Revista N.° 72
Julio-Diciembre 2022
ISSN 1409-424X; EISSN 2215-4094
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rl.1-72.3
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras

Testimonio y violencia en la novela Insensatez, de Horacio Castellanos1

(Testimony and Violence in the Novel Insensatez, by Horacio Castellanos)

Guillermo Murillo Ramírez2

Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica

Resumen

En el artículo se analiza el testimonio y la violencia en la novela Insensatez, de Horacio Castellanos, teniendo como objeto de análisis papel de intelectual como interventor del testimonio, la figura del torturador, los cuerpos violentados y la deshumanización de la comunidad indígena. Se describe e interpreta el contraste entre los testimonios del informe Guatemala: nunca más y los de la novela, para analizar el desarrollo de temas como la racionalidad, la locura y el poder; para ello se parte de algunos fundamentos conceptuales de los denominados Estudios culturales.

Abstract

The article analyzes the testimony and violence in the novel Insensatez, by Horacio Castellanos—considering his role of intellectual in testimonial intervention—the figure of the torturer, the violated bodies and the dehumanization of the indigenous community. Thus a contrast is established between the testimonies of the report Guatemala: Nunca más and those appearing in the novel, to determine the development of themes such as rationality, madness and power through the application of Cultural Studies.

Palabras clave: literatura centroamericana, narrativa centroamericana, testimonio, violencia

Keywords: Central American literatura, Central American narrative, testimony, violence

«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

César Vallejo

Introducción

En la novela Insensatez, del escritor salvadoreño Horacio Castellanos3, el personaje principal trabaja sobre las voces de las víctimas. En este texto se analiza lo testimonial como una serie de acontecimientos traumáticos que causan perturbaciones en el encargado de editar el material para darle una forma publicable, además, expone y critica la violencia hacia un sujeto suprimido por el poder. Teniendo en cuenta lo planteado, a propósito de las obras de Castellanos, Rojas y Ovares explican que «tratan generalmente de un hecho violento, gratuito y descrito con detalles macabros y a veces repulsivos»4; así, según sus ideas, el sujeto de Insensatez es un hombre paranoico por el conocimiento adquirido de una historia presente, pues imagina situaciones horrendas y la angustia sufrida por la comunidad indígena.

En este artículo apuntamos a tres objetivos: analizar el papel del intelectual en el testimonio presente en la novela, explicar la relación entre el testimonio y la violencia desde la figura del torturador y el indígena deshumanizado examinar la representación del cuerpo violentado por medio del testimonio en Insensatez. Para ello, se desarrolla en tres apartados: hacia un concepto de testimonio (la intervención intelectual), la deshumanización indígena (la relación del testimonio y la violencia desde la figura del torturador) y la representación del cuerpo violentado. Partimos de los fundamentos conceptuales de los denominados «Estudios culturales», ya que una de las principales causas de ello radica en la renovación de los discursos canónicos, por lo que la testimonialidad de la novela expone la situación y condiciones del indígena y se censura la demagogia, a partir de asuntos como el papel del intelectual, la figura del torturador y la violencia utilizada para denigrar a la mujer. Valiéndonos de la tesis de Patricia Fumero, analizar Centroamérica es necesario por

el andamiaje teórico-conceptual y metodológico e incluir en el análisis de procesos centroamericanos las comunidades que geográficamente están fuera de ella, en especial porque muchos en esas y otras comunidades están al margen de los circuitos del capital y de las reivindicaciones étnicas, etarias o sexuales5.

Hacia un concepto de testimonio: la intervención intelectual

Para Pilar Calveiro el testimonio es «ruptura del silencio, la memoria como trama de los relatos de la resistencia y la historia como texto estructurador de alguna verdad, sea o no oficial»6. En estas páginas lo analizamos como uno intervenido, no solo por la participación del personaje principal, sino también por psicólogos y antropólogos. El testimonio se formula escrituralmente mediante un proceso de transcripción intelectual, como se da en la guatemalteca Rigoberta Menchú, con la ayuda de Elizabeth Burgos, y de la salvadoreña María Teresa Tula, con Lynn Stephen. En Insensatez sucede un proceso similar de intervención, pues hay un editor de los testimonios encargados. Chacón ve la modalidad testimonial como manifestación de «una categoría de los textos de escritura intervenida, muy probablemente son también el resultado desde una voz igualmente intervenida, dirigida, regentada, incluso tutelada»7. La intervención del intelectual en el testimonio es crucial para estructurar el texto, tcomo en Me llamo Rigoberta Menchú, y así me nació la conciencia, cuyas palabras introductorias se explican:

Rigoberta tiene apenas 23 años, y aprendió el español hace solamente tres años, de ahí que a veces su frase parezca incorrecta; sobre todo en lo que concierne al empleo de los tiempos verbales, y al de las preposiciones. El no haber transformado o «corregido» su forma de expresarse fue debido a una decisión de mi parte. Decidí respetar la ingenuidad con la que se expresa todo el que acaba de aprender un idioma que no es el suyo. Porque además el aprendizaje del español es una de las dimensiones del problema que enfrentan los indígenas en nuestro continente8.

Así, el testimonio no fue intervenido, lo cual luce contradictorio al estar ante un texto dirigido por el recurso de la entrevista de Burgos. Además, hay una barrera lingüística como justificación de la otredad del indígena al decir que no es su idioma; por tanto, se toma como literatura testimonial tutelada. En Insensatez, al aceptar el trabajo, el personaje principal muestra cómo el testimonio de los indígenas pasa por un proceso de modificación especializada. Es un hombre que busca beneficiarse o de la situación al no darle voz a los que no la tenían, porque no empezó el trabajo por el dinero, ofrecido por su amigo Erick. Sobre el proceso de la formación del informe testimonial, expone:

…comenzando por los grupos de catequistas que habían logrado sacar los testimonios de aquellos indígenas testigos y sobrevivientes, la mayoría de los cuales ni siquiera hablaban castellano y temía por cualquier cosa referirse a los hechos de que habían sido víctimas, siguiendo con los encargados de transcribir cintas y traducir testimonios de las lenguas mayas al castellano en que el informe tendría que ser escrito… (18)

María del Pilar Vila reafirma la postura del editor como un personaje que no ayuda a la población indígena:

En Insensatez, el narrador procura tomar distancia de lo narrado y desligarse, así, de un rasgo fundamental del género testimonial puesto que no lo guía el propósito de otorgarle la palabra a quien no la tiene. Más bien es una voz que se sobreimprime a la colectiva. Da a conocer su interpretación de la historia narrada en íntima relación con la vivida en el presente para mostrar la pérdida de confianza en la «verdad»9.

El testimonio en la novela no lo relatan los afectados. Si bien en algunos casos se conoce a las víctimas, no se habla con ellas ante el temor de revivir los hechos traumáticos que acontecieron en su vida. Lo dicho por los sobrevivientes sobre el abuso militar se presenta en tipografía cursiva, por tratarse de ciertas situaciones narradas por el personaje principal que lee los testimonios. Desde este punto de vista, hay que tener en mente lo que sostiene Beatriz Sarlo:

La narración de la experiencia está unida al cuerpo y a la voz, a una presencia real del sujeto en la escena del pasado. No hay testimonio sin experiencia, pero tampoco hay experiencia sin narración: el lenguaje libera lo mudo de la experiencia, la redime de su inmediatez o de su olvido y la convierte en lo comunicable, es decir, lo común10.

El protagonista trata de hacer una novela sobre el registrador civil de Totonicapán11 y la tortura de la que fue víctima por negarse a entregar un libro de los difuntos a los militares. Con ello, el editor quita la experiencia pasada planteada por Sarlo y la ficcionaliza para realizar una crítica sobre la violencia ejercida por el poder. Sin embargo, el hombre teme a que ese documento caiga en manos equivocadas y lo asesinen. Por consiguiente, se constata que la violencia forma parte de un proceso de dominación, con el fin de callar a los rebeldes o a los que quieran modificar el sistema en el que se encuentran inmersos. El miedo sentido por el protagonista sigue siendo individual y busca beneficio con un material delicado.

Deshumanización indígena: la relación del testimonio y la violencia desde la figura del torturador

Al inicio de la narración se consigna el testimonio de un indígena que se define a sí mismo como «incompleto de la mente», muy afectado por haber presenciado el asesinato a machetazos de su familia; cada víctima, a medida que avanza la tortura, se vuelven pedazos de carne. Por el testimonio y los signos de violencia en el cuerpo se determina que los sujetos considerados marginales se desintegran y al volverse objetos se deshumanizan. El estar incompleto de la mente alude a la irracionalidad creada por el trauma. Exponer el trauma y el testimonio «consistía en recuperar la memoria de los centenares de sobrevivientes y testigos de las masacres perpetradas al fragor del mal llamado conflicto armado entre el ejército y la guerrilla» (17).

Los testimonios en la narración dan cuenta de la deshumanización y de la angustia de la comunidad indígena, ante la utilización de los niños para mostrar nostalgia por no tener a su padre. Después de la lectura del editor, el cadáver del indígena termina como comida de los cerdos. Pero no solo los animales aniquilan a la población marginalizada por el poder, sino también el torturador que se vuelve antropófago por quemar los cuerpos, aplaudir y empezar a comer, según lo dicho por una mujer indígena que da su pensar sobre lo ocurrido con su esposo y otros hombres de su comunidad. El torturador como tal, al tener estas actitudes se considera un sujeto festivo, ya que rebaja y ridiculiza por medio de un humor sórdido.

En la novela y en Guatemala: nunca más se hace hincapié en la tortura hecha por lo militares, pues al hacer revisión de uno de los testimonios; se destruyó todo a su paso, quemaban casas y personas en hogueras gigantescas. En Insensatez, las escenas de las historias contadas por los verdaderos sobrevivientes son semejantes, esto se reafirma con lo siguiente:

Ahí fue donde acabaron con esas personas, cuando terminaron de dejar esa gente. Había mucho humo y que olía mucho. Entonces fuimos a ver, tanta gente estaba ahí entre pajones, en la orilla de los ríos, algunos que todavía estaban casi vivos, pero ya no podíamos hacer nada por ellos, porque estaban sangrando mucho. A otros todavía les palpitaba el corazón12.

El torturador se construye como una ser atroz que infunde el terror en los habitantes indígenas. El narrador, en cuanto personaje de la ficción, se iguala al indígena, al expresar que tiene una preocupación sobre su entierro y que no quiere ser vendido para ser estudiado por las facultades de medicina. La sepultación de un cadáver se presenta como un hecho que alivia a los familiares de los sujetos oprimidos. La figura del torturador se presenta por medio del testimonio y la insensatez del personaje principal, en dos momentos que se resumen en: (1) al originarse cuando un panameño de las oficinas donde el protagonista edita el informe, le niega el pago de sus labores y el hombre se imagina clavándole un puñal en el hígado y se este se da cuenta que es solo su imaginación, porque no tiene armas; (2) la falta de juicio cuando el editor se transforma en Octavio Pérez Mena —el militar encargado de las torturas— y se muestran acontecimientos cruentos-viscerales de manera irreal. En estos casos, el hombre es análogo al militar-torturador, porque afirma:

Me transformaba en el teniente Octavio Pérez Mena, oficial a cargo del pelotón destacado para la masacre, así entraba de nuevo a la choza de esos indios de mierda que solo entenderían el infierno que les esperaba cuando vieran girar por los aires al bebé que yo mantendría tomado de los tobillos para reventar su cabeza de carne tierna contra los horcones de madera. (168)

La figura del asesino se encarna en «Chucky»13 y el espacio carnavalizado en el capítulo doce cuando hay festividades en el lugar que se encuentra el protagonista hacia el desenlace de la novela. En Insensatez se describe a «Chucky, el muñeco asesino» de forma burlesca, admirado por los demás hombres debido a sus historias que lo dejan como un héroe. Antes de pasar a las características físicas; la película en la que aparece el personaje muestra similitudes con los testimonios sobre la masacre. Al referirse al cine de terror, donde este muñeco se cataloga como un monstruo dentro del subgénero de cine llamado slasher14. Sobre el apodo que se le da al hombre se explica:

Chucky el Muñeco Asesino, un chaparro fornido lo más parecido a un bulldog de ojos claros, a quien sus subalternos, incluido mi compadre Toto, apodaban cariñosamente con el nombre del ese personaje de película, Chucky, el Muñeco Asesino, tanto por su apariencia como por el hecho que en sus tiempos mozos se había caracterizado por protagonizar todo tipo de peligrosas aventuras en las que arriesgo su vida y cobró vidas ajenas. (64-65)

No solo se considera una parodia del asesino, sino también representación del mundo al revés utilizada para no censurar la verdad. Mencionar los acontecimientos «verdaderos» en el lugar donde ocurren las masacres genera la muerte y silencia a los sujetos que se inclinan por la esperanza de la comunidad indígena. Por tanto, el editor escapa de Guatemala para evitar su asesinato, luego viaja a Alemania y ahí revela una verdad oculta en el testimonio y solo los que los han leído saben a qué se refiere. En las últimas líneas de la novela, el personaje principal se entera del asesinato de un obispo. Este sacerdote representa el papel que desempeñó Juan Gerardi en la preparación del informe Guatemala: nunca más a finales de la década de 1990. Por tanto, «en la noche lo asesinaron en la casa parroquial, le destruyeron la cabeza con un ladrillo. Todo el mundo está cagado. Da gracias que te fuiste» (155). El asesinato del eclesiástico es una forma de silenciamiento por el manejo de discursos sociopolíticos.

La representación del cuerpo violentado por medio del testimonio

En Insensatez, a los hombres se les reconoce con su nombre de pila; no se detalla su físico, a menos de que fuese para exponer las consecuencias de la violencia en Guatemala como con los hombres torturados por los militares. Del narrador solo se sabe su nacionalidad —salvadoreña— y que huyó de su país por razones políticas, según lo hablado con Pilar. Las mujeres se construyen socialmente bajo los límites conceptuales de su relación con el erotismo, y en cuanto «satisfacen» los deseos masculinos; por consiguiente, son objeto de consumo. En la trama se describen cuatro mujeres: Pilar, Fátima, la holandesa y Teresa. Las tres primeras mantienen una relación sexual consentida. Pilar, Fátima y la holandesa aceptan el contacto sexual y se las describe mediante una isotopía física conformada por los senos, las nalgas y la vagina. Las dos primeras tienen un encuentro sexual con el editor y la holandesa con el primo de él.

Para examinar la violencia ejercida contra la mujer, concentrémonos en Teresa, una sobreviviente de la agresión sexual. De esto da testimonio el propio editor, que lee sobre las golpizas que sufrió, desagarres genitales y las repetidas violaciones. Por ello, las torturas son parte del modus operandi de los militares para conseguir información en cuanto a su participación en los movimientos guerrilleros. En el documento testimonial se muestra la imagen de la mujer como una víctima desfigurada por la violencia; además, se refuerza su posición martirial por el acontecimiento ocurrido, ya que narrador expone:

Teresa narraba las más abominables violaciones a las que había sido sometida por los militares que la torturaban y lo que menos me apetecía era enfrentarme con su rostro, que yo había visualizado cubierto con una venda y con moretones y costras de sangre, el rostro de la chica golpeado salvajemente por sus torturados con el propósito de que ella aceptara su pertenencia a la guerrilla y que delatara sus compañeros, aunque en verdad los verdugos sabían que la chica no pertenecía a la guerrilla y su pecado era ser hija de una abogada laboral que defendía a los sindicalistas y que meses más tarde sería asesinada, tal como yo había leído en el testimonio de marras, una chica a las que hundieron en un infierno durante una semana con golpizas y violaciones que desgarraron su vagina y ano… (108)

La violación es un recurso no solo para satisfacción sexual del torturador, sino también como forma de dominación del sujeto marginado. Esto provoca una degradación tal que, como dice Aura Yoc, es una «estrategia para romper tejidos sociales, comunitarios quebrantar el honor del enemigo, sometiendo a los pueblos a través del cuerpo de las mujeres»15. El testimonio de Teresa delata a sus opresores; además, la emancipa de un trauma, pero lo hace mediante la reavivación de un acontecimiento sórdido. En la novela, el sexo minimiza a los sujetos con la enfermedad, pues se resalta la gonorrea que contraen los soldados y, en las mujeres, las infecciones con fluidos putrefactos. El editor mismo tiene contacto sexual con Fátima y se contagia de una enfermedad venérea que afecta sus genitales con pus y picazones.

El espectáculo de la violación se apega a la realidad vivida por los indígenas, que sufrieron la matanza de sus familiares. Desde luego, al considerar la novela como un producto cultural, se ficcionaliza la escena, pero lo cruento, lo obsceno y lo atroz del acto criminal. Este episodio se apega a los expuestos en el informe Guatemala: nunca más, sobre todo lo descrito en el tomo quinto, sobre los efectos de la violencia contra las mujeres, en que hay una similitud con lo escrito por Castellanos. En el ataque a Teresa se menciona el uso del semen para invadir el útero de la mujer con un feto que representa el poder. Al respecto, se considera un testimonio del informe que dice:

Las mujeres que iban embarazadas, una de ellas que tiene ocho meses ahí le cortaron la panza, le sacaron la criatura y lo juguetearon como pelota, de ahí le sacaron una chiche y la dejaron colgada en un árbol.

Y quedaban los fetos colgando con el cordón umbilical. No cabe duda de que fue especialmente contra la mujer indígena el hecho de matar a los niños delante de las madres16.

Estos testimonios cargados de escenas violentas y atroces muestran a la mujer como un objeto útil y de placer particular para los torturadores. El feto se vuelve una alegoría del entretenimiento, al perder su condición humana y ser utilizado como pelota. Por añadidura, colgar los fetos en los árboles es una castración simbólica de la eliminación de la reproducción entre indígena. En Insensatez, la castración infunde miedo en las mujeres. Se muestra con el cuerpo torturado de un hombre, que a duras penas se encontraba vivo y estaba descompuesto por la violencia de los verdugos, esto se sabe por el siguiente testimonio narrado por el editor-protagonista:

…entonces hizo una señal al esbirro encargado de la ergástula y este presto sacó una pequeña hoz y calentó la hoja con un tizón encendido hasta que alcanzó el rojo vivo y enseguida la pasó al teniente, quien experto y de un tajo cortó los testículos y la verga del cuerpo tumefacto, ante la mirada atónita de la chica hizo ese preciso corte de castración… (111)

Ante la violencia que se muestra con la castración de un individuo, mediante una hoz caliente, su cuerpo se convierte en un objeto repulsivo, pues su apariencia se asocia con lo repugnante y los fluidos para crear una imagen de impacto justificada por los hechos crueles. Rocío Silva Santiesteban indica que lo asqueroso

parece provocar inmediato rechazo instintivo, aunque, más adelante algo que nos haya parecido asqueroso no nos lo vuelva a parecer de ese modo. Los límites de lo asqueroso son movibles y franqueables, los límites del asco son mucho más rígidos puesto que precisamente en el primer significado de asco se encuentra la raíz «odio», es decir, aborrecimiento, animadversión, tirria. Lo asqueroso está vinculado con las sorpresas inesperadas, el asco se va amalgamando lentamente a partir de la visión de nuestros enemigos a quienes tememos pero también esperamos destruir17.

Castrar al varón ante Teresa provoca el rechazo de los guerrilleros; por tanto, se utiliza la asquerosidad como herramienta de dominación de los otros. Controlar un cuerpo que no es el propio conforma una manifestación cultural al asociar las figuras jerárquicas con sus ideologías. Los personajes considerados antinormativos pasan por procesos violentos para ser eliminados o expropiados de su función social.

Conclusiones

En Insensatez, según la paranoia y las apelaciones a la razón, tiene un efecto premonitorio de la muerte de los personajes. Este se presenta en cuatro momentos: 1. se utiliza el estar «incompleto de la mente», por parte del testimonio indígena, el cual expone el trauma; 2. las conversaciones cotidianas con el compadre Toto, revelan en son de broma el salir vivo de la presentación del informe. 3. se describe la partición de la cabeza al registrador civil con un machete como si fuera un coco; y 4. mediante un correo que recibe el protagonista se da cuenta que mataron al monseñor con un ladrillo.

La locura es consustancial en los opresores de los grupos marginados. Aun así, no se busca justicia a favor de las víctimas; más bien, expone la violencia y refuerza el poder de los torturadores. En esta novela de Castellanos, el testimonio se desarrolla de una forma intervenida, porque se explicita la opinión de un personaje exógeno al acontecimiento. Conforme al editor-narrador se presenta una ruptura en la figura del intelectual, porque este no les da voz a los indígenas, sino busca tener un beneficio de la situación, tanto así, que por miedo a que lo maten se va del país, sin importarle que ocurrirá.

Los personajes masculinos satisfacen sus impulsos sexuales con las mujeres. Ellas son objetos del deseo sexual de los varones. Según la construcción de los personajes, el uso del cuerpo enfermo es un aspecto contaminante, cuya función es exponer la negación sexual, la castración.

En Insensatez se exponen unos sistemas de dominación justificados por el poder como forma de depuración social. La modalidad de la narración testimonial manifiesta su condición denunciadora y contestataria, al exponer una verdad. Esto desarrolla la violencia epistémica, la cual lleva al silenciamiento político, escena representada con el asesinato de un obispo. Según los estudios culturales, el poderío se determina a partir del tratamiento corporal, al aniquilar literalmente a la población indígena, convirtiéndolos en trozos de carne. Los sujetos mutilados en la historia son una denuncia contra el sistema oprobioso, contra las condiciones ultrajantes y contra la demagogia.


1 Recibido: 22 de diciembre de 2020; aceptado: 17 de febrero de 2022.

2 Maestría en Estudios de Cultura Centroamericana (MECC). https://orcid.org/0000-0002-0727-6443. Correo electrónico: memo71094@gmail.com

3 Horacio Castellanos, Insensatez (México: Tusquets Editores, 2004); en adelante los números de página se indicarán entre parénteses en el texto.

4 Margarita Rojas y Flora Ovares, «La sirvienta y el luchador. Una interpretación», Letras 63 (2018):15-27 (16). DOI: https://doi.org/10.15359/rl.1-63.1.

5 Patricia Fumero, «Los estudios culturales en Centroamérica», Estudios 27 (2013): 1-23 (15). DOI: https://doi.org/10.15517/RE.V0I27.12701.

6 Pilar Calveiro, «Testimonio y relato de la memoria histórica», Acta Poética 27 (2006): 65-86 (68).

7 Albino Chacón, «Modelos de autoridad y nuevas formas de representación en la literatura centroamericana», Letras 49 (2011): 13-26 (21). DOI: https://doi.org/10.15359/rl.1-49.1.

8 Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú, y así me nació la conciencia (México: Siglo XXI Editores) 7.

9 María del Pilar Vila, «Las ilusiones perdidas: narrar la violencia. Acercamientos a la obra de Horacio Castellanos Moya», Revista Iberoamericana 80 (2014): 553-570 (564). DOI: https://doi.org/10.5195/reviberoamer.2014.7165.

10 Beatriz Sarlo, Tiempo pasad: cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión (Buenos Aires: Siglo XXI Editores) 29.

11 Por la tortura del registrador civil por parte de los militares se critica la posición de poder de Efraín Ríos Montt, caracterizado como criminal y corrupto. El texto tiene estas referencias como parte de su contexto histórico, las matanzas de 1981 a 1983 expuestas en el informe Guatemala: Nunca más.

12 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala Guatemala: Nunca más (versión resumida). Tomo I, cap. 3. <http://www.odhag.org.gt/wordpress/wp-content/uploads/2021/01/REMHI_tomo_1.pdf>; recuperado: 9 nov. 2018.

13 «Chucky» es un personaje de la película de terror Child’s Play (1988 y secuelas), creado por Don Mancini. En ella, el asesino para escapar de los problemas, realiza una transferencia de su alma a un muñeco por medio del vudú; por lo que el animar un objeto que no tiene vida en la realidad, hace que el objeto se vuelva siniestro, y el sujeto monstruoso se vuelve una amenaza para los demás y es un héroe por matar y no marginalizado como se supone que debería ser.

14 El término slasher viene de la palabra «slash», que traducida al español es «cuchillada». En otras traducciones literales se hace referencia a cortar o partir en pedazos; los personajes malvados matan, humillan, se vengan y atacan a las mujeres.

15 Aura Yoc, «Violencia sexual a mujeres indígenas durante el conflicto armado interno y el genocidio en Guatemala». Caravelle 102 (2014):157-162 (157). DOI: https://doi.org/10.4000/caravelle.832.

16 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala Guatemala: Nunca más (versión resumida). Tomo I, cap. 5. <http://www.odhag.org.gt/wordpress/wp-content/uploads/2021/01/REMHI_tomo_1.pdf>; recuperado: 9 nov. 2018.

17 Rocío Silva, El factor asco.Basurización simbólica y discursos autoritarios en el Perú contemporáneo (Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2008) 55.

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