Revista Electrónica Educare (Educare Electronic Journal) EISSN: 1409-4258 Vol. 21(1) ENERO-ABRIL, 2017: 1-23

doi: http://dx.doi.org/10.15359/ree.21-1.20

URL: http://www.una.ac.cr/educare

CORREO: educare@una.cr

[Número publicado el 01 de enero del 2017]


Hacia una Universidad de convivencia saludable: Percepción de un grupo de estudiantes de bachillerato del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE)

Toward a University of Healthy Coexistance: Perception of a Group of Undergraduate Students from the Center For Research and Teaching in Education (CIDE)

Ileana Castillo-Cedeño1

Universidad Nacional

Heredia, Costa Rica

ileana.castillo.cedeno@una.cr

http://orcid.org/0000-0003-3771-2805


Luz Emilia Flores-Davis2

Universidad Nacional

luz.flores.davis@una.cr

http://orcid.org/0000-0003-0151-0259


Giselle Miranda-Cervantes3

Universidad Nacional

Heredia, Costa Rica

giselle.miranda.cervantes@una.cr

http://orcid.org/0000-0001-6471-0990


Recibido 30 de agosto de 2016 • Corregido 18 de noviembre de 2016 • Aceptado 8 de diciembre de 2016

Resumen: El objetivo de este artículo es analizar las percepciones del estudiantado universitario con respecto al significado de la universidad saludable. Surge como resultado del proceso de investigación del proyecto Pedagogía saludable, desarrollado en el Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) de la Universidad Nacional de Costa Rica durante los años (2013-2015). La metodología que se utiliza se fundamenta en el enfoque mixto, donde se consideran aspectos cuantitativos y cualitativos para la interpretación de los resultados. La población investigada son estudiantes que cursan las carreras de educación en el 2014. Se toma una muestra de 100 cuestionarios de pregunta abierta de forma aleatoria. Del análisis se obtiene que existen diversas percepciones de salud, y que hay una tendencia a visualizarla en un sentido más amplio que solo bienestar del cuerpo. Como hallazgo relevante está el visibilizar que las voces del estudiantado apelan a mirar otros factores de la dinámica universitaria que benefician o perjudican la salud integral. Algunas conclusiones permiten ratificar que las universidades como comunidades de aprendizaje deben propiciar el desarrollo del intelecto y los afectos, desde un enfoque que establece la vinculación de la triada mente, cuerpo, espíritu, para formar responsable e integralmente. Por otra parte, es necesario hacer conciencia de que en el contexto universitario se da una serie de relaciones sutiles que impactan en el factor salud y son necesarias de repensar desde la cotidianeidad, desde el currículo y desde las políticas institucionales, para legitimar ambientes de aprendizaje saludable de forma intencionada.

Palabras claves: Universidad; pedagogía saludable; convivencia saludable; vida, salud.

Abstract: This article aims to analyze university students’ perceptions about the meaning of healthy university. It arose as a result of a research process of the project Pedagogía saludable [Healthy Pedagogy], carried out at the Center for Research and Teaching in Education (CIDE), National University of Costa Rica, from 2013 to 2015. The methodology implemented was based on a mixed approach, in which quantitative and qualitative aspects were considered to interpret results. The studied population was students enrolled in Education careers during 2014. A sample of 100 questionnaires with open-ended questions was randomly taken. The analysis showed the existence of several perceptions on health, as well as the presence of a trend to visualize health with a wider meaning than well-being of the body. A relevant finding was to visualize that the students’ voices summon to look other factors of the university dynamic benefiting or damaging integral health. Some conclusions allow ratifying that universities, seen as learning communities, must promote the intellect development and affection from a perspective establishing a connection between the mind, body and spirit triad in order to educate responsibly and integrally. On the other hand, it is necessary to raise awareness of the fact that, within the university context, subtle relationships occur and have an impact on the health factor, and they must be reconsidered from the daily routine, the curriculum, and the institutional policies in order to intentionally legitimize healthy learning environments.

Keywords: University; healthy pedagogy; healthy coexistence; life, health.

Introducción

Este artículo forma parte del compromiso ético de trabajar la pedagogía como ciencia que cultiva la vida. La preocupación por el presente y el futuro de nuestras sociedades, evidentemente enfermas, reta a las investigadoras a dedicar tiempo y trabajar críticamente para ofrecer aportes que conlleven a fortalecer una convivencia saludable a las actuales y futuras generaciones.

El artículo tiene la riqueza de partir de la voz del estudiantado universitario de las carreras de educación de la Universidad Nacional de Costa Rica, con un enfoque mixto de investigación que permite contrastar datos, percepciones y teoría.

Este trabajo de 3 años de investigación científica ha permitido generar no solo una teoría integradora de la salud y la pedagogía sino, ante todo, vislumbrar actuaciones concretas en el ámbito universitario a nivel político que convoquen a una práctica pedagógica vivificante. No se puede seguir perpetuando la exclusión, las relaciones de poder y de control, ni el conocimiento sin sentido vital. Se legitima, con este proceso investigativo, el compromiso de asumir la universidad como organismo vivo, que requiere acciones articuladas desde el sentir y el pensar de la comunidad universitaria y del contexto en que se encuentra inmersa. Reconocemos que es posible, desde la pedagogía, la formación de seres humanos más comprometidos con la vida, el amor, la ternura y la alegría.

Comunidad universitaria: Entretejido de historias y anhelos

El concepto de “comunidad universitaria” en la educación superior responde a las características particulares que comparten quienes forman parte de estas instituciones. Una comunidad está conformada por personas que se relacionan, lo que permite un entrelazamiento de múltiples realidades y perspectivas, con propósitos afines. Por tanto, la universidad tendría que ser, en esencia, un lugar de encuentro y de posibilidad de diálogo en un ambiente autónomo, participativo, crítico y creativo, en permanente interacción con el resto de la sociedad.

En este sentido, es importante destacar que la universidad es una organización que realiza acciones fundamentales que se entretejen: la formación de profesionales, la generación de conocimiento y la promoción de la transformación social hacia niveles superiores. Se reconocen tres estamentos en una comunidad universitaria: el personal académico, el personal administrativo y el estudiantado, sin perder la mirada del contexto sociocultural, económico, político, ético y estético en que está inmersa la universidad.

Las universidades como centros del saber cristaliza el proceso social del conocimiento: producción, difusión y aplicación de los conocimiento que no es más que la manifestación del lugar que ocupa la ciencia dentro de estas instituciones, en primer lugar, porque en las universidades se asimilan los conocimientos adquiridos por la humanidad representados en las diferentes disciplinas, en segundo lugar porque en ellas se producen nuevos conocimientos a través de las investigaciones que realizan profesores y estudiantes y en tercer lugar porque los conocimientos producidos van dimidos a transformar el entorno social. De ahí que su encargo social se concreta en tres procesos que se ponen en ejecución por acción del conocimiento: docencia, investigación y extensión. (Fabre, 2005, p. 3)

Tradicionalmente se han diferenciado las funciones de quienes pertenecen a cada uno de los estamentos mencionados: el personal académico es aquel que se dedica a la docencia, a la investigación y a la extensión o acción social; el personal administrativo se ocupa de labores de gestión y de apoyo a la academia; y el estudiantado tiene como propósito aprender y aprobar los cursos para formarse como profesional; participa, además, de la vida universitaria en diversas actividades co-curriculares, entendidas como aquellas que se llevan a cabo de manera complementaria a las curriculares y en aquellas propias de la organización estudiantil.

Sin duda, aunque las instituciones universitarias se organizan de la manera descrita, es necesario asumir una significación más amplia de lo que es la comunidad universitaria, en donde se implican también a sus egresadas y egresados, al personal académico o administrativo jubilado, así como también, a las personas de la sociedad que participan de sus programas, proyectos y actividades. El elemento articulador de una comunidad universitaria es la identificación y el compromiso con su misión institucional, la cual se lleva a cabo en el marco de su autonomía. “La búsqueda permanente de la verdad, el bien, la belleza y la justicia tiene que mostrarse en resultados formativos de las personas y de la sociedad integrada por ellas. Este es el sentido que tiene la autonomía universitaria” (Baudrit, 2014, p. 36).

Precisamente un precepto que identifica una universidad es la autonomía, la cual le otorga independencia para la práctica de sus procesos con libertad y criticidad y con la capacidad jurídica para darse sus propias formas de organización y gobierno. La autonomía es el valor que vincula a la comunidad universitaria, y la compromete con las múltiples y complejas funciones, fundamentalmente, la de propiciar el bien común de la sociedad.

Es así como la comunidad universitaria está en constante interacción con el resto de la sociedad, leyendo sus necesidades, compartiendo sus sueños, trabajando colaborativamente. Por esto, la autonomía universitaria tiene que ser vehementemente defendida de quienes se oponen al pensamiento crítico, propositivo y emancipador, dado que su cultivo es indiscutible para aspirar a la condición más preciada de una sociedad libre y democrática.

Es relevante destacar que, en esa condición general hay particularidades, cada universidad tiene su historia, desde la cual se instituyen sus fines, principios y valores fundamentales, se define su misión y su visión, en procura de edificar una identidad desde la cual se legitima, para una convivencia en el contexto organizativo interno que, indiscutiblemente, irradia a otros contextos macrosociales.

Desde esta particularidad, la investigación cuyos resultados aquí se comparten se realizó en la Universidad Nacional, en Costa Rica, por lo que resulta coherente caracterizar esta Institución para la comprensión de este texto.

Universidad Nacional: Una comunidad viva

La Universidad Nacional nace en el año de 1973, como Universidad Necesaria, para responder a las demandas y necesidades del entorno, particularmente de los grupos menos favorecidos de la sociedad. Hoy continúa su compromiso de contribuir con la solución de los problemas nacionales y mundiales, y de constituirse en conciencia crítica de la sociedad.

El primer Rector de la UNA, el presbítero Benjamín Núñez expresó que:

La Universidad Necesaria es un ente vivo. Está enclavada en la historia como respuesta a las necesidades del desarrollo de un pueblo, y se va haciendo con la historia de ese pueblo. La Universidad Necesaria vive con y por el hombre costarricense en su larga e interminable jornada de infinita autorealización. Ya lo dijo Omar Dengo: “Y es que una civilización nueva necesita un hombre nuevo y una nueva escuela”. (Núñez, 1974, p. 83)

Efectivamente, la UNA se construye cotidianamente, de ahí la importancia de la identidad de su comunidad universitaria con los principios que la distinguen.

En el año 2015, entró en vigencia un nuevo Estatuto Orgánico en la UNA, el tercero de su historia. Este documento reaviva el compromiso con las personas en condición de vulnerabilidad y con la naturaleza. A partir de él, se revitaliza la UNA para seguir repensándose con autonomía, con procesos de permanente autoevaluación y acreditación que conllevan a su renovación y mejoramiento continuo. De esta manera, se busca cimentar un proyecto fundamentado en el humanismo, la transparencia, la inclusión, la probidad, la responsabilidad ambiental y el conocimiento transformador. Los valores que se priorizan corresponden a la búsqueda de la excelencia, al compromiso social, a la participación democrática, a la equidad y al respeto.

Se establece, también, en este nuevo estatuto, que los fines que sustentarán en adelante el quehacer universitario son el diálogo de saberes, la interdisciplinariedad, la regionalización, la desconcentración, la identidad, el compromiso, la formación integral, y el pensamiento crítico.

El Estatuto Orgánico (Universidad Nacional, UNA, 2015) que rige su quehacer busca mayores niveles de articulación al interior de la UNA y de ella con su entorno, mayor desconcentración en el ejercicio de la gestión universitaria y un gobierno abierto con permanente rendición de cuentas.

La Universidad Nacional, como lo indica el preámbulo de su Estatuto Orgánico, “tiene como misión histórica crear y transmitir conocimiento en favor del bienestar humano, mediante acciones que propician la transformación de la sociedad para llevarla a estadios superiores de convivencia” (UNA, 2015, p. 11). Se establece, entonces, la convivencia como una condición del bienestar humano, aspiración permanente de una comunidad universitaria.

Todo lo anterior, inspira la propuesta de Universidad como nicho de cuidado, respeto a la diversidad y de convivencia saludable, y ofrece el marco institucional que le sustenta.

Transitando hacia una convivencia saludable

La convivencia saludable crea comunidad. Al convivir con respeto y solidaridad, se comparten desafíos con el gozo y alegría que genera la comunión de aspiraciones. La convivencia permite transitar de los intereses y posiciones individualistas a la creación de redes articuladoras. En la convivencia se complejizan las relaciones y se enlazan las personas.

En su génesis la comunidad aprendiente requiere de un caminar en convivencia. De esa forma, al principio se tienen ciertos intereses, ciertos nodos apasionados, los cuales son ideas de cada uno y una de las integrantes. Estas ideas se van articulando, van creando redes, las cuales transitan poco a poco, así se pasa de grupo, a equipo y de éste a la comunidad. (Flores-Davis, Flores, Jiménez, Madrigal y Perearnau, 2009, p. 65)

No obstante, las aspiraciones de convivencia pacífica de toda organización social, en ciertas oportunidades el individualismo, el egoísmo y el egocentrismo de algunas personas crea situaciones de conflicto que conllevan dolor, malestar y enfermedad. Es en esas condiciones cuando más se requiere la creación de puentes de comunicación y procedimientos tales como la solución alternativa de conflictos.

Al respecto, el diálogo se erige como herramienta para relativizar los desacuerdos y abordar las diferencias en un marco de respeto. En una comunidad es indispensable que existan procesos permanentes para reaprender el trato fraterno y desarrollar la capacidad de aceptar la legitimidad de las otras personas. Esto es importante en cualquier organización, pero es vital y desafiante en una universidad donde su misma naturaleza establece la posibilidad de discrepar y la necesidad de tener apertura ante la diferencia, sin prejuicios ni imposiciones.

En el ámbito pedagógico, concebir la universidad como espacio de convivencia traslada la mirada de la enseñanza al aprendizaje. Es decir, se concibe a todas las personas de la comunidad universitaria como aprendientes, lo cual implica relaciones horizontales donde se valoren los distintos aportes.

No obstante, conforme pasó el tiempo, la convivencia con mis estudiantes me permitió sentir que este espacio relacional es mucho más que una serie de contenidos para transmitir, que ni siquiera puedo pretender enseñar aquello que a mis estudiantes no les interesa aprender y que todo aquello que compartimos durante dos, tres o cuatro lecciones semanales, siempre va a estar permeado por vivencias mías, suyas y nuestras. Puedo compartir un conocimiento y mediar para que se genere un proceso individual y colectivo de aprendizaje; pero sin perder de vista que solo aquello que realmente tiene un significado para la persona será realmente aprendido. (Miranda, 2014, p. 264)

Desde una concepción pedagógica renovada, que asume al estudiantado como parte de la comunidad aprendiente, el foco de la actividad pedagógica abre espacios para la construcción de conocimientos, los cuales se generan dentro y fuera de las aulas. En este sentido, la participación estudiantil auténtica en proyectos de investigación y de extensión es una opción de altísimo valor formativo.

Aunado a lo anterior, se intensifica la necesidad que desde el currículo se prevean actividades que enlacen la teoría con la práctica para constituir una praxis pedagógica emancipadora desde donde se promueva el aprender haciendo, sintiendo, pensando, en la convivencia.

Cobran significativa importancia, desde esta perspectiva, las actividades co-curriculares que se llevan a cabo en la universidad, tanto las organizadas como las emergentes. Es aquí necesario diferenciar entre las actividades cocurriculares y las extracurriculares, dado que estas últimas se entienden como accesorias, mientras que las cocurriculares están al mismo nivel de importancia que las establecidas en el currículo formal, pues propician aprendizajes significativos.

Abrir nuestro pensamiento creando espacios para lo informal –como “no formal” y no como “sin forma”- implica dar lugar a los cambios como verdaderas transformaciones y no como un despliegue de lo mismo, y es por lo tanto una perspectiva tanto cognitiva como ética. (Najmanovich, 2011, p. 49)

Para una convivencia saludable, en la universidad es fundamental que se favorezcan las condiciones para que las relaciones sociales se lleven a cabo de acuerdo con los principios asumidos colectivamente mediante el diálogo, sin autoritarismo en ninguno de sus espacios relacionales. Así, en la reciprocidad entre aprendientes que se realiza en el conversar se establece un proceso transformador y se alcanzan propósitos comunes.

Pienso que la tarea de la educación es crear un espacio de transformación en el convivir de las personas para el vivir. No para servir una empresa, ni ninguna tarea en particular, porque el hacer un trabajo de una u otra clase, va a venir con el vivir. … El lenguaje es un modo de convivir en la consensualidad. El lenguaje, y el lenguajear, es un modo de estar en dominio de consenso. (Maturana, 1999, p. 140)

La universidad como nicho ecológico

En la universidad presencial se convive por períodos prolongados de tiempo, y en ella se permanece varias horas al día, durante años. Ello hace indispensable que la institución ofrezca espacios de infraestructura que permitan una estancia placentera, para la alimentación, las actividades recreativas y la actividad física, en un ambiente sano, limpio y libre de todo tipo de contaminación.

Dado que el entorno es el espacio físico, social y cultural donde se habita cotidianamente (vivienda, escuela, lugar de trabajo, vecindario, vereda, municipio, ciudad) y donde se establecen relaciones sociales que determinan una manera de vivir y de ser, el concepto de “Entornos Saludables” incorpora tanto los aspectos de saneamiento básico, como los relacionados con espacios físicos limpios y adecuados, así como las redes de apoyo para lograr ámbitos psicosociales sanos y seguros, exentos de violencia (abuso físico, verbal y emocional). (Ministerio de Protección Social, Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y Organización Panamericana de la Salud, 2006, p. 3)

No menos importante es un entorno social saludable, donde se susciten relaciones de respeto y cuidado, se cuente con el apoyo para un desarrollo integral armónico, y se promueva la atención de necesidades para grupos específicos de la comunidad, tales como mujeres en estado de embarazo o en período de lactancia, así como opciones para el cuido de niñas o niños pequeños.

La promoción de igualdad de oportunidades, el establecimiento de mecanismos de participación democrática, y el desarrollo de procedimientos y políticas para la detección y atención de situaciones de acoso son algunas áreas en las que existen avances significativos que contribuirían a la creación y mantenimiento de ambientes promotores de bienestar y salud en la población universitaria. (Ureña, Barrantes y Solís, 2014, p. 167)

Especial atención requieren las necesidades de las personas con discapacidad; razón por la cual Costa Rica crea desde hace dos décadas la Ley 7600 Igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad (Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica, 1996) en la cual se establece que esta población tiene los mismos derechos y deberes que el resto de los habitantes y debe disfrutar las condiciones y oportunidades requeridas para su desarrollo integral. En dicha ley también se garantiza el acceso oportuno de las personas con discapacidad a la educación superior, lo cual obliga a las instituciones a realizar las adaptaciones necesarias y ofrecer los servicios de apoyo a esta población.

Los retos que impone la atención a la diversidad en el contexto universitario son un desafío que se plasma en el quehacer cotidiano del proyecto. Estas transformaciones se vislumbran en la constante reconstrucción de las estrategias de apoyo empleadas para responder a las necesidades educativas del grupo de estudiantes participantes, así como en el establecimiento de nuevas formas de trabajo colaborativo entre los miembros de la comunidad universitaria. (Rodríguez y Fontana, 2014, p. 196)

Metodología utilizada

A lo largo del proceso investigativo desarrollado, se ha utilizado un enfoque mixto que facilita la integración de datos cuantitativos y cualitativos que enriquece la información aportada por el estudiantado del Centro de Inestigación y Docencia en Educación (CIDE).

La recopilación de la información se realizó mediante un cuestionario de preguntas abiertas, validado mediante el criterio de jueces, el cual indagó acerca de la conceptualización de salud y de saludable que posee el estudiantado; su criterio acerca de si se considera una persona saludable y qué tan saludable percibe que es la Universidad Nacional.

Las respuestas brindadas fueron sistematizadas y agrupadas en categorías, las cuales surgen a partir de los constructos consultados: salud, saludable, universidad saludable. Se categorizan las respuestas de estudiantes y se clasifican a partir de los constructos indicados.

La población participante estuvo integrada por estudiantado de bachillerato matriculado en carreras del CIDE, entre la cual se aplicaron aleatoriamente 200 instrumentos, en diferentes horarios y lugares, considerando como único requisito estar matriculado en el II ciclo 2014, que es la fecha en que las investigadoras entrar a trabajar sobre el objetivo que tiene que ver con estudiantes dentro del todo el trayecto investigativo. A partir de lo anterior, se seleccionaron intencionalmente 100 cuestionarios que estuvieran respondidos en su totalidad, que equitativamente representaran a las cuatro Unidades Académicas del CIDE y a todas sus carreras. Es decir, un 25% de la muestra por departamento: Educación Básica, Educología, Educación Rural y Educación para el Trabajo. Es importante señalar que, en el caso del estudiantado de la División de Educación Rural, los instrumentos fueron aplicados en la Zona Sur del país, específicamente en Coto y Buenos Aires de Pérez Zeledón, cerca de la frontera con Panamá, donde recibían sus lecciones.

Análisis de los resultados

Para el desarrollo de esta investigación, como se mencionó, se contó con la participación de cien estudiantes de las distintas carreras del CIDE, lo que representa un 25% de la comunidad estudiantil y muestra la siguiente distribución (ver Tabla 1):

Tabla 1: Distribución del estudiantado participante, según unidad académica del CIDE y carrera que cursa

Seguidamente se describen y analizan los resultados obtenidos a partir de las respuestas dadas por el estudiantado.

La primera pregunta se refiere a los conceptos de salud y de saludable que tienen las personas participantes. Inicialmente se detalla la información obtenida con respecto al término “salud”.

Figura 1: Aspectos con los que el estudiantado asocia el concepto de salud.

La Figura 1 muestra, que de las 100 respuestas obtenidas a la pregunta: ¿Qué es para usted salud?, el 25% da respuestas que denotan una visión integral de salud que involucra cuerpo, mente y espíritu en una triada que ofrece el máximo bienestar; un 33 % conlleva respuestas que implican los aspectos físicos y psicológicos/emocionales; el 21% implica los aspectos vinculados con el área física del cuerpo (alimentación, sueño); el 11% ofrece otras respuestas y solamente el 6% hace referencia a la ausencia de enfermedad. El restante 4% de las respuestas no corresponde a la pregunta.

Lo anterior se confirma en la categorización de las respuestas, que se presenta en la Tabla 2:

 

Tabla 2: Algunas percepciones sobre el concepto de salud, según respuestas ofrecidas por el estudiantado del CIDE

 

La segunda parte de la pregunta 1, indaga la percepción que tiene el estudiantado del CIDE, acerca de lo que significa ser “saludable”.

Figura 2: Concepción de saludable según criterio del estudiantado del CIDE.

De las 100 respuestas obtenidas a la pregunta: ¿Qué es para usted saludable?, el 23% hace referencia a un estado de bienestar físico particular, destacando también el equilibrio de esta área específica y su cuido; el 21% describe vivencias personales para describir lo que, a su criterio, es ser una persona saludable; el 16% identifica saludable con lo que califica como ausencia de situaciones o condiciones que puedan afectar el bienestar; el 12% ofrece respuestas en las que, para ser saludable, se requiere de la integración de diferentes aspectos que están vinculados con lo físico, psicológico, social y emocional y el 7% brinda otras respuestas para dar su criterio. Un 21% de las respuestas no corresponde a la pregunta formulada.

Podemos identificar que un 23% del estudiantado ofrece respuestas en las cuales asocia lo saludable con el bienestar físico; no obstante, destaca también, el equilibrio de esta área específica y el cuido de esta. Cabe aquí destacar que el cuidado es un imperativo ético en una pedagogía saludable y tiene que ver con la trama de interrelaciones que se lleva a cabo entre las personas que se comprometen solidariamente.

Le sigue a este grupo un 21% que se enfoca en la descripción de vivencias personales, las cuales hacen referencia a la calidad de vida, hábitos y rutinas que favorecen el bienestar y el gozo, así como la armonía, aspectos esenciales de una vida saludable.

Posteriormente, un 16% identifica saludable con la ausencia de situaciones o condiciones que puedan afectar el bienestar.

La integración de diferentes aspectos vinculados con lo físico, psicológico, social y emocional, se expresa en un 12% de las respuestas a la pregunta de lo que consideran que es saludable. El 7% del estudiantado ofrece otras opiniones, y un 21% no responde la pregunta.

Las categorías anteriormente indicadas se extraen de respuestas del estudiantado a la pregunta: ¿Qué es para usted saludable? (Tabla 3):

Tabla 3: Algunas percepciones sobre el concepto “saludable”, según respuestas ofrecidas por el estudiantado del CIDE

La segunda pregunta realizada por el equipo investigador al estudiantado, tenía como propósito identificar por una parte la percepción con respecto a su propia salud, opinión que se distribuye según se observa en la Figura 3.

Figura 3: Percepción de ser una persona saludable, según criterio del estudiantado del CIDE.

Como se aprecia en esta Figura 3, de las 100 respuestas ofrecidas por el estudiantado a la pregunta: ¿Se considera usted una persona saludable?, un 60%contesta que sí; mientras que el 21% opina lo contrario. Hay un 19% de participantes que ofrece variadas respuestas sin concretar.

De las respuestas se destaca que más de la mitad de participantes (60%) indicó que sí se consideraba saludable, por razones como ausencia de enfermedad y la realización de ejercicio físico. Al describir los motivos de su percepción, sobresalen respuestas como las siguientes: “no padezco de ninguna enfermedad”; “puedo desenvolverme sin tener ningún malestar que me lo impida”; “me siento bien y no me enfermo tan constantemente”.

El porcentaje de estudiantes que no se considera una persona saludable (21%) y según la respuesta dada, plantea aspectos como “malos hábitos alimenticios”; “pocas horas de sueño” y “falta de actividad física”. Respuestas como las siguientes plantean un panorama importante de reconocimiento de otros factores que afectan la salud. “mis horarios de comida son irregulares”; “gasto mucho trabajo haciendo trabajos y no duermo”. Igualmente, algunas respuestas hacen referencia a dolencias: “la mayor parte del tiempo paso enferma”; “no tengo enfermedades graves, pero padezco de migraña”. Otras respuestas (19%) hacen alusión a aspectos generales como: “no soy 100% saludable, pero físicamente puedo caminar, correr, pensar, compartir y hablar”; “No todo lo que practico es para mi bienestar” y “podría estar mejor”.

En esta investigación, es fundamental la percepción que el estudiantado posee acerca de lo saludable que percibe a la institución en la cual realiza su carrera profesional. Por este motivo, luego de conocer sus conceptos de salud, saludable y cómo valoran esta condición en sí mismo y sí misma; se procedió a indagar específicamente con respecto a la Universidad Nacional.

Como se observa en la Figura 4, de las 99 respuestas obtenidas en esta pregunta: ¿La Universidad es saludable para usted?, el 66% opina que la UNA es una institución saludable, un 22% opina lo contrario y el 11 % la considera medianamente saludable.

Figura 4: Opinión respecto a la UNA como universidad saludable a criterio del estudiantado del CIDE.

En la Tabla 4, se describen algunas de las respuestas más significativas para cada una de las categorías de respuesta mencionadas.

Tabla 4: Percepciones acerca de los motivos para considerar que la Universidad es saludable, según respuestas ofrecidas por el estudiantado del CIDE

Como ya se mencionó, y de acuerdo con la distribución de criterios presentada en la Figura 4, se obtiene un 22% de las respuestas que indica que la Universidad no es saludable.

En la Tabla 5, se describen algunas de las respuestas más representativas.

Tabla 5: Percepciones acerca de los motivos para considerar que la Universidad no es saludable, según respuestas ofrecidas por el estudiantado del CIDE

Finalmente, para el grupo estudiantil que opina que la Universidad es medianamente saludable (11%), sus respuestas evidencian la importancia que le atribuyen a la posibilidad de obtener una carrera profesional y a los procesos de aprendizaje que en ella se generan, no obstante, asocian lo anterior al estrés, el cansancio, a malos hábitos alimenticios y a aspectos que están vinculados con el estilo de vida personal.

Las respuestas ofrecidas por el estudiantado confirman los hallazgos encontrados a lo largo de este proceso investigativo al comprobar, una vez más, que “la búsqueda de un tipo de vida saludable requiere vivenciar el cuidado en los diversos espacios educativos” (I. Castillo-Cedeño, R. Castillo-Cedeño, Flores-Davis y Miranda-Cervantes, 2015, p. 9).

Además, confirman que la salud, vista desde una perspectiva integral y compleja, involucra una cantidad de ámbitos que abarcan los aspectos más diversos de la vida de un ser humano en los que se desarrolla e interactúa.

Discusiones

A partir de estos datos, es posible afirmar que la mayoría del estudiantado (58%) expresa opiniones que denotan una visión integral de la salud. Un 33% se refiere al bienestar físico, psicológico y emocional y un 25% va aún más allá relacionando el concepto de salud con aspectos vinculados al cuerpo, la mente y el espíritu. Esta concepción amplia e integral de salud se enmarca en un paradigma holístico y, de acuerdo con lo que el equipo de investigadoras ha construido conceptualmente, es posible afirmar que, desde esta perspectiva: “Las causas de las enfermedades no están exclusivamente en el ámbito orgánico, sino que lo psicológico, lo afectivo, lo social, lo económico y lo ambiental son aspectos que influyen sobre lo orgánico y conllevan a la pérdida de la salud” (I. Castillo-Cedeño, R. Castillo-Cedeño, Flores-Davis y Miranda-Cervantes, 2014, p. 315).

No obstante, como se observa en la Figura 1, el 21% del estudiantado circunscribe la salud al bienestar físico y el 17% lo refiere a la ausencia de enfermedad o expresa otras respuestas, lo cual corresponde a una perspectiva mecanicista de la salud, carente de una visión integral del ser humano, pues se conceptualiza “…como un cuerpo mecánico, fragmentado y conformado por partes aisladas que lo constituyen como un organismo vivo. En este caso, la enfermedad se concibe como una avería en cualquiera de sus partes, sin mayor atención a las otras partes ni al organismo como unidad compleja (Castillo-Cedeño et al., 2014, p. 314).

La distribución de las opiniones del estudiantado, según lo indicado en la Figura 1, denota la coexistencia de dos paradigmas referidos al concepto de salud. Es importante destacar que estas respuestas se vinculan estrechamente con la percepción manifestada al ofrecer su concepto de saludable. Se refleja igualmente esa visión tradicional que ubica la salud como ausencia de enfermedad o con aspectos relacionados con lo físico, de lo cual se puede destacar que hay una necesidad inmediata de fortalecer la visión de salud holística, más allá de los patrones culturales que predominan en una sociedad de consumo y de apariencia; y que las investigadoras desatacaron en un artículo anterior, al afirmar que:

Evidentemente el camino es arduo, es necesario hacer rupturas mentales que permitan fomentar una gestión académica que favorezca la motivación y el aprendizaje, el amor por la vida. Una universidad saludable necesariamente se compromete con el desarrollo vital. Ese que vincula mente, cuerpo y espíritu y lo mantiene en armonía con el contexto. Desde luego, esta es una función social que involucra otros ámbitos, actores y, ante todo, la convicción personal de que la vida es el mayor tesoro por lo cual hay que asegurar el derecho a la salud y a la educación que la enaltece. (Castillo-Cedeño, Flores-Davis et al., 2015, p. 22)

Las respuestas anteriores evidencian las justificadas razones que dan sustento a la necesidad de propiciar ambientes de aprendizaje saludables: es en la convivencia que se van experimentando otros factores influyentes en la visión de vida saludable, en la relacionalidad con las personas.

Sabemos que toda resistencia llama a la autonomía de cada uno y a su toma de responsabilidad personal. Sabemos que toda crisis necesita las cualidades personales de inteligencia e inventiva… Hemos visto que una verdadera revolución no poder ser más que multidimensional y que necesita varios cambios simultáneos. La Revolución del tercer milenio no tiene fórmula, ni receta. Todo puede comenzar no sabemos por dónde, todo debe comenzar por todas partes, por varios lados, hace falta que varios comienzos se operen juntos, se sincronicen, se sinergicen, formen un torbellino. (Morin, 2011, p. 86)

Los motivos para ofrecer estas respuestas son muy variados, no obstante, es posible integrarlos en algunas categorías que faciliten su análisis y mejor comprensión de la percepción expresada por el estudiantado.

La mayoría de las respuestas obtenidas destaca las facilidades que ofrece la Universidad Nacional en su campus y que, de diferentes formas, son consideradas como medios para promover la salud y ofrecer espacios y servicios que benefician al estudiantado en particular. Este criterio coincide con las acciones que desarrolla la Vicerrectoría de Vida Estudiantil, particularmente en su Departamento de Promoción Estudiantil y Departamento de Salud; pero además involucra aspectos que competen a la Vicerrectoría de Desarrollo, específicamente vinculados al Departamento de Espacio Físico por corresponderle la infraestructura, los espacios recreativos y las áreas verdes que propician espacios agradables y aptos para la socialización. Se suma a este criterio un grupo de estudiantes que define lo saludable de la Institución, a partir de aspectos específicos vinculados con los servicios de soda, estado de los baños, así como limpieza de la planta física y orden en la biblioteca.

Llama la atención que un grupo significativo de las respuestas obtenidas desataca lo saludable de la Universidad en el espacio específico de aula, al incluir procesos de aprendizaje saludables y cursos que fomentan aspectos que consideran favorecedores de la salud y de la sana convivencia.

Finalmente, hay un grupo significativo de respuestas que se enfoca en aspectos que vinculan manejo del estrés, organización, equilibrio en los hábitos de vida del estudiantado a su percepción de lo saludable que identifica a la UNA.

Es muy llamativo que las respuestas obtenidas se centran en los mismos criterios del grupo de estudiantes que la considera saludable, a saber, aspectos que provee la Institución, los servicios que se brindan, los aspectos específicos de aula y de cursos, y aquellos vinculados directamente con cada estudiante.

Las diferencias más significativas radican en que quienes opinan que lo que hace a la UNA no saludable como Institución, responde a aspectos de infraestructura, más que de los servicios institucionales que se ofrecen a estudiantes, como la falta de áreas verdes, aspectos de contaminación en la calle principal y, específicamente, los materiales con que están construidas algunas aulas. Por otra parte, se percibe como baja la calidad de alimentación que ofrecen las sodas universitarias. En cuanto a los procesos de enseñanza aprendizaje, se menciona reiteradamente el estrés que generan algunos cursos y se pone particular énfasis en los fines de semestre y los horarios de cursos que impiden el cuido adecuado de su salud.

Por último, quienes vinculan lo saludable de la Universidad con aspectos personales, más bien detallan carencias en el manejo del estrés; falta de organización que le permita disponer de tiempo libre y hábitos no saludables de alimentación y falta de ejercicio.

Conclusiones relevantes y aportes de la investigación

Se resalta que este artículo de investigación forma parte de un proceso de reflexión académica que ha permitido promover acciones desde una ética de cuidado profundo que implica el respeto por la vida en todas sus dimensiones. Desde esta perspectiva, se considera relevante señalar que, en este escrito, se ha destacado la voz del estudiantado: esa que en su mayoría se invisibiliza por los patrones de convivencia aún hegemónicos que dominan en las universidades.

Dar la palabra y el poder al estudiantado para que sea parte de la investigación como actor no solo de información, sino como personas críticas que aportan a buscar alternativas de convivencia saludable y armónica. Sus opiniones han nutrido el pensamiento de las investigadoras y han permitido realimentar la información brindada. Esto posibilita diseñar políticas en torno a la convivencia en el contexto universitario, y establecer acciones concretas que enriquezcan el currículo universitario y las acciones cocurriculares y extracurriculares, porque la universidad forma para la vida y, por tanto, es necesario agudizar la mirada de lo que estamos haciendo, tanto a lo interno de la Universidad, como a lo externo, en términos de que los conocimientos, saberes y valores que se impulsan sean realmente significativos e introyectados en la vida de las personas que forman parte de la comunidad universitaria, esa que convive y requiere sentirse legitimada en sus pensares, actuares y sentires.

La Universidad tiene la compleja tarea de ir cambiando conforme la sociedad cambia, e igualmente tendrán que ir cambiando las concepciones con respecto a los aspectos que son vitales para concebir seres humanos saludables integralmente, sobre todo si se habla de la formación de personal formador.

Es vital que la universidad como organización al servicio de la vida y con su carácter de autonomía permita el desarrollo no solo del intelecto, sino de los afectos necesarios para apreciar otros factores vitales en la salud.

Las instituciones de educación superior deben propiciar el compromiso ético, genuino, sinérgico con la integralidad de la vida; ese que protesta ante el reduccionismo de las sociedades mercantilistas, que lucha contra la dominación del pensamiento y propicia la acción fundada en la criticidad que asume la salud como esencia de la existencia.

La Universidad, como institución implicada con la vida y el bienestar, está comprometida con el fortalecimiento de los entornos cotidianos en los que conviven su personal y estudiantes y, particularmente, abre caminos de sana convivencia y clara comprensión de la complejidad que la nutre como organismo vivo y en constante proceso de transformación.

Además, la Universidad, como gran espacio de convivencia y de aprendizajes compartidos, procura la generación de vínculos saludables entre sus miembros, para que, a partir de este matiz, se coloreen los procesos pedagógicos en los que cada persona sea valorada, escuchada y comprendida.

Hoy más que nunca la Universidad tiene el desafío de generar, en su interior, las condiciones para una convivencia saludable, tanto en el ámbito de las relaciones interpersonales, como de los procesos pedagógicos y de gestión. Este cambio de cultura institucional permea la sociedad en su conjunto, y transforma la cosmovisión y formas de relaciones entre sus integrantes y de estos grupos con su ambiente.

La Universidad está constituida por espacios de vida en los cuales se debe generar la concienciación respecto a la conexión de todas las personas con el todo y, por tanto, fortalecer relaciones pedagógicas en las que se cultive nuestra reverencia y protección con la Madre Tierra.

Por todo lo anterior, las investigadoras se sienten comprometidas a dejar, con este estudio, un mensaje transformador de la cotidianidad universitaria que nos hermane y nos enriquezca como miembros de una comunidad planetaria. Estamos convencidas de que hemos contribuido con propuestas dirigidas a concretar políticas institucionales coherentes y pertinentes que cultiven esa convivencia saludable en todos los ámbitos de desarrollo de las personas y el Universo en general.

Después de este recorrido investigativo, demostramos que es posible, desde la pedagogía, reencauzar nuestro trabajo a su esencia fundamental, formar seres humanos más comprometidos con la vida, con el amor, la ternura, la alegría y la compasión.

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1 Doctora en Educación con especialidad en Mediación Pedagógica. Egresada del Doctorado en Diseño Curricular y Evaluación Educativa, de la Universidad de Valladolid, España. Magíster en Psicopedagogía. Magíster en Educación Preescolar. Especialista en didáctica de la educación del consumidor. Universidad de Valladolid, España. Profesora, bachiller y licenciada en Ciencias de la Educación con énfasis en Educación Preescolar, Universidad Nacional de Costa Rica.  Actualmente se desempeña como investigadora y ocupa el cargo de Decana del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autora de varias publicaciones sobre educación, pedagogía, diversidad, liderazgo, educación superior en revistas de su especialidad.

2 Doctora en Educación con especialidad en Mediación Pedagógica. Máster en Educación Superior. Catedrática universitaria. Ha ocupado los cargos de Directora de Docencia, Directora de Desarrollo Profesional y Cooperación Universitaria, presidenta de la Junta de Becas y Coordinadora de la Comisión Técnica de Admisión de la Universidad Nacional. Actualmente, se desempeña como Rectora Adjunta de la Universidad Nacional, Costa Rica. Entre sus publicaciones más recientes destacan trabajos para la alfabetización de personas adultas, y pedagogía saludable.

3 Doctora en Educación con especialidad en Mediación Pedagógica. Bachiller, licenciada y máster en Psicología de la Universidad de Costa Rica. Catedrática universitaria. Labora como académica e investigadora desde 1990 en la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) de la Universidad Nacional de Costa Rica, unidad académica en la que ocupó los cargos de directora, miembro del Consejo Académico y coordinadora de las carreras de Educación Especial y de Enseñanza del Inglés para I y II ciclos. Su interés en el campo de la investigación destaca las áreas de diversidad, seguimiento a egresadas de la carrera de educación especial, relaciones interpersonales, clima social de aula y pedagogía saludable.


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