Temas de nuestra américa Vol.36 No 67

ISSN 0259-2339 - EISSN 2215-5449


La cartografía coreográfica:

el espacio, el no-lugar y su aporte


Francisco Durán-Barrón Director coreográfico Compañía de Danza Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo México

Recibido. 19 de julio 2019

Aceptado, 19 de diciembre, 2019

DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.36-67.2



Resumen


El presente ensayo analiza y rela- ciona el no-lugar, concepto desarro- llado por Marc Augé, con los espa- cios contemporáneos de confluencia, su apropiación y la generación de propuestas escénicas, proponiendo el análisis y lectura de estos como actos semióticos para resignificarlos.


Palabras clave: Semiótica, artes, no-lugar, Marc Augé, cartografía coreográfica

Abstract


This essay analyses and relates the concept of non-place, developed by Marc Augé, to contemporary spaces of confluence, their appropriation and the generation of performing proposals, suggesting the analysis and interpretation of tho-

se as semiotic acts to resignify them.


Keywords: Semiotics, arts, non-place, Marc Augé, choreographic cartogra- phy


Resumo


Este ensaio analisa e relaciona o não-

-lugar, um conceito desenvolvido por Marc Augé, com espaços contemporâ- neos de confluência, a sua apropriação e a geração de propostas cénicas, propondo

a análise e leitura destas como actos semió- ticos para as re-significar.


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Palavras chave: Semiótica, artes, não-lugar, Marc Augé, cartografia coreográfica



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DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.36-67.2

Vol.36 No 67 Enero-junio / 2020 21


I

Construir un texto con la premisa de compartir las ideas que uno encuentra estimulantes nunca es fácil, porque es un arduo compromiso el de poner ideas en las mentes de otros. Sin embargo, tal vez se siembre un detonante: la semilla de la duda. Acepto el compromiso y me doy a la tarea de empezar, esperando sembrar ese detonante. El antropólogo francés Marc Augé definió el concepto de “no lugares” como


lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser consi- derados como “lugares”. Un no-lugar es una autopista, una habitación de ho- tel, un aeropuerto o un supermercado, una plaza pública de paso... Carece de la configuración de los espacios, es en cambio circunstancial, casi exclusiva- mente definido por el pasar de indi- viduos. No personaliza ni aporta a la identidad porque no es fácil interiori- zar sus aspectos o componentes. Y en ellos la relación o comunicación es más

artificial... Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia anóni- mos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de es- pera y sólo permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán (1992)


Hoy, para estar en este espacio, tuve que instalarme en un par de no lugares hace unos días, habitarlos, construir a partir de fugitivas miradas un tiempo y un espacio, de re-significar lo que me rodea para construirme a cada minuto.


Yo vengo de un no lugar. Es una ciu- dad que se ha construido a la sombra de la gran metrópoli que es la Ciudad de México, y por esta naturaleza po- dríamos considerarnos una ciudad de paso. Mi ciudad, desde su fundación en 1560, sólo fue un lugar minero que no alcanzó el esplendor de ciudades como Zacatecas y Guanajuato (que de igual manera eran mineras), por el simple y siniestro hecho de estar tan cerca de la capital del país. La centralización la per- judicó más de lo que se cree.


Fotografía 1.

Se deben analizar y estudiar las lecturas que dan los lugares, y tras este acto semiótico definir si el lugar aporta o minimiza la potencia de la pieza.


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Fotografía: Paco Durán-Barrón


Son espacios propiamente contemporá- neos de confluencia anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse du- rante algún tiempo de espera y sólo per- miten un furtivo cruce de miradas entre quienes nunca más se encontrarán.


Una ciudad que no permite a los pa- res encontrarse requiere de la inter- vención de puentes y la re-significa- ción de los espacios.


Ante tales circunstancias, fue necesa- rio poner manos a la obra, no sólo en la generación de propuestas escénicas que permitirían crear públicos, sino

también la creación de ejes y acciones paralelos que apuntalarán el trabajo. Construir de la nada en un espacio que no da nada, pudiera sonar difícil. Y lo es. Convencer, acercarse, invitar, definir, platicar con cientos de perso- nas que no saben para qué apoyar un proyecto o idea, se puede volver el pan de cada día.


Un día decidimos llevar la danza a las calles de mi pequeña ciudad, encon- trarnos cara a cara con el tran-seúnte. Fue ir a donde las personas ya estaban, re-significar el no lugar, hacerlo nuestro.


II

Las tendencias dancísticas que dejan de lado el uso de los espacios convenciona- les cada vez son más frecuentes; trans- formar el espacio escénico también se convierte en una necesidad. De esta la- bor nace un nuevo papel: yo lo llamo el cartógrafo coreográfico.


Este nuevo ser escénico, y cuyo título evoca la antigua tradición de persona- jes que dedicaron su vida a elaborar mapas de tierras nuevas, generando ru- tas, describiendo accidentes geográficos y colocando en algún papel datos que permitirían la exploración y el tránsi- to de futuros exploradores, es la evo- lución de lo que hasta hace tiempo considerábamos inmutable: el papel unifuncional del director o coreógrafo.


La intervención de espacios no conven- cionales no debe tener como naturaleza el mero objetivo de llegar, instalar una bocina y ejecutar el acto dancístico, pues ello es hacer menos al espacio, mini- mizar sus posibilidades. Se deben analizar y estudiar las lecturas que dan los lugares, y tras este acto semiótico definir si el lugar aporta o minimiza la potencia de la pieza. No es lo mismo ver Blush de Wim Vandekeybus en su versión fílmica que en la sala principal del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Construir un no lugar en un lugar antro- pológico es una meta insoslayable, en- tendiendo por lugar antropológico un lugar de encuentro, de cruce.


III

Susana Sanguineti, investigadora espa- ñola, tiene las palabras precisas:


Pueden ser itinerarios que pasan y recorren distintos lugares de re- unión, caminos que conducen de un lugar a otro en los cuales los individuos se reconocen dentro de un espacio que les es propio; encrucijadas donde los hombres se citan; lugares de reunión como los mercados, ciertas plazas, cier- tas calles, siempre las mismas, donde bailan los celebrantes es- pontáneos en carnaval. [...]


Todas estas relaciones que se es- tablecen en el lugar se concretan también, obviamente, en el tiem- po... crean una memoria que los vincula con lo sagrado y cuando el participante los recorre, no solo toma conciencia del grupo del cual forma parte sino de las cele- braciones precedentes. Las ciuda- des nuevas no tienen esos lugares animados por una historia anti- gua, reiterada, más lenta que las que propone la nueva ciudad, sin encrucijadas, sin itinerarios.


Estas ciudades nuevas terminan construyendo esos lugares de encuentro, esos espacios signi- ficativos. Porque el hombre que vive en una comunidad pequeña (generalmente el caso de las ciu- dades nuevas) es individuo-vecino y como tal y siempre en carácter de hipótesis, gregario en búsque- da del otro que vive dentro de su misma frontera (2007, pag. 14)


En Hidalgo, en mi Pachuca, en esta pequeña parte de mi México donde el fútbol se toma a sorbos y las expresio- nes culturales muchas veces se miran

con desconfianza, decidimos convertir el lugar en espacio apegándonos a esta diferencia que Michel de Certeau hace entre conceptos: el lugar como un es- pacio geométricamente diseñado por personas cuya visión de urbanidad sólo corresponde a la funcionalidad de los trazos, por un lado, y el espacio en el que los elementos se mueven, por otro, el espacio que se ve lleno de vida con movimiento, permitiendo la interac- ción de las personas, haciendo suyos los componentes del lugar y re-signifi- cando cada uno de ellos, impregnados de sí, de su esencia para, con ello, darle un valor personal.


Fotografía 2

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Foto: Cortesía del Festival de Danza Contemporánea Alternativo Hidalgo.


Salimos a invadir espacios, a encon- trarnos con la gente, tratando de que el público, a través de la danza, en- cuentre en lugares que hasta ahora no for- maban parte de su mapa personal un espacio donde encontrarse con el otro. Tenemos como propósito hacer

Referencias bibliográficas


Augé, M. (1993) Los no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Editorial Gedisa.

de Pachuca un lugar fértil para las ar- . (1992). Non-lieux. Introduction

tes, cambiar la frase “aquí no hay nada” por la frase “aquí está todo”.


Al final debo decir que han sido gran- des seres, amigos todos, dispersos por todos los rincones los que me hacen creer que esto es posible. Edy Esquivel en Monterey, Nuevo León, Jorge Luis Salazar por Culiacán, Óscar Sánchez, Abil Meneses, Daniel Álvarez en Que- rétaro, Israel Chavira y Sergio Grana- dos en Morelia, Pedro García, Edna Ar- cos y Luis Vallejo en Xalapa, Diana Venegas en Aguascalientes, Gabriela Montero en Puebla, Melisa Castillo y muchos otros me hacen creer cuando les digo que la danza siempre provee y la danza siempre se abre camino...

a une anthropologie de la surmodeni- té. Paris: Edition de Seuil.

López Arandia, M. A. (coord.) (2014). Ciudades y fronteras. Una mirada interdisciplinar al mundo urbano. España: Universidad de Extre- madura.

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Sanguinetti, S. (2007). Cuando el no lugar se mete dentro de la casa. Reseña del libro de Marc Augé. Revista Latina de Comunicación Social, No. 62.