Revista Ensayos Pedagógigos

Vol. XVIII, Nº 1. Enero-junio, 2023
e-ISNN: 2215-3330 / ISSN: 1659-0104

URL: http://www.revistas.una.ac.cr/ensayospedagogicos

LICENCIA: (CC BY NC ND)


Cartografía social: definiciones y alcances para la práctica educativa e investigativa

Social Cartography: Definitions and Scope for Educational and Research Practices

Andrés Ignacio Chacón Solís1

Investigador independiente

Costa Rica

achaconsolis@gmail.com

Resumen

Este ensayo busca aproximarse a la definición de cartografía social y sintetizar líneas de aplicabilidad de esta práctica en la docencia y la investigación educativa. A partir de su lectura, quien lea reconocerá antecedentes de la cartografía social, experiencias académicas con respecto al uso de esta en áreas como la investigación sobre percepciones sociales en conflictos territoriales, amenazas naturales, la deforestación, el análisis del discurso en temas políticos, así como en la educación en derechos humanos y la educación para la resolución alternativa de conflictos.

Palabras clave: Cartografía social, conflicto territorial, Costa Rica, educación, geografía, investigación educativa.

Abstract

This essay aims to approach the definition of social cartography and summarize application lines of this practice in teaching and educational research. By reading it, it will be possible to recognize background information about social cartography, experiences from academic authors regarding the use of social cartography in areas such as research on social perceptions related to territorial conflicts, natural threats, deforestation, political discourse analysis, as well as education in human rights and education in alternative dispute resolution.

Keywords: Costa Rica, education educational research, geography, social cartography, territorial conflict

Introducción

A pesar de vivir en una misma ciudad, las personas que en ella habitan tienen apreciaciones distintas en torno a esta, derivadas de sus propias historias de vida y experiencias socioculturales. Incluso la apreciación territorial asociada a un hogar puede no ser compartida cada residente de este mismo. La representación de cada persona es válida para ella misma y genera un sentido de significación con respecto al territorio que habita; más aún, frecuentemente, no reflexionamos acerca de la representación de las demás personas respecto a diversos territorios. La puesta en común de estas apreciaciones no solo nos ayuda a entender el punto de vista ajeno, sino que también es útil para proponer soluciones a conflictos territoriales o amenazas percibidas con base en la reflexión de diversos puntos de vista.

En este sentido, la cartografía social se constituye como una excelente técnica educativa y de investigación para orientar a diversas personas a expresar sus percepciones sobre el territorio que habitan a través de un mapa de este mismo, el cual, precisamente, busca ser un reflejo de la percepción de estas personas. Este ejercicio de reflexión sobre el territorio puede servir de base para diagnósticos docentes que busquen identificar representaciones de estudiantes, así como una técnica de investigación en ramas del conocimiento tales como geografía, historia, antropología, ciencias políticas, sociología o psicología, en tanto permite examinar las perspectivas de distintos individuos en torno a temas relacionados con la territorialidad. Expresado lo anterior, comento a continuación definiciones que nos ayudarán a comprender qué se considera cartografía social.

Cartografía social: Definiciones vinculadas al concepto

Reitera Barragán (2016) que la representación visual del terreno ha sido una afición de reconocida trayectoria histórica entre muchas culturas a lo largo del planeta, como forma de reconocer y entender el entorno que nos rodea, la cual busca trasladar lo que observamos en una especie de espejo de la realidad llamado mapa. Asimismo, dicho autor indica que los mapas pueden transformarse para exaltar u ocultar determinadas realidades como una forma de ejercicio de poder (Barragán, 2016); lo anterior resulta claro cuando conocemos que los mapas mundiales predominantes en el planisferio tradicional utilizado en las escuelas exageran el tamaño físico de Europa y América del Norte y disminuyen el tamaño de América Latina y África, aun cuando en términos geográficos la realidad es inversa. Entonces, resulta necesario puntualizar que la cartografía puede encadenarse con intencionalidades políticas o sociales, según sean los deseos de sus autorías; aunque por ello no debemos caer en la afirmación de que necesariamente toda la cartografía posee una agenda política subyacente.

De igual manera, la escala a la cual el territorio es mapeado puede dar distintas interpretaciones o énfasis, como señalan Sánchez et al. (2020), de modo tal que las interacciones entre el ambiente y los seres humanos pueden tener distintos matices en tanto la posición del sujeto replantea la visualización del territorio. Como ejemplo personal, podemos comprender que un mapa de las rutas de tren presentes a nivel nacional en Costa Rica tienen un matiz más detallado que un mapa de todas las rutas de tren en el continente americano; a pesar de que temáticamente traten de responder a preguntas similares, la interpretación de ambos puede responderse de maneras completamente diferentes en razón a sus escalas. De ahí la importancia de reflexionar sobre si el mapa que estamos observando está en una escala contextualizada en nuestro objetivo de investigación.

Por otra parte, es importante acotar la definición de territorio desarrollada por Castaño-Aguirre et al. (2021), quienes afirman que este sería un fenómeno geo-sociohistórico multidimensional, en el cual el sujeto intercambia vínculos emocionales, sociales, culturales, colectivos y físicos, al ser claro que el conflicto pervive como derivación de distintas relaciones de poder sucedidas en el territorio. Por otra parte, rescatan también la definición de espacio como un constructo erigido en la vida cotidiana que desarrolla un grupo social en un territorio, ya que los grupos sociales pueden experimentar un sentimiento de pertenencia o afinidad hacia un espacio, o bien de peligro y rechazo; en este sentido, expresan lo siguiente : “Hay una constante tensión entre sujetos y lugar, en la que el sujeto marca con su diario vivir el lugar, pero a su vez es marcado también por él“ (Castaño-Aguirre et al., 2021, p. 207).

En la contemporaneidad, continuando con el parafraseo de las ideas supracitadas (Castañeda-Aguirre et al., 2021), dos elementos permean el territorio: la tecnología y la comunicación. En tanto el primero exacerba algunas desigualdades de relaciones de poder, el segundo pone facilita la comunicación entre personas y difumina en cierto modo el territorio físico. También conviene señalar la temporalidad como elemento central para interpretar el territorio en el proceso conocido como territorialización, expresado por Castaño-Aguirre et al. (2021, p. 206):

En términos de Vite (2011), citando a Hernández Cordero, en el proceso de territorialización se presentan varios niveles: la morfología y configuración del espacio, que hace relación a lo tangible, a lo construido físicamente, a la forma-objeto. Otro nivel son las relaciones sociales, en las cuales se dan las interacciones y el entrecruzamiento de sujetos en las diferentes capas físicas. Y por último, la estructura social, la cual corresponde a los sentidos o significados que se les dan por parte de un grupo social a las formas construidas, a la forma-contenido.

Así las cosas, la noción de territorialización combina aspectos de geografía física con otros de geografía social, siendo ambas facetas interrelacionadas de forma diaria para darle sentido explicativo a esta noción. Definidos los términos anteriores, es preciso ahondar en el tema de cartografía social.

Castro et al. (2021) apuntan a los intelectuales Deleuze y Guattari como los predecesores teóricos de la cartografía social, en tanto ambos filósofos postestructuralistas apostaban por un cambio de concepción respecto a la que tradicionalmente se maneja sobre los mapas como insumos acabados, para definirlos como representaciones de construcciones mentales configuradas por procesos históricos y sociales. En otras palabras, la cartografía social germina a partir del reconocimiento de los mapas como reflejos de procesos continuos y nunca completamente acabados.

Respecto a sus antecedentes más recientes, Amador (2021, p. 127) señala que la cartografía social se consolida a partir de la década de 1970 nutriéndose de corrientes criticas dentro de las ciencias sociales, como la geografía humana y los estudios culturales, las cuales buscaban “producir conocimientos con los otros y no solo sobre los otros, comprehender la realidad comunitaria a partir de sus problemáticas y oportunidades, así como reconocer la praxis social como posibilidad de transformación comunitaria”. Dichas aspiraciones investigativas, continúa expresando Amador (2021), posicionan a la cartografía social como una metodología educativa que resulta particularmente atractiva para la educación popular y las tendencias de investigación-acción participativa dentro de las experiencias educativas.

Por otro lado, Medeiros y Díaz (2021) señalan que la cartografía social es un instrumento metodológico que, si se perfila mediante historias de vida, permite trazar mapas que reflejan las experiencias percibidas en algún territorio. En el caso de estos autores, quienes centraron su investigación en la dinámica de conflictos agrarios en la Reserva de Allijilán (Argentina), la cartografía social les resultó una técnica útil, en tanto permitió proyectar una visión del territorio de cada participante, un total de 75, al describir estos a sus parientes y personas antecesoras, así como conflictos por tierras que se dieron en el pasado o se mantienen presentes. Por su parte, Herrera (2008), según se cita en López (2018, p. 236) refiere:

La cartografía social como instrumento, es un ejercicio participativo que por medio de recorridos, talleres o grupos de discusión, utiliza el mapa como centro de motivación, reflexión y redescubrimiento del territorio en un proceso de conciencia relacional, invitando a los habitantes de un territorio a hablar sobre los mismos y las territorialidades.

De igual manera, López (2018) reitera que la cartografía social busca combinar los documentos escritos (o pensados) con el dibujo para trazar un mapa que permita el manejo de la información de manera visual, para ilustrar la percepción de diversas relaciones dadas en el territorio y estudiar con estos insumos sus consecuencias. Así, la cartografía social, en el ámbito educativo, permite entender los intereses y percepciones del estudiantado para proponer ejercicios de análisis vinculados a estos elementos. Por su parte, Amador (2021, p. 129) expresa lo siguiente sobre la cartografía social:

Se trata de una apuesta metodológica que aporta a la producción comunitaria de conocimientos, a la generación de inteligencias colectivas y a la instalación progresiva de comunidades de práctica, dado su interés no solo en realizar diagnósticos sobre la realidad en el territorio sino también en producir respuestas creativas desde lógicas no convencionales.

De lo anterior, se refuerza el sentido de que la cartografía social es tanto descriptiva de una problemática como propositiva para su abordaje como tal. Un último insumo a la definición de cartografía social es explicado por Ruiz et al. (2021), quienes señalan que esta propicia, mediante la conversación, un intercambio de experiencias y razones que buscan dar respuesta a problemáticas vividas en un territorio, y además refuerzan el sentimiento de pertenencia hacia este. Por su parte, Moore y Garzón (2010) reiteran que la cartografía social refleja su utilidad en tanto permite aumentar la escala espacial de las experiencias individuales de vida mediante el análisis relacional, para generar un mapa sobre el cual se plantearán soluciones a problemas colectivos. Así se reconoce que cada territorio cambia social y físicamente conforme pasa el tiempo, presentado la cartografía social una oportunidad para reconstruir, mediante el debate y el mapeo de problemáticas, al propio territorio.

A manera de balance, Barragán y Amador (2014) recomiendan tres tipos de mapas para la puesta en práctica de la cartografía social de forma pedagógica: ecosistémico-poblacional, temporal-social y temático. La definición de cada uno de estos tipos se presenta en la Tabla 1:

Tabla 1

Tipos de mapas recomendados en la cartografía social-pedagógica

Tipo de mapa

Definición

Ecosistémico-poblacional

Busca hacer emerger las relaciones territoriales con base en los vínculos y rupturas entre la población y la naturaleza, más allá de las delimitaciones administrativas y políticas.

Temporal-social

Permite reconocer acontecimientos que subsisten en la memoria de un grupo, de cara a comprender el presente y dibujar posibilidades futuras de actuación, que los actores pueden proponer y decidir realizar.

Temático

Posibilita comprender situaciones problemáticas, en términos de fortalezas y debilidades, que se convierten en posibilidades de transformación. Además, visibiliza situaciones de riesgo que puedan llevar a fortalecer redes y a tomar acciones concretas de transformación.

Nota: Tomado de Barragán y Amador (2014, p. 136).

Experiencias de enseñanza, aprendizaje e investigación desarrolladas con la cartografía social

Ávila (2020) expone una experiencia que tuvo al emplear la cartografía social como instrumento didáctico con un grupo de docentes de Ecuador en formación, en la cual se les invitó a trazar las rutas de transporte de sus hogares a sus centros de trabajo, en un mapa elaborado por cada persona. En el transcurso de dicha actividad, se perfilaron los elementos orográficos que se iban presenciando (volcanes, ríos, lagunas o valles, entre otros), así como diversos lugares urbanos o las personas que diariamente observaban, pero pocas veces señalaban en un mapa. Así, expresa Ávila (2020), se visualiza un ejercicio de reconocimiento del entorno cotidiano de los grupos participantes que estimula el manejo de conceptos geográficos donde el personal docente a cargo puede diagnosticar los conocimientos de sus estudiantes en el marco de investigación-acción participativa.

Rogers et al. (2015) realizan un análisis del discurso en torno al eje temático del envejecimiento de la población europea empleado por diversas organizaciones no gubernamentales de países, tales como Polonia, Reino Unido, España y Portugal, en el cual establecieron sus resultados en mapas influidos por la cartografía social. En el caso de su investigación con respecto al Reino Unido, mediante estos mapeos, detectan que, en la discusión pública acontecida en dicho país en el 2012 ante una propuesta de reformar el régimen de pensiones de vejez, el partido Laborista emite discursos en torno al costo de vida, la necesidad de aumentar los montos de la pensión, el fortalecimiento de las pensiones de las mujeres y la importancia de la inversión en el sector de medicina.

Por parte del partido Conservador, este mismo estudio señala que en este se visualizan discusiones en torno a una crisis en el régimen de pensiones, críticas al mismo en el sector público, así como en la edad de pensión. En el marco anterior, el ejercicio de cartografía social permite entender las posiciones ideológicas y tendencias discursivas surgidas a partir de las huelgas de 2012 en el Reino Unido, lo cual ejemplifica su potencial uso para análisis políticos.

Por su parte, Ruiz et al. (2021, p. 443) señalan que la cartografía social es idónea para promover competencias sociales y ciudadanas, en tanto se utilizan “conocimientos sobre la sociedad –entendida desde las diferentes perspectivas-, para interpretar fenómenos y problemas sociales en contextos y escalas espaciales variables, elaborar respuestas y tomar decisiones, así como para interactuar con otras personas y grupos conforme a normas”.

Continuando dicha línea, Ruiz et al. (2021) aplicaron la cartografía social con un grupo de estudiantes de Río Gallegos, en el extremo sur de Argentina. Allí, sus estudiantes dibujaron en primera instancia los límites de la ciudad de Río Gallegos. Fue llamativo el hecho que varios de los participantes añadieron también partes de la ciudad vecina Punta Arenas, en Chile, visibilizando un territorio que, a pesar de estar políticamente separado en términos sociales, es percibido como uno mismo. Asimismo, un aspecto destacado fue la existencia de alusiones a Netflix o videojuegos en las habitaciones de estudiantes, lo cual sugiere que la internet y los contenidos audiovisuales son ampliamente consumidos en los hogares de esta ciudad. Otras realidades que recibieron especial detalle por parte de estudiantes fueron las constantes inundaciones en la ciudad durante momentos de tormentas, situación que también impacta al centro educativo investigado. Por ello, la cartografía social permite reflexionar las problemáticas ambientales o las condiciones climáticas a las que se exponen los grupos participantes diariamente para reconocer en estas facetas el territorio (Ruiz et al., 2021).

Madeiros y Díaz (2021) aplicaron la cartografía social con un grupo de estudiantes que vivían en la Reserva de Allijilán, una zona rural de Argentina. En el mapa planteado para describir los elementos espaciales del territorio, se observan animales de granja, corrales, pozos, fuentes de agua, villas, puestos de artesanías, así como tiendas de cuero y lana. Con respecto al mapeo de las rutas de transporte, se destaca el uso de burros para llegar a la escuela. Sin embargo, también el estudiantado narra que algunas de sus amistades se debieron marchar de la zona debido a conflictos por tierras, el desempleo, así como la falta de oportunidades educativas. En esta experiencia, el taller de cartografía social permitió identificar las problemáticas y áreas de conflicto o vulnerabilidad de la zona, donde se podrían plantear plataformas de diálogo con el fin de alcanzar un acuerdo satisfactorio entre ambas partes en el contexto de una región que vive conflictos por tierras.

Por otro lado, Castaño-Aguirre et al. (2021) revisan diversos resúmenes de artículos que desarrollan el tema de la cartografía social, con el fin de perfilar los alcances de esta técnica didáctica y de investigación. En uno de los ejemplos expuestos, se indaga el cambio del uso del suelo en la cuenca del río Cauca entre 1950 y 2011, conectando historias de vida que expresan los efectos de la minería, el narcotráfico y las obras energéticas en la zona. De esa forma, se lograron contrastar las historias de vida de personas adultas mayores locales, de adultas y de niños y niñas para dar una coconstrucción del pasado, presente y futuro de esta zona.

En la línea anterior, Castaño-Aguirre et al. (2021) relatan otra experiencia en la cual se estudiaron las representaciones e imaginarios del pueblo indígena nasa que vive en Bogotá, Colombia. De esta forma, se buscaba exponer el valor simbólico o cultural que la comunidad nasa atribuía a los territorios donde residían, para contraponerlos con los valores principalmente capitalistas que sostenían algunas personas que querían adueñarse de sus tierras. En este sentido, se busca promover el conocimiento e integración entre las partes para proveer espacios de resolución de problemas y diálogo en el marco de una indagación acerca de la cultura nasa y su relación con la gestión territorial.

Por último, Castaño-Aguirre et al. (2021) se refieren a una experiencia de cartografía social en un pueblo pesquero de Chile, mediante la cual se buscaba entender qué cambios socioeconómicos habían transformado el mapa del territorio. En este horizonte, se detectó que los usos turísticos de las playas iban en aumento, restándole espacio a los grupos pescadores, además de incrementos en los niveles de contaminación producto del turismo y de la pesca insalubre, así como las dificultades del sector pesquero para organizarse sindicalmente.

Cabrera (2016, p. 23) aplica la cartografía social para “analizar los recursos internos y externos de la escuela Marianita Rodas de Prieto ubicada en un territorio socioeducativo adverso dentro de la ciudad de Guayaquil en el año 2016”, en el marco del objetivo general de su tesis de licenciatura en educación inicial. En esta aproximación, Cabrera (2016) realiza diversas entrevistas con personal de la escuela: el director del centro educativo, una exdirectora, una psicóloga y tres docentes, así como a la comunidad usuaria de la escuela, con tres padres y cuatro madres de familia, además de cinco habitantes del poblado. Vinculando lo analizado en las entrevistas y lo que observó, logra cartografiar socialmente el territorio socioeducativo en el que la escuela existe, al visibilizar distintas perspectivas territoriales que perciben los sujetos participantes en la investigación.

Ramírez (2012) interpela a la cartografía social para analizar las experiencias de enseñanza y las vivencias sobre los derechos humanos que poseen estudiantes de décimo año en el Colegio Nuevo Kennedy, en Colombia. Justifica dicha metodología al considerar que promueve en el sujeto a una posición activa en su aprendizaje y permite sensibilizar en temáticas de derechos humanos mediante el reconocimiento de derechos y deberes como elementos interrelacionados en la sociedad.

Así, puntualiza Ramírez (2012), la cartografía social es aplicada por su persona con miras a mapear las relaciones de poder el colegio, por medio de la cual detectó que el estudiantado expresa sus vivencias en torno al libre desarrollo de la personalidad, las formas de convivencia con sus pares, la estigmatización de jóvenes por parte de las personas adultas (es decir, una crítica al adulto-centrismo), así como la relación de las nociones de derechos humanos con sus historias y proyectos de vida. En definitiva, según Ramírez (2012), el ejercicio de cartografía social para la indagación de la enseñanza de los derechos humanos permite externalizar las realidades de estudiantes y orientar al personal docente para reformular sus técnicas didácticas en atención a estas, al buscar mejorar la convivencia en la clase, e incentivar al alumnado a practicar dicha convivencia con su entorno familiar fuera de la clase.

En una línea muy similar, Suárez (2018) desarrolla una investigación sobre los problemas de convivencia, los mecanismos de resolución de conflictos y las concepciones de ciudadanía que existen en las alumnas de una sección de noveno grado de un colegio en la región del Cauca, en Colombia, en tanto en ese año, según el plan de estudios de dio país, se estudian estas temáticas. En su planteamiento investigativo, lleva a cabo un taller de mapas de cartografía social para que estudiantes ilustren los problemas de convivencia o participación en el aula; ejecuta un segundo taller para generar una discusión destinada a ilustrar soluciones a lo expresado en el taller anterior, mientras que, en el tercer taller, se elabora una cartografía social sobre conceptos de ciudadanía y tipos de concepción de esta.

Suárez (2018) adjunta fotografías de sus talleres, en los cuales se aprecian mapas elaborados por estudiantes de forma colaborativa mediante la cartografía social de problemáticas de accesibilidad o infraestructura que tiene el centro educativo, de prácticas negativas para la convivencia (egoísmo, intolerancia o violencia), de propuestas de soluciones a problemas en el aula y de conceptualizaciones sobre tipos de ciudadanía. En un balance sobre su experiencia, Suárez (2018, p. 75) expone la riqueza de esta en reflexionar con los sujetos participantes “la importancia de reconocer al otro en términos de la diferencia, la pluralidad y la convergencia”; así como expresa:

La cartografía social fue un espacio que permitió a los estudiantes, plasmar sentimientos reprimidos, despejándose de cargas emocionales, encontrarse consigo mismas y conocer otras realidades… Acciones que no se consiguen con la repetición discursiva de sermones, ni desde la verticalidad pedagógica. (Suárez, 2018, p. 76)

Por su parte, Barragán (2016) aplicó la cartografía social en talleres realizados en 12 universidades colombianas, en los cuales recibió en total 313 participantes. Eran profesionales docentes que se hallaban en esas universidades como estudiantes desarrollando sus estudios de posgrado. El fin investigativo era observar cómo sus participantes ilustraban en un mapa las temáticas que trataban en los cursos universitarios en los que se habían matriculado para ese momento, por ello se agruparon en dicha línea y en estos subgrupos mantenían una discusión colectiva donde debían dialogar con sus pares para explorar ideas en común, sugerencias o críticas ante el mapa que era elaborado colectivamente y pretendidamente proyectaba lo que estaban desarrollando en sus cursos. Como resultado, algunos subgrupos produjeron mapas de ética, otros de humanismo y ciencia, así como de hermenéutica.

En el análisis de los resultados, Barragán (2016) optó por complementar dicho apartado con entrevistas a los sujetos participantes, quienes expresaron que el ejercicio de la cartografía social los llevó a homogeneizar el lenguaje de forma colectiva para describir cada elemento o idea que sentían era fundamental ilustrar, es decir, se unieron distintas perspectivas conceptuales para llegar a una definición colectiva y aceptable para todo el grupo de participantes. También afirmaron que los convenció de que los mapas no solo se utilizan para representar territorios físicos, en tanto se pueden emplear de igual forma para vincular conceptos abstractos.

Por último, se menciona a Forero (2015), quien aplicó la cartografía social ante un grupo vecinal de comunidades aledañas al río Salitre (Colombia), por medio de la cual detectó que ilustran en sus mapas la constante expansión de residencias y comercios en los últimos años, factores que señalan como causantes de una deforestación notoria que ha incidido en la percepción de un “empobrecimiento visual” del espacio, así como menor calidad en el recurso hídrico junto con pérdida de fauna y flora. Con base en estos insumos, la autora propone varios tramos de la ciudad para que sean reforestados, trazándolos con ayuda del software Google Earth pro, para luego vincularlos como corredores ecológicos mediante el software ArcGIS y además haciendo una lista de instituciones educativas, hospitalarias, comerciales y municipales que podrían aportar al proceso de reforestación en el marco de una propuesta de gestión territorial planteada por la autora.

Conclusiones: Recomendaciones y prospectivas

En cuanto a recomendaciones generales para aplicar la cartografía social en la práctica pedagógica, Barragán y Amador (2014) señalan que es primordial visualizar un tipo de problemática presente en el territorio donde se desee aplicar o bien un tipo de tema que el personal docente investigador quiera ahondar, con el fin de perfilar los fines del ejercicio y que sean compartidos con los futuros sujetos participantes, no solo para que compartan sus experiencias de manera más orientada sino para que se les anime a participar del ejercicio para el diseño de planes de reconocimiento o transformación de realidades.

Por otro lado, Barragán y Amador (2014) expresan que, en términos del tamaño de los grupos de trabajo con participantes del ejercicio de cartografía social, es recomendable no sobrepasar las ocho personas en cada una de estas agrupaciones ya que un número elevado podría resultar que algunas o algunos miembros intenten evitar participar. Asimismo, dichos autores recomiendan nombrar una persona moderadora que reitere las finalidades del ejercicio, conozca las convenciones de expresión que el grupo desea utilizar (representaciones, dibujos, gráficos, entre otras) y, si lo consideran provechoso, sugerirle al grupo adjuntar las convenciones con su definición textual en algún lugar del mapa, por ejemplo, que una figura de tres árboles significa para el grupo un bosque. Por otra parte, reiteran que es fundamental que el moderador consigne documentalmente el desarrollo y resultados del ejercicio cuidando influir en estos últimos, para construir evidencia que será analizada críticamente por parte de los equipos investigadores.

Comentándose las definiciones de la cartografía social con base en el trabajo desarrollado, podemos afirmar que este concepto remite a una reflexión sustantiva sobre el territorio que habitamos y del cual podemos interpretar numerosas facetas, tales como la presencia de elementos orográficos, recursos naturales, instituciones sociales, historias de conflictos territoriales previos o actuales que marcan ciertos lugares e incluso la relación de ideas y conceptos sobre sí mismas o sobre el territorio. Como herramienta educativa, la cartografía social promueve la criticidad ante preceptos y estereotipos que tanto jóvenes como personas adultas pueden mantener de concebir a los mapas como productos ya generados, invitando a la puesta en perspectiva del territorio y los mapas de este mismo como procesos en constante cambio y sobre los cuales distintos actores sociales pueden tener distintas interpretaciones, pero en definitiva enriquecen nuestra perspectiva del territorio al permitirnos conocer estas mismas interpretaciones contrastantes. En esta línea, Barragán y Amador (2014, p. 140) expresan lo siguiente:

Esta metodología puede ser incorporada como herramienta para las clases y así involucrar a los estudiantes como actores de sus propios procesos de enseñanza y aprendizaje. Adicionalmente, la cartografía social-pedagógica permite afianzar lazos entre las diferentes subjetividades que se relacionan en el proceso educativo, con miras a empoderarlas frente a la toma de decisiones alrededor de problemáticas que los involucran.

Continuando con la idea anterior de buscar empoderar al estudiantado mediante el ejercicio de la cartografía social, considero que es particularmente necesaria su aplicación en esencialmente todos los programas de educación geográfica (primaria, secundaria o formación técnica-universitaria), ya que constituye un ejercicio de apropiación del territorio donde se habita y coloca a la localidad inmediata en el centro del análisis geográfico, con lo cual el sujeto podría comprender de mejor manera ciertos conceptos geográficos que el personal docente considere provechosos de ser profundizados precisamente mediante esta técnica.

Por mencionar algunos de los conceptos geográficos presentes en el Programa de estudios de Estudios Sociales Tercer Ciclo de Educación General Básica y Educación Diversificada del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica (MEP, 2016), que se pueden vincular y profundizar didácticamente con la técnica de cartografía social están los siguientes:

-Huella ecológica del ser humano en el ámbito local.

-Geografía de la producción alimentaria.

-Distribución espacial y desafíos para la gestión del recurso hídrico

-Dimensión geográfica del cambio climático, en énfasis al ámbito local, vinculándose por ejemplo a historias de vida (expresadas cartográficamente) de los padres de los estudiantes para comprender este proceso.

-Dinámica poblacional contemporánea, visualizando la distribución de las concentraciones poblacionales, así como sus distintas características sociodemográficas.

-Movilidad espacial interna e internacional, visualizando los impactos de estos procesos dinámicos en el territorio.

Las temáticas anteriores son señaladas en tanto la enseñanza de los estudios sociales y la educación cívica es mi formación académica-profesional; sin embargo, es claro que la cartografía social también es compatible con diversas temáticas vinculadas a las ciencias sociales, económicas, biológicas y de la salud, por mencionar algunos de los distintos campos de conocimiento educativos e investigativos.

Asimismo, se puede utilizar la cartografía social para abordar charlas con comunidades en espacios educativos que puedan ser convocados por municipalidades u organizaciones no gubernamentales en torno a la gestión ambiental local, patrimonio arquitectónico de interés comunitario, de oportunidades de mejora en regulación vial, de discusión de problemáticas sociales como criminalidad o bien para conocer las percepciones de los distintos sectores de habitantes de la comunidad sobre lo que reconocen como su territorio habitado. En fin, es una técnica educativa provechosa para visualizar y analizar al territorio desde múltiples ópticas posibles.

Referencias

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Recibido: 19 de junio de 2022. Aprobado: 12 de julio de 2023

http://doi.org/10.15359/rep.18-1.2

1 Docente de secundaria en la especialidad de Estudios Sociales y Educación Cívica; Bachiller en la Enseñanza de Estudios Sociales y Educación Cívica, Universidad de Costa Rica. Actualmente cursa la Licenciatura en la Enseñanza de Estudios Sociales y la Educación Cívica en la Universidad de Costa Rica. https://orcid.org/0000-0002-0376-7587

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