TDNA

Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Enero-Junio, 2023). Vol 39(74)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.39-74.5
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Reflexionar sobre América Latina


Darcy Ribeiro: universidad necesaria y texturas del tiempo*

Darcy Ribeiro: Necessary University and Textures of Time**

Darcy Ribeiro: Universidade Necessária e Texturas do Tempo***

Andrés Kozel

Investigador

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Universidad Nacional de San Martín

Argentina

ORCID 0000-0003-0898-2806

Recibido: 15/03/2023 - Aceptado: 16/6/2023


Resumen

El presente ensayo realiza un recorrido por el pensamiento de Darcy Ribeiro abundando en su concepto de universidad necesaria, el cual fue fundante en proyectos de construcción y compromiso de la universidad pública latinoamericana. El texto realiza un recorrido por las principales ideas de los escritos por el recordado antropólogo brasileño y su visión de futuro, de proyectos de reforma universitaria y educativa en pos de sociedades más justas e incluyentes.

Palabras clave: antropología de la civilización, Darcy Ribeiro, eidética, pensamiento latinoamericano, Universidad Nacional Costa Rica, universidad necesaria

Abstract

This essay reviews the thoughts of Darcy Ribeiro, focusing on his concept of the necessary university, which was a founding concept in projects of construction and engagement of the Latin American public university. The paper goes through the main ideas of the Brazilian anthropologist’s writings and his view of the future, of university and education reform projects in pursuit of more inclusive and fairer societies.

Keywords: anthropology of civilization, Darcy Ribeiro, Eidetic Studies, Latin American thought, Universidad Nacional Costa Rica, necessary university

Resumo

Este ensaio faz uma análise do pensamento de Darcy Ribeiro, com foco em seu conceito de universidade necessária, que foi fundamental nos projetos de construção e comprometimento da universidade pública latino-americana. O texto aborda as principais ideias dos escritos do lembrado antropólogo brasileiro e sua visão de futuro, de projetos de reforma universitária e educacional em busca de sociedades mais justas e inclusivas.

Palavras-chave: antropologia da civilização, Darcy Ribeiro, eidética, pensamento latino-americano, Universidade Nacional da Costa Rica, universidade necessária

Asediar a Darcy

En torno a 2015 inicié un estudio sistemático del itinerario/obra de Darcy Ribeiro (1922.1997). En aquel entonces, yo ya estaba transitando la doble línea de investigación que sigo recorriendo ahora. Por un lado, indagar itinerarios y obras que tematizan el estatuto civilizacional de América Latina. Por otro, estudiar la experiencia latinoamericana de la temporalidad, los modos a través de los cuales nuestros pensadores lidiaron y lidian con la “crisis del tiempo” (a este respecto, véase, entre otros materiales, Hartog, 2007). Son dos líneas que se entrelazan, y el itinerario/obra de Darcy ofrece material de sobra para cultivarlas.

En aquel momento yo conocía poco el itinerario/obra darcyano: básicamente, su tipología de los pueblos extraeuropeos y su ensayo sobre la civilización emergente. También había revisado un libro de Adolfo Colombres (2008), en cuyas páginas Darcy aparece, junto a Guillermo Bonfil Batalla, como uno de los impulsores de la tematización de la condición civilizacional latinoamericana. Comencé mi aproximación a la obra de Darcy, atraído inicialmente por los títulos que contenían la palabra “civilización”: además del mencionado ensayo, El proceso civilizatorio, Las Américas y la civilización, Os índios e a civilização. Quería averiguar qué concepción de la civilización había allí, si era estable o si cabía identificar tensiones, deslizamientos, torsiones.

Aprendí que El proceso, Las Américas y Os índios forman parte de una serie de varios títulos. Que dicha serie había sido concebida en el exilio montevideano y ejecutada primero allí y luego en otros sitios del periplo exiliar darcyano. Que era relativamente “compacta”, no en el sentido de su concisión o brevedad, sino en el de su circunscripción temporal: entre 1968 y 1972 Darcy fue acreciendo la serie, a razón de un libro por año. Escribí el adverbio “relativamente” porque el plan de la serie se fue modificando con el paso del tiempo y, además, el resultado “final” fue una pentalogía de seis libros: una obra tardía de Darcy, publicada en 1995 (un cuarto de siglo después), puede y debe incluirse en la serie.1 A partir de cierto momento, Darcy comenzó a referirse al conjunto como “serie de estudios de antropología de la civilización”.

También aprendí que, aunque los contenidos de los libros dados a conocer entre 1968 y 1972 son mayormente consistentes, importa trabajar con esmero la secuencia. Por lo demás, después de haber “casi cerrado” la serie; es decir, entre 1973 y 1995, Darcy escribió novelas y ensayos donde cabe identificar deslizamientos en relación con las formulaciones de la pentalogía. El libro de 1995 es un locus de muy singular interés, tensionado y crujiente. Desde luego, las inestabilidades que lo atraviesan no invalidan, en absoluto, su condición de portento intelectual. Más bien, sucede lo contrario. En suma, tenemos una pentalogía compuesta por cinco obras relativamente consonantes, a las que luego se agregó otra, tras un extenso intermezzo donde cabe identificar metamorfosis. Son desafíos de interés para quienes nos dedicamos al oficio de historiar ideas y asediar itinerarios intelectuales.

La ostensible presencia del nexo coordinante copulativo “y” en el título de una obra como Las Américas y la civilización planteó un problema para mis búsquedas civilizacionales. Porque, en 1969 Darcy no dice civilización americana ni civilización latinoamericana, sino que tematiza una relación entre unos espacios (las Américas) “y” un proceso (la civilización o el proceso civilizatorio). Hay una pregunta sobre el lugar de nuestros países en la civilización termonuclear (las sociedades futuras), pronto designada por Darcy como civilización emergente. En aquellos libros, Darcy parece hacer un uso más civilizador y civilizatorio que civilizacional de la noción de civilización (sobre esta distinción, véase Kozel, 2022). Al principio, esto supuso una desestabilización de mis balbuceos interpretativos, orientados por el antecitado libro de Colombres, en cuyas páginas se tematiza a América (Latina) como civilización emergente. No era eso lo que yo estaba encontrando en los textos darcyanos, donde la civilización emergente aludía a las sociedades futuras cimentadas en la revolución tecnológica termonuclear.

También aprendí que, a lo largo de prácticamente todo su itinerario/obra, a Darcy le atrajo la cuestión del futuro. De hecho, futurizó mucho. No solamente en su célebre ensayo sobre La civilización emergente, sino además en varios otros escritos. Algunos de ellos son contemporáneos a otras destacadas elaboraciones futurísticas, como las de Óscar Varsavsky o el Modelo Mundial Latinoamericano, también llamado Modelo Bariloche. Imaginé entonces la posibilidad de organizar una antología de las futuriciones darcyanas y gracias a la ayuda de Fabricio Pereira da Silva y al interés de la Fundação Darcy Ribeiro resultó posible concretarla (Kozel y Pereira da Silva, 2022).2

Y aprendí que Darcy también escribió bastante sobre la universidad. Aunque yo no era ni soy un especialista en cuestiones universitarias, fui relevando sus textos sobre la temática (Ribeiro, 1967; 1969; 1973; 1978), producidos al compás de la pentalogía. La amable invitación de la Universidad Nacional, Costa Rica, para hablar sobre los vínculos entre Darcy y la universidad y, en particular, sobre la noción de universidad necesaria que acuñó en 1967 ―y que, tiempo después devino emblema de la institución costarricense― me ofreció una oportunidad inmejorable para sistematizar esas lecturas y completarlas con la de estudios de colegas que han dedicado esfuerzos específicos a esa dimensión de la obra darcyana (Ocampo López, 2006; Aveiro, 2011; Celentano, 2012; Miglievich-Ribeiro, 2017).

Nota contextual

Hay quienes sostienen que los historiadores no debiéramos caer en la tentación de pensar contrafácticamente. No estoy demasiado de acuerdo. Tengo la impresión de que pensar contrafácticamente es un ejercicio imprescindible en este oficio. Nos ayuda a escapar de los determinismos simplistas y nos recuerda que, en toda circunstancia, en toda encrucijada, hubo opciones más o menos abiertas. Y así, al colocarnos ante la pregunta de cómo fue que se siguió un camino y no otro, nos permite tornar más precisos nuestros esfuerzos de contextualización.

En 1979, Darcy ofreció un elocuente balance de su vida pública, escrito en tercera persona:

Moҫo já, quis muito ser médico, mas acabou antropólogo. Como tal, passou os dez melhores anos de sua vida (1946-1955) dormindo em rede nas aldeias indígenas da Amazônia e do Brasil Central e assessorando Rondon no Rio de Janeiro. Fundou então o Museu do Índio e o dirigiu alguns anos (…) Depois, seduzido por Anísio Teixeira, virou educador e fez carreira como educador, reitor e, afinal, ministro (1955-1964). Topou aí con Jango, que o desencaminhou para as tentativas de promover a reforma agraria e conter a ganancia das multinacionais. Foi um desastre. Exilado, virou latino-americano e passou muitos anos (1964-1975) remendando universidades no Uruguai, na Venezuela, no Peru e até na Argélia. Nesses anos escreveu demasiados libros, que andam sendo editados mundo afora. Cinco deles compõem os seus Estudos de Antropologia de Civilizaҫão (…), que exigem mais um para serem completados. (Ribeiro, 2009 [1990], p. 14)

Hay varias pistas de interés en este pasaje. La clave está, claro, en la frase: “Foi um desastre”. Voy a permitirme expresar lo contrafáctico bajo la forma de una cascada de condicionales. Si no hubiese habido golpe de Estado en 1964, no habría habido exilio y difícilmente habría habido pentalogía. Sin golpe y sin exilio, las compilaciones tituladas La universidad necesaria, A universidade necessária y La universidad nueva tal vez no existirían. Si el exilio no hubiese iniciado en Uruguay (sabemos que por un momento se pensó en Buenos Aires como destino), la pentalogía, seguramente, habría cobrado una forma distinta, y las elaboraciones sobre la universidad también. Ellas existen como existen porque la universidad uruguaya acogió a Darcy en su calidad de alto funcionario especializado en temas universitarios. En la Argentina pos bastones largos, todo se habría dado de otro modo. Pero no nos adelantemos.

En Montevideo, a mediados de los años sesenta, Darcy se planteó escribir una obra para entender el golpe de 1964, para explicar por qué la clase dominante había vencido nuevamente. Escribió 400 páginas, pero nos las publicó, porque no lo satisficieron. Sintió que su interpretación de la coyuntura debía inscribirse en una reflexión más amplia sobre la formación de los pueblos americanos y las causas de su desarrollo desigual, y que para ello se requería un nuevo esquema del desarrollo humano, una teoría general del proceso evolutivo (Ribeiro, 1971 [1968]: Prólogo).

Así, para acercarnos a las reflexiones darcyanas sobre la universidad es clave que nos ubiquemos en esos años montevideanos que siguieron al fracaso de la presidencia de João Goulart y al sofocamiento y distorsión del proyecto original de la Universidad de Brasilia, de la cual Darcy había sido, como es sabido, rector fundador. Los años uruguayos de Darcy, su relación con Marcha, su vínculo con Ángel Rama, su presencia en la universidad, su participación, en calidad de director, en el seminario sobre estructuras universitarias organizado en el marco de la gestión del rector Óscar Maggiolo, han sido abordados en forma esclarecedora por Haydée Ribeiro Coelho (2002). Sus hallazgos enmarcan y complementan los testimonios retrospectivos del propio Darcy.

Pero, para acercarnos a las reflexiones darcyanas sobre la universidad es clave, también, ir un poco más atrás en el tiempo e informarnos sobre el proyecto de la Universidad de Brasilia y sus peripecias. Dicho proceso ha sido narrado por varios autores, entre los cuales se cuentan no pocos de sus protagonistas, incluido, por supuesto, el mismo Darcy (1978; 2009 [1990]: 110-114). Para preparar esta intervención me ha sido de enorme utilidad revisar el estudio de Adelia Miglievich-Ribeiro (2017). Esta autora recuerda el encuentro de Darcy, en los años cincuenta, con Anísio Teixeira (1900-1971), en el marco del Centro Brasileiro de Pesquisas Educacionais (CBPE). Recuerda, también, que entonces entró en escena el tema de la mudanza de la capital al planalto central: Kubitschek puso en manos de Teixeira el planeamiento de la educación en Brasilia. Había intensos debates: uno general, que contraponía los partidarios de la ampliación de la enseñanza pública (entre ellos, Teixeira y Darcy) a los defensores de la educación privada (Carlos Lacerda y Hélder Câmara); uno más específico: ¿para qué hacer una universidad en el desierto del planalto central?, se preguntaron algunos cuando Lucio Costa, el urbanista de la nueva capital, introdujo en el proyecto un área amplia destinada a la ciudad universitaria.

Adelia Miglievich consigna de qué manera Darcy consiguió, con notable habilidad política, “bloquear” la propuesta de los jesuitas, quienes querían tomar a su cargo la construcción de la nueva universidad. Llevada a Kubistschek por Hélder Câmara, esta propuesta había despertado interés del presidente, dado que no implicaba costos para el Gobierno. Entonces, Darcy habló con los dominicos, ofreciéndoles tomar a su cargo la enseñanza de la teología en la nueva universidad; esta propuesta fue elevada hasta Juan XXIII y la aceptación papal tuvo por efecto que no volviera hablarse de una universidad jesuita en Brasilia.

La autora también narra cómo la Universidad de Brasilia fue puesta en marcha en 1961, en medio de las turbulencias políticas que siguieron a la elección y pronta renuncia del presidente Jânio Quadros, extraño personaje. La idea de Darcy y Teixeira era que, una vez que la universidad se pusiera en marcha, ya no se iba a poder volver atrás. La universidad abrió sus puertas, y durante 1962 y 1963 se trabajó en ella con el entusiasmo que normalmente anima a este tipo de gestas nuevas. Darcy tenía 40 años.

La polarización ideológico-política, característica de esa fase de la Guerra Fría, se intensificaba y el 1.o de abril de 1964 Goulart cayó sin ofrecer resistencia. De inmediato, el campus de la Universidad de Brasilia se transformó en un escenario de guerra. Fue ocupado por tropas de la Policía Militar y del Ejército, que ingresaron con las “armas en la mano”. La propaganda de odio hacia la Universidad de Brasilia se había extendido. Se trataba de aniquilarla. Era vista como una “guarida comunista” alimentada por “marxistas” como Darcy Ribeiro, Oscar Niemeyer, Claudio Santoro, Fritz Teixeira de Salles. Todo esto, y más, es narrado por Miglievich en su estudio.

A nosotros nos alcanza con recordar que la situación fue empeorando hasta llegar a un hecho histórico: la dimisión voluntaria de 223 profesores, en lo que fue, de acuerdo con Miglievich, la mayor diáspora en la historia de las universidades. Aunque perjudicados, los estudiantes dieron su apoyo irrestricto a los profesores. Desde su exilio, Darcy observó la “destrucción” de la universidad que había ayudado a construir, la paradoja trágica de que, repoblada por un nuevo plantel profesoral, acabara convertida en símbolo de la reforma universitaria de los militares. Anota Miglievich:

O projeto da UnB representou uma crítica severa ao sentido da ciência, das tecnologias e da formação intelectual, sobretudo, num país de ‘terceiro mundo’. A universidade serviu como laboratório dos rumos possíveis do Ensino Superior e da pesquisa na conexão com a Educação Básica, inspirando uma reforma universitária que, paradoxalmente, veio a se dar em condições inóspitas. A memória do projeto original da Universidade de Brasília revela, mais que seu fracasso, sua incompletude e a persistência de uma promessa. Nas continuidades e descontinuidades da história, é provável que a reflexão sobre esta tenha algo a nos ensinar em face das demandas do presente. (Miglievich, 2017, pp. 2-3)

Darcy Ribeiro acompanhou a destruição do projeto da UnB no exílio onde se descobriu ‘cidadão latino-americano’. Iniciava, assim, sua nova trajetória como ‘reformador de universidades’ na América Latina (além de ter atuado na criação da Universidade de Argel). A biografia de Darcy Ribeiro confunde-se com seu pensamento e com sua missão em prol da ‘universidade necessária’. (Miglievich, 2017, p. 18)

Podemos legítimamente preguntar qué puede enseñarnos esta historia en relación con las “demandas del presente”. También, en qué sentidos y hasta qué punto la biografía de Darcy se confunde con su pensamiento y con su misión en pro de la “universidad necesaria”, atendiendo al hecho de que las circunstancias en las que Darcy elaboró sus planteamientos sobre la universidad se modificaron más o menos pronto y sin dejar de afectar sus puntos de vista. En un primer momento, ellos se deslizaron hacia una mayor radicalización, cuyo punto culminante parece haber sido el lapso que va de 1971 a 1973. Después, modularon hacia otras tonalidades distintas, más o menos distantes de aquella incandescencia.

Dos Darcys

A lo largo de mi asedio fui labrando una hipótesis básica, según la cual cabe distinguir al menos “dos Darcys”. Un primer Darcy más optimista, “teleológico” y “tecnologista”, crecientemente convencido de la inminencia de la “revolución necesaria” (como indiqué hace un instante, el lapso 1971-1973 es quizá el momento más radical de su itinerario). Y, un segundo Darcy menos optimista, más perplejo y atravesado por incertezas, cultor de la “pequeña utopía” en el corto plazo y bastante más escéptico en el largo.

Según adelanté, en el primer Darcy casi no hay referencias a América Latina ni a Brasil como civilizaciones específicas; el uso del concepto de civilización es en el sentido ya indicado de “proceso civilizatorio”, un proceso con el cual América Latina (y Brasil) se relacionan (activa o pasivamente, siendo este último caso el prevaleciente y el que era necesario modificar): ser protagonistas activos de la revolución tecnológica en ciernes era sinónimo de avanzar por aceleración evolutiva; no serlo, de modernizarse pasivamente; es decir, por actualización histórica refleja. Esa sería la llave para pasar de ser “proletariado externo” a sociedades “para sí”. Mi hipótesis es que, con el paso de los años, el concepto de civilización fue adquiriendo, en sus elaboraciones, un sentido culturalista afirmativo algo más nítido, aunque no suficientemente teorizado.3

En el primer Darcy ocupa un lugar relevante el concepto de transfiguración étnica. Al dar forma a su tipología de los pueblos extraeuropeos, no encuentra en América Latina ningún pueblo al que cupiera aplicarle la categoría de “pueblo emergente”. En el segundo Darcy, eso cambia fundamentalmente, a partir de la comprobación estadística de que, “por fortuna”, seguía habiendo indios y hasta podía comprobarse que su número aumentaba. Eran indios que, dado su afán de afirmación étnica, podían y debían ser (re)definidos como “pueblos emergentes”.

¿Dónde ubicar el viraje, el momento preciso en que se produce el pasaje del primer Darcy al segundo? No es fácil responder una pregunta así, pero arriesgaría la hipótesis según la cual el parteaguas puede ubicarse entre los años 1972 y 1976, coincidiendo con varias cosas que fueron pasando en el mundo y con algunas otras que le fueron pasando específicamente a él. El golpe de Estado en Chile jugó, sin duda, un papel decisivo. Darcy vivía en Perú en ese momento. También debe haber jugado un papel el hecho de que le diagnosticaran un cáncer, pronosticándole poco tiempo de vida. Y también, claro, el golpe de Estado en Perú (1975), que completó el racimo de derrotas. No es excesivo sostener que este es el lapso en el cual Darcy enfrentó, cabalmente, una experiencia de crisis del tiempo ―básicamente, porque la idea de revolución necesaria se difuminó―. Y aquí hay varias cuestiones interesantes para observar y retener.

En primer lugar, la pentalogía queda enteramente situada del lado previo al punto de quiebre. También quedan situadas de ese lado, como enseguida veremos, las compilaciones tituladas La universidad necesaria, A universidade necessária y La universidad nueva.

En segundo lugar, el viraje al que estoy haciendo referencia fue conduciendo a Darcy a una serie de replanteamientos, que tuvieron una expresión más tácita que explícita. Quiero decir: los deslizamientos no supusieron un pleno desdecirse o un desmantelamiento masivo de los puntos de vista previos. Existen en la historia intelectual casos de figuras que, en algún punto del camino, declaran, más o menos estentóreamente: “He dejado de creer en lo que antes creía”. No es el caso de Darcy. Probablemente su experiencia se deje apresar mejor desde una categoría como “microrevolución semántica”, introducida por Luciano Egido (2006) para abordar los pliegues del último Unamuno. Esta noción alude a deslizamientos que, siendo notorios, no son plenamente asumidos como tales y no conducen a una reelaboración integral o sistemática de los puntos de vista previos.

En tercer lugar, se detecta un cambio relativo del registro formal. Si bien es cierto que Darcy no deja de escribir textos académicos, lo hace en menor medida. Deviene novelista: desde su retorno a Brasil publica cuatro novelas, dos de la cuales elaboran artísticamente la cuestión de los indígenas.

Desde el punto de vista de los estudios de las ideas, la obra de Darcy vista en su conjunto, se presenta como un terreno apto para estudiar asincronismos, coexistencias, tensiones, ajustes: un despliegue extraordinario de trabajo intelectual efectivo, en absoluto desprovisto de valor teórico. Al contrario. Incluso en sus tensiones, en sus inconsistencias, en su cambio relativo de registro formal, en ese estremecedor pasaje de una disposición teleológica a otra ¿…habría que decir más existencial?, el itinerario/obra de Darcy posee un alto valor teórico. Enseguida voy a ofrecer algunas pistas útiles para jalonar los deslizamientos. Antes quisiera decir unas palabras sobre sus ideas darcyanas en torno a la universidad.

Universidad necesaria, nueva, revolucionaria

Como vimos, una zona crucial de las reflexiones darcyanas sobre la universidad se sitúa fundamentalmente del lado del “primer Darcy”. Además de la experiencia de la UnB, lo primero que debe retenerse es la realización en la Universidad de la República (Uruguay) de dos seminarios de tema universitario, uno en 1967 y el otro a comienzos de 1968. Un volumen compacto, titulado La universidad necesaria, se publicó en Buenos Aires en 1967; se trata de una transcripción sintética, imagino que taquigráfica ya que así se estilaba entonces, de las tres intervenciones de Darcy en el primero de los dos seminarios aludidos, el de 1967 (la transcripción estuvo a cargo de Carlos López Matteo y Julio Rossiello). La premura de la publicación es expresiva del interés que generaba la figura de Darcy en un contexto como el porteño, marcado según dijimos por el clima pos bastones largos (sobre la recepción de Darcy en Buenos Aires y La Plata, puede verse el estudio de Adrián Celentano, 2012).

El libro de 1969, que apareció en Brasil bajo el título A universidade necessária, es una versión más completa de esas intervenciones y presenta huellas de un mayor “control” por parte de Darcy. Además de lo que Darcy comunicó en el seminario de 1968 (ausente en la edición argentina), este volumen integra un par de apéndices referidos a la experiencia de la Universidad de Brasilia, en los cuales escuchamos otras voces: las de Heron de Alencar y A. L. Machado Neto.4

Todas estas peripecias no son demasiado decisivas para nosotros. Apenas nos interesa destacar la consistencia relativa del racimo textual y, sobre todo, su tributación a las tesis que Darcy desplegaba sincrónicamente en los dos primeros libros de la pentalogía: El proceso civilizatorio y Las Américas y la civilización. Todo el racimo se caracteriza, entonces, por su filiación exiliar y por su enraizamiento en lo que podemos llamar la experiencia Goulart y su fracaso, dentro de la cual ocupó un lugar importante la historia de la Universidad de Brasilia, extremadamente marcante para quienes la protagonizaron.

En A universidade necessária encontramos la contraposición entre aceleración evolutiva y actualización histórica, tesis central de El proceso civilizatorio y, también, de Las Américas y la civilización. La idea clave es, que la universidad necesaria debe servir a la promoción de la aceleración evolutiva, para tornar así a nuestros países protagonistas activos de la revolución tecnológica en ciernes. Encontramos, también, la tipología de los pueblos: testimonio, trasplantados, nuevos, novedad principal de Las Américas y la civilización. De acuerdo a Darcy, el dilema de la universidad latinoamericana es: “...auto-superar suas deficiências para dominar um saber nôvo que se amplia cada vez mais, ou ver aumentar progressivamente sua defasagem histórica em relação às nações adiantadas.” Se trata, como podemos ver, de pensar la universidad desde la contraposición modernización refleja versus crecimiento autónomo:

Os caminhos são redutíveis a duas políticas básicas, não apenas distintas, mas opostas, sustentadas com maior ou menor lucidez por todos os universitários. Uma delas é a da modernização reflexa, baseada na suposição de que, acrescentando certos aperfeiçoamentos ou inovações a nossas universidades, vê-las-emos aproximar-se cada vez mais de suas congêneres mais adiantadas até se tomarem tão eficazes quanto aquelas. A outra política, que designamos de crescimento autônomo, parte da suposição de que a universidade, como uma subestrutura inserida numa estrutura social global, tende a operar como órgão de perpetuação das instituições sociais, enquanto atua espontâneamente; e que só pode representar um papel ativo no esforço de superação do atraso nacional, se intencionaliza suas formas de existência e de ação com êste objetivo. (Ribeiro, 1969, p. 9)

[Se trata de] transfigurar a universidade como um passo em direção à transformação da própria sociedade, a fim de lhe permitir, dentro de prazos previsíveis, evoluir da condição de um ‘proletário externo’ destinado a atender as condições de vida e de prosperidade de outras nações, à condição de um povo para si, dono do comando de seu destino e disposto a integrar-se na civilização emergente como uma nação autônoma. (Ribeiro, 1969, p. 10)

El camino de la modernización refleja no exige esfuerzos especiales, y resulta en una “universidad inconsciente”, que continúa ejerciendo su papel tradicional, incluso más eficientemente. Por el contrario, el camino del crecimiento autónomo exige el máximo de lucidez y de intencionalidad, tanto en relación con la universidad como con la sociedad nacional. Una política así solo puede ser ejecutada con base en un diagnóstico cuidadoso y siguiendo una planificación rigurosa cimentada en una selección estratégica de los objetivos, los cuales se contrapondrán a los implicados en el camino de la modernización refleja.

A universidade necessaria, volumen que, en parte, quiere ser un nuevo Manifiesto liminar, a cincuenta años del de Córdoba, contiene numerosos aspectos de interés. Entre ellos: una tipología de “modelos universitarios” y una tipología de docentes y estudiantes; la sistematización de información empírica; referencias bien informadas sobre la campaña de colonización cultural en curso (recordemos que estamos en el contexto que siguió al Plan Camelot); el empeño por superar falsos dilemas. En relación con estos últimos y cruciales puntos, anota Darcy: “E se não é possível afirmar que tôda e qualquer ajuda e tôdas as intenções são intrinsecamente negativas, nem que tôdas as reformas propiciadas sejam totalmente inconvenientes, é indispensável admitir que elas têm conteúdos políticos não explícitos” (Ribeiro, 1969, p. 24).

Êstes problemas são muitas vêzes discutidos em têrmos de um dilema falacioso representado pela opção entre atitudes nacionalistas e cosmopolitas (...) Cabe formular aqui duas observações: o nacionalismo não é uma estreiteza ‘chauvinista’ mas pode, ao contrário, conciliar-se perfeitamente com uma atitude madura de convivência internacional. Por outra parte, o cosmopolitismo não corresponde a uma amplitude de visão que conduziria a uma convivência mutuamente igualitária numa comunidade internacional do saber (...) Esta posição é a afirmação da nação como o quadro dentro do qual cada povo vive o seu destino em convivência com os outros povos, mas sem se permitir servir de condição de existência e de prosperidade para ninguém à custa de si mesmo e a afirmação de que a universidade é um instrumento da nação no seu esfôrço de autoconstrução. O cosmopolitismo é, para os latino-americanos, a atitude oposta, de miopia e de complexo de inferioridade em relação aos conteúdos nacionais de sua cultura e de exaltação em relação aos povos adiantados e de ingenuidade ou de complacência diante do caráter espoliativo dos vínculos de dependência externa. Esta atitude, seja ingênua ou seja lúcida, conduz seus defensores a atuar, na universidade e na sociedade, como agentes de interêsses estranhos e alheios (Ribeiro, 1969, pp. 25-26)

Las moralejas del volumen son claras. Se trata de diagnosticar rigurosamente y de planificar estratégicamente con la finalidad de superar el atraso y salir así de la condición de proletariado externo. En definitiva, de pasar a ser naciones autónomas, capaces de integrarse activamente en la civilización emergente. Esto vale en general, pero también, y muy especialmente, en la universidad, concebida como instrumento o motor de la transformación, toda vez que se trata de un ámbito donde se juegan cuestiones decisivas asociadas con la apropiación de las semillas, no apenas de los frutos, de la revolución tecnológica. La universidad necesaria es un requisito cultural para el desarrollo autónomo de nuestros países.

Planificación políticamente conducida, esfuerzo intencional para la superación del atraso, capacidad para observar y teorizar a partir de la realidad misma, son todas consignas emblemáticas de la universidad necesaria darcyana. Quienes en estos tiempos no renunciamos por completo a la noción de desarrollo nos sentimos fuertemente interpelados al leer pasajes como estos:

Uma variante desta enfermidade da inteligência, típica dos povos subdesenvolvidos, é demonstrada pelo fato de que a principal modalidade de estudos, ensaios e pesquisas que se realizam na América Latina, são ilustrações, com exemplos locais, de teses desenvolvidas em outras partes, sem capacidade para observar, inferir e teorizar a partir da realidade mesma. Os latino-americanos deixam que sua própria realidade seja o laboratório de trabalho criador de pesquisadores estrangeiros. (Ribeiro, 1969, p. 68)

A grande lição da experiência universitária soviética e, ainda mais, da China, é que uma planificação politicamente conduzida permite elevar em poucas décadas o nível de ensino e de investigação, do atraso mais profundo aos mais altos índices, preenchendo assim os requisitos culturais indispensáveis ao desenvolvimento autônomo [...] A experiência universitária japonêsa nos ensina muito mais (que las de EUA y GBR), pois operou articuladamente com o esforço intencional pela superação do atraso. (Ribeiro, 1969, pp. 64 y 66)

A esta altura es claro que estamos bordeando el significante de la revolución necesaria, mismo que va a aparecer, con mayor nitidez, en el cuarto volumen de la pentalogía: hacia 1971, en el libro El dilema de América Latina, publicado en Chile y dedicado “A los jóvenes iracundos”. (“La revolución necesaria” es el título del capítulo decimoprimero de ese libro incandescente). La conexión entre los significantes universidad necesaria y revolución necesaria se aprecia, con total claridad, en la compilación titulada La universidad nueva, un proyecto, publicada en Buenos Aires por la editorial Ciencia Nueva en 1973. Una de las intervenciones allí reunidas se titula precisamente “La universidad revolucionaria”.

Darcy intentó volver a Brasil a fines de 1968. Fue detenido. Logró salir. Fue a Venezuela, al parecer en condición de deportado. Luego a Chile, donde no estuvo mucho tiempo. Luego a Perú… Es interesante pensar mejor el pliegue peruano de su itinerario. No había muchos estudios al respecto. Ahora mismo una colega brasileña, Adriane Vidal Costa (2021) está estudiando esa etapa, la del Darcy próximo al gobierno militar revolucionario de Juan Velasco Alvarado.

Nosotros sabemos que en 1974 Darcy estuvo en Costa Rica, junto al presbítero Benjamín Núñez Vargas, cuando la Universidad Nacional daba sus primeros pasos.5 Una marca textual importante de esa presencia es el libro Hacia la universidad necesaria, del propio Núñez. Según lo que venimos argumentando, el Darcy que visita Costa Rica es un intelectual en plena metamorfosis. En el libro de Benjamín Núñez Vargas notamos una decidida apropiación de los significantes universidad necesaria y universidad nueva, así como de la idea según la cual la universidad debe proponerse contribuir al desarrollo nacional. Núñez retoma la propuesta darcyana de estructuración de la universidad, a la que define como “uno de los modelos mejor logrados hasta ahora, de esta racionalidad instrumental del quehacer universitario” (Núñez Vargas, 2008 [1974], p. 22). Notamos, también, una distancia relativa pero nítida con respecto a las facetas más incandescentes de los planteamientos de Darcy. Esto puede explicarse por dos razones principales. Por un lado, porque a Núñez no le atraían los extremismos, ni de derecha ni de izquierda, y parecía tener un margen muy escaso para admitir la necesidad de la violencia en la política; en contraste, no olvidemos que, un par de años antes, Darcy había dedicado El dilema… “a los jóvenes iracundos”. Por otro lado, porque Núñez hacía un balance de la peculiaridad costarricense que ubicaba al país en un matiz de temporalidad en relación con la experiencia latinoamericana: Costa Rica era, para Núñez, un país relativamente preservado de los peores rostros de la explotación, la codicia y el servilismo coloniales, un país más equilibrado y con una distribución más adecuada de la tierra y de la riqueza. No obstante, Núñez advertía sobre “ciertas características y omisiones que, de no ser contrarrestadas a tiempo” podían transformarse en “problemas nacionales graves”. Entre las funciones de la nueva universidad se contaba el contribuir al diagnóstico certero de esas cuestiones y a la preservación y perfeccionamiento de las instituciones democráticas nacionales. Claramente, Núñez no era un revolucionario y, a diferencia del Darcy más incandescente, no articulaba el motivo de la universidad necesaria con el de la revolución necesaria.

En su libro encontramos, además del nombre de Darcy, otras referencias, entre ellas: Paulo Freire, algún documento de la UNESCO, Teilhard de Chardin, Paulo VI y una potente frase de Omar Dengo, lúcidamente colocada como acorde final.

Universidad y ¿…pequeña utopía…?

Hemos ubicado el viraje darcyano entre 1972 y 1976. Escribo 1972 porque, un poco antes del golpe de Estado de Pinochet, Darcy produjo un texto raro, difícil de datar, que las búsquedas de Fabricio Pereira permitieron fechar con mayor precisión de la que manejamos al inicio de nuestras búsquedas. Se trata de “El abominable hombre nuevo”, elaborado al parecer en 1972. En sus páginas despuntan inquietudes suyas acerca de todo lo que será necesario para producir personalidades equilibradas en unas condiciones nuevas e inusitadas. Darcy se pregunta cómo podrá seguir habiendo vidas que valgan la pena, ya que, sin un proyecto de conducción racional de la historia, el hombre no sabrá qué hacer ni por qué luchar. Es interesante notar esta apropiación suya del significante “hombre nuevo” en un sentido diferente del todavía predominante entonces: el adjetivo “abominable” incorpora un fuerte acento crítico e irónico.

La línea abierta allí prosigue en varios textos ulteriores. En “Venutopías 2003”, de fines de 1973, justo después del golpe; en zonas de su novela Maíra; en el capítulo-interludio “Utopía burguesa multinacional”, de su novela Utopía salvaje, de 1982, ―donde hay una referencia, casi profética, al matrimonio de la ingeniería genética con la “cibernética frenética”―; en la parte final del ensayo “La civilización emergente”, también de esa época.

A partir de 1972, un futuro más dudoso y sombrío aparece tematizado en los textos de Darcy. Se aprecia una mezcla de fascinación y preocupación por los desarrollos de lo que hoy designaríamos como transhumano y, quizá, poshumano. Esto sucede, de manera paralela, al proceso de toma de distancia con respecto al significante de la revolución necesaria, lo cual se acompaña con el acercamiento al cultivo del motivo de la pequeña utopía.

Por lo demás, también despunta un giro en su apreciación de los indios, vistos ahora como pueblos emergentes, cuyo afán de afirmación étnica es menester apoyar. Y es más que eso. En “Venutopías” aparece una novedad sustantiva: la de proponer para Venezuela una “utopía estética” inspirada en los indios Makiritare (también llamados Yekuanas). Con ello, Darcy “devuelve” a los venezolanos la existencia pastoril “a la que siempre hemos aspirado”, el “deseo de belleza” y el “acceso a la sabiduría”. Leemos:

A quimera pastoril era obviamente impossível para o homem posto frente à natureza como camponês ou para quem quer que se perca num matagal, picado por mosquitos. Não o seria amanhã se ese fora o projeto dos venezuelanos. Vejo-os dispersos na imensidade de una floresta tropical intocada em sua infinita beleza. Vivem nus junto a riachos e lagoas de onde máquinas domesticadas os levam ao trabalho e os trazem ao convívio aprazível. Para criar nossa utopía estética temos de nos inspirar nos índios. Só eles sabem dar satisfação à vontade de beleza que pulsa em todos os homems. Ela é que alenta o índio maquiritare para colocar em cada tarefa que se propõe — trançar uma canastra, modelar um vaso, fazer uma flecha — muito mais esforço que o necessário para obter fins utilitários [...]; na perfeição da flecha feita para caçar, o Makiritare se exprime caligraficamente como criador de beleza [...] Vejo, nas casas dos venezuelanos do ano 2003, panelas e cestos, panos e textos que são produto de suas mãos ou que levam marcas tão peremptórias de quem as fez que ali estão para evocar o seu espíritu. É de crer que a própria automatização mecánica, em seu limite extremo, provendo o homem do esencial, haverá de libertá-lo para o exercício de si mesmo […]. Perdoem-me os que pensam que proponho tão só remarkiritarizar a Venezuela. Minha imaginação formada nestes duros anos não tem potência para mais. E meu coração esgotado não deseja mais. Viva o MAS. (Ribeiro en Kozel & Pereira da Silva, 2022, pp. 196-198)

El Makiritare se expresa caligráficamente como creador de belleza. Notablemente poética, la frase prefigura mucho de lo que comenzó a debatirse en los lustros subsiguientes. En esta utopía darcyana, la tecnología libera al ser humano para que este pueda ejercerse a sí mismo: tomar distancia de los fines utilitarios, consagrarse a la creación de belleza, expresarse caligráficamente.

En “La civilización emergente”, de 1984, Darcy futuriza sobre la paz y la guerra, y sobre una economía mundial loca, desequilibrada y paranoica, que genera un enorme ejército de mano de obra excedente, reforzando los lazos de dependencia; en este escenario, los pueblos del tercer mundo suspiran/suspirarán por una pequeña, modesta e inalcanzable utopía. Descartada la posibilidad revolucionaria, Darcy reflexiona sobre el posible advenimiento de una era de hambre e idiotización en el marco de una civilización obsoleta y de corazón endurecido. Ante este panorama, la vida de los pueblos pobres será una batalla por ideales muy concretos. Una hermosa y ardua batalla. Una vez más, parece haber conjeturado bien.

En los años ochenta, Darcy retomó la actividad política, en un sentido muy acorde con los deslizamientos que venimos destacando: la pequeña utopía (el memorial, el sambódromo), la integración de la temática de la afirmación étnica (ejemplificada en su apoyo a Mario Juruma, primer diputado indígena). También produjo textos en los cuales insistió sobre el motivo de la integración latinoamericana y, al final de su vida, pudo publicar su libro sobre Brasil, largamente diferido. En los pasajes finales de dicho libro, leemos:

Nosso destino é nos unificarmos com todos os latino-americanos por nossa oposição comum ao mesmo antagonista, que é a América anglo-saxônica, para fundarmos, tal como ocorre na comunidade europeia, a Nação Latino-Americana sonhada por Bolívar. Hoje, somos 500 milhões, amanhã seremos 1 bilhão. Vale dizer, um contingente humano com magnitude suficiente para encarnar a latinidade em face dos blocos chineses, eslavos, árabes e neobritânicos na humanidade futura. Somos povos novos ainda na luta para nos fazermos a nós mesmos como um gênero humano novo que nunca existiu antes. Tarefa muito mais difícil e penosa, mas também muito mais bela e desafiante. Na verdade das coisas, o que somos é a nova Roma. Uma Roma tardia e tropical. O Brasil é já a maior das nações neolatinas, pela magnitude populacional, e começa a sê-lo também por sua criatividade artística e cultural. Precisa agora sê-lo no domínio da tecnologia da futura civilização, para se fazer uma potência econômica, de progresso autossustentado. Estamos nos construindo na luta para florescer amanhã como uma nova civilização, mestiça e tropical, orgulhosa de si mesma. Mais alegre, porque mais sofrida. Melhor, porque incorpora em si mais humanidades. Mais generosa, porque aberta à convivência com todas as raças e todas as culturas e porque assentada na mais bela e luminosa província da Terra. (Ribeiro, 1995, pp. 454-455)

En este pasaje hay numerosos motivos de interés. Entre ellos, un uso del concepto de civilización en al menos dos sentidos distintos. Uno es el de la civilización emergente, la de la revolución termonuclear, sentido que ya conocemos. Otro es el que alude a la nueva civilización que será Brasil (junto a América Latina unificada): una civilización mestiza, generosa, alegre, mejor. Agreguemos: una civilización mestiza con pueblos emergentes afirmados étnicamente. Complementariamente, despunta la imagen de Brasil como “nueva Roma”, que articula con la imagen de un bloque civilizacional (latinoamericano), distinto a los otros grandes bloques: chino, eslavo, árabe, neobritánico.

¿Cuál sería la universidad necesaria de un Darcy puesto a conversar aquí y ahora con nosotros? Es, por supuesto, imposible responder a esta pregunta. Entre otras cosas porque, como sabemos, los deslizamientos darcyanos fueron más tácitos que explícitos y no lo condujeron al desmantelamiento masivo de sus puntos de vista ni a la consecuente reformulación integral y sistemática de ellos. Los nuevos acentos se fueron superponiendo a los anteriores, sin que dejaran de producirse inconsistencias, tensiones. Algunas cosas pueden decirse, sin embargo.

Un imaginario Darcy actual pudiera haber abandonado el motivo de la revolución necesaria, pero no el horizonte del desarrollo autónomo. También es cierto que pudiera haber abandonado la admiración más o menos unilateral de los modos de vida de los países avanzados, superponiéndole una valoración más decidida de nuestros logros culturales, pero no creo que resignara su característico afán de dar forma a sociedades más justas. ¿Se parecería la universidad necesaria de un imaginario Darcy actual a la variante delineada por el padre Núñez desde el matiz de temporalidad costarricense? Una vez más, es muy difícil responder; en este caso, habría que indagar más, no solo sobre la intersección de 1974, para cimentar consideraciones contrafácticas verosímiles.

Es cierto que el segundo Darcy cultivó el registro literario y que dio forma a una distopía catártica en Utopía salvaje, pero no dejó de creer en la ciencia, en la necesidad de teorizar, de pensar desde nuestra realidad. En particular, su obra nos enseña que es posible eludir el quedar atrapados en falsos dilemas. Un ejemplo puede encontrarse en la coexistencia de sus valoraciones con signo positivo tanto del mestizaje, como de la afirmación étnica de los pueblos indígenas. Así, contrafácticamente, no parece excesivo afirmar que, si en 1995 Darcy hubiese escrito de nuevo su universidad necesaria, no habría resignado estas cuestiones que venimos señalando.

Un imaginario Darcy actual no habría dejado de acudir a información empírica, a referencias informadas sobre la nueva colonización cultural emprendida en nombre del neoliberalismo o la globalización. De ninguna manera habría olvidado ese acento suyo puesto sobre la necesidad de pensar adecuadamente nuestro lugar en el mundo: cuáles son las amenazas, cuáles las oportunidades, cuáles los modelos a seguir. Tampoco habría dejado de lado su dilección por la construcción de tipologías ―de universidades, de docentes, de estudiantes―. Menos, su llamado a diagnosticar con rigor y a planificar con estrategia y, sobre todo, a cultivar la capacidad para observar y teorizar a partir de la realidad misma; hasta cabría suponer que su giro civilizacional (si puede llamarse así) lo llevaría a enfatizar más decididamente este último aspecto, eventualmente asociado a la vindicación de lo que llamaríamos un pensar situado. Lo habría hecho, seguramente, desplegando y procurando elaborar sus dudas sobre el futuro a largo plazo de la humanidad, y empeñado siempre por evitar quedar atrapado en dicotomías ruinosas.

¿Se enmarcaría en estos parámetros la universidad de la pequeña utopía, la universidad que hoy necesitamos? O los deslizamientos que venimos consignando, sumados a la disposición darcyana a integrar en sus frescos de síntesis las novedades de relevancia (pensemos en la crisis ambiental y en la (nueva) revolución tecnológica, la digital), ¿lo habrían llevado a perfilar alguna variación que nos solicitara agregar otro capítulo a la historia? ¿podría haber habido un tercer Darcy?

No deja de ser interesante apreciar que el deslizamiento hacia la pequeña utopía no convirtió a Darcy en un minimalista político. En parte, por una razón simple, aunque importante: los elementos que fueron componiendo su pequeña utopía se desplegaron invariablemente sobre el fondo trágico de la gran utopía derrotada, y pareciera que esa remisión le fue dando a sus aportes un tono y una coloración especiales, indisociables de su risa catártica, de su lucidez teórica, de sus aciertos de “visionario” y de su inusitada capacidad para continuar interpelándonos.

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1 La serie darcyana de estudios de antropología de la civilización está compuesta por El proceso civilizatorio (1968); Las Américas y la civilización (1969); Os índios e a civilização (1970); El dilema de América Latina (1971); Los brasileños: teoría del Brasil, 1972. El sexto libro es O povo brasileiro: a formação e o sentido do Brasil (1995). Referencias más completas constan en la bibliografía. Entre los problemas de “fijación” cabe mencionar que Os índios e a civilização no aparece incluido por Darcy en todos sus listados y, sobre todo, que la publicación postrera de O povo... (1995) parece relegar a la condición de antecedente superado a Los brasileños... (1972). En mi opinión, conviene seguir un criterio amplio: incluir todos los títulos, atender a la secuencia y trazar los matices correspondientes. Actualmente, la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina) encara, con el aval de la Fundação Darcy Ribeiro (Brasil), una reedición de la pentalogía con nuevas (y en algún caso primeras) traducciones al castellano.

2 Mientras preparábamos la antología, publiqué dos artículos sobre Darcy: uno en Cuadernos Americanos y otro en Nueva Sociedad. El primero rastrea los usos del concepto de civilización en su obra; el segundo, estudia, con cierto nivel de detalle, la novela-fábula Utopía salvaje. También escribí dos ensayos que, aunque no tratan estrictamente sobre Darcy, tocan temas conexos: uno estudia cómo es pensada la civilización latinoamericana en la obra de Fernand Braudel; el otro releva medio centenar de tematizaciones de nuestro eventual estatuto civilizacional. Las referencias constan en la bibliografía.

3 Entre paréntesis: en el texto de presentación a A universidade necessária, firmado por Anísio Teixeira, leemos: “O livro é a resposta ao desafio dos tempos presentes e a chave para a grande transformação: da universidade-reflexo para a universidade necessária, isto é, genuína e autêntica da civilização latino-americana.” Es difícil encontrar en el Darcy de esos años una referencia tan rotunda a nuestra condición civilizacional.

4 Leemos: “Neste volume se fundem dois trabalhos publicados em separado no Uruguai. Primeiro, as conferências introdutórias ao Seminário de Estruturas Universitárias que dirigi no correr de 1967, a pedido da Comissão de Cultura da Universidade da República. Segundo, o documento que preparei para servir de base à discussão do problema universitário no Seminário de Política Cultural Autônoma para a América Latina, realizado em março de 1968, sob os auspícios do Centro de Estudos Latino-Americanos”.

5 Asesorar procesos de estructuración y reestructuración universitarios, fue una de las ocupaciones distintivas de Darcy. Un jalonamiento de sus labores a este respecto es el siguiente: Brasilia, Uruguay, Venezuela, Argelia, Perú, México, Costa Rica (Ribeiro, 1973, p. 97n).


* Versión retocada de la conferencia “Darcy Ribeiro y la universidad necesaria”, impartida en la Universidad Nacional de Costa Rica con motivo de la celebración de su 50.o aniversario, marzo de 2023.

** This is a revised version of the lecture “Darcy Ribeiro and the necessary university”, which was given at the National University of Costa Rica on the occasion of the 50th-anniversary celebration, in March 2023.

*** Versão adaptada da palestra “Darcy Ribeiro e a universidade necessária”, proferida na Universidade Nacional da Costa Rica por ocasião da comemoração de seu 50º aniversário, em março de 2023.

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