relevancia la filosofía intercultural. En segundo lugar, el diálogo intercultural y el encuentro con el “otro”, pues es mediante ambos medios que se entra en contacto con lo ajeno y se establece una comunicación basada en el respeto por otras culturas, incluso si difieren con la propia. En tercer lugar, y lo que es más relevante para este trabajo, la interculturalidad tiene una estrecha relación con el mundo de la vida, ya que es a través de esta que se puede explicar por qué cada persona tiene una diferente perspectiva del mundo. En cuarto y último lugar, Fornet-Betancourt considera que se debe llevar la teoría a la práctica, por lo que es necesario abordar la utilidad que tiene la filosofía intercultural en un mundo en que las culturas se ven amenazadas constantemente por la ola globalizadora.

Palabras clave: Filosofía intercultural, diálogo intercultural, mundo de la vida, filosofía latinoamericana, Raúl Fornet-Betancourt

Abstract:

Raúl Fornet-Betancourt develops and proposes a project of intercultural transformation of philosophy that leads to the progressive understanding of cultures and respect among all human beings regardless of their context. This is the function of philosophy as a reason; not understood as the European universal reason, but as a diversity of ways of understanding the world made by diverse cultures from their own situation and position in the world and life. In order to make such a proposal, it is necessary to address the central points that concern interculturality. First, intercultural philosophy is of relevance. In second place, intercultural dialogue and the encounter with the “other”, because it is through both means that one comes into contact with others and establishes a communication based on respect for other cultures, even if they differ with their own. Third, and what is most relevant to this work, interculturality has a close relationship with the World of Life, since it is through it that one can explain why each person has a different perspective on the world. Fourth and last, Fornet-Betancourt believes that theory should be put into practice, so it is necessary to address the usefulness of intercultural philosophy in a world where cultures are constantly threatened by the globalizing wave.

Keywords: Intercultural philosophy, intercultural dialogue, life world, latin american philosophy, Raúl Fornet-Betancourt

Resumo:

Raúl Fornet-Betancourt desenvolve e propõe um projeto de transformação intercultural da filosofia que conduza ao progressivo entendimento das culturas e o respeito entre todo ser humano sem importar seu contexto. Esta é a função da filosofia como razão; no entanto não entendida como a razão universal europeia, mas sim como uma diversidade de modos de compreensão do mundo realizado por diversas culturas a partir de sua própria situação e posição no mundo e na vida. Para poder realizar tal proposta, é necessário abordar os pontos centrais que dizem respeito à interculturalidade. Em primeiro lugar, é de relevância a filosofia intercultural. Em segundo lugar, o diálogo intercultural e o encontro com o “outro”, pois é através de ambos os meios que se entra em contato com o distante e se estabelece uma comunicação baseada no respeito por outras culturas, inclusive se diferem com a própria. Em terceiro lugar, e o que é mais relevante para este trabalho, a interculturalidade tem uma estreita relação com o Mundo da Vida, pois é através desta que se pode explicar por que cada pessoa tem uma diferente perspectiva do mundo. Em quarto e último lugar, Fornet-Betancourt considera que se deve levar a teoria à prática, por isso é necessário abordar a utilidade que tem a filosofia intercultural em um mundo no qual as culturas se encontram ameaçadas constantemente pela onda globalizadora.

Palavras chaves: Filosofia intercultural, diálogo intercultural, mundo da vida, filosofia latino-americana, Raúl Fornet-Betancourt


1.La filosofía intercultural

El proyecto de la transformación intercultural de la filosofía que elabora Raúl Fornet-Betancourt refiere a la experiencia del encuentro con el otro ser en la vida cotidiana y a las condiciones en las cuales se desarrolla tal encuentro. El propósito de este trabajo es mostrar que esta transformación intercultural es posible de ser entendida, si se tiene como trasfondo la noción fenomenológica de mundo de la vida. Es decir, parte de la cotidianidad en que los seres humanos de diversas culturas se interrelacionan y entienden. Para esto, se hará un breve recorrido por los principales planteamientos de Fornet-Betancourt, donde se trata de mostrar, a lo largo del texto, esta raigambre de una interculturalidad que hunde sus raíces en el mundo dóxico de la vida.

El concepto de interculturalidad, desde esta perspectiva, no solo está ligado al ámbito teórico, sino que, por el contrario, en la práctica es donde se puede observar su real impacto. Resulta de gran importancia que durante este encuentro ninguna parte domine a la otra, sino que se produzca un diálogo entre iguales. Así se posibilita un mejor entendimiento de la historia de cada pueblo, que tiene en cuenta, principalmente, la cultura y el contexto que conforma a cada comunidad. Como dice Fornet-Betancourt:

La interculturalidad es aquella actitud, postura o disposición por la que el ser humano se capacita o habitúa a vivir en relación con ‘otros’; es, pues, una actitud que saca a los sujetos de sus seguridades teóricas y prácticas, y, al mismo tiempo, permite comprender que una cultura no es suficiente para leer e interpretar el mundo.3

Nosotros mismos como personas estamos involucrados en la creación del espacio intercultural. Pues el campo de lo espiritual, como ya se anotaba, no está fuera de nosotros. Somos parte de ese campo y, según enfoquemos nuestras propias biografías podemos convertirnos en fomentadores de lo intercultural, es decir, en personas que con sus prácticas culturales contribuyen a ensanchar el espacio intercultural [cursivas agregadas]; o bien en un obstáculo para su crecimiento, si nos cerramos y empeñamos en trabajar la ‘pureza’ de nuestra identidad.4

Por medio de la interculturalidad que propone nuestro filósofo se abren los posibles horizontes del mundo, donde una sola cultura no establece lo válido, sino que lo establece el mosaico de culturas con sus múltiples interpretaciones5. Es posible, entonces, desde esta postura que bebe de la tradición fenomenológica, entender que la evidencia no es un acto unitario brindado por un intelecto que capta la totalidad de la cosa, sino que esta se presenta siempre desde una perspectiva, siempre a nivel de la sensibilidad (percepción), pero luego es interpretada desde un entramado cultural. De esta manera al hacer un paralelo, se podría decir que, así como la percepción presenta solo un lado de la cosa, la cultura también hace lo mismo a nivel interpretativo. La percepción de la cosa nunca llega a completarse, por lo que se encuentra siempre propensa a cambios permanentes tanto con experiencias pasadas (retención) y anticipativas (pretensión), mediante síntesis de concordancia en el tiempo; del mismo modo, una cultura particular que enseña el fondo desde el cual se debe interpretar una cosa, solo constituirá una perspectiva en el entramado de las diversas culturas que configuran el mundo único que se habita.

2.Fornet-Betancourt y su versión de la filosofía intercultural

El proyecto de la transformación intercultural de la filosofía propone un cambio en el modo de pensar con respecto a ella, es decir, la ruptura de la filosofía eurocéntrica como la predominante. A partir de este momento, se reconoce que hay una transformación de la filosofía, donde se pasa de un ámbito monocultural hacia uno intercultural. Fornet-Betancourt desarrolla lo nuevo de esta filosofía en siete aspectos:

Será nueva, primero, en el sentido de que será una manera de hacer y practicar la filosofía que brota de lo inédito … la cuál trata de crear desde las potencialidades filosóficas que se vayan historizando en un punto de convergencia común.

Segundo, … apunta a la realización de la filosofía en el sentido de un proceso continuamente abierto en el que van dando cita, se van convocando y van aprendiendo a con-vivir las experiencias filosóficas de la humanidad toda.

Tercero … es puesta en práctica una actitud hermenéutica que parte del supuesto de que la finitud humana, (…) impone renunciar a la tendencia, tan propia a toda cultura, de absolutizar o sacralizar lo propio.

Cuarto … renuncia a toda postura hermenéutica reduccionista. Es decir, que renuncia a operar con un solo modelo teórico-conceptual que sirva de paradigma interpretativo.

Quinto … descentra la reflexión filosófica de todo posible centro predominante. … critica la vinculación dependiente exclusiva de la filosofía con cualquier otro centro cultural.

Sexto … procura abrir el espacio compartido e interdiscursivo donde se haga posible la comprensión cabal de la cuestión de la identidad de una filosofía, pero también de la identidad cultural de una comunidad humana determinada.

Séptimo … propone buscar la universalidad desligada de la figura de la unidad que, como muestra la historia, resulta fácilmente manipulable por determinadas culturas.6

De este modo, las culturas como productoras de sentido son el espacio para que las diversas posturas y perspectivas filosóficas puedan “con-vivir”. Si la filosofía está dispuesta a una transformación intercultural de ella misma, entonces, deberá asumir el desafío de convertir la convivencia fáctica en una experiencia de convivialidad, que entiende por esta última ese proceso lento de lograr un ambiente de paz y amistad en nuestras relaciones sociales, políticas o culturales; solo en un ambiente así se puede resignificar la realidad histórica de nuestros conflictivos mundos cotidianos al tratar de convertirlos en mundos de proximidad que equilibran las diferencias con justicia y solidaridad.

A partir de ello, se considera a cada actor como una parte fundamental en la interpretación del mundo. La validez universal de la filosofía no puede estar ligada a una cultura predominante en particular, antes bien, el fondo de su universalidad se encuentra en un espacio abierto y comprensivo donde cada identidad cultural participa en la construcción de una filosofía dialógica y atenta a la diversidad. Lo que busca la propuesta de la transformación intercultural de la filosofía de Fornet-Betancourt es que mediante ella se pueda llegar a una justicia cultural entre los pueblos que conforman la humanidad. Esto implica que “no existe ningún modelo de filosofar que haya que considerar como referente absoluto y definidor de la esencia que todos los demás tienen que imitar”7 Más bien se considera a lo filosófico como plural y polifacético.

A diferencia de la filosofía occidental dominante, la filosofía intercultural en Fornet-Betancourt tiene una visión dinámica con respecto a la cultura:

Una filosofía de contextura intercultural podría contribuir a que el mundo del hombre sea menos uniforme o, positivamente dicho, a que la historia humana vaya adquiriendo cada día más el carácter de una orquesta sinfónica en la que la pluralidad de voces es el secreto del milagro de la armonía.8

Busca transformar la razón, a la que se sumarían también las voces que anteriormente fueron excluidas y marginadas. A grandes rasgos, pretende superar el avasallamiento cultural que se produjo por el colonialismo y los efectos que este tuvo sobre la población. Un cambio que el filósofo cubano destaca es el que se produjo con respecto a la idea de sujeto-objeto: por muchos años la civilización dominante concebía a las otras culturas como objeto de su conquista. No consideraban que sus miembros fueran dignos de tener derechos y se les reducía, por ende, al nivel de objetos a su servicio según sus intereses. La filosofía intercultural, en cambio, busca el restablecimiento de toda persona como un sujeto que debe ser respetado y valorado. Todas las voces de los pueblos tienen una razón de ser y son parte del mundo de la vida diverso culturalmente desde donde convocan a otros a partir de la interpretación de su realidad. El filósofo cubano, de este modo, apunta a una universalidad intercultural donde se produzca un constante diálogo entre tradiciones y pensamientos.

Por ello mismo reconoce los acontecimientos históricos de los pueblos, ya que son los que le dan sentido en un determinado tiempo y espacio9. Además, al considerar la condición humana como el lugar de la historicidad, rechaza que la teoría sea la única verdad, más bien exalta la importancia de la experiencia de la vida cotidiana. La práctica es relevante: es a través de ella que se puede realmente experimentar la cultura10.

Otra vez se observa cómo la experiencia es anterior a toda teorización sobre el mundo. Como enseña la fenomenología, la experiencia sensible perceptiva del mundo es anterior y condición de la experiencia teórica, racionalizadora de la que se conforma luego la cultural y el lenguaje. En este sentido, siempre se experimenta el mundo subjetivo-relativo de la vida, y por esta senda también se debe tramitar la aproximación intercultural de la filosofía para poder decir algo interesante sobre la condición humana.

La práctica de la filosofía intercultural, como afirma Fornet-Betancourt, es vital para promover una convivencialidad basada en un esquema de diálogo entre partes iguales y, de este modo, intentar una vida en común más justa y humana. Es, por lo tanto, “una tarea que requiere la participación activa de todos los sujetos que en ella hablan; y en ese sentido cualquier reflexión teórica sobre la misma tiene que esperar a que esos sujetos articulen ellos mismos sus voces”.11

Finalmente, la filosofía intercultural en Fornet-Betancourt tiene un rol fundamental si se tiene en cuenta a la globalización. En un contexto en el que la homogenización entre las personas es una impronta constante de la ola globalizadora, se debe buscar el respeto hacia las diversas culturas:

Y es por eso tarea que da sentido a la filosofía intercultural en nuestro mundo actual, denunciar la falacia de esa retórica del globalismo y mostrar que la reconciliación de la humanidad no se logra por la globalización de un modelo único sino por la universalidad que crece desde el intercambio libre entre la diversidad.12

La filosofía intercultural es necesaria para contrarrestar la fractura social y cultural que existe hoy entre los diversos pueblos y culturas.

3.Fornet-Betancourt y el diálogo intercultural

El diálogo intercultural es una herramienta de la filosofía intercultural. Es un proceso que permite la interacción respetuosa entre diferentes culturas para el beneficio de todos los individuos pertenecientes a cada una de ellas. Dicho de otro modo, “el diálogo intercultural nos parece ser hoy la alternativa histórica para emprender la transformación de los modos de pensar vigentes”13. Para el filósofo cubano es importante que cada pueblo tenga la posibilidad de comunicarse y expresarse libremente, pero, de igual manera, debe poder escuchar a otros pueblos que buscan lo mismo, siempre y cuando se mantenga la igualdad y el respeto entre ambas partes.

Debido a la globalización, el diálogo intercultural ha cobrado una mayor importancia en el mundo de hoy. Ello se debe a que, desde la perspectiva monocultural y hegemónico de la globalización, se presentan las culturas como si fuesen un producto, es decir, un mero instrumento para poder dictar cómo las personas deben vivir y actuar. Por eso, el diálogo intercultural, que defiende Fornet-Betancourt tiene el desafío de buscar y activar alternativas a esa globalización que amenaza con el irrespeto hacia las culturas en el mundo. Más aún, para que se pueda desarrollar una transformación intercultural de la filosofía, la incorporación de un diálogo igualitario entre los pueblos y las culturas es vital. Solo así se pueden solucionar los problemas o las situaciones complejas con el otro ser para poder llegar a un acuerdo en que ninguno se vea perjudicado.

Un elemento significativo en el diálogo intercultural es el lenguaje14, en la medida que otorga la posibilidad de expresar ideas mediante el habla, los signos y los símbolos. De este modo, se produce una comunicación entre los pueblos en que cada uno transmite sus sentimientos, pensamientos e ideas. Debido a que cada cultura presenta ciertas inclinaciones, el diálogo surge como una respuesta para entenderlas y, por ello mismo, comprender mejor a una cultura. Tal diálogo, por lo tanto, no está fundamentado solo en la teoría, sino en las inclinaciones culturales que tienen los sujetos miembros de cada comunidad. Estas inclinaciones son las que le proporcionan una normalidad, muchas veces ficticia, a las culturas. Fornet-Betancourt plantea que tal normalidad puede ser ficticia debido a que lo considerado “normal” por una cultura no necesariamente se considera de tal modo por una mayoría en el mundo; sino porque se ha dado de tal modo en su historia hasta alcanzar el nivel de normalidad. Explica:

El diálogo intercultural es, en lo profundo, un diálogo entre ‘inclinaciones’. Hay que ser sinceros ante este hecho y reconocer que los miembros de una cultura (por ejemplo, un mexicano, un cubano o un alemán) se inclinan por…Las culturas están inclinadas. Eso es lo que hay que buscar en el diálogo intercultural, sincerarse y confesar ante el otro las inclinaciones que tenemos.15

Debido a que los seres humanos son sujetos sociales, comunitarios y culturales, Fornet-Betancourt postula que requieren el diálogo intercultural para poder establecer puntos de acuerdo respecto a confrontaciones o desacuerdos que se puedan producir entre una cultura y otra. Ello refiere a otro aspecto importante: la corrección de la cultura mediante este dialogo, las correcciones deben realizarse cuando una cultura se inclina demasiado. Posibilita que las culturas, al entenderse unas con otras, puedan corregirse mutuamente para erradicar ciertos aspectos negativos mediante una crítica y autocrítica constructiva que permita el progreso común, puesto que “un punto que no hay que perder de vista es el trabajo de autocrítica ante las costumbres que hemos desarrollado en nuestras prácticas culturales, haciendo una especie de fenomenología de nuestras inclinaciones culturales”.16

Se ve, entonces, cómo nuestro autor sugiere la necesidad de “una fenomenología de nuestras inclinaciones culturales”17, pues solo el método fenomenológico es capaz de sacar a la luz todos nuestros prejuicios a fin de conectarnos en el mundo de vida desde el cual emergen las diferentes culturas. Se muestra cómo todo interés o postura tética tiene como fondo una experiencia mundano-trascendental. Es decir, retrotrae a nuestras experiencias más originarias desde donde constituimos todo sentido y validez del ser.

Ahora bien, estas experiencias, al tener como centro a la corporalidad (percepción), no pueden ser las mismas para todas las personas, sin embargo, al darse las cosas solo desde una perspectiva, se sabe que se necesita del otro ser para que complete esas experiencias, para que pueda percibir lo que nuestra visión no; de este modo, se da a nivel de una cultura particular, un completarse de la experiencia particular. En este sentido, cada cultura puede ser entendida como el catalizador que, por medio de las síntesis de concordancias en el tiempo, lleva a un mundo común en el que sus integrantes pueden entenderse.

En este sentido, la intención de Fornet-Betancourt es mostrar que a través del diálogo intercultural esto, que sucede a nivel de la relación individual, también es posible a nivel de las culturas, pues todas ellas solo pueden tener una perspectiva de una parte del mundo único que se habita. Cuando las culturas entran en contacto pueden comprenderse mejor y, de este modo, desechan los elementos que no contribuyen positivamente a su cultura, de tal modo que toman los elementos que sí fomentan un mayor enriquecimiento de estas.

Según Fornet-Betancourt, “las inclinaciones se descubren en las prácticas culturales, es decir, en el diálogo entre prácticas interculturales”18. Por ende, un problema en el diálogo intercultural surge cuando no se sabe diferenciar entre una costumbre y una verdadera práctica cultural. Una costumbre surge ante la repetición de una práctica cultural que no tiene un real valor para un pueblo. Al tener sentido solo por tratarse de un hábito constituido por sus antepasados, no contribuye al enriquecimiento de la cultura. Por esa razón, el filósofo cubano incita a que ello se evite y corrija en el intercambio cultural. Aunque Fornet-Betancourt destaca que ninguna cultura está exenta de caer en las costumbres, “en toda cultura se puede desarrollar una dialéctica de la banalización de lo propio mediante usos, por ejemplo, de costumbrismos, folclorismos que banalizan”.19 El diálogo debe prevenir que las prácticas culturales se conviertan en meras costumbres que monotonizan la cultura y, al mismo tiempo, debe buscar un equilibrio para beneficio de sus miembros.

Por último, en lo que refiere al diálogo intercultural, Fornet-Betancourt postula que siempre se debe buscar que el “otro” pueda actuar en completa libertad para que no se vea obligado a pensar de cierta forma por presión de una idea mayoritaria o por imposición. Por lo tanto:

El diálogo intercultural sigue siendo el desafío que históricamente estamos obligados a asumir, porque es al menos por el momento la única alternativa que promete conducirnos a la cancelación efectiva de formas de pensar que, de una u otra manera, se resisten al proceso de la argumentación abierta, al condensarse en posiciones dogmáticas, determinadas además únicamente desde una perspectiva monocultural.20

Principalmente, el diálogo intercultural busca el desarrollo de las culturas por medio del contacto con el “otro”; aprender a compartir un mundo en común que cada quien experimenta de un modo distinto, desde su propio ser y estar.

4.Encuentro con el “otro” en la perspectiva de Fornet-Betancourt

La noción del “otro”, desarrollada por Fornet-Betancourt, indica que el sujeto o ser que participa en el proceso del diálogo intercultural debe producir una relación armoniosa y un reconocimiento de validez mutuo. En este encuentro con el “otro”, las personas trascienden al ser reconocidas como seres humanos, sujetos semejantes entre sí, con vivencias propias. Lo descrito sucedería en un encuentro ideal; sin embargo, “lo que aconteció hace 500 años en el ‘descubrimiento-conquista’ fue más bien el autodescubrimiento de la cultura conquistadora como empresa imperial. No hay comunicación con el otro, sino monólogo consigo mismo”.21

La filosofía intercultural que desarrolla Fornet-Betancourt, entre sus objetivos, busca devolverle a todo ser humano su valor como tal. El ver al “otro” desde el punto de vista de la filosofía intercultural implica comprender que este sujeto no es un objeto de estudio, más bien es un sujeto que, eventualmente, también es un interlocutor capaz de interpelar.

Comprender al otro, acogerlo en su otredad y hospedarlo, es siempre un proceso que implica escuchar el reclamo de vida y mundo propios que representa la alteridad del otro; por eso no se puede quedar en una experiencia abstracta de abertura cognitiva, sino que se tiene que concretar en la repartición justa de la realidad histórica, en una política de restitución que complementa el reconocimiento con la devolución de lo que se le ha negado. En esta doble y complementaria dialéctica se mueve la propuesta de la filosofía intercultural.22

La estructura que toma el “otro” se basa en sus propias experiencias, ya que estas son las que lo han ido formando a lo largo de su vida. La experiencia es donde se produce el encuentro con el “otro” que permite la relación y el conocimiento de la realidad histórica de cada uno. Un adecuado encuentro, según Fornet-Betancourt, debe darse a partir de condiciones de igualdad entre ambas partes; pues cada sujeto busca el ser reconocido, escuchado, respetado y valorizado. El ser respetado y valorizado como ser humano implica que también se cree consciencia respecto a otros seres con las mismas condiciones.

Para transfigurar la figura del mundo haciendo de éste un mundo multiverso en el que cada uno de sus lugares se realiza y celebra la verdad de cada ser humano como condición de la realización de la verdad de todos y en el que, por consiguiente, la utopía de una nueva universalidad solidaria, va encontrando su lugar en nuestra historia, se va historizando y/o mundializando.23

Un tema central en el encuentro que concibe el filósofo cubano es que no se puede definir al “otro”, pues al hacerlo se le quita su condición humana. El definirlo implica convertirlo en un objeto de conocimiento sin mayor valor que cualquier otra cosa; mientras que, en realidad, el “otro” presenta un valor existencial propio que debe ser respetado. Además, una definición se dificultaría en una comunicación entre personas con diferentes culturas y, más bien, generaría obstáculos. No solo sería un largo proceso el definir al otro, sino que, al ser parte de una realidad cambiante, se le limitaría a un concepto de lo que es, sin dejarlo llegar a lo que quiere ser. Según Fornet-Betancourt:

A un nivel más concreto se trataría, en segundo lugar, de no convertir nuestra propia manera de pensar en el lugar de encuentro con el otro; es decir, no hacer de nuestro mundo categorial el centro desde el cual nosotros comprendemos al otro, en el sentido de definirlo y determinarlo a la luz de nuestro horizonte de comprensión.24

Para nuestro filósofo, tal acción sería perjudicial, ya que no se tendría un acceso real al otro, sino más bien se le definiría erróneamente al no tener en cuenta su cultura o contexto. En el encuentro con el “otro”, por lo tanto, se debe procurar “no buscarlo desde nosotros o desde nuestro punto de vista, sino dejarnos interpelar por su alteridad y tratar de encontrarlo desde su propio horizonte”.25

En lo que respecta a las culturas, para Fornet-Betancourt el “otro” viene a ser el “pueblo” que está conformado por elementos propios que le dan sentido. Tiene una propia voz y la capacidad de expresar por sí mismo sus ideas y pensamientos. Además, la dimensión que lo compone hace que siempre sea único. A pesar de ello, como ha sucedido a lo largo de la historia, es usual que el encuentro con el “otro” sea violento y destructivo para una de las partes. El negar al otro, según el filósofo cubano, no siempre implica un daño físico; usualmente se le destruye a nivel psicológico, lo que genera un mayor impacto a largo plazo. En esta negación se reduce al otro al nivel de un objeto que puede ser utilizado según le convenga a quien domina el encuentro. Un pueblo que es visto desde esta perspectiva imperialista puede ser desvalorizado y arrebatado de todo lo que lo constituye, según los intereses del imperio, lo cual solo puede ser perjudicial para el desarrollo de la interculturalidad y los mismos seres humanos. Por todo ello, Fornet-Betancourt plantea que el encuentro con el “otro” no puede producirse a partir de lo monocultural, sino con la intención de fomentar el diálogo humano que restituya al otro aquello que se le ha arrebatado: la palabra. Lo que se busca con esto es la justicia cultural o el equilibrio epistemológico.

5.Interculturalidad y mundo de la vida en Fornet-Betancourt

En una cultura, los miembros de la comunidad comparten un espacio, unos rituales, unas creencias e ideas que le dan sentido a su mundo de vida. Para Fornet-Betancourt, si bien todos los seres humanos comparten un mismo mundo, cada quien lo percibe y experimenta desde su propio punto de vista, el cual se ve afectado por el contexto y mundo cultural en el que vive. Los grupos de personas siempre viven en un mundo de la vida que se ve caracterizado por un tiempo y espacio determinado que ha sido constituido según las preferencias del grupo a lo largo de su historia. Además, las tradiciones tienen un rol fundamental en los mundos culturales.

Son resultado de completos procesos de vida cotidiana, de lucha por la interpretación, la documentación, la transmisión de los que se considera ‘memorable’, etc. Las tradiciones, en una palabra, son acontecimientos históricos y como tales orientan la vida cultural de una comunidad, pero sin significar el punto final de una cultura.26

Fornet-Betancourt pone en relieve el efecto que tienen las teorías que se elaboran con respecto a una cultura. Lo que plantea es que el conflicto entre culturas, usualmente, no surge de la convivencia entre estas o la experiencia de la una con la otra; por el contrario, es el teorizar una cultura y definir su mundo cultural lo que dificulta el diálogo intercultural27. A partir de ello, el autor propone la liberación de las culturas de las teorías desde las cuales se intenta entenderlas. Es necesario abordar los mundos culturales mediante la experiencia y dejar de lado la teoría que genera un distanciamiento entre las diversas culturas. Plantea Fornet-Betancourt:

Hay que devolver las culturas y las prácticas culturales de las personas y las comunidades a los mundos de la vida y a sus historias locales, que es donde late la diversidad y donde al mismo tiempo se proyecta la convivencia, porque son lugares en los que a las preguntas del otro no se responden con una teoría o interpretación sino contando una historia.28

De este modo se entiende la importancia que tiene el mundo de la vida en relación con las culturas, pues en estas se desarrollan los mundos culturales de las diferentes comunidades con sus respectivas culturas. Una teoría no basta para interpretar a una cultura, sino que es necesario intentar acceder a su mundo de la vida cultural para poder experimentar sus prácticas y tradiciones de un modo adecuado. La teoría nunca puede responder de forma directa o actualizada a las cuestiones culturales de una comunidad, ya que esta se reactualiza constantemente y, por lo tanto, una cultura solo podría mostrar una versión antigua de la cultura actual. Es por tal razón que el mundo cultural prevalece sobre una teoría correspondiente a una cultura en particular.

Cada cultura presenta una subjetividad comunitaria. El mundo de la vida cultural es formado y conformado por todos los miembros de la comunidad, quienes le dan significado y sentido. Si bien cada persona tiene un propio mundo de la vida, al ser parte de una misma cultura, el conjunto comparte un mismo mundo cultural que ha sido desarrollado y transformado por las pasadas generaciones. La noción de interculturalidad propone que las culturas se relacionen de modo que cada mundo cultural mantenga su propia intersubjetividad29 y respete la subjetividad ajena. Según Fornet-Betancourt: “compartir la subjetividad es compartir la ‘mentalidad’ como un espacio que llega a crear una cierta esfera interior, pero que es un espacio en el mundo y para el mundo”30. Por lo tanto, para el filósofo cubano, las culturas deben compartir su propia realidad sin que ninguna domine o conquiste a la otra. Solo así la interculturalidad va a crear conciencia sobre el valor propio que tiene cada cultura, el cual no puede ser reducido por culturas ajenas.

Es en el mundo de la vida es donde las personas de una comunidad deciden si es que pueden convivir y el modo en el que van a hacerlo31 . Es el campo donde se pone a prueba la propia interculturalidad como una disposición del ser humano. Al reconocer cómo es el mundo de la vida y entender su funcionamiento, el ser humano y su comunidad van transformándolo al darle significados a un nivel individual y comunitario: de este modo lo constituyen.

Las personas solo pueden acceder a otro mundo cultural desde el suyo propio; lo cual implica que previo al encuentro con el otro ser, ya se tengan juicios formados que pueden ser un obstáculo para el diálogo. Esta transformación intercultural de la filosofía busca que, a pesar de los prejuicios existentes, las personas respeten los mundos de la vida ajenos o diferentes para que cada grupo viva en igualdad y dignamente. Si no se llega a ello, se produce un conflicto de intereses entre las culturas, lo cual se puede traducir en que una de ellas intente dominar e imponerse sobre la otra. En esos casos, las culturas y, con ella, sus mundos culturales, se ven en peligro, pues los elementos característicos son erradicados o desplazados para sustituirse según los intereses de la cultura dominante.

Se debe llegar al descubrimiento de que el mundo de la vida propio es una visión del mundo, una perspectiva que puede diferir de la realidad del mundo todo. Por lo que el filósofo cubano propone que el mundo de la vida personal no tiene que ser el único o el más importante, debe ser solo una perspectiva de lo que es realmente el mundo: “mundo de la vida es el ámbito de aprendizaje y enseñanza de comunidades, su lugar de saber llevar la vida y de corregirse”32. El diálogo intercultural tiene un rol fundamental para que los mundos culturales ajenos puedan entenderse y respetarse, al comprender que hay más perspectivas del mundo que la propia.

Además, con Fornet-Betancourt se llega a la idea de que con la interculturalidad se puede transformar y mejorar un mundo de la vida cultural, pues la diferencia enriquece las perspectivas múltiples. No obstante, un intercambio de ideas no implica que cierta idea, por ser la más respetada o la predominante, deba ser la única considerada como válida. Lo mismo se aplica al intento de homogenizar los mundos de vida de las personas por medio de la globalización. En esta medida, el mundo cultural de los grupos minoritarios se ve atacado en un intento de que los pensamientos de los grupos mayoritarios sean los que prevalezcan sin importar las diferencias entre las concepciones de mundo de la vida que cada uno tiene. En tales contextos, la filosofía intercultural que concibe Fornet-Betancourt debe aplicarse y desarrollarse para superar las asimetrías e injusticias culturales.

6.Consecuencias de la convivencia intercultural

La transformación intercultural de la filosofía, según Fornet-Betancourt, “apunta a una nueva forma de ejercitar el quehacer filosófico en beneficio del mejoramiento social y cultural de los seres humanos” 33. Es decir, la filosofía se reconoce como plural y en diálogo constante con las diversas culturas y perspectivas de mundo.

Una filosofía interculturalmente transformada se abre a la diversidad cultural que existe en el mundo. Ello es ventajoso para esta filosofía en la medida que se aprecia la filosofía de otras culturas y, por consiguiente, se produce otro tipo de praxis cultural y política. Se incrementa y facilita la comprensión de las diferencias culturales y el modo en el que vive cada comunidad según su cultura. Por ello, Fornet-Betancourt pone en relieve que no es un estilo de vida elegido, sino que es un mundo de vida cultural organizado y establecido34. Según él, para que se practique y se produzca el respeto de todos los seres humanos, se requiere comprender que la diversidad cultural es en realidad positiva y beneficiosa para el mundo en común.

Como argumenta Fornet-Betancourt, la filosofía intercultural tiene una gran importancia para la humanidad.

Pues nos da el marco para una praxis cultural y política que sabe que las diferencias culturales son sólo una amenaza para el orden hegemónico que pretende nivelar el mundo en su diversidad, pero en ningún caso una amenaza para la vida.35

Por ello mismo, las diferencias culturales no deben suprimirse, sino más bien respetar a cada grupo de personas con la cultura que lo caracteriza. Fornet-Betancourt explica que lo que usualmente se intenta es neutralizar estas diferencias al entenderse erróneamente y creer que amenazan al orden, cuando deberían potenciarlo. Aquel reconocimiento no debe ser solo exterior, sino que en la misma cultura, desde adentro, sus miembros deben aprender el valor que tienen incluso siendo parte de la minoría en un país.

Otra consecuencia de la filosofía interculturalidad para la convivencia es el aporte que tiene esta con respecto a la política. Por medio de esta filosofía y en respuesta a los reclamos de tolerancia y pluralismo, la política debe reconocer que cada cultura tiene un mundo de vida cultural propio y, por lo tanto, tiene derecho a ver el mundo desde tal perspectiva36. Ello conlleva, principalmente, a que se permita que sus habitantes vean el mundo desde su propio modo de vida sin intentar modificarlo según lo que dicta la mayoría. Además, en el ámbito social también se requiere esta filosofía. A lo largo de la historia siempre se ha rechazado lo diferente o ajeno por no ser familiar o conocido. Con la perspectiva intercultural que desarrolla Fornet-Betancourt, las personas se pueden beneficiar de lo ajeno al comprender que lo extraño no es perjudicial sino complementario. En suma, es en la práctica diaria que se vive la interculturalidad:

Se trata de una cualidad que puede obtener cualquier persona y cualquier cultura a partir de una praxis de vida concreta en la que se cultiva precisamente la relación con el otro de una manera envolvente, es decir, no limitada a la posible comunicación racional a través de conceptos sino asentada más bien en el dejarse ‘afectar’, ‘tocar’, ‘impresionar’ por el otro en el trato diario de la vida cotidiana.37

En última instancia, una filosofía intercultural como la que propone el filósofo cubano se opone al constante avance de la globalización que intenta homogenizar los modos de vida apropiándose de la economía, cultura, democracia, sociedad, entre otros. Como afirma Fornet-Betancourt, la filosofía intercultural rechaza una globalización que se opone a una concepción de la historia

Donde ésta se hace desde y con sus diferencias, desde el valor de sus memorias en todos los pueblos; es decir, no una historia lineal, reducida a la línea que dibuja el progreso en su sentido occidental, sino una historia pluriversa, con muchas líneas y futuros posibles.38

La filosofía intercultural de Fornet-Betancourt, por ello, establece la importancia que tiene la historia de los pueblos39, al ser el factor que determina su vida cotidiana y denuncia la amenaza que supone la globalización sobre sus prácticas culturales.

7.Relación de la filosofía intercultural con la filosofía latinoamericana

Fornet-Betancourt explica que la filosofía llamada latinoamericana, por mucho tiempo, fue una reproducción de la filosofía europea occidental, por lo que no reflejaba realmente las ideas y los pensamientos de los pueblos latinoamericanos. Mediante la conquista y durante la época colonial se introduce e impone la cultura europea con sus sistemas, organización y métodos de investigación. Por ello, durante mucho tiempo, la filosofía desarrollada en Latinoamérica tuvo una estructura ligada a los pensamientos e ideales europeos, y dejó de lado su propia realidad, a saber:

No olvidemos que con la conquista y la colonización –que es también una empresa de colonización espiritual–se impone, en efecto, la cultura europea con su sistema universitario y sus métodos de investigación. Y la filosofía, en tanto que es parte de esa cultura, reproduce en América Latina el modelo cultural que se trae de Europa. Así se ‘explica’ que la tradición filosófica que se llamará (en forma realmente impropia) latinoamericana se desarrolle como una recepción fiel de la filosofía europea. Por eso podemos ver que los manuales de historia de la filosofía latinoamericana dividen la evolución filosófica de los países latinoamericanos en etapas que corresponden a los períodos históricos de la recepción de corrientes europeas. De este modo se habla, por ejemplo, de la etapa escolástica, de la etapa de la ilustración, de la época positivista o de la fase del marxismo.40

Ese modelo de filosofía latinoamericana no recogió las tradiciones de la cultura náhuatl, maya, andina, guaraní, entre otras muchas ignoradas. Por el contrario, tal modelo entraba en un conflicto constante con los pensamientos y las tradiciones de los pueblos latinoamericanos. Por consiguiente, para Fornet-Betancourt, la historia del desarrollo de la filosofía latinoamericana muestra una constante negación de la pluralidad cultural y la desvalorización de las tradiciones indígenas, negación vigente hasta el día de hoy41. Por tal motivo, “la dominación interiorizada nos ha llevado a comprendernos no solamente desde la imagen que de nosotros han presentado los otros (…) sino además a preferir la imitación”42

Fornet-Betancourt considera que la situación empezó a cambiar desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando se inició la renovación de la filosofía en América Latina. Por una parte, fueron fundamentales los movimientos indigenistas que, al reconocer su valor, reclamaron los derechos que les corresponden y el establecimiento de la justicia cultural y social para las comunidades indígenas oprimidas. Por otra parte, una vez que se alcanzó la independencia nacional, se empezó con la elaboración de una filosofía latinoamericana que pudiera afrontar los desafíos que se presentaban en tal contexto de desigualdad y lucha. Según su perspectiva:

La filosofía en América Latina inicia un proceso de contextualización de su reflexión que, a pesar de sus limitaciones, es sin duda positivo, porque por dicho proceso se reduce la distancia que separa filosofía y cultura propia en América Latina.43

Ya en el siglo XX se produce la ruptura entre la filosofía latinoamericana y la filosofía europea. Ello se debe a que empiezan a buscar fuentes propias que le den sentido a su historia. A partir de ello, para Fornet-Betancourt, los pueblos latinoamericanos empiezan a entenderse a sí mismos con una voz propia y no como el reflejo de pensamientos europeos que reducen tanto su cultura como su modo de vida, donde se negaba su condición de seres humanos con derechos que deben ser respetados.

De igual modo, el filósofo cubano considera que esta ruptura no significa que la filosofía latinoamericana se vea desligada por completo de la herencia europea, por el contrario, muchos métodos y hábitos se mantienen en las investigaciones latinoamericanas.44

Desoccidentalizar la filosofía desde su origen, es decir “desde la cuna”; pero no por un efecto antioccidental ni por regatearle méritos a Occidente, ya que esa desoccidentalización significa simplemente un poner a Occidente en su lugar, es decir, verlo como un lugar de tradiciones complejas que, desde siempre, ha estado en relación con otros mundos … 45.

Además, aún se presentan límites sustanciales debido a que no se considera toda la diversidad cultural que convive en el continente. En cambio, plantea que se le ha dado una mayor relevancia solo a una parte de la cultura latinoamericana que es considerada como la más representativa. Esto se evidencia en que muchas culturas fueron excluidas nuevamente mientras que, por ejemplo, la cultura mestiza se convirtió en la predominante. Ello es perjudicial, pues no representa realmente a todas las culturas que se pueden encontrar en América Latina. Como explica Fornet-Betancourt, “(...) una filosofía latinoamericana que se relacione solamente con dicha cultura mestiza no está todavía en diálogo con toda la diversidad cultural de los pueblos latinoamericanos”46.

A pesar de ello, postula que la transformación y liberación de la filosofía latinoamericana fue positiva, ya que ahora se percibe al otro ser desde una perspectiva diferente: como un sujeto que se debe respetar manteniendo una relación de igualdad. También se empieza a situar a cada pueblo en su contexto histórico y la realidad que le corresponde, por lo que pueden vivir según su mundo cultural. Por otro lado, se empezó a establecer la interculturalidad, lo que fue una lucha que se tuvo que llevar a cabo paulatinamente, pues se pasó de la reducción del “otro” a objeto, a su reivindicación como un sujeto que piensa, siente, se expresa y comunica. Para Fornet-Betancourt, la filosofía latinoamericana es intercultural debido a que “estamos asistiendo a la emergencia consciente de tradiciones de pensamiento que han sido sepultadas o marginadas por la dinámica de expansión imperial de un logos mono-cultural que ha tratado de uniformar la historia de la filosofía”47.

Finalmente, el cambio que se produjo en la filosofía latinoamericana permitió un acercamiento entre las diferentes culturas que antes se vieron marginadas y explotadas. Una vez que se ha introducido lo intercultural se puede producir una relación que permita a las culturas un mayor desarrollo y un encuentro con el “otro” como partes iguales donde ambas partes obtengan beneficios. Para Fornet-Betancourt, es así como se desarrolla el ideal de la interculturalidad en Latinoamérica. Ideal, porque esta sigue caracterizada por la injusticia cultural. La interculturalidad aparece, así, como un ideal regulativo que se busca, que se anhela o se procura mediante la trasformación intercultural de la filosofía como uno de sus primeros pasos hacia la construcción de un mundo de la vida cultural enriquecido por el diálogo intercultural48.

8.El impacto de la filosofía intercultural en la filosofía latinoamericana

Como se vio anteriormente, Fornet-Betancourt afirma que la interculturalidad debería tener un gran impacto en el desarrollo de la filosofía latinoamericana. Ello se debe a lo siguiente:

Recibe el impacto de la irrupción protagónica de los pueblos indígenas (y afroamericanos) en la historia del continente, y siente la presión de radicalizar su proceso de contextualización abriéndose justo al diálogo con las culturas y tradiciones de pensamiento que hasta ese momento había descuidado a razón de su anclaje en la cultura mestiza. 49

Una vez que la filosofía latinoamericana se abre a la pluralidad, se produce un giro intercultural. Se asume ahora como materia filosófica a la diversidad de culturas latinoamericanas con toda su pluralidad. Según Fornet-Betancourt, debido a la explosión intercultural, esta filosofía se ve en la obligación de adaptarse al nuevo contexto, por lo que busca medios de reconocimiento para hacerse cargo de las diversas culturas en convivencia y, además, darse un nuevo horizonte:

La convivencia … marca la armonía que se iría logrando por la constante interacción en el campo histórico-práctico y por lo subsiguiente plataforma intercomunicativa que irían tejiendo los discursos en la misma explicación de sus controversias.50

El real encuentro entre las filosofías y la diversidad cultural, donde la interculturalidad es la perspectiva desde la cual las filosofías están invitadas a superar el monoculturalismo violento de la globalización, como explica el filósofo cubano, ocurre en 1999, durante el primer congreso de filosofía intercultural que se celebró en México. Es allí donde se encuentran importantes representantes de la filosofía latinoamericana y de la filosofía intercultural51. Fornet-Betancourt considera que es en ese momento cuando se produce un intercambio directo de ideas, planteamientos y pensamientos que generan expectativas sobre el camino que seguiría en adelante la filosofía en América Latina.

Así, para este filósofo, la filosofía intercultural tuvo un gran impacto en la filosofía latinoamericana y su propia transformación.

El pensamiento filosófico que surge a partir de la toma en cuenta de la realidad intercultural planetaria y del continente americano muestra visos de reconocerse a sí misma como una alternativa ética frente a la propuesta violenta, reduccionista y monocultural de la globalización neoliberal.52

En primer lugar, es debido al contacto con la filosofía intercultural que la filosofía latinoamericana se encuentra con el proyecto de su propia transformación intercultural, que como proceso, como camino, no tiene un centro único, más bien está conformada por la pluralidad de culturas con una dinámica que apunta al diálogo entre diversas culturas del saber53. En segundo lugar, la interculturalidad es fundamental para la filosofía latinoamericana, ya que permitió que se redescubriera a sí misma con todos los elementos valiosos que la conforman y fueron dejados de lado por años, debido a la visión eurocéntrica que le fue impuesta. En tercer lugar, el encuentro entre la filosofía intercultural y la latinoamericana fue lo que permitió que esta última, más allá de su contexto y la realidad histórica pensada por la filosofía de la liberación, asistiera a la invitación para su propia transformación intercultural y empezara a desarrollar una filosofía que se fundara en la diversidad. Por último, la interacción entre ambas filosofías contribuyó a que la filosofía latinoamericana, o al menos un sector de ella, empezara a entrar en contacto con los saberes originarios y la diversidad cultural para construir una nueva visión del mundo donde cada cultura tiene relevancia y una voz que debe ser escuchada54.

El cambio en la filosofía latinoamericana en relación con la filosofía intercultural ocurre cuando esta empieza a entrar en contacto con la realidad humana y la historia que conforma su pasado; se presenta como un nuevo camino que se opone a la monoculturización que se impuso durante la época colonial. La nueva filosofía latinoamericana intercultural a la que el filósofo quiere llegar adquiere su sentido según las vivencias de los sujetos, que son quienes crean y transforman el mundo.

La necesidad de la interculturalidad en Latinoamérica se entiende al tener en cuenta el pasado histórico del territorio. Con la invasión europea al continente empezó la opresión, destrucción y marginación de las culturas minoritarias. Para Fornet-Betancourt, se reduce al “otro” a una relación de sujeto-objeto donde se le priva de sus derechos como ser humano y se le somete a un proceso de colonización que destruye el sistema de su propia cultura mientras se le impone un supuesto único modo de vida posible.

9.La filosofía intercultural y la autoridad de la melancolía: Tareas pendientes

En los últimos años, Fornet-Betancourt se ha preocupado por el tema de lo humano y el humanismo. La noción de melancolía ha sido el hilo conductor para establecer el paralelo y la crítica a los diferentes humanismos del siglo XX. La postura de nuestro filósofo es la de rescatar la interculturalidad como clave del humanismo en la medida en que es una tendencia en el ser humano. Esto supone, leer en clave intercultural a los distintos humanismos y desde ahí trabajar en la construcción del proyecto de la transformación intercultural de la filosofía. En lo que sigue, se dará cuenta de las principales tesis del último libro publicado por Fornet-Betancourt al respecto: Con la autoridad de la melancolía. Los humanismos y sus melancolías (2019) para poder comprender los derroteros de su proyecto de un filosofar intercultural.

Por ello, lo primero que se puede decir sobre este profundo trabajo de Raúl Fornet-Betancourt es que se trata de un libro osado que vuelve sobre uno de los temas más antiguos y trajinados de la filosofía: la cuestión de lo humano; para tratar de sacar a luz “la perfectibilidad humana del ser humano” desde la perspectiva de la melancolía, entendida como el impulso a buscar el perfeccionamiento ético, espiritual y antropológico de la humanidad de los seres humanos, que prepara, a su vez, el camino para la transformación intercultural del humanismo en diálogo con las principales teorías sobre lo humano que se han planteado por el occidente europeo durante el pasado siglo XX.

Desde un primer momento se dejan en claro dos cosas. Por un lado, que no se habla del humanismo como un programa único patrimonio de Occidente, sino que, más bien, se habla de humanismos. Es decir, que incluso en el occidente europeo, que es con quien se dialoga en este trabajo, existen varias perspectivas del humanismo. Pero, Fornet-Betancourt encuentra que todas ellas tienen como hilo conductor “la confianza en la bondad de lo humano y, en consecuencia, en la perfectibilidad humana del ser humano55 (cursiva del original). Esta confianza nos lleva más allá de la defensa del humanismo como programa, de lo que se trata, no se cansa de señalarlo Fornet-Betancourt, es de comprender y defender la calidad de la humanidad nuestra y en nuestra historia. Por el otro lado, el libro que se comenta también tiene como objetivo preparar el camino para “un diálogo entre memorias de humanidad desde sus melancolías56 (cursiva del original). Es decir, el texto no constituye una propuesta más de otro tipo o modelo de humanismo, sino, más bien, su intención es resaltar la apertura de los distintos humanismos occidentales al diálogo intercultural, pues en todo humanismo, cualquiera sea la cultura que lo exprese, se encuentra como impulso de fondo la melancolía.

El libro también trae un mensaje de honda esperanza. En una época en que se ha decretado desde todos lados la muerte de lo humano y en la que el ser humano es el peor peligro para la propia humanidad, en la que la tecno-ciencia se ha desvinculado de la vida y en la que se habla de un post humanismo, Fornet-Betancourt, con este trabajo, hace un llamado a la renovación de la esperanza de la humanidad en lo humano. Aquí se debe entender humanidad en el sentido normativo, en aquello que desde antiguo nos ha caracterizado como seres humanos: la búsqueda de un sentido que nos trasciende y donde se espera encontrar nuestro perfeccionamiento espiritual. Tal es la ambición de este arduo trabajo que muchas veces aparece como una voz solitaria en medio de una feria de las vanidades.

Por ello, Fornet-Betancourt emprende un diálogo honesto y evaluativo con las principales vertientes del humanismo europeo del siglo XX. Se nota en ellos una verdadera conversación entre filósofos que, a contracorriente y desde diferentes tradiciones y perspectivas, se encuentran tras un objetivo común: La humanidad de los seres humanos. Ya sea al poner el acento en la libertad, el ser, la trascendencia, la existencia, la cura del alma, el cristianismo o la perspectiva intercultural, todo ello converge, desde la lectura de nuestro autor, en que se encuentran animados por la melancolía.

Pero, qué entiende Fornet-Betancourt por melancolía. Dedica tres capítulos a explicárnoslo. Intenta el camino de la vía negativa para decir lo que no es. Y no es la melancolía psicológica entendida como depresión, tristeza, desánimo. Al contrario, la melancolía se entiende en este libro como lo que sostiene el deseo de perfección de los seres humanos:

Se trataría, por consiguiente, de comprender la melancolía como una situación ontológica envolvente en la que se nos muestra la condición humana conmovida por el ´debate espiritual´ ante la búsqueda de un horizonte de sentido que se le revele a la vez como norte y ancla en el camino hacia una ´consumación´ de la vida que no sea simple realización de posibilidades sino experiencia de plenitud.57

De hecho, por esto la llama –parafraseando a Nicolás de Cusa- “Docta Melancolía” porque ella es la que nos hace saber sobre el pesar del “más” que habita en lo humano. Es decir, de aquello que nos impulsa a buscar lo “ancho” y lo “abierto”, a ir más allá de nuestro propio ser, el lugar donde habita nuestra humanidad.

De esto va lo que nuestro filósofo llama “humanizar la humanidad”. Es decir, por medio de la eticidad y la sabiduría de la historia de la humanidad, la melancolía instruye de una manera normativa sobre una idea de lo que debe ser lo humano en su condición de humanidad. En otras palabras, “que por ese trasfondo podemos nosotros, la humanidad de hoy, suponer que sabemos algo más de lo que sobre el hombre nos dicen las guerras y las situaciones de opresión e injusticia que azotan la historia presente de nuestras generaciones. En suma: ´Sabemos´ más humanidad que la humanidad que hoy realmente somos”58. La melancolía debe entenderse, entonces, como ese proceso de perfectibilidad espiritual y moral que eleva a lo humano a la benignidad, la compasión y la misericordia. Es decir, al cultivo de lo humano.

Esta enseñanza y cultivo de lo humano es tarea irrenunciable de la filosofía entendida como horizonte de sabiduría y no como un receptáculo de la epistemología hoy dominante y hegemónica. Ella debe volver a sus orígenes de saber sapiencial que se encuentre al servicio de las preocupaciones del alma humana. Fornet-Betancourt aboga, aquí, por una transformación sapiencial de la filosofía que equilibre el saber epistemológico sobre el ser humano con la reflexión sobre lo humano alimentada por la melancolía.

[Pues ella] es el velo que cubre toda vida humana con una profunda tristeza en la que se refleja el anhelo de enteridad de ser que le es inherente. Por eso mismo la melancolía es también el sentimiento que puede mover al hombre a elevarse a un conocimiento que le facilite la superación de la visión unilateral de su humanidad y, con ello, la restitución del lazo con el verdadero centro de la vida.59

Se está, de esta manera, ante la revelación de la “plenitud de la humanidad”, este es el sentimiento que más fuerza otorga al ser humano en contextos adversos, pues mantiene en el alma humana el deseo vivo de “ser de verdad” y se muestra como un malestar ante la falta de humanidad.

El libro presenta también dos experiencias singulares respecto de la melancolía. Una fáctica e histórica como la de mayo del 68, la que presenta como una memoria melancólica de la humanidad, pues supone una época en que, frente al avance incontenible de una sociedad deshumanizante, la juventud de París recogió una suerte de espíritu de época (ese mismo año en América Latina se produjo la Conferencia Episcopal de Medellín) en la que se dejó escuchar una memoria melancólica de la humanidad que exigía libertad y autenticidad ante el vacío humano de una sociedad signada por el consumo y la fatua diversión. El otro momento, que constituye el capítulo más largo del libro, es el que se detiene en el estudio de la relación entre melancolía y libertad. Luego de pasar revista principalmente a las posturas de Schelling y Heidegger, se termina por concluir que “hay, en suma, un ´residuo´ de melancolía en la realidad finita de la libertad humana; el ´residuo´ del deseo de enteridad que abre a su propia posibilidad y por el cual siente en lo más íntimo de sí misma la conmoción “… como moción a buscar la plenitud de su ser”60. Desde esta perspectiva, la melancolía pertenece al horizonte de la realización humana como vía para humanizar, por medio de la memoria de humanidad, al ser humano y contrarrestar el poder de aquello que convertido en mera banalidad, estrecha la libertad humana haciéndola perder de vista su vocación originaria.

Todo este recorrido le permite a Fornet-Betancourt reconocer la melancolía en cada uno de los filósofos con los que inició su diálogo. En suma, se podría decir que detrás de todo humanismo existe la voz de la memoria de la humanidad que se expresa como melancolía de aquello que nos impulsa siempre a ser agentes de humanidad. Es en ese sentido, “… lo que hace posible esa inclinación de la balanza a favor de la luz es la socialización de la melancolía, la fundación de comunidad desde el dolor que sienten los y las que padecen el pathos de la melancolía como ´mal de amor´ por la situación del mundo y el empequeñecimiento del ser humano”61.

Por eso mismo este libro se propone como una tarea para retomar el ethos del humanismo y defender, en cualquier memoria de la humanidad o humanidades, la persistencia terca de lo humano. “La autoridad de la melancolía debe ser deletreada en toda su intensidad, ya que está sostenida por las muchas y diversas memorias melancólicas en que el género humano ha guardado en los viveros propios de sus culturas y religiones las esperanzas de satisfacer humanamente los anhelos del alma”62. Esta autoridad es una invitación a persistir a creer en la humanidad de las personas.

10.A modo de conclusión

El proyecto de una transformación intercultural de la filosofía parte del suelo del mundo de la vida. Es esa raigambre dóxica desde la que se constituyen las diversas culturas que, sin embargo, son parte de un mundo único. En ese sentido, la propia filosofía de Fornet-Betancourt bebe de las fuentes de la fenomenología y la asimila creativamente para proponer un cambio en el modo de pensar nuestra propia realidad latinoamericana y de producir filosofía en nuestro medio.

De hecho, Fornet-Betancourt parte de la necesidad de entender la interculturalidad a partir de la descripción o interpretación de cada mundo particular e histórico, sin negar u omitir el trabajo siempre universal de la filosofía. Por un lado, hace un llamado a que la filosofía no debe nunca interrumpir el diálogo con su propia tradición, pero que tampoco debe limitarse solo a ella. Es decir, se trata de no tradicionalizar el lazo de la filosofía con su propia tradición, pues a ella ninguna tradición –menos aún, la suya propia– le fue nunca suficiente. Esto lleva a la idea de deseuropeizar a la filosofía para ponerla en diálogo con todas las otras tradiciones o mundos particulares antes silenciados. Del mismo modo que la fenomenología, se trata de comprender lo universal a partir del contexto del cuál surge.

La filosofía intercultural no renuncia a su vocación universalista. En el mismo sentido en que la fenomenología lo proclama, la visión intercultural de la filosofía latinoamericana tampoco encuentra contradicción entre la universalidad de la filosofía y la particularidad de cada mundo de vida. Es más, nos invita en tanto filósofos a iniciar un diálogo franco con cada una de estas culturas que comportan en sí mismas un saber que compone el mosaico que es el mundo en que habitamos.

Se debe, por ello, poder entender la filosofía intercultural como algo más que un instrumento de liberación, viene a ser una filosofía que permite unir a las personas de diferentes culturas sin que ninguna de ellas se vea amenazada por la otra en un intento de dominación, pues esto solo incrementa la fractura social. No se debe pretender que la concepción que un sector de Occidente tiene del mundo, solo por ser mayoritaria, sea la correcta, la filosofía intercultural busca que se acepten los diversos mundos culturales como correctos y que se respete que cada cultura actúe de acuerdo con sus tradiciones y creencias, sin importar que tanto difiera con otra cultura. Se trata de avanzar hacia el ideal de la convivencialidad que implica ir más allá de la convivencia.

11.Referencias bibliográficas

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Madrigal, V. 2008. Una aproximación a la filosofía intercultural de Raúl Fornet-Betancourt: Retos que se le plantean a la teología. Revista de Teología Siwô, 287-313.


1 Este artículo tiene como base el capítulo segundo de la tesis que presenté a la Pontificia Universidad Católica del Perú en agosto de 2018 para obtener el grado de Doctor en Filosofía, titulada Mundo de la vida e interculturalidad. pluralidad de mundos: El Sumak Kawsay y la crítica al desarrollo. El §9. La filosofía intercultural y la autoridad de la melancolía: tareas pendientes, se basa en la reseña publicada en la Revista Guillermo de Ockham. Vol. 16, No. 2. Julio - diciembre de 2020.

2 Licenciado en Filosofía (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Doctor en Filosofía (Pontificia Universidad Católica del Perú). Profesor principal de la Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur y profesor asociado del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro de la Escuela Internacional de Filosofía Intercultural, de la Asociación Sudamericana de Filosofía y Teología Intercultural, del Círculo Latinoamericano de Fenomenología y del Círculo Peruano de Fenomenología y Hermenéutica. Autor del libro La fenomenología como afirmación de un nuevo humanismo (Lima, UNMSM-USIL, 2014). Correo electrónico: jvillanuevab_ac@unmsm.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1168-8379

3 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. (Madrid: Trotta, 2004), 72

4 V. Madrigal, V, “Una aproximación a la filosofía intercultural de Raúl Fornet-Betancourt: retos que se le plantean a la teología”, Revista de Teología Siwô, (2008): 287-313.

5 Respecto de la cultura, Fornet-Betancourt no ofrece una definición unívoca al ser consciente de la complejidad semántica del término. Como indica Víctor Madrigal: “Diana de Vallescar, que ha investigado el tema, indica que, a comienzos del siglo XX, había seis definiciones utilizadas; de allí se pasó, entre 1920 y 1950, a unas 150 definiciones, y actualmente el número sobrepasa las 500” (2008, 295).

6 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía. (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2001), 29-32.

7 C. Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda incesante de la identidad. (Bilbao: Universidad de Deusto, 2010), 882-883.

8 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 60.

9 Fornet-Betancourt reconoce que una visión de la historicidad de los pueblos desde una perspectiva neutral, sin atender a las relaciones de poder, resultaría parcial e inadecuada (Cfr. Blanco 2009, 1-38).

10 En Husserl, de modo análogo, solo se concibe la cultura desde la praxis de los comportamientos humanos en relación con otros y en medio de su mundo circundante. Así lo expone en Ideas II (1952), Filosofía, ciencia rigurosa (1986), las lecciones sobre naturaleza y espíritu (2001), Renovación (1988) y Crisis (1976), y en múltiples inéditos.

11 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. (Madrid: Trotta, 2004), 63.

12 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad y religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo. (Quito: Abya-yala, 2007b), 39.

13 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual, 20.

14 Si se compara esta tesis con el pensamiento de Husserl, se ofrecen aproximaciones interesantes entre fenomenología e interculturalidad. En efecto, durante mucho tiempo se consideró la fenomenología trascendental ajena a los intereses lingüísticos, dialógicos o hermenéuticos y que solo estas aproximaciones aparentemente habrían surgido hacia la mitad del siglo XX bajo el denominado “giro lingüístico”. Sin embargo, tras la publicación de nuevos volúmenes de la Husserliana y gracias a distintas consideraciones sobre el pensamiento de Husserl, se descubre que el factor hermenéutico y dialógico no es ajeno a la fenomenología trascendental y, por el contrario, la experiencia de la comprensión es ínsita a la experiencia intuitiva resaltada por Husserl.

15 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt. (México D.F: Consorcio Intercultural. 2009), 31.

16 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 32.

17 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 32.

18 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 31.

19 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 33.

20 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 20.

21 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual, 34.

22 Raúl Fornet-Betancourt. “La función cultural de la filosofía en tiempos de crisis”, Topologik, 18 (2015): 14.

23 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual, 17.

24 Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual, 19.

25 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 46.

26 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad, Crítica y Liberación. (Aachen: Mainz, 2012), 18.

27 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad, crítica y liberación, 151.

28 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad, crítica y liberación, 32.

29 Esta tesis intercultural, fundamental en su conformación teórica, es análoga a los desarrollos husserlianas sobre el mundo familiar y extraño.

30 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 15.

31 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 140.

32 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad, crítica y liberación, 42.

33 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt. (México D.F: Consorcio Intercultural, 2009), 645.

34 “La interculturalidad es parte de la historia de las culturas, está dentro de esa historia y no fuera del diálogo de esta cultura con la otra. De aquí se desprende que las sociedades tienen que responder a la historia de sus culturas y no nacer de un divorcio de ésta, asentándose en pretendidas formaciones culturales puras. El prejuicio de la pureza es en realidad una trampa para controlar procesos culturales” (Fornet-Betancourt 2007c, 45).

35 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 645.

36 En otros términos, se trata del respeto a las “biografías” de los pueblos: “También las culturas tienen su biografía, no solamente las personas” (Fornet-Betancourt, 2009, 28).

37 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 256-257.

38 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt, 645.

39 De este modo, no es posible constituir una visión intercultural solo desde el presente si no es a partir del horizonte amplio de la historia. Esta tesis intercultural no es menos distinta al método genético y generativo practicado por Husserl.

40 Raúl Fornet-Betancourt. “La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana”, Solar (3) (2007a): 28.

41 “De aquí que esa filosofía latinoamericana nazca desvinculada por completo de las tradiciones de las culturas originarias como la nahuatl, la maya, la kuna, la guaraní o las andinas. Es más, nace y se desarrolla en pleito con estas tradiciones de pensamiento indígenas, ya que en su visión eurocéntrica dichas culturas no habían logrado todavía dar el paso decisivo para el nacimiento de la reflexión filosófica en sentido estricto, que es el paso del mito al logos, relegando así a estas tradiciones indígenas a la mitología o a la cosmogonía” (Fornet-Betancourt 2007a, 28).

42 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 45-46.

43 Raúl Fornet-Betancourt. “La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana”, Solar (3) (2007a): 29.

44 “Según nuestra interpretación esta inconsecuencia se explica por dos razones principales. La primera es que la filosofía latinoamericana, a pesar de su esfuerzo real por contextualizarse, no se libera totalmente de la herencia europea y continúa todavía mirando demasiado a Europa; conserva todavía muchos de los hábitos de pensar y de los métodos de investigación de la filosofía colonizada y siente por ello la necesidad de buscar a Europa todavía como su interlocutor privilegiado. La segunda razón la vemos en que, como consecuencia de la primera, mantiene aún una relación deficitaria con la cultura latinoamericana en el sentido de que no alcanza a percibir toda su compleja diversidad cultural y se relaciona preferencialmente con una parte de la cultura latinoamericana, que es por cierto la parte que se considera representativa de toda la cultura latinoamericana” (Fornet-Betancourt 2007c, 30).

45 Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad y religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo. (Quito: Abya-yala, 2007b), 39.

46 Raúl Fornet-Betancourt. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt. Sobre el concepto de interculturalidad. (México D.F.: Consorcio Intercultural, 2007c), 30.

47 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 57.

48 Véase Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt (Ciudad de México: Consorcio Intercultural, 2009), 140.

49 Fornet-Betancourt, Raúl. Interculturalidad y religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo. (Quito: Abya-yala, 2007b), 32.

50 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, 47.

51 “Mas si tomamos la pregunta tal como está formulada, es decir, limitada a preguntar estrictamente por el encuentro entre filosofía latinoamericana y filosofía intercultural, creemos que se puede arriesgar la respuesta de que ese encuentro se da en 1995 en el marco del primer congreso de filosofía intercultural que se celebra dicho año en México. Pues este congreso representa el foro en que, por primera vez, por decirlo así, ‘se ven las caras’ importantes representantes de la filosofía latinoamericana (Leopoldo Zea, Enrique Dussel, etc.) y de la filosofía intercultural (Raimon Panikkar, Ram A. Mall, Franz Wimmer, etc.) y se inicia un intercambio directo que despierta grandes expectativas de cara a la reorientación de la filosofía en América Latina. Una prueba de ello es que dos años más tarde, en 1997, el segundo congreso se organiza de nuevo en América Latina, con lo que se profundiza la experiencia del contacto directo entre la filosofía latinoamericana y la filosofía intercultural” (Fornet-Betancourt 2007c, 34).

52 J. Blanco, Horizontes de la Filosofía Intercultural. Aportes de Raúl Fornet-Betancourt. A Parte Rei 64 (Julio 2009): 26.

53 “En este sentido, pues, destaquemos, primero, que por el encuentro con la filosofía intercultural la filosofía latinoamericana entra en una nueva constelación filosófica; una constelación que no tiene un centro determinado porque es una constelación dinámica que ‘progresa’ dialógicamente por el diálogo entre las diferentes culturas del saber” (Fornet-Betancourt 2007c, 35).

54 Sin embargo, Fornet-Betancourt observa la ausencia de visión intercultural en algunos desarrollos actuales de la filosofía latinoamericana: “Nuestro autor hace referencia a nombres como Arturo Ardao, Enrique Dussel, Arturo A. Roig, Francisco Miró Quesada, Juan C. Scannone, Luis Villoro, Leopoldo Zea, entre otros, quienes han hecho un vigoroso aporte al proceso de contextualización y de reencuentro de la filosofía con la cultura latinoamericana, pero apunta que aún no está explicita o no se ha ahondado en esta perspectiva de la interculturalidad” (Madrigal 2008, 297).

55 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías. (Aachen: Mainz, 2019), 17.

56 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 20.

57 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 175.

58 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 197.

59 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 203.

60 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 275.

61 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 327.

62 Raúl Fornet-Betancourt. Con la Autoridad de la Melancolía. Los Humanismos y sus Melancolías, 341.

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