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Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Julio-Diciembre, 2021). Vol 37(70)
DOI: https://doi.org/10,15359/tdna.37-70.13
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RESEÑA


Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas de los años sesentas a la caída del Muro

(Siglo XXI, Eds. Editorial Trotta, 2019), de Aldo Marchesi

Making the Revolution. Latin American guerrillas from the 1960’s to the fall of the Wall

Fazendo revolução. Guerrilhas Latino-Americanas desde os anos 60 até à queda do muro

Daniel Sebastián Díaz-Venegas 

Instituto de Sociología Jurídica

Universidad de la República


La obra se encuentra organizada con una introducción titulada: Acciones, ideas, y emociones en la construcción de una cultura política de radicalismo transnacional y cinco capítulos titulados: 1) ¿Cómo es la revolución sin sierra maestra? Los tupamaros y el desarrollo de un repertorio de disenso para los países urbanizados (1962-1968); 2) Los lazos subjetivos de la solidaridad revolucionaria. De La Habana a Ñancahuazu (1967); 3) Dependencia o lucha armada. Intelectuales y militantes conosureños cuestionan el camino legal al socialismo. Santiago de Chile (1970-1973); 4) “La partida decisiva de la revolución en América Latina”. Militantes bolivianos, chilenos y uruguayos en la Argentina peronista. Buenos Aires, 1973-1976; 5) Sobrevivir a la democracia. La transición de la lucha armada a los derechos humanos (1981-1989). Para, finalmente, realizar una breve conclusión: “Revolucionarios sin revolución”.

El trabajo de Aldo Marchesi, publicado en el libro Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas de los años sesenta a la caída del muro (Siglo XXI, Editorial Trotta, 2019)  representa un importante aporte del autor, el cual reviste especial interés para el análisis de tres campos de estudio vinculados a la historia reciente: la revuelta global de los sesentas, la historia de la izquierda latinoamericana y el surgimiento del autoritarismo en el Cono Sur.

La lectura de este trabajo aporta diversos elementos que nos permiten comprender el papel que ocuparon los movimientos de izquierda en latinoamericana antes, durante y después de la dictadura, tras analizar los procesos políticos, sociales y económicos que pautaron las discusiones internas, todo ello, en un clima de época, signado por el aumento del autoritarismo en la región y una creciente intervención de los Estados Unidos, dispuesto a poner freno a las experiencias revolucionarias.

Al analizar los contextos regionales Aldo Marchesi  reflexiona sobre el proceso de polarización de los discursos, tanto de izquierda como de derecha, en el marco de la guerra fría. En la misma línea, analiza la crisis social y económica que afectó, de manera significativa, las democracias en las décadas de 1950 y 1960. En este contexto, el aumento del autoritarismo y la toma de diversas medidas de represión contra los movimientos sociales fueron pautando los debates de la izquierda latinoamericana, en donde se comenzaron a ensayar diferentes estrategias de solidaridad que buscaban discutir el camino al socialismo en la región.

En este sentido, la revolución cubana junto con la figura de Ernesto Guevara fue central en una discusión que tenía por objeto pensar las particularidades de la lucha armada en el Cono Sur, sobre todo en los casos de Argentina, Chile y Uruguay. Una discusión que se dirimía entre la experiencia de la revolución cubana, vinculada a la guerrilla rural, y las posibilidades de consolidar una guerrilla urbana que luego instrumentaría el MLN-Tupamaros en Uruguay.  Sumado a ello, el ascenso y caída del gobierno de Unidad Popular en Chile puso de manifiesto las limitaciones del modelo chileno.  

Por otra parte, el presente trabajo nos interpela sobre la construcción de una memoria colectiva que ha ido virando desde visiones vinculadas a la lucha contra la subversión, propio de los regímenes dictatoriales, pasando por la teoría de los dos demonios, para luego, consolidar una memoria colectiva que pone el acento en el terrorismo de Estado y el discurso de los derechos humanos. Estos cambios revisten singular importancia a efectos de comprender cómo, luego de la derrota de los proyectos revolucionarios y, posteriormente, en el marco de la transición a la democracia, el paradigma jurídico, vinculado a los derechos humanos, se transformó en hegemónico. Estas ideas, si bien propiciaron importantes avances en materia de derechos, invisibilizaron cualquier reivindicación acerca de los compromisos políticos que marcaron las experiencias revolucionarias de las décadas de1960 y 1970.  

En líneas generales y partiendo de una sociología de los movimientos sociales que pretende historiar una serie de acontecimientos regionales, el autor aporta diversos elementos que nos permiten pesar el contexto histórico previo al comienzo de las dictaduras militares, analizando las contradicciones internas, la internacionalidad de los procesos revolucionarios; así como el lugar de la militancia política en un contexto de creciente autoritarismo.

La introducción pone énfasis en la política de radicalismo transaccional. En este sentido, se analiza la centralidad que la revolución cubana tuvo en el continente y cómo ello fue pautando una discusión en relación con las posibilidades de pensar estrategias revolucionarias de manera trasnacional.

El primer capítulo del libro, titulado “¿Cómo es la revolución sin la Sierra Maestra? Los tupamaros y el desarrollo de un repertorio de disenso en países urbanizados (1962-1968)” aborda el surgimiento de la guerrilla urbana, en lo particular, del MLN-Tupamaros, y, en consecuencia, permitió pensar la violencia política de izquierda latinoamericana, más concretamente la cono sureña. 

En este contexto, señala como se comenzó a pensar estrategias continentales de lucha armada, que sin dejar de reconocer la centralidad de Cuba empezaron a reflexionar sobre las particularidades propias del cono sur. En esta línea, la posibilidad de la lucha armada presentaba condiciones diferentes en los países de la región, primordialmente Chile, Uruguay y Argentina, en donde existía un fuerte movimiento sindical con democracias más o menos estables y diferencias en lo geográfico. 

Asimismo, es interesante como el autor aborda la importancia de la guerrilla en Bolivia 1967, en donde Guevara se centró en la opción por lo rural. Esta iniciativa planteaba al foco rural como el motor de la revolución y ponía en cuestión la viabilidad de la guerrilla en países como Uruguay y Chile.  Todo ello desembocó, en que a mediados de los sesentas, la discusión comenzó a centrarse en la construcción de nuevos repertorios de disenso, que, si bien adherían a la Revolución cubana, proponían caminos diferentes al foquismo rural. En este contexto, el surgimiento del MLN-Tupamaros parecía confirmar la posibilidad de la guerrilla urbana como camino a la revolución en el Cono Sur. 

El capítulo dos “Los lazos subjetivos de la solidaridad revolucionaria. De La Habana a Ñancahuazu (Bolivia), 1967” plantea como centro de análisis a la guerrilla boliviana y su impacto en el Cono Sur.  La relevancia de la guerrilla en Bolivia debe pensarse, según el autor, como un acercamiento de los movimientos revolucionarios a la región. Este acercamiento presentó dos características fundamentales, la primera, la cercanía geográfica del foco revolucionario y la segunda, la nacionalidad argentina de Guevara. Sobre este particular y con posterioridad a la derrota de la guerrilla, los grupos conosureños, si bien reconocieron los errores de la estrategia guevarista y la necesidad de buscar caminos diferentes al foco rural, explicaron su muerte por el aislamiento que otros partidos bolivianos de izquierda habían impuesto y por la participación de Estados Unidos, en específico la CIA, en el ejército boliviano. 

El capítulo tercero, “Dependencia o lucha armada. Intelectuales y militantes conosureños cuestionan el camino legal al socialismo. Santiago de Chile 1970-1973” muestra la importancia que tuvo el triunfo de Salvador Allende, en el año 1970, en la reflexión sobre las vías al socialismo en la región. La propuesta de transición pacífica al socialismo se mostró en el nivel internacional, como una alternativa difícil, pero posible, como un experimento político propicio para pensar otros caminos.  

Asimismo, el autor analiza el ambiente político bajo el gobierno de Allende, cual escenario favorable para el intercambio de ideas entre militantes de diferentes países, lo que posibilitó que la izquierda latinoamericana se encontrara e intercambiara. Sin perjuicio de ello, se destaca cómo diversos sectores de la izquierda veían inevitable el aumento del autoritarismo y advertían de las limitaciones del camino pacífico al socialismo. Para el MIR el ascenso al poder de la Unidad Popular solo había retrasado la lucha armada y el ineludible enfrentamiento. Enfrentamiento que luego llevaría al golpe militar y al comienzo de una dictadura que se mostró implacable en la persecución, tortura y desaparición de nacionales y extranjeros.  

De esta forma, Marchesi analiza la transición al socialismo en Chile como un proyecto alternativo a la lucha armada, que luego terminó mostrando sus limitaciones en un contexto de creciente autoritarismo en la región.

El capítulo cuarto, titulado “La partida decisiva de la revolución en América Latina”. Militantes bolivianos, chilenos y uruguayos en la Argentina peronista. Buenos Aires, 1973-1976”, tiene por objeto el análisis de la situación en la Argentina y su repercusión en el nivel regional. Para el año 1973 y, pese al acercamiento de Perón a los regímenes dictatoriales, la Argentina se había transformado en el único lugar de refugio para los militantes uruguayos, chilenos y bolivianos. Un lugar en donde aún persistían algunas condiciones para la actividad política. A tal efecto, el trabajo analiza cómo, a partir de 1975, la Argentina comienza a transformarse en un lugar peligroso para la actividad política, hecho que tras el golpe de Estado obligaría a los militantes a desplazarse a tierras lejanas y, con ello, finalizaría el sueño de la revolución continental.

El capítulo quinto “Sobrevivir a la democracia. La transición de la lucha armada a los derechos humanos (1981-1989)” pone el énfasis en el proceso de transformación, que, desde el exilio, comienzan a tomar mucho de los militantes sobrevivientes de las dictaduras militares. En este contexto, y sin la esperanza de una revolución continental, la izquierda comenzó a ensayar nuevas formas de activismo político, en un contexto de cambios significativos que fueron marcando el lento inicio de la transición a las democracias en la región. 

Al respecto, Marchesi analiza cómo estos cambios fueron influidos por el contexto internacional. Por un lado, la experiencia de Nicaragua que tuvo un impacto significativo en algunos militantes durante el exilio; por otro, Cuba marcó un claro cambio en su política exterior,  ahora alineada con la Unión Soviética. Asimismo, el gobierno de Carter en Estados Unidos promovió una particular noción de derechos humanos que fue apoyada por diversas organizaciones internacionales tales como Amnesty International o Human Rights Watch. En la misma línea, tanto la ONU como la OEA comenzaron a mostrar un especial interés en la temática derechos humanos. 

Por último, el libro contiene una breve conclusión en torno a una pregunta que atraviesa todo el texto y que refiere a “¿cómo evaluar la revolución desde un tiempo que no es revolucionario?” pregunta que nos interpela sobre el surgimiento del autoritarismo en la región, así como la importancia de analizar las aspiraciones revolucionarias en el Cono Sur, como un proceso transaccional que tenía el foco en las luchas sociales y en la transformación de la realidad social.  Estas preguntas revisten una singular actualidad en un contexto regional signado por la desigualdad social, que deja en evidencia las tensiones entre liberalismo, socialismo, democracia y derechos humanos.

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