ISSN: 1405-0234 • Revista Nuevo Humanismo

Vol. 1(1), Julio-diciembre, 2013: pp. 97-110

LOGUITO.jpg

Responsabilidad ambiental de la juventud costarricense: una posibilidad para garantizar el futuro


Dra. Heidy Vega Castro

Centro de Estudios Generales

Universidad Nacional, Costa Rica

heidy.vega.garcia@una.cr

Resumen

La actual generación de jóvenes une a las generaciones anteriores (abuelos y padres) y a las generaciones que están por venir (hijos y nietos). Esta generación tiene una doble responsabilidad, ante su familia y país (ciudadanía) y ante el planeta (humanidad). Indicadores recientes demuestran que Costa Rica enfrenta serios desafíos ambientales. Ante este panorama, se mencionan aspectos de cómo la Universidad Nacional puede contribuir al liderazgo ambiental en los jóvenes costarricenses, para que estos tengan la posibilidad de garantizar el futuro del país.

Palabras clave: Humanismo, juventud, ambiente, responsabilidad intergeneracional.

Abstract

The current generation of young joins previous generations (grandparents and parents) and the generations that are to come (children and grandchildren). This generation has a dual responsibility, to his family and country (citizenship) and to the world (humanity). Recent indicators show that Costa Rica faces serious environmental challenges. Against this background, it is mentioned aspects of how the National University can contribute to environmental leadership in young Costa Ricans, so that they have the opportunity to secure the country’s future.

Keywords: Humanism, youth, environment, intergenerational responsibility.

Introducción

La juventud es una de las etapas más bellas de la vida. Cuando somos jóvenes, tenemos muchos sueños, metas y esperanzas. En esta etapa, desarrollamos nuestra personalidad y nuestro carácter. Nos planteamos un perfil de las personas que queremos ser. Idealizamos el futuro, lo imaginamos brillante, prometedor y lleno de posibilidades de superación personal y profesional. Asumimos, poco a poco, la responsabilidad de nuestra vida y muchas veces sentimos que tenemos el mundo entre las manos y que nada ni nadie nos podrá detener.

“Juventud, divino tesoro” es una frase que describe este momento mágico de posibilidades infinitas. Sin embargo, mientras en esta etapa cada uno construye su propio devenir individual, es válido preguntarse si realmente los jóvenes son un tesoro para quienes les rodean, para el conjunto de la sociedad, o solamente son un tesoro para sí mismos. En este sentido, surge la inquietud sobre el carácter de “puente” que la generación joven desempeña respecto de las generaciones anteriores (abuelos y padres) y respecto de las generaciones que están por venir (hijos y nietos).

Por una parte, cuando estamos jóvenes, somos los herederos del patrimonio material e inmaterial de nuestros abuelos y padres, por lo tanto, debemos protegerlo y aprovecharlo de forma racional, para nuestro beneficio actual y bienestar futuro. Es por esto que como jóvenes tenemos una doble responsabilidad, ante la familia y el país (ciudadanía) y ante el planeta (humanidad).

Específicamente como ciudadanos, dentro del patrimonio heredado por nuestros antecesores, tenemos el concepto de Estado y sus componentes esenciales: territorio, población, soberanía y legislación. Heredamos, por decirlo así, un país “con defectos y virtudes”, y con una cantidad enorme de retos.

Por ejemplo, nos corresponde asumir las implicaciones que podría tener el aumento de la población en el uso y la disposición del territorio y sus recursos naturales. También debemos preguntarnos sobre la capacidad futura de nuestro país, para garantizar las condiciones de educación y empleo necesarias para hacer posible la vida digna de todas y todos.

Otra inquietud que surge en el ámbito ciudadano, es el problema de las leyes del país, las cuales se encuentran rezagadas respecto de la realidad nacional y mundial, lo que significa el deber de “abrir nuestra mente” para comprender los cambios acelerados e imposibles de detener, en el contexto de la globalización y de cómo podemos ajustarnos a ellos, sin destruir totalmente nuestra identidad histórica ni arrancar las raíces culturales que la sustentan.

En la esfera familiar y en el tema del desarrollo personal, no solo heredamos los bienes materiales que con mucho empeño y sacrificio nos transfieren nuestros abuelos y padres, sino que lo más importante es que somos un reflejo de su sabiduría y sus valores humanos. De ellos hemos aprendido lo básico para vivir, recibimos nuestros primeros alimentos, dimos los primeros pasos bajo su supervisión, también aprendimos a decir las primeras palabras y a conceptualizar la realidad desde lo más inmediato. Gracias a su preocupación por nuestro futuro, estudiamos en la escuela, el colegio y la universidad. También en este punto es importante considerar las enseñanzas que nos comparten nuestros maestros y profesores. Gracias a ellos nuestros conocimientos se amplían, aprendemos a desarrollar destrezas y habilidades en un nivel mayor del que logramos en la familia.

Nuestros maestros y profesores nos brindan una visión más amplia sobre la vida y nos ayudan a desarrollar un pensamiento crítico y de reflexión, para tomar decisiones acertadas y para vivir en sociedad. En la escuela, el colegio y la universidad, aprendemos a ser mejores ciudadanos, a tener conciencia de nuestros deberes y derechos. Y como profesionales estamos llamados a tomar las riendas del país para dirigirlo de la mejor manera posible.

Desde el punto de vista ambiental, considero que los jóvenes realmente son un tesoro para la sociedad, en la medida en que sean capaces de visualizar y asumir los grandes desafíos de hoy, que son producto de la historia de la humanidad y que tienen alcances planetarios. El futuro se construye a partir de hoy y depende de las condiciones ambientales concretas que afectan o potencian la calidad de vida de toda la población. En el caso de Costa Rica, los retos son muy claros. Más adelante se hará referencia a estos.

Responsabilidad ante un patrimonio heredado: interdependencia y fragmentación del planeta Tierra

Considerando todo lo mencionado, quiero compartir una frase que he escuchado en varias actividades, la cual considero resume el sentido de este artículo. La frase dice así: “No hemos heredado la tierra de nuestros padres, sino que la hemos tomado prestada de nuestros hijos”.

Imaginemos, por un momento, las implicaciones de dicha frase. Como ya se mencionó, los seres humanos de la generación presente tenemos una doble responsabilidad. Por un lado, nuestros antecesores nos han legado un único planeta, uno solo, cuya principal característica es la interdependencia. Un mundo que se construye con base en relaciones complejas y dinámicas, en el que la naturaleza no conoce límites. El todo está relacionado con cada una de las partes que lo constituyen y, de la misma forma, cada parte puede ser comprendida a través de su relación con el todo. Es una realidad en la que los procesos ambientales siempre tendrán un carácter global, una cadena de causas y de consecuencias infinitas.

No obstante, este legado de nuestros antepasados también tiene la característica de la fragmentación, la diferenciación y la ruptura. El paso del ser humano por este planeta, a través de la historia, ha generado el establecimiento de fronteras, divisiones, ideologías políticas, sistemas económicos, culturas (contraculturas y subculturas) y religiones. Esta diversa gama de situaciones genera visiones contradictorias de una misma realidad; intereses, luchas de poder, guerras, masacres, la autodestrucción del ser humano y el ecocidio de nuestro planeta.

En años recientes, la humanidad se ha enfrascado en una lucha salvaje en la búsqueda por el poder y por la acumulación de riqueza, en detrimento de la base de su sistema vital: la naturaleza. Hemos perdido el respeto por nuestra Madre Tierra, por Gaia, por nuestra Pachamama. Hemos dejado que la fragmentación y la diferenciación se conviertan en la característica de la humanidad, que cada vez parece ser menos humana. Nuestra responsabilidad inicial es conservar el legado humano, que en la actualidad es precioso, porque parece que resulta cada vez más escaso.

Nuestra responsabilidad final: construir el futuro de forma sustentable

Hemos recibido un planeta con las condiciones necesarias para la vida, con ciclos equilibrados, armonizados, que han permitido que la generación presente satisfaga sus necesidades. En este punto cabe preguntarse: ¿Qué estamos haciendo los jóvenes en la actualidad por el planeta o por el futuro ambiental de Costa Rica?

La generación presente ha creado necesidades superfluas y hemos caído ante la tentación del consumo, convirtiéndonos en consumidores ilimitados, irresponsables e inconscientes. Esta generación del 2013 vive en un planeta que posee un enorme desarrollo tecnológico, un sistema económico ilimitado y toda clase de productos y artefactos para “facilitar” y “mejorar” la vida, pero hemos perdido nuestra identidad biológica, nuestra naturaleza humana, nuestra relación con la Madre Tierra y con nuestra propia especie.

Estamos deteriorando los recursos que nos hacen vivir. La calidad del aire, del agua, de los bosques ha disminuido considerablemente. Hemos alterado los patrones climáticos y las consecuencias negativas las podemos observar fácilmente. Las sociedades latinoamericanas se están degradando y los jóvenes de nuestra región sucumben ante el llamado del crimen organizado, de la violencia, de la drogadicción y de la prostitución que, entre otras patologías sociales, conducen a la muerte, física, moral y psicológica de muchos.

Cada vez que encendemos la televisión, somos testigos de la deshumanización, la cual avanza con más fuerza. El ser humano se destruye a sí mismo y en esta lógica destruye al planeta. Desde hace 400 años, aproximadamente, la Revolución Industrial y Tecnológica y el funcionamiento del sistema capitalista son el principal motor de la vida planetaria. Sin embargo, desde hace casi 40 años existe un movimiento ambientalista que cada vez se hace más fuerte y más influyente y que, gracias a la preocupación de muchos jóvenes, se está fortaleciendo y creciendo en diferentes ámbitos. Estos escenarios históricos son los dos brazos de una balanza que, obviamente, se inclina ante el peso de esos 400 años de Revolución Industrial. De nosotros depende lograr el equilibrio en los próximos años.

Todo lo mencionado supra tiene relación con la preocupación de los pensadores ambientales más reconocidos en la actualidad. Por ejemplo, el martes 3 de abril del 2013 tuvimos la grata presencia del reconocido teólogo y ecologista brasileño Leonardo Boff, en el Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional (UNA). En esta ocasión, Boff compartió la conferencia Humanismo y Sustentabilidad. Como puntos fundamentales de su disertación, y que son de interés para este artículo, resaltó los siguientes ocho aspectos, los cuales deben ser tomados en consideración por todas y todos, pero especialmente por las y los jóvenes, en relación con su responsabilidad para garantizar el futuro:

1. La modernidad generó la percepción de la Tierra como algo a disposición del ser humano. La sustentabilidad debe ser comprendida más allá de la concepción  económica del desarrollo, que considera nuestro planeta como algo inerte y susceptible de ser explotado y dominado. 

2. Hoy vivimos en un sistema no sustentable. Nuestras sociedades violentas no garantizan la paz. Millones de personas son excluidas y mueren de hambre, de pobreza y de miseria. Actualmente, hay 14 frentes de guerra.

3. En los últimos 50 años, los elementos fundamentales para la vida se están degenerando; la Tierra está enferma, y un síntoma de esto es el calentamiento global. Es una reacción suya frente a la agresión humana. La Tierra pasa por un proceso caótico, destructivo y regenerativo, busca su propio equilibrio. Las formas de vida que no se puedan adaptar, van a desaparecer. La Tierra no necesita de los seres humanos, ya que puede subsistir cubierta de cadáveres; pero nosotros sí necesitamos de ella, por lo que es nuestro deber recuperar el equilibrio planetario. Nuestro futuro no depende del universo, sino de la decisión de los seres humanos, quiénes deben decidir si quieren vivir o no.

4. El crecimiento ilimitado en un planeta limitado genera todo tipo de crisis. No se puede pretender la solución económica como la única opción. El mismo sistema productivo está sufriendo graves problemas. Se debe superar el discurso oficial de los gobiernos y de las empresas, que le ponen precio a la naturaleza. El mercado no es cooperativo, es competitivo. La “falsa sustentabilidad” en Brasil, por ejemplo, se demuestra en la devastación de los bosques, en el proceso antiecológico de la obtención del etanol, falsamente mencionado como “energía limpia”. Para que algo sea sustentable, todo el proceso debe serlo, no solo el producto final. El proceso productivo debe ser socialmente justo, económicamente viable y  ambientalmente correcto. Debemos promover una economía de “lo suficiente”.

5. Debemos despertar nuestra conciencia y responsabilidad, porque la crisis atañe a cada uno de nosotros. Debemos cambiar de paradigma y establecer otra relación con la Tierra, para garantizar que esta mantenga sus condiciones físicas, químicas y biológicas, capaces de acoger a todos los seres vivos, a los seres humanos y a quiénes todavía no han nacido. 

6. Debemos rescatar la visión de los pueblos ancestrales, los cuales no solo pensaban la tierra como un organismo vivo, sino que la veneraban como la “Pachamama”. El respeto a la Madre Tierra es una idea central en las preocupaciones recientes de las redes latinoamericanas de pensamiento ambiental. Incluso se habla de que una idea en auge es que nuestra Madre Tierra también tiene derechos, lo que implica un cambio en nuestra concepción de la realidad y responsabilidad humana. Tenemos que considerarla como un ser vivo y que nosotros pertenecemos a ella. Nuestra relación debe ser de cooperación. Debemos conocer cómo funciona, desde el punto de vista de las dinámicas del suelo, del agua, del aire y de los seres vivos.

7. La crisis debe ser como una semilla, dentro de la cual están las condiciones para la transformación y el cambio. El ser humano es producto de un extenso proceso de evolución. Somos parte del universo, somos hijos e hijas de las estrellas. Debemos ser responsables de nuestros actos, establecer una relación no agresiva con el planeta y todos los seres que lo habitan, con compasión y afecto, sensibilidad y respeto. Debemos cooperar, ser solidarios. Nadie vive solo. Las injusticias sociales se dan por falta de piedad, por exceso de crueldad. Se debe tratar humanamente al ser humano, como hermanos y hermanas, con un sentido de profunda espiritualidad, como lo enseñó San Francisco de Asís.

8. La espiritualidad es necesaria para el entusiasmo humano; es la energía poderosa de fondo, detrás del universo. Si la descubrimos somos más humanos. La crisis no es tragedia inminente. Despierta en nosotros la conciencia de responsabilidad, cuidado y cooperación como proyecto de vida. Es una oportunidad de crecimiento. El sentido espiritual de la vida es la nueva fase de la evolución humana. La espiritualidad debe influenciar de forma positiva la tecnociencia. La ciencia debe ser para la vida. Debemos generar una inteligencia espiritual.

¿Demasiado tarde para esperanzarnos o muy pronto para arrepentirnos?: asegurando el patrimonio ambiental costarricense

Si analizamos la situación actual podemos preguntarnos: ¿Es demasiado tarde para lograr la sustentabilidad en Costa Rica? La respuesta a esta pregunta la darán posiblemente nuestros nietos y bisnietos dentro de 50 años. Por el momento, me remito a brindar un balance general de la situación ambiental de la Costa Rica de los últimos años. Con esto, cada uno y cada una de ustedes sacarán sus conclusiones, de lo que nos depara el presente (y de lo que podemos esperar del futuro).

Retos

Según la valoración general presentada en el Decimosexto Informe del Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible (2010), en su Capítulo 4, titulado “Armonía con la naturaleza” se indica que:

Costa Rica ha sobrepasado la capacidad de su territorio para satisfacer los requerimientos de la población. Esta insuficiencia abarca todos los recursos, pero señala de manera particular dos áreas sobre las cuales resulta urgente trabajar: el ordenamiento territorial –una deuda de muchos años- y las emisiones de gases contaminantes generadas por el sector transporte.

En este marco de uso intensivo de los recursos, las acciones públicas y privadas enfrentan inéditas expresiones de conflicto. Este doble reto de mejorar el balance ambiental y encarar los crecientes antagonismos sociales en este ámbito, topa con escasas capacidades institucionales para la gestión de los recursos, y el poco diálogo político entre los principales actores. Todo ello limita la posibilidad de construir políticas públicas ambientales participativas e informadas, que resuelvan las tensiones entre la actividad productiva y la protección del ambiente, en favor de la sustentabilidad (Decimosexto Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, 2010, p. 172).

De la misma forma, el Decimoctavo Informe del Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, 2012, señala que:

Pese a que Costa Rica tiene protegida la cuarta parte de su superficie y la mitad bajo cobertura forestal, mantiene a la vez una huella ecológica negativa y una alta conflictividad ambiental. Esta contradicción indica la gravedad del uso insostenible que hace del territorio no protegido, la persistencia de prácticas irresponsables y la débil gestión ambiental que realiza. Tal situación explica por qué esas fortalezas no alcanzan para construir un desarrollo que preserve la capacidad natural y el equilibrio ecológico. Al mismo tiempo, lo anterior manifiesta la urgencia de debatir con amplitud y decidir con firmeza cómo retomar el camino de la sustentabilidad; cómo planificar y producir con criterios ambientales, sociales y económicos. La ausencia de claridad en este sentido compromete la calidad de vida de la población, la equidad social en el acceso a los recursos naturales, la seguridad ante las amenazas climáticas y la salud de los ecosistemas; aun más, pone en riesgo los importantes logros en conservación que le han dado al país parte de su imagen y riqueza actuales (Decimoctavo Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, 2012, 182).

Después de analizar estos informes del Estado de la Nación, se concluye que el país está en deuda: su ritmo de uso de los recursos naturales supera la capacidad del territorio para reponerlos, y esto pone a Costa Rica ante un escenario complejo en términos de la sustentabilidad ambiental. Si bien los esfuerzos de conservación aportan una sólida base positiva a la ecuación (consumo versus capacidad), el uso descuidado, con poco fundamento científico y hasta irresponsable, de los recursos, lleva a una situación en la que se requeriría un 12% más del territorio productivo actual para satisfacer la demanda de cada persona. Las áreas protegidas resultan insuficientes para garantizar el manejo sostenible de todo el territorio. Las actividades productivas afectan recursos vitales como el agua, el aire y el suelo. El uso de combustibles fósiles en el sector transporte contradice la meta de lograr la Carbono Neutralidad, punto central en la agenda de mitigación del cambio climático, prioridad del estado al 2021.

La presión presente y futura que estos restos representan podría significar pérdidas graves en la disponibilidad y calidad de los elementos naturales clave en que se sustenta el desarrollo nacional, lo cual a su vez comprometería la sustentabilidad, en detrimento de las generaciones futuras. Esta deuda ecológica del país es significativa, aunque no se compara con la deuda promedio mundial (alrededor de un 30% por encima de la capacidad del planeta).

Frente a las dimensiones de la responsabilidad ambiental global, los logros y las fortalezas que exhibe Costa Rica no deben dar lugar a una actitud autocomplaciente. En este sentido, El Informe Estado de La Nación en Desarrollo Humano Sostenible, 2012, señala que:

No es posible seguir postergando una acción política que, de manera transparente y participativa, haga del ambiente un criterio sustantivo en el estilo de desarrollo de Costa Rica. Aunque el panorama es preocupante, también es cierto que el país tiene herramientas para enfrentarlo. La tarea es clara. La imperiosa necesidad de ordenar el territorio requiere la decisión comprometida del Gobierno, la incorporación activa de las municipalidades y una participación social sustantiva e informada. Con este paso se abren varios caminos: un transporte sostenible, un sistema de conservación consolidado, un Estado regulador y preventivo, y un mecanismo establecido para definir las actividades que son coherentes con la visión del desarrollo de cada comunidad, y del país en su conjunto. Este paso demanda (e implica) recuperar la gestión ambiental como componente imprescindible del desarrollo nacional.

La información que arrojan los indicadores internacionales, como la huella ecológica y el índice de desempeño ambiental, no permiten precisar la celeridad y la fecha en que los patrones actuales de uso y afectación de los recursos naturales llevarán a una situación negativa, e irreversible, de la sustentabilidad en el país.

A pesar de lo mencionado y de forma paralela, también es importante destacar que en el país están surgiendo iniciativas lideradas por jóvenes, quienes ante el temor de no hacer nada, están poniendo su energía en la búsqueda de soluciones concretas, que mejoren las condiciones ambientales del país. Como ejemplo está el Programa Aliados Cambio Climático (www.programaacc.com), el colectivo Chepecletas, proyecto Q-adra, entre otros. Estos proyectos son un ejemplo de que los jóvenes, si se lo proponen, pueden contribuir con su creatividad a incentivar la sustentabilidad. Son iniciativas muy recientes, pero poco a poco están generando resultados positivos.

Humanismo y ambiente: la Universidad y el fortalecimiento del liderazgo ciudadano

En años recientes, la educación ambiental está logrando un mayor impulso, desde los planes educativos de la educación preescolar y primaria, al incentivar a los más pequeños a tener una actitud de respeto y amor por la naturaleza.

Trabajar en la Universidad Nacional me hace sentir optimista, porque creo que los jóvenes profesionales con el “sello UNA” conocen y son sensibles al tema ambiental.

Desde el Centro de Estudios Generales, puerta de entrada de los estudiantes a la Universidad Nacional, la formación humanística toma en cuenta diversas facetas del tema ambiental, especialmente, en el Área de Ciencia y Tecnología. Dentro de la oferta actual se encuentran los siguientes cursos: Terapias Alternativas, Tradicionales y Complementarias; Educación, Sociedad y Ambiente; Modernidad y Debate Ecológico; Ambiente y Salud; La Ciencia, el Humanismo, el Ambiente y la Sustentabilidad de la Vida; Riqueza Ecológica de Costa Rica; Ética Ambiental; Ecología Indígena; Agricultura y Ambiente; Genética Humana, Ambiente y Sociedad; Desastres Naturales y Eco Humanismo; Recursos Naturales y Humanismo Ecológico.

Asistir a estos cursos contribuye a que todos las y los estudiantes, y especialmente aquellos que no son propiamente del área de Ciencias Naturales, conozcan los retos y desafíos que deben asumir como seres humanos del Planeta y como ciudadanos responsables de Costa Rica. Estos cursos permiten analizar, desde diversos enfoques, la actual crisis ambiental y de valores humanos, para generar en los estudiantes una actitud de alerta y de futuro compromiso profesional y personal, ante los desafíos actuales y futuros.

Por ejemplo, en algunos de los cursos mencionados se utiliza la Carta de la Tierra como herramienta conceptual y analítica en la promoción de valores ambientales. Con actividades prácticas se promueven estos valores, para convencer y comprometer a las y los estudiantes, con un sentido de respeto, responsabilidad, solidaridad y colaboración. De esta forma, la educación universitaria es más que simple “memorización y repetición de conocimientos”, al involucrar a las y los estudiantes en diversos procesos de la realidad nacional, en trabajos de extensión con comunidades específicas, estimulándolos para que se conviertan en actores de su propio proceso de aprendizaje, capaces de identificar los problemas y de brindar posibles soluciones a estos.

Además, en nuestra casa de estudios superiores, carreras como Ciencias Ambientales, Ciencias Biológicas, Ciencias Agrarias y Ciencias Geográficas, así como Química, Física, Topografía y Medicina Veterinaria, tienen como objeto de estudio elementos relacionados directamente con la naturaleza. Por otro lado, carreras con enfoque social como Historia, Sociología, Planificación y Promoción Social, Economía, Relaciones Internacionales y Administración, por ejemplo, también se interesan por la relación de la población humana con el ambiente y los recursos naturales.

En otras unidades académicas, como el Centro de Investigación en Docencia (CIDE), las carreras de Educología, Educación Básica y Educación Rural, también incluyen la Educación Ambiental en sus programas de estudio, e incluso, en carreras como Filosofía, el tema de la naturaleza provoca debates filosóficos existenciales de la relación del ser humano y su autodestrucción junto con la del planeta. En el caso de carreras como Arte y Comunicación Visual, también se trabaja la creatividad y se incluyen elementos estéticos inspirados por la naturaleza.

Como consecuencia de todos estos programas académicos, considero que todos los profesionales que egresarán de la Universidad Nacional tienen la capacidad para construir la Costa Rica del futuro, con muchas posibilidades de aportar a un futuro ambiental prometedor.

Como docentes de la universidad, deseamos incentivar que los jóvenes crezcan profesionalmente y apoyen a la sociedad en la solución de las problemáticas más importantes, con propuestas novedosas y creativas. En este sentido, es necesario destacar, por ejemplo, que los estudiantes universitarios deben ser capaces de comprender las bases que fundamentan la vulnerabilidad socioambiental como condición permanente, con la que se debe convivir constantemente. Los futuros profesionales deben promover un enfoque preventivo, ante la aparición de amenazas socioambientales; y no como hasta ahora, centrado en la atención de emergencias y enfocado en remediar las situaciones coyunturales conforme éstas suceden, que se repiten año con año y que significan la pérdida de vidas humanas y bienes materiales de forma continua, lo que provoca una acumulación de mayor vulnerabilidad para eventos futuros.

Me siento muy optimista de que cada vez existe más posibilidad de compartir espacios para contrastar visiones de mundo, analizar problemáticas de casos particulares y generar propuestas de solución a diversos problemas. El tema ambiental es ahora centro de atención desde muchas perspectivas: el cine, el teatro, la música, el arte, entre otros. Los documentales apocalípticos que nos pueden asustar, e incluso deprimir, deben ser vistos con una mentalidad positiva, de que ese futuro tan tenebroso aún no ha llegado a esas consecuencias irreversibles. En este momento tenemos la posibilidad de dar marcha atrás, de frenar antes de caer en el precipicio. Los jóvenes tenemos que pensar cómo remediar las situaciones que aun aquejan a la sociedad y al ambiente. Vivimos en la sociedad de la información; la próxima etapa es la sociedad de la acción, y en el tema ambiental los jóvenes tenemos mucho que aportar.

En primer lugar, tenemos la energía, la fuerza y el entusiasmo para imaginar cómo queremos vivir. Además, los jóvenes, y especialmente los universitarios, podemos promover el diálogo, la reflexión compartida con las y los distintos actores, tanto de la academia como de la sociedad civil: dirigentes, mujeres, adultos mayores, jóvenes, organizaciones ambientalistas, entre otros. Nuestra tarea durante los próximos años será muy ardua, pero resultará fundamental. Desde el 2009, el mundo sufre de una crisis económica, claro reflejo de la crisis global, de la crisis de la interdependencia versus la fragmentación; la crisis de la pérdida del ser humano y de sus valores más elementales.

¿Qué podemos esperar de los escenarios actuales hacia el 2050?, ¿Cómo frenar el deterioro acumulado alrededor de 400 años de revolución industrial y de pérdida del ser humano?, ¿Cómo podemos generar un cambio global con consecuencias positivas? Las respuestas a estas y otras interrogantes y la implementación de las soluciones están en manos de nuestra generación presente.

De todos y de cada uno de nosotros dependerá que las futuras generaciones puedan repetir la frase: “No hemos heredado la tierra de nuestros padres, sino que la hemos tomado prestada de nuestros hijos”.

Referencias

Boff, L. (2013). Humanismo y Sustentabilidad. Conferencia dictada el 3 de abril. Notas tomadas. Sala de Ex Decanos. Centro de Estudios Generales. Heredia, Costa Rica.

Programa Estado de la Nación. (2012). Decimoctavo Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. Programa Estado de la Nación. San José, Costa Rica.

Programa Estado de la Nación. (2010). Decimosexto Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. Programa Estado de La Nación. San José, Costa Rica.

Vega, H. (2010). El futuro ambiental desde la perspectiva de las y los jóvenes costarricenses: ¿Demasiado tarde para esperanzarnos o muy pronto para arrepentirnos? Ponencia. Semana del Humanismo, 2010. Actividad: Foro Seis Temas sobre Juventud. Miércoles 25 de agosto. Cátedra de Humanidades. Centro de Estudios Generales, Universidad Nacional. Heredia. Monografía. Sin publicar.

Vega, H. (2009). Un aporte a la formación humanística desde la perspectiva de la vulnerabilidad socioambiental regional y la gestión de riesgo. En Revista Praxis, (63), Escuela de Filosofía. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica, pp. 29-43.

Vega, H. et al. (2007). National University of Costa Rica. An Integral Approach Towards Sustainability. Experiences of the National University of Costa Rica and the Centre for General Studies. En Education for Sustainable Development in Action: Good practices using the Earth Charter, (3). Higher Education. UNESCO Education Sector. Earth Charter International. San José, Costa Rica, pp. 104-109.

Creative Commons License
Responsabilidad ambiental de la juventud costarricense: una posibilidad para garantizar el futuro by Revista Nuevo Humanismo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Costa Rica License.
Based on a work at http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/nuevohumanismo.