Revista Electrónica Educare (Educare Electronic Journal) EISSN: 1409-4258 Vol. 19(3) SETIEMBRE-DICIEMBRE, 2015: 1-23

doi:http://dx.doi.org/10.15359/ree.19-3.14

URL: http://www.una.ac.cr/educare

CORREO: educare@una.cr

[Número publicado el 01 de setiembre del 2015]


El enfoque basado en competencias aplicado a estudiantes con sobredotación intelectual, su potencial en América Latina

Skill-Based Approach Applied to Gifted Students, its Potential in Latin America

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Andrew Alexi Almazán-Anaya1

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

Escuela Nacional de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales

Monterrey, México

almazananaya@cedat.com.mx

Armando Lozano-Rodríguez2

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

Escuela Nacional de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales

Monterrey, México

armando.lozano@itesm.mx

Recibido 4 de diciembre de 2014 • Corregido 2 de julio de 2015 • Aceptado 31 de julio de 2015

Resumen. Este artículo presenta a modo de ensayo reflexivo la situación actual educativa de alumnos sobredotados (con mayor inteligencia que el promedio) en América Latina y el potencial de utilizar programas basados en competencias dentro de la educación diferenciada (destinada para personas con capacidades superiores), sector en el cual se han realizado escasos estudios científicos y aún no se crea un consenso sobre un “modelo educativo ideal”. Actualmente, esta población estudiantil, en general, carece de atención educativa especializada destinada a detectar y desarrollar sus capacidades cognitivas, por lo que se estima que un alto porcentaje de esta (95%) no es detectada en un sistema educativo tradicional. Aunque existen modelos de educación diferenciada para dicho grupo, estos son escasamente aplicados; es por ello que se propone el uso de programas educativos centrados en el alumno como una solución a esta problemática, con la finalidad de buscar una aplicación de este modelo pedagógico con mayor cobertura a este alumnado. Se analizan las características de este programa que lo hacen compatible con la educación diferenciada para personas sobredotadas con experiencias desarrolladas en Estados Unidos, Europa y América Latina. Finalmente, se concluye este ensayo con un análisis de posibles líneas de investigación que, en caso de realizarse en un futuro, permitirían resolver varias incógnitas acerca de la relación y viabilidad entre programas basados en competencias y la educación diferenciada para estudiantes con sobredotación intelectual, quienes por sus capacidades especiales conforman un sector vulnerable dentro de la educación.

Palabras claves: Educación centrada en el alumno, programa de competencias, educación diferenciada, sobredotación intelectual.

Abstract. This paper presents, as a reflective essay, the current educational situation of gifted students (with more intelligence than the average) in Latin America and the possibility of using skill-based education within differentiated programs (intended for gifted individuals), a sector where scarce scientific studies have been done and a consensus of an ideal educative model has not been reached yet. Currently these students, in general, lack of specialized educational assistance intended to identify and develop their cognitive abilities, so it is estimated that a high percentage (95%) of such population is not detected in the traditional education system. Although there are differentiated education models, they are rarely applied. A student-centered education program is a solution proposed to apply this pedagogical model and cover such population. The characteristics of this program that do support differentiated instruction for gifted individuals compatible with experiences in the US, Europe and Latin America are analyzed. Finally, this paper concludes with an analysis of possible research areas that, if explored in the future, would help us to find answers about the feasibility and relation between skill-based programs and differentiated education for gifted students.

Keywords. Student-centered Education, Skill-based programs, differentiated education, giftedness.

El panorama actual

Existe actualmente un problema en la educación mundial, las personas consideradas como “las mentes del mañana” (el alumnado con sobredotación intelectual) se encuentran con escasas opciones educativas con métodos de enseñanza-aprendizaje innovadores que les permitan aprovechar sus capacidades y utilizarlas de forma efectiva (Hsu, 2003). Diversos investigadores como Vrignaud (2006) y Renzulli (2012) han señalado una deficiencia constante, no solamente en América Latina sino en el mundo de modelos educativos para estudiantes con capacidades intelectuales muy elevadas. Esto ha producido la pérdida, por falta de detección y atención, de millones de personas pertenecientes a este grupo de estudiantes sobresalientes a lo largo de las últimas cinco décadas, quienes hubieran podido ser los futuros científicos, pensadores, artistas que permitirían avanzar a la humanidad (Pérez, López, Del Valle y Ricote, 2008). Una situación como esta en el área educativa requiere de una acción conjunta por parte de investigaciones en el área para evitar que esta población continúe enfrentando esta situación caracterizada por una falta de oportunidades educativas (Gagné, 2009).

A esto se agrega el hecho de que en el mundo no se ha creado un consenso acerca de cuál es el modelo educativo más efectivo para estudiantes con sobredotadación intelectual (Plucker y Callahan 2008), por lo que cada país –e incluso instituciones educativas– optan por distintos modelos al no existir un modelo educativo único recomendado en el mundo para esta población(Corte Constitucional de Bogotá, 2013; Guerra, Alcalá y Ortiz, 2014). Actualmente, las estrategias utilizadas en alumnos con estas características son: a) el método del aceleramiento (se “saltan” grados académicos), b) enriquecimiento académico “se les otorgan temas extras” (Renzulli, 2006), c) son integrados a escuelas especiales para sobredotados por medio del reagrupamiento (Barnett y Fiscella, 1985) o d) se les deja en el sistema educativo tradicional con el modelo inclusivo (Delaubier, 2002). Los esfuerzos educativos realizados en este campo son descoordinados en la mayoría de las ocasiones, ya sea por parte de instituciones dedicadas a la inteligencia superior (sobredotación) o de organismos del gobierno donde, en la mayoría de las ocasiones, carecen de un modelo de enseñanza-aprendizaje efectivo para este alumnado o de las herramientas y recursos para atenderlos (Lautrey, 2007).

En los últimos años, se ha prestado una mayor atención en la investigación hacia las necesidades educativas, sociales y emocionales del alumnado sobredotado, pero a la vez reduciéndose el número de estudios a gran escala aplicados directamente en escuelas especializadas (Plucker, y Callahan 2008; Weismann-Arcache, 2006). En México y América Latina, hasta inicios del siglo 21, se presentó una escasez de información hacia la sociedad de la existencia de estos alumnos con capacidades intelectuales sobresalientes (Toribio, 2010); lo cual permitió el desarrollo de numerosos mitos y especulaciones acerca de los modelos educativos diseñados para individuos con sobredotación intelectual (Báthory y Joó, 1988). Parte del personal de la Secretaría de Educación Pública en México, incluso lo etiqueta de “no armónico” con la sociedad (Miranda, 2013) y algunos líderes políticos incluso buscan “la igualdad educativa” eliminando todas las opciones educativas para el alumnado sobredotado, comprometiendo el futuro de la nación (Renzulli y Reis, 1991). Esto remarca la necesidad de realizar estudios cualitativos o mixtos de un modelo de enseñanza-aprendizaje innovador para este grupo, donde puedan desarrollar y conocer sus capacidades especiales para que puedan hacer uso de ellas. Este escenario ha originado la necesidad de trabajar con modelos educativos centrados en estudiantes con sobredotación (por sus características intelectuales distintas al promedio) como el enfoque por competencias.

Este enfoque que promueve el aprendizaje activo del alumnado es uno de los modelos educativos más prometedores para poder llenar este vacío que existe en la educación de niños, niñas y jóvenes con sobredotación intelectual. Se ha demostrado que permite orientar las habilidades intelectuales especiales de la inteligencia superior hacia el éxito en los estudios académicos (Sévérac, 2012). Una de las grandes dificultades estos casos es la motivación a seguir aprendiendo cuando alcanzan la adolescencia, ya que en varias ocasiones carecen de metas y objetivos a vencer (Vrignaud, 2006). En este caso, el enfoque basado en competencias podría ayudar a brindarles estas metas y retos, lo que haría falta es una investigación educativa que explore la forma en la cual este enfoque se puede adaptar al alumnado con sobredotación intelectual y la forma en cómo ellos reaccionarían.

El presente artículo se organizó de la siguiente forma: se inició con el análisis de los conceptos, educación especial y modelos para estudiantes con sobredotación, posteriormente se retoma la definición del modelo por competencias y la compatibilidad entre ambos paradigmas educativos (diferenciación y educación centrada en el alumno); para concluir con un planteamiento de cómo podría ser aplicado un modelo de este tipo y estudiado por medio de nuevas líneas de investigación que a la fecha aún no han sido realizadas.

Conceptos básicos acerca de la sobredotación intelectual

La educación especial engloba tanto al alumnado con discapacidad como a aquellos con sobredotación (Herrick, 1991). En el último milenio se han propuesto más de 20 términos distintos para denominar a aquella población con una inteligencia mayor al promedio: superdotados, “los iluminados”, genios, termitas e hiperdotados. A pesar de hacer referencia al mismo fenómeno, no se ha recomendado oficialmente su uso por dar lugar a confusiones en el ámbito científico y permitir la generación de prejuicios sociales (Ramos, 2008).

La palabra oficial utilizada en el ámbito científico ha sido la de sobredotado, proviene del latín “praeditus” que significa “más dotado de…”, esta es traducida del inglés de “gifted” y del francés “surdoué” (Almazán-Anaya, 2014; Baker, 2001). El término sobrecapacidad y aptitudes sobresalientes son sinónimos ampliamente utilizados.

Según la Organización Mundial de la Salud, la sobredotación intelectual se define como una inteligencia mínimo dos desviaciones de la media, equivalente a un coeficiente intelectual superior a los 130 puntos (Baker, 2001; Weyl, 1970), mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. Desde principios del siglo XX, se desarrollaron escalas numéricas para medir la inteligencia de una persona, de ellas surgió el Coeficiente Intelectual (conocido como CI, o IQ). Esta escala compara la inteligencia de una persona contra la del promedio de la sociedad y considera como sobrecapacidad intelectual a partir de dos desviaciones estándar por encima de la media mundial, lo cual es 130 (como límite inferior del rango de la sobredotación) (Calvert, 2012).

Estadísticamente, se calcula que el 3% de la población infantil tiene sobrecapacidad, lo que equivaldría a un millón en México, y más de 66 millones en el mundo (Giessman, Gambrell y Stebbins 2013). Las pruebas empleadas para realizar estos diagnósticos poseen “estandarización internacional” y, por lo tanto, pueden ser aplicadas en todo el mundo sin riesgo de originar sesgos por diferencias culturales. Algunas de estas pruebas con aplicaciones internacionales son las de la escala Wechsler (Lohman, Korb, y Lakin, 2008).

Han sido propuestos distintos modelos para diagnosticar la sobredotación entre los que están el cálculo de edad mental, la resolución de exámenes académicos, la observación de características de creatividad, logros académicos, entre otros. Estos no han sido considerados como “contundentes” para diagnosticar una situación como la sobredotación intelectual (Renzulli, 2012). Debido a su incidencia de sesgos mayor a la del Coeficiente Intelectual (CI) o por basarse en observaciones cualitativas que no pueden traducirse a una medida cuantificable capaz de ser utilizada como estándar de identificación, el número del CI se sigue utilizando como una de las medidas cuantitativas más efectivas para el diagnóstico de sobredotación en el mundo (Giessman et al., 2013). Algunas escalas que han complementado a las de inteligencia han sido las de habilidades multidimensionales como el Gifted Rating School Score (GRS-S), que son usadas para determinar qué tipo de sobredotación expresa un alumno (Li, Pfeiffer, Petscher, Kumtepe y Mo, 2008).

Sin embargo, también se han desarrollado otros modelos cualitativos que han buscado complementar los diagnósticos de sobredotación como lo son los perfiles psico-socio-antropométricos en los cuales por una serie de cuestionarios y exploración médica con características de alta inteligencia se realiza un proceso de identificación.

Un modelo que ha cobrado especial importancia en Europa es el mixto o multidimensional, en el cual se requieren reunir los criterios cuantitativos y cualitativos para calificar a una persona como sobredotada:

A pesar de la variabilidad en la definición de sobredotación intelectual, se coincide en su necesidad de detección y atención especializada, con la finalidad de permitir el desarrollo de estas capacidades intelectuales especiales.

¿Por qué un modelo educativo especial para las personas sobredotadas? El concepto de la diferenciación educativa

Según la UNESCO en su declaración anual en 1985 “Los niños sobredotados son aquellos que manifiestan una competencia y potencial excepcional en distintos dominios, notablemente la actividad intelectual y creativa y por ello están en necesidad de una educación con servicios diferentes a los que una escuela ordinaria puede ofrecer” (Passow, 1985, p. 184). Estas palabras sientan las bases de la educación especial para personas sobredotadas en el siglo XXI, aunque los antecedentes de este tipo de educación se remontan a la antigua Grecia, con la propuesta de Platón de una república de las ideas, idea utópica donde se seleccionaran a los más inteligentes para capacitarlos en materia pública y volverlos los dirigentes políticos de la sociedad para impulsar el desarrollo de la humanidad por medio de un liderazgo basado en el razonamiento y la inteligencia, una educación por diferenciación (Weyl, 1970; Yun-Dai, Ann-Swanson y Cheng, 2011).

Thomas Jefferson, durante la fundación de los Estados Unidos de América, contempló esta necesidad y consideró como fundamental reconocer las diferencias individuales, para explotar lo mejor de cada una de ellas y así mejorar la sociedad, con su expresión de “No hay nada más desigual que dar igual tratamiento a gente desigual”. La diversidad y el reconocimiento de las diferencias como base de la igualdad se volvió la piedra angular de la educación especial para personas sobredotadas (Walsh y Kemp, 2013; Weyl, 1970). Esta filosofía educativa , denominada diferenciación, consiste en dar condiciones a cada quien conforme a sus necesidades y potencial. Sus principios se resumen en la frase de Jefferson (1800): “Es altamente interesante para la nación y el deber de sus funcionarios, proveer que cada ciudadano en su país reciba una educación proporcionada a su condición y propósitos de vida” (p. 271). Este modelo proporcionado evolucionó posteriormente a la educación centrada en el alumno, la cual es la base del enfoque basado en competencias.

La educación del alumnado con mayor capacidad intelectual comenzó desde la época de la Ilustración y su historia se ha caracterizado por etapas de amplio desarrollo seguidas por décadas o siglos de olvido en el tema, lo cual solo ha producido que en cada “renacimiento científico” en esta área se repitan los mismos errores e investigaciones que se habían descrito décadas o siglos atrás (Plucker, y Callahan, 2008).

Esto genera que numerosos países mantengan un estado educativo en relación con la atención de la inteligencia superior similar al encontrado en el siglo XIX, en ocasiones aparentando que se carece de avances considerables (Weyl, 1970). Sin embargo, estos periodos han permitido delimitar cinco estrategias educativas utilizadas para estudiantes con aptitudes sobresalientes, de las cuales cuatro son especializadas y una es la educación tradicional (Delaubier, 2002).

Los modelos especializados son el enriquecimiento, el aceleramiento, el pull-out (extracción) y el regrouping (reagrupamiento), sin contar aquellos en donde se realiza una combinación de ellos (Renzulli, 2012). Estos se crearon posteriormente a las declaraciones de la Mann Page de Jefferson (1800), al entonces presidente de Estados Unidos de América, George Washington, en 1795: “Yo deseo con vigor ver los más altos grados de educación dados a los más altos grados de genios y a todo el espectro de ellos”.

Sin embargo, estos modelos se han desarrollado en gran medida a modo teórico, debido a que su aplicación en la práctica educativa aún no ha permitido otorgar una cobertura educativa que integre a la mayoría de estudiantes con estas capacidades intelectuales especiales.

Las deficiencias actuales en la educación de las mentes más brillantes

La educación del alumnado con sobredotación ha sido una rama de la investigación educativa relativamente olvidada en los últimos 70 años en América Latina (Dunn, Corn y Morelock, 2004). Se han realizado más de un centenar de estudios en este campo a inicios del siglo XX para describir el “método perfecto” para aprovechar sus capacidades y permitirles explotar al máximo su potencial intelectual dentro de las escuelas y en la sociedad (Hollingworth, 1926; Terman, 1930; Trapp y Himelstein, 1962). Posteriormente, la investigación educativa en esta área fue abandonada en su mayoría por eventos históricos como la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, las cuales generaron un rezago en el desarrollo de modelos de enseñanza-aprendizaje para esta población y, con ello, se propició la pérdida del talento en las escuelas y posteriormente del fenómeno conocido como “fuga de cerebros” (Elices, Palazuelo y Del Caño, 2006).

Se conoce que el alumnado con sobrecapacidad tiene necesidades educativas distintas por sus características intelectuales; sin embargo, los programas educativos en general no tienen medidas para brindarles una educación adecuada (Steiner, 2006). En escuelas promedio, las estrategias de enseñanza y la capacitación del profesorado están diseñadas con base en la media y no para estudiantes diferentes (Almeida y Oliveira, 2010; Almazán-Anaya, 2014). Incluso docentes en general no tienen los conocimientos y habilidades de cómo adecuar un programa educativo para atender a esta población (Del Rey, 2012). De esta forma, en las escuelas tradicionales el educando con sobrecapacidad se encuentra en riesgo de ser mal diagnosticado e incluso medicado (para reducir su inquietud e hiperactividad), con lo que agravan la situación de la pérdida de su talento, sin contar con el bullying (acoso escolar) que sufren (Guerra et al., 2014).

Es por ello señalada en la literatura científica la necesidad de encontrar cuál estrategia educativa es más efectiva para el alumnado con sobredotación para implementarlo a gran escala por medio de la medición de los efectos cualitativos (no paramétricos) de los programas de educación especial sobre los tradicionales (Vaughn, Feldhusen y Asher, 1991). Esto permitiría establecer las nuevas políticas y guías nacionales para la atención de la inteligencia superior (Camos, 2007). Aún no se resuelve la interrogante acerca de si los grupos con aptitudes sobresalientes atendidos con el modelo de educación especial expresan mejores resultados académicos, psicológicos e intelectuales y un potencial de éxito en estudios universitarios y de posgrado diferente al de aquellos que fueron atendidos con el modelo de educación inclusiva (o también llamado tradicional) (Legendre, 2008; Almazán-Anaya, 2014).

La relación entre el enfoque basado en competencias y la educación de las altas capacidades intelectuales

La educación de grupos con sobredotación en conjunción con el enfoque basado en competencias ha sido un motivo de análisis debido a la compatibilidad de los modelos centrados en el alumnado con la educación diferenciada (cuyo principio rector es el mismo: adaptarse a las necesidades y velocidades de aprendizaje distintas). De forma similar al enfoque por competencias, las estrategias especiales diseñadas en el campo de la sobredotación se han concentrado en el objetivo del desarrollo práctico de habilidades más que en conocimientos teóricos (Ion y Cano, 2012). Se requiere señalar que no es considerado equivalente el modelo especializado en estudiantes con sobrecapacidad al enfoque basado en competencias, ya que el primero hace referencia a una estrategia educativa global en la cual pueden utilizarse una gran gama de técnicas de enseñanza-aprendizaje en donde podrían introducirse las del enfoque por competencias (Calvert, 2012).

Por lo tanto, es necesario considerar que los principios del enfoque de enseñanza-aprendizaje basado en competencias, su desarrollo y la forma en la cual es posible integrarlo en el marco de la educación de estudiantes con sobrecapacidad, se debe principalmente a la alta coincidencia que existe entre sus principios y técnicas que de forma indirecta han estado relacionadas desde el modelo de educación proporcionada propuesto por Jefferson en 1805.

El enfoque de enseñanza basado en competencias

La educación, durante varios años, se concentró en las estrategias docentes propias del método conocido como cátedra, en el cual el alumnado escucha pasivamente al profesor o profesora “poseedora” de conocimiento; además, la función de la enseñanza era producir una transmisión vertical de la información. Este método comenzó a experimentar deficiencias desde mediados del siglo XIX, cuando la pasividad en el sistema de enseñanza por parte del alumnado produjo un aumento de la deserción escolar, un bajo aprovechamiento académico y, sobretodo, problemas por la adquisición de conocimientos teóricos que en la vida práctica no eran útiles (Coll, 2007).

La industria y las empresas requerían de gente con capacidades adaptables a la realidad laboral y no que tuvieran un acúmulo de conocimientos teóricos; pues esto generaba un gasto por parte de las empresas en programas de capacitación del personal que a largo plazo no brindaron los resultados esperados. Tal situación generó la necesidad de desarrollar estas capacidades requeridas para el mundo laboral desde la infancia en la educación y no en la adultez, cuando es más complicado modificar el aprendizaje, con lo que el interés se orientó hacia las estrategias de enseñanza-aprendizaje en estudiantes jóvenes (Díaz, 2006).

Estas deficiencias originaron, por lo tanto, el surgimiento de los “modelos centrados en el alumno”, entre los cuales se encuentra el basado en competencias que busca el desarrollo de capacidades para la vida que sean útiles, pero a su vez adquiridas en el marco de la educación (González, Del Rincón, Bonilla y Sáez, 2013).

En 1975, se obtuvo el primer caso de éxito a gran escala del enfoque por competencias en Estados Unidos, donde se implementó en universidades de Texas con el propósito de probar su efectividad (Del Rey, 2012). Se partieron de tres conceptos de este modelo basado en competencias:

El enfoque basado en competencias ha tenido un auge internacional en el siglo XXI y esto ha influido en los procesos de enseñanza-aprendizaje de América Latina en instituciones educativas desde niveles de preescolar hasta los universitarios. El Instituto Politécnico Nacional (IPN), en México, implementó en el 2004 de forma gradual el enfoque educativo basado en competencias para tener egresados capaces de responder a las necesidades de la sociedad mexicana. Sin embargo, esto originó la necesidad de actualizar los planes y programas de cada una de las carreras del IPN. Una de las áreas más retrasadas en este proceso fue la Escuela Superior de Física y Matemáticas (ESFM), donde el profesorado no realizó actividades que permitieran llevar a cabo los cambios necesarios para cumplir con el nuevo modelo institucional (González et. al., 2013).

De acuerdo con Díaz (2006) el enfoque basado en competencias tiene aspectos innovadores y de extrema importancia que, en cuanto a relevancia, lo posicionan por encima de la docena de modelos educativos y de enseñanza-aprendizaje propuestos en las últimas décadas. A continuación, se enumeran las características propias de este enfoque que lo harían compatible con una intervención educativa para sobredotación:

  1. La capacidad propositiva del enfoque basado en competencias es una característica relevante, debido a que las competencias se encuentran orientadas a la acción educativa y sirven para dictar guías sobre las capacidades que el alumnado debe poseer al terminar el proceso de enseñanza-aprendizaje y no sobre los conocimientos que el personal docente debe impartir; lo anterior resulta esencial, ya que existe una brecha entre la propuesta teórica para el profesorado y lo que en la práctica se aplica en el estudiantado.
  2. El concepto de competencia considera la importancia de los contextos en los cuales se adquiere y se aplica el conocimiento posteriormente, con lo que adquiere la propiedad de considerar el entorno presente y futuro. Este aspecto no es común en los modelos de enseñanza-aprendizaje contemporáneos.
  3. Le da prioridad a la adquisición de habilidades para la vida y el aprendizaje autónomo. Esto contempla volver competente al alumnado y, de esta forma, otorgarle mayor utilidad a las enseñanzas.

Reflexión final: La educación especial desde la perspectiva basada en competencias y su aplicación en la enseñanza de los sobredotados

El enfoque basado en competencias tiene otra aplicación que va más allá de la educación tradicional y las estrategias empleadas con el profesorado, consiste en la atención educativa especializada en estudiantes con capacidades intelectuales excepcionales. Sector donde la deficiencia de investigación en modelos de educación especializada para ellos, ha persistido desde finales del siglo XIX, cuando Thomas Jefferson se refirió en una forma semiretórica al desperdicio de los genios en el mar de la sociedad (Weyl, 1970). Según los cálculos del World Council for Gifted and Talented Children y las estadísticas de CI nacionales en México y países de América Latina, cerca del 95% de la niñez y juventud sobredotada no es identificada, principalmente por una falta de diagnóstico y atención oportuna (Plucker y Callahan 2008). Un factor clave es el centro educativo en el que se encuentran, ya que es ahí donde muchas veces las personas más inteligentes son mal diagnosticadas y al confundirlas se les llega a considerar como personas enfermas del Síndrome de Déficit de Atención (TDAH) o malos estudiantes, que son segregados y corren el riesgo de llegar a tener una baja autoestima en el área académica, tan solo por ser diferentes a la media (Almazán-Anaya, Illoldi y Valdés, 2014).

En varios países se han propuesto nuevos programas para estos estudiantes sobresalientes, medidas que retoman los conceptos de la aceleración, e incluso, en distintas escuelas se busca crear desde “cero” un programa especial para ellos. Pero debido a la falta de profesionistas en esta área (en varios países latinoamericanos no existe una especialidad o un posgrado en estudios de la sobredotación intelectual, solamente en Estados Unidos y ciertas naciones en Europa), no ha sido posible completar su diseño a pesar del paso de más de 70 años desde las propuestas de Lewis Terman en 1930. Por ello, según Lautrey (2007) el grupo de estudiantes sobrecapacitados siguen actualmente sin un programa educativo que responda al 100% a sus necesidades psicopedagógicas. Esto genera que sus capacidades especiales se sigan perdiendo cada generación.

Debido a sus características especiales, se ha demostrado que es prácticamente imposible reingresar a tales estudiantes al sistema educativo tradicional, debido al costo social que implicaría modificar la infraestructura de las escuelas para atender a un pequeño grupo en específico en lugar del resto de alumnado, y por la posibilidad de desperdiciar el talento de la población con sobredotación al no existir una planta de docentes que pudiera efectuar un trabajo simultáneo con estudiantes con aptitudes sobresalientes sin descuidar a un grupo tradicional, sin contar los efectos del bullying y aislamiento que se sufre en escuelas promedio los individuos con mayor inteligencia (Prudhomme y Blaquière, 2006). Lo anterior evidencia que la población de estudiantes con sobredotación requieran un modelo educativo diseñado acorde a sus capacidades y requerimientos cognitivos al no tener un fácil retorno al sistema tradicional.

Ello denota la urgencia de encontrar una solución al respecto. Dejar al alumnado sobredotado sin un programa educativo adaptado a sus necesidades pedagógicas agrava la situación actual de la falta de identificación y atención profesional de la sobrecapacidad intelectual en América Latina.

Se debe señalar que la creación de un modelo educativo y de enseñanza-aprendizaje es complicado, en especial por la dificultad de reunir un grupo de estudiantes amplio con sobredotación en un lugar específico. Este problema es resuelto por las instituciones de inteligencia superior como el Centro de Atención al Talento (CEDAT) en México, debido a que funcionan como centros de concentración de tales estudiantes. Aun así, el trabajo y el tiempo que requeriría diseñar un nuevo programa sería extenso y lento, podría llevar hasta una generación en realizarse, con la subsecuente pérdida de miles de estudiantes en ese periodo. Es por ello que investigadores se han planteado la interrogante ¿Por qué no adaptar un modelo de enseñanza-aprendizaje innovador ya existente hacia el alumnado sobredotado? (Yun-Dai et al., 2011).

El enfoque de aprendizaje basado en competencias se ha llegado a considerar como uno de los más prometedores para llenar este vacío que existe en la educación especial, debido a que permite el aprendizaje activo del alumnado, si se utilizara se podría hacer uso de las habilidades intelectuales especiales de estudiantes con sobredotadación, orientar sus capacidades hacia la excelencia educativa y, en un futuro, una aplicación práctica a la sociedad y la economía (Sévérac, 2012). Una de las grandes dificultades ha sido la motivación para seguir aprendiendo cuando llegan a la juventud, al carecerse de metas y objetivos a vencer por encontrarse en escuelas tradicionales, donde aprenden fácilmente lo que a sus compañeros les toma más tiempo (Vrignaud, 2006). En este caso, el aprendizaje basado en competencias podría ayudar a brindarles estas metas y retos por su enfoque en un aprendizaje activo de habilidades para la vida.

La educación basada en competencias busca centrarse en las necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales del alumnado (Legendre, 2008). Con base en estas características, se puede considerar que este modelo cumple con los requisitos para poder convertirse en parte del programa educativo para el alumnado sobredotado. En la atención de la inteligencia superior, lo primordial es considerar a cada uno dependiendo de sus necesidades y potencialidades para guiarlos hacia el desarrollo de capacidades y habilidades de utilidad en un futuro (Terman y Oden, 1954); por ello, este modelo es una solución prometedora. Además, considera la necesidad de desarrollar la competencia del aprendizaje auto-regulado o la capacidad de ser autodidacta, un aspecto que permite una mayor flexibilidad en los estilos de aprendizaje y, a la vez, la posibilidad de adaptar la educación en una forma más efectiva a las necesidades de cada estudiante. Esta situación le permite al alumnado controlar, sin requerir obligatoriamente del docente, la adquisición de nuevos conocimientos en forma activa (Contreras y Lozano, 2012).

El enfoque basado en competencias se fundamente en el principio de competencia (entre otros), el cual considera la diferenciación de las personas que se desempeñan mejor que otras en ciertas actividades (Bustos y Richmond, 2007; Lozano y Herrera, 2013). Esto guarda estrecha relación con la educación diferenciada en sobredotación que separa a cada estudiante dependiendo de sus capacidades intelectuales y potencial académico.

Es por esta razón que el aprendizaje basado por competencias se ha aplicado de forma exitosa en grupos de estudiantes desde primaria hasta la universidad, con resultados positivos en desempeño académico y adquisición de aprendizajes significativos, además de un incremento en la eficiencia de los centros educativos que lo aplican. Sin embargo, en todos estos casos, se ha aplicado en estudiantes con inteligencia promedio, se ha olvidado a un grupo: las personas con aptitudes sobresalientes (Pérez-Trejo et a l., 2012).

Por lo tanto, el enfoque por competencias podría considerarse como uno de los más prometedores para poder llenar este vacío que existe en la educación de la inteligencia superior. Según Camos (2007), este alumnado es más proclive a reaccionar favorablemente a los aprendizajes por competencias por las habilidades verbales y matemáticas excepcionales que posee, además de la facilidad para motivarlo en cuanto observa un progreso significativo en su propio proceso de aprendizaje. Como el modelo de enseñanza-aprendizaje por competencias trabaja con metas y objetivos en habilidades y conocimientos, el alumnado sobredotado podría observar directamente los resultados de su proceso de aprendizaje y esto constituiría un estímulo psicológico.

Los planes y programas educativos diseñados por competencias consideran los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes de una forma terminal. El fin es lo importante: que cada estudiante obtenga una competencia en un área del conocimiento. Este concepto innovador de la educación ha producido resultados exitosos en los procesos pedagógicos. Incluso el método enseñanza-aprendizaje por competencias considera la diversidad como una de sus herramientas para el éxito (Riesco, 2008). Una diversidad que podría ser también a nivel intelectual. En esto guarda una gran similitud con la educación diferenciada de la sobredotación, donde las diferencias individuales de conocimientos, habilidades y capacidades son utilizadas para promover el aprendizaje. Al presentarse una mayor inteligencia que el promedio, también se posee distintos potenciales e intereses que en un sistema tradicional son coartados por el afán de “acomodar” al alumnado en un grupo para aprender conocimientos teóricos repetitivos (Almeida y Oliveira, 2010); mientras que un programa por competencias por su misma naturaleza podría potencializar estas diferencias intelectuales hacia la excelencia en lugar de reprimirlas.

El modelo por competencias cumple con los requisitos señalados por Morin (2001) para la educación, ya que según él, esta debe servir para enseñar a pensar. Al ser las competencias una serie de capacidades y habilidades, generarlas por medio de la educación se puede traducir como fomentar el pensamiento.

Si con estudiantes promedio ha dado resultados favorables, es de considerar por qué no lo hará también con quienes tienen aptitudes sobresalientes. Según Boutin (2004), en Francia se ha planteado utilizar el aprendizaje basado en competencias para potencializar el talento del estudiantado, para tener un mejor panorama nacional en el futuro. Sin embargo, estas propuestas se abandonaron por la necesidad de realizar una investigación en el alumnado sobredotado para comprobarlo, hasta el momento estas aún no se efectúan por la dificultad de reunir una población considerable de individuos con estas características. Este inconveniente podría ser eliminado recurriendo a centros de educación especializada para sobredotación intelectual con el método del reagrupamiento, donde generalmente es fácil encontrar a decenas o centenares de estudiantes con estas características (Camos, 2007). En México, como integrante de América Latina, se dispone una serie de estos centros donde se podría realizar ese tipo de estudio educativo, entre estas instituciones se pueden citar las administradas por la Alianza Mexicana por la Sobredotación, en la cual se encuentran el Centro de Atención al Talento y el Centro Mexicano de Alumnos Sobredotados (Guerra et al., 2014).

Aunque, como fue analizado, el modelo por competencias guarda un estricto vínculo con la educación diferenciada para inteligencia superior, no se ha realizado una investigación cualitativa o cuantitativa a gran escala que permita verificar estos supuestos. Se debe considerar que la población con sobrecapacidad intelectual no es escasa, según Terman (1930), estos estudiantes no han sido fenómenos aislados que ocurren en las escuelas y cuyo efecto pasa desapercibido. Tan solo en México se estima que su población supera el millón, con tres millones en América Latina, de los cuales una alto porcentaje no son atendidos adecuadamente y, de contar con un modelo educativo diseñado para ellos, podrían revolucionar las ciencias, ya que aportarían su talento en un futuro si son canalizados hacia el éxito académico (Calvert, 2012). Realizar investigación en un modelo educativo centrado en el alumno (como el basado en competencias) aplicado a estudiantes con sobredotación permitiría cumplir con una de las prioridades mundiales en la educación, esto fue señalado por la UNESCO desde hace más de 30 años (Báthory y Joó, 1988).

Describir la forma en la cual la educación del alumnado con inteligencia superior es compatible con el modelo basado en competencias, incluso podría regresarle a esta estrategia la primacía como método de enseñanza-aprendizaje viable y efectivo en niveles de educación básica (Perrenoud, 2007). La creencia común entre el cuerpo docente de que las estrategias por competencias no se pueden aplicar de manera efectiva en la infancia, es producida por las experiencias anteriores con estudiantes promedio en poblaciones infantiles que denotan numerosos casos de influencia negativa de la determinación mental, pasividad de la sociedad y, en especial, de la familia, sobre el estudiante en países latinoamericanos (Plucker y Callahan 2008; Garduño y Guerra, 2011).

Los modelos educativos y estrategias enseñanza-aprendizaje innovadores tienen un impacto positivo sobre el desarrollo del alumnado e incluso del profesorado. Esto se comprobó en estudiantes con sobredotación en una investigación llevada a cabo por Calvert (2012), donde por medio del uso de la tecnología (computadoras portátiles y programas de educación virtual), se logró incrementar el desempeño académico de un grupo de jóvenes de nivel preparatoria. Aunque esto lo hizo confinándose a un grupo reducido, demostró que es viable tener un impacto favorable de modelos educativos innovadores sobre la educación de estudiantes sobredotados, lo faltante sería una investigación al respecto. Esto último es uno de los objetivos del presente artículo, la proposición de protocolos y proyectos científicos que podrían ser realizados en este campo.

Propuestas de líneas de investigación

Se observó que en la literatura científica existe una falta de información acerca de los efectos de la aplicación del enfoque basado en competencias en el contexto de la educación diferenciada en sobredotación, pero también de la similitud entre estos modelos que permitirían sentar las bases para una futura intervención educativa con el modelo basado en competencias en los centros escolares especializados para inteligencia superior. Las clásicas estrategias de enriquecimiento en esta población, que actualmente se encuentran siendo utilizadas en escuelas para personas con sobrecapacidad, ya han comenzado a experimentar signos de falta de actualización y, por ello, requieren del uso de un modelo educativo innovador que conserve los principios de diferenciación y educación centrada en el estudiante (Cuevas, 2011). Es por ello que el modelo basado en competencias se ha perfilado como una opción viable, pero a su vez que requiere de investigación educativa para poder ser utilizada en un futuro en estos centros educativos (Obaya y Ponce, 2010).

Una metodología cualitativa podría describir los efectos de la educación por competencias en el alumnado con sobredotación en su nivel de aprendizaje, motivación y capacidad de adaptación, también la capacidad del cuerpo docente para adaptarse de forma efectiva a este nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje y de fusionarlo con las herramientas del programa del enriquecimiento que han venido utilizando en años previos. Incluso se podría analizar a nivel institucional el impacto que tiene la aplicación de este modelo de enseñanza-aprendizaje, y las políticas organizacionales que podrían fomentar o inhibir el desarrollo de proyectos educativos de esta índole, con el fin de que en un futuro se pudieran realizar proyectos similares en otros centros educativos del país. Sin embargo para efectos del planteamiento de posibles proyectos de investigación futuros, se considera prioritario el estudio del desarrollo de las competencias para la vida (que constituyen uno de los objetivos finales en la educación centrada en el alumnado), su relación con la educación diferenciada en estudiantes con inteligencia superior, y la forma en la cual el “procedimiento de competencia” es aplicado en la diferenciación educativa.

Otro problema encontrado en esta revisión es la falta de estudios que describan cómo se lleva a cabo el proceso de adaptación (tanto de estudiantes como de docentes), cuando se implementa el modelo basado en competencias en centros educativos con el alumnado sobredotado. Se desconocen los efectos directos en la educación que ocurrirían tanto en estudiantes como docentes al integrar las herramientas más efectivas del programa de enriquecimiento al modelo por competencias (Lautrey y Vrignaud, 2006). La forma en la cual se vive este proceso de adaptación permitiría conocer la viabilidad de introducir este modelo en la educación diferenciada, así como la forma en la cual estudiantes y docentes podrían reaccionar en caso de desearse implementar esta medida a gran escala. Esto permitiría responder a la interrogante: ¿El enfoque basado en competencias realmente se podrá aplicar en el contexto de la educación especializada de la sobredotación?

Conclusiones

La educación de la inteligencia superior es una rama especializada y de interés para el desarrollo de un alumnado con alto potencial intelectual, pero escasamente estudiada y menos aún se han creado modelos de enseñanza, siendo los esfuerzos descoordinados en varias ocasiones. Modelos eficientes han sido propuestos y desarrollados, sin embargo, se ha presentado una baja cobertura educativa al alumnado que la necesita, lo cual requiere la creación de una nueva estrategia para brindarle a este grupo estudiantil un programa de enseñanza correspondiente a sus capacidades.

El enfoque por competencias, al centrarse en el estudiante, se observó como una opción viable que permitiría evitar que un alto porcentaje (95%) del alumnado sobredotado continúe sin un programa educativo adecuado a sus necesidades especiales producidas por su inteligencia, pero que, a su vez, (en comparación con los métodos diferenciados) puedan ser aplicados a mayor escala para otorgar una mayor cobertura educativa a estos estudiantes.

La bibliografía científica hace evidente una situación mundial con respecto a la atención educativa de estudiantes con sobredotación intelectual que, aunque investigada en forma teórica en los últimos 80 años, en la práctica educativa denota una disociación entre las teorías que se proponen y las medidas directas en la enseñanza que se llegan a aplicar. El modelo por competencias se ha caracterizado por su enfoque centrado en las necesidades del alumnado, las cuales guardan una amplia relación con los principios del enfoque diferenciado (usado actualmente de manera exitosa en el contexto de sobredotación). Asimismo, se identificó una deficiencia teórica y práctica en investigaciones relacionadas con la aplicación del enfoque basado en competencias (como un modelo de educación centrado en el alumnado) con la atención educativa especial para inteligencia superior.

Se propuso formular un nuevo planteamiento basado en evidencia de investigación educativa de la forma en la cual este modelo educativo innovador (basado en competencias en conjunto con la diferenciación) podría afectar de forma favorable la educación especializada que recibe el alumnado sobredotado en el marco de los modelos diferenciados, sin la necesidad de diseñar un nuevo programa desde sus fundamentos como fue necesario en el siglo XIX y nuevamente en la década de 1930 por Lewis Terman y sus colaboradores.

Nuevas líneas de investigación fueron descritas sobre las cuales se podrán desarrollar estudios de campo para evaluar la viabilidad de este nuevo enfoque educativo hacia la sobredotación intelectual que, en caso de ser exitoso, podría ser la base de un innovador modelo de enseñanza óptimo para el desarrollo y atención de estudiantes con inteligencia superior.

Los efectos de una intervención educativa de esta naturaleza, haciendo uso del modelo por competencias, según Quiroz (2010) podrían beneficiar incluso a las universidades, debido al mayor flujo del alumnado talentoso hacia sus programas profesionales al evitarse la deserción escolar en niveles previos, acotar el fenómeno de “fuga de cerebros” y especialmente al lograrse proporcionar una atención educativa adecuada a las capacidades de quienes, en un futuro, podrían ser líderes, investigadores, científicos, artistas, entre otros individuos con un alto impacto hacia la ciencia y el desarrollo social en general.

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