REVISTA 97.1

Revista Relaciones Internacionales

Enero-junio de 2024

ISSN: 1018-0583 / e-ISSN: 2215-4582

doi:https://doi.org/10.15359/97-1.1


 

Integración regional y equidad económica: Perspectivas sociopolíticas de los países del Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP)

Regional integration and economic equality: Sociopolitical perspectives of Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) countries

Tatiana Gélvez Rubio1

ORCID: 0000-0002-0230-5954

Pío García Parra2

ORCID: 0000-0003-1270-5131

 

Resumen

El derecho a la no discriminación y el respeto a la diferencia han presentado avances significativos en el nivel global durante las últimas décadas. Sin embargo, aun con su incorporación en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible la mejora, en materia de equidad económica, ha sido escasa. La situación se agrava más en el mundo en desarrollo. Ante la incapacidad de respuestas efectivas de los organismos multilaterales de escala global, la respuesta de los mecanismos de integración regional pareciese estar, más directamente, en sintonía con el imperativo de la justicia social.

Los países de Asia oriental y Oceanía, a través de esquemas de integración como ASEAN y RCEP, ofrecen expectativas valiosas en materia de equidad, dados algunos avances en términos de objetivos y metas que podrían explicar, de forma concreta, las condiciones actuales de desarrollo de los países que los integran. En este contexto, el presente artículo se propone abordar la siguiente pregunta: ¿cómo se encuentra la asociación RCEP en términos de equidad y qué perspectivas se vislumbran desde su situación actual? A partir de un análisis de la complejidad social, se evalúan los avances y los desafíos redistributivos, con el fin de determinar la viabilidad del proceso hacia el futuro. De acuerdo con los indicadores analizados y el ejercicio prospectivo, la integración es susceptible de profundizarse, siempre y cuando el grupo logre responder al triple desafío de la legitimidad interna, la transformación política y la seguridad regional.

Palabras clave: Asia, desarrollo inclusivo, economía, equidad, integración regional, Regional Comprehensive Economic Partnership

Abstract

The right to non-discrimination and respect for difference have made significant progress at the global level in recent decades. However, there has been slight improvement in terms of economic equity, even with their incorporation into the Millennium Development Goals and the Sustainable Development Goals. The situation is even worse in developing world. In the absence of effective responses from multilateral mechanisms on a global scale, the response of regional integration mechanisms seems to be more directly in tune with the imperative of social justice.

The countries of East Asia and Oceania, through integration mechanisms such as ASEAN, APEC and more recently RCEP, offer valuable expectations in terms of equity, given some advances in terms of objectives and goals that could respond more directly to the current development conditions of the countries that make up the partnership. In this context, the present article proposes to address the following question: how is the RCEP partnership doing in terms of equity and what perspectives can be envisaged from its current situation? Based on an analysis of social complexity, progress and redistributive challenges are evaluated to determine the viability of the process in the future. According to the indicators analysed and the prospective exercise, integration is likely to deepen, if the group can respond to the triple challenge of internal legitimacy, political transformation, and regional security.

Keywords: Asia, economics, equity, inclusive development, regional integration, Regional Comprehensive Economic Partnership

1. Introducción

Las luchas sociales del siglo XX permitieron avances en la reivindicación de la identidad cultural y la igualdad política. Gracias a la presión social de grupos de la sociedad civil, actores gubernamentales y no gubernamentales y el establecimiento de reglas internacionales, incluyendo los pactos de Naciones Unidas3 establecieron que nadie puede ser sujeto de discriminación e intolerancia por sus creencias, afiliación política, color de piel o preferencia afectiva, haciendo que los discursos y las acciones racistas e intolerantes fueran considerados ilegales y penalizados en casi todas las legislaciones. Empero, no ha sucedido lo mismo con la discriminación y la desigualdad económica. La ausencia de regulaciones universales, en favor de la equidad, ha sido suplida, en parte, por los mecanismos de integración regional, en su función de instrumentos para garantizar el bienestar de los pueblos asociados, como, por ejemplo, lo establecido en el Tratado de Roma, de 1957, que daría lugar a la Comunidad Económica Europea, justificada con “el propósito esencial de mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus pueblos”.

En la actualidad los países de Asia resultan actores de gran relevancia para la economía mundial, con una participación conjunta del 42 % del PIB mundial en 2021 (Mckinsey, 2023). Según estimaciones del Banco Mundial (2022), la dinámica del rápido crecimiento, de la primera década del siglo XXI, les permitió a estos países sacar de la pobreza a alrededor de 240 millones de personas en solo dos décadas. Sin embargo, según estimaciones del Banco Mundial (World Bank Group, 2022), aún persisten en condición de pobreza extrema unos 500 millones de personas.

En ese sentido, el estudio de la evolución de las políticas públicas y sus logros en los países del este y sudeste asiático resulta de vital importancia para entender no solamente este deber social, sino las implicaciones para las condiciones socioeconómicas internacionales, la evolución de las conversaciones globlales, de los desafíos que enfrenta el mundo, así como, la responsabilidad de las estructuras multilaterales y regionales en el logro de sociedades más justas y con condiciones dignas de vida para todos los habitantes de los países. La disminución en las últimas décadas -como hemos de ver en las estadísiticas analizadas más adelante- de más de la mitad del porcentaje de niños en condiciones de desnutrición e incrementar en más del 50 % la dotación de las viviendas dignas. Al mismo tiempo, han duplicado sus capacidades de cobertura en saneamiento básico y mejorado los indicadores del empleo formal. Sus metas apuntan a una mayor provisión de bienes públicos, en pro de la inclusión social y la equidad.

Medio siglo después de la Declaración de Bangkok,4 que dio origen a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), y, gracias a su liderazgo, los principios de la Asociación Económica Regional Integral (RCEP por sus siglas en inglés) revelan el interés de los países miembros por establecer objetivos relacionados con la equidad económica y la inclusión social5. Al respecto, surgen múltiples interrogantes tales como ¿qué tan viable es que RCEP logre incluir en la agenda de conversación la inclusión social, a través de la integración de las 15 economías asociadas en libre comercio? ¿Cuáles son los obstáculos más significativos y cómo podrán ser resueltos?

Es indiscutible que la inequidad es el eslabón perdido de la estabilidad política, dado que no se han podido acordar reglas internacionales que limiten la concentración de la riqueza, estipulen la tributación progresiva, clausuren los llamados “paraísos fiscales” o garanticen el ingreso de sobrevivencia a todas las personas. En esa perspectiva, el presente artículo plantea que el factor distributivo de la riqueza, o la equidad social, a través de la mayor provisión posible de bienes públicos, se presentan como un elemento de vital importancia en la discusión de agendas de cooperación internacional. El caso estudiado muestra que el menor eco asiático en iniciativas como RCEP, ha generado manifestaciones de la sociedad civil.

De acuerdo con lo anterior, este artículo pretende identificar las posibilidades de convergencia de las políticas de equidad e inclusión social y de cooperación en el mediano plazo, dispuestas para elevar la legitimidad y continuidad del proceso de integración regional en Asia. En los cuales, la equidad intraestatal debería desarrollarse de manera paralela a la equidad interestatal, como estrategia para mitigar los elevados contrastes de nivel de vida en el Asia-Pacífico. De otra manera, como se detallará en la discusión de la tercera sección, la presencia de una sociedad civil crítica e informada podría incentivar manifestaciones sociales, visibilizando la apremiante necesidad que estos aspectos sean parte de las agendas de las conversaciones regionales.

Metodológicamente, adoptamos el análisis mixto que integra la visión holística de la complejidad social, con base en la Teoría de la Organización Humana de Gregori (2002) complementado con el análisis cuantitativo de fuentes oficiales internacionales, específicamente del Banco de Desarrollo Asiático, Banco Mundial, entre otros, que permiten identificar los avances y retos en materia de equidad de los países miembros de RCEP. Adicionalmente, se seleccionó información de estabilidad política (Polity IV) como principales variables políticas para contrastar con los avances frente a la desigualdad económica. El ejercicio prospectivo está soportado en las tendencias aportadas por información estadística y construye los posibles escenarios futuros.

El artículo está dividido en 5 secciones, de las cuales esta introducción es la primera. La sección 2, presenta un panorama teórico sobre la relación positiva entre la equidad y el desarrollo económico y social. La sección 3, brinda un recorrido de análisis y cifras, frente a las diferencias en capacidades económicas al interior de RCEP y los avances de la última década, así como, las tendencias en la inclusión económica y social. En la sección 4, se exploran algunas perspectivas del grupo en cuanto al desarrollo equitativo y el soporte a la integración regional y las condiciones políticas generales. Finalmente, la sección 5, ofrece las conclusiones generales de cara a los objetivos propuestos en materia de equidad por los países miembros de la Asociación.

2. La desigualdad y el desarrollo económico

Históricamente la ciencia económica ha investigado los desafíos de compatibilizar el crecimiento económico, las dinámicas sociales y políticas de los países. En el siglo XVIII, en medio de la Revolución Industrial, Malthus (1992) puso el manto de la duda sobre la conciliación entre el ritmo del crecimiento de la producción y la tasa de natalidad, de manera que el mundo estaría abocado muy pronto a hambrunas y muertes masivas. En el siglo siguiente, Marx sostuvo que el agotamiento del sistema productivo estaba dado por la traba que pone el capital al desarrollo de las fuerzas productivas, debido a la captura de la plusvalía generada por el trabajo. En su análisis, la explotación excesiva del trabajador asalariado, con el fin de aumentar la acumulación del capital, debilita, a tal punto, el consumo de los bienes que el sistema tiende al embotamiento. Si para Malthus el crecimiento económico va a la zaga del aumento demográfico, para Marx la producción capitalista ha de sufrir su propia parálisis (Marx & Engels, 1975, t.I, p. 349).

Siguiendo la explicación marxista, durante la recuperación de posguerra en la segunda mitad del siglo XX, las medidas económicas de los países europeos elevaron el poder adquisitivo de los trabajadores, favorecieron los sindicatos y la oferta extensa de bienes públicos en salud, educación, infraestructura y transporte, por razones ideológicas, al tratarse de una estrategia neutralizadora de las proclividades comunistas en sociedades golpeadas por el hambre y el desempleo. Allí operó, durante varias décadas, el modelo social del Estado de bienestar. En contraste, en América Latina y África se experimentaba un menor crecimiento y más desigualdad en el ingreso Kuznets (1955), a pesar de que la distribución era el motivo central del funcionamiento del sistema económico, dada su incidencia directa sobre los miembros vivos de la sociedad en calidad de productores, consumidores y ahorradores. Sin una debida comprensión de la estructura del ingreso, -sostenía el autor- era imposible entender todo el proceso económico; de ahí debían partir las políticas para mejorar la participación de los diversos grupos de ingresos (p. 27).

Bajo ese marco valorativo, tanto en las economías desarrolladas como, en vías de desarrollo, la política macroeconómica y fiscal favoreció, por un tiempo, el ingreso de los trabajadores, dado que su incremento era correlativo al aumento de la productividad. No obstante, a partir de los años setenta, el costo recayó sobre el trabajo, y, en ese momento, el salario interno se erosionó. El deterioro sería acentuado pronto por las exigencias de relajación tributaria, por parte de las corporaciones. De ese modo, “la tasa de imposición sobre las ganancias corporativas que se situaba en 70% al final de la guerra, en 1970 cayó al 50%, luego fue recortada en 1995 al 40% y reducida en 2005 al 35%. Para completar la cosecha de ganancias, en 2017, la administración Trump la situó en un mero 21%” (Hacker y Pierson, 2020, p. 61).

La relajación impositiva y la acumulación de activos dieron lugar al fenómeno paralelo de la especulación financiera, generado por los “bonos tóxicos”. Desde la década de los ochenta, en la cual se pasó del mecanismo de las finanzas de intermediación a las finanzas de mercado, por la descomposición de los riesgos en factores elementales, de los que surgen productos intercambiables. El resultado fue la inestabilidad y fragilidad financiera, por la contradicción entre endeudamiento y valorización del capital. Bajo esas condiciones, la economía en conjunto fue afectada por la laxitud en la evaluación bancaria del riesgo y el consecuente crédito excesivo. La lógica de la plusvalía acarreó consecuencias sociales severas como las reestructuraciones, los despidos y la presión para bajar la imposición fiscal sobre el capital. El desenlace lógico fue la crisis de 2008, una crisis sistémica, porque golpeó a toda la economía, desde los bancos y las empresas hasta los hogares y Estados (Aglietta, 2012).

Frente a esta situación, los gobiernos de los países desarrollados ha priorizado la garantía de la estabilidad financiera. La ideología imperante crea el mito de las capacidades superiores de los ricos para sacar las ventajas del mercado y ataca la idea de redistribución, arguyendo que, por ser tan pocos sus impuestos, no tendrían incidencia en la superación de la pobreza de las mayorías. La concentración la obtienen “los monopolios y los buscadores de renta cuando les cobran de más a los consumidores, pagan menos impuestos y financian a políticos que protegerán el proceso de sacarles a muchos para beneficiar a unos pocos” (Deaton, 2021, p. 8).

Por lo tanto, el efecto goteo (trickle-down) ocurre hacia arriba, como la condensación del agua, porque cuando los ingresos del capital y los dividendos son superiores al crecimiento de la producción, se desencadena el proceso hacia la desigualdad neta, a favor de los estratos superiores de la pirámide social (Piketty, 2014).

Desde las administraciones Reagan y Thatcher, Estados Unidos y Gran Bretaña lideraron con ahínco las decisiones neoliberales, a un costo social impresionante. El “sueño americano” se convirtió, con el tiempo, en una metáfora, porque llegó a significar libertad de hacer lo que se quiere, ser libre de alcanzar cualquier meta con esfuerzo, y no el mejoramiento económico generalizado. Por esa razón, el estadounidense, más que el ciudadano de otros países ricos, ha llegado a ser tan tolerante con la desigualdad (Corak, 2013). Allí, con el favor de las cortes conservadoras, “la desigualdad llegó a ser vista no solo como poco problemática, sino como la marca distintiva de una sociedad justa” (Deaton, 2021, p. 8). Fenómeno que Benabour y Ok (2001, p. 447) califican de “movilidad regresiva”, en la cual los grupos de bajos ingresos no son fuertes defensores de políticas distributivas, bajo la creencia que ellos o sus hijos, en algún momento, tendrán la oportunidad de saltar hacia arriba.

En este sentido, no es una casualidad el sorprendente hallazgo del Fondo Monetario Internacional del efecto adverso de la reducción impositiva sobre el crecimiento y el bienestar general. En un informe puntual, 5 de sus economistas encontraron que mermar un 1 % de impuestos al 20 % más rico lleva al descenso del PIB en 0,08 % en los 5 años siguientes, en tanto que una rebaja similar al 20 % más pobre eleva la producción en 0,38 %. Por lo tanto, “aumentar la participación en los ingresos de los pobres y la clase media en realidad aumenta el crecimiento, mientras que una participación creciente en los ingresos del 20% superior da como resultado un menor crecimiento, es decir, cuando los ricos se hacen más ricos, los beneficios no se filtran” (Dabla-Norris et al., 2015, p. 7).

Con todo, la experiencia muestra que la relación entre crecimiento y desarrollo, aunque en general es cierta, no es, de ninguna manera automática, ni es susceptible de soluciones rápidas. Según Acharya & Naqvi (2012), los países que desean tener éxito en esa dirección deben replantear sus políticas, como lo hicieron las economías de Asia oriental. Cuentan a favor de ese objetivo las altas tasas de ahorro para financiar la inversión, la industrialización sustitutiva de importaciones con apoyo del Estado y el desarrollo de conocimiento propio. Por otro lado, para que el proceso sea sostenible en el largo plazo, es fundamental crear un nuevo contrato social, con base en la justicia; solo así se logra desencadenar la sinergia creativa de toda la sociedad.

A ello, Janeway (2021) agrega que, cierta estabilidad política y social de Asia oriental en los últimos años, en comparación con la turbulencia en otras regiones, evidencia la relación entre democracia económica y la democratización política que allí acontece. El tránsito dramático hacia la autodeterminación hizo más notorio el rechazo a la injusticia colonial. En un plano general, ello se enlaza con la dimensión normativa, porque la desigualdad económica es perniciosa, en términos morales, y, contraproducente contra el capitalismo mismo. Como alternativa, dichos Estados procuran acometer la tributación progresiva, elevar los salarios, promover los sindicatos y ampliar los seguros de salud y empleo.

3. La transformación social de los miembros de RCEP

El análisis del fenómeno social suele ser simplificado en las categorías de lo económico, lo político, lo social y cultural. De ese modo, las 14 categorías o variables conformadoras de la realidad social permiten no solo la comprensión de esta en una perspectiva sistémica y holística, sino el establecimiento de metas para la gobernanza multinivel6, desde una aldea local hasta la aldea global, como lo es el mundo interdependiente actual, conservando siempre la misma malla analítica.

Diagrama 1.
Teoría de la Organización Social

Fuente: Elaboración propia, con base en García (2018).

3.1 Análisis social sistémico de los países de RCEP

A continuación, se detallan las particularidades de los 14 subsistemas en los países de RCEP, con el fin de analizar de modo sistémico y holístico las tendencias del grupo en equidad e inclusión social.

Subsistema 01. Parentesco. Este subsistema comprende la demografía y los factores favorecedores de la reproducción humana. Al tomar, por ejemplo, la vivienda, aparece un avance desigual en su dotación en países RCEP. A pesar de evidenciarse un descenso dramático de la población ubicada en barrios marginales en el nivel mundial, según Naciones Unidas, un cuarto de la población total aún se encuentra en esta situación (Colussi, 2020; Undesa, 2020).

Tabla 1.
Proporción de la población urbana que vive en barrios marginales, asentamientos informales o viviendas inadecuadas (%)

País

2000

2018

Australia

Japón

Nueva Zelanda

Corea del Sur

China

37,3

24,6

Brunei Darussalam

Camboya

78,9

45,1

Indonesia

34,4

30,6

Laos

79,3

21,1

Malasia

Myanmar

45,6

56,1

Filipinas

47,2

42,9

Singapur

Tailandia

26,0

23,7

Vietnam

48,8

13,8

Fuente: Elaboración propia, con base en datos del Banco de Desarrollo Asiático, estadísticas de desarrollo (2018)

Como se detalla en la Tabla 1, en los países de RCEP, para el año 2000, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Brunéi Darussalam y Singapur ya habían logrado eliminar los asentamientos informales o viviendas inadecuadas. En cambio, al año 2018, en Camboya y Laos, aunque la disminución era sustancial, aún el 45 % y 21 % de su población, respectivamente, se encontraba en malas condiciones habitacionales. En otros casos como Indonesia y Filipinas, la situación no ha mejorado en modo notable y, en cuanto a Myanmar, ha empeorado, llegando a tener un poco más de la mitad de su población urbana en barrios marginales.

Subsistema 02. Salud. Ciertos servicios a favor de la salud sexual y reproductiva, la salud de las madres y los bebés, la inmunización, el control de las enfermedades contagiosas o las no transmisibles y la salud mental, entre otros, son considerados esenciales por la Organización Mundial de la Salud-OMS. Por ese motivo, el cubrimiento universal de estos servicios fue ubicado en el tercer lugar dentro de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible-ODS; más aún, si se considera que la mitad de la población mundial no recibe estos servicios en forma adecuada (Organización Mundial de la Salud, 2021).

El saneamiento inseguro es responsable de 775 000 muertes cada año en el mundo. Hay 2 400 millones de personas, equivalente a un tercio de la población total, carente de saneamiento básico y el 40 % de los pueblos no tiene acceso a agua potable para lavarse las manos. Por este motivo, en los países con baja sanidad básica persisten las enfermedades gastrointestinales y la desnutrición. Dado su impacto social, la provisión de agua limpia y el saneamiento corresponden al sexto ODS. En RCEP, un 98 % de la gente tiene acceso a agua potable desde el año 2000, como muestra el Gráfico 2. Camboya, China y Vietnam desde inicios del siglo XXI han mejorado la provisión sanitaria, mientras Australia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Corea, Singapur y Tailandia, desde hace más de veinte años, satisfacen las condiciones de saneamiento básico.

Gráfico 2.
Acceso a agua potable y saneamiento (%) desde el año 2000-2020 en países RCEP

Fuente: Elaboración propia, con base en datos de United Nations Statistics Division, SDG Indicators Database (2020).

Subsistema 03. Manutención. La desnutrición ha disminuido notoriamente en los países miembros de RCEP, a raíz del rápido crecimiento económico y el aumento de la productividad agrícola. El número de personas sin acceso a alimentos disminuyó en forma ostensible en los últimos años. Caso ilustrativo lo constituyen los logros en la lucha contra la desnutrición infantil, según lo revela el Gráfico 3. En 2017, 5 países -Myanmar, Laos, Camboya, Indonesia y Filipinas- que al 2 000 presentaban los porcentajes más altos de desnutrición, habían reducido la prevalencia del fenómeno al 15 % en promedio; mientras que Vietnam ofreció un resultado singular, al disminuirla a menos del 10 %.

Gráfico 3.
Prevalencia de la desnutrición infantil

Fuente: Elaboración propia, con base en datos del Banco de Desarrollo Asiático, estadísticas de desarrollo (2018).

Subsistema 04. Asociación-cooperación. El cuarto subsistema engloba los derechos de asociación o asamblea y hace referencia a las modalidades de agremiación de la sociedad civil, como son las juntas de acción comunal, las organizaciones vecinales, las ONG, las cooperativas y los sindicatos, que hacen realidad los ideales de fraternidad y solidaridad.

El contraste dentro de RCEP, en cuanto a libertades individuales, en el se incluye el derecho de asociación o asamblea, pues mientras Nueva Zelanda ocupa el primer lugar entre 162 países, Brunéi es ubicado en el 135, China en el 129, Vietnam en el 121 y Tailandia en el 114. En un rango medio están Camboya, en el puesto 88, Fipinas y Malasia en el 83 y 82, respectivamente e Indonesia en el 68. En el grado superior de libertades se hallan, además de Nueva Zelanda, Singapur en el puesto 28, Corea del sur en el 26, Japón en el 11 y Australia en el 5 (Vásquez y McMahon, 2020).

Subsistema 05. Recreación. La disminución de las barreras al intercambio cultural, el deporte y la industria del entretenimiento, contemplado en el Acuerdo RCEP, parece favorecer la voluntad regional de afirmarse como sociedades multiculturales. Ello se deduce de su aspiración a mejorar “el bienestar general de sus pueblos”, según el preámbulo de Acuerdo. Si la infraestructura para el deporte estimula el ejercicio, un indicador de inclusión puede ser las horas semanales dedicadas al deporte. Entre los 10 primeros países en el mundo de RCEP solo aparece China, con 6,4 horas semanales, siendo Holanda el primero, con 12,8 horas (Ipsos Global Advisor, 2021).

Subistema 06. Comunicaciones y transporte. Los servicios de las telecomunicaciones, la digitalización de las economías y la sofisticación de los servicios de transporte aceleraron la globalización. Los desarrollos se dan en la doble dimensión de las plataformas digitales y en los equipos físicos y las redes. La infraestructura de telecomunicaciones 5G marca el paso al uso de la red de banda súper ancha y móvil de alta velocidad. Se espera alta incidencia del internet del futuro en las industrias verticales de fabricación, la atención médica y la automoción.

En este campo, el Acuerdo RCEP incluye un anexo con el marco de reglas para regir el comercio y el acceso y uso de servicios de telecomunicaciones en toda la región. Por él, los países asociados permiten la portabilidad de los números de teléfono móvil y cooperan para promover tarifas de roaming móvil internacional. También, incluye normas sobre ciberseguridad. En la prestación del servicio destacan tres grandes empresas chinas: China Mobile, China Unicom y China Telecom. Su extensa red 5G afianza a China dentro de los países con la nueva infraestructura de comunicaciones digitales. Las empresas surcoreanas SK Telecom y Korea Telecom son proveedoras de infraestructura 5G, ubicando a ese país entre los 5 primeros en la escala mundial (Craven, 2019).

Subsistema 07. Educación. El gasto en educación en los países de RCEP ha sido volátil. En el último medio siglo, según el Gráfico 4, Nueva Zelanda y Corea del Sur elevaron el presupuesto en educación para sostenerlo por encima del 6 % del PIB, en tanto que Australia, Corea y Brunéi lo ubicaron, al final del período, sobre el 4 %. Llama la atención Japón, que después de acercarlo al 6 % en los años ochenta, lo ha ido recortando paulatinamente, en una tendencia similar a la de Malasia. En ambos casos, se ubica entre 3 % y 4 %. En cambio, Indonesia presentó un repunte notable para acercar el gasto educativo al 4 % del PIB, de manera similar a Tailandia y Vietnam. El menor gasto en educación como porcentaje del PIB se da en China, Laos, Camboya, Myanmar y Filipinas, países en donde oscila alrededor del 2 %.

Gráfico 4.
Gasto del Gobierno en educación como % del PIB

Fuente: Elaboración propia, con base en información del World Bank, Education Statistics (2020).

Subsistema 08. Patrimonial. El avance en los ingresos en los países asociados en RCEP lo evidencia el hecho que lograron disminuir sus índices de pobreza extrema, referidos a las personas con disponibilidad monetaria diaria menor a $1.9 dólares, en las dos primeras décadas del siglo XXI. Según el Gráfico 5, de los 5 países con niveles de pobreza extrema superiores al 30 %, solo Laos fracasó en la meta de llevarla por debajo del 5 % de su población. En ese rango, menor al 5 %, también se hallan Tailandia y Corea. Filipinas, por su parte, la redujo del 14,5 % al 7,8 %.

Gráfico 5.
Disminución de la línea internacional de pobreza extrema en países RCEP (2011 PPP)

Fuente: Elaboración propia, con base en datos del Banco de Desarrollo Asiático, estadísticas de desarrollo (2018).

La baja incidencia de pobreza en años recientes demuestra una mayor efectividad de las políticas aplicadas, en comparación con otras regiones. Según el índice de pobreza multidimensional, en 2020, en 107 países analizados, un 22 % de su población, el equivalente a 1,3 mil millones de personas, se encontraron afectadas por la pobreza (OPHI, 2020). Adicionalmente, la tendencia en la distribución de la riqueza, de acuerdo con el indicador de Gini, según la Tabla 2, permite apreciar la existencia de sociedades menos desiguales en RCEP, en términos básicos.

Es pronunciado el descenso de la desigualdad en Malasia y Tailandia, al bajar el índice Gini de un coeficiente de 47,7 en el año de 1992 a 41,1 en el año 2015, para el caso de Malasia; mientras Tailandia presenció un comportamiento similar dado que pasó de registrar un índice superior a 45 en los años noventa, a un coeficiente Gini de 34,9 en el año 2019, análisis que contrasta con el aumento de la inequidad en China e Indonesia, los dos países más populosos en RCEP.

Tabla 2.
Índice GINI para países de RCEP

País

Año de referencia tendencia

GINI de referencia tendencia

Último año con registro

GINI del último año con registro

Australia

1995

32,6

2014

34,4

Brunei

-

-

-

-

China

1990

32,2

2016

38,5

Indonesia

1990

31,2

2019

38,2

Japón

2008

34,8

2013

32,9

Camboya

-

-

-

-

Corea del Sur

2006

31,7

2016

31,4

Laos

1992

34,3

2018

38,8

Myanmar

2015

38,1

2017

30,7

Malasia

1992

47,7

2015

41,1

Nueva Zelanda

-

-

-

-

Filipinas

2000

47,7

2018

42,3

Tailandia

1990

45,3

2019

34,9

Vietnam

1992

35,7

2018

35,7

Fuente: Elaboración propia, con datos del Banco Mundial (2021).

Subsistema 09. Producción. Aquí se aprecian transformaciones en la agricultura, la industria, la incorporación de la tecnología en los procesos productivos, la innovación o el aprovechamiento del trabajo. Este último, permite determinar la tendencia positiva hacia el mejoramiento de las condiciones de vida colectiva en RCEP, de forma paralela a la inclusión social en el mercado laboral. No obstante, el Gráfico 6 muestra que 4 países -Corea, Camboya, Japón y Vietnam- sufren creciente desempleo juvenil.

Gráfico 6.
Tasas de crecimiento del PIB por personas empleadas y tasa de desempleo 2019

Fuente: Elaboración propia, con base en datos del Banco de Desarrollo Asiático, estadísticas de desarrollo (2018).

Subsistema 10. Religioso. RCEP se caracteriza por ser un mecanismo económico que asocia a un conjunto de países con vasta pluralidad cultural. A la diversidad de lenguas y tradiciones se suman religiones diversas, las más numerosas son el islam, el budismo, el cristianismo y el sintoísmo. Como indica el Gráfico 7, los países de confesión islámica mayoritaria son los más activos en legislación religiosa. Brunéi e Indonesia aumentaron sus disposiciones en materia religiosa a 35 y 34 normas en 2014 y se equipararon a Malasia, que las ubicó en 36, sin modificación al año 2000. Tailandia y Myanmar destacan por su legislación religiosa activa. En contraste, Australia, Japón, Corea del Sur y Vietnam presentan índices bajos en la generación de normatividad religiosa.

Un elemento de atención en los países de RCEP es el alcance y limitaciones en la plena libertad de práctica de las creencias. Por ejemplo, los practicantes islámicos, en algunos países, han sufrido, tales como la comunidad Rohingyá en Myanmar con una discriminación sistemática y violación a sus derechos humanos (Human Rights Watch, 2023). A su vez, las crecientes preocupaciones de la comunidad internacional, frente a la presunta violación de los derechos humanos de la población Uigur, en la provincia de de Xinjiang y la comunidad budistas del Tíbet en China. Los argumentos de los Gobiernos para justificar las restricciones, por motivos religiosos, suelen enfocarse en la instrumentalización de los credos, por parte de movimientos separatistas (Education About Asia, 2020). Asimismo, se denuncia restricciones religiosas en Brunéi, Indonesia y Laos.

Gráfico 7.
Comparativo de puntajes de legislación religiosa en países de RCEP

Fuente: Elaboración propia, con base en información Fox (2019).

Nota: Mayores puntajes indican mayores niveles de legislación con influencias religiosas.

Subsistema 11. Seguridad. Este subsistema contempla aspectos relacionados con la seguridad individual, grupal y del Estado. De igual manera, la seguridad es susceptible de ser relativizada a cada uno de los 13 subsistemas restantes; por ejemplo, existe la seguridad familiar, la seguridad sanitaria, alimentaria, etc. Aquí tomamos dos bienes públicos entre las diversas variables posibles, la seguridad interpersonal, reflejada en el índice de homicidios y el gasto en defensa del Estado. Este último se justifica en la medida, que el gasto en defensa puede repercutir en la capacidad estatal para atender otras dimensiones de la inclusión social.

Tabla 3.
Número de víctimas por homicidio intencional por cada 10 000 habitantes

País

2000

2018

China

2,1

0,5

Corea del Sur

0,8

0,6

Brunei Darussalam

1,2

0,5

Camboya

4,7

1,8

Indonesia

1,0

0,4

Laos

Malasia

2,4

2,1

Myanmar

2,2

2,3

Filipinas

7,4

6,5

Singapur

1,0

0,2

Tailandia

8,2

2,6

Vietnam

1,2

1,5

Australia

1,9

0,9

Japón

0,5

0,3

Nueva Zelanda

1,3

0,7

Fuente: Elaboración propia, con datos del Banco Mundial (2020).

Las medidas para garantizar la vida y seguridad de los habitantes surtieron efecto en casi todos los países miembros de RCEP, en las dos primeras décadas del siglo XXI. Según la Tabla 3, más de la mitad del grupo de países registró índices menores a un incidente por cada 10 000 habitantes: China, Japón, Corea del Sur, Singapur, Australia, Brunéi Darussalam, Nueva Zelanda e Indonesia. Tailandia registró una disminución de casos de 8,2 a 2,6; el menos efectivo fue el gobierno filipino, cuya caída en criminalidad fue del 7,4 al 6,5 por 10 000 habitantes, entre 2000 y 2018.

Subsistema 12. Político-administrativo. En esta dimensión es preciso tener en cuenta que la legitimidad de los gobiernos depende del manejo pulcro de los recursos de la administración pública. La transparencia administrativa es, por sí misma, un bien público. En RCEP, sobresalen Nueva Zelanda, Singapur, Australia y Japón, ubicados entre los 20 países con mejor percepción por parte del público, entre 180 países estudiados en 2020. En el rango intermedio se ubicaron Corea del Sur en el puesto 33, Brunéi Darussalam en el 35, Malasia en el 57 y China en el puesto 78. En la parte inferior de la escala, se encontraron Indonesia en el peldaño 102, Vietnam y Tailandia en el 104, Filipinas en el 115, Myanmar en el 137 y Camboya en el 160 (Transparency International, 2020).

Gráfico 8.
Índice de transparencia 2020 para los países RCEP

Fuente: Banco Mundial, Indicadores de calidad de gobierno 2020.

Subsistema 13. Jurídico. El índice de Estado de derecho del Proyecto de Justicia Global evalúa el grado en que los países y territorios se adhieren al Estado de derecho, mediante el examen de ocho factores: las limitaciones de los poderes del Gobierno, la ausencia de corrupción, el gobierno abierto, los derechos fundamentales, el orden y la seguridad, la aplicación de las normas, la justicia civil y justicia penal. A 2020, entre 128 países estudiados, 5 países RCEP fueron ubicados en la parte superior de la escala, los cuales son Nueva Zelanda en el puesto 7, Australia en el 8, Singapur en la posición 12, Japón en la 15 y Corea del Sur en la 17. Solo 2 países resultaron clasificados en la franja intermedia: Indonesia en el 59 y Tailandia en el 71. En la parte inferior de la escala se encontraron Vietnam en el puesto 85, China en el 88, Filipinas en el 91, Myanmar en el 112 y Cambodia en el 127. Brunéi no fue incluido en el estudio (World Justice Project, 2022).

Subsistema 14. Precedencia. RCEP sobresale en el nivel mundial por ser la asociación con el mayor PIB y la mayor población entre los acuerdos regionales: US$ 38 billones, equivalente al 30 % del PIB global y 2 300 millones de personas, correspondientes al 30 % de total mundial.

Por otra parte, hay varias mediciones para jerarquizar los países. Se encuentran, entre otros, el índice de desarrollo humano, índice de la gobernanza global, de buen gobierno, transparencia internacional o equidad de género. La organización, por ejemplo, mide el desempeño de los Estados, a través de 6 variables: ciencia y tecnología, cultura, paz y seguridad internacional, orden mundial, medidas contra el cambio climático y cuidado del planeta.

3.2 Tendencias de la inclusión social en RCEP

El anterior examen sistémico y holístico de la trayectoria de los miembros de RCEP deja ver el acercamiento progresivo del desarrollo productivo y la inclusión social en el orden económico, con obstrucciones en el orden político y de asociación. Los subsistemas relativos a la formalización de la vivienda (S 01) y la cobertura de los servicios esenciales de salud (S 02), la caída de la tasa de desnutrición infantil y el incremento en el acceso al agua potable (S 03), el aumento en la asignación de recursos para la educación en los presupuestos (S 07), ofrecen una tendencia favorable por las repercusiones en la inclusión social.

Asimismo, las políticas redistributivas del ingreso y el incremento del empleo dan cuenta del avance de esos subsistemas en el conjunto de los bienes públicos. Y, al comparar con otras regiones, los índices de criminalidad en Asia oriental y Oceanía, de por sí bajos, presentaron descenso visible en las 3 últimas décadas (S 11). El Estado de derecho predomina en 5 países y halla complicaciones en otros 5. En el índice de ciencia y tecnología, cultura, paz, seguridad y política ambiental sobresalen 5 países: Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea.

Son problemáticos, a su vez, los resultados en los subsistemas de asociación (S 04) y religioso (S 10) por una doble dificultad. Los índices internacionales y las valoraciones externas exaltan con frecuencia las restricciones a la organización de la sociedad civil, la formación de partidos políticos, la libre expresión, controles a los medios de comunicación masiva y constricciones de orden religioso. Sobre el particular, hay 2 dificultades que impiden impartir un juicio objetivo acerca de las libertades políticas y de creencias en RCEP. Por una parte, la ausencia de suficiente información disponible sobre ellos y, por otra parte, las influencias ideológicas y los intereses políticos que pueden estar involucrados.

Algunos Gobiernos desestimulan las organizaciones sindicales o las asociaciones de la sociedad civil por temor a la activación de fuerzas contestarias que lleven a acciones violentas. Una situación similar ocurre con las agrupaciones religiosas, cuyos propósitos pueden ser encaminados más allá de la simple congregación alrededor de consignas espirituales.

Es claro que la legitimidad de los Gobiernos se busca a través de los cambios hacia el bienestar de la población, más que, a través de las concesiones en el plano político, ideológico y de las creencias. El Estado tiende a preservar el control de la gestión productiva y comercial, salvo unas pocas excepciones. Entre estas, se hallan Australia y Singapur, que han aplicado con intensidad principios de liberalización estatal; sin embargo, el grueso del grupo preserva la intervención del Estado en la conducción de la economía. Un actor de peso, como Japón, retiene el carácter público del transporte masivo, la infraestructura, la educación y la investigación de punta. China ofrece un abanico mayor de bienes públicos en la educación pública, la salud, las obras de infraestructura y la banca. Vietnam y los países de la península Indochina se inspiran en el modelo chino centralizado y con estatización de una parte de la actividad productiva y las finanzas.

Esta propensión a la legitimación, por medio del desarrollo de las capacidades productivas, se aprecia en los objetivos de los países menos industrializados en RCEP, Laos, Myanmar y Camboya, principalmente. Puede afirmarse que, en la Asociación se privilegia la provisión de bienes públicos de tipo material, más que profundizar la democracia representativa y las prerrogativas individuales. El contraste es notorio frente a otras regiones, en particular Europa continental y el eje angloestadounidense, donde la garantía del Estado al respeto de los derechos individuales tiene primacía.

En 2020, el Gobierno chino anunció la erradicación de la pobreza en el país, cumpliendo el primero de los ODS con 10 años de antelación. Ello demostró que la condición de pobreza no está predestinada, ni tampoco es una tarea insuperable. Además de las reformas iniciales, otro impulso connotado, lo dio el Gobierno, con el salto hacia la industrialización y la normalización de relaciones con el circuito comercial internacional que ocasionó mejoras en los ingresos.

Esta gesta china exhibe una conquista impresionante, si se tiene en cuenta que, en 1949, cuando el Partido Comunista tomó el poder, la pobreza asolaba a más del 80 % de la población. En condiciones no muy distantes se encontraban otros países de Asia oriental como Corea, Indonesia o Filipinas, que con el paso del tiempo lograron elevar el nivel de vida de sus poblaciones. En la península Indochina el despegue fue mucho más tardío, debido a la lucha prolongada para deponer la ocupación imperialista francesa y estadounidense, lo cual lograron en 1975.

El desenlace de la Segunda Guerra Mundial le imprimió oportunidades de desarrollo a los países de Asia oriental y Oceanía en momentos distintos y a velocidades diferenciadas. Aquellos países con autonomía política temprana estuvieron en capacidad de diseñar y aplicar planes de reconstrucción o renovación productiva, que pronto los vincularon, de manera favorable, a las redes mundiales de comercio. Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y Singapur sobresalen por poner en marcha, de forma pronta y exitosa, sus reformas productivas después de la conflagración.

En cambio, China y los países de la península Indochina vieron retrasados sus planes de transformación productiva e inserción internacional, debido a las luchas internas o a la guerra prolongada que implicó su liberación nacional. Dados los diferentes puntos de partida de los países en su vía hacia el desarrollo y sus diversas configuraciones de poder, los resultados difieren notablemente. Al comparar sus Índices de Desarrollo Humano (IDH), resultan 4 grupos, según el Gráfico 9. Los países con más ingreso presentan un índice elevado, superior al 0,9; corresponde a las 5 economías desarrolladas de RCEP. En el subgrupo 2, se ubican 2 países, Brunéi Darussalam y Malasia, en un nivel cercano al superior, con un índice por encima de 0,8. El subgrupo 3 reúne 5 países, cuyo índice es cercano al promedio mundial de 0,74; estos países tienen en común, que sus economías se encuentran en proceso de industrialización. En el subgrupo 4 aparecen los 3 países de menor desarrollo relativo, con una mayor distancia, respecto al promedio mundial; esos países son Laos, Myanmar y Camboya.

Gráfico 9.
Categorización países RCEP según IDH

Fuente: Elaboración propia, con datos de Naciones Unidas.

Los planes de integración regional ofrecen la base institucional indispensable para la coordinación y cooperación entre grupos de países (García, 2018). Más allá de ella, encontrar las fórmulas para eliminar, de manera progresiva, las brechas entre los países es el primer desafío de RCEP. El proceso pudo negociarse en un tiempo breve y ser aplicado, gracias a las virtudes derivadas del ASEAN Way7. Algunos de sus recursos son la no injerencia política o militar, las consultas discretas y constantes entre los gobernantes y la toma de decisiones por unanimidad. La resistencia a la integración comercial por ciertos productores locales es patente y, por ese motivo los analistas califican a RCEP como un acuerdo “poco profundo”, por las bajas exigencias en protección de los derechos de salud y laborales, entre otros. En este contexto, los negociadores llegaron un acuerdo liviano a uno más denso, que nunca llegaría a concretarse. Asimismo, frente a las disparidades, el cronograma de liberalización de las estructuras productivas favorece a los países ubicados más bajo en la escala, con plazo de 10 años para asumir el estándar colectivo.

4. Perspectivas del desarrollo equitativo y la integración regional alrededor de RCEP

Con base en las tendencias derivadas de la información cuantitativa se procede ahora a la exploración inductiva, de carácter más cualitativo. Para tal efecto, se realiza un pronóstico de las variables crecimiento del PIB, IDH y tasa de desempleo, por medio de un modelo de vectores autorregresivos -VAR8, de forma reducida, para lograr hacer una comparación prospectiva en un mediano plazo. Teniendo en cuenta que, en la búsqueda de la equidad e integración económica cada país se ha puesto en la tarea de alinear sus objetivos con la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), la simulación de las variables se estipuló hasta ese año. Para la estimación, se tomaron como referencia a seis países de RCEP, los cuales son Australia, China, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam, donde cada uno nos da como referencia diferentes economías y subíndices disímiles analizados en el apartado 3.

En vista de lo anterior, en la Tabla 4 se evidencian los resultados de las estimaciones donde, en el caso del crecimiento del PIB para el año 2025, son alentadoras en la mayoría de los países a excepción de Malasia y Vietnam, cuyo crecimiento para este año sería de 1,45 % y 1,91 % respectivamente, según aproximaciones. No obstante, países como China presenta escenarios favorables en su aumento del PIB de un 9,8 % para ese mismo año y según las estimaciones, en su mejor escenario se presentaría un crecimiento del 18,3 %, al igual que Tailandia, para el cual las aproximaciones sugieren que su mejor escenario se dará con un aumento del 58,46 %.

Tabla 4.
Simulación de escenarios futuros de crecimiento del PIB, Índice de Desarrollo Humano y tasa de desempleo.

Países

Crecimiento del PIB (%)

Pronóstico 1- Año 2025

Pronóstico 2- Año 2030

Escenario desfavorable

Escenario favorable

Australia

3,0711499

4,23886

1,7466292

4,3969873

China

9,8382463

-8,3628204

-66,589778

18,304232

Indonesia

4,2997899

4,868735

-5,0094849

7,3083231

Malasia

1,446733

6,8933851

-0,05792056

10,370603

Tailandia

4,8919797

13,17262

-27,457366

58,463493

Vietnam

1,9157694

-7,4511701

-29,363544

16,990449

Índice de Desarrollo Humano (IDH)

Australia

.97903219

.99443813

.96975242

.99443813

China

.79632284

.84814622

.70873365

.84814622

Indonesia

.80881046

.94182413

.76710611

.94182413

Malasia

.86170958

.87965259

.83650928

.87965259

Tailandia

.64101488

.64101488

.41318331

.780328

Vietnam

.69588245

.22055523

.22055523

1

Desempleo (%)

Australia

7,1490155

6,6185043

7,9910144

6,583869

China

1,7455392

18,526399

18,526399

.77270056

Indonesia

5,3354512

2,0977908

15,812658

1,8831176

Malasia

2,8320292

3,344233

3,344233

2,5264502

Tailandia

-

-

-

-

Vietnam

4,9882359

4,045467

6,8356942

.62831192

Fuente: Elaboración propia. Estimaciones del modelo VAR, con base en los datos del Banco Mundial (2022).

En el caso del IDH, un indicador que sintetiza información sobre expectativa de vida, educación e ingreso monetario, permite comparar los países con niveles de desarrollo humano muy alto, alto, medio y bajo (Lora y Prada, 2016). En las estimaciones para los 6 países, sobresale Australia con el mayor índice, seguido de Indonesia y Tailandia, mientras que China y Vietnam presentan particularidades similares a los demás países contemplados, dado que su índice supera el 0,6, indicando que la calidad de vida de su población es favorable en el tiempo. De hecho, en el escenario más favorable de Vietnam se prevé que llegue a su índice máximo; es decir, que la totalidad de su población se encuentre con un muy alto nivel de calidad de vida.

En esta línea, un reto importante que tienen estos países se da en materia de desempleo. Según las simulaciones realizadas, a mediano plazo el país más afectado en la tasa de desempleo es China con una tasa superior al 18 % para el 2030, pero con una tasa baja en el año 2025, lo que implica que este país, dado su gran apertura comercial y económica, debe hacer frente a los niveles de empleo en el territorio. Asimismo, Malasia, Indonesia y Vietnam se mantienen constantes en el tiempo con pocas alteraciones en este subíndice. En suma, estas diversas economías estudiadas, muestran escenarios sobre los cuales se ven precisadas a tomar acciones, en un mediano plazo, para lograr resultados en el largo plazo y, por supuesto, cumpliendo los objetivos planteados en la Agenda 2030.

Para RCEP, generar el impacto social real es su propósito explícito. Tal meta fue resaltada en la Declaración inauguradora de la Asociación, en noviembre de 2020. Puede entenderse por ella que ganar la legitimidad ante los ciudadanos es una preocupación de fondo en el acuerdo de establecer un mercado ampliado en Asia oriental y Oceanía. La Asociación se negoció en medio de dos fuerzas que evolucionaron, en sentido contrario, en otras partes del mundo. En Europa, en 2016, los ciudadanos británicos votaron a favor de abandonar la Unión. Los motivos reales, mezclados con campañas insidiosas, pueden haber afectado los resultados; pero lo cierto es que los promotores del Brexit aprovecharon el descontento popular, frente a unas relaciones con el continente, que juzgaron desbalanceadas. Otro tanto, aunque sin el debido respaldo del pronunciamiento popular, lo hizo la administración Trump, cuando en 2018 decidió retirarse de la Asociación Trans-Pacífica, un acuerdo que fue negociado y firmado durante el período presidencial de Barak Obama.

En este momento, el proyecto de integración regional del Pacífico occidental, capitaneado por ahora, por RCEP, entra a depender, en sus objetivos de profundización, de la aceptación constante de la sociedad civil, que le marcará su legitimidad. Las condiciones para afianzar, en vez de perder la legitimidad, son de 3 órdenes. En primer lugar, el sostenimiento de la tendencia positiva hacia la inclusión social y la preservación de los bienes públicos. Asimismo, empleo, mejor ingreso personal, menor desigualdad dentro de los países y entre los países, producción descarbonizada y evidencias en el mejoramiento ambiental son los principales factores que reflejarán el cumplimiento gubernamental de los compromisos con la sociedad.

Cada país enfila sus esfuerzos hacia ciertos objetivos de mediano y largo plazo, con énfasis dictados por la dinámica de las fuerzas sociales domésticas. Como lo muestra la Tabla 7, los países con economías industrializadas prevén la descarbonización de sus actividades para el año 2050. Los países de menor desarrollo relativo orientan sus esfuerzos hacia la superación de la barrera del ingreso medio. En el primer grupo están Japón, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda, y, en el segundo grupo, Camboya, Laos, Malasia, Myanmar, Tailandia y Vietnam.

Tabla 5.
Metas de mediano plazo en RCEP

País

Año

Meta

Australia

2050

Descarbonización profunda

Brunei

2035

Entre los 10 países con mejor calidad de vida e ingreso per cápita

Camboya

2030

2050

País de ingreso medio-alto

País desarrollado

China

2050

Gran país moderno y socialista: próspero, fuerte, democrático, de cultura avanzada, armonioso y bello

Corea del Sur

2050

Crecimiento verde. Cero emisiones

Filipinas

2040

Sociedad de clase media próspera, sin pobreza

Indonesia

2045

País avanzado y próspero, ubicado entre las 5 primeras economías mundiales

Japón

2050

Una sociedad de dignidad, constructora de confianza en Asia

Laos

2035

País de ingreso medio-alto

Malasia

2020

País desarrollado

Myanmar

2030

País pluralista y próspero

Nueva Zelanda

2050

Cero emisiones de gases de efecto invernadero

Singapur

2050

País smart, entre los líderes de la innovación digital y ciudad de clase mundial

Tailandia

2037

País desarrollado

Vietnam

2030

Entre los 3 más industrializados dentro de ASEAN. 2045. Industria de competitividad global. País industrializado

Fuentes: Elaboración propia, con base en Stromseth, J. ed. (2021). Rivalry and Response. Assessing Great Power Dynamics in Southeast Asia. Washington: Brookings Institution Press. Science Council of Japan (2005). Japan Vision 2050. Xinhuanet (18/10/2017). China Focus: Xi unveils plan to make China “great modern socialist country by mid-21st century. OECD (2009). Green growth in action: Korea. ClimateWorks. Australia (2020). Pathways to deep decarbonization in 2050: how Australia can prosper in a low carbon world. (Ministry of Environment, 2021). New Zeland’s projected greenhouse gas emissions to 2050.

Las metas de mediano plazo de los países individuales y de la Asociación serán monitoreadas, de manera creciente, por sociedades que buscan empoderamiento. La democracia económica que pretende profundizar RCEP se resiente del déficit de democracia política. Por lo tanto, la legitimidad del proceso de integración regional no puede ser alcanzada sin avances en los mecanismos de transparencia administrativa, por medio de la rendición de cuentas, en la participación de las organizaciones sociales y de la sociedad civil y en la adopción de mecanismos de elección de los gobiernos que eviten el desgaste causado por el autoritarismo.

Tratándose de sociedades multiculturales, con diferencias étnicas y religiosas, RCEP tiene otra fuente de legitimidad en el direccionamiento grupal hacia la garantía de las libertades en creencias. Es claro que la exposición creciente de las economías, dentro del mercado ampliado, exigirá la facilitación de la movilidad de las personas entre los países, ahondando la necesidad de establecer marcos seguros sobre los derechos humanos de sus trabajadores, sus familias, sin obstrucción a sus preferencias religiosas.

Importa tomar en cuenta una oferta creciente de bienes públicos, en la medida que su aprovechamiento acerca las sociedades a los gobiernos, que ganan, a su vez, en legitimidad y afianzan la integración regional. Esa provisión mejorada de bienes públicos depende de la posibilidad del uso equitativo de los frutos de la integración económica regional. Por el contrario, el conflicto social dentro de los países y la percepción del trato injusto en las relaciones entre los miembros de RCEP va a incidir en tensiones que pueden llevar a las rupturas con la Asociación y hasta la parálisis de esta.

Concretar la equidad en motor de la integración es desafío mayúsculo para RCEP. El desbalance es doble, por cuanto opera dentro de las sociedades, con porciones significativas aún en nivel de pobreza y entre los países, dadas las diferencias considerables de la desigualdad medida a través del Gini entre los países de RCEP, que han alcanzado altos niveles de ingresos y acceso a los servicios de salud y educación frente países de rentas medias y bajas del grupo, tales como Myanmar, Laos y Camboya, con índices muy bajos dentro del grupo y en la escala mundial.

De no menor importancia será la cooperación para mejorar los bienes públicos en otros subsistemas. Por ejemplo, son precarios los resultados en el subsistema 04 de asociación, el subsistema 06 en libertad de expresión en los medios de comunicación, el subsistema 10 de libertades religiosas y subsistema 12 de transparencia en la administración pública, con rotación del poder político. El pronunciamiento de ASEAN sobre el golpe de Estado en Myanmar (Aljazeera, 2021) es un anticipo de la reformulación de los principios de coexistencia pacífica que se filtrará, posiblemente, a RCEP. La ampliación de la agenda, en ese sentido, es previsible, tanto por el interés de los gobiernos de ganar legitimidad, como por las exigencias crecientes de la opinión pública y los movimientos sociales.

En asuntos estratégicos, el grupo RCEP puede ser beneficiado de la experiencia alcanzada por ASEAN Regional Forum-ARF, el mecanismo de consultas y diálogo sobre seguridad, activo desde 1994. Todos los miembros de ARF han atendido los encuentros regulares en el nivel ministerial, que han tratado asuntos de interés en la zona, como la tensión con Corea del Norte, la criminalidad internacional, la cooperación en el manejo de los desastres y la preservación del sudeste asiático, libre de armas atómicas. En septiembre de 2020, el encuentro ministerial de ARF consignó el compromiso de cooperar en la prevención y respuesta a las enfermedades contagiosas, la cooperación para la seguridad regional y para luchar contra el reclutamiento infantil por organizaciones delictivas (Australian Government. Department of Foreign Affairs and Trade, 2020).

5. Conclusiones

El presente artículo se propuso abordar la viabilidad y alcance de la iniciativa RCEP, comprende, en su desarrollo, aspectos tales como la inclusión social, a través de la integración de las 15 economías asociadas, así como, los obstáculos más significativos y vías para afrontarlos. A partir del análisis de la Teoría de la Organización Humana de Gregori (2002) se detalló, para los 14 subsistemas, a partir de cifras oficiales de entes internacionales, los principales logros y desafíos en materia de equidad que enfrentan los países de RCEP y las diferentes líneas de acción que actualmente plantea este mecanismo de integración.

Como se detalló en el análisis, la búsqueda de la equidad económica ha sido compromiso de todos los Gobiernos nacionales y, aún más, son parte de los objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. No obstante, para lograr erradicar la desigualdad aún existe mucho camino por recorrer, en especial en los países de menor desarrollo relativo. En este sentido, en el presente artículo evaluó los avances que han tenido los países que integran el RCEP, en una exploración multidimensional, en los últimos años. En esta línea, se logra evidenciar en el grupo RCEP el acercamiento progresivo del desarrollo productivo y la inclusión social en el orden económico, con obstrucciones en el orden político y del derecho de asociación.

Una de las principales conclusiones del artículo es que las condiciones de inequidad, pobreza, acceso inequitativo a bienes y servicios públicos, ha propiciado un malestar generalizado en los países del mundo, en el cual el motor de desarrollo inequitativo y con un privilegio al lucro e interés financiero no es socialmente aceptado al interior de los países. En este sentido, si bien, el comercio puede ser considerado como el eje central de interés para la cooperación entre los Estados, el hecho que no se incluyan condiciones dignas de trato al trabajador y que las ganancias del comercio, en el nivel fiscal, puedan contar con tributos que permitan mejorar las condiciones de vida de los países que alojan dicha inversión, son vistos de manera negativa desde las comunidades receptoras, que se manifestarán abiertamente en contra de perpetuar políticas económicas que profundicen la desigualdad.

En este contexto, como se detalló en el análisis de cifras, el reto para RCEP es inmensurable, pues las economías de los Estados miembros de RCEP es heterogéneo. Por ejemplo, como se analizó, previamente al 2019, Australia, Singapur, Japón, Nueva Zelanda, Malasia y Corea presentan las primeras rentas per cápita, subsistema patrimonial (S 08) y los mejores niveles en los subsistemas analizados. Ese mismo grupo sobresale en la inclusión social y la equidad en vivienda (S 01), salud (S 02), manutención (S 03), asociación (S 04), de seguridad (S 11), político (S 12) y jurídico (S 13). En educación (S 07), entre los países de menores ingresos, Indonesia, Tailandia y Vietnam acercaron esta inversión al 4 % del PIB en las últimas tres décadas, en tanto que, entre los países de ingresos altos Japón presentó descenso progresivo hacia el 4 %. En el subsistema de producción (S 09), Corea, Camboya, Japón y Vietnam presentan desempleo juvenil alto. En el subsistema religioso (S 10) se denuncia intolerancia en Brunéi, China y Myanmar, especialmente.

Sin embargo, también es importante resaltar que los resultados del ejercicio de simulación de escenarios a largo plazo muestran que, para los países de Asia, se espera que vía crecimiento económico se generen convergencias regionales en materia de equidad. Por ejemplo, al analizar el crecimiento del PIB, IDH y tasa de desempleo y se aplicó a 6 países: Australia, China, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam, donde se muestran los diferentes retos y estrategias que tiene cada país. Referente a la primera variable, las aproximaciones del modelo prevén que países como Malasia y Vietnam para el año 2025 presenten los porcentajes más bajos, siendo estos el 1,45 % y 1,91 % del PIB, respectivamente. No obstante, países como China y Tailandia presentan escenarios favorables en su aumento del producto interno bruto. La segunda variable clave, deja como referencia que Australia se destaca con el mayor índice, seguida de Indonesia y Tailandia.

De igual manera, China y Vietnam presentan particularidades similares al primer grupo de países con un índice alto, dado que su indicador supera el 0,6 (en una escala de 0 a 1) indicando que la calidad de vida, en materia de educación, salud, esperanza de vida e ingresos de su población será alta para los siguientes años. Finalmente, la última variable de estudio en la simulación es el desempleo. Según las estimaciones, China se consolida como el país con una tasa superior al 18 % para el 2030, presuntamente, pero con una tasa baja en el año 2025. Así mismo, en Malasia, Indonesia y Vietnam, la tasa se mantiene constante entre el 1 % al 6 % en los siguientes 8 años, con pocas alteraciones en esta variable.

De acuerdo con los resultados, el cumplimiento de la meta de equidad en RCEP, en consonancia con los ODS, presentan una tendencia convergente, en cuanto que, la eliminación de la pobreza extrema y la voluntad para superar las desigualdades sociales son manifiestas. Convertirla en motor de la integración regional facilitó la negociación del acuerdo; sin embargo, la profundización de la integración regional y la viabilidad de la Asociación hacia el largo plazo enfrenta por lo menos 3 grandes desafíos. Por una parte, se halla la necesidad de disminuir la brecha entre los países, con el fin de evitar la pérdida de legitimidad que incentive la fatiga y la resistencia hacia el proceso. Esto, porque muchos sectores en los países de bajos ingresos son vulnerables a la competencia de los productores externos y sus extensas redes de distribución.

Por otra parte, una transformación política se ve necesaria para aplacar la opinión pública de ciertos países, así como en el nivel global, inquieta por la persistencia de regímenes autoritarios y con clara afectación sobre los derechos humanos. Hasta ahora, la tensión ha sido contrarrestada por el pragmatismo de la no injerencia en los asuntos internos de los socios; aunque, la presión de los movimientos sociales domésticos y externos puede estar llevando esa norma a sus límites. El otro desafío tiene que ver con la seguridad regional. A la tensión habitual hay que sumar el ruido que las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China causan en los países de RCEP. Si bien, todavía un grupo mayoritario sostiene una posición de equilibrio, el riesgo de una división interna que obstruya la dinámica de la integración es real. Especialmente, si ciertos países optan por represalias comerciales y financieras, como medidas de contención de la emergencia de China, con intervención de actores extrarregionales como Estados Unidos y la Unión Europea.

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1 Facultad de Economía, Universidad Externado de Colombia. Docente e Investigadora. Doctora en Gobierno de la Universidad de Essex. Correo electrónico: tatiana.gelvez@uexternado.edu.co

2 Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia Docente e investigador. Doctor en Filosofía. Correo electrónico: pio.garcia@uexternado.edu.co

3 El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptados por la Asamblea General de la ONU el 16 de diciembre de 1966.

4 En la cual se indica en uno de sus objetivos “acelerar el crecimiento económico, el progreso social y el desarrollo cultural en la región, mediante esfuerzos conjuntos, en un espíritu de igualdad y asociación, con el fin de fortalecer las bases de una comunidad próspera y pacífica de naciones del Asia Sudoriental” (Asean.org, 1967, p. 1).

5 El Acuerdo RCEP resalta: fuerte compromiso con la recuperación económica, el desarrollo inclusivo, la creación de empleos y el fortalecimiento de las cadenas regionales de suministro y el apoyo a un arreglo de comercio e inversiones abierto, inclusivo y basado en reglas.

6 La gobernanza multinivel se entiende como la colaboración y coordinación de poder entre diferentes niveles de gobierno, buscando una gestión más eficiente de asuntos públicos en áreas diversas, como educación y salud.

7 El ASEAN Way es una expresión que busca reforzar el sentimiento de identidad y pertenencia a la ASEAN entre los pueblos de la región (ASEAN, 2023).

8 Un modelo de vectores autorregresivo (VAR) se utiliza cuando se busca caracterizar las interacciones simultáneas entre un grupo de variables.


Fecha de recepción: 17 de mayo del 2023 • Fecha de aceptación: 12 de octubre del 2023 • Fecha de publicación: 31 de enero del 2024

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