TDNA

Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Enero-Junio, 2022). Vol 38(71)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.38-71.4
Open Acces: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna
e-Mail: temas@una.ac.cr
Licencia: CC BY NC SA 4.0

DOSSIER


“Hold the stars”: trayectoria y legado político de Eulalia Bernard Little

"Hold the stars": Eulalia Bernard Little's lifetime and political legacy

"Segurar as estrelas": A trajectoria e o legado político de Eulalia Bernard Little

Marianela Muñoz-Muñoz

Profesora

Escuela de Filología Lingüística y Literatura

Universidad de Costa Rica


Resumen

El artículo analiza la figura de Eulalia Bernard Little (1935-2021) como precursora de la representación de las mujeres afrocostarricenses en los espacios de decisión y gestión pública e internacional. A partir de archivos visuales y escritos y, mediante el empleo de una metodología interdisciplinaria, que combina el análisis del discurso y la etnografía, se examina su condición de pionera en el campo político negro, dentro y fuera de Costa Rica. En primer lugar, se explora su consolidación como activista de la diáspora durante la década de 1970, desde la relación entre sus mismas experiencias de circulación afro-circuncaribeñas y su participación en escenarios de reflexión y discusión política y cultural. De seguido, se considera su incursión en los cuadros partidistas nacionales y el alcance de transformación social de su discurso. Finalmente, se identifica su influencia en la participación de otras mujeres afrocostarricenses situadas en la esfera política y político-cultural. La lectura de esta otra faceta de Bernard Little complementa los trabajos sobre su producción literaria, a la vez que amplía los estudios e historiografía de la comunidad afrocostarricense.

Palabras clave: Diáspora africana, mujeres afrocostarricenses, mujeres en política, mujeres negras, negritud, pensamiento político

Abstract

This article analyzes the role of Eulalia Bernard Little (1935-2021) as a pioneer in representing Afro-Costa Rican women in public and international decision-making and management arenas. Through the use of visual and documentary archives and by employing an interdisciplinary methodology that combines discourse analysis and ethnography, her pioneering status in the black political field, both inside and outside Costa Rica, is examined. First, her consolidation as a Diaspora activist during the 1970's is explored, from the relationship between her own experiences in Afro-Caribbean circulation and her participation in scenarios of political and cultural analysis and discussion. Subsequently, it considers her incursion in the national party structures and the scope of social transformation of her discourse. Finally, her influence in the participation of other Afro-Costa Rican women in the political and political-cultural sphere is identified. The understanding of this other dimension of Ms. Bernard Little rounds out the works on her literary production, while at the same time broadens the studies and historiography of the Afro-Costa Rican community.

Keywords: African Diaspora, Afro-Costa Rican women, women in politics, black women, black women, negritude, political thinking

Resumo

Este artigo analisa o papel de Eulalia Bernard Little (1935-2021) como uma pioneira na representação das mulheres afro-costa-riquenhas nas instâncias públicas e internacionais de tomada de decisão e gestão. Através do uso de arquivos visuais e documentais e empregando uma metodologia interdisciplinar que combina análise do discurso e etnografia, seu status de pioneira no campo político negro, tanto dentro como fora da Costa Rica, é examinada. Primeiro, sua consolidação como ativista da diáspora durante os anos 70 é explorada, a partir da relação entre suas próprias experiências na circulação afro-caribenha e sua participação em cenários de análise e discussão política e cultural. Em seguida, considera sua incursão nas estruturas partidárias nacionais e o alcance da transformação social de seu discurso. Finalmente, é identificada sua influência na participação de outras mulheres afro-costa-riquenhas na esfera política e político-cultural. A compreensão desta outra dimensão de Bernard Little completa as obras sobre sua produção literária, ao mesmo tempo em que amplia os estudos e a historiografia da comunidade afro-costa-riquenha.

Palabras chave: diáspora africana, mulheres afro-costa-riquenhas, mulheres na política, mulheres negras, negras, negritude, pensamento político

1. Primeras impresiones (o introducción)

En diciembre del 2016, tuve la oportunidad de visitar la última casa de habitación de Eulalia Bernard Little. Al cruzar el umbral y luego de su afectuoso saludo, me recibió un espacio —su sala y comedor— y unos objetos personales que, incluso antes de escucharla a ella, me contaron una historia. Sus sillones estaban decorados con cojines de temas africanos que, a su vez, armonizaban con sus adornos y con la portada del acetato que sobresalía en un mueble esquinero “Negritud: poesía negra costarricense”, precisamente, su primera publicación del año 1976. En las paredes colgaban cuadros de escenas caribeñas, retratos y cuerpos de mujeres negras1. También, había un espacio para títulos académicos (incluyendo el de posgrado de la Universidad de Gales en Gran Bretaña), premios de instituciones educativas, organizaciones negras e instituciones internacionales que elogiaban su contribución y liderazgo en la lucha por la justicia social; por ejemplo, el Leadership award otorgado en 1998 por la universidad con larga tradición negra en los Estados Unidos, Howard University, el reconocimiento de ciudadana distinguida otorgado por la Universidad para la Paz e, inclusive, el Griot “from the Pan-African Cultural Committee for contributing to the spiritual and cultural health of the community”.

Un cuadro que no colgaba en la pared, sino que se recostaba en una mesita al lado del comedor, enmarcaba el afiche autografiado por el expresidente de la República de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera, durante su campaña electoral, a principios del 2014. La dedicatoria celebraba, con cercanía y admiración, una labor literaria relacionada con una comunidad e identidad negra: “Para Eulalia, Poeta de mis ancestros. Con afecto, Luis Guillermo”.

El retrato de este líder nacional no era el único presente en la casa. Repasar las imágenes atesoradas con orgullo en su álbum de fotografías se convirtió en una especie de viaje a través de la historia electoral de las últimas cuatro décadas. Allí, alternando gestos de complacencia, crítica y observación, Eulalia aparecía al lado de la mayoría de los expresidentes y algún candidato presidencial. Con estos gestos y posturas junto a gobernantes del país, Eulalia defendía su derecho y el de su comunidad negra de ocupar un lugar en los discursos de la identidad costarricense y en los mismos espacios de acción política y cultural nacionales. Los retazos de sus memorias lo afirmaron también: mientras arreglaba los dreadlocks que caían sobre su rostro, algunos de ellos integraban cabellos morados, Eulalia Bernard Little sentenció que “no se concibe este país, sin un San José, sin comunidad afro, que ha ganado por derecho propio su espacio” (Bernard Little, 12-22-2016). Las evidencias de este reclamo, desde el caudillo del Partido Liberación Nacional (PLN) hasta el primer presidente por el Partido Acción Ciudadana (PAC) pueden observarse en las Figuras 1 y 2.

Figura 1.
Entre dos siglos de presencia política

Foto en blanco y negro de un grupo de personas posando para una foto

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Eulalia Junto al presidente José Figueres Ferrer, circa 1970.

Fuente: Cortesía de Eulalia Bernard Little

Figura 2.
Entre dos siglos de presencia política

Hombre sentado en una silla

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Eulalia junto al presidente Luis Guillermo Solís Rivera en el 2013.

Fuente: Cortesía de Eulalia Bernard Little

Como una continuación de este recorrido visual, biográfico y crítico sobre la contribución de Eulalia Bernard en la esfera política nacional y de la diáspora “por derecho propio”, este artículo analiza su papel como precursora de la representación política de la mujer afrodescendiente, dentro y fuera de Costa Rica. En primer lugar, se explora su condición de activista de la diáspora y su relación con sus mismas experiencias de circulación y participación en escenarios de reflexión y discusión política y cultural durante la década de 1970. , se considera su incursión en los cuadros partidistas nacionales y el alcance de transformación social de su discurso político. Por último, se sintetizan algunas de sus contribuciones desde la voz de otras mujeres afrocostarricenses quienes, situadas en la esfera política y político-cultural, reconocen su influencia y legado.

2. La forja de una activista de la diáspora

Nacida, en 1935, en Puerto Limón, de padre y madre jamaicano, Eulalia Bernard Little forma parte de la segunda generación de inmigrantes antillanos en Costa Rica. Conocida por sus contribuciones en el ámbito cultural, cabe mencionar la centralidad de la poesía en su producción literaria; de esta forma, en 1976, comparte su primer poemario discográfico Negritud en un formato innovador de vinilo, de poesía recitada que alterna con música. Más tarde, publica también los poemarios Ritmohéroe (1982), My Black King (1991), Griot (1997), Ciénaga (2001) y Tatuaje (2011), así como el ensayo filosófico Nuevo ensayo sobre la existencia y la libertad política (1981). Desde sus primeras incursiones en el escenario cultural, Bernard se posiciona como una abanderada de la Negritud, el movimiento poético y político convocado por los caribeños Aimé Césaire y Léon Damas y el senegalés Léopold Sédar Senghor en las primeras décadas del siglo XX (Césaire, 1995); pero también, como heredera del Garveyismo, que influye de forma directa en las dinámicas de activismo de su comunidad en la provincia de Limón (Harpelle, 2002; Putnam, 2013).

El activismo y, como veremos, la visión de Eulalia Bernard sobre la trascendencia de intervenir en la política nacional se forja en circulación. En primer lugar, su propio itinerario por Gran Bretaña, Estados Unidos y el Caribe conlleva el intercambio con comunidades, proyectos políticos y productos culturales de la diáspora africana. Por razones de estudio y profesión, Eulalia es testigo de las luchas civiles, del movimiento de la decolonización y de los discursos ideológicos y literarios de conciencia racial de la Negritud. Específicamente, en 1974, Bernard fue Agregada Cultural de Costa Rica en Jamaica. Según su lector y crítico Franklin Perry, esta estancia, junto a otros periplos por el Caribe, supuso el trato de “varios de los íconos de redescubrimiento del Westindianess, entre ellos a Eric Williams, Michael Manley, CLR James”; en especial en Jamaica, ella “agudizó su sensibilidad social, al compartir con Louise Bennett, Beverly Manley, y la delegación cubana en la isla, eso sin dejar de lado que fue testigo de todo el Movimiento Revolucionario impulsado por Rodney, Bishop, entre otros” (Perry, 2015). Su paso por la isla coincidió además, con la efervescencia del reggae –Eulalia llega a conocer a Bob Marley– y de la exploración identitaria desde diversos géneros musicales, que incluyeron la conjugación de palabra, música y poder del “dub poetry” (Habekost, 1993).

Eulalia Bernard se vincula con el panafricanismo, las conferencias y festivales negros inaugurados por intelectuales y políticos como W.E.B. Du Bois, Blaise Diagne y Kwame Nkrumah (Drake, 1982). Como ejemplo de este activismo político cultural, cabe resaltar la experiencia del Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, realizado en agosto de 1977 en Cali, Colombia, en donde Ratcliff recupera los nombres y el protagonismo de una serie de escritores afrolatinoamericanos y figuras intelectuales. Junto a Eulalia Bernard, menciona a Manuel Zapata Olivella y Jorge Artel (Colombia); Nelson Estupiñán Bass (Ecuador), Abdias do Nascimento, Olivia Avellar Serna y Eduardo de Oliveira (Brasil); Gerardo Maloney y Carlos Guillermo Wilson (Panamá), (2008: 27). Los nombres de las dos mujeres, Bernard y Avellar, reaparecen luego en la conformación del Comité ejecutivo del evento, en donde Manuel Zapata Olivella funge como Presidente, el investigador afropanameño, Roy Simón Bryce-Laporte como secretario y como delegados ejecutivos Eulalia Bernard, Olivia Sera Avellar y Wande Abimbola (32). El carácter político del evento y la invitación “a la lucha” pueden observarse en seguidamente:

Figura 3.
Agradecimiento a las y los “hermanos” participantes en el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas (1977, Cali, Colombia)

Extracto del machote de la carta de agradecimiento de Manuel Zapata Olivella a sus “hermanos”. Disponible en el Archivo Manuel Zapata Olivella de la Universidad de Vanderbilt: http://docrep.library.vanderbilt.edu/mzo/correspondence/MZO.corr.ICOngresowrapup.1977.pdf

El Congreso ocurre un año antes de que finalice la administración del expresidente liberacionista Daniel Oduber Quirós (1974-1978). Este es un periodo crucial para el activismo político de Eulalia Bernard en la esfera institucional, al menos según evidencia registrada por el archivo histórico. En primer lugar, y como funcionaria del Ministerio de Educación Pública (MEP), Bernard propone el “Plan educativo de Limón”, una propuesta influenciada por la corriente de la educación afrocentrista de las décadas de los sesenta y setenta (Asante, 1991). Sobre el Plan Educativo de Limón, Duncan señala la voluntad de “poner en primera plana la cultura afrocaribeña y lograr de esa manera su incorporación al currículo escolar”; sin embargo y pese a su dinamismo, el programa concluye de manera temprana y abrupta, “por un lamentable malentendido del citado Ministro en torno al trabajo que se hacía en una de las escuelas […] que se estaba importando un problema de racismo ajeno a nuestro país, debido a algunos afiches de personalidades de la talla de Harriet Tubman” (Meléndez y Duncan, 2012, p. 15).

En el proyecto truncado y tras seguir la invitación del Primer Congreso a “fortalecer los aportes del negro en nuestro continente”, Bernard justificaba la trascendencia de la formación de niños y niñas negras para que conocieran su historia y cultura; pero también, de la educación del resto de la población blanca y mestiza, lo que incluye a los mismos educadores "quienes, al provenir de Heredia, Alajuela o San José no solo ignora(ba)n, sino desvaloriza(ba)n el legado negro que se entrecruza(ba) con su propia historia". El compromiso de una educación para el reconocimiento cultural y el antirracismo representan una constante en la trayectoria de Bernard. La transformación de las políticas públicas y el acercamiento a las instituciones nacionales representan además un punto de encuentro con la labor de su madre, la maestra Carolina Bernard, y los mismos antecedentes de la participación política afrocaribeña en Costa Rica.

Así, en segundo lugar, cabe rescatar el protagonismo de Eulalia Bernard en el Primer Seminario Nacional del Negro en Costa Rica, en 1978. El evento es organizado por un grupo de afrocostarricenses líderes, ubicados principalmente en la capital, y en su Junta Directiva, nuestra precursora fue la única mujer. El Seminario, convocado por el Dr. Colón Bermúdez Coward, se concibe como un espacio de revisión sobre las condiciones de un racismo estructural costarricense, que deriva en condiciones de vida diferenciadas para las poblaciones negras. El evento se plantea como el culmen de un proceso de revisión crítica sobre la situación de la comunidad afrocaribeña, quizás inaugurado por los efectos de la primera publicación del estudio El Negro en Costa Rica (1972). La actividad promueve, además, el acercamiento entre representantes del liderazgo negro y autoridades políticas costarricenses; de hecho, los organizadores consiguen la presencia y discursos de figuras del Gobierno, incluyendo al Presidente de la República, Daniel Oduber Quirós, ministros y tres de los candidatos presidenciales que se enfrentarían un mes después en las elecciones.

Se trata de una época de efervescencia de una maniobra política desde la negritud que nos permite comprender, inclusive, la fundación del Partido Auténtico Limonense (PAL), en 1977. Liderado por Marvin Wright Lindo, conocido como Kalalú, se trata de un partido de corte comunista e influenciado por el radicalismo decolonial a la Fanon; al filo de esta década de transformaciones sociales, el PAL procura también su llegada al congreso e incluye en sus estatutos, por primera vez en la historia política nacional, una participación equitativa de mujeres. Pese a ello, apenas consigue un apoyo marginal por parte de la población negra en el nivel local (Rosario Fernández, 2015), pues la mayoría, incluso desde las posturas más beligerantes, como la misma Eulalia, opta, en primera instancia, por mantener el histórico pacto con el Partido Liberación Nacional (PLN)2. Sin embargo y como veremos en la siguiente sección y de forma coherente con el corazón de su vocación y discurso político, Bernard parece alinearse con los discursos de justicia social de izquierda.

3. El ingreso (crítico) a la política partidista

Figura 4.
“A Message to My people:
Hold the Stars”

Texto

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Propaganda utilizada por Eulalia Bernard en su campaña como candidata a diputada por la provincia de Limón para las elecciones de 1986, por el Partido Pueblo Unido.

Fuente: Archivo cortesía de Diana Senior Angulo

Con la boina y bandera roja, utilizando el inglés de Limón y la retórica activista negra, Eulalia Bernard Little se presenta como la primera candidata a diputada negra por un partido no tradicional y, además, comunista, el Partido Pueblo Unido. Eulalia rompe de forma momentánea con la histórica alianza entre afrocaribeños y el PLN y abraza la ideología socialista durante la década de los ochentas. Se trata de un periodo convulso en la región centroamericana, donde la utopía de las nuevas sociedades contrasta con el aumento de la pobreza, de las migraciones entre países y del campo a la ciudad y, del enfrentamiento escalado entre clases. Bernard procura responder ante esta encrucijada de los tiempos y comparte con sus conciudadanos sus interrogantes alrededor de la participación política y la búsqueda de nuevas avenidas de transformación social: “Should I continue joining the fighting forces of our country Costa Rica, towards the fullfillment [sic] of a sound democratic system, with due regard for human rights; or should I stumble, hesitate and remain cushioned by the personal comforts to be had within political organizations and governing groups, who have abandoned their sacred mission and commitment with the people of this nation(…)”. Su dilema se manifiesta, precisamente, por el reclamo del abandono de Limón, donde las decisiones políticas de los gobiernos anteriores han llevado a la población “into a state o mere survival, while the riches of this country, which belongs to all of us, are being squandered in the name of the most frivolous excuses” (Bernard, 1986).

Hasta 1986, siete afrocaribeños han sido electos diputados, cinco de ellos, ya no como suplentes, como en el caso del primero, Alex Curling Delisser y el segundo diputado, Luis Mac Rae Grant, sino como titulares por la provincia de Limón. Para el periodo 1982-1986 llegará la primera diputada al Congreso, Thelma Curling Rodríguez quien inaugura el periodo de participación femenina negra en la Asamblea Legislativa. No obstante, mediante la apelación a un giro de partido y de estrategia política para el periodo siguiente, Eulalia Bernard manifiesta su aspiración a un cambio social como costarricense, pero muestra, además, un deseo y derecho a la participación política desde su posicionamiento como mujer negra. Más aún, Eulalia sugiere la personificación de un discurso encarnado en su cuerpo de mujer negra desde el cual asume el compromiso de la representación y arguye:

I have accepted to pledge my integrity and knowledge to serve my people and my country, now from the shrine as a candidate to the highest institutional body of the country, the congress, and later when you would have entrusted me with your votes of confidence, I will be your voice at the congress itself. (Bernard, 1986)

En lo que puede ser considerado su panfleto de presentación “A message to my people: hold the stars”, Eulalia continúa apelando a causas que van más allá de lo personal y se convierten en lucha colectiva de politización de las identidades racializadas, culturales y de género. Al respecto agrega:

I have lived by, and for, the fundamental principles of our people. I have always been with you, defending our causes in all the battle fields, at the local, national and international levels. I have been a brave and honest exponent of our cultural values, helping to destroy the distorted and false notions history has tried to pin on us.

I have spoken out frankly about the extraordinary struggle of our women in the quest for identity and the preservation of our best traditions. I have joined with other outstanding members of the province, to give the youth from Limon and from other areas of the country, the opportunity to obtain an honest, rigorous version of our history (past and present), in a combined environment of academic excellency [sic] and fraternal understanding at university level. (1986)

Eulalia alude al conocimiento encarnado del saber y hacer político de la comunidad y las mujeres afrocostarricenses mediante el énfasis en el adjetivo posesivo “our” que acompaña los objetos que conforman la comunidad como un todo: people, causes, cultural values, women and history. Desde tal posicionamiento, confía en el aparato estatal como la vía para la transformación política. Por eso, se comprende, incluso, su insistencia en la presencia de agentes políticos, hombres y mujeres afrocostarricenses en el aparato estatal e institucional.

Se trata de un reclamo histórico, al cual ella misma hace eco en una entrevista concedida en 1997, cuando aspira a la vicepresidencia del Partido Liberación Nacional. Eulalia Bernard reclama su derecho y condición ciudadana en el Ejecutivo, en donde ya no debería representar tan solo al pueblo negro (siendo su voz en el congreso), sino evidenciar su pleno estatus de costarricense, en sus palabras:

I ran for vice president of the Partido Liberacion Nacional -something that had never before happened in Limon. I made the Whites understand that we Blacks are not invisible or hidden, that we eant a piece of the pie that we paid for four hundred years ago. I want people to see me as a national political figure; I don't want them to ghettoise me as a leader of Blacks from a particular district. People needs leaders, not just Black leaders from Limón or some other district. (Jackson, 2003, p. 124)

La experiencia de las mujeres afrocostarricenses en el espacio político nacional y en los cuadros partidistas se vinculan, de manera directa, con el recorrido y luchas de Eulalia Bernard Little. Más allá de su labor como diplomática, su nombre puede no estar presente cuando examinamos los nombres de mujeres afrocostarricenses quienes, desde diferentes partidos políticos, han ocupado un espacio en el Congreso desde la década de los ochenta: Thelma Curling Rodríguez (PLN), Marcelle Taylor Brown (PUSC), Joycelyn Sawyers Royal (PLN), Yalile Esna Williams (PLN) , Epsy Campbell Barr (PAC) y Maureen Clarke Clarke (PLN); las dos últimas con puestos cruciales en el Ejecutivo, la una siendo la primera mujer en liderar un ministerio y la otra siendo además, nuestra primera vicepresidente afrocostarricense y ambas, compartiendo escenarios de debate a favor de la comunidad negra con Elayne Whyte Gómez (PUSC) –primera Vicecanciller y, además, representante de Costa Rica ante las Naciones Unidas en Génova– o la misma Esmeralda Britton González (PUSC), otra figura que sobresale en el segundo poder de la república. Eulalia Bernard Little tampoco aparece en el listado de representación en gobiernos locales, como la misma Maureen Clarke Clarke, Laura Wilson Robinson, ambas del PLN, o Yerley Verley Knight (PASE). Sin embargo y como veremos en el último apartado, ella está detrás de un tejido de relaciones y una red de influencia política que motiva e incluso empuja, la presencia de las mujeres afrocostarricenses en los diferentes espacios de decisión e independientemente de los colores partidarios. En palabras de la activista de los derechos humanos y poeta Shirley Campbell:

Porque Eulalia tomó la decisión de visibilizar algo que no existía en la persona de ella; pero aun así, eso fue importante, para todos nosotros, los que venimos detrás de Eulalia fue una cosa muy importante. Y bueno, Eulalia como escritora, como activista, como mujer negra, que tomó la decisión de hacer algo, que bueno otra gente había hecho poquitas cosas, pero Eulalia como política —que nunca realmente fue política política, porque era pancista, iba aquí con el que iba, con el que iba a ganar ella se metía— pero siempre con la bandera de que ella es una mujer negra y eso yo creo que es lo más importante. (S. Campbell, comunicación personal, 25 de agosto de 2016)

4. La huella de la precursora de las “Mujeres de ébano”

Tomando la misma imagen evocada por Shirley Campbell, sobre la trascendencia de un legado para quienes “venimos detrás”, esta última sección procura subrayar la influencia de Eulalia Bernard en la participación de otras mujeres afrocostarricenses situadas en la esfera política y político-cultural. Precisamente, en sus procesos de profesionalización, llegada y práctica política en la administración pública y en los tres poderes –porque el nombre de Lena White Curling y su labor en el Judicial es relevante también–, las mujeres afrocostarricenses han conformado una red de influencia política (Kahler, 2011). El tejido se establece mediante un “listado” de relaciones, el cual, siguiendo a Cooper: “situate Black women within a long lineage of prior women who have done similar kinds of work, and naming those names grants intellectual, political and /or cultural legitimacy to the Black women speaking their names” (Cooper, 2017, p. 26). En este linaje de “mujeres de ébano” –siguiendo la denominación del Centro de mujeres afrocostarricenses en una ceremonia del 2001– el nombre de Eulalia Bernard Little y su condición de precursora resulta crucial. En palabras de la exdiputada Joycelyn Sawyers: “Eulalia abrió espacios, abrió el camino y eso se le debe de respetar” (J. Sawyers, comunicación personal, 27 de septiembre de 2016).

A manera de ejemplo (quizás inesperado) vale recuperar la narración de Elayne Whyte Gómez sobre la génesis de su vocación política y el despertar de su conciencia como mujer afrocostarricense. Nacida y criada en la ciudad de Cartago, primera capital de Costa Rica y epítome de la tradición blanca conservadora, Elayne recuerda tener poco contacto con sus raíces afrocaribeñas durante su proceso de crianza en una familia mixta. Sin embargo y para explicar su interés en las relaciones internacionales, rememora la figura de su padre negro y sus lecciones, desde la importancia de la educación, hasta la lectura diaria del periódico junto a él, donde seguían con atención noticias de la sección “mundial” relacionadas con luchas sociales y de las poblaciones negras: la firma del tratado Torrijos-Carter, en Panamá, donde vivían muchos de sus familiares por línea paterna; la revolución sandinista, algunos de cuyos líderes conoció durante el tiempo que permanecieron ocultos en Cartago; las luchas contra el apartheid en Sudáfrica.

Desde su época de estudiante en la Universidad Nacional y luego de su posgrado en el exterior gracias a una beca Fulbright, doña Elayne consolida su relación profesional con el Partido Unidad Social Cristiana. Ella recuerda su sorpresa cuando, al ser nombrada Vicecanciller, un grupo de afrocostarricenses le organiza un homenaje y le recuerda su compromiso y relación con esta comunidad. ¿Quién fue la artífice de esta actividad? Eulalia Bernard Little. Y allí, según las propias palabras de Whyte Gómez, “la ficharon” como una representante del grupo (E. Whyte-Gómez, comunicación personal, 17 de febrero de 2017). El hecho trasciende luego para llegar a influir su posicionamiento como la mujer negra que debe coordinar los procesos preparatorios de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, en Durban. Precisamente, Eulalia celebra la condición de Whyte Gómez como la primera Vicecanciller afrocostarricense en su poema “The Latest News”, con sus versos “One study for foreign/ then give she affairs for foreign” (Bernard, 2006, p. 93).

En el mismo y en otros de sus poemas, Eulalia celebra el trabajo de la poeta afrocostarricense Shirley Campbell. En su inglés creole comparte: “Me hear say that/ even one Young one/she a write her/ owner book, nobody else book/ you know, she book alone” (93). En respuesta y como se mencionó supra, la visión de Shirley Campbell sobre el legado de Bernard es consistente, pues reconoce que su labor literaria es tributaria de la trayectoria de la primera poeta afrocostarricense. Sin embargo, ella y su hermana, la primera Vicepresidente mujer y negra del país, saben que su huella es indeleble. Tres días después de la partida de Eulalia Bernard Little, en un panel organizado por la Universidad de Wuppertal en Alemania, el 14 de julio del 2021, escuché a Shirley Campbell Barr enfatizar cómo la lucha de Eulalia por “ocupar espacios” influyó en su conciencia negra y el empoderamiento político de ella y de otras generaciones. La poeta incluso mencionó a sus hermanos como hijos e hijas de Eulalia; pero destacó un nombre: “y mi hermana (Epsy) que hoy ocupa un cargo político tan importante… todos fuimos empoderados por Eulalia”. La misma Epsy Campbell, al comunicar la pérdida de Eulalia en sus redes sociales, enfatizó su labor precursora afirmando: “Atesoro su perseverancia y su determinación. Reconozco sus luchas. Celebro su vida con el compromiso de continuar con su legado”.3

5. Conclusión y coda

Eulalia Bernard consolida su participación en la esfera política nacional y de la diáspora “por derecho propio”, conforme una conciencia de mujer negra y ciudadana costarricense. Diversos archivos escritos y visuales, junto a las memorias orales y recuerdos de sus comentarios mordaces, ofensas y bellas palabras permiten identificar su legado como la precursora de la representación política de la mujer afrodescendiente dentro y fuera de Costa Rica. La consigna de participación negra de Eulalia Bernard se personifica(rá) en la gestión de cada uno de las y los diputados negros que han llegado al Congreso; también, en el posicionamiento de las mujeres en el Estado, a quienes ella asesoró y recibió en su casa. Su legado, que apenas vislumbramos, se manifiesta también en el compromiso político de generaciones de jóvenes negros, hombres y mujeres que pasaron por sus aulas o la tuvieron como mentora política y que siguen reclamando su derecho a la participación política también “por derecho propio”.

Eulalia Bernard fallece el domingo 11 de julio de 2021. Porque “pertenece a todos”, su sobrina decide embalsamar su cuerpo y organizar sus honras fúnebres durante toda una semana, primero en San José y luego en Limón. Lo que no imaginó, quizás, es que faltaba una foto en su colección: junto a sus restos, durante el velorio, el Presidente de la República Carlos Alvarado Quesada y la Ministra de Cultura Sylvie Durán Salvatierra le rindieron tributo. Más significativo quizás, porque lo soñó para ella misma o para quienes fueron sus cómplices de lucha en más de una ocasión, dos representantes afrocostarricenses en el Poder Ejecutivo, la vicepresidenta Epsy Campbell Barr y la Directora ejecutiva de la Junta de Protección Social de San José, Esmeralda Britton González, celebraron su legado y lucha a favor de la justicia social de la comunidad afrocostarricense (y sus mujeres). La comitiva oficial (afro)costarricense dejó una ofrenda floral en memoria de Eulalia Bernard quien hoy “Hold the stars”. El tributo, simbolizando su lugar en la política nacional, fue adornado con una cinta de la bandera y las flores teñidas sus tres colores, como se aprecia a continuación:

Figura 5.
Tributo fúnebre de la comitiva de la Presidencia de la República

Una flor de navidad

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Despedida a la poeta afro y costarricense Eulalia Bernard Little en la Sala 1, Funeraria del Magisterio.

Fuente: Fotografía tomada por la autora. Viernes 16 de julio de 2021.

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Sawyers Royal, K. (2012). Participación política del negro limonense: Un esbozo histórico. En C. Meléndez & Q. Duncan, El negro en Costa Rica (12.a ed.). Editorial Costa Rica.

Senior Angulo, D. (2011). Ciudadanía afrocostarricense: El gran escenario comprendido entre 1927 y 1963 (1a ed). EUNED, Editorial Universidad Estatal a Distancia.

Whyte-Gómez, E. (2017, febrero 17). Comunicación personal [Entrevistado por X].


1 La autora reconoce el carácter de constructo social de herencia colonialista de las categorías raciales y la inexistencia de una “raza” negra. Sin embargo, al reconocerel espacio de politización de las identidades, la resemantización del término por parte de los movimientos sociales y, al mismo tiempo, el empleo de nuevas categorías políticas, el artículo utiliza de manera indistinta la terminología negra, afrocaribeña, afrocostarricense y afrodescendiente para referirse a los procesos de identificación y autoidentificación de Eulalia Bernard y otras mujeres defensoras de la igualdad y los derechos humanos en la esfera pública.

2 Sobre la histórica relación entre la población afrocaribeña y el Partido Liberación Nacional, ver Senior Angulo (2011), Rosario Fernández (2015) y Sawyers en Meléndez y Duncan (Sawyers- Royal, 2012).

3 El mensaje completo aparece en la cuenta de Twitter de la Vicepresidenta Epsy Campbell Barr y fue publicado el 12 de julio de 2021. Ver https://twitter.com/epsycampbell/status/1414680337247088648

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